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Capítulo 2

Capítulo 2: Recién (casi) Casados.


El amor que reinaba entre Takemichi Hanagaki y Hinata Tachibana no era precisamente un secreto. Todo mundo era testigo del romance que ellos vivían y que expresaban todos los días, dedicándose tiernas palabras cargadas de romanticismo o mimos y caricias para expresar lo tan enamorados que se sentían el uno por el otro.

Era algo empalagoso, pero sin embargo muy tierno de ver. Porque su amor era puro, y quizá algo inocente, pero darían todo porque su contraparte esté bien. Se complementaban y acompañaban en cualquier situación, sin importar el riesgo.

Por lo que, no era de extrañar cuando Hanagaki le propuso matrimonio a Hina en su aniversario de doce años juntos. Sus amigos recuerdan muy bien el llanto de felicidad de la chica, que después fue opacado por el de Takemichi cuando escuchó que aceptaba.

Serían un matrimonio sin igual que perduraria un buen tiempo y esperaban que fuera así.

Se pusieron como locos a arreglar los preparativos para el tan ansiado día. Era un trabajo que les llevó un par de meses, pero el fin lo valía todo. Takemichi ansiaba ver a su prometida luciendo el vestido con el que ella siempre soñó y ella anhelaba por fin vivir una boda de ensueño con su amado novio.

Ya todo estaba listo cuando la pandemia fue anunciada un mes antes de su boda. Creían que sería poco tiempo y lograrían realizar su tan esperada ceremonia, pero el destino no lo permitió.

Entre lamentos y llantos tuvieron que cancelar todo y esperar un reembolso por los productos. Hina guardó su vestido, que fue obsequio de su amigo Mitsuya, en el fondo del armario, esperando que pronto deba sacarlo de ahí para lucirlo. Takemichi por las madrugadas la oía llorar, pues aunque decía que no importaba, que solo era algo material, ella sufría y eso lo destrozaba.

Su amada estaba tan decaída que le rompió el corazón. Debía encontrar algo para alegrarla siquiera un poco, por lo que puso su mente a trabajar.

El país prohibió todo tipo de celebraciones que juntase y amontone a la población, así que sus amigos—que eran como treinta monos— no podían venir a su casa. Tampoco era como si su hogar fuese demasiado grande como para aguantar tantos invitados, por lo que esa idea no iba a funcionar.

Pensó un poco más. ¿Y si pedía un certificado de matrimonio por internet? No, no era para nada romántico y Hina estaría aún más triste. Un papel no demostraría la alegría que esa chica esperaba en una boda.

Su cerebro se descompuso. Las ideas se le habían acabado y que su novia esté dando clases a su lado en la mesa no servía, pues el bullicio impedía que se concentre con facilidad.

Un momento. ¡Eso era! Si no podía verse cara a cara con los invitados, debía ser a través de una pantalla. Inmediatamente escribió a sus amistades, explicándoles su brillante plan, al cual sus amigos accedieron y alabaron.

"Eres un genio, Takemichi" se dijo. Y, por primera vez, todos coincidieron.

Debía arreglar todo cuando Hina no esté, así era un sorpresa maravillosa. Así que puso manos a la obra.

Hakkai se ofreció a hacer el pastel, ya que se pasaba día y noche descubriendo y practicando recetas nuevas de deliciosos dulces los cuales disfrutar. Emma haría la playlist para la ceremonia y la "fiesta". Draken y Chifuyu ayudarían un poco con la decoración. Mitsuya compró tantas velas como para hacer el lugar más romántico posible. Y por último, Mikey sería el padre que se encargue de unir en matrimonio a la feliz pareja. De extraña manera, esa idea le fascinaba tanto que hasta pidió por internet un alzacuello idéntico al de los sacerdotes y adquirió una biblia nueva por cortesía de Hakkai, pues su hermano se la había dado por su cumpleaños, pero ni de onda deseaba tener contacto con ella—aunque Mikey no era muy distinto—.

Cuando llegó el día en el que Hina debía ir de compras para reponer lo que en su casa se acabó, Takemichi se excusó con que debía ayudar a su madre con un inconveniente, por lo que no la acompañaría ese día. Hina entendió y marchó sola al día de compras. En cuando partió, el chico llamó a cada ayudante, avisando que el "halcón había salido del nido", así que "las ratas podían pasar". Todos se dedicaron a llevar lo correspondiente de forma bastante ordenada para que Takemichi pudiera colocarla bien.Cabe destacar que como no se podía tener contacto con personas externas a un hogar, dejaron los materiales fuera de la casa Hanagaki bien desinfectados.

Takemichi acabó cerca de una hora después de que Hina partiera, por lo que ahora tocaba un baño a la velocidad de la luz y colocarse el traje que Mitsuya diseñó para él. También retiró del clóset el vestido de su prometida y lo dejó sobre el sofá, donde aguardó sentado su regreso. Ella volvió unos diez minutos después y, en cuanto pasó el umbral de la puerta, quedó estática y sin palabras. La sala de estar de su casa estaba repleta de velas que iluminaban la habitación, dándole un toque muy elegante. Las paredes eran decoradas por guirnaldas blancas con formas de mandalas que eran tan preciosas a la vista. También había uno que otro globo de igual color en las esquinas que transmitían ese sentimiento de celebración que ella no comprendía. Y, finalmente, en el parlante que reconoció como el de Emma sonaba una canción lenta y romántica que combinaba con el ambiente.

Sus ojos brillaron maravillados por la situación y pararon para admirar a su pareja, quien estaba parado en la mitad de la sala. Tenía una postura nerviosa, pero su sonrisa resplandecía más que todas las velas juntas. Su corazón latió con fuerza y no pudo evitar que las lágrimas se escaparan de sus luceros.

Se acercó despacio a Takemichi, dejando las bolsas de las compras sobre la isla de la cocina sin una pizca de atención sobre ellas. Tapó sus mejillas por el asombro sin despegar sus ojos de los de su novio.

—Amor, ¿qué es todo esto? —preguntó maravillada. Todo a su alrededor era tan perfecto que la dejó sin habla alguna.

—Sé que has estado muy triste por lo de la boda —habló el chico. Su sonrisa disminuyó un poco por la tristeza de recordarla así, más se esforzaría por su idea y que su realización sea perfecta—. Así que se me ocurrió esto para recompensarla.

Takemicchi se paró frente a la computadora, donde se veía la reunión por zoom que estaba en curso. Los perfiles de sus amigos estaban conectados y la saludaron alegres, vistiendo ropas elegantes para la improvisada ocasión. Hina les devolvió el saludo y les agradeció a todos por colaborar con algo tan hermoso e increíble.

—Aún falta algo importante —avisó Hanagaki. Ella lo miró extrañada como se dirigía al sofá (el cual movió a la otra punta del salón). Tomó una bolsa larga y se la extendió— Póntelo. Recuerda que la novia debe verse mejor que nadie.

La sonrisa se hizo más inmensa en el rostro del chico y ella volvió a llorar. Besó sus mejillas antes de tomar el vestido y marcharse a colocarselo en su habitación. Takemichi, por su parte, colocó la música indicada para la ovación  extendió los pulgares hacia los invitados. Algunos rieron por sus nervios y otros aplaudieron emocionados, comentando lo felices que estaban por comenzar.

Al rato la chica volvió, luciendo el vestido más hermoso que Mitsuya presumió haber creado. Caminó despacio hacia el monitor con la atenta y maravillada mirada de Takemichi sobre su persona. Se veía preciosa y el chico se sentía increíblemente afortunado. Hina era la chica más deslumbrante y linda por sobre toda a tierra y gozaba de una suerte de que la muchacha siquiera se fijara en él. Aunque Hina se sentía igual. Takemichi es un chico asombroso que enamoraría a cualquier persona, es por ello que ella cayó por él en el instante en el que lo conoció.

Su amor puro y sincero se unificaría ese día en frente de las pantallas las pantallas y de sus amigos. Se tomaron de las manos y, con la alegría presente, se prepararon para iniciar su vida como casi marido y mujer.

—Muy bien, Señores y Señoras, soy el padre Manjiro —carraspeó Mikey. Para aclarar, cuando Takemichi le comentó su idea, en seguida de dirigió a tomar un curso en internet con el cual pueda realizar la ceremonia de su mejor amigo—. Estamos todos aquí "reunidos", y abro comillas porque ni en la misma habitación estamos.

—¡Mikey!

—Okey, okey, ahora continúo. Y es Padre Manjiro para ustedes —recalcó señalando a la pantalla, generando algunos suspiros cancinos y risas por lo bajo—. Para honrar la unión de estas dos personas, que encontraron el amor entre la diversidad del mundo y sus almas de hallaron para complementarse la una a la otra: Hinata Tachibana y Takemichi Hanagaki.

Las frentes de ambos chocaron con cariño mientras sus manos de enlazaban. Puede que no haya sido la boda soñada o siquiera la que esperaban, pero fue sincera y hecha con gran esfuerzo con el simple fin de alejar la tristeza.

La ceremonia continuó hasta que Manjito anunció que finalmente podía besar a la novia. Acarició gentilmente su mejilla antes de plantar un beso suave en sus labios. Oyeron los gritos alegres y los fuertes aplausos de sus amigos. Kazutora se encargó de grabar todo y Mikey roció por toda la pantalla arroz blanco, generando quizá un poco más de realismo a la situación.

Fue una boda bastante improvisada, pero no podía comprarse con una de verdad. Sin embargo, era única y eso a ambos les encantó.

Poco después se enteraron que el video en el cual bailaban el vals en la "recepción" y su beso de unión fue viral por todo el mundo. Si la idea era llamar la atención, lo habían logrado.

Una boda costosa real podía esperar, mientras se tenían el uno al otro y su amor que ya representaba que se pertenecían como cónyuges sin necesidad alguna de un papel o un Padre de verdad que lo confirme.

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