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Libro 2: Capítulo 23. Destructor de clanes

75: Destructor de clanes

Kayla

—Estoy en comunicación con mi clan. Si algo me pasa, si la comunicación se corta, cualquier cosa, los humanos morirán en este mismo instante —nos dijo Arnold Edevane—. No te conviene hacer un espectáculo a esta hora, ¿no?

Señaló con el mentón a la calle, más allá, toda la zona entraba en movimiento. Aleksi a mi lado no se movió. Yo, tensa como nunca, traté de estirarme hacia sus pensamientos, para controlarlo, pero el líder del clan estaba a muchos metros de nosotros. Incluso cuando se bajó de un salto del techo del camión, seguía estando fuera de mi alcance.

—Me dijeron que querías negociar. Y estoy de acuerdo con eso. Ya tuvimos bastantes encontronazos y lo mejor es que nuestros clanes se mantengan apartados el uno del otro —siguió, apoyándose en el acoplado del camión. La soltura y la tranquilidad con la que hablaba me alarmada. Él no parecía asustado de ninguno de nosotros dos.

—¿Encontronazos? —repetí, con un hilo de voz. Los ojos claros de Arnold se clavaron en mi—. Trataste de secuestrarme, para violarme.

—Oh, no. Yo ni siquiera estaba ahí —me respondió él con calma—. Y en realidad, es algo que lamento profundamente. Mi padre está algo obsesionado con la pureza de la sangre. Considera que toda su estirpe es más débil que antaño debido a que fuimos paridos por humanas y no vampiras de sangre. Personalmente, no estoy de acuerdo con su accionar. Y creo que mis hermanos y primos caídos a mano de los White... son un justo pago por el abuso de poder, por la violencia, de los Edevane.

—Tu padre no es el único en tu clan obsesionado con ese tema de la pureza de la sangre —terció Aleksi—. ¿Pero de verdad esperas que crea que no tienes intenciones de volver a atacarnos?

Arnold estuvo a punto de responder, pero yo lo interrumpí.

—Sabe que ya no puede. Solo por eso —le dije a Aleksi. El líder de clan ladeó la cabeza. Pareció no inmutarse por mis palabras.

—Si ustedes me creen o no, no es mi problema. Tengo claras intenciones de recuperar lo que nos pertenece y entregarles lo que a ustedes les pertenece, aparentemente —musitó.

Un auto pasó por detrás nuestro y escuchamos voces de la otra cuadra. Pronto, encontrarían el cadáver del Edevane en el suelo, en medio de la calle, más allá del camión. No teníamos tiempo para tanto debate, así que me guardé las ganas de decirle que Bryony no era un objeto que tuviese dueño. Ni siquiera su padre era su dueño, las personas no teníamos dueño.

—Entonces tu primito te dijo que querías negociar —dijo Aleksi, notando lo mismo que yo—. Bien. En primer lugar, quiero pruebas de vida y retrasar la entrega.

Arnold nos sonrió, como si supiera exactamente cuál era el juego.

—Me temo que eso no va a poder ser posible. La entrega tiene que ser en la hora que nosotros indicamos.

—Bryony es más valiosa para ti que para nosotros los humanos —terció Aleksi—. Te aconsejo que no juegues a probarnos por cuánto tiempo tendremos ganas de acatar tus normas.

—Sucede que tu clan tiene pocos vampiros de sangre, tienen muchos convertidos que no pueden estar bajo la luz del sol —contestó él—. Además de que tu no puedes pasar tan desapercibido.

Tenía más razón él que nosotros. La mentira de Alek podría haber calado o no, pero los Edevane tenían mucho conocimiento sobre nosotros.

—Día o de noche, sabes que da igual cuando se trata de mi —contestó Mørk Hodeskalle y recién ahí pareció que Arnold no estaba tan seguro de sí mismo. Dudó, pero nosotros no teníamos ni tiempo siquiera para eso—. Corre el intercambio a la noche. O no iremos.

—Mataré a esos humanos —contestó él, para luego mirarme—. ¿Podrás vivir con la culpa de haber dejado morir a los padres de tu mejor amiga?

La verdad era que no, así como tampoco con entregar a Bryony. Pero me obligué a mostrarme tan dura y confiada de mi misma como lo hacía mi pareja, esa temida leyenda vampírica.

—A veces hay que vivir con las consecuencias —respondí, con simpleza.

—Seguiremos atacando hasta recuperar a la niña. Lo saben.

—También sabes que no podrás ganar. No con nosotros dos en el clan White —replicó Alek y Arnold torció el gesto. Se le frunció la frente y cuando otro vehículo pasó a nuestras espaldas por la calle, chistó.

—De acuerdo. Lo correremos hacia la madrugada. Justo antes de salir el sol. Tiempo limitado, Hodeskalle —añadió, haciéndose un gesto con el dedo índice sobre la muñeca—. ¿Comprendes?

—No soy tan hueco como tu querido primo que tienes al teléfono. Así que dime qué quieres a cambio de correr la hora.

Arnold se sonrió. No supe si por la pregunta o por la referencia al Edevane C que estaba en la línea, que tenía el teléfono de los Evermore y probablemente a ellos mismos, esperando cualquier paso en falso para matarlos.

—Ustedes dos no pueden ir —dijo.

—Eso está fuera de discusión —solté yo.

Aleksi rió por lo bajo.

—Mira, Arnold, no nos vayamos por las ramas.

—Ustedes lo están haciendo. No vayan y haremos el intercambio en paz. Pueden quedarse con Hunter y matarlo, si es que no lo han hecho ya. Pero la niña nos pertenece y tengo que asegurarme de que no me van a jugar truquitos. Ya sé que tan habilidosa puede ser la señorita White, así que tampoco quiero arriesgarme.

Sentí ganas de escupirle en la cara, pero no podía acercarme a él ni siquiera para eso. Los dos estábamos congelados en nuestro lugar.

—No faltaremos a esa entrega —insistió Aleksi.

—Me están pidiendo demasiado.

—¿Cómo crees que vamos a dejar a nuestro clan desprotegido? Puedes estar poniéndonos una trampa. Esto tiene que ser justo para todos —mascullé, agarrándome de la camisa de Aleksi, tirando de ella como si así pudiese contenerme a mi misma. Necesitaba seguir mostrándome calma, pero me costaba un montón.

Arnold exhaló con lentitud. Un grito se oyó calle abajo, más allá del vampiro muerto en medio del asfalto. Alguien lo había visto y corría hacia él. Necesitábamos irnos ya.

—Vayan, pero tienen prohibido intervenir. Se hará el intercambio y ustedes no pueden hacer nada. Ninguno de los dos. Es un pacto —dijo, tan apurado como nosotros. Necesitaba borrarse de la escena, donde también quedaban sus primos muertos en el auto, igual de rápido—. Y a cambio, yo postergo la entrega y me aseguro personalmente de la vida y salud de los humanos. Luego de la entrega, nuestros problemas estarán resueltos.

Casi que me quedé con la boca abierta. Desde luego, desde su punto de vista, eso tenía sentido. Pero ninguno de nosotros podía aceptar eso. Yo no podía aceptar eso. Había jurado ante Hunter, había hecho un pacto con él, de proteger a Bryony, justamente de ese hombre y todo su clan.

No podía aceptarlo, porque ya tenía un pacto previo. Aleksi, a mi lado, tampoco contestó porque estaba pensando lo mismo que yo, que era algo a lo que no podíamos ceder, porque él al ser mi pareja, mi marca, estaba orientado a respetar mis pactos.

Entonces, como si la noción viniera de algún lado que no fuese mi propia cabeza, me di cuenta de que, justamente, como no podía aceptarlo, el pacto con Arnold no se haría efectivo. Uno iba en contra del otro, sí, pero él no tenía por qué saberlo.

—Está bien —dije—. No intervendremos a la hora de entregar a Bryony al clan Edevane, sin importar lo que pretendan hacer con ella.

Arnold ladeó la cabeza, algo desconfiado, cuando Aleksi permaneció callado.

—¿Hodeskalle?

—Adhiero a todo lo que dice y hace mi pareja —dijo él, cuidadosamente, cazando al vuelo mis intenciones.

Hubo un momento de silencio entre nosotros. La persona que había gritado ya había llegado hasta el cuerpo del vampiro muerto en el asfalto.

—Es un trato —dijo Arnold, extendiendo la mano de forma simbólica, porque por supuesto no pensaba acercarse a nosotros—. Les enviaremos la ubicación exacta y el horario, en la madrugada —Pegó un salto, cuando asentimos con cautela, y aterrizó en el alfeizar de la ventana de uno de los edificios. Por los pensamientos de Alek, supe que ahí él había encontrado al otro Edevane que me había disparado—. Por cierto, realmente tienes sangre Edevane, Kayla White. Eres una digna heredera de Druso Edevane. Solo él podía ser tan sanguinario como para alimentarse de los de su propia especie. Que pena que no seas nuestra.

Con otro salto, subió hasta el techo y lo perdimos de vista.

Sus palabras me cayeron pesadas en el estómago y de pronto toda la sangre que había bebido me resultó pesada. Escuché cómo la mujer que había encontrado el cadáver pedía a gritos ayuda y como iban llegando otras personas, probablemente para abrir sus negocios y me sentí sumamente incómoda.

No era que tenía culpa. No, porque matar a un Edevane no era algo nuevo para mí. Matar, en general tampoco. No era eso lo que de repente me estaba molestando. Tenía que ver con la horrible comparación a la que había sido sometida y que de pronto me daba una pauta de que lo que yo había hecho no era común ni estaba bien visto.

No tenía ni idea de quién era Druso Edevane, ni qué tan cercanos éramos en parentesco, pero solo podía imaginar que era un cruel y despiadado ser, lo suficiente como para cazar a su propia especie para alimentarse de ella.

Los vampiros estaban acostumbrados a intercambiar sangre. Desde lo más tierno, como en la infancia, hasta lo más íntimo y provocativo como en las relaciones. También se podía entregar sangre para salvar la vida. Pero para quitarla... parecía ser algo sádico que solo hacían vampiros como ese.

—Vamos —dijo Aleksi, agarrándome la mano y tirando de mi para cruzar la calle, justo cuando yo tragaba saliva para quitarme el sabor metálico de la sangre vampira que ahora me parecía amargo.

Empezamos a correr cuando estuvimos en la siguiente cuadra y luego saltamos a los techos para regresar al barrio de Jane, donde dejamos nuestro auto.

No dije nada ni siquiera cuando nos metimos en el auto y Alek condujo de vuelta a la mansión White, super pendiente de nuestro alrededor. Apenas bajamos en nuestro estacionamiento, les indicó a los guardias que estaban que reforzaran la seguridad y que patrullaran la zona, pues teníamos espías de alto nivel, como el mismísimo líder del clan Edevane.

Tampoco dije nada cuando él marchó por delante de mí y alertó a todos por mensaje de texto para que durmiera tranquilos, que la entrega sería bien tarde. Estaba tan enfrascada en mis pensamientos, en si lo que acababa de hacer para salvarme a mi misma era ético, que no me di cuenta de que Aleksi se había frenado y se había girado hacia mí. Me estampé con su pecho.

—Esa fue una excelente estrategia, conejita —me dijo. Yo levanté la cabeza—. Bien pensado.

Parpadeé y traté de disimular lo mucho que las palabras de Arnold me habían dejado pensando.

—Se anulan, ¿verdad?

Aleksi me sonrió. Me tomó la cara con las manos y se inclinó para darme un suave beso en los labios.

—Exacto. Ahora, tenemos la delantera —dijo, sin alejarse de mí, besando también mis comisuras. Su dulzura ablandó un poco la incomodidad que sentía desde hacia rato y también me quitó unas cuantas preocupaciones.

—Aún falta la prueba de vida.

—Sí. Por descontado, si no estamos seguros de que los padres de Jane están vivos antes de la entrega, no lo haremos.

Me tomó de la mano y se puso a mi par, para entrar al vestíbulo juntos. En ese momento, me asaltaron miles de dudas.

—¿Y exactamente cuál es el plan? —inquirí—. ¿Hacer uso de ese vacío legal para partirles la cara?

Aleksi asintió, con una risita.

—Eso es justo lo que vamos a hacer, pero más ordenadamente, claro. Hasta último momento, debemos hacerles creer que nosotros dos no podemos hacer nada. De momento, no saben que tenemos a la niña por empatía, sino que creen que la tenemos por venganza. Aunque es probable que Arnold sí sospeche nuestras verdaderas intenciones para retenerla, tampoco sabe que Hunter mismo llegó hasta nosotros para suplicarnos ayuda. En sus ojos, Hunter es un prisionero más y, si le pasa algo, tampoco le interesa.

—Porque los hijos le pertenecen al clan, no a sus padres —contesté yo.

—Sí —Nos detuvimos a la entrada del pasillo y Alek agarró mi otra mano—. En este momento, la patria potestad no está en duda para ellos. Tampoco para nosotros. A menos que...

Fruncí el ceño al ver que no completaba la frase y como no me lo dijo directamente, le apreté las manos para presionarlo. Alek chistó y rehusó mi mirada y no me quedó otra que ver directamente en sus pensamientos. En cuanto lo hice, cuando supe qué era lo que estaba maquinando, hice una mueca.

—Ay... ¿es absolutamente necesario? —pregunté y Aleksi negó. Sin embargo, los dos sabíamos ahora que sería una excelente distracción.

Sí le planteábamos a los Edevane en el transcurso de la entrega que mi tía marcó a Hunter antes de que Bryony naciera y que, en estos años, ninguno de los dos volvió a verse y no tenían ni idea de que estaban marcados, podría ser un tema de debate importante que podría distraerlos para que Alek se acercara lo suficiente a los padres de Jane.

Solo había dos detalles: ellos no estaban marcados y, además, mi tía no sabía que él sí era su marca.

—Vamos... a pensar cuidadosamente sobre esto —musité—. Tampoco quiero decirle que tiene que fingir ser su marca cuando sí es su marca. Ya de por sí le estoy ocultando algo muy importante para ella. Y ya viste lo posesiva que se ha puesto con Bryony cuando ni siquiera es su hija.

Aleksi asintió y en ese momento, llegó un mensaje de mi abuelo que nos proponía tener la reunión en unos diez minutos, ya que todos estaban levantados esperando el horario de la entrega anterior. Decía que nos vería en el comedor, porque todos estaríamos presentes.

—¿Todos? —murmuré, mirando la pantalla—. Nunca estamos todos.

—Creo que la situación lo amerita.

Comenzamos a movernos hacia el lado contrario de la casa, entonces, para esperar al resto de la familia. Mientras lo hacíamos, me olvidé de las palabras molestas de Arnold Edevane. En cambio, recordé que hacia unas dos horas había estado discutiendo con toda mi familia y que la situación de por sí me tenía incomoda, igual que antes de la primera reunión.

Sabía que Aleksi me diría que yo no necesitaba huir de ellos y que a la vez me acompañaría al fin del mundo si deseaba marcharme. También sabía que no estaba en condiciones de abandonar en clan con mi tía marcada con Hunter y todo este problema con los Edevane. Si Aleksi y yo nos íbamos de forma definitiva, los White estarían en peligro no solo por las decisiones que yo tomé sin consultar, sino porque la marca podría volver a Alice de otro clan.

Pero lo cierto, me di cuenta mientras entrabamos al comedor, que todo lo que dije en el despacho, con mi abuela llorando, con Sam y el abuelo tratado de mediar, con mi tío Allen enojado y mi padre en absoluto silencio, no se podía cambiar. Aunque no me fuera, aunque aún seguía ahí, las cosas entre nosotros ya no serían iguales nunca. Eran mi familia, pero algo definitivamente ya se había roto.

Nos sentamos a esperar y seguí sumergida en mis pensamientos, tratando de lidiar con mis nervios a la hora de verlos a todos y decidiendo qué tanto debería intervenir y qué tanto no. Aleksi tenía un plan y en realidad no me necesitaba para decirlo, pero tampoco sentía que estaba siendo muy yo al quedarme callada de nuevo, como si les tuviera miedo.

Yo no les temía a ellos, temía al enfrentamiento. Temía que sentir que mis poderes podían darme el control de todo y de todos.

—Quizás no debiste golpear a Allen —le dije a Aleksi, de pronto.

Él, que estaba reclinado en su silla junto a mí, con una mano en mi pierna, casual, se giró a verme.

—¿Crees que me pasé?

—Definitivamente, con él fuiste Mørk Hodeskalle —murmuré—. Sé que no es lo mismo, porque él no es tu familiar, pero hacer que pida perdón a la fuerza no iba a funcionar.

Aleksi guardó silencio por casi un minuto. Luego, suspiró.

—Aunque tu y yo somos muy parecidos, en definitiva, no somos iguales y no reaccionamos de la misma manera —contestó—. He resuelto muchas cosas en mi vida con la violencia. Realmente creí que jamás podría levantarle una mano a la descendencia de Benjamín, sabiendo quienes son —agregó, en referencia a lo que sucedió con Elliot—. Y admito que estaba muy enojado. Lo sigo estando. Pero no volveré a herir a ninguno de tus parientes nunca, no solo por Ben, sino porque tú no quieres que lo haga.

Su mano se deslizó por mi pierna hasta mi rodilla y le dio un leve apretón. Lo miré, tratando de no acceder a sus pensamientos. A esa distancia, con toda su mente abierta para mí, con todos los hilos de su mente flotando a mi alrededor suplicándome por sí mismos que los tocara, fue imposible no hacerlo.

En el fondo, Alek no estaba para nada arrepentido de lo que le había hecho a mi tío. Incluso, él sabía que al ser tan abierto conmigo yo conocería su falta de empatía por Allen y por varios de mis familiares, incluyendo mi padre. No me lo estaba ocultando porque deseaba que lo comprendiera de verdad y que tuviese clara la naturaleza con la que él se había manejado en los últimos, quizás, 2.500 años, cuando dejó de ser un destructor sádico de clanes andante.

Cuando llegó el momento de bajar el perfil, realmente lo hizo, pero eso no lo volvió alguien fácil o encantador. Siempre se impuso cuando fue necesario, siempre eliminó a quienes lo molestaban cuando tenía que hacerlo. Nada de eso podía juzgárselo y en realidad, ni lo pretendía.

Tampoco podía juzgar la manera en la que él se sentía con mi familia. Por mucho que hubiese sido cercano a mi abuelo, o a mi tía Alice cuando era niña, él no había crecido con Allen, Sam o mi padre. Los había visto de forma periódica cada ciertas décadas y eran amistades casuales. No eran su familia, eran la mía. Y debido a la marca, no importaba qué tan bien se hubiese llevado con ellos, no importaba que mi abuelo fue su amigo por miles de años. Yo estaba primero. Si yo sufría, él los odiaría.

Detrás de es enorme verdad que me estaba ofreciendo, había vergüenza. Pero no por sus acciones. Aleksi en realidad temía haberme molestado. Le preocupaba que agredir a quienes me lastimaban me hicieran sufrir aún más a mí. Lo que él no quería era fallarme y también me lo dejó entender.

Estiré la mano hasta su mandíbula y se le acaricié. Deslicé mi pulgar por su mejilla, por ese hoyuelo oculto, y me llené el alma con el brillo intenso de sus ojos azules fijos en los míos. Había un amor, una devoción, tan expreso, tan calcado y fuerte en su expresión que, aun no estuviese leyendo sus pensamientos, habría podido sentirla a través de su mirada.

—Gracias —le dije—. Por esa promesa y por dejarme ver todo lo que sientes.

—Prometo comportarme de ahora en más —me dijo—. Pero tienes que saber que el único lazo que tengo ahora con los White eres tú. Ya no es Benjamín.

No, claro que no. Yo sabía que estuvieron hablando, pero ahora que él pensaba en ese momento, pude ver en su mente pequeños instantes de esa conversación y de lo que sintió a explicarse con mi abuelo. Hicieron las paces, pero ya no eran los amigos que eran antes. De la misma manera en la que yo ya no tenía los lazos que tenía antes con ellos.

La familia comenzó a ingresar al comedor en ese momento. Mi tío Sam fue el primero en aparecer. Nos saludó y nos preguntó cómo salió todo, pero solo le respondí que era mejor esperar a los demás para no contar todo dos o más veces.

Luego, llegó el resto, de uno en uno. No me sorprendí cuando Hunter entró sin Bryony, que seguro estaba durmiendo, junto con Vivi. Ellos se sentaron cerca nuestro, al igual que Jane y Oliver, como si de repente en la casa se hubiesen formado bandos mientras nosotros no estábamos.

Mi padre apareció con mi mamá, que me dedicó una sonrisa que le devolví solo a ella. Detrás de ellos, mis abuelos y mi tía venían hablando sin parar sobre quién debería ir al intercambio, pero se callaron en cuando encontraron que casi todos estábamos ya en el comedor. Mi tía, como si no quisiese sentarse cerca de Sam y mi papá, buscó un asiento cercano al final de la mesa. Por desgracia para ella, el único disponible era el que estaba al lado de Hunter.

Pensé que solo nos quedaba esperar por Elliot, pero en la puerta apareció Bethia y Goram y me quedé muda, sin poder acotar nada, cuando ellos buscaron también un lugar cerca de Oliver, sin encontrarlo. Mi hermano llegó, haciendo teatro y bromeando sobre que los mejores caen siempre tarde, segundos después.

—Estamos todos reunidos hoy porque debemos definir cómo se harán las cosas esta noche —dijo mi abuelo, abriendo la sesión—. Skalle y Kayla tienen información nueva que compartirán con nosotros.

Todos nos miraron y yo miré a Aleksi, esperando que tomara la directiva, pero él se quedó callado, apropósito. Él sabía que yo tendría miedo de hablar y ahora sus pensamientos estaban dirigidos hacia mí con un tono hasta burlón: «No tienes que partirle la cara a nadie, conejita, solo explicar lo que pasó y luego me dejas el plan a mí. Somos un equipo, no lo olvides».

Bufé, y eso lo escuchó toda la mesa, que permaneció en silencio observándonos, quizás sin entender que estábamos teniendo una conversación unilateral secreta. Cuando lo noté, apreté los labios y me armé de valor. No tendría reacciones negativas ni reclamo de ningún tipo...

En ese instante, mi di cuenta de que mi tío Allen no estaba en el comedor.

—¿Y Allen? —pregunté, con un hilo de voz. Frente a mí, Jane miró rápidamente a cualquier otro lado.

—Dijo que no vendría porque necesitaba descans... —empezó mi tío Sam, pero en la puerta interrumpió, justamente, el mismo Allen. Entró y tomó el único asiento vacío junto a Bethia, al otro lado de Jane.

—Lamento la demora —se excusó, sin decir nada más.

Lo miré, pero él no me miró. La mano de Aleksi, que seguía en mi pierna, me dio unas palmaditas de ánimo, para que, aún así, pasara lo que pasara, siguiera adelante. Tomé aire, repitiéndome que nadie debía intimidarme, y abrí la boca:

—Seguimos el rastro de los Edevane desde la casa de Jane hasta la zona comercial de la costa. Ahí nos encontramos con tres vampiros de sangre que simplemente estaban esperando instrucciones —solté—. Parecía que no creían poder ser rastreados, pero igual los ubicamos. Uno de ellos hablaba por teléfono y fue así como escuchamos que el mismo líder actual del clan, Arnold, hace las maniobras de espionaje con nosotros. Es muy... probable que él nos haya seguido hasta la casa de la abuela de Bryony.

Esperé, pero Aleksi me dio otra palmadita. En su mente, se la pasaba dándome información que quizás yo me había pasado por alto, lista para que la tomara y la dijera por mi cuenta. No sabía si esa era una gran idea, pero él quería no solo que yo notara los detalles, sino que los compartiera con todos:

Los Edevane, para empezar, creyeron que, al estar cerca del mar, no podríamos rastrearlos. Pero, aún así, estaban preparados con esa arma de fuego para nosotros. La razón por la cual los habíamos encontrado rápido no se debía solo a las excelentes habilidades de Aleksi para cazar, sino porque yo podía ver los colores de los aromas y estos parecían durar más que el aroma en sí.

Por otro lado, él no había sido capaz de detectar a ningún Edevane siguiéndonos porque si realmente había sido solo Arnold, jugando en solitario, con una inteligencia mayor al resto de su mana, podría haber pasado desapercibido.

La mano de Alek me dio otra palmadita, para que lo dijera como si todo eso había sido mérito mío, así que le agarré los dedos para detenerlo. Si yo iba a liderar esa parte de la conversación, no quería hacerla con mentiras. Yo no tenía forma de darme cuenta de eso y no me iba a llevar el crédito. Casi que lo escuché chistar en su mente y tuve ganas de darle un apretón en la mejilla, en el hoyuelito.

—Aleksi cree que probablemente no fue capaz de notar a ningún Edevane siguiéndonos la otra mañana quizás porque era Arnold solo —dije y lo escuché chistar mentalmente otra vez—. Según lo que yo escuché y noté, Arnold parece trabajar mejor en soledad. No parece ser el típico líder del clan. Quizás porque nunca se pensó que tuviese que ser uno. Gracias a que Aleksi mató a todos sus hermanos mayores...

—En definitiva —respondió mi abuelo—. Arnold es el último A. No tiene hijos. No se esperaría que él fuese a heredar el liderazgo alguna vez.

—¿Qué no vienen los hijos de otros A primero? —dijo mi hermano, pero para eso no teníamos respuesta nosotros. Todas nuestras cabezas se giraron a Hunter.

—Han rechazado el liderazgo —explicó él—. Sus padres y tíos fueron asesinados. No quieren llevar esa carga.

Mi tía ladeó la cabeza, curiosa, pero no hacia Hunter, claramente.

—Es decir que ya ha varios en ese clan de retrasados que, como tú, no quieren pelear...

Hunter tampoco la miró.

—No necesariamente. Si pueden obtener venganza, lo harán, pero... no quieren ser responsables de un clan tan masivo. Muchos son incluso mayores que Arnold. Hay que tener en realidad mucha templanza y poder para manejarlos a todos. Los C están listos para tomar la dirección si algo le pasa a último Arnold y eso también lo saben los A que lo rechazaron. Hay C mucho mayores y más fuertes que ellos.

Mi abuelo, desde la cabecera de la mesa, soltó algo parecido a una risa.

—Mi hermano Cedric es apenas menor que yo —contó—. Me llevaba muy bien cuando éramos jóvenes, pero siempre se cuestionó el poder de mi padre y de que Arthur fuese el próximo líder. Él siempre creyó que debía ir el mas fuerte... y Cedric era fuerte.

Hunter asintió.

—Lo es, pero entre los de la casta más baja se rumorea que Arthur y Cedric hicieron un pacto que le impedía tomar el liderazgo a la fuerza, tal y como lo hizo Everald con Breogan y Breogan con Druso.

Pegué un salto en la silla al escuchar ese nombre. Era quien Arnold señaló que se parecía a mí. Así que había sido un líder del clan Edevane, probablemente, mi tátara, tátara abuelo. Tragué saliva y esta vez apreté la mano de Aleksi porque así lograba contenerme mejor a mi misma y no pensar en esos detalles. Al fin y al cabo, si bien era importante conocer el clan Edevane, saber quién era Druso no aportaba nada.

—Entonces, tenemos que esperarnos a todos en el intercambio —dijo Sam—. Aún no hemos recibido la prueba de vida y lo más seguro es que nos tiendan una trampa para tomar a Kayla y a Alice también. Han matado a más hombres de nuestra guardia, somos pocos...

Si hubiese llegado a leer los pensamientos de Arnold, podría haberlo confirmado o desmentido, así que realmente nos quedábamos con lo poco que teníamos y lo que yo aún no había terminado de contar.

—Arnold mismo se presentó ante nosotros para negocias —les dije—. Aceptó enviarnos la prueba de vida y correr el horario a la madrugada antes del amanecer, con la condición de que ni Aleksi ni yo interviniéramos.

Las caras de todos en la mesa se transformaron. Todos sabían que, con un número reducido de empleados, con la superioridad numérica que ellos tenían y sin Hodeskalle, estábamos perdidos.

—¿Cómo que no? —soltó mi hermano, mirándome directamente—. Sus poderes son lo que más necesitamos, es la única manera de contenerlos. Si queremos sacar a los padres de Jane, a nosotros mismos y también salvar el futuro de Bryony, ustedes tienen que romperles los huesos y freírles el cerebro.

Yo asentí. En ese momento, noté que toda mi familia esperaba ansiosa. También noté que mi tío Allen me observaba con recelo, como si ya creyera que hubiese aceptado semejante trato. Su mirada me hizo sentir desafía, me recordó que más temprano me creyó una tonta ignorante. Y bien podía ser ignorante, y también haberme equivocado muchísimo, pero tampoco era tan tonta.

—Debido a mi pacto con Hunter, yo no puedo aceptar otro en donde se vulnere la salud y el bienestar de Bryony. Juré protegerla, así que entregarla a los Edevane claramente no lo es —dije, con tono firme, decidido, pero también orgulloso, porque también valía estar orgullosa de mi misma de vez en cuando y no solo por mi capacidad de freírle el cerebro a alguien—. Pero eso Arnold Edevane no lo sabe —añadí, con una sonrisa.

Vi a Vivi sonreírme. Se le notaron los colmillos y su sonrisa orgullosa se volvió salvaje. Mi hermano dio una palmada, cantando victoria entes de que siquiera empezara la batalla. Vi varias reacciones más que mezclaban alivio y confianza, pero la que a mi más me interesó, en ese momento, fue la de mi tío Allen, que observaba la mesa y asentía casa imperceptiblemente.

—Excelente, Kayla —dijo mi abuelo, dándole varias palmadas en la mesa—. No perdimos la ventaja, incluso ganamos una nueva. Ellos van a esperar que ustedes dos estén atados de mano, pero cuando usen sus poderes, resolveremos esto antes de que parpadeen. ¡Bien hecho!

—Muy bien, hija —dijo mi papá, con una expresión orgullosa. Mi tío Sam asintió efusivamente para confirmarlo.

Sentí algo raro en el pecho que me hizo sonreír de verdad. Tardé solo unos segundos en darme cuenta de que estaba emocionada porque me estaban felicitando por algo que había hecho bien. Tardé otros en preguntarme cómo debía sentirme al respecto, después de decirme a mí misma que había roto mis lazos con ellos.

Se me borró la sonrisa. ¿Por qué, después de decir y sostener que ya no buscaría un lugar ahí, me sentía tan bien con el reconocimiento y con su aprobación?

Me quedé callada, replanteándome todo, y por suerte ya era el turno de Aleksi de expresar qué era lo él planeó que haríamos a continuación con esa ventaja. Yo sabía que él esperaba que nadie lo contradijera. Lo más probable, es que nadie lo hiciera. Eso me hizo preguntarme qué pasaría si yo contara el plan y no él. No miré en sus pensamientos, tampoco, porque no quería saber si él se preguntó lo mismo.

—Necesitamos establecer quienes de nosotros iremos al intercambio —dijo—. Debemos crear una fachada que les diga que creemos en nuestra desventaja. Debemos hacerles creer que estamos débiles, para que el supuesto pacto sobre más fuerza y les de confianza a sus filas. En ese momento, Kayla y yo nos desharemos de todos ellos —añadió, con una sonrisa tal salvaje como la de Vivi. Sentí su furia, su deseo de sangre crecer desde el fondo de su pecho. Todos sus pensamientos se volvieron oscuros al pensar en liquidar a otro clan como en los viejos tiempos. Se imaginó a sí mismo desmembrado a todo Edevane que se le cruzara por delante. El sadismo que emanó de su cuerpo debería haberme alterado, pero no me causó ninguna impresión. Yo sabía cuál era su lugar y su papel y en esa lucha también sabía cuál sería el mío. Ningún Edevane afín a esa causa podía sobrevivir, los mataría con mis propias manos—. El destructor de clanes ya durmió demasiado tiempo, es hora de que vuelvan los tiempos de gloria y sangre —añadió, bajando la voz. Se volvió gutural. Sus dedos tomaron los míos y puso nuestras manos unidas sobre la mesa—. Y esta vez, el clan Edevane no va a domarme, porque la que persigue al alba, la que es del sol y la luna, la que destruye mentes, es la única que puede ponerme de rodillas. 

¡Hola a todos! Perdonen la demora y gracias por tanta paciencia <3 Estos días estuve y estaré con muchísimo trabajo. Se viene fin de año y muchas cosas que resolver, pero trataré de tenerles capítulos todas las semanas! Pronto, vamos a comenzar la edición de Calipso con la editorial, así que espero tenerles noticias sobre la publicación en unos meses. Ojalá, pronto, ¡pueda darles más noticias buenas!

Espero que este capítulo les haya gustado, se vienen cosas ENORRRRMES para esta historia <3

Disfruten los memes!


Los amo!♥︎

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