Capítulo 18. Leyendas y verdades
18: Leyendas y verdades
Salí a la superficie y me agarré de sus brazos. Skalle me recibió con gusto y no me apartó cuando enredé las piernas en su cintura.
—¿Te gustan las piscinas privadas? —inquirí, colgándome de sus hombros. Pataleé en el agua y tiré de él para que nadáramos juntos.
—No he estado en ninguna antes —admitió y yo lo miré escéptica.
—¿Nunca? ¿Qué has estado haciendo en estos 3.000 años? ¿Sacrificando vírgenes?
Me reí antes de que él empezara a hacerlo. Negó y, sujetándome de la cintura, me llevó contra una pared. Sus labios se presionaron contra los míos. Su rodilla se coló entre mis piernas y su muslo frotó duro entre ellas. La euforia por su sangre me desató, pero antes de que pudiese meter la lengua en su boca, Skalle se apartó.
—Me gustan más las mujeres experimentadas —rio, nadando lejos.
Fruncí el ceño y arrugué la nariz. Lo observé darme la espalda y decidí que no me quedaría con las ganas esa noche. Luego, me pasaría los días lamentando por no haber continuado.
Me lancé tras él, pero Hodeskalle me esquivó a tipo y nadó fuera de mi alcance hasta que la piscina se convirtió en un remolino. No fui capaz de atraparlo, aunque me impulsé con los pies en las paredes y utilicé toda la energía que me había dado su sangre.
Él se rio de mí y jugó, esquivando y previendo todos mis movimientos. Podría haberme frustrado, pero me pareció muy divertido. Hacia añares que no jugaba de esa manera y no podía creer que un vampiro milenario como él se prestara para algo tan tonto.
—Vamos, conejita —me retó—. Eres mejor que esto.
—¡Ya cállate! —le espeté, sin parar de reírme. Él se ajustó a mi posición, viéndome venir, y yo cambié de dirección a último momento. Me di la vuelta y aproveché su desconcierto para arrojarle agua a la cara—. ¡Atrapadoooo!
El cabello oscuro le escurrió por la frente.
—Eso no cuenta —me dijo, pero las comisuras de sus labios tiraban hacia arriba. Tuvo que apretar los labios para no reírse de nuevo.
Me encogí de hombros y seguí dando vueltas como una loca. Estaba super acelerada.
—¡En mis sueños podría atraparte! —grité, echándole más agua a medida que giraba alrededor suyo—. Salvo que te dejes perder. ¡Anda, pierde!
Él enarcó las cejas.
—¿En serio crees que yo podría dejarme vencer en este juego? No, solo puedo ponértelo más fácil —contestó. Extendió los brazos y todos los músculos se le estiraron. Me detuve a verlo, embobada—. Estoy aquí mismo. Atrápame.
Me eché hacia atrás, buscando la trampa. Estábamos a un escaso metro de distancia y podría alcanzarlo estirando los brazos y con un leve envión, pero no me la creía.
—Te vas a mover —le dije.
Él alzó las cejas.
—Claro que no. Aquí estoy —añadió, extendiendo más los brazos, como si esperara que lo abrazara. Ese gesto me provocó muchas sensaciones. La euforia que me carcomía no me permitió ahondar demasiado en las ganas enormes que tuve de que fuera cierto, abrazarlo y quedarme ahí entre sus brazos para siempre.
—No te creo —bufé y continué nadando a su alrededor, echándole agua para molestarlo, hasta que su falta de reacción repentina me aburrió y seguí dando vueltas sola.
Puse a prueba mi velocidad y también mi capacidad para contener la respiración. Fui y vine un centenar de veces. Recorrí cada punta de la piscina, por arriba y por abajo. Encontré cinco grietas que tendría que reportar al jefe de mayordomos.
Salí unas cinco o seis veces y me volví a meter. Volví a dar vueltas y le arrojé por unos quince minutos seguidos, agua en la cara a Skalle mientras él solo me observaba, relajado y apoyado contra el borde de la piscina. Ni siquiera parpadeaba.
—Conejita, creo que hay que buscar otra cosa para que gastes la adrenalina —musitó cuando le propuse carreritas.
—Te estás poniendo aburrido —me quejé, flotando sobre mi espalda y pataleando—. ¡Recién estabas siendo muy divertido!
Él puso los ojos en blanco.
—Y tú no quisiste atraparme —me recriminó—. Yo iba a recibir.
Arrugué la nariz y me crucé de brazos cuando él hizo de nuevo el intento. Estiró las manos hacia mi y me sonrió. Estuve a punto de no creerle de nuevo, pero pensé que, si se corría y seguíamos jugando, estaría bien. Y si no lo hacía, también.
También pensé en engañarlo.
Tomé impulso y me arrojé en su dirección, pero a último instante lo esquivé y quise girar. Skalle, aún así, me ganó y me atajó antes de que me diera, de lleno, contra la pared.
—Cuidado —río, estrechándome contra su pecho—. Tu piel todavía es muy blanda.
No pude hacer nada para resistirme, porque me abrazó como si fuese una niña pequeña y me acunó, alejándome de cualquier cosa que pudiese herirme.
—¡No es tan blanda! —me quejé, pero sabía que era cierto.
Él se estiró y me acalló con un beso.
—Estás alterada —me dijo—. No sé si te diste cuenta de eso.
Me pareció mas bien que estaba aburriéndome y tratando de pasar el rato. Sin embargo, cuando él deslizó la yema de sus dedos por mi cintura y las subió hacia mis pechos, la ansiedad se anudó en ellos. Quise que me tocara, que me hiciera todo de vuelta. Me entró una desesperación brutal.
Me sujeté de él y busqué su boca. No le permití ser delicado y saboreé sus labios, de a uno, con una intensidad abrumadora. Me parecieron deliciosos, quise comérmelos enteros. Quise comérmelo a él.
—Quiero que me cojas —gemí, entonces, enterrando los dedos en el cabello húmedo de su nuca—. Si te deshaces de mis sábanas manchadas con sangre, puedo pagarte...
Él negó y cortó nuestros besos húmedos.
—Conejita, no necesitas pedirme favores para acostarte conmigo —musitó, con una media sonrisa. Me forcé a serenarme y lo miré sin entender bien a qué se refería—. Puedo cogerte siempre que me lo pidas, sin nada a cambio.
Me mojé los labios.
—¿Algo así como que el favor sea coger y me pagas con más cogidas? —pregunté.
Se rio tan fuerte que casi me dejó sorda.
—Si quieres verlo así.
Tiré de su cabeza hacia delante, hacia mí. Nuestros labios se encontraron otra vez.
—Entonces cógeme ahora —ordené, sin miramientos.
—Sin dudas eso te calmaría —replicó él, estrechándome también—. Pero sigue siendo una fecha peligrosa. ¿No tienes más condones?
Dejé caer la cabeza hacia atrás, frustrada, al recordar que no. Era el único que tenía, lo compré cuando estaba saliendo con un humano, hacia un par de meses, y pensé que podría llegar a acostarme con él en fechas peligrosas. Nunca lo usé y lo dejé guardado, por cualquier necesidad.
—No.
Skalle depositó besos increíbles por toda mi mandíbula, aprovechando que tenía la cabeza hacia atrás. Bajó y llegó al lóbulo de mi oreja. Me asaltaron escalofríos, me retorcí de placer.
—Entonces quizás podamos realizar otras prácticas —murmuró.
Me levantó con su descomunal fuerza, casi por encima de su cabeza. Me sentó en el borde de la piscina y me abrió las piernas. Sentí punzadas en mi interior antes siquiera de que llegara a tocarme, solo cuando deslizó los dedos por mis muslos, hacia arriba. Ahora sí, me tenía en sus manos otra vez y no me molestaba cederle por un rato el poder.
—Quiero saber —susurró Skalle, mientras yo me reclinaba hacia atrás. Sus dedos índices presionaron la zona externa de mi vulva, suave y firme a la vez— si te bañas desnuda siempre en esta piscina...
Apoyé la nuca en las baldonas adornadas que decoraban mi jardín. Abrí más las piernas y se me escapó un jadeó de entre los labios cuando esos dedos subieron hasta mi clitorís.
—Quiero saber si tomas sol sin ropa, así como tu madre te trajo al mundo.
—No menciones a mi madre —repliqué, con tono ahogado. Sus labios se pegaron a la cara interna de mis muslos y la urgencia me hizo clavar las uñas en los relieves de las decoraciones.
—Mmm —dijo Skalle, como única respuesta. Subió con su boca y su lengua rozó mis labios. Temblé, llena de ansiedad, pero casi me desmayé de placer cuando empezó a recorrerlos, de arriba abajo, siempre acercándose de forma sutil a mi clítoris, para torturarlo.
Me ahogué con la saliva que se me acumuló en la garganta y levanté el pecho hacia arriba, a medida que las lamidas se volvieron más intensas. Fue pasional y me devoró con ganas, más e incluso mejor que la otra vez. Jugó con los dientes, siempre cuidadoso, y gemí fuerte y alto.
Entonces, cuando ya estuve húmeda, introdujo uno de sus dedos. Sabiamente, como si con solo una vez le hubiese bastado para conocer toda mi anatomía, encontró mi punto g y lo acarició hasta volverme loca.
Su lengua trazó, al mismo tiempo, círculos en mi clítoris, descargando oleadas del más aterrador y delicioso goce. No me entró en la cabeza como eso fuera posible, como él podía darme, beso tras beso, el mejor sexo de mi vida.
Grité de nuevo y llegué al orgasmo más rápido que nunca. Tensé los dedos de los pies y apreté las piernas, sin darme cuenta. Su cabeza quedó atrapada entre ellas, pero no le molestó ni un poco. Mantuvo la lengua apretada contra mi y me hizo durar bien largo.
Relajé las piernas y las dejé caer sobre sus hombros. No era eso lo que había tenido en mente en primer lugar, pero fue más que satisfactorio y por esa noche creía que era, ahora, capaz de quedarme quieta.
—Eres un monstruo... —gemí, mirando el cielo estrellado sobre mi cabeza. Él me besó una vez más, antes de tirar de mí, con cuidado, para llevarme de vuelta al agua. Me rodeó la cintura y me estrechó contra su pecho, para luego besarme lento y profundo.
—¿Sirvió para calmarte? —me susurró, corriéndome un mechón de cabello mojado de la frente, cuando se separó de mí.
Todavía con todo mi cuerpo caliente y alerta, me costó ignorar su pene presionándose contra mi vientre, a pesar de que me creí satisfecha. Skalle estaba excitado y se estaba aguantando. Sentía que me provocaba.
—¿Necesitas calmarte tú? —pregunté, ladeando la cabeza, con una expresión traviesa.
Él negó, pero sonrió, divertido. Me hizo girar en el agua fría, esperando tal vez que me distrajera con eso y volviera a salpicarle la cara.
—No, estoy más que bien aquí, sosteniéndote —aseguró—. Pero si te molesta, puedo alejarme. No quiero incomodarte.
La excitación se me bajó con su amabilidad, no porque me pareciera mala, sino porque, de nuevo, me sentía respetada y considerada por él. Parecía preocuparse por cómo me sentía todo el tiempo, no solo por sí mismo. Me llené de una sensación extraña de la más pura dulzura. El corazón me latió fuerte y rápido.
—Eres muy educado —tercí, apoyando el mentón en su hombro. Permanecimos abrazados, dando vueltas en el agua. Poco a poco, su erección se fue bajando y pude relajarme del todo con él—. Muy respetuoso. ¿Es que acaso alguna de tus leyendas es siquiera cierta?
Él no dijo nada de principio. Uno de sus dedos acarició los huesos de mi columna, de arriba abajo, de forma sistémica. Casi que me hundí en sus brazos del gusto.
—Todas las leyendas tienen una base de realidad —dijo, por decir, más que nada.
Sospesé sus palabras, recordando todas las que el tío Sam me narró cuando era niña. La mayoría eran escalofriantes e involucraban masacres, sangre y cuerpos volando por el aire, retorciéndose y gritando. Era difícil relacionar al Mørk Hodeskalle de las historias con ese hombre que era tan maravillosamente bueno.
Me separé de él y nadé lejos, hasta apoyar la espalda contra la pared de la piscina. Le sonreí, a pesar, para que no creyera que me alejaba por otra cosa.
—Bueno, a ver. Dicen que has hecho cosas terribles. Espantosas y extremadamente violentas —contesté. Vi que sus ojos se oscurecían. Me siguió con la mirada a medida que nadaba de un lado al otro. Podía ser que la euforia por su sangre aún no se me hubiese acabado—. Por ejemplo, dicen que diezmaste a un clan entero. ¿Eso es cierto?
Hodeskalle se quedó callado. Apoyó los brazos en el borde y miró hacia afuera, dándome la espalda, evitando contestar. Yo solté un silbido.
—Vaya, esa sí es cierta —contesté, un poco impresionada—. ¿Por qué?
—¿De verdad quieres hablar de eso? No suelo comentar mis hazañas cuando estoy con una mujer —musitó, girando la cabeza hacia mí. Su tono era calmo y su expresión incierta—. No siempre hay justificaciones para todo.
Me acerqué y me quedé a su lado, mostrándome curiosa.
—Quiero saber tu versión de la historia —repliqué—. La versión de mi tío Sam implicaba paredes pintadas con sangre. También decía que clavaste la cabeza de los vampiros en estacas de maderas para que todos pudieran verlas. Muy a lo Vlad, El Empalador. Me daba mucho miedo en aquel entonces, no podía dormir. Creía que vendrías a diezmar a nuestro clan también.
Skalle frunció el ceño y arrugó la nariz.
—¿Por qué te contaban esas cosas? ¿Cómo cuántos años tenías? —masculló, alarmado. Yo me estaba preguntando lo mismo.
—Tenía como seis —resumí, encogiéndome de hombros. Él negó rápidamente con la cabeza y se llevó una mano a la frente.
—En serio, es bueno que tu tío no se haya marcado, porque sería un pésimo padre.
Me encogí de hombros otra vez y me aferré al borde de la piscina, a su lado, cuando me cansé de agitar las piernas para mantenerme a flote.
—Supongo que ese es el trabajo de los tíos: torturar a los sobrinos.
—No es una historia que deban contarle a los niños —dijo Skalle, apretando la boca.
—¿Entonces es cierta? —insistí.
Se volvió a hacer un silencio intenso, hasta que él giró todo su cuerpo para encararme y explicarlo de forma directa.
—Fue hace muchísimo tiempo, pero sí, es cierta —murmuró, con expresión seria—. Tienen razón al decir que diezmé el clan. Y también que pinté las paredes con su sangre y expuse sus cabezas.
Abrí bien grande los ojos, exagerando mis reacciones para verme chistosa y no demostrar que si estaba impresionada. Esa historia la recordaba bien, claro. Era una de las peores. El tono bajo del tío Sam, cuando apagaba las luces y nos decía a mi y a Elliot que tuviéramos dulce sueños, jamás iba a olvidarlo. Muchas noches, los dos dormimos juntos por el miedo.
—Tuvo que haberte tomado un buen haber redecorado así su casa —me reí, pero la risa me salió media endeble.
Skalle no se rio.
—En ese tiempo los vampiros no tenían casas como estás —contestó—. Eran pequeñas. Vivían en villas y comunidades. Te estoy hablando de muchísimos siglos atrás, conejita. Incluso antes de conocer a tu abuelo.
—Oh —Mis dedos se soltaron del borde de la piscina y casi me hundo. Pero él me sujetó y me ayudó a volver a agarrarme. No me alejé ante su contacto y me relajé al darme cuenta de que, en realidad, pese a que él estaba confirmándome una de mis peores pesadillas, no estaba tan asustada. Me costaba aceptar al ver su rostro limpio y hermoso, que él fuese capaz de eso. Nada más—. Entonces mataste a todos y...
—Bueno —dijo él, interrumpiéndome de pronto—. No a todos. Mi madre y yo sobrevivimos.
Estuve a punto de caerme otra vez. Giré la cabeza hacia él, tan rápido que me dolió el cuello.
—¿Era tu... clan? —casi chillé. Eso no aparecía en la historia de mi tío.
Skalle apoyó la espalda contra la pared y suspiró. Parecía que no le gustaba mucho tocar ese tema, pero ya estábamos dentro de él y no quería perderme nada. Quería conocer las verdaderas razones tras las leyendas, quería conocer quién había sido Mørk Hodeskalle.
—Tu sabes que, hace milenios, existía una costumbre, una ley dentro de los clanes: las vampiras debían, primero, proveer de hijos a sus patriarcas. Luego, cuando estuviesen saldadas las deudas con sus progenitores y hubiesen colaborado en perpetuar la especie, podían buscar a sus parejas —explicó. Sí, conocía esas historias. Contrario a las leyendas de Mørk, a nadie le gustaba hablarlas en casa. Eran como un pasado oscuro del que todos pretendíamos huir haciendo como si no hubiese existido nunca—. Mi madre no cumplió esa regla y me tuvo a mi antes que servir a su clan.
Supe por dónde venía la mano, pero no acoté nada. Seguí a su lado, analizando las expresiones de su rostro con cada palabra que daba.
—Fui considerado una deshonra y una vergüenza. Mi madre fue hostigada hasta el cansancio, abusada y maltratada. Huimos y vagamos por todo el mundo conocido durante los primeros años de mi existencia. Pero nos persiguieron a donde quiera que fuésemos. Hasta que la gota rebalsó la copa y le arranqué la cabeza a cada uno de ellos.
Las últimas palabras se tiñeron de negro, de sangre y un rencor muy antiguo. Sus hombros se tensaron y su mandíbula hizo un sonido extraño: estaba apretando los dientes. Un temblor me recorrió la columna al ver sus músculos listos para asesinar. Me imaginé arrancándole la cabeza a otros y se me puso la piel de gallina. Sí, aunque él fuese hermosos y amable, empezaba a notar al asesino que llevaba dentro.
Antes de que pudiera alejarme por instinto, Skalle se giró hacia mi y atrapó mi muñeca con suavidad. Me jaló a su pecho y mi boca casi choca contra la suya. El escalofrío fue reemplazado por una oleada de deseo.
—Les puse la boca en la garganta —me dijo, con tono bajo y rudo. Ya no quedaba rastro de rencor en sus palabras—. Les clavé los dientes —contó, bajando la cabeza hasta hundirla en mi cuello. Me rendí de inmediato y me aflojé en sus brazos. Sus labios tocaron mi piel y casi ansié que de verdad me hiciera lo mismo—, y los abrí de derecha a izquierda.
Trazó un camino de saliva con la punta de la lengua, hasta llegar al otro lado de mi garganta. Ahí, me mordió, pero fue suave y cariñoso. Estallé en risas por las cosquillas.
—No se vale —le dije, apartándolo.
—Estoy ayudándote a superar las pesadillas —replicó él, con una sonrisa y una expresión alegre. Sus ojos brillaban de nuevo. Estaba feliz, sin dudas.
—Ya las he superado lo suficiente —reí, abrazándome a su cuello, al igual que antes—. Y más ahora que entiendo por qué lo hiciste. Lo hiciste por tu madre.
Su sonrisa se congeló durante medio segundo.
—Mi madre era fuerte. Pero, al final, yo lo era más —resumió.
—Con lo difícil que es para las vampiras embarazarse de sus parejas, no quiero imaginar lo que ella sufrió siendo obligada a embarazarse de su propia familia —dije, bajando la mirada. Tenía que ser horrible estar atada a parir hijos producto del incesto—. ¿Cuántos años tenías? Me refiero, a cuando los mataste.
—Tenía veinticinco años, creo. Recién acababa de descubrir mis poderes y estaba harto. En ese momento, no era Mørk Hodeskalle.
Sí, ya sé, dije que me iba a estudiar. Pero esta conversación me sacó temprano de la cama y no pude concentrarme en otra cosa. Ahora así, les juro que me iré a prepararme porque tengo solo 14 días antes de los examenes y estoy hiper mega atrasada.
Será que con este capi logramos alcanzar los 190k? Uuyuyuyuyu. Con el último pasamos de 168k a 180k. Yo creo que es posible <3
Mil gracias, en serio, POR TODO lo que logran con el hype a esta historia. ¡Los amo!
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