© [ o n e ]
Observa el reloj que está colgado a la blanca pared. Cierra sus burdeos ojos con tranquilidad e inhala con fuerza y pasión reprimida, el olor es delicioso. Ese suave olor a duraznos que inmediatamente le recuerda a Zenitsu. Tanjiro piensa una vez más en aquel chico que lo dejó encantado al segundo de conocerlo, el que lo deja extasiado con tan solo fijar su mirada en él.
Sucumbe ante los incesantes recuerdos de ambos conviviendo hasta ahora, y lo primero que aparece vívido en su mente es una cosa; los momentos cuando quiso probarlo.
Lo observaba desde lejos, contemplaba su piel suave y su afrodisíaco olor que resulta malditamente adictivo. Su dorado cabello y cristalina mirada asustada, manos delgadas pero notablemente masculinas. Esos labios delgados pero jugosos a la vista, sonrisa deslumbrante y un sentido del humor que lo encantó por completo.
Todo, Tanjiro lo quería todo para él. Deseaba y anhelaba cada extremidad del Agatsuma. Quería sentir la exquisitez al sentir las yemas de sus callosos dedos tocar cada extremidad de él y oírlo suspirar ante sus toques atrevidos.
Soñaba con morder su piel y darse cuenta de una buena vez el sabor que debe tener. Ejercer fuerza con sus dientes ante esa carne que contempla cada día; pero sin tener oportunidad de tocar ni besar. Noches en vela con imaginar el sabor de su sudor en la mojada carne de su lengua, que anhelaba recorrer cada parte del rubio.
Pero ya no era necesario imaginarlo, porque ya lo había hecho y el saber de qué sabor tendría ya iba a ser respondido.
La alarma suena, la carne ya está lista para ser degustada.
Solamente bastó unos minutos para tener todo preparado, tenedor y cuchillo en cada una de sus manos, un paño para limpiarse y la sabrosa cena delante de él. Corta un pedazo de carne para deleitarse con el sabor y digerirlo.
Es suave y jugosa, mejor de lo que pensaba, pero algo se atraviesa ante su lengua. Extiende el músculo de su boca para poder sacar una hebra dorada. Una inevitable curvilínea se hace presente en sus rasgos.
Sí, tenía razón. Zenitsu sabía delicioso.
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