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Capítulo 27. Verdades bajo el acolchado

27: Verdades bajo el acolchado

Kayla

Jane no dijo nada mientras yo me arrastraba a mi cama y me escondía bajo mi acolchado. Se sentó junto a mis piernas y estuvo ahí, en silencio, durante larguísimo rato.

No sé tampoco cuando dejé de llorar. Era difícil para mi procesar que por un lado había un grupo de desconocidos tratando de preñarme y por el otro que mi familia no creyó conveniente informarme sobre el asunto.

Quería quedarme encerrada en ese cuarto por siempre, alejada de todo y de todos y quizás así, con el tiempo, se olvidarían de mí. Me sentí de esa manera por largos minutos, pero una vocecita dentro de mi me dijo que yo no estaba dispuesta a renunciar a mi vida y a mis objetivos por todo eso. Si mi vida resultaba ser corta, algo que en realidad sí temía, no quería pasármela encerrada.

—Sé qué te dije palabras muy crueles anoche —dijo Jane, de pronto. No podía verle la cara porque tenía la cabeza tapada con las sábanas—. Y por eso quería disculparme. Estaba tan asustada que no pensé en todas las veces que me has salvado la vida. Fui desconsiderada. Espero que... puedas aceptar mis disculpas. Pero lo entenderé si no quieres hacerlo.

Me destapé lentamente y la miré. La cara de Jane estaba empapada de una esperanza tierna.

—No estoy llorando por ti —le dije, limpiándome las mejillas con las manos—. No quería asustarte. Y entiendo cómo te sentiste anoche. Yo también lo siento, debí ser más comprensiva con tu miedo.

Jane apretó los labios y se arrimó más a mí.

—No sabía dónde me metía anoche. Si lo hubiese sabido, jamás habría ido. Menos te habría arrastrado hasta ahí. Te di muchos problemas.

Negué.

—No tenías porqué saberlo. Tu solo fuiste a divertirte y yo podría haber tenido mejor tacto —me culpé, justo cuando ella también negaba.

—Tu ya hiciste demasiado por mí...

—No tendría que haberte mentido. Estuvo muy mal de mi parte —seguí.

—Es que yo tampoco te dije porqué quería ir ahí, entonces sí es mi culpa —me interrumpió Jane.

—No, claro que no. Yo lo sient...

—¡Ya! —exclamó ella, estirando las manos hacia mí, de pronto. Logró sobresaltarnos—. Okay, de acuerdo. Nos quedó claro que las dos lo sentimos. Y... Creo que las dos necesitamos un abrazo.

Extendió los brazos y me invitó a acercarme a ellos. Se me aguaron los ojos otra vez y me erguí para alcanzarla. Nos fundimos con sonrisas nuestras caras y los pequeños minutos en los que estuvimos así alcanzó para sanar todas las heridas que pudimos habernos hecho.

—Lamento también haberte quitado tu cuarto esta noche —me dijo Jane, cuando nos separamos—. No parece que las cosas estén bien... ¿no?

Me desinflé como un globo y volví a mi lugar, con ganas de taparme de nuevo con las colchas. En realidad, no lamentaba haber dormido en otra cama, pero sí tenía razón al decir que las cosas no estaban nada bien.

—Es complicado —empecé—. Pero me alegro que igual estuvieras cómoda aquí.

Ella enarcó las cejas.

—Vives en una puta mansión. Yo creía que yo era rica, pero esto es otra realidad —me dijo, señalando mi cuarto—. Esto es nivel realeza.

Deseé reírme, pero me salió forzado.

—Mi abuelo tuvo muchos siglos para acumular la fortuna.

—Me imagino —soltó Jane, con un suspiro—. Bueno, en realidad no.

Yo no dije nada. La verdad, era difícil de asimilar. Si bien estaba acostumbrada a que mis abuelos o tíos contaran cosas de hacía doscientos años como si hubiesen sido hacía treinta, nunca había tomado la dimensión de lo que significaría para una humana como ella darse cuenta de que había gente altamente longeva. A mi ya ni me sorprendía la edad de Hodeskalle o que fuera más viejo que Cristo.

Ella también se quedó callada, pero pasó por encima de mis piernas, gateando, y se acostó a mi lado, después de agarrar de la otra mesa de luz una caja con un teléfono nuevo.

—El mío se rompió. Uno de esos hombres hermosos que tienes por parientes me lo trajo a modo de disculpa —dijo.

Supuse que se refería a mis tíos, porque Elliot debía estar acinado.

—No te dejes engañar —le dije, recordando entonces que le había enviado un mensaje de texto sin tener en cuenta de que quizás no había recuperado su teléfono—. Tienen más de cien años ambos.

Jane se encogió de hombros.

—¿Y cuántos años tiene tu amigo de la calavera? —soltó, dándome justo en la llaga. Sacó su teléfono nuevo de la caja sin mirarme. Yo me encogí entre las almohadas—. Para empezar, no sé tú edad real.

—Si tengo 21 —contesté, obviando su primera pregunta—. Y como habrás visto, mi hermano tiene de verdad 24. Porque está bien idiota.

Jane ni parpadeó al ver el último modelo de IPhone. El suyo era el mismo.

—¿Y tu amigo? —insistió y yo bufé. No sabía cómo mantener esa conversación y quizás era mejor hacerme la tonta—. ¿De verdad crees que no noté la divina cara que tenía ese hombre anoche? ¿O que son mucho más cercanos de lo que tu familia piensa? Lo cual claramente indica que ese es el socio de tu abuelo y que sin duda sí te estabas cogiendo a un anciano.

Agarré un almohadón y le pegué en el brazo.

—Que nadie te oiga —le gruñí—. Ya tengo suficientes problemas con ellos como para que encima se enojen conmigo por cogerme a Hodeskalle.

Ella se rió por lo bajo.

—No te culpo. De todos los hombres hermosos que vi en las últimas veinticuatro horas, y teniendo en cuenta que anoche vi muchos vampiros sin saberlo, él era el más lindo de todos. ¿Por qué usa esa máscara?

Le metió su chip al teléfono y lo inicio. Pareció más concentrada en eso que en la pregunta que me estaba haciendo, así que yo me abracé a la almohada con la que le había pegado y suspiré.

—Si la gente viera lo lindo que es, no le tendrían miedo.

—Sí, esa cosa definitivamente asusta. Y esa cara no, vaya.

—Pensé lo mismo la primera vez que lo vi —contesté—. Me qué sin aire y sin palabras.

Jane se giró hacia mí.

—¿Cuántos años tiene? —repitió, deletreándolo lentamente, como si yo fuese estúpida. Miré la sonrisa provocadora que surgía en su rostro y le dirigí una expresión de mortal fastidio.

—Bien —mascullé—. Tiene tres mil.

Se le cayó el teléfono nuevo de las manos y soltó un grito ahogado que casi sonó como un "Qué". Tuve que ignorar su expresión de shock y me estiré para agarrar el celular de entre sus piernas. Se lo puse entre los dedos y le di un leve sacudón.

—¿Tres mil? —repitió ella, reaccionando—. ¿Hablas de tres mil malditos años? ¿Cómo las pirámides de Guiza?

Puse los ojos en blanco.

—Las pirámides de Guiza son más viejas.

—¡Y eso qué! ¡El calaveras es más viejo que Jesús! —exclamó, dejando caer el teléfono otra vez—. ¿Aún se le para?

Esta vez, le di más fuerte con el almohadón. No creía que Hodeskalle estuviera todavía cerca, pero cualquier miembro de mi familia sí podía estarlo.

—Calla —le urgí, en un susurro—. Los vampiros tienen buen oído. Si alguno de mis tíos, o mi mamá o mi abuela están en el pasillo... ¡ya estoy muerta!

Ella se tapó la boca con ambas manos y entonces nos quedamos las dos calladas, mirando el techo, conteniendo nuestras respiraciones. No oí a nadie en el pasillo y me relajé poco a poco, minuto después.

—Ya tuve demasiado drama por hoy —susurré.

Jane recuperó su teléfono nuevo, se abrazó a él y se giró hacia mí.

—¿Por qué? Dijiste que no se debía a mi —preguntó, con un hilo de voz—. ¿Entonces por qué estabas tan mal?

Arrugué la frente y miré a cualquier lado que no fuesen sus ojos. Tenía que explicar muchísimas cosas desde cero para que ella entendiese la naturaleza de mi problema. Si no comprendía cómo funcionaba mi especie, no podría comprender cómo esto me afectaba de manera tan profunda.

—Mi familia entera me ocultó un asunto enorme que tenía que ver con mi seguridad —dije, porque no se me ocurría de que otra manera comenzar—. Es un poco difícil de explicar, pero en nuestro universo todos vivimos en clanes. El nuestro tiene mucho poder, como habrás visto. No solo poder económico sino que somos... como realmente la realeza entre los clanes de vampiros —añadí, usando las palabras que ella había usado antes—. Somos educados, finos, no cazamos personas...

Ella arrugó la nariz.

—Es cierto que nadie intentó chuparme la sangre.

—No —le dije, pero no pude sonreír—. Pero mi abuelo antes de fundar este clan decidió irse del suyo porque no estaba de acuerdo con muchas prácticas y costumbres horrendas. Él... vio sufrir a su propia madre por eso y decidió que no quería eso para mi tía y para mí o para cualquiera hija o nieta que tuviese.

Jane se mantuvo impávida. Su falta de reacción fue más bien por confusión que por otra cosa.

—¿Costumbres? —repitió, con la boca ligeramente abierta.

Me mordí el labio inferior.

—Desde tiempos muy antiguos, las vampiras estuvieron obligadas a darle hijos a sus propios familiares antes de poder encontrar una pareja —expliqué, lentamente. Pude ver cómo sus pupilas se dilataban, ahora sí por el horror—. Nuestra especie no se reproduce tan fácilmente como la humana, por eso... solo hay dos formas de tener bebés: con tu pareja, tu alma gemela... o con una persona de tu misma sangre.

Ella hizo un esfuerzo por seguir quietecita en su lugar, pero le temblaba el cuerpo y supe que su mente estaba divagando fuerte y lejos.

—Hay mucho que no entiendo ahí —contestó, haciéndose un bollito.

Asentí.

—¿Qué quieres que explique primero? —pregunté. La vi dudar. Sus dedos se aferraron al acolchado con nerviosismo.

—No sé qué es lo más importante en la historia —admitió, por lo que yo tomé la decisión de empezar por lo obvio.

—Las vampiras pueden tener sexo con cualquier hombre, ya sea con humanos, vampiros de sangre, es decir nacidos, o vampiros convertidos. Pero no pueden embarazarse. Para tener un bebé, necesitan encontrar a su alma gemela y marcarse —expliqué. No quería enredarme mucho, porque lo haría demasiado complicado—. La marca es... un momento especial para toda pareja de vampiros porque sucede cuando tienes sexo —Ahí, Jane enarcó las cejas—. Y solo se da entre vampiros de sangre. Mis abuelos se marcaron y pudieron tener hijos, por ejemplo. Pero mi tía Alice no puede tener hijos porque aún no ha encontrado a su pareja.

Dejé un espacio para que lo procesara, pero Jane no dejó ni un segundo de espera. Abrió la boca y lanzó una pregunta tras otra:

—No puede tener hijos sin su pareja, pero recién dijiste que sí podía con un familiar. ¿Entonces? ¿Se puede las dos? ¿Y qué es la marca? ¿O sea... es una marca literal?

Esta vez, curvé un poco las comisuras.

—Sí. La marca es el sello que aparece en el cuerpo del vampiro una vez que encuentra a su alma gemela. Es un símbolo de la misma. Es más fácil concebir con tu pareja que con un familiar... pero el punto no es la facilidad —repliqué—. El punto es que hace siglos no se le permitía a las mujeres de los clanes buscar a sus parejas hasta que le dieran un hijo a su clan. Y obvio, muchas eran forzadas. Mi bisabuela, la mamá de mi abuelo, fue forzada por su medio hermano, el papá de mi abuelo. Y así sucedía todo el tiempo en todo el mundo. Y como era difícil concebir con un familiar, podían pasar siglos atadas a ese sufrimiento.

Jane se tapó la boca con los dedos.

—Eso es violación —musitó—. ¡Tú bisabuelo violó a tu bisabuela, que era su hermana! —dijo, con tono ahogado.

Yo asentí, lentamente.

—¿Entiendes por qué mi abuelo se separó de ese clan e hizo uno nuevo? —dije, y ella afirmó con la cabeza, sin destaparse la boca—. Con el tiempo los clanes abandonaron esas costumbres... Pero acabo de enterarme de que el antiguo clan de mi abuelo se quedó sin mujeres y que han considerado que mi tía Alice y yo les debemos algo.

El color abandonó la cara de Jane. Mis propias palabras me sonaron ajenas mientras ella se mordía las uñas. Sentí que la mayoría de la energía de mi cuerpo se me escapaba por la boca con el suspiro que dejé salir.

Me acordé lo que Hodeskalle me había contado de su madre y de la cantidad de años que había sido presa de humillaciones por no cumplir con algo tan simple para su clan como darles un hijo antes. Me imaginé qué pasaría conmigo si mi clan no podía protegerme y si terminaba en sus manos. Podría pasar años sometida.

—¿Esos que nos atacaron anoche eran... de ese clan? —musitó Jane, con la voz quebrada—. Querían llevarte para que les des hijos.

No pude asentir esta vez. No pude decir una sola palabra más. Las lágrimas se me escaparon otra vez de los ojos y se me hizo un nudo enorme en la garganta.

Jane me observó con pena. Ahogó un gemido angustiado y luego se arrimó a mi para abrazarme y limpiarme las lágrimas de la cara.

—Estarás bien, Kay. Tu familia no va a dejar que nada te pase. Ellos no van a obligarte a nada —dijo, tratando de consolarme.

—Es que no lo entiendes —hipé, como una niña pequeña—. ¡Mi propia familia me ha estado mintiendo en la cara! Me ocultaron todo esto y pusieron a Hodeskalle a seguirme, en vez de decirme de frente que mi vida estaba en peligro.

Se hizo un momento de silencio en el que solo se oyeron mis quejidos ahogados. Seguí limpiándome las lágrimas solas, pero cada vez que repasaba mis palabras y toda la situación, volvía a empapar mis mejillas como si fuese una canilla rota. Corría y corría.

Durante todo ese rato, mi amiga se limitó a observarme y a tomarme la mano.

—¿Hodeskalle te cuida? —dijo, de pronto.

Súbitamente me acordé de que si Hodeskalle me cuidaba era porque tenía unos poderes terroríficos y quizás era el único que podía salvarme de ese clan espantoso. Me acordé que ya no sentía miedo cuando estaba con él, porque no había nada más terrorífico en el mundo. Todas las demás cosas horrorosas le temían.

—Sí —admití, limpiándome la cara, ahora por última vez. Comprender que sería, en realidad, imposible que ese clan se me acercara de nuevo me calmó de golpe. Anoche, las cosas se le habían salido de control a Skalle por culpa de Elliot y el clan Parissi, pero eso no volvería a pasar—. Mi abuelo lo llamó para que, evidentemente, cuidara de mi por esto.

Me salió como un reproche, pero ahora que veía el grueso del problema, ya no me parecía tan malo. Lo que detestaba no era que Hodeskalle invadiera mi vida, detestaba que no confiaran en mi para decírmelo. Si me lo hubiesen explicado desde el principio, si me hubiesen participado de mi propio peligro, habría aceptado a Hodeskalle, aunque fuera a regañadientes. Preferiría tenerlo cerca a él que al clan de mi bisabuelo.

—Pero no te disgusta Hodeskalle —dijo Jane, sopesando cuidadosamente las palabras—. Porque él te gusta. Entonces... ¿te molesta en sí que no te lo dijeran?

Asentí y exhalé con lentitud.

—Siempre fui inferior al resto —le dije, y estiré mi brazo lleno de magullones hacia su cara—. ¿Lo ves? Soy más débil, más blanda. Supongo que también me consideran blanda de mente como para no poder llevar esto encima.

Jane apretó los labios.

—Sé que son situaciones diferentes, porque tú si perteneces a este mundo, pero tu también me mentiste porque creíste que no podría llevar esto encima. Y entiendo que no tenías cómo explicármelo tampoco y en este caso tu familia sí. Así que creo que es lógico que te sientas de esa manera, ¿pero blanda? Eres un vampiro, ¿no son duros?

Arrugué la nariz y me giré en la cama. Miré el techo de mi cuarto y negué lentamente con la cabeza.

—Soy una rara mezcla de uno en un millón. Nací de mi madre humana, mitad humana mitad vampiro, cuando debería haber nacido por completo vampiro. Porque no importa si tu madre es humana, siempre nacen vampiros. Yo soy rara, yo soy diferente —musité—. No bebo sangre porque no me gusta. Por eso tampoco me recupero rápido de mis heridas. Soy más lenta, más débil. Mi piel no es dura como el granito. Gian pudo lastimarme con una cuchilla y en la piel de mi hermano la cuchilla se hubiese partido. Quizás ni siquiera sea inmortal...

Ella no hizo más preguntas. Nos quedamos en la cama sin hablarnos y sin mirarnos hasta que sonó el teléfono de mi habitación y Jane respondió aceptando la comida que nos ofrecían desde el área de servicio.

Se sentó en la cama entonces a programar su nuevo teléfono y pasó un rato respondiendo mensajes, entre ellos el mío, que ingresó en su buzón de Whatsapp apenas lo encendió. Vi su respuesta y le dirigí una mirada incrédula, a lo que Jane se rió.

—No te voy a describir el tamaño de su pene —le respondí, arrancándole una carcajada.

Me dí la vuelta para ver la otra pared, pero Jane se lanzó sobre mi espalda y me mató a preguntas poco discretas. Quería saber todo de Hodeskalle y no volvió a sugerir nada sobre sus posibles incapacidades. Más bien conjeturó, con justa razón, que debía ser muy experimentado y que seguro no había tipos que fuesen tan buenos como él.

Fue fácil alejarnos de las mentiras de mi abuelo, de los peligros fuera de casa y de mi condición de semi humana. Cuando hablas de sexo, las cosas se vuelven vergonzosas y graciosas y a ella le pareció fascinante, oscuro y sensual que tuviésemos sexo como un pacto.

También creyó, justo como yo, que esa relación secreta con Hodeskalle en la cara de mi abuelo, bajo su techo, bajo sus propias reglas, era mi única forma por el momento de pagársela.

—¿Y él estaba ahí en la charla con todos? —inquirió ella, después de que nos trajeran la comida. Yo había tenido un día horroroso y me acompañaba un gran nudo en la boca del estómago, pero no era tan grande como para rechazar el almuerzo tardío—. ¿Y no contradijo tu versión, sino que tu versión de anoche es la misma que él le dio a tu papá y tu abuelo?

—Sip —dije, metiéndome un pedazo de zanahoria en la boca—. Si no, nos delataríamos.

Ella frunció el ceño.

—No sé, me parece gracioso que tu abuelo lo tenga ahí como soldadito, pero él es más bien como un doble espía, ¿no? Le hace creer a tu abuelo que juega para él y no es tan así.

Me encogí de hombros.

—Creo que Skalle solo juega para sí mismo —contesté, pero no estaba nada segura de eso.

¡Mil gracias a todos por su tremenda espera! Rendí mi examen, pero no sé si salí bien, por lo que tendré que estudiar una semana más y tampoco habrán capítulos más seguido.  Hasta el 11 o 12 de diciembre es probable que no actualice, les pido perdón. 

Pero por lo demás, ¡gracias por releer y por casi darnos 340k! Son los mejores. 

Espero que este capítulo haya clarificado un poco más algunas dudas sobre las marcas y sobre la manera en la que los vampiros se reproducen, pero no se preocupen que todavía falta para cerrar este tema. En el próximo capítulo, tendremos bombas por parte de Jane, ¡ojo! Y la revelación de Kayla-Hodeskalle como pareja no está lejoooos <3 Espero seguir teniendo su apoyo!

Los veo el próximo capítulo, ¡los amo!

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