Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Secreto 11- Mi compañero de Matemáticas.

Enjuago mis lágrimas e intento normalizar mi respiración, me llevo riendo como idiota los últimos quince minutos de un video meme de internet. Doy un largo suspiro y bajo a la cocina para desayunar, empezamos un nuevo semestre hace una semana, pero recién me incorporaré hoy, pues estaba de recuperación por haber padecido dengue.

Nadie volverá a convencerme de que visitar a la abuela a su casa en el monte no es malo, los mosquitos eran tan grandes que estoy seguro de que podían haberme cargado en peso y succionado toda mi sangre.

— De nuevo riéndote de alguna tontería de internet— saluda mi hermana, que está sentada en la mesa desayunando.

— Cállate, mocosa— digo pasando detrás de ella y sacudiendo sus trenzas africanas de color morado.

Antes mi hermana y yo podíamos pasar por gemelos, somos de piel blanca pálida, cabello castaño y ojos cafés, nada que sobresalga en nuestro medio. Para mi extravagante hermana eso era inaceptable, así que decidió hacerse algo diferente, una semana después entrabamos a un salón a que le trenzaran el cabello.

Intentó convencerme de hacérmelo, pero no accedí, al final me hizo una trenza a modo de raya al lado, que quedaba del largo de mi cabello, que es hasta la nuca y perfilando mi rostro, con cerquillo.

— Ya tengo 16— rebate con energía mientras me siendo al frente de ella, con un tazón con cereales y leche.

— Okey— sonrío condescendientemente y ella hace un puchero— de todas formas sí me reía de un video.

— ¿Cuál?— pregunta Chloe, interesada.

— Un chico se burlaba de otro preguntándole si era gay y el muchacho contestaba preguntándole que si quería novio— explicado no es igual de chistoso, aun así ella me sonríe y le da un trago a su taza.

— Quizás podrías usarlo si alguien te hace esa pregunta— propone y yo me río.

— ¿Quién me la haría? Todos en la escuela saben que lo soy gracias al idiota de Jake— veo su rostro adoptar una expresión triste, estiro mi mano hasta tomar la suya. No fue su culpa que su amigo fuera un imbécil y jugara conmigo, ninguno de nosotros lo vio venir.

— Debí de haber sabido que era un estúpido patán— brama ella con rabia y yo sonrío, siempre se ve adorable cuando habla como chica mala.

— A veces me preocupas hermana— es lo único que atino a comentar.

Miro el reloj y me apuro a recoger la mesa, indicándole que se termine de arreglar. Después de organizar los platos, lavarme los dientes y coger mi mochila, salgo con mi hermana rumbo a la escuela, las idas y venidas de la escuela los dos en bicicleta han sido tradición desde pequeños.

Sé que ella quiere apreciar todo esto ahora, pues el año que viene iré a la Universidad. En realidad esto debió pasar el año pasado, pero estuve enfermo gran parte del año, por lo que mis padres decidieron que mejor repetía el curso.

— Nathan— me llama cuando llegamos a la escuela y estamos parqueando las bicicletas— creo que sé a quién podrías darle la respuesta del video.

— ¿De qué hablas?— pregunto desconcertado.

— ¿Ves el chico alto, rubio, de cabello despampanante y músculos marcados con aspecto de jugador de futbol americano?— indica, señalando con la mirada hacia un muchacho que se encuentra a unos diez metros detrás de mí. Me giro a verla nuevamente y asiento— Su nombre es Yakov, es ruso y vino a la escuela este semestre. Si se mete contigo, ya sabes qué hacer.

— ¿Estás loca?— pregunto mientras caminamos hacia dentro de la escuela— Esa gente es altamente homofóbica. Capaz y me deja en politrauma.

— Yo solo digo— comenta con expresión traviesa y se retira por su pasillo hacia su aula. Yo niego con la cabeza, esa niña está loca.

Entro al aula a último minuto y me dirijo a mi asiento, el del medio, de la hilera pegada a las ventanas que dan para el campo de entrenamiento. Siento la silla de delante de mí moverse y  cuando alzo la vista, el dios ruso que mi hermana me mostró está sentándose.

Al parecer me quedo mirándole mucho o quizás mi rostro muestra mi impresión, porque se gira a verme por encima del hombro y yo rápido bajo la mirada, enfocándome en mi libreta con todas las notas de la semana que copié en mi casa.

— Buenos días— entra saludando el profesor Ríos, con su típico traje serio, aunque se ve mucho más alegre que cuando empecé aquí mi primer año. Creo que se debe a ese hombre de aspecto afable que siempre lo recoge en las tardes, había un rumor de que este era el padre de una alumna de otra aula de mi año, pero nunca supe sí esto era verídico— Me alegra que el día de hoy recuperamos a nuestra plantilla completa— comenta observándome— Bienvenido de nuevo, Nathan.

— Gracias, profesor Ríos— sonrío por el recibimiento.

— Antes de empezar les aclaro que hoy indicaré un trabajo de 14 problemas avanzados, los resolverán en parejas y los entregaran al final del mes. Es mucho tiempo, lo cual indica que son difíciles y antes de que pregunten, sí cuentan para nota y no podréis escoger las parejas— sus indicaciones son claras— diré las parejas al finalizar la clase y pasaréis los dos por mi mesa a recoger las hojas.

Todos asentimos con la cabeza, aun cuando hay varios que quisieran protestar por no poder escoger su compañero. La clase avanza con fluidez, el profesor Ríos tiene un talento natural para explicar y yo voy tomando notas y resolviendo ejercicios a su par.

A veces presto atención a mi compañero de enfrente, no deja de escribir y parece muy centrado en las explicaciones del profesor, la luz del sol le da en su cabello y toma una tonalidad blanquecina, haciendo resaltar más sus ojos azules claros.

— Anunciaré las parejas ahora— la voz del profesor me saca de mi ensoñación, no me percaté que pasé los últimos minutos de la clase totalmente embelesado con el ruso. Maldita sea mi hermana y sus pensamientos extraños— Nathan Faller y Yakov Beliakov— brinco en mi asiento al escuchar mi nombre vinculado al ruso. El chico se gira para mirarme y yo respiro hondo, intentando parecer normal.

Esto tiene que ser una broma.

— Supongo que somos tú y yo— NO DIGAS ESA FRASE, grito en mi cerebro cuando pronuncia esas palabras con acento marcado.

— Sí, soy Nathan— me presento.

— Yakov— dice sencillamente y se pone de pie, también me incorporo y voy con él hasta la mesa del profesor.

— ¿Cómo haremos esto?— pregunta cuando salimos del aula, uno al lado del otro.

— Podríamos hacerlo en las tardes, en mi casa o en la tuya, como prefieras— explico calmadamente y lo veo poner una expresión seria.

— La mía mejor, hoy a las cinco, te paso la dirección— dice sacando su celular.

Me apresuro a sacar el mío, intercambiamos números y me envía su dirección. Le aseguro que estaré allí a la hora indicada y salgo como un suspiro lejos de él, aunque por el rabillo del ojo lo veo coger hacia donde el equipo de futbol americano, al final parece que es jugador.

El resto del día pasa como un borrón abstracto y cuando llega la hora de salida me enfrento a la histeria de mi hermana. Esta mañana parecía bien con la broma de que le contestara a Yakov, pero ahora se muestra nerviosa ante la perspectiva de cómo podría reaccionar.

Paso media hora tranquilizándola y asegurándole que no pasará nada, no es que se me note lo gay por encima de la ropa, por más que no sea tan musculoso ni exageradamente alto. Para cuando llego a la casa de Yakov ya voy veinte minutos tarde.

— Llegas tarde— afirma con expresión hosca cuando toco el timbre.

— Lo lamento— no puedo explicarle el por qué, así que me limito a disculparme.

— Como sea, pasa— aun cuando es algo rudo, su acento me sigue pareciendo sexy— por aquí— lo sigo por una puerta una habitación con una mesa y varios libros de matemáticas abiertos.

— ¿Intentaste hacerlos por tu cuenta?— pregunto impresionado.

— Es algo normal en Rusia, no pensé que fuera difícil— explica.

— Por tu expresión, supongo que lo es— me trago mis palabras cuando veo como se endurece su rostro.

— Mira sabelotodo, mejor que nos pongamos en esto— no es una gran ofensa, pero su mirada férrea impresiona demasiado como para protestar.

Pasamos dos horas repasando libros y buscando soluciones, al final únicamente pudimos avanzar la mitad el primer problema. Me despido en voz baja y siento como tira la puerta con fuerza cuando estoy afuera de su casa, ciertamente no ha sido la tarde de estudios más relajante que he tenido.

Los días continúan de esa manera, todas las tardes voy a su casa y repetimos lo mismo, para el final de la semana me he ganado el apodo de bicho molesto porque murmuro cuando no entiendo algo y hago movimientos con mis dedos que Yakov encuentra irritantes.

En la escuela se limita a mirarme con expresión molesta e ignorarme, a veces veo al grupo de jugadores hablar algo, mirarme y reírse, pero jamás a él. Es como si el concepto de risa fuese ajeno a su persona. Yo intento no pensar en lo que le podrían estar diciendo, Jake era del equipo de futbol y luego de haberse acostado conmigo dijo que yo lo había drogado para forzarlo y convertirlo en gay, pero como él me penetró a mí, pudo resistirse.

Mi mente empieza a decaer con los pensamientos sobre el tema, así que para mitad del mes, con cuatro problemas resueltos y su expresión hosca persiguiéndome a todos lados, estoy evitando activamente a Yakov.

— Estás molestándome— afirma. Vine a estudiar como todos los días, pero hoy he sido especialmente consciente de no murmurar, hacer sonidos raros o mover las manos.

— ¿Cómo?— mi voz sale suave, no había notado cuánto me afectó no hablar mucho en las últimas dos semanas.

— Estás muy quieto y es inquietante— explica sin mirarme, sus ojos fijos en el libro que tiene delante.

— Pensé que…— mi voz falla y trago en seco para aliviar el nerviosismo— no quería molestarte, así que dejé de hacer esas cosas.

— No me molestan, me irritan— su corrección hace que mire a la mesa— pero ya me acostumbré— esa afirmación basta para que mi corazón se acelere y yo permanezco incrédulo— Vete— ordena de momento y brinco en mi asiento por el sonido de la silla al levantarse con fuerza. Lo miro desconcertado, solo llevo aquí media hora.

— No hemos avanzado— repongo.

— Lo sé, pero tu presencia me molesta— sentencia y yo tiemblo. Estoy harto de esto, de tenerle miedo, estar tenso a su alrededor y sus miradas extrañas.

— ¿Por qué?— pregunto en voz baja y sé que tengo su atención cuando lo veo entrecerrar los ojos— ¿Por qué te caigo tan mal? No te he hecho nada.

No me percato de que me he puesto de pie y estoy temblando con las manos apoyadas contra la mesa. En el silencio que sigue a mis palabras puedo percibir con claridad sus pasos acercándose, la presencia de su cuerpo al lado mío y su respiración calmada.

— No me miras— dice y me quedo perdido en esa frase— No confío en las personas que no miran a los ojos cuando hablan. Percibí tu mirada sobre mí el primer día que te incorporaste a clases, pero nunca más volviste a mirarme, eso me molesta. No puedo confiar en alguien que no me mira a los ojos, por lo que tampoco puedo conocerte.

El peso de su explicación cae con fuerza sobre mí. Es cierto, el primer día me dejé atormentar tanto por mi hermana sobre lo peligroso que podía ser Yakov que no le di la oportunidad de conocerme, porque inconscientemente tenía miedo de que descubriera que era gay y perdiera los papeles. Soy un total imbécil.

Cierro mis manos en puños y respiro hondo, me incorporo totalmente, manteniendo los ojos cerrados, calmándome. Siento mi corazón bajar su intensidad, mi respiración normalizarse, mis manos dejar de sudar y finalmente abro los ojos. Su mirada azul clara me llama, impactando en la mía.

— Lo lamento— afirmo— no soy así, pero han pasado cosas en el último año y al parecer me han afectado más de lo que pensé.

— Bien, entonces volvamos a trabajar, bicho molesto— dice, aunque su mirada se ha relajado y ya no tengo miedo.

— Claro, monstruo insensible— rebato y ya no me importa si quiere contestar.

Me siento, sin darle chance a más y retomo la lectura. Al cabo de unos segundos él vuelve a sentarse y sigue leyendo. Ahora el ambiente ya no es pesado, no estoy intimidado y puedo enfocarme en el ejercicio, por eso no es extraño que finalmente logremos resolver dos problemas más, sonrío ampliamente dando palmadas de felicidad.

Él se me queda mirando y se limita a negar con la cabeza, aunque me parece ver el indicio de una sonrisa, solo está allí por un momento y puede que lo halla imaginado.

Cuando llego a casa, mi familia está viendo la televisión y mi comida está servida. Saludo a todos efusivamente y ceno con una sonrisa que no pasa desapercibida, pero cuando Chloe intenta preguntar mi mamá le da un golpe ligero en la cabeza y le hace una seña de que se calle. Ante esto mi padre y yo nos reímos y por primera vez desde que empezó el semestre, duermo tranquilamente, sin pensamientos que me atormenten.

— No me siento confiada con lo que me cuentas— comenta mi hermana en el parqueo, al final he tenido que contarle todo esta mañana camino a la escuela.

— Chloe, es solo cuestión de terminar el trabajo, no le des más vueltas— mi hermana puede ponerse muy intensa cuando quiere.

— Oye, bicho— esa voz que todavía no se me hace costumbre me llama y yo giro para ver a Yakov con otros jugadores de futbol detrás— encuéntrame en el horario de almuerzo, ayer repasé por un problema bastante similar al octavo del trabajo y necesito que lo revises.

— ¿A quién estás llamando…?— mi hermana empieza a responder, pero yo la detengo.

— Claro, ¿dónde te busco? ¿En la sección especial de monstruos?— el rostro de sus acompañantes de vuelve duro, pero él se mantiene impasible.

— En la biblioteca— responde con tranquilidad y luego se retira, con los otros jugadores siguiéndole.

— Te dije que lo tengo controlado— le aseguro a mi hermana antes de darle un beso en la frente y correr hacia el aula, no quiero llegar tarde.

A medida que avanza la mañana percibo como varios alumnos susurran cosas mientras me miran, incluso en los pasillos. Se vuelve bastante molesto, no me pasaba algo similar desde que el año anterior Jake hizo público todas esas mierdas sobre mí.

Para cuando llega el receso estoy en mi límite y veo en el pasillo los demás jugadores de futbol dándole palmadas en la espalda a Yakov y riéndose, él me mira y hay algo distinto en la forma en que lo hace, así que cuando los demás le susurran al oído y miran en mi dirección, sé que le están contando lo del año pasado.

Ahora sí se jodió todo.

Me limito a alzar la cabeza y entrar al aula sin darle importancia a los demás, tomo asiento intentando evitar a todos, pero cuando la puerta se abre una vez más, los susurros aumentan de volumen y sé que es Yakov quien ha entrado. Se acerca a mi mesa a paso firme, hasta quedar delante de mí, recordando sus palabras de ayer, alzo mi mirada enfrenando la suya.

— ¿Es cierto que eres gay?— me quedo impactado, no pensé que haría esa pregunta en voz alta, en plena clase y con esa expresión seria.

Por un segundo las palabras se traban en mi garganta al escuchar las risitas de los demás, recuerdo vagamente el comentario de mi hermana sobre el video que vi en internet hace casi tres semanas y no puedo evitar pensar que es una locura, pero también mi única oportunidad.

— ¿Por qué? ¿Buscas novio?— sonrío ladinamente y me inclino hacia atrás con aire coqueto, apoyando mi brazo en el espaldar de mi silla de forma casual. Todos estallan en risas en un segundo y él va a contestar algo, pero en ese instante entra la profesora de Lengua y nuestra disputa se ve interrumpida.

La clase toma sus asientos con calma, aun con algunas risas vagas que se escuchan por lo bajo y Yakov se limita a darme una mirada por encima del hombro antes de sumergirse en la asignatura. El período pasa con una lentitud pasmosa y mi cerebro procesa mi atrevimiento, sé que esto puede costarme mucho, pero no me arrepiento de haberlo hecho.

Era hora de poner a las personas en su lugar, yo no hice nada malo con Jake y las mentiras que él dijo no tienen nada que ver conmigo.

Repaso el horario, dándome cuenta que tengo educación física en la tarde, así que cuando suena la campana de almuerzo recojo todo rápidamente y salgo rumbo a un baño para cambiarme en uno de los cubículos, no me cambio en los vestidores desde los rumores del año pasado sobre darme una paliza por intentar convertir a Jake.

No me molesto en prestar atención a nada que no sea la canción que reproduzco con mis audífonos mientras me desvisto. Apenas me he quitado la camisa cuando siento un cuerpo caliente impactar contra el mío, apoyándome en la pared, su respiración en mi cuello y oreja, su perfume llenándome. Retiro mis audífonos con algo de miedo y giro la cabeza, de reojo veo que es Yakov y el pánico me inunda.

— ¿Qué haces aquí?— me las arreglo para preguntar.

— Creo que tengo una pregunta que responderte— afirma y yo me erizo, por qué tiene que hablar de forma tan sensual ahora.

— ¿Alguna respuesta interesante?— no sé si me ha roto el filtro de cerebro/lengua, no logro  controlar mis palabras aun sabiendo lo peligroso que puede ser, pero siento su aliento en mi oreja, su cuerpo presionando más el mío contra la pared y me doy cuenta que esto no es lo normal para acosar a alguien.

— ¿Acaso no se me nota que me derrito por ti?— susurra contra mi oído y un gemido ahogado escapa de mi garganta a la par que un rojo fuerte se extiende por mi rostro. Maldita sea, por favor que esto no sea una broma.

Me retuerzo entre sus brazos, para girar y quedar de espaldas a la pared, enfrentándole cara a cara. Su mirada se ve oscura, el negro de la pupila se ha tragado casi todo el azul del iris, respira rápido y puedo ver que sus manos están hechas puños contra la pared.

— Pensé que era lo contrario, siempre gruñéndome y llamándome nombres— comento. Mi corazón se derrite un poco cuando su risa ronca retumba en su pecho contra el mío y niega con la cabeza ladeada y una sonrisa triste.

— Estaba frustrado porque pensé que me gustaba un chico hetero que no me haría caso, de allí lo de gruñirte— explica y le creo, de hecho me doy golpes mentales por no ver las señales antes. Sus comentarios indicaban que me prestaba mucha atención, estaba molesto porque no le miraba y pensándolo mejor, la sonrisa de ayer no fue mi imaginación— en cuanto a los nombres, son resaltantes de alguna característica que me es irritante, pero que en ti me resulta adorable.

Trago en seco y mojo mis labios con mi lengua, lo veo seguir con la vista ese gesto y entreabrir sus labios. Dioses, como quiero besarlo ahora mismo, pero primero necesito respuestas, por más tierno que suene lo que me está diciendo, si no aprovecho su ola efusiva de sinceridad, quién sabe si podré volverlo a tener así.

— ¿Qué cambió?— pregunto, aunque estoy temeroso de la respuesta.

— Esta mañana, luego de que habláramos, los chicos me contaron sobre ti— me tenso, mi mirada se enfría y mi rostro se vuelve duro, me niego a desviar la vista— No me interesa— afirma de momento y yo me impresiono— No creo que lo que me contaron sea verdad, pero incluso si lo fuera, no me interesa. Lo que conozco de ti por mí, lo que puedo llegar a conocer, eso es lo que importa, así que cuando me dijeron que eras gay no pude contenerme y terminé preguntándote de esa forma tempestuosa que me llevo a un ridículo merecido.

— ¿En serio no te importa?— pregunto, totalmente anonadado, aunque con una sonrisa en los labios por su afirmación final.

— No— afirma con vehemencia— Si algún día quieres explicármelo, adelante, sino, no es mi problema. No es lo que me interesa de ti, me gustas aun cuando eres un bicho molesto con un montón de mañas irritantes que en otras personas desprecio— me río ante su explicación, curiosamente no me siento ofendido— pensándolo mejor, me gustas precisamente por eso— mi sonrisa se ensancha, es encantador cuando quiere.

— Bueno, tú me gustas aun cuando eres un monstruo de piedra insensible, así que estamos a mano— ambos nos reímos y el ambiente se aliviana. No sabía que estábamos tan tensos hasta que esa tensión desapareció.

— Puedo hacer esto bien— afirma, me mira a los ojos, baja hasta mis labios y luego niega con la cabeza, volviendo a sonreír y poniendo distancia entre nosotros— ¿Saldrías conmigo a una cita, bicho molesto?— pregunta, extendiendo su mano con la palma hacia arriba en mi dirección.

Sonrío por el gesto, es imposible no emocionarse, así que es normal el temblor en mi mano sudada, mi corazón bombeando con fuerza y el ligero zumbido en mis oídos cuando finalmente respondo.

— Sí, monstruo insensible— aseguro y una corriente eléctrica recorre mi cuerpo cuando su mano encierra la mía.

***********
Hola pequepinkypitufos. Lamento la obvia demora, reprobé un examen importante, el que tenía el viernes, y hubo muchos problemas por eso.

¿Qué me dicen de este capítulo? ¿Les gustó? Me dejan su estrellita y comentario para saberlo y nos leemos mañana. ♥️💗♥️ Besitos desde la Pequepinkypitufialdea.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro