Libro 2: Capítulo 25. En pedazos
77: En pedazos
Kayla
Esta vez, mi tía no se rió. El pánico que había en su mirada dio paso a una oleada incredulidad e incertidumbre que se ocupó de dominar sus facciones antes de hacer cualquier gesto. Pero, como yo no me corregí, no dije más nada, solo esperé, la incertidumbre fue reemplaza por la molestia.
El enojo se hizo tan palpable a mi alrededor que de pronto sentí que estaba respirando alquitrán. Retrocedí, porque al principio no supe si estaba enojada conmigo, porque creía que estaba jugando con ella, o estaba enojada con Hunter o con el universo.
—Lo siento —me apresuré a decir—. Sé que lo detestas, sé que mataste a su hermano y por lo tanto entre ustedes dos hay una deuda impresionante. ¡Sé todo eso! Pero no puedo ocultarte esto, aunque me diera miedo decírtelo por las razones obvias... ¡mereces saberlo!
Alice continuó mirándome. Casi que la escuché rechinar los dientes cuando terminé de hablar. Retrocedí un paso más, realmente asustada de su reacción como si ella fuese a castigarme, como si alguna vez en la vida me hubiese retado. Mi tía jamás me había llamado la atención, nunca. De todos en mi familia, era quien más me había consentido. Y era, de todos ahí en ese momento, mi mayor aliada.
—¿Qué...? —siseó.
No llegó a formular la pregunta. Había demasiadas cosas que quería decir y nada salía realmente por su boca. Y yo me sentí bastante tonta por tenerle miedo, me replanteé por qué había retrocedido tanto, por qué después de tener tanto valor para decir las cosas, de la nada quería huir. Me apresuré a recomponerme, ella era la que estaba en crisis existencial ahora. ¡No yo!
Y, además, en realidad, no estaba precisamente enojada conmigo. Lo supe con certeza entonces. Por supuesto, le costaba entender cómo podía saber yo saber eso. Había una pequeña gota de escepticismo, pero mayormente, había enojo y un odio desmedido hacia Hunter y hacia los Edevane. Uno que de la nada superó cualquier rastro de dulzura ligado a él
Ese silencio instalado en su garganta siguió y entonces, sabiendo que no iba a decir nada, que no era suficiente lo que yo expliqué, abrí la boca otra vez:
—Pensé mucho si decírtelo o no, si dejar que lo descubrieras o no... Porque también espié en tu mente sin tu permiso... y estoy plenamente consciente de que está mal, de que no tengo derecho alguno y tengo que pedirte disculpas al respecto y jurarte que no volveré a hacerlo si puedo evitarlo... Pero esto sí no lo pude evitar, ¡me golpeó de una manera terrible! Así como no puedo evitar en este mismo momento saber todo lo que sientes y piensas —solté, tan rápido que logré que ella tuviera una mínima reacción hacia mí. Sus pupilas se dilataron—. Es demasiado, es muy intenso, se escapa de tu cuerpo. Y el vínculo lo noté cuando le entregaste a Bryony a Hunter el otro día... cuando se la entregaste y le juraste que lo castrarías si él no era un buen padre.
Alice abrió ligeramente la boca, solo para respirar por entre los dientes. Sus ojos se cerraron por un momento, como si así pudiese contener todos esos sentimientos caóticos a mi alrededor, pegándome latigazos, desesperados por hacérmelo saber todo.
Obviamente, no funcionó.
—Me daba tanto miedo decírtelo como admitirte que leí tus pensamientos hacia él —seguí, con un tono más bajo avergonzado. Pensé que no podía hacer otra cosa que seguir hablando y decirle todo—. Supe que él te parecía atractivo, que él te...
Mi tía levantó un mano.
—Suficiente —me espetó, cortante como nunca. Y aunque obviamente se sentía horrible que me hablara así, tenía toda la razón... ¡porque yo le estaba relatando que Hunter la calentaba y que lo sabía! Me tapé la cara con las manos, no solo la boca. La estaba humillando, Dios santo.
Le hice caso y entendí que, a pesar de que ella se merecía saber muchas cosas, tal vez era necesario aprender qué debía guardarme y qué no. O, por lo menos, escoger los momentos adecuados para revelarle que me metí en su mente para saber que a ella le excitaba Hunter tanto como lo detestaba, aún cuando ese conocimiento era lo que me había llevado a explicarle la marca.
Dejé caer las manos un momento después y entonces la vi sentándose en uno de los bancos del jardín, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no actuar como un monstruo y destruir todo. Porque, en ese instante, eso era lo que más deseaba hacer.
Con las manos hechos puños, con los nudillos blancos, se aferró al mármol del banco. El material se quebró bajo la presión de sus dedos.
—Te pido perdón —musité, girándome hacia ella—, por meterme en lo que no me importa.
Ella no me miró y exhaló bruscamente por la nariz. Parecía un toro enloquecido. La vi más salvaje y más hermosa que nunca y a pesar de que podría seguir dándome miedo que me retara cuando nunca antes lo hizo, al igual que mi tío Allen, asumí las consecuencias de mis actos y caminé lentamente para sentarme a su lado.
—Está bien si quieres gritarme —le dije, bajito.
En ese instante, giró la cabeza hacia mí. Sus pupilas seguían dilatadas, en cualquier momento mostraría los colmillos. Debajo de nosotras, el banco amenazó con convertirse en escombros.
—¿Que te grite? —masculló—. ¿Qué quieres que te grite? ¿Qué estás completamente loca o...?
Se calló, de golpe. Cerró los ojos una vez más, sorbió por la nariz y con toda la cara contraída, apartó la cabeza.
—Lo que quieras. Me comporté mal... Hice algo que estaba mal. Entiendo si tienes que enojarte conmigo —murmuré, pero Alice chistó.
—¡Por todos los cielos, Kayla! —estalló, demasiado efusiva para no estar enojada, en realidad. Me encogí, porque su grito casi me deja sorda—. ¡No tengo ni la más pálida idea del alcance de tus poderes! ¡Sé perfectamente que lees mentes y asumí que podrías leer la mía! ¡Así que deja de pedirme disculpas como si eso fuese lo más importante de tooodo lo que me estás diciendo ahora!
Fruncí el ceño y amagué para levantarme del banco. Se había rajado bien, justo debajo de mis piernas. No me apetecía estar ahí sentada cuando se partiera del todo. Al fin y al cabo, mi piel todavía era demasiado blanda y tenía puesta una falda. No quería tener el culo herido, además de mis oídos y mi corazón por los gritos de mi tía.
—No —me dijo ella, agarrándome el brazo—. ¡Te quedas aquí y me explicas exactamente qué viste o qué mierda sentiste para para llegar a esa bendita y retorcida conclusión!
Me obligó a quedarme sentada y yo corrí el trasero de la rajadura del mármol, nada más, creyendo que no podría liberarme de su agarre, que era firme y quizás más fuerte de lo que ella pretendía.
No, en realidad, ella no pretendía nada en específico. Toda su mente estaba llena de altibajos, de emociones que no podía controlar y lo que estaba a su alrededor era un mero contexto. Ni siquiera yo, que era la que le estaba tirando la bomba, realmente era algo la que pudiese conectar realmente con la realidad.
—No sé cómo explicarlo con palabras exactamente —solté, tirando suavemente de mi brazo, aunque mi tía no daba ninguna señal de querer aflojar. Hice una mueca y tiré un poquito más, pero realmente, en ese estado mental tan desquiciado en el que no estaba, ella no se dio cuenta de lo que yo pretendía. Siguió sujetándome fuerte, como si yo fuese una Edevane a la que retener, no una semi humana que en realidad no necesitaba tanto poder para controlar—. Fue como ver un campo magnético... Lo sentí tan intenso que podría haberlo palpado con los dedos. Pero no lo vi, en realidad, solo reconocí las características de esa conexión. Sentí su sabor en la boca, en el cuerpo...
Con un último tirón, esta vez ligeramente más contundente, me liberé de la fuerza descomunal de Alice. Los ojos de ellas centellaron, pero no por mi gesto, sino por lo que acababa de decirle. Estaba totalmente ajena a sus acciones y yo, que me miré el brazo automáticamente, porque un agarre así debería, mínimo, haberme dejado la piel colorada, lo encontré sano y salvo, perfecto. No me dolía nada.
—¿Cómo esperas que crea que en algo como esto? —me siseó—. Si nunca en la vida has visto algo así antes. ¿Cómo puedes jurar que es una marca?
Las palabras salían rápido y graves de su boca. Por su tono, después de cómo me sujetó, cualquiera hubiese querido alejarse de ella. Pero si no era por el banco quebrandose debajo de mi trasero, yo no la hubiese abandonado nunca. Entendía que su enojo era lógico, aunque este no fuera conmigo.
—Porque la reconozco. Conozco la mía —le expliqué, con calma. También con algo de pena—. Sé cómo es...
—¡No has visto a tanta gente marcada como para saber esto! —me espetó y yo fruncí los labios, en una clara queja.
—Tú tampoco —apunté.
Mi tía tenía doscientos años, pasó mucho más tiempo de su propia vida sin mi y lejos de esa mansión que conmigo. Yo, ciertamente, no debería saber nada, pero en el instante en que me reclamó mí, en teoría, falta de conocimiento sobre las marcas, ella se traicionó a sí misma pensando lo poco que también sabía. También pensó en todos los hombres a los que buscó después de sentirse atraída solo un rato, pensando que quizás pasaría y tendría al fin su marca si se acostaba con ellos. Pensó también en que lo que le producía Hunter no era nada parecido, mientras pensaba que él era un idiota, que era el enemigo, que podría o debería matarlo en cualquier momento.
Esas reflexiones, esas cadenas de pensamientos que saltaban de una cosa a la otra, permitieron que su mente se ordenara un poco, que se estabilizara al menos por unos segundos. Dejó de clavarle las uñas al banco de mármol.
—Si piensas en matarlo... ¿qué te produce? —inquirí. Puesto que ya habíamos dejado en claro que yo sí la leía y que ella lo sabía, intenté pincharla por ese lado.
—¿Qué? —gaznó mi tía. Se puso de pie, tan rápido que un humano no la habría visto. Comenzó a pasearse como un felino enjaulado delante de mí, como una leona que necesita atacar y no tiene a ninguna presa en frente—. ¿Qué clase de pregunta radícula es esa? ¡Le arrancaría la garganta si pudiera hacerlo!
Mentía, supe. Descaradamente, además. Ella no sabía y se dio cuenta de que yo también cuando cruzamos nuestras miradas. Sus pupilas regresaron lentamente a su tamaño natural y una sombra de preocupación cubrió sus ojos. Alice lo tuvo clarísimo en ese momento: ella no podría matar a Hunter, porque pensar en hacerlo le dio una punzada en el pecho. No era una sensación agónica, aún, pero ahí estaba.
Dejó de caminar y los hombros se le hundieron. Se quedó callada, inerte, en medio del patio. Por eso mismo yo no habría podido alejarme de ella, aunque me hubiese gritado, aunque me hubiese lastimado sin querer queriendo. Mi tía estaba sufriendo y ahora lo estaba comprendiendo.
Una especie de gemido se escapó de entre sus labios. Estar marcada con Hunter significaba muchísimas cosas horribles para ella. Primero, estaba traicionando sus propias convicciones. Se estaba traicionando a sí misma cuando juró hacia tiempo matar a cualquier Edevane que se le cruzara en el camino. También, sentía que estaba traicionando a toda su familia y a todas sus antepasadas. Pensó en su abuela, a la que ninguna de las dos conocimos, que murió huyendo de Everald Edevane, su propio hermano, después de dar a luz a mi abuelo. Había otras, sin nombre, quizás. Y estábamos nosotras, a quienes nos habían reclamado y perseguido.
En segundo lugar, y ligado a lo anterior, estaba lo de Howard Edevane. Él la había perseguido, engañado e intentado acostarse con ella con el único objetivo de tener un heredero para el clan Edevane. Howard era el hermano de Hunter y Alice lo asesinó. Ahí existía una deuda por la ley de sangre que se pagaba vida con vida, una que el mismo Hunter había rechazado solo por proteger a Bryony, pero que no borraba el pasado ni quitaba los resentimientos que él pudiese guardarle.
Era mucho, era demasiado.
Se le vencieron las rodillas. Cayó al suelo con un golpe seco y pegué un grito, antes de correr hasta ella. Nunca, jamás, había visto a una vampira desplomarse así. Mucho menos a mi tía, que era la más fuerte, la más salvaje y poderosa que había conocido jamás.
Cuando la alcancé y le agarré la cara, su mirada estaba totalmente perdida, las lágrimas estaban a punto de caer. Su corazón, estaba a nada de hacerse pedacitos, porque pensaba que eso que le estaba pasando era como morir, porque su marca, a quien ella estaba destinada a amar, nunca la perdonaría. Y tampoco sabía si ella podía perdonarlo.
Tuve ganas de llorar también, no solo porque su nivel de angustia era avasallador, al igual que hacia momentos con la furia y la frustración, sino porque me dolía verla así y saber que todo lo que ella había esperado para marcarse estaba por terminar en una relación conflictuada y dolorosa.
La abracé, la rodeé tan fuerte como pude, cayendo de rodillas delante de ella. No le dije nada, porque no sabía qué palabras mías pudiesen reconfortarla. Probablemente, en ese momento, no habría nada.
Mi tía se descargó, entonces, abrazándome de vuelta. Por al menos un minuto, o dos, lloró tanto como lo necesitaba, sin atreverse a pensar cómo iba a resolver nada de eso, ni cómo lo enfrentaría. Solo deseó esconderse, alejarse, abandonar todo, porque era muy grande para hacerlo todo sola.
—No estás sola —le dije, pero las dos sabíamos que no se refería a eso. Por más que yo le diera mi apoyo y la escuchara, su relación con Hunter era una cosa de a dos. En ese momento, ella se veía en contra de él y deseó, con todas sus fuerzas, haber tenido algo como lo que Aleksi y yo teníamos, donde éramos un equipo, no enemigos.
Para mí, lo peor de todo no sería eso. Tenía la certeza de que Hunter no se sentía inmune a ella. Estaba afectado por su presencia cada vez que la veía y no estaba relacionado al asunto de su hermano. Creí que él, de los dos, sería él más propenso a aceptar la marca sin problemas, puesto que ya había aceptado vivir y estar del lado de nuestro clan. Pero si él la marcaba a ella antes de que disertara oficialmente...
Abrí la boca para decírselo, porque por más que ella estuviese muy afectada, esto era vital y no lo estaba contemplando. Necesitaba tener en cuenta todo el panorama antes de volver a ese comedor para exponer el plan, antes de decirle a Hunter que necesitaban fingir ser marcas.
Pero mi tía me soltó antes y se limpió las lágrimas. Se acomodó el pelo y se tocó las mejillas, como si le preocupara que la vieran así. Inspiró profundamente y, con eso, se tragó todo. Construyó, rápido, un muro que contuviera toda la pena.
—No se lo vayas a decir —me dijo, con voz queda—. ¿Aleksi lo sabe, no? —Asentí, despacio—. No se lo digan a nadie. Él no tiene que saberlo.
A diferencia de ella, Hunter no era mi familia. No estaba obligada a contarle algo como eso y ciertamente no lo haría si no era el deseo de Alice. Desde que el dije toda la verdad, esa verdad le pertenecía. Su marca era su problema y ella era la única que podía decidir por ella.
—No pienso abrir la boca. Ninguno de los dos.
—Pero aún así, tu novio va y se le ocurre este disparate —musitó. Aunque quiso sonar enojada, no pudo. Se había quedado sin fuerzas para gritar—. Tenemos que volver al comedor... Ya deben estar... esperándonos.
Se puso de pie y como si no hubiese estado hecha una furia y luego una piltrafa, se giró hacia las galerías e intentó avanzar lo más derecha y digna posible. Pero le temblaban las piernas, se le arrastraban las sandalias por el suelo.
Me apresuré a agarrarla de la mano, dulcemente.
—Esto es importante. No puedes marcarte con él aún —Alice giró la cabeza solo para dirigirme una expresión entre furibunda y espantada. Hablar de tener sexo con Hunter todavía era demasiado para ella. Le agarré los dedos con ambas manos y se la apreté—. ¡No te olvides! ¡Si él te marca a ti, serás una Edevane! No solo Bryony será de ellos, ¡tú también!
Mi tía ya venía pálida hacia rato, pero con mis palabras y cuando notó eso tan obvio que había pasado por delante, se volvió blanca como el mármol del patio. Una tiza.
—E-eso no va... Eso no... —tartamudeó—. Nunca... Jamás... —Cerró los ojos, tomó aire y exhaló, lentamente, para controlar la nueva oleada de angustia, esta vez desesperante, que la embargó. Entonces, siendo la persona que era, la vampira más fuerte de nuestro clan, cubrió su rostro con una máscara de determinación—. Eso jamás. Prefiero morirme. Matarlos a todos o morirme.
Se dio la vuelta y atravesó las galerías a un paso robusto, asesino. La seguí apenas pude, mientras rezaba para que no arremetiera ni directa ni indirectamente contra Hunter, si es que en verdad quería que él no se diera cuenta de nada y colaborara con eso de fingir.
Terminé corriendo detrás de ella. Me preparé mentalmente para lo que se venía, más cuando mi tía abrió la puerta del comedor casi de una patada. Sobre todo, porque creí que todos estarían calladitos esperándonos y ya.
Pero no, cuando entramos, había una discusión en el otro extremo de la mesa, de nuestro bando. Aunque, cuando miré bien, me di cuenta de que no era exactamente el nuestro: Oliver y Jane estaban peleando nada más y nada menos que con Bethia.
Mi tía y yo nos quedamos mudas, al igual que el resto de la familia, que observaba la discusión. Ni siquiera Aleksi, que miraba la escena tratando de disimular que le divertía, había intervenido.
—¡Es muy peligroso! Ya casi te matan la última vez. Te han arrastrado, golpeado, quebrado y hasta puesto bajo el sol —gritaba Bethia, de pie. Goran, a su lado, lo único que hacía era fruncir la cara. Desde donde estaba no sabía si él sentía la misma extraña e ilógica preocupación que Bethia demostraba por Oliver, o si en realidad no estaba de acuerdo con su reclamo—. ¿Qué es lo que podrás hacer tú delante de todos esos Edevane?
—¡Esto no es asunto suyo, señora! —le chilló Jane, que también estaba de pie. Ella se veía diminuta delante de Oliver, pero le importaba un comino que fuese la única humana en esa habitación. Le importa un comino que Bethia fuese peligrosa para ella. Tampoco le importó como Bethia le dirigió una mirada venenosa, como si fuese un estorbo... o un mosquito zumbando en la habitación.
Rechiné los dientes, pero me mantuve en silencio en la entrada. Si nadie se movía, si nadie intervenía, menos Aleksi que vigilaba la escena, era porque Jane estaba a salvo aún.
—¡Claro que es mi asunto! ¡He protegido a Oliver, lo he cuidado!
—¡Pues me importa un carajo! —estalló Jane—. ¡Me da igual que clase de complejo extraño tenga con mi hermano, pero usted no puede prohibirle nada!
—¡No tienes idea de lo que estás diciendo, niña! Tu solo eres una humana que no comprende la gravedad del asunto —le espetó Bethia, dando un paso hacia delante. Jane no se inmutó, pero detrás de ella, Oliver se tensó y mi tío Allen se puso de pie. Vi los dedos de Aleksi, que había reposado sobre la mesa con calma hasta ese momento, cerrarse con lentitud.
Ahí estaba el límite. Si Bethia se movía solo un centímetro más, mi pareja la estamparía contra una pared.
—¡No le hables así a mi hermana! —soltó Oliver, agarrando a Jane y apartándola de su alcance—. Esto realmente no es asunto tuyo, Beth. ¡Nada de lo que tiene que ver con mi familia es tu asunto!
Bethia dirigió sus ojos claros hacia él y, al captar de pronto la tensión en la mesa, en la que todos creían que podría lastimar a Jane, retrocedió.
—Oliver, te digo todo esto porque los Edevane van a matarte si vas —moduló, en voz más baja. Tenía los dientes apretados y, cuando me moví para rodear la mesa y volver a mi lugar junto a Aleksi, sí pude leer algo de sus pensamientos y supe que no le gustaba ser el centro de atención de forma negativa—. Sobreviviste antes. Por suerte, debido a nosotros, debido a que Hunter te sacó de ahí por honor a su hermano... Pero no sobrevivirás ahora si vas. Ellos tienen una deuda pendiente contigo.
Eso parecía ser cierto, según los pensamientos de Aleksi, que estaban mucho más claros para mi que los de cualquier persona a mi alrededor. Como Oliver había perdido su conexión directa con el clan al morir Howard, al haber acudido a nosotros, se había convertido en un traidor. Y, a diferencia de Hunter, a quien no sabían traidor, matarlo era necesario.
Pero, aún así, Bethia no tenía nada que ver con ellos. Nada, y seguía comportándose como si fuese la madre de Oliver, como mínimo, lo cual daba muchísimo cringe.
—Es mi decisión —dijo Oliver, en voz baja, aunque todos lo escuchamos—. Es mi vida, es mi familia. Tengo que salvar a mis verdaderos padres.
La intención en sus palabras estuvo clara. Todos habíamos dejado de respirar y percibí un profundo dolor que emanaba de Bethia. Oliver sabía que lo dicho era un golpe bajo y logró el efecto deseado: ella sorbió por la nariz, agarró a Goran de la mano y abandonó el comedor tan rápido como pudo.
La puerta se cerró con un estruendo y durante un momento, todos seguimos callados. Hasta que Jane se dejó caer en su silla, con una expresión rara, mezcla de cansancio con alivio. Deshacerse de Bethia claramente le daba alivio.
Mi tío Allen y Oliver se sentaron también y recién ahí me di cuenta de que, cuando me moví para captar mejor los pensamientos de Bethia, había dejado a mi tía en el otro extremo del comedor. Ella ahora miraba la única silla libre aparte de la mía, la que estaba al lado de Hunter.
—Entonces... —dije, poniéndome a dar vueltas alrededor de la mesa como si no tuviera un motivo alguno—. ¿Decidieron quienes vienen ya?
—Estábamos en eso —dijo Aleksi y giró la cabeza hacia Alice—. ¿Ustedes ya hablaron?
La mirada de mi pareja, que todavía parecía bastante entretenida con la discusión y la manera en la que echaron a su ex, hizo que mi tía recuperara la actitud que había dejado en suspenso cuando notó que debería volver a sentarse.
—Sí, un juego muy gracioso, eh —le dijo ella a Alek.
Él le sonrió amablemente y la llamó con los dedos, antes de que estos golpearan mi silla, invitándola a sentarse con él. Yo terminé de rodear la mesa hasta apoyarme en el respaldo de Elliot, pegadita a Hunter, lista para evaluar cualquier reacción de su parte. Cuando mi tía se sentó en mi lugar, noté cómo él se preguntaba el porqué de nuestras actitudes y de ese cambio.
También se preguntó por qué yo no ocupaba el lugar que dejó mi tía. Yo solo estaba intentando no ser tan obvia, pero al final Hunter era bastante observador. Sabía que tenía que ver con él.
—¿De qué hablaron? —inquirió mi tío Sama.
—Es solo una parte del plan, pero primero teníamos que saber si Alice estaba de acuerdo —contesté. La mirada de todos mis tíos, mis abuelos y mis padres, se concentraron en mí, curiosas.
—¿Entonces? —le dijo Aleksi a Alice. Mi tía suspiró ruidosamente y miró la pared detrás de mí.
—Me parece un plan rebuscado, pero entiendo que nos puede servir para ganar tiempo. Por supuesto, no van a creérselo. Y estoy segura de que todos aquí lo considerarán sumamente... —Inevitablemente, sus ojos se encontraron con los de Hunter—... estúpido.
Hunter se preguntó que qué había hecho ahora. Mi tía parecía que iba a escupirle a través de la mesa. Era totalmente una actitud de resguardo, de protección. No pensaba demostrar que estaba afectada por la noticia, ni que él le parecía remotamente atractivo, ni que de verdad, de verdad tenía ganas de pasar los dedos por ese cabello dorado y largo, ni por sus anchos hombros ni saber cómo había concebido a Bryo...
Casi que suelto una exclamación para pedirle que pare, porque la forma tan grafica en la que estaba pensando se me metía a la fuerza y no podía ignorarla. Pero, por suerte, paró ella misma y miró a Hunter con más y más "odio".
—Escuchamos —dijo mi abuelo y casi que me había olvidado que ellos no tenían ni idea de nuestro plan.
—Mi idea es sencilla —dijo Aleksi, paseando la mirada por toda la mesa—. Debido a que los hijos pertenecen al clan, debemos crear la duda de a qué clan pertenece —explicó. Mientras todos lo miraban confundidos, yo me quedé con esa frase que ya había oído varias veces en el último tiempo: «Los hijos pertenecen al clan».
—Es una Edevane, hija de una madre humana —contestó mi tío Allen—. No entiendo.
—Pero ¿qué pasaría si Hunter se hubiese, justo, marcado uno o dos días antes de concebir a Bryony? —preguntó Aleksi—. Lo único que necesitamos es sacar a colación la posibilidad de que Bryony haya nacido cuando su padre ya fuese de otra cosa que un Edevane.
Estiré mis poderes sutilmente hacia Hunter cuando lo noté terriblemente rígido. Él pasaba sus ojos y sus pensamientos de Aleksi a Alice, pero no se atrevió a decir nada.
—¿Cómo...? —dijo mi abuela. Por supuesto, como conocedora de su propia marca, tenía varios puntos para cuestionar, tantos como nosotros para defenderlo.
—Alice y Hunter se conocieron sin saber quiénes eran. Ella lo marcó a él, pero luego, como todos sabemos, se marchó del país, sin tener ni idea de lo que había sucedido —empezó a relatar Hunter. Percibí la confusión de mi hermano antes de leerlo. Iba a preguntar una estupidez, así que le agarré el hombro para frenarlo—. Ninguno de los dos estaba afectado de forma inmediata por la marca, así que Hunter concibió a Bryony con la humana y también se marchó del país. Han pasado los últimos tres años pensando el uno en el otro, hasta que han descubierto ahora quiénes eran... y que efectivamente están marcados, que Hunter es un White y, en consecuencia, Bryony también.
De vuelta toda la mesa se quedó callada. Flotaba en el aire una mezcla de diversión con un poquito de histeria y otro de incredulidad. Hunter no movió ni un músculo, convertido en una estatua, y mi tía puso su mejor cara de póker.
Entonces, aunque lo quise frenar, mi hermano abrió la boca.
—¿Eso es un supuesto o es algo que pasó de verdad?
—¡Elliot! —le dije, dándole una palmada en el hombro, pero mi hermano se excuso diciendo que Aleksi había sonado genuinamente convencido.
—Es que es el punto —dijo Alek, poniendo un dedo sobre la mesa, con tanta determinación que nadie más se atrevió a cuestionar nada—. Confundirlos, crear la ventana de la posibilidad. Mientras Hunter y Alice ponen en duda la patria potestad de Bryony y la reclaman como nuestra, yo me acercaré a los padres de Jane. Ellos van a estar vigilándonos, así que la confusión tiene que ser atroz. Tenemos que crear caos. Kayla debe estar en medio de nuestro grupo, para que, cuando se acerquen, pueda controlar sus mentes. Hemos de suponer que vamos a quedar rodeados por cientos de ellos y al contrario de lo que esperan, no vamos a evitarlo —puntualizó con energía—. Somos menos, necesitamos estar juntos. Necesitamos parecer vulnerables y atrapados. No conocen los poderes de Kayla ni sus alcances. No saben lo que ella es capaz de hacer ni que puede leer sus pensamientos, así que sí, deben acercarse a nosotros. De ese modo, yo atacaré por afuera, recuperando a los Evermore, mientras todos asesinan a todos los que Kayla congele.
La vehemencia con la terminó casi que no dejas dudas en nadie. Miré a todos los presentes, buscando en sus rostros las preguntas aún no formuladas. Encontré a mis tíos mirando a mi abuelo, esperando su aceptación. Eran los fieles cachorritos escuchando al lobo y de nuevo me sonó esa frase repetida: «Los hijos le pertenecen al clan».
—Bien —dijo mi abuelo, asintiendo lentamente—. Esta es la exterminación, ¿no es así?
Aleksi asintió con la cabeza, al mismo tiempo que Vivi, a unas sillas de mí.
—Ellos no planean solo llevarse a Bryony —explicó—. Aún quieren llevarse a Kayla y a Alice. Y matarnos a todos. Hasta aquí hemos llegado, en eso estamos todos de acuerdo. Los Edevane nos han tocado las pelotas a todos en esta mesa por demasiado tiempo. Ya no vamos a permitir que amenace a nuestras familias.
Aleksi no hablaba solo por mí. Hablaba por su madre, que había sido secuestrada por mi bisabuelo hacia tiempo solo porque Hodeskalle amenazaba con destruir a los clanes que violentaban a sus mujeres. Hablaba por Alice, que estaba en un serio peligro si Hunter llegaba a marcarla a ella. Hablaba por Bryony, por Jane, por Oliver.
De nuevo el silencio, la espera a que mi abuelo aceptara el plan como el líder que era. Él solo miró a su esposa, que estaba embarazada, que podría tener a otra niña White en su vientre con el mismo peligro en su destino, antes de ponerse de pie y colocar ambas manos en la mesa.
—Esta noche los Edevane tendrán solo dos opciones —sentenció. En verdad, ya no se trataba de los Evermore y Bryony y ya. No, esta era una guerra por todo—. Saldrán de ese campo en dos condiciones: o como nuestros servidores... o en pedazos.
¡Capítulo tremendo y en agradecimiento por los 1.6k comentarios que dejaron el capítulo anterior! Gracias por tanto cariño y amor.
Espero que les haya gustado, ya saben que AMOOOO leer sus teorías y conjeturas, así que dejenlas por mil, dejen debates que amo contestarles todoooo.
Los memes de hoy, je:
¡Los amo y los veo en el próximo capítulo! <3
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