Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9. Manipulador

9: Manipulador

Phill no tenía números de teléfono de ningún Dubois, puesto que él se había alejado con Vivi de la sociedad y la tecnología hacia décadas, sino siglos. Por eso, seguimos intentando contactar con cualquier familiar que pudiéramos, en vano.

—Ni Georgiana me responde —dijo Elliot después de la hora de la cena, con desgano, aunque la realidad es que Georgiana no le había respondido nunca desde que se pasaron los números en la fiesta de cumpleaños de la abuela, días atrás.

—Es que no le agradas —le había dicho Jane, entre risas, frente a mi tío Allen que los miraba como si hubiese recibido una bofetada. La angustia de mi tío quizás no era visible, pero yo la sentía. Y aumentó cuando mi hermano le hizo cosquillas a Jane para vengarse por su comentario. Su sabor amargo empeoraba con cada segundo que los veía tan cercanos.

A mi también me sorprendía la reciente amistad entre ellos, pero la verdad es que no tenía ni tiempo para cuestionármela como sí lo hacía Allen. La verdad, es que el castillo era un manojo de gente que no sabía qué hacer ni cómo moverse debido a la incertidumbre que Ticia había arrojado sobre nosotros con respecto a Everald y a Bricia y debido al estado inerte de mi abuela.

Yo la manipulaba cada dos o tres horas para beber sangre humana. Aleksi tenía que frenar a mi abuelo con magia y eso generaba mucho estrés en ambos. Sabíamos que estábamos trabajando en contra de sus deseos y forzándolo a ver cómo lo dejábamos apartado y era agotador.

Además, éramos los únicos que enfrentábamos ese drama. Sam se quedaba en pasillo, inquieto, pero sin intentar hablar con mi abuelo o sin aportar ninguna otra solución para mi abuela. Fue Aleksi, a última hora de la noche, el que salió a preguntarle si no tenía más amigos como Antuan que pudieran trasladarse para donar y fue recién ahí que él se alejó para contactarlos.

—No puedo creerlo —musitó Aleksi, entonces, cuando volvió al cuarto después de conseguir que mi abuelo se rindiera y no intentara alimentar a Olive otra vez—. ¿Qué le pasa que está tan perdido?

Dejé a mi abuela en la cama y la arropé, sin mirar a su esposo. Me sentía mal porque yo también era la que lo apartaba de sus anhelos de ayudarla.

—Está mejor —le avisé—. Su mente está menos oscura después de la sangre de Ticia, Antuan, Clarisse y su hijo. La sangre humana también está ayudando, pero creo que es muy lento —Cada vez que entraba en la mente de mi abuela, me parecía ver una evolución. Sin ir tan profundo en los pasillos laberinticos vacíos de su cabeza, pude sentir algo de su consciencia, algo del dolor que replicó en mí cuando fui hasta el fondo—. Cuando los Dubois lleguen, ya podré ayudarla a sanar.

Esperé que no se notara lo poco segura que estaba al respecto. Si en la cena Georgiana no había contestado, al igual que muchos otros, ni siquiera a un mensaje de apremio como el enviado, no sabía qué íbamos a hacer.

«¿Tan poco les importamos?», pensé. La familia de mi abuela siempre era bastante presente. Se relacionaban con nosotros de una forma muy cercana, para lo que se consideraba en los vampiros cuando los años se pasan demasiado rápido. Decenas de ellos estuvieron en el cumpleaños de mi abuela y no se me ocurría ninguna razón válida para que ahora nos ignoraran.

—¿Hemos hecho mal? —le pregunté a Alek, cuando marchamos a nuestra habitación para descansar, aunque aún la noche era joven. Esos días todos teníamos el horario bastante invertido, casi como los humanos, en realidad

—¿A qué te refieres? —preguntó él, dándome la mano—. ¿A tu abuelo?

Negué rápidamente.

—A la batalla con los Edevane. ¿Estuvimos fuera de la ley de sangre? —inquirí—. ¿Será que los Dubois nos ignoran por haber roto las leyes? Quizás los avergonzamos o... no sé, alguien les dijo algo malo de nosotros.

Aleksi apretó los labios. Una vez que entramos en el cuarto, me puso las manos en los hombros.

—Sí —me admitió—. Si vamos a ser justos, estrictos, nosotros nos robamos a una niña Edevane y los matamos a todos, quedándonos con la niña —Entonces, ladeó la cabeza—. Por otro lado, ellos nos atacaron injustamente y pretendieron secuestrarte a ti y a Alice con una treta sobre la le entrega, hecha a la fuerza, atacando y matando a miembros del clan White. Lo cierto es que la opinión de la sociedad vampírica sobre los Edevane es mala desde hace siglos. Nadie los quiere, por lo que podrían ponerse del lado del clan White como un ojo por ojo, diente por diente. Al final, son unos bullies, como dicen ahora los jóvenes. Su imagen es casi tan mala como la mía.

Yo fruncí el ceño.

—¿Y entonces? Yo no pensé jamás que los Dubois podrían dejar de hablarnos por algo así. Siguen siendo familia. No es que yo los haya tratado demasiado, pero mi abuela sí es muy cercana a todos ellos.

—Los Dubois son un clan pacifico, muy amistoso —me contestó él—. Imagina que yo nunca los tuve como target en mis tiempos más violentos porque ellos dejaban a sus mujeres y niños ser libres. Vivian de fiesta en fiesta, bebiendo sangre como si fuera vino —Yo arrugué la nariz, como si no hubiese estado oliendo sangre humana hasta hacia minutos. Pude ver en la mente de Aleksi esas fiestas de las que él hablaba. Alguna vez las había visto, aunque claro no había formado parte de ellas. Me salí rápidamente de su cabeza cuando en los recuerdos mostraban a los primos y hermanos de mi abuela dándose un festín con humanos. Bloqueé totalmente sus pensamientos—, siempre alegres y sin castigar a los miembros de su clan por tonterías. La ley de sangre nunca fue muy importante para ellos. La verdad... es que me tienta más la posibilidad de que no respondan porque yo soy un White ahora y no por los Edevane.

Eso me hizo enderezarme por completo.

—¿Qué? —dije, lamentando haber bloqueado sus pensamientos—. ¿Qué tienes que ver tú? Dijiste que nunca tuviste conflicto con los Dubois. Incluso fuiste a alguna de sus fiestas, acabo de verlo en tu cabeza.

Él caminó hasta la cama y comenzó a sacarse la ropa. Un segundo después estaba fingiendo indiferencia, como si no fuese nada difícil lo que tenía para decirme.

—Bueno... Digamos que no fui invitado a esa fiesta —explicó—. No es que yo tuviera conflicto con ellos, pero la verdad es que yo no le agrado a casi nadie, conejita —me recordó. Se estiró mucho para quitarse la camiseta. Me expuso sus maravillosos músculos con lentitud, con inocencia y yo me crucé de brazos. No necesitaba leerle la mente para saber que intentaba distraerme de un tema que evidentemente lo incomodaba. Como no me moví ni me vi tentada por sus encantos, él suspiró y siguió hablando—: Ya viste la reacción de Antuan o de los Pusset. Aunque yo no haya lastimado a sus clanes, me temen y no les doy buena espina.

Yo no opinaba lo mismo. Aunque Antuan se sorprendió al principio, luego lo trató como a todo el mundo. Y Clarisse y su hijo no se acercaban a él porque probablemente ambos sabían que Jake intentó seducirme cuando yo ya salía con Mørk Hodeskalle.

—De acuerdo —dije, sentándome a su lado. Aunque no estaba de acuerdo con su visión sobre los invitados, no quise contradecirlo—. Que la gente te teme es un hecho.

Él sonrió con pena.

—No solo es temor. Es rechazo. Es odio. Ya te conté que muchos esperaban, gracias a la profecía, que tu me eliminaras —dijo, cuando me arrimé contra él y apoyé la mejilla en su hombro—. Soy más rechazado que un Edevane o que el clan Parissi, que se lo consideraba un clan de criminales de baja clase. Para mí, tener amigos, tener pareja, siempre fue algo casi imposible. Por eso valoraba mucho mi amistad con Benjamín —me recordó.

Yo me quedé callada. Pensé qué palabras podrían reconfortarlo, sacarle se encima ese sentimiento apesadumbrado que salía de sus pensamientos. Pero creí que cualquier cosa que pudiera decir sería un poco mentira.

Sí era temido y odiado y el personaje que había creado hacia milenios para protegerse le había costado bastante caro. Mørk Hodeskalle incluso fue parte de mis pesadillas y mi mayor temor de niña.

Lo miré, deslicé la mejilla por su hombro y recordé todo lo que habíamos hecho en la tarde, en el bosque. Él ahora formaba parte de mis más locas fantasías, era mi razón de existir y mi mayor contención. Sentí que las palabras correctas se formaban en mi boca, entonces.

—Le temen al hombre de la máscara, no a Aleksi White —apunté—. Como ya viste, Antuan no se dio cuenta de quien eras. Mørk Hodeskalle es una cara de ti, pero no eres tú todo el tiempo. Yo puedo distinguir perfectamente cuando eres Hodeskalle y cuando eres Alek.

Él sonrió, puso su mano en mi pierna y la acarició, conmovido con mi intento, pero no muy convencido.

—Aleksi White tiene apenas unos días de vida.

—No es cierto —dije, agitando la mano—. Aleksi siempre ha estado ahí, solo que no lo sacabas a pasear —bromeé—. Y al principio, no te sentías cómodo sin la máscara, pero ahora, andas por la vida sin ella. ¿La extrañas?

Dudó, así que esperé sin inmiscuirme en sus pensamientos.

—A veces —admitió, al final—. Al principio me sentí desnudo, llevaba usándola toda mi extensa vida. No tenerla se me hizo... raro. Pero ahora creo que estoy más acostumbrado. No está mal que la gente no me reconozca y que no me teman tan pronto. Creo que me da más libertad.

Asentí. Yo también lo percibía así. Lo veía más cercano a otras personas y también más risueño, con la libertad de reír y de bromear ahora que no tenía que mantener ese personaje tan oscuro, viejo y terrible. Era como si hubiese rejuvenecido.

—Creo que era hora de dejar esa máscara atrás —dije—. Mørk Hodeskalle era un peso para ti y ahora puedes vivir bien sin él.

—Nunca dejaré de ser Hodeskalle, conejita —me dijo, apretándome suavemente la rodilla—. Por suerte para ti, porque te gusta, ¿no?

Me reí pero le agarré la mano traviesa cuando comenzó a subirla por mi muslo hacia mi ingle.

—No digo que tengas que hacerlo desaparecer —dije, poniéndome de pie. Le puse ambas manos en los hombros y le di un besito en la frente cuando levantó la cabeza hacia mí—. Me refiero a que ahora puedes ser alguien sin ser él todo el tiempo. Puedes ser Aleksi con tranquilidad, no solo conmigo.

Él no se quejó para nada de que le cortara las intenciones. Más bien, se carcajeó por lo bajo y me atrajo para abrazarme de forma cariñosa y nada seductora. Apoyó la cabeza en la parte alta de mi abdomen y jugué con sus rizos.

—A decir verdad —dije, después de un rato—, si los Dubois han abandonado a mi abuela por ti... o incluso por los Edevane... entonces significa que no la querían de verdad. Si el rechazo es más fuerte que el amor, entonces...

Me callé. Entonces significaba que no podríamos sanar a mi abuela como esperábamos. Tendríamos que buscar donantes en otra parte y eso sería mucho más complicado. Suspiré, triste por esa conclusión, y Aleksi me abrazó con más fuerza.

—Lo solucionaremos, verás que sí —me prometió, pero yo sabía que era una promesa solamente basada en su propia fe, no en una realidad posible. Tal y como yo sabía, al final, que en la realidad posible nadie dejaría de odiar a Mørk Hodeskalle.

Antuan era un excelente donante de sangre. La mañana siguiente, fue él quien más le donó a mi abuela y luego nos confesó que estuvo toda la noche bebiendo de nuestro deposito para poder rendir más.

Me sentí super agradecida con él. Su gran amistad con mi tío Sam lo trajo desde américa solo para eso y estaba sumamente comprometido con ayudarnos.

Por suerte para nosotros, porque seguíamos sin recibir noticias de los Dubois, Clarisse Pusset llamó a más miembros de su clan y llegaron antes del mediodía. No eran muy cercanos a mi abuela, pero sí parecían entusiasmados con ayudar al clan White y recibir algún día un favor a cambio.

Esa fue la primera vez que fui capaz de notar la manera en la que vampiros desconocidos nos percibían. No ayudaban porque fuesen buenos, por compasión, sino que lo hacían porque creían que teníamos mucho más que aportarles de lo que ellos jamás nos aportarían.

También noté cómo me miraban. Me ubicaban a mi antes que a cualquier otro miembro de mi familia y, en consecuencia, al hombre a mi lado. Aunque Aleksi no tenía la máscara, sabían que era Mørk Hodeskalle y evitaban acercase a él.

Al principio, solo pensé que mis palabras en la noche habían sido inocentes. Le dije a Aleksi que podía ser libre de Mørk y él tuvo razón al decirme que jamás dejaría ser él. Pero luego, me pregunté cómo es que lo sabían, si nunca habían visto su rostro antes.

Apenas salieron del cuarto de mi abuela, expresé esa duda, pero nadie me respondió hasta que estuvimos en el pasillo.

—Tal vez se deba a Vampire Thoughts —musitó Aleksi, cuando nos reunimos con Jane y Elliot, como el día anterior.

—¿Qué es eso? —inquirí.

—Un periódico del mundo vampiro —contestó Alek—. Tiene siglos de antigüedad y parece más una gaceta de chismes que otra cosa, pero en el fondo, es un reflejo de las opiniones y los pensamientos de la sociedad vampírica europea.

Elliot asintió.

—La leí una vez —contó—. De contrabando.

Yo fruncí el ceño.

—¿De contrabando? —solté, pero luego puse los ojos en blanco al entender—. Ya veo. Tu sabías que existía, pero no te dejaban leerlo. A mi directamente me lo ocultaron.

Mi hermano se encogió de hombros.

—No entiendo por qué. Era especialmente aburrido. Los chismes eran sobre gente viejísima que no tiene nada que hacer y que todavía creen que son relevantes como en el 1800 —resumió.

—Suena como algo sumamente anticuado —comentó Jane y mi hermano asintió.

Aleksi tomó mi mano cuando comenzamos a caminar por el pasillo. Ninguno de nosotros se asombró de que Antuan estuviera junto a las escaleras, esperándonos también.

—Lo más probable es que tu abuelo no haya dejado que ninguno de ustedes lo leyera porque... —Alek tomó aire—, usualmente hablaban de ti, conejita.

Eso me tomó por sorpresa.

—¿De mí?

—Por la profecía —explicó Alek—. No solo los Edevane sabían de ti, no lo olvides. No solo la profecía se decía de boca en boca, sino que periódicos como Vampire Throughts hacían eco de que en el clan White había una niña que era del sol y de la luna y que podría liberar al mundo de Hodeskalle.

Antuan arqueó las cejas, cuando lo alcanzamos.

—No me digan que están hablando de ese asqueroso panfleto viejo —bufó.

Yo no contesté. Nunca se me había pasado por la cabeza que hubiese un registro escrito de mí, de lo que otros pensaban que yo debería hacer.

—Es viejo y es asqueroso —concordó Aleksi—. Pero es el motivo por el cuál saben quién eres y también saben quién soy yo, pese a que no tenga máscara.

Giré la cabeza inmediatamente hacia él, con una expresión cautelosa. Lo vi sacar su teléfono del bolsillo trasero del pantalón y lo tomé cuando me lo entregó en silencio. Me dieron ganas de patear a alguien cuando descubrí que había una maldita aplicación para el estúpido periódico y qué, para colmo, un nuevo número había sido entregado hacia tan solo dos días.

—Hablan de nosotros, ¿no? —mascullé, clickeando en la última entrega.

—No te lo dije antes porque tenías muchas cosas en la cabeza y la verdad, es que desde que nos conocemos no ha hablado de ti como para traer el tema a colación. Pero ahora...

Rechiné los dientes. Ahora, el periódico recogía las últimas "pruebas" que había tenido que atravesar mi clan para sobrevivir una vez más a los desastres que otros vampiros tenían para nosotros.

La nota estaba equivocada en muchísimos aspectos. Si bien enumeraba el ataque en nuestra mansión y señalaba a los Edevane como un clan de nefastos maleducados que no sabían cuando dejar de reproducirse, el culpable de todos los males era nada más y nada menos que Mørk Hodeskalle. Él era el villano en la historia del mundo pero también lo era en la nuestra, puesto que, según el imbécil que lo escribió, Hodeskalle había intercambiado con Benjamín algo muy preciado por la supervivencia de nuestro clan: a mí.

—¿Qué? —chillé. Casi se me cae el teléfono de las manos—. ¿Es idiota o lo dejaron caer de un tercer piso cuando era niño? ¿Cómo se le ocurre decir esto?

Mi hermano y Jane se apretujaron a mis espaldas para leer por encima de mis hombros y soltaron exclamaciones enfadas, pero nunca tan enfadadas como la mía. Miré a Aleksi en cuanto terminé de leer.

—Le dijo a toda la sociedad vampírica que tú me tienes como "premio" —mascullé—. No hace ni una sola mención a que somos marcas. ¡No! ¡Les dice a todos que soy un bien de cambio y que ahora tienes el control de los White y de mí y de mis poderes!

Alek me miró impasible. Por supuesto, a diferencia mía, él estaba acostumbrado a que hablaran pestes suyas.

—Nadie puede creerse semejante tontería —dijo Elliot, sacándome el teléfono—. ¿Cómo van a creer que tu obedecerías a Mørk Hodeskalle, teniendo ya tus poderes activos, por un pacto con el abuelo?

Bajó el teléfono cuando se dio cuenta de qué, en realidad, era algo posible. Si se jugaban bien las cartas, cabía que Hodeskalle manipulara a Benjamín White a cambio de la vida de todos.

—Los vampiros viven milenios —dijo Antuan—. Estos periódicos amarillistas existen porque hay personas ricas y aburridas que no hacen nada con esos milenios y no tiene mejor idea que escribir tontería... y otros creérselas. No les interesa la verdad, la investigación, solo les interesa tener algo de qué hablar.

—Pero esta no es la verdad —puntualizó Jane, sacándole el teléfono a Elliot, también para leer—. No importa lo que esta persona o personas digan.

Antuan apretó los labios.

—Bueno, querida Jane, lo cierto es que no importa si es verdad o no. Es lo que todos creerán. Y aunque muchos vampiros no harán nada con lo que crean. Otros... —ladeó la cabeza de un lado a lado.

Yo sentí escalofríos.

—Otros creerán que mis poderes y todo lo que yo haga estará controlado por Mørk Hodeskalle, al cual culpan de todos los males de este mundo —dije—. Los Pusset que vinieron hoy no vinieron por los favores que podrían darles, en el futuro, el clan White ayudando a mi abuela, sino porque seguramente querían ver si lo que decía el periódico era verdad —Miré a Aleksi, él bajó el mentón y me miró a través de sus pestañas. Esbozó una disculpa en su mente y yo negué, porque nada de eso era culpa de él—. Y debido a que estamos discutiendo con mi abuelo en cada donación de sangre para mi abuela, queda en evidencia que él ya no tiene el poder del clan.

Si bien Aleksi no lo había controlado y atado al sillón delante de los Pusset, sí fuimos nosotros los personajes activos en la escena. Claramente podrían haber interpretado que el silencioso Hodeskalle era el nuevo líder del clan, hablando y actuando a través de mí.

—¿Y qué importa lo que crean? —insistió Jane—. No les debemos nada.

Eso era cierto, no les debíamos nada. Y si bien mi enojo iba más con el hecho de que hablaran de mí y de que acusaran a mi pareja de cosas que no eran verdaderas, lo que implicaban igual podía afectarnos negativamente. Hodeskalle era el enemigo número uno de casi toda la comunidad vampírica y si lo creían un manipulador del clan White, mi familia podía perder el estatus y la seguridad que siempre habían tenido.

Antuan hizo eco de mis pensamientos al responderle a Jane. Señaló, además, que sin dudas para muchos no sería lo mismo que él fuera un White, mi marca y un "nieto" de Benjamín, a ser el usurpador del liderazgo y a estar manipulando y esclavizando a la luz de la esperanza de todos los vampiros que lo odiaban.

—Quizás por eso no vinieron los Dubois —dije.

Aleksi suspiró. Me rodeó con los brazos. Podía sentir la culpa de nuevo emanando de él, por lo que lo abracé también.

—No sé cuál sea el motivo por el cuál no están respondiendo, pero no importa lo que pase —me consoló, aunque yo debería estar consolándolo a él—. Despertaremos a tu abuela.

—Si seguimos recibiendo curiosos, puede que esto al final nos sirva. Deberíamos llamar a personas de otros clanes, a ver qué pasa —dijo Elliot y comenzó a bajar las escaleras—. Quizás el tío Sam tenga más amigos. ¿Tú a quienes conoces, Antuan?

Él siguió a mi hermano diciendo que sus amigos casi ni conocían a Mørk Hodakeslle porque eran americanos, pero que probablemente no viajaran con suma urgencia por un clan que no conocían. En América, los clanes europeos no importaban para nada.

Jane le devolvió el teléfono a Aleksi y los siguió. Entonces Antuan aprovechó para preguntarle cosillas sobre su nueva condición y en qué creía que se parecía a mí y en qué no. Luego, confesó haber estudiado periodismo y que le encantaría hacer una tesis sobre su nueva especie.

Aleksi y yo nos quedamos en la cima de la escalera, todavía abrazados. Cuando se alejaron lo suficiente como para no oírnos susurrar, me separé ligeramente de él.

—Esto no es tu culpa —puntualicé, seria—. No me pidas perdón por algo que no has hecho. Si ese estúpido te odia, es porque seguro le has quitado la posibilidad de hacer sus mierdas. Seguro era un misógino asqueroso. Quien quiera que sea —escupí.

Él no se sentía culpable por eso, por supuesto. Nada ni nadie cambiaría sus ideales y las luchas que mantuvo por milenios. Ser una paria debido a eso fue un precio justo a pagar, uno que sufrió pero que, al final, soportaba solo. Era una carga personal. Ahora era una carga que afectaba a quienes lo rodeaban.

—Cuando tengamos tiempo, te juro que iremos a hacerlo pagar —prometí, mirándolo directo a los ojos. Él sonrió y sus ojitos brillaron con una emoción contenida. Pude ver cómo se imaginaba el castigo. Me reí cuando él me visualizó a mí atacando su mente—. ¡Eres malo!

Le di un mordiscón juguetón en el mentón y ambos nos giramos hacia las escaleras al fin. Me estaba diciendo que era muy sexy cuando destrozaba mentes cuando escuchamos gritos en la planta baja, pero no tenía nada que ver con los gritos de mi tía el día anterior. Esta vez, era Jane la que gritaba horrorizada.

Vi a Oliver cruzar el vestíbulo en el piso de abajo, corriendo, junto con Bethia, hacia donde sea que estuviera su hermana. Como si tuviéramos resortes en el trasero, Aleksi y yo prácticamente saltamos por las escaleras. Nuestros sentidos se encendieron y ambos desplegamos nuestra magia. Él, por completo. Yo, lo más que pude.

Llegamos a la planta baja en poco más de un segundo y nos quedamos de piedra cuando vimos a casi todos reunidos junto a las grandes puertas de entrada al castillo. Vi a Jane con la boca tapada, impresionada. Mi tío Sam estaba agachado en el suelo y al acércanos, también me tapé la boca con las manos.

En el suelo había un vampiro. Bajo la sangre y todas las heridas grotescas y deformes, podía ver su cabello negro y largo. A su rostro le faltaba un pedazo y si estaba vivo, estaba vivo de milagro.

—Dios santo —musitó Jane, escondiendo la cara en el brazo de Elliot. Yo tuve ganas de hacer lo mismo en el de Aleksi. La imagen era impresionante.

—¿Quién...Quién pudo hacer esto? —dijo Bethia, que estaba pálida y sin respirar.

Mi tío buscó el pulso del vampiro. Estaba tan quieto que pensé que estaba muerto, pero cuando lo tocó, apenas, el vampiro jadeó. Por un hueco que parecía su boca, salió un sonido ronco, gutural. Tenía la garganta llena inundada de sangre y la escupió por todo el suelo al intentar hablar.

—AShH... —balbuceó—. Ash-u...da.

Todos nos quedamos mudos, viendo cuánto se estaba esforzando para comunicarse. Me apresuré a agacharme junto a mi tío y le hablé.

—Piensa —le dije—. No hables, conserva energías. Yo lo sabré.

El vampiro giró la cabeza hacia mí. Me cuenta de que el único ojo que le quedaba estaba totalmente rojo y que él no podía verme ya. Sin embargo, a duras penas me escuchaba y me dio un pantallazo turbio y torpe de lo que quería decirme: «Hemos sido atacados».

—¿Por quiénes? —inquirí, pero él ya no pudo elaborar una respuesta ni pensada. Entré en su mente, decidida a buscar la información, y me estremecí apenas atravesé sus muros. Había muchísimo dolor ahí, estaba sufriendo de una manera espantosa. Pero, además de eso, su cabeza era una marea incoherente de pensamientos que no llegaban a formularse. Había palabras sueltas e imágenes borrosas y parpadeantes.

Traté de calmarlo, tomando el control, pensando que quizás podría encontrar la manara de apagar su dolor y así darle mayor claridad, pero el parpadeó aumentó y empecé a sentir muchísimo frío. Su cabeza comenzó a ponerse oscura... Me retiré, justo para ver como mi tío intentaba en vano frenar las convulsiones del vampiro. No tardó más de un par de segundos en quedarse completamente inmóvil.

Se hizo un silencio penetrante. Nadie podía salir del shock, nadie entendía que acababa de pasar. Tampoco yo.

—¿Qué... Qué le pasó a esta persona? —susurró mi hermano.

Mi tío se dejó caer del todo en el suelo. Apoyó los codos en las rodillas y miró al recién llegado con una expresión desolada.

—Una persona y ya, no —susurró—. Un Dubois. 

-

¡Bombazo de final de capítulo! ¿Qué les pareció? ¡Quiero ver en comentarios sus teorías más locas! No se las guarden ;)  por más delirantes que crean que sean, yo amo ver cómo se meten en la historia de esa manera. 

¡Les dejo los memes del día de hoy y nos vemos pronto en el próximo capítulo! Los amo <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro