P. O. P [2Seok]
«Solo el amante posee su don de amor»
Toni Morrison (del libro Ojos Azules)
Es domingo. El agua está tibia, la espuma tiene fragancia cítrica y sus rodillas se chocan en medio: La tina es demasiado pequeña para los dos, pero a ninguno parece incomodarlo.
Kim SeokJin está inclinado y le sostiene la mano mientras, con una concentración graciosa, intenta pintarle las uñas. Jung HoSeok deja laxo el brazo para que este haga su labor, mientras se recarga en el costado de la tina y lo observa. Le gusta el rostro de SeokJin, y ha sido así desde que lo conoció. Fueron ellos amiguitos típicos de barrio, que, a medida que crecieron, el cariño compartido fue transformándose.
HoSeok había leído en un libro que «el amor nunca es mejor que el amante», que si alguien es cobarde amaría cobardemente, si alguien es despistado su amor igual lo sería, y así. Él, entonces, amó cuando niños a SeokJin inocentemente, pues lo era. Aquellos abrazos, los besitos en las regordetas y sonrosadas mejillas no eran sino la primera manifestación del más precioso don del amante.
No fueron los ojos de SeokJin, traviesos y brillantes; ni fueron sus labios o su nariz. De su rostro, HoSeok aprendió a amar el conjunto entero, desde las cejas tupidas hasta la barbilla que, ahora para disfrute del observador, se endureció y se tornó más angulosa perdiendo la redondez propia de la adolescencia. Adolescencia. Fue durante esta etapa, si lo piensa, que el amor tuvo al fin carácter distinto. HoSeok, torpe en aquel entonces, amó torpemente a SeokJin. Y SeokJin correspondió entusiasta. Pero, por cuestiones de la vida, tuvieron que distanciarse.
HoSeok sintió que su amor, como él, tomó distancia y se olvidó del chico que sonreía con picardía mientras se encontraban a escondidas. Guardando en algún rincón suyo las memorias del chico al que dio aquel primer beso que resultó en risotadas porque ninguno sabía qué hacer.
Al volverse a ver, HoSeok ya era artista y su amor buscaba modos distintos de expresarse, de libertad creativa. Amó a tantos, incluso por pocas horas, no privandose de gusto alguno ni de amantes efímeros. Amó con libertad porque era libre, porque venció el miedo al mandato familiar y tomó posesión de su vida y responsabilidad para hacer con ella lo que se le antojara. Y, por azar o causalidad, encontró a Seokjin otra vez y decidió —un antojo, un capricho— que deseaba reconquistarlo.
Al volverse a ver, SeokJin era miedoso, y su amor de igual modo, puesto que mantenía formas y conductas propias de las exigencias sociales. Amó a pocos, o vale decir que no amó del todo, porque era contenido y su amor se privaba del gusto de los amantes efímeros. Amó con cadenas porque estaba preso, porque se rindió al miedo del mandato familiar que tomó posesión de su vida y responsabilidad para hacer con él lo que se espera que haga un "hombre de bien". Y, por azar o causalidad, fue encontrado y decidió —un antojo, su primer capricho— que deseaba otra vez ser reconquistado por HoSeok.
Los labios voluptuosos de SeokJin hacen un mohín cuando sopla sobre sus uñas y HoSeok se contiene de reír. La música llega desde el cuarto y es apenas una melodía lenta que parece entender que este momento es tan cotidianamente perfecto que no necesita de más.
HoSeok irreverente, rebelde, y ama sin importarle el qué dirán. Y se encontró queriendo cada día más a SeokJin. Solo que no fue reviviendo el amor del pasado, aquel amor de infantes, de adolescentes, ahora, lo amó adultamente: amó a SeokJin con paciencia, porque era capaz de esperar el tiempo necesario a que al fin el otro entienda que estaba bien lo que sintiera nacer de su corazón. HoSeok es respetuoso y amó respetando las veces que el otro tendía a rechazarlo incapaz de desprenderse de hábitos impuestos. Pero HoSeok, sin que se avergüence de ello, es imprudente y amó con imprudencia y descaro, desafiante, a un SeokJin sofocado de presiones que terminó yéndose de su lado porque sintió que, también, él esperaba demasiado.
Pero es afortunado, y su amor tuvo la fortuna de volverlos a juntar.
SeokJin levanta la vista cuando su trabajo está hecho, y HoSeok mira el resultado. Un lindo color rosado adorna sus uñas y se muerde los labios contento de ver que el otro, si bien todavía no se anima a hacerlo en sí mismo, muestra cada vez más sus verdaderos gustos. A SeokJin le atrae el rosa, y fue HoSeok, que lo ama sin estereotipos, quien le dijo que no había nada incorrecto en ello. Y por eso, al haberlo dejado elegir el color de esmalte, no se sorprendió de que eligiera este justamente.
—Gracias —Es SeokJin el que habla.
Y HoSeok, que es bueno escuchando, ama sabiendo oír todo lo que hay detrás de ese agradecimiento. Por lo que no resiste demasiado en su lado de la tina y va en su búsqueda. SeokJin, que es cálido, lo recibe entre sus brazos y lo protege del agua que se enfría y les indica que es tiempo de salir. SeokJin es bruto, a veces, y lo ama con esa fuerza incontrolable y acaba por encerrarlo entre sus brazos, atrayéndolo en lo que HoSeok sabe no es simplemente un abrazo: es el preludio.
SeokJin, hambriento, lo ama con hambre de más, más, más, más, más cercanía y contacto. Lo devora; primero, sus labios, luego, la piel de su cuello, bajando por su pecho, queriendo recorrer su vientre. Quiere consumirlo. Y HoSeok, manso, ama mansamente y recibe tales atenciones hasta que enardece y se obliga a ponerse de pie.
Escurriendo agua por todo el suelo —¿qué importa?— se dirigen a su desordenado cuarto. HoSeok es humilde, y ama ofreciendo humildemente su pequeño hogar al grandioso empresario que es ahora SeokJin; él recién empieza a escalar como artista reconocido. Y SeokJin es desinteresado, porque lo ama sin interesarse en que la cama es demasiado estrecha para los dos.
—Te amo, Jung HoSeok —Siempre dice SeokJin antes de que la bruma del sexo pueda hacer cualquier juramente dudoso—. Te amo, te amo, te amo...
HoSeok sigue mudo, porque no es bueno expresándose en palabras, por lo que ama sin necesidad de ellas. En su lugar, hace música. Acompaña la melodía suave que los encapsula en ese momento con sus gemidos, con jadeos y suspiros que SeokJin provoca mientras se hace camino y habita en su interior. Y no es toda la paz del mundo, pero al menos un pedacito de calma.
Y HoSeok sabe que aquella frase del libro tiene total razón, porque SeokJin lo ha amado y lo ama según cómo es en el momento. Y el propio HoSeok se reconoce en el amor advirtiendo los cambios que ha experimentado.
Así que no le sorprende que, en cierto momento, allí mismo, mientras sus húmedas pieles se acarician, se acerque al oído de SeokJin y pronuncie las palabras que tanto le cuesta decir:
—Te amo, Kim SeokJin —Y lo besa, fervorosamente, atropelladamente, disculpando las diferencias, salvando las distancias, compensando el tiempo perdido y prometiendo tantísimos momentos juntos—: Te amo.
Y, como la pasión es rasgo mutuo, se aman apasionadamente.
:)
El anterior apartado y este son relatos nuevos, olvidé decirlo antes.
Las citas de Toni Morrison, claramente, son recortadas en función a esta historietita, pero en el libro Ojos azules tiene otros tintes. Queda en cada quien buscarlas si le pinta la curiosidad y de paso leer esa maravilla para descubrir una autora tremenda.
Esto se suponía que era para un proyecto de cumpleaños de HoSeokie, y quedó sin salir a la luz. Pero se publicaron otras cuestiones divinas en el perfil de FlyKingSquad, donde hacemos cosas chachis por amor a Bangtan, you know?
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