Libro 2: Capítulo 21. Correr
73: Correr
Kayla
Aleksi me guio a la salida cuando nadie contestó. Sentí que el agujero en mi pecho, el que se creó al darme cuenta de cómo yo había mancillado los lazos con mi familia con mi violencia, se hizo enorme, más grande que mi corazón, que mis pulmones. No supe cómo respirar cuando nadie contestó a los reclamos de mi pareja.
Me embargó una sensación de abandono, de vacío, tan grande que creí que me iría derechito al piso si no fuese por él. Si no fuese por sus manos agarrándome dulcemente de los codos, del hombro, por su mirada preocupada, por sus pensamientos llenos de cariño, yo no sé que hubiera hecho.
Llegué a la puerta, y el silencio atronador a nuestras espaldas seguía. Tomé el picaporte y supe que cuando saliera de esa habitación, no habría vuelta atrás. Todo lo que ocurrió, por acción u omisión, acababa de destruir todo. Yo no pertenecía ahí. Nadie lo consideraba tampoco.
No importaba todo lo que logré hablar con mi abuelo y con mi tío Sam. Allen seguía culpándome y dándome pautas de que jamás podría hablar con él sin que dejara de hacerlo. Y mi padre... nunca saltó para defenderme.
Temblé. Mis dedos temblaron sobre el picaporte y aunque Aleksi había dicho todo lo que tenía que decir, sentí que yo no. Y que, si me iba a marchar de esa habitación, con los lazos que tenía con todos rotos para siempre, aún tenía que decirles la verdad, la mía.
Abrí la boca, pero las palabras no salieron de ella. Tomé aire una vez más, y cuando creí que tampoco lo lograría, escuché como mi tío Sam se ponía de pie.
—Skalle tiene razón. Ya fue suficiente. Kayla no ha hecho nada malo, Allen —dijo.
Sentí un sacudón con toda la columna. Podría haberse tardado, más de lo que yo esperaba, pero ahí estaba al final, lo único que yo necesitaba escuchar de cualquiera en esa habitación, del que sea que me hiciera sentir que yo no estaba solo molestando.
—Allen, no habrás la boca —gruñó mi abuela, entonces. Y ese vacío se hizo menos hondo. Un centímetro menos doloroso—. No quiero escuchar que replicas sobre esto. Fuiste en exceso grosero con Kayla.
Mi abuelo carraspeó.
—Skalle tiene razón —repitió, como mi tío Sam—. Podemos pensar distinto, pero insultarnos no es la manera de hacer saber esas opiniones, Allen.
—Acaba de golpearme —susurró mi Allen, como si estuviera en shock. Yo aún no me había girado para verlo, no podía saber cómo tenía la cara y tampoco quise verla a través de los pensamientos de los demás.
—Y lo haría otra vez —replicó Aleksi. Su voz sonó ronca, amenazadora—. Una y otra vez. No creas ni por un segundo que mi amenaza es vaga.
Tragué saliva.
—Por favor —dijo mi abuela, la escuché avanzar por el despacho. Me la imaginé alzando los brazos, tratando de tranquilizar a todos, como siempre—. Somos una familia. Y aquí nos pedimos disculpas. Allen, discúlpate.
Aunque tenían más de cien años, aunque eran adultos, mis tíos solían obedecer mucho a mi abuela en esas cosas. Tanto como obedecían a mi abuelo en otras.
—¿No son las formas? —dijo Allen, en voz baja, levantándose del sillón destruido—. Que Kayla y Skalle me ataquen físicamente, ¿sí son las formas?
—¡Allen! —chilló mi abuela. Pude sentir su desesperación. Más que solo rabia, estaba aterrada de que las cosas entre nosotros terminaran mal para siempre.
—No —dijo mi abuelo, bajando la voz. Sonó helada—. No lo son, pero tampoco lo son tus gritos.
—Lamento discordar —dijo Aleksi. Sus manos se aferraron a mi brazo, conteniendo la ira—. Pero parece que hay una sola forma de hacerte entrar en razón. ¿Acaso no escuchaste lo que te acabo de decir? ¿Mi amenaza suena a algunos de azúcar para ti? —Y, de repente, me soltó. Me giré, desesperada, abrumada por lo oscuro de sus pensamientos. Se volvieron borrachos de odio y fueron difíciles de procesar. Lo atajé de la ropa, pero me arrastró medio metro mientras se lanzaba hacia mi tío, que apenas si se había levantado del suelo. Pude ver su cara palidecer otra vez, mientras Mørk Hodeskalle lo asechaba. Retrocedió tan rápido que cayó de bruces contra una de las bibliotecas—¿Tengo que ser... más gráfico?
—Para —le pedí, desgarrándole un poco la camiseta. Mi tío terminó encogido en el piso, con los ojos cerrados. El pánico le brotaba por los poros. El orgullo no servía para ocultar para nada el miedo que Aleksi le daba. Así se había sentido conmigo también.
Mi abuela, viendo toda la escena con los ojos como platos, dio una patada nerviosa al suelo.
—¡Allen, discúlpate!
—Es demasiado orgulloso —susurró mi tía, desde el otro lado del despacho.
—Allen —advirtió mi abuelo y mi tío levantó la vista hacia Aleksi. Tenía las pupilas dilatadas.
—Lo sient...
—¡CON ELLA! —bramó mi pareja, agarrándome de la mano y plantándome delante de Allen.
Cuando estuve frente a él, viendo su rostro estupefacto, superado en número por magia y violencia, esperando una disculpa que no sería genuina, me sentí terriblemente incómoda. Arrugué la cara y negué. Antes de que mi tío pudiera decir algo, me liberé sutilmente de las manos de Aleksi y volví a retroceder hasta la puerta.
—No.
Quería irme de ahí, realmente deseaba huir. Mientras más tiempo pasemos en esa habitación, Aleksi se volvería más violento y tampoco quería que su relación con su nuevo clan se basara en agredirlos. Entendía que él no sentía lo mismo por mis tíos que yo. Entendía que su aprecio a la familia White estaba principalmente ligado a mi abuelo, que el respeto que les tenía estaba basado en una amistad. También entendía que desde que yo estaba en el medio, para Aleksi las cosas habían cambiado drásticamente, tanto como mi abuelo como con todos los demás. Por eso mismo no podíamos continuar así.
Agarré el picaporte de la puerta y Aleksi me alcanzó en un instante. Me tocó el hombro y le dirigí una súplica con la mirada. Tenía que entender que las cosas no iban a darse como quería. No podíamos forzar a mi tío a disculparse, sobre todo cuando no había entendido con quién tenía que hacerlo y por qué.
Aleksi apretó los labios. Frunció el ceño y escuché como se quejaba por su fuero interno. Me alivió, sin embargo, no encontrarlo borracho de odio. Ahora, sus pensamientos eran bastante claros:
«Te debe una disculpa. Espera ahora. Antes de irte, te la debe. No corras ahora. Este el momento que esperabas», me dijo. «Tu no tienes correr, lo tiene que hacer él. Lo haré correr por ti».
Negué una vez más. Sabía que no debería estar huyendo, pero no quería seguir viendo su cara de pánico. Aunque él me pidiera perdón, esa reunión estaba destinada al fracaso.
Bajé le picaporte y me detuve cuando me di cuenta de que estaba perdiendo el objetivo. Sí, tenía ganas terribles de irme porque no quería seguir enfrentándome a eso. Tampoco quería una disculpa barata basada en el miedo. Tampoco creía que después de eso pudiésemos continuar hablando como si nada, pero nada de eso era el punto por el cuál llegamos ahí. El punto era Bryony. Bryony y los padres de Jane. La reunión tenía que seguir por ellos y para eso... la que tenía que ser clara con todos era yo.
—He... intentado en vano por bastante tiempo hacerme escuchar —musité. Aleksi deslizó la mano por mi antebrazo, hasta alcanzar la mía. Se detuvo, detrás de mí, dándome su apoyo silencioso, entonces. Sentí algo parecido al orgullo manar de él cuando entendió que no me iría así nomás.
«Diles todo. Si te quieres ir luego, por supuesto que voy contigo», pensó.
—. Les pedí que fuera sinceros conmigo... Les pedí que confiaran en mí. También esperé que respetaran mis opiniones e ideales... Porque pensé que eran la familia amorosa y cariñosa con la que me crie. La que me enseñó a defenderme, a ser digna y a creer en mí misma. Todos ustedes me criaron así.
Me giré y los encaré. Mi tío seguía en el suelo, pero no me miraba. Mi abuelo dio un paso hacia mí.
—Kayla...
Levanté la mano para frenarlo. Contuve el aire. Este era mi turno. Ellos habían desaprovechado el suyo.
—No —dije—. No terminé. Había muchas cosas que quería hablar con ustedes, pero Aleksi tenía razón y hoy... hoy no me sentía segura de mi misma. Hoy no me animaba a enfrentarlos. Estos días, me he sentido una completa tonta. Porque, ¿saben qué?
Siempre era difícil ordenar las palabras cuando uno tiene que enfrentarse a tanta gente. Usualmente, lo enfrentaba porque los demás cometían los errores de los cuales yo era víctima. Pero esta vez, además de ordenar lo que tenía que decir, era consciente de que les admitiría todas mis estupideces y debilidades. Que admitiría que en realidad me equivoqué, y en más de una forma.
—Porque cuando creí que me encontrarían digna de ser participe de todo esto, cuando creí que encontraría mi lugar, cuando creí que mis opiniones serían escuchadas, me equivoqué una y otra vez. Porque, aunque quería ser tratada como una hija, nieta y sobrina, sabía muy en el fondo que no lo conseguiría si no les demostraba que era fuerte. Y lo más horrible de todo fue darme cuenta de que no importa en quién me convierta, no importa si tengo grandes poderes para defenderme sola o si soy la niña de la profecía, tampoco soy la hija, ni la nieta ni la sobrina.
—Eso no es cierto... —susurró mi abuela. Mi abuelo también negó, lleno de una culpabilidad tremenda que yo ya conocía.
—Me equivoqué también cuando decidí defender una causa justa —seguí, sin darles tiempo a decir nada más—. Porque pensé que todos aquí estarían conmigo, porque pensé que, si ustedes me criaron para tener estos ideales, se debía a que éramos todos iguales. Que éramos un clan altruista, razonable, empático... equitativo —Bajé la voz—. Toda la vida me creí el cuento de que éramos el clan perfecto, que no éramos como los otros vampiros. Que éramos mejor que todos ellos y que no jugábamos con los humanos, que respetábamos la vida. Y por eso creí que el pacto para proteger a Bryony era algo que todos estaríamos de acuerdo. Era lo que había que hacer. Era y es lo correcto. Pensé que querían detenerme solo porque no creían que yo fuese lo suficientemente adulta para tomar estas decisiones. Pero me equivoqué.
Mi abuela negó. Avanzó hasta mí con ganas de abrazarme, pero yo alcé la mano otra vez. Notaba la angustia en su mirada. Algo se quebraba dentro de ella con cada una de mis palabras, pero no podía saber que a mi se me quebraba aún más.
—Fue mí error creer que ustedes eran de la manera en la que me lo vendieron —dije—. Así que me disculpo por hacerme una idea equivocada de esta familia, a la cual no entiendo. Y también me disculpo por haber asumido un pacto con el cuál no querían entenderse tampoco. Ahora lo veo claro —No ahora, por lo menos—. También me disculpo por creer que intervendrían por mí... y no porque Mørk Hodeskalle les da más miedo del que pueden admitir.
Lo que dije fue un bofetón para todos, menos para mi tía y Hunter. Mi abuela se tambaleó en su lugar, tratando de comprender lo que acababa de decirle, y yo suspiré cuando se vuelta se quedaron callados. ¿Habrían hablado en primer lugar mi tío Sam y mis abuelos si Aleksi no hubiese reaccionado así? ¿Qué habría pasado si yo hubiese reaccionado así? ¿A quién le habrían llamado la atención?
La verdad, sentía que, aunque yo ya había hecho las pases con mi tío Sam y mi abuelo, ellos no habrían intervenido a Allen de no ser porque Aleksi lo marcó. Reconocían sus propios errores, lo cuál era bastante ya, pero luego, omitían actuar y no asumían que el comportamiento de mi tío Allen era parte del mismo problema que ellos.
Y entonces, miré a mi papá. No había dicho ni una sola palabra desde que entró en esa habitación. En realidad, yo no había intercambiado nada con él desde la última reunión y eso me hizo acordar a lo último que le dije: "No hay un nosotros". No, eso estaba claro. Porque así como yo no quise escucharlo, él tampoco quiso jamás defenderme ni anteponerse delante de mi abuelo y de sus hermanos.
—Es doloroso saber que le han llamado la atención a mi tío después de que Hodeskalle se enojara. Pero lo entiendo —dije—. De la misma manera, tampoco me llamaron la atención cuando ataqué a mis tíos y aunque nadie me haya exigido una disculpa sincera, yo sí puedo darla. Al menos, eso es lo único y lo último que puedo hacer como parte de este clan...
Entonces, mi abuela enloqueció.
—¡NO! —gritó—. ¡Eres mi nieta! ¡Siempre vamos a entenderte y apoyarte! ¡Allen, Benjamín! —se giró hacia su hijo, hacia su marido. Recorrió la habitación, desesperada para que dijeran algo. Se centró en mi papá, que ni siquiera había abierto la boca después de mi discurso—. ¡Henry! ¡Es tu hija! ¿Estás escuchándola...?
El resto de mi familia me miraba anestesiada. Estaban pasmados como si no pudiesen creer mis palabras y aún me faltaba aclararlas. Mi tía Alice, por primera vez en todo ese rato, se tapó la cara con las manos.
—No. No me están escuchando —le contesté yo a ella, con pesar—. Y sí. Soy tu nieta. Para cuidarme, protegerme, darme regalos bonitos y mantenerme en una cajita de cristal. Tu nieta para presumirme con tus amigas. —Entonces, me miré a mi papá, que dio un respingo cuando el peso de mis ojos cayó sobre él—. Soy tu hija cuando tienes que compararme con Elliot, pero no lo soy cuando tus hermanos mayores y tu padre mandan sobre mí o hablan de mí —Entonces, miré a mi tío Allen, que seguía contra la biblioteca. No tuvo fuerzas para ponerse de pie—. Fui tu sobrina querida cuando era pequeña y no te cuestionaba. Pero ahora soy la niña cabeza dura que no ha hecho lo que tu querías. Y lo siento, siento haberte atacado —Me llevé una mano al pecho. Sabía que quizás él no me creería. También sabía que no había mucho más que yo pudiese decir que eso mismo—. Siento haber perdido el control, por haber estado tan enojada. Me da miedo volver a ser así de cruel, autoritaria e irrespetuosa contigo. No quiero hacerlo. Me... arrepiento mucho de haberte obligado a callarme porque no quería escucharte. Fue horrible... porque te traté de la forma en la que trataría a un enemigo. Y aunque en este momento estoy dolida y me siento más tonta que nunca... yo no quiero verte como mi enemigo. A ninguno de ustedes. Pero ya entendí que estoy yendo contra la corriente. Y no quiero luchar más por un lugar que no me pertenece.
Escuché cómo la puerta se abría a mis espaldas: la garantía que Aleksi me había dado. Me acompañaría hasta el fin del mundo sin siquiera pedírselo.
—No digas eso —suplicó mi abuela, en llanto puro.
—Era hora de decirlo —contesté. Apreté los labios y suspiré. Relajé los hombros y de pronto me di cuenta de que no tenía más nada que decir. El vacío en mi corazón seguía siendo hondo, pero de la nada, era menos oscuro. No había algo pesado en el centro que lo hiciese más profundo. Me había sacado de encima algo que llevaba arrastrando hacia tiempo—. Quizás no era el momento propicio.
Exhalé y se me escaparon unas lágrimas. Mi abuela llegó hasta mi y me agarró las manos. Esta vez, no la detuve.
—Kayla por favor... no. No puedes dejar el clan. ¡No puedes!
—No estoy dejando el clan —le dije—. Sería una estúpida si hiciese eso ahora. Hunter y Bryony dependen de mí. Y también los padres de Jane. Y no voy a seguir haciendo más drama sobre mi cuando lo importante son ellos y la decisión que hay que tomar al respecto.
Le di un apretón a las manos de mi abuela y me liberé de ella. Se quedó en el mismo lugar, mirando al suelo, con la boca abierta y sin saber qué demonios hacer y me pregunté si no fui muy dura con mi discurso. Me pregunté si no la habría lastimado. Por las dudas, no miré a nadie más a los ojos y me fui a sentar en el mismo sillón donde estuve antes.
Sentí todas las miradas sobre mí. Bloqueé de nuevo todos sus pensamientos y traté de no pensar en el daño que podría haber hecho o no. Así como no les dejé tiempo para responderme:
—Y no, no podemos entregarles a Bryony con tanta soltura a los Edevane por los padres de Jane, Allen. Es una niña inocente, a la cuál abusaran apenas llegue a la madurez sexual. No podemos llevar esa carga en la consciencia. ¿La sobrellevarías acaso? —seguí, inspirando profundamente para que mi tono de voz sonara tan estable como un segundo antes. Estaba apuntando directamente contra mi tío después de pedirle perdón, porque nadie más le estaba diciendo lo que estaba claro—. Tampoco podemos decir que los padres de Jane son solo humanos, tía Alice.
Nadie en el despacho dijo nada y yo escuché el exabrupto en la entrada. Estuve tan enfocada en controlar mis emociones, en decir lo correcto, en enfrentarme a todos y en bloquear sus pensamientos, que no escuché a Jane y a Oliver llegar hasta ahí.
Levanté la cabeza al mismo tiempo que los demás y pude ver a mi amiga, que tenía su teléfono en la mano y estaba muy despeinada, pasar del pánico al horror. Sus ojos se clavaron en Allen antes de mirarme de vuelta a mí.
Aleksi, todavía junto a la puerta, se mordió el labio inferior. Supe, con solo leer su expresión, que él si los había escuchado y que no hizo absolutamente nada para evitar que mi amiga escuchara lo que acababa de decir.
«Tenía que escuchar lo que Allen dijo», pensó.
Y ahí, me acordé de un súbito detalle que pasé por alto en toda la discusión. Uno muy pequeñito, pero tan importante que no entendí como lo dejé pasar así nomás. La mirada de espanto de Jane hacia Allen no tenía que ver con sus padres. Tenía que ver con el baldazo de agua fría que sientes cuando descubres que la persona con la que te acabas de liar es capaz de entregar a una niña inocente a un clan de desquiciados abusadores.
Miré a mi tío, que se había percatado exactamente de lo mismo y aparté el bloqueo a sus pensamientos, por más que los de Jane me hubiesen dado ya todo lo que necesitaba saber. Ambos estaban despeinados, él tenía la ropa desaliñada. Allen realmente se había estado comiendo a mi mejor amiga, una humana, en mis narices.
—Yo lo haré correr —le dije a Aleksi, cuando la ira me sobrepasó. Las cosas a mi alrededor volvieron a agitarse. Los libros que aún quedaban en la biblioteca saltaron de sus lugares. Todos los que estaban encima de Allen le cayeron encima—. Porque se lo advertí.
No le importó cuando le dije a Elliot, delante de él, que Jane era intocable. No le importó para nada que le explicara que sus futuras marcas condenarían cualquier relación que cualquiera quisiera mantener con ella. No le interesó que mi amiga estuviese, probablemente, ensimismada por la grandeza de los vampiros en el momento más vulnerable de su vida y que, justamente, estuviese buscando el refugio que ni sus padres ni su hermano podían darle. Allen simplemente se estaba aprovechando de ello, sabiendo que algún día tendría que romperle el corazón.
Los libros terminaron de caer sobre la cabeza de mi tío y yo me puse de pie, lista para arrancarle la cabeza, enajenada y borracha de oscuros pensamientos al igual que Aleksi, con la magia punzando tan fuerte contra mi piel, para salir, que dolía. Mi tío Sam solo atinó a agarrar un florero y mi abuela me suplicó, a los gritos, que me controlara. Yo di un paso al frente, mientras Aleksi se apoyaba en el marco de la puerta y sonreía con mofa, sabiendo lo que iba a hacer.
En medio de todo eso, Jane entró al despacho y se plantó delante de Allen. No le hizo caso al caos que yo estaba desatando y, al verla en el camino de muchísimos proyectiles voladores que podrían lastimarla con facilidad, me apresuré a calmar todo, con un control que me sorprendió de mí misma.
—¿Eso dijiste? —le dijo, cuando todo dejó de moverse—. ¿Dijiste realmente que había que entregar a Bryony a cambio de mis padres?
Allen la miró, en silencio. Todavía tenía libros encima, aunque por supuesto ninguno le había dolido. Jane esperó, hasta que se dio cuenta de que él no contestaba porque no iba a mentirle. Entonces, con un gesto de dolor en la cara producto de la decepción, se irguió y se giró hacia mí.
Lejos de disfrutar por cómo solito Allen había apartado a Jane de su lado, arrugué las manos en un puño. Pude ver su mirada cristalizada antes de escuchar sus pensamientos. Aunque no tenía una relación con él, lo poco que había pasado alcanzaba para hacerse una imagen de él. Esta se acababa de destruir.
—No voy a consentir eso —me dijo, sorbiéndose las lágrimas antes de que estas cayeran siquiera, como si nunca las hubiese estado reteniendo en primer lugar—. Me niego absolutamente a hacer eso. Está fuera de discusión.
Miró a Oliver, desafiándolo a decir algo. Mi tío Allen siguió sin contestar.
—No vamos a hacer algo como eso, Jane —dijo mi abuelo—. No, vamos a resolverlo. De algún modo u otro.
Jane levantó su teléfono, rodeó el sillón destruido y me mostró el teléfono a mi antes que a nadie más. Tenía un mensaje de WhatsApp desde el celular de su mamá, con una foto de sus padres, con caras de pánico y confusión, dominados por dos Edevane. Nos daban solo cinco horas y nos pedían que nos encontráramos en el campo, a medio camino a la ciudad de Calix, donde había nacido Bryony.
—Eso va a ser un problema —musité, agarrando el teléfono. Aleksi apareció a mi lado tan rápido que sobresaltó a Jane.
—Definitivamente —dijo, al ver el mensaje. Su postura tensa no tenía nada que ver con la discusión con Allen. Su tono de voz acervaba que incluso ya se había olvidado de eso. Yo me esforcé—. Tenemos que ganar tiempo. Sobre todo, para ponerles una trampa antes de que nosotros caigamos en esta.
Mi abuelo también se acercó para ver la imagen en donde aún los señores Evermore estaban con vida. Eso ya no servía como prueba y lo mínimo que podíamos hacer era exigir otra, por lo menos para estirar la cosa, aunque tampoco garantizaba que fueran a cumplir con sus promesas de mantenerlos sanos y salvos hasta la "entrega" de Bryony.
—Es hora de hacer el acuerdo. Cinco horas es poco —dijo mi abuelo—. Les diremos que sí, a sabiendas de que no van a jugar limpio. Mientras tanto... —Se giró hacia Jane y Oliver. Observó a los hermanos con la expresión más solemne que tenía y dijo lo que todos en la sala pensábamos—. No puedo garantizarles la vida de sus padres. Ni siquiera en este momento.
Jane tragó saliva. La vi esforzarse por mantenerse derecha. Levantó el mentón y asintió. Tenía la mandíbula dura. Oliver, a su lado, estaba temblando.
—Lo sé —dijo ella, con la voz quebrada. En ese momento, mi tío Allen se levantó del suelo. Amagó para acercarse a ella pero Jane se giró y se abrazó a su hermano, que la recibió, aguantándose el dolor igual que ella—. Nosotros decidimos mandarlos de vuelta a su casa. No es su responsabilidad... sino nuestra.
Mi amiga era sumamente valiente, pero eso no le quitaba lo doloroso al asunto. Eso no quitaba que aún diéramos todo por perdido. Aleksi me sacó suavemente el teléfono de las manos y se lo enseñó a Jane.
—Déjamelo por un rato. Haré las negociaciones —anunció—. Si estás de acuerdo, Benjamín —añadió después. Mi abuelo asintió.
—Hunter, lleva a Bryony al sótano. Es donde estará más que segura. Los demás, vayan a prepararse. Aliméntense y descansen, aunque sea una hora mientras Hodeskalle gana tiempo. Nos volveremos a reunir aquí a las 8am —ordenó, con su tono de patriarca. Los demás asintieron y enseguida empezaron a movilizarse.
Mi tío Allen abandonó el despacho antes que nadie y Jane y Oliver se marcharon, ya llorando, después de él. Mi tío Sam y mi padre se llevaron a mi abuela de la mano. No se me pasé que mi papá no me dijo nada, tampoco. Alice se quedó más tiempo del debido sentada, incluso hasta después de que Hunter dejó la habitación. Yo, en cambio, no supe si darme o no por aludida, porque normalmente esas ordenes no me incluían.
De pronto, la mano de mi abuelo sobre mi hombro me sobresaltó.
—Kayla —me dijo—. Lamento todo lo que pasó. Hablaré con Allen. Hablaré con todos.
—No tienes que hacerlo —me apresuré a decir, pero Aleksi negó con la cabeza, metiéndose en la conversación.
—Sí tiene. Es el patriarca del clan, todos sus hijos lo obedecen y hasta lo imitan. De nada sirve que él te trate como corresponde si no habla con sus hijos al respecto —me dijo. El tonito cabreado que había usado cuando peleó con Allen regresó. Mi abuelo cerró los ojos por un momento, como si se contuviera para responder, pero, en el fondo, estaba amasando la culpa porque sabía que Aleksi tenía razón—. Es una charla que has postergado demasiado.
—Pero yo no quiero que sus disculpas sean obligadas. Ni por miedo ni por ordenes —repliqué—. Sin embargo, creo que ya no podré hablar con él como quería. Yo... ya dije todo lo que tenía que decirle.
Ahora, ya no dependía de mí. Y la verdad, es que viendo lo que había pasado con Jane, de verdad temía descontrolarme cuando lo tuviera cara a cara. En ese momento, mis intentos con Allen se habían terminado. Así como se terminaron mis esperanzas de encajar.
—Vayan a prepararse. La negociación queda a cargo de ustedes —dijo mi abuelo, nada más, antes de darme un beso en la mejilla, una caricia en el brazo y salir del despacho.
Aleksi y yo nos quedamos solos, con el celular de Jane en la mano, con el lugar asignado al que yo acababa de renunciar de buena gana. Lo miré, confundida y con una maraña de sentimientos terribles que no le hacían nada bien al vacío que se abría entre mis costillas.
Mi pareja exhaló suavemente.
—¿Estás mortificada? —me preguntó.
Yo asentí, pero en seguida negué. Habían sucedido demasiadas cosas a la vez y ahora no estaba segura de qué era lo que debía priorizar. Ya no tenía claro si debía llorar, enojarme y romper todo o estar en calma porque solté todas mis verdades. No entendía mucho de cómo se supone que debía actuar a continuación.
—No lo sé —admití. Lo único que sí sabía era que tenía que actuar. En realidad, no había tiempo para preguntarme cómo me sentía y si estaba bien lo que hice y lo que no.
Aleksi me mostró el teléfono.
—En primer lugar, es hora de hacer nuestra investigación. Aunque ya no van a estar ahí, la casa de Jane tiene que darnos un poco de información —me dijo, mirándome a través de sus pestañas, estudiando cada una de mis reacciones, como si fuese a desmayarme en cualquier momento. Eso me hizo pararme más derecha y mostrarme más atenta a sus palabras. Lo hice sonreír—. Necesito que captes todos esos aromas para mí, cariño. Porque vamos a necesitar reconocerlos, con cada uno de sus colores.
¡Perdonen la demora! Llegaron a los 2k en comentarios y aún así no pude cumplir y traerles el capi el viernes. Más allá de que este fue un capítulo difícil, no me sentía muy bien y por eso no pude terminarlo. Pero, ¿vieron que el drama seguía y seguía y seguía? Espero que les haya gustado y que estén preparados para lo que se viene.
Quiero agradecerles, además de haberse puesto a comentar para llegar al número, por todos sus análisis y debates sobre lo que ocurría. AMO ver cómo se plantean las actitudes y reacciones de los personajes y cómo le sacan nuevas aristas a cada uno de ellos. ¡Me encanta!
Si les gustó, no olviden comentar, votar y compartir <3 Me ayudan muchísimo con sus recomendaciones y con sus opiniones. Ustedes son los que hacen la historia crecer.
¡Los amo y gracias por el 1.4M de lecturas!
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