Secreto 18- Mi baile ante su mirada.
Miro el techo de mi cuarto con mucho interés, no es que sea verdaderamente algo llamativo, son simples paneles blancos, pero me ayudan a concentrarme y no pensar en la forma tan triste en que mi vida se ha desarrollado últimamente.
Sonrío melancólicamente, en serio di lo mejor de mí, lo intenté con todas mis fuerzas, pero claro, David tenía que seguir enamorado del gay de closet de su amigo. Sabía que eso sería así, no sé por qué se me ocurrió que tenía una oportunidad. Ah, cierto, fue porque David me juró que ya lo había olvidado y yo quería desesperadamente creerle.
— Hugo— llama mi hermana desde el otro lado de la puerta, no he salido de mi habitación más que para lo imprescindible en más de una semana y ella lo sabe— Huguito, por favor— gruño por lo bajo, sabe que detesto que me diga así— Hugo, mis amigos han llegado y pasarán la tarde y noche aquí. Si no bajas a saludar, usaré la llave de repuesto y meteré la fiesta aquí en tu cuarto, así estés usando pijama.
— Maldita sea— farfullo por lo bajo, Greter está loca, soy consciente de que si la provoco, ella cumplirá su palabra— Me doy una ducha rápida y bajo.
— Estaré esperando, tienes 20 min— brama desde afuera con esa forma rara de dar órdenes y yo me limito a hacer una mueca antes de ponerme de pie.
Me meto en la ducha, dejando que el agua fría me refresque la cabeza, al carajo si es posible coger catarro. ¿A quién le importa? Lavo mi cabeza, porque mi cabello ya está hecho un desastre total, está algo largo para mi gusto y no muy bien cuidado, por lo que le hago un tratamiento rápido y al secarlo con secador, enseguida mejora su aspecto y recupera su color castaño claro, casi rubio.
Me veo algo depresivo, por lo que me maquillo ligeramente, tapando las ojeras, usando una sombra clara de color verde que combine con el gris de mis ojos, pasando rímel por mis pestañas, bálsamo labial para mis deteriorados labios y uso base para mejorar el aspecto de mi cutis, tengo que usar una dos tonos más oscura de la usual porque estos meses en la playa me han bronceado.
Rebusco en mi armario durante unos minutos, pero al final decido ponerme un short blanco corto, unas medias negras hasta los muslos y un suéter ancho de color rosado que cae de un hombro, por lo que debajo utilizo una camiseta blanca también. Acomodo mi cabello lo mejor que permite y me perfumo, saliendo de la habitación con mis pantuflas de conejos rosados.
¿Es algo infantil? Probablemente, pero es mi gusto y es mi casa, si a los amigos de mi hermana les parece muy femenino, gay e infantil, pueden largarse de inmediato.
El sonido de mis pasos descendiendo la escalera les llama la atención por encima de la música que tiene puesta, en el centro de la sala está una pareja bailando, o lo que ellos piensan que es bailar, me percato que movieron los sofás para hacerles espacio. Estéticamente no se ve bien, pero ellos parecen divertirse, así que me da igual.
Hago un conteo rápido de la cantidad de personas, son en total unos 22, y eso que mi hermana dijo que sería una reunión pequeña de amigos. ¿Quién me habrá mandado a regresar a casa por las vacaciones? Bueno, al menos deprimirme aquí es mejor que hacerlo en mi apartamento yo solo.
— Buenas a todos— saludo con una sonrisa y de inmediato tengo todas las miradas puestas en mí.
— ¡HUGO!— grita Greter, brincando sobre mi cuerpo enseguida, haciéndome cargarla en un movimiento descoordinado por la impresión. Siento su sonrisa contra mi cuello, está feliz de verme rehecho nuevamente y eso me hace sonreír irremediablemente— Gracias por bajar— susurra en mi oído— Para aquellos nuevos que no lo conoce, él es Hugo, mi hermano mellizo— informa a los presentes en la habitación y se escucha un saludo general y desordenado por parte de todos.
Reconozco algunas caras, son los amigos que ha tenido toda la vida y quienes de inmediato vienen hacia mí para saludarme con dos besos y un abrazo. Son chicos agradables, incluso las pocas chicas que hay, que son las amigas de infancia de Greter, me gritan efusivamente sin moverse a saludarme, no quieren perder sus asientos, las conozco demasiado bien. Esa bulla, esas risas y el ambiente alegre que muestran todos me envuelve y sonrío genuinamente. Necesitaba esto.
— Te presento a los nuevos— dice mi hermana tirando de mi brazo, dándome un paseo por la sala, diciendo nombres a la par que señala personas como si yo fuera a acordarme de alguno— Y él es Ángel— dice finalmente y me quedo quieto.
Esa mirada color ónix está fija en mí y me roba el aliento, sus ojos rasgados con gruesas pestañas oscuras, solo le dan más intensidad a la forma cargada de energía con la que me mira. Mis ojos se pierden en su rostro marcado y perfilado, en la barba corta, que parece ser de una semana, pero perfectamente tupida, que rodea esos labios color carne y la manera en que traga grueso, moviendo su nuez de Adán.
— Mucho gusto— dice, haciendo que su voz ronca, pero melodiosa, llegue a mis oídos por encima de los demás ruidos de la habitación.
— Un placer— respondo, aunque no estoy seguro de que me haya escuchado.
Las presentaciones continúan y creo que mi hermana no se ha dado cuenta del efecto destructor que tuvo la mirada de Ángel en mí, pues me empuja lejos como si nada. No presto atención a los demás que me saludan, creo devolverles el saludo, pero no más que eso.
Finalmente mi hermana me deja pararme en una esquina, apoyando mi cuerpo de lado sobre la pared y cruzando los brazos frente mío, con un vaso de refresco que no sé en qué momento llegó a mis manos, pero que es bienvenido.
Pasan varios minutos en un bullicio interminable, escogiendo qué harán a continuación. Las votaciones están entre jugar videojuegos modo combate y competencia o ver películas de acción, no participo en la encuesta y decisión porque particularmente no me interesa, pero no soy el único ajeno a todo.
Siento su mirada cubrirme, vistiéndome totalmente, o quizás todo lo contrario, y yo no puedo dejar de mirarle tampoco. Hay una intensidad en cómo me mira que es absorbente. ¿Hace cuánto nadie me miraba así? La manera en que sus ojos me envuelven es como si yo fuera la única cosa que pudiese saciar su hambre voraz y esto me hace erizar la piel.
¿Cuándo fue que dejó de importarme si me miraban así o no? ¿Cuándo me empecé a conformar con menos, siendo consciente que esto es justo lo que merezco? Nadie tiene que soportar estar con alguien que no es capaz de verte con esa hambre, con ese deseo abrazante que te hace sentir en el infierno más placentero posible. No todo es lujuria, es cierto, pero estar con alguien que te desee es en ese aspecto, lo mínimo que uno merece.
— Entonces veremos una película— la voz de mi hermana afirmando el resultado de la encuesta me hace apartar la vista de esos ojos ónix y me doy cuenta que perdí la noción del tiempo que llevo observándole— Ahora escogeremos cuál ver— anuncia y veo que todos abuchean, sabiendo que se avecina otra encuesta interminable y yo me rio por la reacción de todos, tragándome la risa al ver como su mirada en mí se intensifica, siendo acompañada de una sonrisa de lado con efecto deslumbrante.
— Iré a hacerme palomitas— le informo a mi hermana, que simplemente asiente con la cabeza ignorándome, está muy ocupada con sus amigos, que son incapaces de ponerse de acuerdo.
Entro a la cocina y me dirijo a la despensa, hay varios paquetes de palomitas para hacer en diferentes formas, por lo que tomo los tres más grandes y enciendo las cacerolas. Nunca he sido fan de las palomitas de microondas.
Dos de los paquetes los vacío juntos para hacerlas saladas con mantequilla y el último, que será el mío, lo coloco con mantequilla y miel, tapando las tres cacerolas y esperando a que se hagan mientras saco una lata de leche condensada, tomo el abridor de latas y me dedico a ir abriéndola para cuando las mías estén listas.
Siento su presencia sobre mi cuerpo, su calor impactando el mío y me quedo quieto cuando sus manos se apoyan en la meseta, con cada brazo suyo al lado de mi cuerpo. Su aliento choca con mi cuello y luego sus labios depositan un beso que me electrifica el cuerpo, haciéndome entreabrir los labios y temblar ligeramente con el escalofrío que me recorre por toda la columna.
— Usas demasiada ropa— comenta y mi piel se eriza, haciéndome jadear— Deberías quitártela— y con eso, todo mi cuerpo se tensa. Dioses, como añoraba algo así en mi vida.
— ¿Ahora?— pregunto con la voz jadeante, provocándolo aunque sé la respuesta, no me gusta ser simplemente el que se deja llevar.
— No, cuando salgas conmigo— susurra pasando su nariz por mi cuello y detrás de mi oreja y yo aprieto con fuerzas el abrelatas que todavía sostengo, dejando mi otra mano sobre la meseta presionando contra el azulejo con fuerza.
— ¿Qué te hace pensar que aceptaría algo así?— le reto, disfrutando la manera en que las venas de sus brazos se marcan cuando hablo. Yo también puedo hacerlo tensarse.
— Que yo siempre consigo lo que quiero— afirma, pegando su cuerpo totalmente al mío, empujándome hacia la meseta y yo bajo la otra mano, dejando ambas palmas sobre la fría superficie aun cuando siento mi piel arder— Y tú…eres lo que quiero— asegura, haciendo que sus dos manos tapen las mías antes de dejar un segundo beso en mi piel, justo detrás de mí oreja derecha y luego retirarse como si nada.
Mi cuerpo se siente como si lava recorriera mis venas y arterias en lugar de sangre, mi respiración en como fuego y mi corazón bombea tan fuerte que parece casi doler. Esa sensación, esa adrenalina que me hace temblar de expectación y la seguridad de que eres capaz de mover el mundo de alguien con tanta fuerza como esa persona te mueve a ti es algo que no había experimentado desde que me había fijado en David.
Con él las cosas eran sencillas, no había grandes aventuras y por más que yo me esforzase o propusiera planes para hacer, todo parecía insuficiente. Llegué a pensar que el problema era yo, hasta que vi como miraba desde lo lejos a ese chico que siempre andaba con él antes, el que era su amigo de la infancia.
Esa mirada que no me daba a mí en ningún momento dejaba claro en quien pensaba verdaderamente, a quién amaba en realidad, hice un par de preguntas a las personas correctas, sabiendo que las respuestas me dolerían, y fue así que descubrí que sí habían estado juntos, pero un closet gigante se interponía entre ellos.
Después de eso me quedé esperando que todo pasase, sabía que solo podían ocurrir dos cosas, o David se olvidaba totalmente de ese chico, o me terminaba dejando. Las probabilidades de que lo primero ocurriera eran escasas y cuando volvimos y él dijo que iría a una cena en la casa de la familia de ese chico, supe que en realidad eran nulas. No me extrañó cuando esa noche vino a verme diciendo que teníamos que terminar, ni siquiera le di espacio a darme mentiras o motivos, yo ya sabía la verdad, pero no por eso dolió menos.
Sin embargo, esa sensación asfixiante de placer que me cubre el cuerpo en estos momentos era algo que no había experimentado en mucho tiempo, desde los inicios inexpertos de mi adolescencia, cuando todo era novedoso y abrumante. Sonrío, Ángel es todo un misterio, no le conozco de nada, pero tiene razón en algo, sí saldré con él.
Nunca fui de dejarme tirar por la borda, luché a cada paso de mi vida por poder ser y hacer lo que quería, dejarme caer de esa manera no era mi estilo y no empezaría a serlo ahora.
Mi mente se vuelve a conectar con los alrededores, sintiendo como las palomitas ya están listas y el olor a estas inunda la cocina. Apago los fogones rápidamente y empiezo a servirlas en grandes pozuelos para que todos puedan comerlas, apartando las mías y echándoles la leche condensada por encima. Salgo de la cocina para ver como finalmente se han decidido por una película, ni idea cuál, no son de mi gusto las de acción.
— Palomitas listas, necesito ayuda para traerlas— anuncio y enseguida se ponen de pie dos amigos de mi hermana, junto con Ángel, haciéndome sonreír arrogantemente al verlo caminar hacia mí sin despegarme la vista y su rostro muestra una expresión divertida al notar que yo le devuelvo la mirada igualmente.
Entramos a la cocina y tomamos los pozuelos con palomitas, cuando voy a alcanzar el mío él lo toma rápidamente, mirándome provocadoramente antes de salir, haciéndome seguirlo. Todos empiezan a ocupar diferentes puestos en la sala, y yo tenía pensado sentarme al lado de mi hermana, pero entonces Ángel se lleva mis palomitas a su asiento, negando con la cabeza cuando una de las chicas le pregunta para sentarse a su lado, dejando ese puesto despejado y enseguida entiendo lo que quiere.
Me sonrío a mí mismo antes de seguirle, sentándome tranquilamente a su lado y cruzando mis piernas suavemente, él coloca el pozuelo con palomitas delante de los dos, en el punto intermedio, y yo me siento pletórico.
La película empieza, mi hermana gradúa la luz hasta oscurecer la sala y yo me quedo abstraído en la sensación de su cuerpo a mi lado. Su presencia es imponente, siendo mucho más alto que yo y musculoso, puedo entrever un tatuaje en uno de sus brazos, no me había fijado antes, pero la escasa claridad me impide ver qué es exactamente.
Voy introduciendo la mano en el pozuelo y sacando puñados de palomitas, que como sin cuidado ninguno, no es que me interese ser cuidadoso, y puedo percibir como tensa sus brazos cada que me ve llevar mi mano a mi boca. Es divertido y tentador y no puedo concentrarme en más nada.
Toda la película pasa sin que yo sepa de qué va y dudo que él lo sepa, sus ojos no se alejaban de mí durante demasiado tiempo. Por algún motivo, creo que las amistades de mi hermana deciden seguir la fiesta haciendo un viaje corto a la playa que está cerca, he pasado los dos últimos meses en una playa de las afueras y ver arena es lo último que me apetece, así que niego con la cabeza.
— Lo siento, Greter, te amo, pero no más playa para mí por unos meses— le digo cuando intenta convencerme, su puchero adorable no va a funcionar conmigo hoy.
— Está bien, pero te ves mucho mejor— cede finalmente, afirmando una realidad al final que no puedo ni quiero negar.
— Me siento mejor— le aseguro y sonrío genuinamente, haciéndola sonreír también.
— Sabía que te haría bien salir del cuarto— salta de emoción, mirándome con sus ojos destellantes y yo asiento con la cabeza.
— Sí, es cierto que sí— concuerdo con ella y luego le doy un beso en la punta de la nariz— ahora vete, disfruta y no vuelvas hasta el alba— soy un terrible hermano mayor, aun siendo mellizos, si le ando dando esos consejos, pero ella me sonríe feliz, asiente y se marcha por la puerta junto con el resto de sus amigos.
Suspiro cuando todos se van, la tensión en la casa ha bajado varios grados cuando Ángel se ha ido, aunque no he llegado a ver en qué momento eso fue. Recojo la sala y organizo, limpiando también las vasijas vacías de palomitas y entonces siento el timbre de la puerta, sobresaltándome. Me acerco lentamente, sin estar seguro de quién puede venir a llamar cuando ya ha oscurecido, pero cuando abro la puerta, una sonrisa radiante y a la vez provocadora se posa en mis labios.
— ¿Qué dices si damos una vuelta?— pregunta Ángel desde el otro lado, sosteniendo dos casos en sus manos, solo entonces me doy cuenta de que está usando una cazadora negra de cuero que le queda magnífica y ahora soy yo quien traga en seco ante su imagen.
— Dame unos minutos— le digo, dejándolo en la puerta y subiendo a la carrera a mi habitación.
Suelto de dos patadas mis pantuflas y rebusco mis botas de animal print morado hasta por encima del tobillo, repaso mi maquillaje levemente y uso dos pines con piedras para sostener mi cabello recogido un poco hacia atrás. no me cambio de ropa porque sencillamente me veo magnífico y al carajo.
Tomo mi bolso pequeño de color blanco, meto mis llaves, un poco de dinero, mi carnet de identidad y mi celular dentro, lanzándole un guiño y un beso a mi imagen en el espejo antes de salir por la puerta de mi habitación corriendo hacia abajo.
Ángel sigue en la puerta, apoyado casualmente en el marco y yo siento mi cuerpo temblar ante la expectativa. Me acerco a él con una mirada coqueta, cerrando la puerta al salir y caminando juntos hasta su moto. Él me da el casco, que hábilmente me coloco y luego me quedo observándolo montar en la moto, haciéndome espacio detrás suyo y mirándome retadoramente.
Oh, él no sabe dónde se mete.
Grácilmente me acerco y coloco una de mis manos en la parte más alta de su muslo, apoyándome allí cuando subo la pierna lo máximo que puedo hasta cruzar la moto, impulsándome de mi apoyo en su muslo hacia arriba, trepando totalmente. Sonrío con suficiencia y él ladea su sonrisa, claro que sé lo que hago, soy bailarín profesional.
— ¿A dónde?— pregunta encendiendo el motor y el rugido de este me hace jadear un segundo, sintiendo las vibraciones bajo mi cuerpo, como una bestia bramando.
— Solo conduce— le digo, sin destino en mente.
Ángel asiente con la cabeza antes de acelerar a toda potencia, haciendo que yo me agarre con fuerza de su cintura, cruzando mis brazos por delante de su cuerpo. Conduce sin un lugar al que llegar, solo recorriendo las muchas carreteras que hay mientras yo disfruto del viento golpeando feroz mi rostro y de la manera en que mi piel se eriza ante la frialdad que trae consigo. Esa sensación de libertad es increíble.
Paramos varios minutos después, la noche está bien entrada y ni siquiera estamos en un lugar determinado, es un parque cualquiera de los tantos que existen.
— Gracias por eso— le digo, entregándole el casco y caminando hacia uno de los columpios, montando en este y empezando a balancearme— Lo necesitaba.
— No lo tengas en cuenta— asegura, acercándose por el lado hacia mi posición— ha sido todo un placer— su mirada sigue con la misma intensidad del inicio y no puedo evitar sonreír, impulsando mis piel de adelante hacia atrás para mantener el columpio en movimiento.
— ¿Por qué me has buscado?— pregunto, curioso sobre sus motivos.
— ¿Por qué me has seguido?— rebate, haciéndome sonreír. Tiene un punto válido. Yo sigo meciéndome en el columpio y lo veo ponerse cómodo en el banco que está al lado de estos, encendiendo un cigarro y exhalando con fuerza cuando suelta el humo— Me pareces interesante, demasiado a decir verdad.
— Vaya, para alguien que no me conoce, muchas gracias— repongo, sin dejar de moverme, me sienta de maravilla jugar de esta forma tan tranquila.
— Te conozco— asegura y yo le miro tan fijo como puedo considerando mi movimiento.
Lo veo apagar el cigarro tirándolo al suelo y pisándolo, camina hacia mí y yo intento detener el columpio para no pegarle, pero él simplemente se para delante, aferrando sus manos a las mías cuando voy hacia adelante y deteniéndolo totalmente, sin que su cuerpo se mueva del lugar ni por un centímetro.
— Te vi hace un mes y medio, en una discoteca de la playa del norte. Vestías con lentejuelas brillantes y botines altos, tu maquillaje resaltaba con las luces ultravioletas, sostenías una botella en tu mano y bebías felizmente de esta. Bailabas al ritmo que te pareciera y gritabas cada parte de las canciones si te las sabías. Tenías un torbellino de energía dentro, era imposible quitarte los ojos de encima. No hice nada por acercarme porque andabas en compañía, pero cuando Greter ha dicho esta mañana que haríamos reunión en su casa para ver si lográbamos sacarte de tu cuarto y divertirte, porque estabas deprimido por tu ruptura reciente, todos estuvimos de acuerdo. Cuando te vi bajar y observé que eras tú, me prometí a mí mismo que no habría forma en que te dejaría escapar esta vez. Es así de simple.
Estamos tan cerca que su aliento a menta y cigarros llega a mí. Lo deseo, joder sí que lo deseo. Su confesión me hace temblar ligeramente, mi corazón parece querer salirse y mis ojos solo se pierden en la intensidad de los suyos.
Entonces me doy cuenta de que todo entre él y yo empezó hace mucho, sonrío con una efusiva alegría presionándome desde dentro, meditando que algún día, más adelante, le he de confesar que esa noche que él describe, el motivo por el que yo bailaba de esa manera era porque sentía mi cuerpo ser vestido con la intensidad de la mirada de un extraño, al que ahora finalmente puedo ponerle nombre.
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Holaaaa mis pequepinkypitufos, como ven, no tengo gran cosa que hacer el 31, beber y escribir, así que aquí está el extra de fin de año.
¡¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO MIS AMORES!!!!
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