Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26. Buenas intenciones

26: Buenas intenciones

Kayla

Las palabras de mi abuelo no me causaron impresión, pero para todos los que estaban presentes en la sala sí deberían haberme sacado de quicio. Por supuesto, me molestaba que siguiera mintiéndome, aunque ya no me molestaba que Hodeskalle estuviera cerca de mí. Así que usé esa indignación para conferirle a mi voz un tono desesperado.

—¿Qué? —gazné—. ¿Por qué?

Estaba harta de preguntar porqué y creí que él no me lo diría ni siquiera en ese momento, pero mi abuelo suspiró y cambió drásticamente su expresión corporal.

—Tenemos muchos enemigos, Kayla. Muchos clanes que están tratando de arrastrar a cualquiera de mis hijos y nietos a tratos terribles o peor, a la muerte. Intentan extorsionarnos, exigir favores por la vida de cualquiera de ustedes —contestó, antes de mirarme fijo—. Lo que hoy pasaste fue un ejemplo. Y quiero que Skalle te vigile para quedarme tranquilo de que ninguno de ellos pueda hacerte daño.

Lo miré, con la boca abierta, sorprendida por sus palabras suaves. Ya no era el policía malo, ahora era el policía preocupado.

—Elliot te metió en un enorme problema con el clan Parissi y por suerte Skalle logró rescatarte —siguió papá—. Como él tuvo que... matar al jefe del clan para proteger al nuestro, y sobre todo a tu hermano, es probable que recibamos muchas repercusiones y mayores intentos de ataques por parte de sus hombres, exactamente como el que tuviste ayer.

Negué con la cabeza, antes de que mi abuelo o mis tíos dijeran algo más.

—Escuché claramente lo que dijeron los vampiros que se metieron a mi auto —contesté—. Vieron mi placa y dijeron que era una lástima que no pudiesen tenerme, porque era obvio que planeaban mantenerme con vida para alguien más. Por eso sí iban a matar a Jane. Esos no eran del clan Parissi.

Mi abuelo carraspeó.

—Sí, lo eran. Tenían información de todos nosotros y agarraron a Elliot antes que a ti —contestó—. Pero por eso mismo, Kayla, queremos protegerte.

—¿Y por qué no empezaron por esto antes? —gruñí—. ¿Por qué no admiten que Hodeskalle me estaba siguiendo a mi y no a Elliot?

Ninguno en la sala parpadeó, ni siquiera Hodeskalle.

—Él no te estaba siguiendo, Kayla, por enésima vez —insistió el abuelo—. Pero ya que sabes cómo están las cosas, es mejor que sí lo haga.

Rechiné los dientes porque tenían muy en claro, al igual que yo, que no había por dónde más agarrarlos. No tenía pruebas de que Hodeskalle me estuviese siguiendo antes más que mencionar la noche en la que Gian me atacó. Y contarlo, en ese momento, lo pondría en mayores problemas a él que a mí, porque ya les había mentido. No quería que Hodeskalle se llevara la bronca por mi culpa.

—¿Al menos te disculparás conmigo por haberme tratado así, cuando yo no hice nada malo? —tercí, levantando la mirada hacia el rosto de mi abuelo.

Se le arrugó la frente y noté que su orgullo le impedía sincerarse, pero que igual no se sentía a gusto con nada de eso. Entendió que su enojo había sido desmedido y que yo tenía razón.

—Lo siento, hija —dijo él, apretando los labios—. No debí tratarte así ni hacerte sentir que esto es culpa tuya. Tienes razón, no debí... atacarte de esta manera.

Lo miré, en silencio, pensando en la sinceridad de sus palabras, cuando la mayoría de lo que dijo esa noche eran mentiras.

—Si tanto lo sientes entonces me dirás si el clan Parissi es nuestro único problema actual o ya hemos tenido ataques de otros. ¿Vas a poner a Hodeskalle a seguirme como perrito faldero, contra mi voluntad, vulnerando toda mi intimidad, sin explicarme bien de qué va todo? —dije, con un tono irritado. Se suponía que ellos creían que yo lo detestaba.

Noté como se miraban entre ellos y como Hodeskalle ladeaba la cabeza. Sus ojos eran los únicos clavados en mi y esperé que después de haber pasado la noche juntos, no lo creyera como mi familia.

Mi abuelo y mi papá finalmente se sentaron y después de dirigirme unas expresiones supuestamente arrepentidas por cómo comenzó esa charla, se aclararon la garganta.

—Como te dijo tu abuelo antes —empezó papá—. El clan Parissi no es el único que nos ha estado pisando los talones. Hay varios que envidian nuestra posición económica y social dentro del mundo vampírico, así como el lugar que ocupamos en el humano y nuestras disposiciones de bancos de sangre.

—Hoy por hoy, con las investigaciones humanas sobre desapariciones y repentinos ataques de anemias en la población, los clanes deben cuidarme más de no salir a la luz —siguió el tío Sam—. Hay varias universidades y hospitales que están llevando a cabo estudios empíricos sobre brotes de anemia sin explicación alguna, lo cuál pone en riesgo a nuestra especie. Los clanes como los de Vigo Parissi no tiene conducta, no saben cuidarse. Los convertidos están resultando un riesgo terrible.

—Tu ya lo sabes. Nosotros tenemos la mayor cantidad de bancos de sangre del país y también tenemos varios internacionales. Podemos pagar por las donaciones en los países en las que la ley lo permite y eso mantiene a nuestra familia y allegados alimentados. Y nos sobra, claro, lo cual se redistribuye en la población humana que lo requiere —dijo el tío Allen, tratando de mostrarse afable de nuevo—. Eso nos pone en el ojo del huracán y tenemos otro clan presionando para comprarnos un par de bancos. No lo hemos vendido hasta ahora porque tu tío Sam cree que es un clan poco ético.

Miré al tío Sam, esperando que aclarara a qué se refería. Él era el médico, así que seguramente tenía que ver con la ética del paciente-profesional.

—¿Poco ético? ¿Cómo el de Vigo?

—No tienen aprecio por la vida humana —contestó Sam, con un suspiro—. Nosotros tomamos lo justo y necesario de los bancos y nos encargamos de que todos nuestros hospitales tengan las trasfusiones que necesitan. Donamos mucha a otros hospitales públicos del país y del exterior para satisfacer la demanda. Este clan no hará nada de eso. Es más, intuyo que podría llegar a usarlo para captar humanos y abusar de su caridad.

—¿Y por qué este clan es un problema para nosotros? —inquirí, con seriedad.

El tío Sam hizo una mueca.

—Porque mientras más trabas les pones y más nos negamos a sus ofertas, más agresivos se ponen.

—Pues que compren otro banco —tercí yo—. Seguro hay otros clanes que son dueños, o incluso pueden comprarlos a los humanos....

—Ese no es el único asunto —me interrumpió mi abuelo. Su tono fue grave—. Y esta es la parte más delicada de todas.

Llamó mi atención que mirara el suelo con fijeza, como si quisiese fundirse con él. Tenía las uñas clavadas en el posa brazos y aunque su voz fue baja, se lo notaba nervioso.

—¿Qué tal delicada? —murmuré, sintiendo un escalofrío recorrerme la columna. Por la manera en la que estaba él y sus palabras, todo lo que habían dicho hasta ahora eran puras tonterías.

Mi abuelo exhaló lentamente y papá a su lado se mordió el labio inferior. Durante casi uno minuto, ninguno dijo nada. Parecían prepararse y eso me generó mucha ansiedad.

—Muchos clanes de vampiros de sangre están escasos de vampiras —dijo el abuelo, al fin—. No somos la excepción. Como la gran mayoría, tenemos muchos más hombres que mujeres. Tu tía y tú serían una bendición en cualquier clan y, aunque lo son para nosotros por otros motivos, también serían bienes codiciados, de altísima demanda...

El escalofrío lo sentí de nuevo, más intenso que nunca. Intenté no ver a Hodeskalle, que comenzó a pasearse por el borde extremo del despacho.

—¿Bienes? —tercí, a punto de indignarme, pensando que él nos estaba llamando a mi y a la tía Alice como tales.

—Muchos clanes vieron y ven a sus mujeres como bienes —respondió mi abuelo, derrumbándose en el sillón, como si de pronto estuviese muy cansado—. Bienes que solo sirven para darle hijos al clan. Son valiosas porque pueden parir.

—Eso ya es viejísimo —contesté, irguiéndome en mi asiento. Esa conversación no me gustaba nada. No tenía ni idea de a dónde iba a parar, pero en el fondo tenía muchísimo miedo de que mi abuelo estuviese por sugerir una práctica antigua dentro de nuestra familia—. ¡Nadie lo hace!

Él suspiró de nuevo.

—La mayoría de los clanes lo dejó atrás hace mucho, incluso mucho tiempo antes de que naciera tu abuela, por la posibilidad de embarazar humanas sin que esto se considerara un pecado atroz —dijo—. Pero la escases de vampiras en estas últimas décadas, más bien en este último siglo, ha puesto a los clanes en una actitud peligrosa. No están naciendo mujeres ni siquiera de humanas.

Al notar el pánico grabado en mis ojos, papá se apresuró a intervenir.

—Esto no es algo que debería interesarnos, porque no tenemos apuro en aumentar nuestro clan —aclaró, estirando una mano hacia mi, antes de que yo empezara a hiperventilar—. Tu tía busca a su pareja para tener un hijo, tus abuelos también buscan uno. No es algo que nos quite el sueño.

—Llegaran cuando tengan que llegar —dijo el tío Sam.

—O quizás nunca —añadió Allen, con la cara de un tipo que jamás pensaba emparejarse.

—¿Y entonces? —mascullé, a punto de saltar fuera de mi sillón. Entonces, vi que Hodeskalle había rodeado la estancia y ahora estaba apoyado en una de las bibliotecas más cercanas a mi—. ¿Cuál es el punto?

El abuelo me miró con muchísima pena y temor. Brillaba en sus ojos.

—Que hay clanes, sin mujeres, que comparten sangre con nosotros. Contigo y con Alice. Y ellos lo saben.

Estuve a punto de caerme del asiento, pero de la impresión y del miedo. Mi tío Sam llegó a mi antes que nadie más y me sujetó de la cintura antes de que tocara el suelo. Me pidió que me calmara, que todo estaría bien y que no dejarían que nada me pasara, pero mientras yo deseaba darme la cabeza contra la pared por no haber pensando en el clan de mi bisabuelo antes, sentí un mareo terrible.

Estaba completamente segura de que los vampiros que me atacaron en el auto con Jane no pertenecían al clan Parissi. Habían hecho referencia a que me necesitaban y ahora entendía para qué. Estuvieron a punto de secuéstrame y hacer uso de una antigua norma conmigo, contra mi voluntad, contra la de toda mi familia.

—Kayla —dijo Sam, dándome golpecitos en la mejilla— Respira conmigo.

—Querían... hacerme... —balbuceé.

No pude completar la frase ni seguir las indicaciones de mi tío. Solo escuché la voz de Hodeskalle por encima de mi cabeza:

—Deberían recostarla.

Mi tío quiso recogerme del sillón para llevarme al otro, más grande, pero lo aparté de un manotazo en la mandíbula. Tenía temblores en todo el cuerpo por culpa del terror, pero no pensaba permitir que esa debilidad me dominara más tiempo.

Tomé todo el aire que podía por la nariz y me aferré al asiento antes de que pudieran decir nada más, porque lo que más me seguía doliendo de todo eso fue que me lo ocultaran.

—¿Por qué... no me lo dijeron antes? —susurré, corriendo a mi tío para ver a mi abuelo. Él se había puesto de pie y estaba a mitad de camino de mi asiento. Apenas si me percaté de que Skalle se había aferrado a mi respaldo—. ¿Cómo pudiste ocultarme algo tan grave...?

—Por esto mismo no queríamos que lo supieras... —susurró mi abuelo—. No quería que vivieras con miedo, con preocupaciones... que dejaras tus actividades humanas.

—¿Entonces preferiste mentirme, poner a Hodeskalle a seguirme como una niñera, y luego retarme porque lo descubrí? —casi que chillé. Agarré del hombro a mi tío Sam y lo usé para ponerme de pie—. ¡Y seguiste mintiéndome en la cara hasta hace cinco minutos!

Ninguno pudo mirarme a la cara.

—No te estamos... —empezó mi papá, pero yo me giré en su dirección, tambaleante y con un sudor frío pegado a la espalda, y lo interrumpí.

—¿Me vas a decir que mi vida corría peligro y ustedes lo sabían desde hace rato y no mandaban a nadie a protegerme? ¿Me vas a decir que sabiendo que el clan de mi bisabuelo es la primera y más jodida opción, que podría desear una mujer de su sangre, me dejaron dando vueltas por ahí como si nada? A mi no me vengan con estupideces.

Esquivé el sillón y negué, agitando los brazos también, cuando todos intentaron detenerme. Pasé junto a Skalle y ni siquiera lo miré. No podía hacerlo delante de todos, aunque deseara, aunque sea una de sus vistazos para confortarme.

Llegué a la puerta, la abrí de un tirón y salí al pasillo a trompicones. Necesitaba alejarme de mi familia lo más pronto posible e ignoré las ordenes de mi abuelo para que regresara ahí dentro y conversáramos.

Sinceramente, no quería escucharlos. Sabía que existía un motivo importante por el cual Hodeskalle podría estar siguiéndome, pero jamás pensé que fuera algo como eso, algo que atentaba contra mi persona directamente y que no tenía como objetivo a mi clan en sí. Era demasiado personal y ellos debieron habérmelo explicado.

Llegué al vestíbulo y me derrumbé en el suelo. El mayordomo mayor, que pasaba por ahí, me vio y quiso venir a asistirme cuando también apareció mi abuela. Cuando la miré a los ojos recordé que también lo sabía y que me lo ocultó por semanas.

—¡Kayla, cariño! —dijo ella, corriendo hasta mí.

—No te me acerques —le espeté—. No necesito nada de ti ahora.

Me puse de pie sola, justo cuando mi papá y mis tíos aparecían por el pasillo detrás de mí, tratando de darme explicaciones vagas. Hodeskalle venía detrás de ellos, en silencio, pero sus ojos estaban clavados en mí.

—Kayla, hija, por favor...

—¡No quiero que ninguno de ustedes me dirija la palabra! —exclamé—. Estoy decepcionada, frustrada y asustada y no precisamente por los otros clanes. ¡Estoy decepcionada porque mi propia familia no ha confiado en mi para decime cosas que tienen que ver con mi cuerpo, con mi decisión y mi futuro! Mi libertad reproductiva, mi libertad en general, está en juego y no pensaban decírmelo. ¡Ahora, si al menos les queda un gramo de respeto por mi persona, déjenme en paz!

Nadie me detuvo esta vez. Di tumbos por toda la casa hasta alcanzar la puerta de mi cuarto. No pensé en que le había mandado un mensaje a Jane y que aún no tenía respuesta, ni tampoco recordé que quizás tenía la puerta cerrada. Solo la empujé y las piernas me fallaron justo cuando la puerta cedió.

Jane pegó un gritito, pero cuando se dio cuenta de que era yo salió de la cama. Como no pude levantarme del suelo y me largué a llorar ahí mismo, ella me alcanzó, preocupada.

—¿Kayla? —preguntó, poniéndome una mano en el hombro. Su tacto fue demasiado suave, aún temeroso—. ¿Estás llorando por mi culpa?

No la miré a la cara. Fui hasta ahí porque mi cuarto era mi único refugió y quería esconderme entre mis sábanas, aunque mi amiga no quisiese verme aún. No me importaba ya eso. Solo quería mi lugar de vuelta.

—No —dije, finalmente, con la voz quebrada.

No pude decirle nada más. Era demasiado para explicar y solo me salía llorar. Me sentía traicionada y burlada y aunque quizás ella se sintió así conmigo, no tenía punto de comparación; no cuando era tu propia familia, quienes te criaron y te acompañaron en cada paso desde que tenías memoria los que te ponían el puñal por la espalda. Las buenas intenciones que mi abuelo decía tener no alcanzaban.

Jane me apresó ligeramente el hombro, pero al final me rodeó con los brazos. Aunque esa no era una disculpa por los gritos y las palabras que me dio la noche anterior, era una muestra de aceptación que me ablandó las penas.

Lloré y le dije mil veces que lo sentía. Ella no contestó nada por un largo rato; solo se dedicó a palmearme la espalda, a correrme el cabello de la cara y a estar ahí para mí. No fui muy consciente de la puerta de mi habitación cerrándose lentamente, por sí misma, pero cuando las lágrimas se me secaron y nos encontré solas, a ambas en el suelo, no tuve duda de quién había sido.

Antes, cuando dejé el despacho, deseé poder contar con su apoyo, de cualquier manera posible. En ese momento entendí que sí lo tenía. Porque aunque no pudiera verlo, ahí estaría. 

¡Sorpresa! Me apresuré a terminar este capítulo para ustedes hoy porque no estaré en mi casa en todo el fin de semana y a partir del lunes debo internarme de nuevo a estudiar para aprobar (esta vez sí XD). Por eso, les pido paciencia para toda la semana próxima y perdón porque este capí es un poco más corto que el resto.

De verdad espero que les haya gustado y espero ver sus opiniones sobre este tema y lo mal que maneja la familia de Kayla este tema de los secretitos y sobre decir o no decir las cosas. Presten atención a las palabras de Kay en varios momentos de este capi, ¿sí?

Deséenme suerte y mándenme buenas vibras para así salvar mi materia en la Uni. ¡Los amo mucho!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro