Secreto 20- Mi encierro febril.
Capítulo dedicado a Alicia_howland que hizo la petición especial.
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Me dejo caer agotado en el sofá, mi cuerpo resiente cada músculo posible y los golpes me duelen. Claro, cualquiera pensaría que fui un estúpido al salir así del closet delante de mi padre y mi tío, como si no supiera la reacción homofóbica y machista que iban a tener, pero ver a mi primo siendo sofocado por los conceptos arcaicos de mi tío, haciéndolo perder su identidad, me estaba comiendo vivo, no podía ignorarlo más.
Al menos ahora ya salí por completo de esa casa de locos, aunque mi hermana no paraba de llorar respecto a que me perdería sus 15 años. Me demoré bastante en hacerle entender que no había nadie que pudiera detenerme de darle su merecido regalo y felicitaciones.
Miro al frente, donde está el maletín que contiene las pocas pertenencias que me quedaban allá, hace mucho que empecé a mover lentamente todas mis cosas hacia el dormitorio de la Universidad, la recogida de hoy fue rápida. Me pregunto qué puede pasar ahora con mi primo, quien se ha visto comparado conmigo más veces de las que puedo contar.
En mi familia siempre fui el orgullo familiar, el jugador de béisbol, el hombre alto y fuerte que ayudaba a cargar las cosas pesadas, mantenía el cabello oscuro corto y se bronceaba trabajando la albañilería como oficio de medio tiempo para obtener dinero.
Mi primo nunca fue así, siempre fue más delicado y con un gusto visible por las cosas hermosas y la repostería. Obviamente mi familia no se lo tomó bien y yo sinceramente intenté manejarlo de la mejor manera, pero hoy he perdido los nervios totalmente.
Dejo salir un suspiro derrotado y me tapo los ojos con el antebrazo mientras escucho las llaves en la puerta abriendo la cerradura, debe ser Oscar regresando ya, es un poco temprano para su estilo, pero capaz su novia le dio calabazas. Si es eso, tendrá que lidiar con ello solo, hoy no estoy de humor para helado y películas ochenteras mientras me cuenta los 101 motivos por los cuales ella es una terrible persona dejándolo.
— ¿Pero qué te pasó?— mi piel se eriza totalmente cuando escucho esa voz. Mierda, no es Oscar.
— Oslen— pronuncio, incorporándome lo mejor que puedo, pero él rápidamente se acerca a mí y me hace recostar, mirándome preocupado con esos grandes y expresivos ojos, uno marrón y otro verde.
— Quédate recostado— ordena— ¿Estás loco? ¿Cómo vas a intentar incorporarte de esa forma cuando estás así?— me regaña vehementemente y no me pierdo la ironía de que debería ser al revés.
— Oscar no está— comento, manteniendo mi cuerpo en el sofá, tal cual él me dijo.
— Lo sé, me dio la llave antes de ir al departamento de Beatriz— me dice suavemente, inspeccionando mis heridas con cuidado— Me dijo que tenía aquí unos libros que podía usar para prepararme para mis exámenes de ingreso a la Universidad y que él estaría fuera hasta tarde, por lo que pasé a por la llave y vine a buscarlos.
— Siempre tan responsable— añado con diversión, aunque no es sarcasmo, Oslen es un muchacho inusualmente responsable y también que tiene poco sentido de la preservación cuando se mantiene tan cerca de mí en estos momentos.
— ¿Qué demonios te pasó?— insiste, consternado por mi estado actual y viéndome como si me hubiese pasado un camión por encima.
— Una reunión familiar que no salió particularmente bien— respondo con una sonrisa ladina y lo veo ponerse más serio antes de negar con la cabeza y seguir su camino dentro del dormitorio.
Por los sonidos, registro vagamente que entró al baño y debe de andar rebuscando en el botiquín médico, regresa poco más de un minuto después, cargando con unas pomadas y una bolsa con hielo.
— Quédate quieto— ordena y se sienta a mi lado en el sofá.
Yo me pongo repentinamente serio por la cercanía, sintiendo su calor corporal, la suavidad de sus dedos cuando recorren los golpes en mi rostro con la pomada fría, la forma en que muerde el interior de su mejilla y frunce el ceño cuando está concentrado, todo en él es hermoso y me reprendo por dentro.
Oslen es mi amor platónico, no sé cuándo desarrollé esos sentimientos, lo conozco desde que el chico era un niño, pues Oscar y yo somos amigos desde la secundaria. Hasta hace un año, Oslen era el hermano menor de mi mejor amigo, alguien que se quería meter en nuestros juegos y escapar con nosotros para las fiestas, por lo que Oscar siempre lo reñía, pero entonces pasó un año y medio en un curso de intercambio en un colegio en Brazil y regresó para el cumpleaños de Oscar, mostrándome una imagen totalmente diferente.
No hablo solo del físico, no es que no considere que ese cuerpo que me superó en altura y musculatura sea sexy, claro que lo es, y su corte que mantiene el cabello castaño claro largo arriba y casi rapado en la parte baja de la cabeza le queda de muerte a él, pero eso no fue el único cambio.
Se veía más serio y maduro de lo que yo recordaba, se había abierto dos piercings, uno en la oreja y otro en un ala de la nariz y yo solo podía pensar lo mucho que encajaba de repente con su carácter. Su voz se había engrosado un poco más y hablaba temas más serios, cosas sobre planes futuros y exámenes importantes si quería ser alguien en la vida.
Claro, seguía siendo Oslen, todavía ladeaba la boca al reír, haciendo aparecer un hoyuelo en la parte baja del labio por el lado izquierdo, seguía haciendo un sonido similar al de un cerdo cuando bufaba y todavía se mordía las uñas nerviosamente cuando estaba muy concentrado en algo como una serie de televisión o leyendo, pero ahora todo eso se veía condenadamente sexy y yo sabía que estaba jodido, era el hermano menor de mi jodido mejor amigo.
— Te dije que quieto— protesta cuando hago un gesto de dolor al sentir que me coloca la bolsa con hielo, no puedo evitar soltar una risa entrecortada.
— ¿Ahora soy un perro?— insinúo, considerando la manera en que me acaba de hablar. Lo veo mirarme confundido unos segundos antes de entender y mostrarme esa sonrisa adorable con ese hoyuelo precioso que me hace perder el razonamiento.
— Sí, y si te portas bien, obtienes premio— responde, mirándome profundamente a los ojos de forma divertida. Me río para bajar los pensamientos que esa frase me trajo y me limito a seguir bromeando.
— ¿Cuál sería mi premio?— pregunto, moviendo rápidamente la nariz en un gesto vertical, algo de lo que Oslen se reía desde que era niño, y luego se frustraba porque él no podía hacerlo.
— Eso ya lo veremos, si eres buen chico— asegura en un tono bajo y de repente me veo tragando seco, sintiendo el calor recorrer mi cuerpo y agradezco tener una bolsa de hielo tapándome medio rostro, porque si no, sé que me estaría sonrojando.
Dos golpes en la puerta nos hacen sobresaltar a los dos, no me había percatado que nos habíamos quedado fijos en la mirada del otro.
— Oslen, ábreme— protesta Oscar desde afuera del dormitorio y Oslen se levanta para abrirle la puerta.
— Pensé que estarías afuera hasta tarde— comenta, no parece particularmente molesto, solo está haciendo una puntualización.
— Beatriz se enojó conmigo— gruñó como explicación, adentrándose en el dormitorio y notando mi presencia tirado en el sofá, con una bolsa de hielo en la cara y el aspecto de un saco apaleado— ¿Pero qué te pasó?— pregunta descolocado y yo giro los ojos.
Estos hermanos se parecen más de lo que quieren, y no me refiero al físico obviamente similar, excepto porque ambos ojos de Oscar son marrones.
— Trágica reunión familiar— respondo evasivamente y a diferencia de Oslen, Oscar lo entiende de inmediato. Sí, por algún motivo, Oslen no sabe que soy gay. Realmente no es que se lo esté ocultando, simplemente no ha coincidido una conversación donde el tema salga a relucir y que él esté presente.
— Mierda— suelta Oscar, tan elocuente como siempre, pero yo me río porque así es él y siempre me anima— Yo me encargaré de él, Oslen, tú deberías recoger tus libros e ir a estudiar, tienes el primer examen en dos semanas— indica, adoptando esa actitud de hermano mayor que es tan característica en él.
Veo a Oslen de reojo vacilar ante la idea, pero finalmente asiente con la cabeza y va hacia la habitación de su hermano mientras este me ayuda a poner de pie y me lleva a mi habitación apoyado en él.
Dioses, siento como si respirar fuera difícil debido al dolor en las costillas. Me deja caer suavemente en la cama, aunque eso no evita que yo me queje por el dolor, y luego me retira los zapatos y regresa a la sala en busca de mi maletín. Escucho la puerta de la entrada cerrarse cuando Oscar regresa a la habitación y deja caer el maletín en una esquina.
— ¿Qué pasó esta vez con Beatriz?— pregunto suavemente, buscando distraerme de la sensación de pérdida que crece en mi ante la ida de Oslen.
— Nada que no merezca, esta vez creo que ella tiene razón— comenta con un suspiro pesado y una expresión triste, no da más detalles y yo no sé los pido, entiendo que lo que sea que esté pasando, no es algo que él quiera hablar por el momento- ¿Por qué saliste ahora? Pensé que habías dicho que saldrías para el final de la Universidad— pregunta, cambiando de tema de esa forma tan poco sutil que tanto él como yo tenemos. Hay que trabajar en eso.
— Mi primo estaba de pase libre en la casa y escuché a mi tío indicarle que bebiera una cerveza— hablo, pero noto que eso no explica nada, así que continúo— No era la cerveza en sí, sino el trasfondo. Para mi tío y mi padre, un hombre toma ron o cerveza, no cuida su imagen y siempre hace cosas de machos; mi primo no es así, él es delicado, dulce y detesta las cosas de machos. Mi tío le estaba presionando, recordándole cómo debía comportarse. ¿Cómo si mandarlo a esa puta escuela no fuera suficiente? No lo soporté y….exploté. Lo peor es que ni siquiera sé si valió la pena.
Todo permanece en silencio y Oscar se limita a acostarse al lado mío, pasando su mano por mi cabello como hacíamos cuando éramos pequeños y yo iba a esconderme a su casa por la frustración con mi familia, tarareando suavemente una melodía familiar que ninguno de los dos recuerda dónde escuchó.
Antes de poder siquiera notarlo, estoy relajándome y finalmente me quedo dormido, despertando cuando la noche ya ha tomado el cielo y con mi cuerpo un poco menos dolorido. Me incorporo y siento un mareo inesperado, espero unos segundos antes de tomar mis ropas e ir al baño, una ducha debería de ayudarme a centrar todo de nuevo.
Entro al baño, me desvisto y abro la ducha, dejando que el agua caliente limpie mi cuerpo y relaje mis músculos. El olor a sándalo de mi jabón inunda el baño y yo remuevo de mi cuerpo cualquier suciedad restante del patio de la casa de mis padres antes de cerrar la ducha.
Me estoy secando cuando escucho el sonido de un golpe en la mesa y la voz de alguien. Entreabro la puerta del baño mientras me visto apresurado cuando empiezo a definir la conversación.
— No tenías que leerlo— es la voz de Oslen y por lo que puedo notar, está molesto.
— No sabía qué era inicialmente— rebate Oscar y yo frunzo el ceño, es raro ver a Oslen enfadado con su hermano.
— Pero sabías lo que era cuando seguiste leyendo— acusa Oslen y yo me quedo paralizado en la puerta del baño, totalmente vestido y sin saber si debo intervenir o no.
— Sí, pero imagina leer que mi hermano menor está …— empieza a explicarse Oscar, pero un segundo golpe en la mesa lo hace callar.
— No te atrevas a decirlo— brama Oslen y hasta yo puedo sentir su enojo— No te metas en esto, no es asunto tuyo— escucho sus pasos alejarse y luego el sonido de la puerta cerrándose de un portazo.
Decido que este es mi momento para salir, por lo que me dirijo a pasos lentos hasta la sala, donde Oscar está sentado con las piernas cruzadas y la mirada fija en la puerta.
— ¿Ese era Oslen?— sé que es algo tonto de preguntar, pero no se me ocurría mejor forma de iniciar el tema.
— Sí, está muy enojado conmigo-
— afirma Oscar, pero una sonrisa pequeña se forma en sus labios y puedo asegurar que lo que sea que haya hecho, no es algo de lo que se arrepienta.
— No seas muy duro con él— le pido con dulzura— Él te ama, simplemente es muy independiente y está en esa edad difícil, además, tuvo que acostumbrarse a estar sin ti cuando antes casi todo el tiempo estábamos los tres juntos. No es fácil para él— finalizo, mirando hacia la puerta con cierto grado de preocupación y cariño, preguntándome si llegará bien a su casa con esas condiciones de enojo.
— Te gusta, ¿no?— insinúa Oscar y estoy tan ensimismado que no logro contener la respuesta.
— Sí— rápidamente me doy cuenta de lo que dije, me pongo de pie entre ligeros escalofríos, con el sudor goteando de mis manos— Quiero decir, es tu hermano, me preocupo por él y yo…— estoy tartamudeando ligeramente y soy consciente de que esto no servirá, Oscar me conoce desde siempre, sabe cuándo miento. Suelto un suspiro derrotado finalmente— Lo lamento, te juro que es algo reciente y que lo estoy conteniendo, no haré nada al respecto, de verdad— me disculpo rápidamente, sabiendo que Oscar no escucha a razones en lo que a Oslen respecta, sin embargo, lo que veo es una sonrisa divertida y coqueta en su rostro cuando habla.
— Pues lo de él no es reciente— sus palabras salen entredientes de forma divertida y yo le doy mi mejor mirada de No entiendo una mierda, Oscar parece apiadarse de mí, por lo que agrega— Nada, un pensamiento sobre un proyecto que he de implementar pronto, nada más. ¿Cenamos?
Un aire jovial lo envuelve, algo raro que envía escalofríos por mi columna, pero parece de un extraño buen humor y yo solo lo sigo hacia la pequeña cocina para ayudarle. Cenamos tranquilamente, hablando de cualquier cosa de la universidad en lugar de algo más serio y Oscar asegura que él fregaría, por lo que yo me retiro a mi habitación a dormir, todavía mi cuerpo está adolorido.
El bombillo rojo al lado de la cámara frontal de mi celular está parpadeando cuando llego a mi habitación, así que lo tomo y leo el mensaje que estaba esperándome, haciéndome sonreír inevitablemente.
La noche pasa en un sueño agradable, y para cuando la mañana llega, todo mi cuerpo se siente un poco mejor, todavía duelen los golpes, pero ya no es tan grave. Me doy una larga ducha de agua fría y coloco crema antiinflamatoria y analgésica en los hematomas, ayuda con el dolor. Tengo un morado creciente en la mandíbula que estará allí un tiempo, pero no es algo permanente y yo suspiro aliviado mientras me cepillo los dientes.
Deambulo por el dormitorio, pero Oscar no está en ninguna parte, así que entro a la cocina para prepararme un desayuno, dándome cuenta que en realidad sería almuerzo, son pasadas las 12 del mediodía.
— ¿Cómo dormí tanto?— me quejo en voz alta contra mí mismo y resuelvo hacerme un desayuno cargado, huevos, bacón, una pan con hamburguesa y un batido de platanito. ¿A quién le importa? Hoy me lo merezco.
— Andas de buen humor— doy un respingo en el lugar cuando estoy sacando los huevos fritos al escuchar la voz divertida de Oscar.
— ¡Maldita sea!— exclamo, sintiendo mi corazón al borde de un infarto— No te sentí— admito y él se ríe.
— Sí, no es broma— comenta mientras yo le doy una mordida grande a mi hamburguesa, siempre dejo los huevos y el bacón de último— ¿Pasó algo bueno?— pregunta, y entiendo que es porque lo normal sería que estuviera deprimido después de la tarde de ayer.
— Mi primo envió un mensaje agradeciéndome— admito sonriente y luego le doy otras dos mordidas a mi hamburguesa mientras veo a Oscar acercarse y poner sus manos en mis hombros.
— Me alegro por ti, fuiste muy valiente ayer— asegura tranquilamente y yo trago, quedándome en silencio. Oscar no es el tipo de hombre que da muchos cumplidos, suele ser escaso de palabras y muy cerrado, escuchar esto de él es simplemente maravilloso.
— Gracias— digo, alcanzando el batido y tomándolo casi hasta el final en un intento de entretenerme para no verme avergonzado, él se aleja de mí y escucho como tocan a la puerta fuertemente— ¿Esperamos a alguien?— pregunto, es raro que un sábado a esta hora alguien venga a visitarnos, Oscar tiene una política de no visitas al respecto.
— Es un compañero al que tengo que darle unos documentos— responde tranquilamente— ¿Puedes alcanzármelos? Están en el fondo de mi armario.
Asiento con la cabeza mientras él se dirige a la puerta, yo voy hasta su habitación y empiezo a rebuscar en su armario. ¿Cuántas cosas inútiles puede llegar a tener? Esto es ridículo. Lo escucho que viene hablando con alguien, sus pasos resuenan en el suelo y yo sigo concentrado en encontrar los documentos, a fin de cuentas, debe entregárselos a ese chico.
— ¿Pero qué...?— escucho que alguien se queja detrás de mí y luego el sonido de la puerta del cuarto cerrándose. Me giro, encontrándome a Oslen, quien me mira aterrorizado y luego escucho claramente el sonido del pestillo— Oscar, ¿Qué mierda es esto?— protesta Oslen y yo solo puedo limitarme a sostener mi respiración, si esto es una broma no tiene puta gracia.
— Ustedes dos tienen que hablar— afirma desde el otro lado de la puerta y yo gruño por lo bajo, no debí decirle que me gustaba Oslen— No puedo tener a mi mejor amigo gustando de mi hermano y a mi hermano gustando de mi mejor amigo y tener que soportar vuestras caras largas por un sentimientos que es recíproco— explica y yo siento mi pulso congelarse.
No, tiene que ser una jodida broma, pero cuando miro a Oslen sus mejillas están rojas y me está mirando fijamente, con la misma expresión asombrada que debo de portar yo, por lo que entiendo que Oscar no miente.
— Saldré a resolver unos recados, regresaré en unas horas y espero que para entonces ya tengáis todo resuelto— escuchamos sus pasos alejándose y el sonido de la puerta de afuera al cerrarse y luego todo queda en silencio durante varios minutos en los cuales ni Oslen ni yo nos miramos.
Eventualmente suelto un suspiro cansado y camino hasta la cama, sentándome derrotado y frotando mis manos juntas por nerviosismo. Oslen demora unos segundos en entender lo que quiero, pero entonces se sienta a mi lado, con una distancia de una persona entre nosotros y creo que ahora mismo eso es lo más seguro.
— Entonces— divago, notando que no hay forma normal de iniciar esto— ¿Te gusto?— la pregunta es a quemarropa y sé que es injusto, pero toda esta situación es bien loca.
— Yo…sí— Oslen duda unos segundos, pero eventualmente su afirmación final llega y yo me siento extrañamente calmado, como si de repente todo encajara de alguna manera.
Oslen me mira esperanzado, queriendo que le asegure lo que su hermano ha dicho, o se lo niegue en caso contrario, y yo sonrío tranquilizadoramente, porque todo esto es muy irónico, antes de mirarle fijamente.
— Sí, me gustas— digo de forma segura y veo su rostro iluminarse.
— ¿Y ahora qué?— pregunta, acercándose a mí y noto que estamos sentados muy juntos.
— Ahora— inicio suavemente, inclinándome hacia adelante mientras él imita mi movimiento, encontrándose conmigo a medio camino y haciendo que ambos respiremos el mismo aliento, sintiendo la respiración caliente del otro golpear en los labios— lo que quieras— finalizo.
Su mano derecha sube rápido hasta mi cuello y él cierra la distancia entre nuestras bocas, haciendo que nuestros labios se encuentren en movimientos firmes y profundos, pero lentos, que demuestran el ardor febril que ambos sentimos.
Mis manos se posicionan una en su cadera y otra en su hombro, y siento la suya en mi espalda presionándome hacia adelante y haciendo que nuestros cuerpos se unan mientras el beso adquiere un matiz hambriento donde todo cuenta, labios, lenguas, dientes, jadeos intermedios y de nuevo continuamos.
No sé en qué momento pasa, la cabeza me da vueltas y siento mi piel arder, pero estamos acostados y de alguna manera nuestros cuerpos se van tocando, piel contra piel mientras lentamente, dejando un poco de lado la voraz actitud anterior, la ropa va desapareciendo y deja libre el camino.
Todo lo que puedo hacer es sentir, sentirlo a él, su calor, sus manos, sus besos, sus uñas, su lengua. Escucho palabras intermitentes que sé que ha estado callando mucho tiempo, yo también las murmuro de forma entrecortada, tanto como mi voz permite mientras el placer me embriaga y mi mundo pierde la órbita cuando finalmente puedo sentir que estamos juntos, siendo uno solo.
De alguna manera mi alrededor se ve más nítido y brillante cuando todo termina, manteniéndonos juntos en un enredo de brazos y piernas que simula un abrazo sin forma, pero se siente perfecto. Estoy cansado, adolorido y feliz, muy feliz. Lo siento sonreír con sus labios pegados a mi frente y poco a poco su sonrisa se transforma en una risa contagiosa que termina envolviéndome a mí también.
Es una situación tan ridícula, tan natural y queremos creer que a la vez es tan inevitable, que se siente irreal, pero no importa eso, porque es cierto, ha pasado y estamos aquí. Por eso solo puedo sonreír como un bobo cuando escucho sus palabras susurradas en mi oído, afianzando mis brazos a su alrededor antes de responderle.
— Yo también te amo.
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Hiiii, pequepinkypitufibolas.
Habrán notado que este capítulo tiene una ligera variación en el patrón usual, en honor a la petición de @Alicia_howland, espero Alicia, que esto haya cumplido tus expectativas.
¿Qué les pareció entonces el capítulo? Cabe aclarar que, como siempre, las edades están cambiadas del secreto al one-shot.
Entonces, realmente espero que lo hayan disfrutado😊🙌🏻💕 y esperemos qué más traigo😉😝. Besitos.
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