La costumbre era un tanto estúpida, pero ellos lograban que funcione. La pretensión de grandes acontecimientos era fantasía y anhelo de su más tierna juventud, no de su veintena de años.

La rutina en cuestión:

Park Jimin y  Kim TaeHyung saldrían de fiesta. Al mismo sitio, a la misma hora, pero siempre con distintas intenciones: las veces de ligue, las otras de libertad. Si en esa noche no conseguían un polvo más allá de alguno rápido en el local mismo, volverían a casa de Kim Taehyung, la cual quedaba más cerca. Llegarían a la casa –no siempre en medios confiables de transporte–, intentando no hacer ruido al entrar, pero consiguiendo el efecto contrario. Buscarían en la nevera la pizza que comieron previo a salir y se devorarían los trozos sin recalentar porque el hambre de haber bailado, fumado y tomado hasta no sentir los labios no hace asco a nada. Luego, se turnarían para ir al baño –si estaban en aprietos, pues irían juntos–, y una vez repuestos lo suficiente para comprobar que no hay peligro de coma etílico –no que realmente hayan tomado tanto, por favor–, se irían a dormir.

Como la cama de Kim Taehyung es pequeña, de solo una plaza, tendrían que tirar el colchón al suelo y robar otro extra para acolchonar el piso y dormir separados para amanecer abrazados. Pero, sin caídas ni golpes. A la mañana siguiente, la amistad suficiente para no espantarse ante el espectáculo tétrico de las ojeras, el aliento a muerto, compartirían desayuno y vuelta a la vida como dos personas ordinarias y no como las que por poco no se aniquilan el hígado y pierden los pies de tanto bailar.

Es cada vez, pero esta vez hay un ligero cambio. Nada de qué preocuparse, es la vida, amigos.

Park Jimin y Kim TaeHyung salieron de fiesta. Al mismo sitio, a la misma hora, pero siempre con distintas intenciones: las veces de ligue, las otra de libertad, ¿y hoy, por qué hoy cambió? En esa noche no consiguieron –no buscaron– un polvo más allá de alguno rápido, volvieron a casa de Kim Taehyung, la cual quedaba más cerca. Pero ocurrió que Kim Taehyung salió del boliche mareado, sudado y con el corazón roto. Y lo carga Park Jimin como puede, porque también ha bebido hasta perder el buen juicio y acompañar a su amigo en su pena, y van a la casa del chico triste. Allí, el silencio que tanto quieren cuando llegan para no despertar a la familia ahora se antoja oscuro y sombrío. La pizza –¿por qué siempre pizza? porque es práctico comerla y no hay platos luego que lavar– sabe asquerosa, a cartón, aunque se la tragan igual con varios vasos de agua. Toman agua, mucha, mucha porque la sensación resacosa desde ya saben que será peor con el corazón roto. Entonces, van al baño, se ponen pijamas en conjunto y se acuestan a dormir.

Pero no duermen, porque a Park Jimin le preocupa el estado de mutismo de Kim Taehyung, quien suele reír como niño travieso cuando vuelven, conversando tonterías que los dos han vivido juntos como si fueran grandes acontecimientos. Esta vez no. Kim Taehyung no habla, pero, cuando Park Jimin hace la pregunta detonante de tristeza, la que lo hace querer llorar incluso a él, se dan paso libre las lágrimas. El "¿estás bien?" susurrado de Park Jimin se contesta con un chico que deja salir sollozos amortiguados para no preocupar a su familia, con un chico que se enrosca en torno suyo buscando consuelo y protección, con un chico que no brilla como siempre, sino que parece lo contrario: parece abismo que absorbe colores y luces. A Park Jimin el cuarto de  Kim Taehyung siempre le pareció pequeño, pero ahora, mientras observa el techo y le da palmaditas en la espalda a quien llora sobre su pecho, le es enorme. Incluso, le aterra. Y sabe que ese miedo no es de la inmensidad de un cuarto que contiene el llanto del corazón roto de su amigo, pero pretende que sí.

Y cuando el estallido cesa porque Kim Taehyung se ha dormido, Park Jimin permanece quieto y despierto. Se le ha ido el sueño, el cansancio y el leve estado de embriaguez cuando ha tenido que sostener contra sí el lamento del corazón roto de su amigo, las astillas de un romance que fracasó como cualquier amor joven suele fracasar. Y si se fija a detalle, su propio corazón se ha herido en ese rato de escuchar lo que sabe casi de memoria; porque como buen amigo que es sabe tanto del romance fracasado, de las ilusiones anteriores y de los planes futuros que no serán con Kim Seokjin, como Kim Taehyung conoce los pormenores de su propio amor por Jung Hoseok. Sin embargo, su corazón magullado no es el que requiere atención y lo deja estar.

Kim Taehyung despierta para hallar a Park Jimin todavía con los brazos apretados a su alrededor, y se siente presa de un amor tan verdadero que quiere llorar de nuevo, sensible por la muestra de cariño, lealtad y complicidad de su amigo. Y sabe, como deben saberlo todos, que el amor es tan desgraciado que se esconde, se escapa, te lastima, pero al final te abraza y se queda junto a ti en la versión más verdadera que conoce.

:)

¿Han consolado el corazón roto de un amigo o han sido ustedes los que han necesitado a ese amigo?

Escuché sobre esa teoría de ¿Freud? (creo, no recuerdo, yo vi a Magali Tajes en Instagram) de que estamos enamorados de nuestros amigos, aunque reprimiendo lo que sería la atracción (? pulsión(? sexual.

Y es interesante pensar, sí que sí.