Capítulo 44. Mujer
44: Mujer
Kayla
Me costó mirar a la cara al resto de mi familia la noche siguiente. Todavía, me costaba procesar que existía una magia extraña bajo mi piel, esperando por salir. Incluso, aunque Aleksi se la pasó diciéndome que existía una mínima posibilidad de que no fuera así, él estaba tan seguro como lo empezaba a estar yo.
Nadie en la mesa, en la cena, tenía idea de que yo sabía lo que me ocultaban. Comí sin preocuparme por el olor de la sangre, porque mi pareja lo mantenía alejado para mí, y solo me ocupé de prestarle atención a sus movimientos, relajados y casuales, cuando acercaba su mano demasiado a la mía, cada vez que ambos agarrábamos nuestras copas a la vez.
Un roce tímido, sutil, mantenía la llama de nuestros juegos cuando estábamos frente a frente y no podíamos tocarnos más. Pero, además, para mi era una muestra de apoyo, algo que cantaba en el aire entre nosotros un claro: "Estoy contigo, por siempre". En medio de todos esos vampiros hechos y derechos, con él ahí, no me sentía extraña ni sola.
Sin embargo, no se me pasó que mi abuelo seguía callado, inmerso en sus pensamientos y que dentro de esa cabecita suya existía la respuesta que necesitaba, la última pieza del rompecabezas que necesitaba completar para entender mi existencia y sobre todo mi futuro.
Él no participó en las conversaciones y mi abuela parloteó sin parar sobre los últimos arreglos de la fiesta. Vendría todo su clan de origen y amigas de otros clanes que hacia décadas e incluso siglos que no veía. Estaba tan emocionada por eso que con ni con esfuerzo Elliot podía llegar a interrumpirla.
Durante un momento, pensé en pedirle de nuevo la verdad a mi abuelo. Pensé en tratar de elaborar una conversación civilizada y sincera. Incluso, pensé en decirle que Hodeskalle me lo dijo por el vínculo inevitable que existía entre nosotros.
Pero me encogí en mi asiento. No me sentía preparada para dejarles saber a todos la relación que teníamos. No se trataba solamente del juego que llevábamos a cabo ni de que nuestra marca era el último gramo de privacidad y libertad que me quedaba. La verdad, es que me aterraba lo que pudiesen decir. Sentía que me juzgarían terriblemente, que señalarían nuestra enorme diferencia de edad, que insistirían en alejarnos, por poco lógico y posible que fuera.
Miré a Aleksi de soslayo y enseguida capté la preocupación en sus gestos. Una mueca sutil adornaba sus labios. Su mirada me atrapó, con millones de preguntas que en ese momento no podía contestar.
—Yo creo que esta es tu noche, Al —dijo mi tío Allen, de pronto. Me sobresalté y mi tía, que estaba junto a mí, arqueó una ceja. Primero, por mi gesto. Luego, con incredulidad hacia Allen.
—Por desgracia, no creo que venga alguien que no conozca ya —replicó ella, decidiendo ignorarme.
Mi papá le sonrió.
—Bueno, siempre puedes volver a mirar más de cerca a los que ya conoces —le dijo—. Quizás la marca de equivocó con alguno de ellos.
Yo apreté los labios, pero mantuve la boca bien cerrada. Los únicos en esa mesa que estaban marcados, además de Aleksi y yo, eran mis abuelos y no hicieron ningún comentario para corregirlo. Me di cuenta, entonces, de que la teoría que podían manejar sobre la misma no era suficiente para entender el vínculo. Ni siquiera, incluso, cuando lo tenías, pero definitivamente, para mi estaba claro que, si estuviste con alguien y esa atracción fatal y ese placer fantástico no estuvo, ese alguien no era.
Desvié los ojos hacia mi mamá cuando mi papá le agarró la mano por encima de la mesa, pero su rostro no mostró ninguna expresión. Ni siquiera parecía incómoda. A mi se me hizo un nudo en el estómago.
—La marca me parece una idiotez —se metió Elliot. Pero antes de que Alice pudiese gruñirle, siguió—: No es justo no poder tener hijos si no la tienes. ¿Dónde está la libertad reproductiva de nuestra especie? Es decir, es genial para los hombres, porque podemos tener hijos con humanas. Pero la naturaleza está siendo super injusta con las vampiras. Ya de por sí son siempre pocas, pero encima eso.
No me perdí que todos los ojos de la mesa se centraron en nosotras dos. Pero más que en mi tía, en mí. Sin embargo, todos se apresuraron a disimular, excepto Aleksi. Su vista volvió a trabarse en la mía.
—Ciertamente lo es —contestó el tío Sam—. Ojalá la ciencia nos permitiera investigarnos mejor. Quizás, incluso se pudiese encontrar alguna alternativa.
—¿Algo así como fertilización in vitro? —preguntó Elliot.
—Sería una posibilidad —contestó Sam—. La verdad es que jamás hemos podido extraer un ovulo de una vampira. Las agujas no pueden penetrar nuestra piel, es imposible. Si los tuviéramos, podríamos estudiar la célula y quizás comprender científicamente porque esos óvulos no son capaces de ser fecundados hasta que no hay una marca.
Si él no lo sabía, menos yo. Hubiese querido decirles que la marca era como magia, porque así la sentía, pero tampoco podía jurarlo. No podía asegurar que la marca cambiara realmente algo en nuestros cuerpos, como si se activara un botoncito y eso convirtiera nuestros óvulos de atrasados en atractivos.
Y, además, era evidente que no era una regla certera. Aleksi era la prueba de eso. Su propia madre se embarazó de un humano, algo que todo el mundo creía imposible.
—Bueno, se pueden estudiar los de Kayla, ¿no? —terció mi hermano, de pronto, y casi escupo la bebida que me había llevado a los labios. Mamá lo retó, pero él se apresuró a decir que era una pregunta curiosa, no una exigencia.
Mi tío Sam puso los ojos en blanco.
—Mientras la piel de Kayla sea blanda, sí se podría —dijo—. Pero ella es igual semi humana. No sabemos cómo funciona exactamente su reproducción. Como decimos siempre, quizás ni necesite una marca. Quizás, en eso es más humana —añadió, para luego mirarme—. El día que quieras saberlo, me lo dices.
Arrugué la nariz. La conversación se estaba desviando demasiado.
—No por ahora, gracias. No tengo ganas de confirmar si realmente soy más fértil que el resto —le dije, con calma, pero la verdad, es que estaba ofuscada. No quería hablar de mí, no necesitaba que supusieran más cosas, no cuando me ocultaban la mitad de todas ellas.
Elliot se inclinó hacia mí, casi por encima de la copa de mi tía Alice, que estaba exageradamente callada.
—¿Y no quieres emparejarte? —preguntó mi hermano.
Arqueé las cejas hacia él.
—¿Y tú? —contraataqué.
Elliot puso los ojos en blanco.
—Soy demasiado joven —respondió.
—Sí, tienes razón —dije.
—La marca es algo hermoso —interrumpió mi abuela—. Pero no es la única forma de amar —añadió, sonriéndole a mis padres—. Así que no está mal desearla, tanto como desear no tenerla.
Pensé que con eso la conversación terminaría, más cuando mis padres se hicieron ojitos, profundamente enamorados, y nadie tuvo la valentía para cuestionar ese sentimiento. Sin embargo, no pasó mucho para que volviera a debatir sobre la fiesta y los posibles candidatos que mi tía pudo haber dejado sin catar.
Ni Aleksi ni yo dijimos nada durante ese rato. Mi tía se la pasó haciendo caras con cada nombre de los clanes amigos y dejó en evidencia que realmente se había acostado con todos ellos.
—Vamos, Al, al final los único que te quedan son tus primos —se rio el tío Allen y Elliot se sintió curioso sobre la posibilidad de marcarse con alguien de tu sangre.
Ahí, toda mi familia, incluidos Skalle y yo, nos estremecimos. Conocíamos bastantes historias turbias sobre las relaciones con familiares como para saber que nadie que tuviese varios siglos querría eso.
—¿Qué? ¿Por qué? —insistió Elliot—. No estoy diciendo que por ejemplo me marque con la prima Cecille, pero, por ejemplo, la prima Georgiana es mucho más lejana.
Aunque ahí todos se rieron, incluso mis abuelos, se entendió el punto. Cecille era la joven prima hermana de mi abuela. Aunque solo tenía sesenta años y se veía de unos perfectos y delicados veinticinco años, ella era, biológicamente, nuestra tía segunda. Georgiana, en cambio, tenía cuarenta y cinco años reales, y era la última hija del primo tercero de la madre de mi abuela. Pertenecía al mismo clan, pero, sin dudas, no tenía ya tanto parentesco directo con nosotros.
—Así que te gusta la prima Georgiana —musité, a lo que mi hermano se negó rápidamente, sin que nadie la creyera.
—No conozco gente que se haya emparejado con vampiros de un mismo clan —dijo mi abuelo, hablando directamente, por primera vez, en toda la cena—. Y aunque nuestro clan ya es otro, los Dubois son nuestros parientes más cercanos.
Mi hermano se mojó los labios.
—También lo son los Edevanne —nos recordó.
—No pienso poner un dedo encima de un Edevanne —contestó Alice, de golpe, con demasiada dureza.
En ese momento, realmente se terminó la conversación. Volví a mirar a Aleksi, pero él siguió en silencio, viéndome apenas, con su copa de sangre, sin respuestas para las dudas que cruzaban por mi mente.
Mi familia conocía poco y nada de las marcas, casi tanto como yo. Me pregunté si habría vampiros que la conocieran en profundidad, que la hubiesen estudiado aún de forma espiritual y mágica. Al parecer, la edad no era suficiente para entenderla, porque mi pareja era el más viejo en esa sala y apenas la estaba conociendo.
Y aunque no podíamos estar seguros de que la marca era igual para todos, yo sentía que estaban perdiéndose algo super básico. Si el lazo era tan fuerte incluso antes de tener sexo, podrías reconocer a tu pareja desde el momento en que la conociste, como me pasó con Hodeskalle. Era una atracción magnética, fuera de este mundo. Parecía sin sentido, sin lógica, como algo místico e, incluso, obsesivo. Pero cuando entendías lo que era, las piezas caían en el molde por sí solas. Comprendías que esa atracción era una señal y era imposible de evitar.
Por eso, aunque mi padre estuviese muy enamorado de mi madre, si su pareja aparecía él la sentiría en la piel y en la sangre y probablemente no podría evitar amarla. Lo mismo le pasó a la anterior pareja de Aleksi, que aunque no quiso hacerle daño, lo dejó porque el amor que sentía por su pareja marcada era indiscutible e innegable.
El destino de mi madre parecía ya dictaminado. Solo era cuestión de cuánto tiempo les quedaba juntos y yo no tenía corazón para señalarlo.
Pero eso no sería lo peor de todo lo que podía pasar con una marca. De alguna manera, yo sabía que mi madre encontraría su camino. Probablemente, sería difícil y horrible para todo el clan, pero ella tendría una eternidad de libertades. Podría enamorarse de alguien más.
En cambio, sí podías marcarte con alguien de tu sangre, si esta era lejana, la libertada se coartaba de una manera cruel y retorcida. Porque, sin dudas, marcarte con alguien del mismo clan que violó a tus antepasadas y desea hacerte una esclava... debe ser un destino peor que un corazón roto.
Miré a mi tía y noté el brillo apagado en sus ojos. El miedo y la angustia estaba floreciendo en ellos. Supe que estaba pensando lo mismo que yo. Eso, en verdad, sería peor que la muerte.
Era realmente tarde cuando la cena terminó y me encaminé lentamente hacia mi cuarto. Escuché pasos detrás de mi por los pasillos que salían del comedor, pero pensé que sería alguno de mis tíos, hasta que el aroma de Aleksi me rodeó por completo.
Me detuve y me giré, al mismo tiempo que lo hacia él.
—¿Qué haces? —le pregunté. Se había puesto las manos en los bolsillos y miraba las puertas que salían a uno de los jardines como si estas fuesen lo más interesante que existía a nuestro alrededor—. No me estarás siguiendo, ¿o sí?
El resto de mi familia se había disgregado hacia otros sectores de la casa, pero estábamos rodeados de empleados inmersos en sus labores, que pretendían no escucharnos.
—No, solo estoy recorriendo la casa —me dijo él, con el mismo tono que usaba antes, cuando me provocaba en las primeras semanas de conocernos.
Me acordé de cómo daba vueltas a mi alrededor, de cómo intentaba tener una conversación, y no pude evitar sonreír al entender el efecto de la marca, antes de que esta fuera evidente en nuestras pieles. El vínculo entre nosotros ya estaba determinado. Yo pensaba en él a menudo; Aleksi pensaba en mi y me buscaba por eso.
—Pues recórrela por otro lado —le dije, adrede, arqueando las cejas—. Lejos de mí.
Giré sobre mis talones y, en vez de seguir por el pasillo, salí al jardín. Caminé hacia los grandes setos que estaban contra la segunda muralla de nuestro moderno castillo de piedra, decorados con múltiples arbustos llenos de flores y pinos enormes. Ahí, la iluminación era puramente estética, pero confié en los pasos lentos y leves detrás de mi antes de colarme por entre las plantas.
No pasaron más que dos segundos antes de que el cuerpo de Aleksi entrara en ese pequeño espacio oculto, que de niña usaba para jugar a las escondidas. Su pecho de pegó al mío y mi espalda chocó contra la pared. La oscuridad se arremolinó alrededor de ambos en el momento en que su boca se apoderó de la mía.
Gemí, más por la excitación del momento que por otra cosa. Podríamos haber ido a mi cuarto, podríamos haber esperado, pero me di cuenta, mientras sus manos se movían por encima de mi ropa, buscando mi piel, que necesitaba eso. La cuota de peligro, el deseo ardiente y la sensación de su cuerpo contra mí, recordándome que, pasara lo que pasara, dijeran lo que dijeran, en dónde sea, él era mi marca y estaba a salvo en tanto estuviésemos juntos.
No sabía si necesitaba sentirme cobijada ahí solo de los otros clanes o si también sentía a mi propia familia como una amenaza, especialmente para nuestra relación. En definitiva, ahí ambos estábamos, desesperadamente, con besos y mordidas, rectificando en sus caras que no sabían nada de nosotros, que no tenían poder sobre nuestro amor.
—Solo estaba asegurándome de que no te desmayaras —dijo Aleksi, soltando mi labio inferior, después de morderlo con ganas. Su aliento me acarició la mandíbula antes de que su boca empezara a bajar por mi cuello—. Pero parece que malinterpreté tus miradas y tus reacciones, porque más que preocupación... tú tienes oscuros deseos, mi amor.
Me reí, lentamente.
—¿Ahora crees que me voy a desmayar todo el tiempo?
—Nunca vi a una vampira desmayarse —me recordó. Su lengua se acercó peligrosamente al inicio de mis pechos. Sus dedos tiraron con lentitud de los botones, abriendo el escote de mi camisa, revelando mi sostén de encaje blanco—. No me culpes por preocuparme por ti.
Llevé mis manos a sus pantalones. Acaricié por encima de la tela donde me esperaba mi parte favorita de su cuerpo, antes de desabrocharlo como él estaba haciendo conmigo.
—No te culpo —le dije, echando la cabeza hacia atrás. Le expuse mi garganta, pero él la ignoró completamente cuando sus manos acaloradas se encontraron con el elástico de mi sostén. Con cuidado, pasó los dedos por debajo y lo levantó para dejarme expuesta ante su boca hambrienta—. Tu sí me entiendes con solo mirarme...
Las palabras se me murieron. Iba a decirle que sí tuvo razón, porque sí comprendió mis dudas y mi incomodidad, pero sus labios se cernieron sobre mi pezón izquierdo y me deshice entre sus brazos. Me derretí por dentro y por fuera, como mantequilla blanda y salada. Su brazo, rodeando mi cintura, fue lo único que me mantuvo derecha.
Abrí las piernas y dejé que deslizara entre ellas, mientras su lengua trazaba deliciosos círculos sobre mí. Chupó y succionó y se me escapó un grito, extasiado. Solo ahí, me soltó.
—¿Qué tengo que entender con eso? —musitó, dándome un besito delicado y cariñoso en el pecho—. ¿Qué quieres que tu familia entera nos descubra aquí, mientras te como entera?
Sonreí, con los ojos clavados en el cielo oscuro sobre nosotros.
—Si no te gustara arriesgarte, no me hubieses seguido —le contesté, estirándome más hacia él, sirviéndole mis pechos de nuevo. Aleksi subió la mano que tenía en la cintura, hacia la base de mi nuca.
—Es que a ti te gusta jugar con fuego —se rio, deslizando los dientes por mi piel. Sus colmillos, que aparecieron de golpe, me rasparon las clavículas y el costado del cuello. Me tragué otro gemido.
—Tú eres el de las propuestas indecentes —le recordé, cuando me pegó de nuevo a la pared. Me besó con ganas debajo de la oreja y tuve veinte mil escalofríos, todos de un placer supremo—. Tu eres el que le propuso una noche de sexo a una inocente niña.
—Ay, la pobre e inocente princesita —dijo él. Había burla en su voz, pero el creciente bulto en sus pantalones se la había puesto demasiado ronca, deseosa—. ¿Me aproveché de ti, no?
—Sí lo hiciste —dije. No tenía sentido negarlo. Si lo hizo, y yo me aproveché de eso también.
—No podía perder la oportunidad —confesó Aleksi, usando la otra mano para hurgar debajo de mi falda. Me abrí más de piernas—. Quizás y hasta aceptabas.
Sus dedos corrieron mi ropa anterior y me quedé sin aire. Me aferré a sus hombros y se los apreté, dándole la orden silenciosa, hasta que se introdujo en mi lentamente, acariciándome con certeza y delicadeza.
—Aceptaría... una y mil veces más —respondí. Hundí la cara en su pecho y le mordí la piel de un pectoral que se escapaba por el cuello de su camiseta. Fue la única manera que tuve para no gritar a medida que aumentó el ritmo.
Mis colmillos salieron justo antes de acabar y lo liberé solo para trasladar mi boca a su garganta y actuar según el instinto que mandaba en mí. Aleksi soltó una exclamación que no pude entender y sus dedos se tensaron dentro de mi vagina.
Su sangre me llenó las venas y emborrachó todos mis sentidos. Me hizo explotar duro e intenso. Y aunque ya había experimentado decenas de veces eso con él, volví a sentirme abrumada por la calidad y el sabor de mis orgasmos.
—Diablos, conejita —susurró él, un minuto después, cuando dejé su garganta. Pasó la lengua por mis labios rojos, adornados con su sangre, y me besó bien profundo—. Casi que acabo yo también.
Le dirigí una sonrisa lobuna, nada tierna. Bajé mis manos por sus brazos y las deposité en sus pantalones, a medio desabrochar.
—Ese casi no me gusta —murmuré—. Tenemos que solucionarlo.
Tiré de sus jeans, lista para agacharme frente a él y hacerlo gritar de nuevo, pero me detuve en seco cuando escuché la voz de mi tía en el jardín, muy cerca de nosotros. Me congelé y me apreté contra Aleksi, que enseguida aumentó la oscuridad alrededor de nosotros, si era aún posible.
Los dos contuvimos el aire.
—Al, no te enfades —dijo mi tío Allen. Desde donde estábamos, detrás de los setos, pinos y arbustos, no podíamos verlos.
—¿Que no me enfade? —terció mi tía. Uf, estaba muy cabreada, cabreadísima. Me apuré a colocarme bien el sostén y a abrocharme la ropa, mientras paraba la oreja y me asomaba ligeramente. Logré ver la espalda de Alice, pero no a mi tío—. Soy mayor que tú y tan responsable por la seguridad de mi sobrina como cualquiera en esta familia.
Me tensé. Aleksi me abrazó, a modo de contención.
—Al, entiendes las implicancias de todo esto... —respondió mi tío.
—¿Entender? —lo interrumpió mi tía—. No, ya no lo entiendo. Cuando era una niña, estaba bien. Pero ya no lo es. Ella es merecedora de conocer las verdades sobre su propio cuerpo, vida y existencia como tú y los idiotas de tus hermanos. Es una mujer, Allen. Hecha y derecha. ¡Que, para tu información, está lista para tener una vida sexual activa y ustedes le retienen información que puede ser vital para ella!
—Es que aún es muy joven... aún no sabemos...
—¡Tiene veintiún años! —exclamó Alice, antes de que yo pudiese ponerme roja—. ¡No es culpa de ella si tú a su edad aún eras un virgo aniñado!
—Uf —silbó Aleksi—. Golpe bajo.
—Sh —lo callé yo, cuando mi tío Allen guardó silencio. Pude ver que mi tía se movía por el jardín, alejándose de nosotros, y relajé apenas los hombros. No se había dado cuenta de que estábamos ahí, pero cuando mi tío la siguió y continuaron discutiendo, sobre mí, básicamente, tuve deseos de seguirlos y aclararles que mi vida sexual no era su problema, pero en realidad, mi tía estaba peleando por mi libertad reproductiva cuando yo no podía hacerlo.
Sin embargo, a pesar de mis ansías, me quedé ahí, entre los brazos de mi novio, un buen rato más. No podíamos salir tan pronto, con la posibilidad de que estuvieran dando vueltas, así que solamente terminamos de acomodarnos la ropa.
—¿Tú crees que soy más fértil? —le pregunté, cuando él me limpiaba su sangre de la mandíbula, con magia—. Que las vampiras promedio. Por ser semi humana. Porque mi tía parece creer que ese es el secreto extra. Claro que no sabe lo que tu y yo sabemos.
Aleksi hizo una mueca.
—Es una gran posibilidad. Por eso debemos cuidarnos mucho cuando ovules.
Apreté los labios. Para las vampiras en general, incluso ovulando, era difícil concebir. Dos de diez, decían. Quizás, conmigo era seis de diez. Marcada, con él, quizás diez de diez. O no, no lo sabía.
Tuve un escalofrío, pero esta vez, al pensar en las posibilidades de embarazarme realmente de alguien que no fuese mi pareja. Pensé en su madre, obligada a concebir hijos de sus propios familiares, y en seguida mi mente divagó sobre la posibilidad de marcarte con alguien de tu sangre. Si era posible, aumentaría las posibilidades de concepción. ¿Pero era natural...o siquiera moral?
No le pregunté a Aleksi sobre eso. Si todos los vampiros veníamos de algún ancestro común, muy, muy antiguo, al final todos los clanes eran en cierto modo hermanos. Aleksi y yo, aunque lejanos, quizás tuviésemos algún gen compartido. La única forma de averiguarlo era hacernos una prueba de sangre y la verdad es que no sabía si valía la pena la molestia.
Él me dio un corto beso en los labios antes de pegar un salto y desaparecer en la oscuridad sobre mí. No me debatí siquiera por dónde se había marchado y bordeé la muralla, entre los setos, un par de metros más antes de salir al jardín, todavía inmersa en mis pensamientos.
No noté a mi tía hasta que me choqué de lleno con ella. Di un respingo y retrocedí, aterrada. La miré a la cara, al darme cuenta de que ella realmente no dejó nunca el jardín, y me encogí cuando noté su mirada afilada y calculadora.
—Bombón —me dijo—. ¿Qué hacías detrás de los setos?
Me puse derecha en un instante.
—Escuchaba como le decías virgen al tío Allen —respondí, saliéndome por esa tangente antes de que ella la sacara a colación. Mi tía suspiró y asintió, pero sus ojos se clavaron en mi cuello.
—Creo... que tu tío, tíos —se corrigió—, y tu papá y tu abuelo, todavía no se dan cuenta de lo... mucho que has crecido.
No supe por qué me estaba mirando la garganta, porque la que había mordido a Aleksi fui yo, no él. Me limité a sonreír y a agradecerle por pelear por mí. Ni siquiera me llevé un dedo al cuello. Hice como si nada.
—Sí, supongo que ya lo harán.
Alice arqueó una ceja.
—Oh, sí, me imagino que sí... —Me miró un segundo más y yo traté de deslizarme sigilosamente por el jardín. La forma en la que lo había dicho me asustaba un poco—. Oye.
Me frené en seco.
—¿Sí?
—No me dejen decírtelo —me dijo. Se había abrazado a sí misma y me observaba ya con pena—. Tu abuelo me obliga a callar. Es... un pacto. Solo él puede decirte la verdad.
No le contesté. La miré en silencio. Después de todo, yo había dado evidencias, con mis palabras, de que estuve escuchando toda su conversación con mi tío.
—Está bien —respondí. Era la primera vez que ella admitía saber realmente lo que ocurría y aunque no podía decirme la verdad, le daba un poco de luz al por qué toda mi familia callaba. Mi abuelo tenía un bozal para todos—. No te preocupes.
Ella suspiró. Sus ojos volvieron a clavarse en mi cuello. Retuve el impulso de tocármelo.
—Cuídate, ¿sí? —dijo, señalándomelo con un movimiento del mentón.
Se dio la media vuelta y se marchó tan rápido como Aleksi lo hacía a veces. Me quedé en silencio, en medio del jardín, por casi un minuto, antes de correr a mi cuarto y plantearme delante del espejo. Ahí, me estiré la piel de la garganta y solté un gritito ahogado cuando me di cuenta del problema:
Tenía una marquita, pequeña, debajo de la mandíbula, a medio camino hacia la oreja. La boca de Alek había hecho de las suyas y era evidente que no se dio cuenta de ello. Me tapé la cara con las manos, antes de empezar a hiperventilar.
—CA-RA-JO.
Otro capítulo que se nos va y aprovecho este para decirles que LLEGAMOS A LOS 600k <3 Y los pasamos haha <3 De verdad muchísimas gracias por tremendo apoyo, cada día veo más cerca el sueño de que esta historia llegue a papel, a librerías y a sus manos para quedarse para siempre con ustedes. No dejen nunca de recomendarla <3
Aprovecho para pedirles disculpas por los errores de este capi, porque es super tarde y no tuve tiempo de releerlo. Sepan entender. ¡GRACIAS!
No olviden seguirme en instagram, donde doy avisos sobre las actualizaciones (/anns_yn) y no olviden que los super amo <3
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