Pijamada
Al sonar el timbre Jonathan corrió a toda prisa hacia la puerta abriéndola de un tirón, Kevin, Victor y Mateo lo esperaban del otro lado. Era el día. Después de una eterna semana de expectación, por fin había llegado el momento de la pijamada, la última antes del regreso a clases.
Los cuatro niños entraron rápidamente a la casa y después de un breve saludo a los dueños del hogar, se encerraron en la habitación de Jonathan. Dedicaron el resto de la tarde a charlar, la comida chatarra y jugar videojuegos. Y por varias horas ninguno de ellos pensó en la escuela, sus tareas o siquiera en sus propias familias, y mucho menos en las otras preocupaciones que un día antes los molestaban.
La noche no tardó en caer, y con ella la energía de los chicos. Sin ponerse la ropa de dormir, ni cepillarse los dientes, y apagando la luz a duras penas, los cuatro se recostaron torpemente sobre unas mantas puestas sin cuidado en el suelo y cayeron casi de inmediato en lo que parecía ser un profundo sueño. Parecía.
Jonathan despertó en medio de la noche, siempre lo hacía, por algún desconocido motivo. Restregó suavemente sus ojos, Kevin y Victor durmiendo a paso y medio frente a él, la habitación apenas iluminada por una pequeña luz que se escurría entre las cortinas desde exterior, hasta ahí todo normal. Luego estaba Mateo... caminando lento fuera de la habitación mientras esquivaba los pies de sus otros dos amigos que aún roncaban a gusto.
Jonathan no pudo quedarse quieto y de inmediato caminó detrás de su amigo. Lo vió caminar rumbo a la sala de estar y detenerse frente a una esquina, y simplemente quedarse de pie con la cabeza gacha casi rozando la pared pero sin tocarla. Jonathan extrañado se acercó lento hacia él con una mano extendida buscando el hombro de su amigo.
-¿Mateo? - preguntó en un susurro al estar a pocos milímetros de alcanzarlo.
-No te acerques a él - advirtió una voz desde algún lugar a su espalda.
Jonathan se detuvo en seco. "Esa voz. Esa voz le pertenece a Mateo, no hay lugar a dudas". Y después de ese pensamiento un escalofrío recorrió todo su cuerpo, seguido del instinto básico de correr de vuelta a la habitación. Pero fue detenido. La fría mano del ser que se encontraba frente a el lo agarró fuertemente de la muñeca dejándolo inmóvil. No pudo sino gritar.
Su grito alcanzó todos los rincones del lugar y en cuestión de segundos Kevin y Victor habían salido a auxiliar a su amigo. Se encendieron las luces, y Jonathan no pudo evitar notar que aquél que sostenía su mano no era nadie más que su querido amigo Mateo y que aquellas palabras de advertencia habían llegado de una habitación vacía al otro lado de la estancia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro