Duda de consejero
Tengo miedo, empezemos desde ahí. Esta mañana la chica se acercó a mí y hablamos de temas triviales por un largo tiempo antes de que yo me diera cuemta de la expresión triste en su rostro. Obviamente le pregunté qué sucedía, como buena persona que finjo ser, y ella estuvo en silencio por varios minutos antes de contestar.
Paremos aquí por un momento. Quiero aclarar que ella nunca había sido tan abierta con nadie, nunca hablaba de sus temores o sus problemas, y aunque hice esfuerzos por ganarme su confianza, parecía ser nada más que una labor infructuosa. Por eso mismo, cuando le pregunté si algo andaba mal no esperaba una respuesta sincera, estaba muy confiado en que me aseguraría encontrarse bien, y que podríamos cada uno volver a su vida sin hablar más de ello. Honestamente, no estaba listo para lo que vino después.
La chica empezó a hablar lenta y con timidez, como si fuera a llorar en cualquier segundo. La impresión me impidió escuchar con claridad, pero entendí de inmediato que no se trataba de un problema menor y que ella precisaba de consejo. Al no poder encontrar las palabras, ella me pidió tiempo para escribir una letra y así yo poder leerla cuando tuviera tiempo, de inmediato acepté.
En la tarde, justo antes del almuerzo me entregó la carta en silencio con ansiedad en el rostro, le sonreí y guardé el trozo de papel en un bolsillo como muestra de complicidad.
Ya han pasado varias horas de ello y todavía no me atrevo a leer el texto, tengo miedo de lo que allí se encuentre, estoy aterrado de descubrir una verdad que no necesito, una fase de ella que estaría mejor sin conocer. Le doy vueltas al asunto, mis manos temblorosas, el sudor frío en mi cuerpo. No quiero saber lo que está allí, no quiero enfrentarme a eso, no quiero que mi imágen de ella se desvanezca, no quiero darle un mal consejo.
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