Capítulo 15. Coartadas
15: Coartadas
Kayla
Hodeskalle desapareció de mi jardín, andando por los techos, después de asegurarme que necesitaría uno o dos días para arreglar los rumores y plantar pruebas necesarias en otras direcciones para alimentar unos nuevos. Me sonrió, hizo una reverencia y también prometió pasar por su pago cuando terminara.
Tengo que admitir, cuando me quedé sola, que me sentí decepcionada. Regresé al interior de mi habitación y me tiré en la cama a mirar al techo y a preguntarme cómo iba a aguantar dos días ahora que sabía, que era un hecho, que volveríamos a acostarnos.
Había mantenido a raya las fantasías, me esforcé mucho por concentrarme en otras cosas y no delirar con el recuerdo de sus besos y de sus manos sobre las mías, pero ahora no podría hacerlo más.
Pensé que mis miedos y preocupaciones podrían mantenerme a raya, pero aun así me encontré acariciándome, pensando en él como si lo estuviera haciendo. No tardé mucho en quedarme satisfecha y miré por la ventana que daba al jardín, semi desnuda, creyendo que quizás aparecería de improvisto, arrepentido y dispuesto a cobrarse ahí mismo.
Sin embargo, no lo vi ni una sola vez durante el resto de la noche ni el día siguiente. Fui a la universidad con unos nervios terribles y me encontré con Jane escribiendo unas cositas en una libreta, antes de que empezara nuestra primera clase.
—Hola —la saludé, como si ayer no nos hubiésemos enterado de nada—. ¿Qué tal tu día?
Jane levantó la cabeza de golpe y apartó la libreta, sin ser lo suficientemente disimulada. No quería que leyera lo que tenía ahí.
—Oh, bien, tranquilo —respondió, relajando los hombros, pero sus ojos rehuyeron los míos por un instante. Pareció que tomaba valor para verme a la cara—. ¿El tuyo?
—Problemas en casa —mentí, para seguir con un tema casual que ella ya conociera—. Ya sabes.
—¿El huésped sigue molestando?
Arrugué la nariz y saqué las cosas para la clase de mi bolso
—No necesariamente —admití, aunque sabía que Skalle ya debería estar por ahí, cuidándome las espaldas. Que no lo hubiese visto durante el día, cuando estaba en casa, no indicaba que no me siguiera fuera, como especificaba su pacto.
Ella se giró hacia mí.
—Nunca me dijiste mucho sobre tu familia y este huésped. ¿Puedo saber porqué no te cae bien? —sonaba inocente, pero supe que detrás de esas palabras, algo estaba alimentando a Jane.
Nunca hablaba de mi familia porque era demasiado difícil de explicar. Requería seguir mintiendo y odiaba hacer eso. Las mentiras tenían patas cortas.
—Es un socio de mi abuelo —dije, retocando un poco la verdad, jugando con las puntas de las hojas de mis cuadernos—. Pero tuvo un problema con mi hermano antes de conocerlo y aún así lo invitaron a quedarse en casa. No me cayó bien. Y en casa todos parecen amarlo.
Jane me miro fijo, casi sin parpadear.
—¿Por qué?
—Tiene mucho dinero —resumí, con un encogimiento de hombros. Era mejor que decir que tenía poderes telepáticos y que nos estaba escuchando—. Me molestó que lo aceptaran después de lo que pasó con mi hermano, solo por eso.
Ahí, ella apretó los labios y luego suspiró.
—Los negocios son negocios. Eso solía decir mi papá antes de que muriera mi hermano.
Nos quedamos las dos calladas. Yo, por mi parte, porque creía que Jane podía entender lo que acababa de decirle incluso por las mentiras y eso me dejó un poco en shock.
—Lamento mucho la muerte de tu hermano —musité. Estiré la mano y le toqué el hombro, como un gesto de condolencias—. ¿Fue hace mucho?
—Un par de años —contó ella. No rechazó mi contacto y eso me calmó. Quizás solo estaba paranoica, pensando que las cosas entre nosotras no estaban bien—. Mis papás cambiaron mucho después de eso. Empezaron a centrarse más en mí, en ser una familia. Aunque quizás ya es un poco tarde porque mi hermano no está, antes estaba muy sola.
Volvimos a quedarnos calladas y al final, antes de que la profesora entrara al aula, Jane tomó la mano que había dejado en su hombro y me la apretó cariñosamente.
—Lo que quiero decirte es que no creo que tengas que pelear con tu familia por alguien que no pertenece a ella. Quizás algún día no los tengas más —me aconsejó, con sinceridad—. Ignora a ese tipejo.
Todos mis compañeros se fueron a sus lugares, la profesora saludó y la clase comenzó, por lo que Jane tuvo que soltar mi mano y yo bajar la voz.
—Gracias, pero es que es muy difícil de ignorar —le dije, en murmullo, esperando que eso Hodeskalle no lo escuchara—. Está muy bueno.
Jane se atragantó con su propia saliva y llamó la atención de todo el mundo. La profesora nos retó y tuve que darle un pañuelo para que se limpiara las lágrimas que también se le saltaron de los ojos.
Como no pudimos seguir hablando, ella arrancó hojas de su libretita y empezó a escribir a toda velocidad. Estuvo a punto de lanzarme los papelitos a la cara, pero los agarré con cuidado, para que nadie se diera cuenta.
«Cómo que está bueno? No es un viejo? O si es un viejo y te gustan los viejos? Digo, perdón, está bien que te gusten los viejos».
Tuve que aguantarme la risa para no dejarme en evidencia. Agarré un lápiz y empecé aclarar todo.
«No, es muy joven», escribí, antes de pasárselo. Otra mentira, pero en mi defensa, Skalle parecía demasiado joven.
Jane me devolvió el papel al instante. Su letra se convertía en un garabato a medida que aumentaba la velocidad con la que escribía.
«Ahhh AHORA SÍ. Pensé que hablabas de un anciano!!! Entonces está bueno? Cómo qué tan bueno?».
Puse los ojos en blanco una vez recuperé la hoja y ella se puso a temblar en su lugar.
«De esos que quieres bañarlos en chocolate y lamerlos».
Casi me arrancó el papel de las manos. Leyó con los ojos como platos y me entregó el papel otra vez.
—Foto o fake —murmuró.
Negué con la cabeza, como única respuesta, así que ella me puso también la lapicera en la mano.
—Descríbelo —me ordenó.
Me sentí segura hablando de eso con ella porque la única forma en la que Hodeskalle podría saber lo que decía en el papel era parándose detrás de mí. También me gustaba contárselo a Jane porque la había olvidar cualquier sospecha y porque me daba la posibilidad de relajarme y aflojar un poco los secretos que me estaban carcomiendo.
Le hice una lista poco extensa de los rasgos de Skalle, que incluían su cabello rizado, sus ojos azules, su boca y sus hoyuelos y su mandíbula. Mencioné muy por encima sus brazos musculosos y sus tatuajes.
A Jane se le cayó la mandíbula al leerlo. Supuse que su imaginación le estaría dando hermosas imágenes y estas aún no le harían la gloria.
—¿No da para cogértelo? —me preguntó, sin importar que la clase continuara. Nadie la escuchó más que yo y su pregunta tan fuera de lugar hizo que estaba vez, la que se atragantara con la saliva fuese yo.
Empecé a toser tan fuerte que la profesora nos retó a ambas de nuevo y nos amenazó con expulsarnos de clase si no dejábamos a cuchichear. Resultó que al final si notó nuestro intercambio de notas.
Me costó volver a respirar de nuevo y el siguiente mensaje escrito en la hoja por Jane me llenó de vergüenza.
«Estás toda roja. Tu cara lo dice todo. Ya te lo cogiste».
Tenía una intuición afiladísima y se rio de mi cuando, de seguro me puse más colorada. No le contesté ese papel y ni me moví. Permanecí mirando al pizarrón el resto de la clase, incapaz de admitirlo, y Jane estaba tan feliz que se olvidó de todas las dudas sobre mi que podría haber tenido.
Apenas terminó la hora y la profesora se fue, ella me giró en la silla y me obligó a verla.
—¿Cuánto? ¿Cómo fue? ¿Fue en tu casa? ¿Alguien tu familia lo sabe? —casi me chilló.
Le tapé la boca cuando algunos de nuestros compañeros se giraron a vernos.
—Nooo, ¿cómo crees? —susurré, mirando con disimulo hacia la ventana. En las penumbras del crepúsculo, no se veía a ningún vampiro espiándonos por ahí—. Mi papá y mi abuelo me matarían.
Ella me miró sin entender.
—¡Pero porqué! Dijiste que era joven, ¿cuál es el problema?
—Que no es un tipo para mi —repliqué, sin pensarlo demasiado. Más bien, estaba basado en lo que yo creía que mi familia diría si alguna vez se enterara.
—Patrañas —bufó Jane, agarrándome de los hombros. El aula se quedó vacía y aprovechó para ponerse más explícita—. ¿Entonces? ¿Estuvo bueno? ¿Coge bien o cómo?
Sentí que la cara me ardía.
—Ay Jane —La aparté, avergonzada, pero ella no se rindió—. Bueno sí.
Entonces, tuve que taparme los oídos, porque sus gritos casi me perforan los tímpanos.
—¡Por eso estabas tan distraída en lunes! —chilló—. ¿Vino por ti o cómo? ¿Fue ese día?
Negué rápidamente, pero ahí se me ocurrió que era una excelente forma de darle una coartada. Menos que menos, ahora, me arrepentía de haberle contado de Skalle.
—No, fue el viernes. Vino por mi después del examen.
Ahí Jane se quedó muda. Me miró estupefacta durante un par de segundos y supe que estaba recalculando y ordenando sus teorías.
—El viernes —dijo—. Cogieron el viernes. ¿Y no volvió a pasar el lunes? —atacó de inmediato, recuperándose.
Apreté los labios y me giré hacia delante, para guardar mis cosas. Teníamos que llegar a la otra clase a tiempo.
—Nop. Me encontré con él también pero solamente hablamos sobre... cómo mi familia no iba a enterarse y eso.
Me puse de pie y ella, al notar que la dejaba, se apresuró a meter todo en su cartera, bien desordenado. Me persiguió por el pasillo, llena de preguntas.
—¿Crees que va a volver a pasar? ¿Te gustaría que pasara? ¿Y sigues diciendo que no te cae bien a pesar de que te lo cogiste? —me dijo, agarrándose de mi brazo.
Nos cruzamos a un par de los amigos de Gian en la entrada de la otra aula. Uno de ellos me miró fijo y me impidió pasar cuando quise hacerlo.
—White. ¿El viernes viste a Gian peleando con alguien? —me preguntó—. Fuiste una de las últimas en salir del examen de ese día, de nuestra clase.
—¿Peleando... con alguien? —repetí, sin saber por dónde iba la cosa. Jane me aferró el brazo con fuerza, como si quisiese advertirme algo.
—Sabemos que Gian quería reclamarle algo a alguien. Dicen que lo vieron discutir con un nombre en el estacionamiento. ¿Tu viste algo cuando te fuiste? Estamos buscando testigos.
No sabía si eso se debía a la mano de Hodeskalle, apartando la atención de mí, aunque seguro ese chico y los demás sabían que yo le había comprado las acciones, o si solo estaba intentando hacerme pisar la piedra para caer.
—La verdad no. No vi a nadie y no presté mucha atención.
El chico, que no recordaba su apellido, arrugó la frente.
—¿Seguro que no viste...?
—A Kayla la vino a buscar su novio —se metió Jane—. Así que dudo que le haya prestado atención a alguien como Gian.
Creo que me puse roja otra vez, porque sentí un calor enorme. Recé, también, para que Hodeskalle no hubiese escuchado eso.
La presión en mi brazo, por las manos de Jane, aumentaron y solo ahí me di cuenta de que me estaba empujando al interior del aula. El chico solo asintió y nos dejó pasar, al fin, como si la simple existencia de mi novio pudiese eximirme de haber matado a alguien.
No le reclamé a mi amiga para nada sus palabras y no tocamos el tema durante el resto de la noche. Nos despedimos al llegar al estacionamiento y ella insistió en que no la acompañara a su auto, por si el invitado, mi "novio", llegaba por mí de nuevo.
Mientras caminaba hasta donde había estacionado, todavía acalorada, me pregunté si sería así y si Skalle tendría algo qué decir, ante todo eso, lo suficientemente importante para presentarse ante mí.
Desactivé la alarma y abrí la puerta del auto cuando su voz me hizo pegar un brinco otra vez. Aunque lo esperaba, me asustó no haberlo visto. Me giré hacia el baúl y lo encontré apoyado ahí, con los codos sobre el vehículo como cuando esperaba la respuesta a su propuesta indecente el otro viernes.
—Jane tiene una imaginación adorable —me dijo, sonriendo a sus anchas. Sí, en definitiva, había escuchado todo. Solo recé para que no hubiese visto también lo que nos escribimos por papel—. Pero al final es una buena coartada, ¿no? ¿Debería presentarme ante ella formalmente?
—Ni se te ocurra —le dije, con tono sofocado. Creerme las palabras de Jane ya era peligroso, actuarlas lo sería aún más—. ¿Qué fue lo que sembraste?
—Nada muy complicado, aún. Solo hay que dejar que las palabras fluyan. «Gian tenía problemas con empleados de la empresa de su padre». «Gian tenía conflictos con un socio de su padre». «Gian iba a verse con el ex novio de una novia». —contestó Skalle, encogiéndose de hombros—. Entre otras. Pero cualquiera es una opción válida y creíble. ¿Sabías que Bettensar tiene problemas por despidos repentinos y sin pago de indemnización? Hay muchísima gente enojada con sus dueños.
Asentí, evitando mirarlo demasiado. Me metí en el auto y, sin decirle nada, él estuvo enseguida abriendo la puerta del lado del acompañante.
—Compro sus acciones, sé todo eso.
—Como tienen que recibir autorización judicial para acceder a las cámaras de la universidad, nadie tiene información fehaciente de que realmente no vino algún ex empleado furioso a desquitarse con él —explicó, sentándose a mi lado. No le contesté—. Solo hay que agitar más el avispero.
Sin duda, había hecho sus investigaciones y estaba preparando el terreno. Pero si seguía así de lento, no podría pagarle para el fin de semana.
—¿Cuánto te va a tomar? —inquirí, antes de poder contenerme. Él giró la cabeza hacia mí, lentamente. Sus ojos azules brillaron aún bajo la sombra que les deba la máscara.
—¿Por qué tan ansiosa, conejita? —dijo, sin sonreír, pero se le transparentaba la risa en la voz.
Me preocupaba que tantos días pudiesen todavía agudizar los rumores que me tenían como protagonista y que la noticia de que yo compraba sus acciones la conociera todo el mundo. Pero me preocupaba más el pago.
—Tengo fecha de ovulación el domingo —solté, aferrándome al volante. Al principio me avergoncé por ser así de directa, pero prefería ser clara. Más con algo tan delicado—. Como soy una semi vampira, no sé a ciencia cierta si dependo de una pareja o no para embarazarme. Así que preferiría evitar esas fechas para el pago de tus servicios.
Él se quedó en silencio un minuto entero, que me pareció eterno. Me giré a verlo cuando ya no pude aguantar más la falta de sus palabras. Apenas lo hice, abrió la boca:
—¿Y si yo quería de pago otra cosa qué? —inquirió, con tono neutro, pero no dejé que me tomara desprevenida. Tomé todas mis fuerzas y me llené de toda la seguridad que podía.
—No me molestan otras prácticas —admití—. Pero si no, deberíamos saldarlo ahora.
Empezó a reírse tan pronto como terminé, así que lo miré, arqueando las cejas.
—¿En el auto? —se carcajeó, pero la duda era sincera en su voz. Con ese tipo de actitud, parecía tan joven como se lo había descrito a Jane—. Interesante.
Puse los ojos en blanco y metí la llave en el arranqué.
—Puedes tener 3.000 años, pero estás bien pendejo —dije, conduciendo fuera del estacionamiento. Con eso, lo tuve riendo el resto el camino.
-
¡Ya somos 127k! No saben la emoción que tengo. Si seguimos así, con tanto alcance y crecimiento, la historia podría en un futuro tener una oferta editorial, así que no la abandonen <3 El seguimiento día a día es lo que la hace crecer.
Perdonen que este capítulo sea más corto, pero para sacar capis tan seguido, necesito sacrificar la longuitud, espero que no les moleste. De nuevo, miles de gracias por el apoyo.
Los invito a todos a unirse al grupo de facebook, que cambió de nombre, para más info e incluso ilustraciones de los personajes muy interesantes-> "Ann Rodd Destiners e hijos asociados"
¡Los veo ahí!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro