Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo I







BIENVENIDO A GREEN TOWN

Desentierra; toma una pala y ponte a cavar.

No recuerdo con precisión cuando el otoño se volvió mi estación favorita, solo sé, que cuando fui lo suficiente consiente me volví la niña que esperaba la noche de "dulce o truco" en lugar del señor gordinflón con barba que baja por la chimenea. Los colores, el clima, tanto misticismo que lo envuelve e historias de terror con el monstruo debajo de la cama, me generaba curiosidad casi mórbida.

Pienso, que fue a partir de los ocho años, cuando aquella tarde de Halloween mis padres con una postura que no podría definir más que extraña, decidieron que al empezar a caer el sol era buena idea estar a puerta y ventanas cerradas, mantenerme cautiva con mi disfraz de vampiresa mientras escuchaba como mis amigos tocaban la puerta una y otra vez invitándome a salir a pedir dulces. Reproché y lloriqueé hasta el cansancio, pero más que nada, recuerdo con claridad su expresión al asomarse por las cortinas y abrir los ojos como si una horda de criaturas del inframundo desfilara por la acera.

Halloween, la noche de las brujas, el día en el que el pueblo de Green Town se pone de cabeza, no por las decoraciones de calabazas y los inflables de fantasmas, no, el ambiente se percibe tenso, puedes notar el nerviosismo de los adultos y de los ancianos, viendo constantemente por detrás de su hombro o asomados por las ventanas como si algo malo fuera a pasar, o, como me gusta definirlo "Histeria colectiva pueblerina", un mal que te ataca cuando no has salido de los misma locación rural por mucho tiempo.

Así son las cosas, a los jóvenes claro está que poco nos importa, la excusa para una buena fiesta, disfraces reveladores exponiendo más piel de la necesaria y decenas de capaz de maquillaje donde la promesa de por una noche puedes ser ángel, demonio o bestia, es demasiado tentadora como para dejarla pasar.

Todos se lo toman con seriedad, desde meses antes las tiendas de tela y costureras se llenan de trabajo y los más descuidados terminan pidiendo sus trajes por amazon, pero nadie se queda sin participar.

Los chillidos eufóricos de los niños corriendo en la calle me indicaron que ya era hora de comenzar a arreglarme. Ya había comenzado a oscurecer.

Dejé a un lado el celular y dándome una vuelta sobre el costado me paré de la cama. Faltaban tres horas para la fiesta pero las ansias me consumían por estar lista. Antes de dirigirme a la ducha, impaciente, fui al closet y saqué el vestuario que usaría, no pude evitar dar unos brinquitos de emoción.

Ese año había decidido disfrazarme de Six, la protagonista y antihéroe del video juego de Little Nightmares, con un icónico impermeable amarillo y unas botas de combate, para complementar, una semana antes me pinté el cabello de un tono negro azulado y vi tutoriales en YouTube de maquillaje, simularía tener moretones en las piernas y en un lado del rostro.

Aunque uno hace el intento de lucir de muerte, terminar opacado es inevitable. La protagonista de esta festividad tiene nombre y apellido, Orion Di Verne, hija de una de las familias fundadoras y pudientes del pueblo que por décadas se han dedicado a la industria ganadera y que, por ende, se puede dar el lujo de tomar un avión únicamente para organizar una fiesta de Halloween donde todos sin excepción están invitados.

Orion, dice que la razón del derroche es para ver a sus amigos de la infancia y no olvidar sus raíces.

¿Qué opino de ella? Es una chica divina, fuimos compañeras hasta la universidad, tremendamente encantadora, imposible que no te caiga bien, por eso, el treinta y uno de octubre, todos asisten a la finca Di Verne.

Orion, tenía una debilidad por los postres de Dalkomhan Pastry, y ¿cómo no? si es una de las reliquias del pueblo, pasada de generación en generación hasta llegar a su actual dueña y nuestra amiga en común, Kim Lee.

No tarde en estar lista, colocar las sombras para parecer molida a golpes no fue la gran cosa, despeiné mi cabello corto con crema para peinar y me puse el primer short de mezclilla y blusa que encontré, lo importante era el impermeable amarillo.

Tomé mi celular y al cerrar la puerta de mi habitación el silencio del resto de la casa me hizo sentir incomoda.

Mis padres, detestaban tanto la festividad que, según ellos, por su paz espiritual, se volvió parte de su rutina desde hace tres años atrás, cuando cumplí la mayoría de edad para ser exacta, y tuvieron la certeza de que no destruiría la casa o una patrulla me detendría por conducir ebria, ellos se iban a visitar a mi tía de parte paterna a la capital, lo cual, me parecía ridículo, un viaje en carretera por dos horas en busca de paz para llegar a ser atacado por edificios, smog, el ruido de coches y gente malhumorada, repito, era ridículo.

Exhalé irritada.

Su ausencia, en los peores y mejores momentos de mi vida ya era costumbre.

Antes de salir de la casa, me aseguré de dejar las ventanas bien cerradas y las luces del jardín encendidas, toparme con alguna sorpresa al regresar de madrugada no era parte del plan. Tomé las llaves del coche de la mesita del recibidor y partí.

La noche estaba algo bochornosa, apenas y corría el aire suficiente como para mitigar la molestia, un clima extraño para esa época del año cuando el invierno está a la vuelta de la esquina, calentamiento global supongo.

Las calles tenían más movimiento del usual, niños y adolescentes corriendo en búsqueda de dulces y uno que otro haciendo travesuras como arrojar papel de baño a las casas o huevos crudos a los propietarios que se atrevieran a dar dulces viejos o baratos.

Al hacer un alto, frente al coche pasó un grupo de cuatro chicos disfrazados de fantasmas con sábanas blancas y huecos mal cortados en la parte de los ojos y boca, no pude evitar reír por debajo.

¿Cómo alguien odiaría esta noche?

Para ambientarme, conecté mi celular al estéreo y le di reproducir a Season of the witch de Donovan, un clásico para escuchar una y otra vez en estas fechas.

No me sorprendió que me fuera imposible encontrar estacionamiento frente a la pastelería, por lo que tuve que aparcar el coche una cuadra antes, me daba una pereza inimaginable tener que caminar, pero, esa parada era obligatoria.

La Dalkomhan Pastry se veía hermosa con sus decoraciones de calabazas con velas dentro y telaraña estratégicamente puesta en el ventanal, desde aquí podía ver el aparador repleto de pastelillos temáticos, eran arte. Kim, siempre se lucía en las festividades.

Un comensal salió de la tienda y el olor dulzor entre vainilla, canela y chocolate entró por mis fosas nasales haciéndome salivar, puede que la mayoría de los invitados lleguen a la fiesta con botellas de licor y latas de cerveza, que haya botana y aperitivos fancy, extraño las fiestas donde contrataban a Kim para la mesa de postres, de unos años para acá, eso ya no es posible por la demanda laboral que tiene; pero, por lo menos, llevando una caja de cupcakes me aseguraba de darle un gusto a Orion y, tendría algo delicioso para comer si me daba hambre.

—Hola, Kim—la saludé mientras caminaba al mostrador.

Su rostro se iluminó al verme.

— ¡Tessa! —exclamó—, ¡te ves increíble!

— ¿Tú crees?—pregunté algo apenada.

— ¡Sí, tonta!—afirmó—. Y ese cabello—tiró un beso al aire—, me encanta. Déjame verte de cerca—continuó diciendo.

Kim rodeó el mostrador y salió a encontrarme.

Me di una vuelta de bailarina encantada con mis cinco minutos de fama.

—El impermeable y tu maquillaje quedaron súper bien—afirmó—, ¿ves?—arqueó una ceja—, te dije que tú sola podías maquillarte, te he enseñado bien—señaló orgullosa—, si sigues practicando en poco tiempo serás mucho mejor que yo.

—Una cosa es maquillarme para perecer molida a golpes y al borde de la muerte y otra muy diferente es maquillarme para verme bien—puntualicé.

—Tienes razón—admitió e hizo una mueca que no supeidentificar. 

—Pero y ¿tú?—la recorrí con la mirada dramáticamente—, con ese look entre sensual y malévolo parece que vas a robarle el alma a varios.

Se veía fantástica, llevaba un vestido largo de satín negro pegado al cuerpo, unas botas negras de combate como si fuera a patear algunos traseros, los labios rojos carmesí, un delineado sutil pero intenso y, la cereza del pastel, unos cuernos al estilo Maléfica y como si fuera poco unos guantes largos por debajo de los codos, de terciopelo rosa pastel.

—Ahora tú estás exagerando—declaró negando con la cabeza—, me puse dos que tres cosas que tenía en el armario arrumbado y lo único que hice fue los cuernos con dos palos de madera, papel y mucho pegamento blanco—enfatizó.

Rodé los ojos.

— Tan modesta como siempre—comenté y ambas soltamos la carcajada—. Por cierto—continúe diciendo—, ¿estas emocionada por ver a Orion?

—Pero, claro—dijo emocionada—, por esa chica podría bailar hasta Charleston.

Eso es mucho decir, Kim, era una persona seria, tirándole a introvertida, solo se abría con pocas personas, así que sí, estaba emocionada.

Kim, volvió a meterse detrás de la vitrina para entregarme mi pedido, pero, un pastel en exhibición me brincó a la vista. Hecho en forma de corazón, cubierto de betún de mantequilla en color negro y lleno de frutos rojos en la parte de arriba simulando ser sangre derramándose.

— ¿Un pedido especial?—pegué el dedo índice a la vitrina señalándolo.

—Sí...—dijo y exhaló—, es para mis tíos—agregó.

Alcé la vista sorprendida.

— ¿Los señores Park están aquí?

—Vinieron solo a pasar el fin de semana—respondió con la mirada fija en la caja registradora.

Prestándole atención, se veía algo cansada.

—Yo pensé que en las festividades tenían abierta la cafetería.

Kim se encogió de hombros.

—Tienen un chico como encargado, les ayuda desde hace varios años, es casi como su hijo.

—Ah, mira, que bien—comenté.

—Sí, por eso la situación lo amerita—concluyó y se inclinó a sacar una caja de color naranja con un listón morado, Kim, cuidaba hasta el último detalle—. Aquí está tu pedido—dijo poniéndolo sobre la vitrina—, puse algunas cositas extra, galletas de mantequilla y unas tartaletas puré de calabaza, serán la sensación—me guiñó un ojo.

—Eres la mejor Kim.

—No lo olvides—me advirtió señalándome con un dedo.

Tomé la caja y hasta el estómago me gruñó del antojo.

— ¿Tardaras en llegar a la fiesta?—le pregunté.

Ladeó la cabeza pensativa.

Todos los años teníamos la misma discusión, un pedido de último momento, clientes queriendo comprar tres minutos antes de la hora de cierre, Kim, por una u otra razón, siempre llegaba dos horas hasta tres horas después a la fiesta.

—Espero que no. Tengo que cerrar la tienda y pasar a dejar el pastel a mi casa—murmuró—, tal vez tarde una hora, hora y media lo mucho.

La miré y mi expresión dijo más que mil palabras.

—Prometo no ser la última en llegar, Tessa, en serio.

Murmuré.

—Solo porque me caes muy bien y hoy nada puede molestarme, confío en ti.

Kim giró su rostro y yo la seguí con la mirada, estaba viendo la hora.

Ya casi era la hora de su cierre.

—Me iré adelantando—le dije a la par que tomaba la caja con postres.

Kim asintió.

Me despedí y me fui directo al coche.

⚝ ⚝ ⚝

La temporada de lluvias acababa de terminar, el bosque se veía agradecido, pero la carretera en cambio, no estaba en sus mejores condiciones, había tierra y piedras sueltas en algunos tramos.

Conocía el camino de memoria, casi veintidós años recorriendo la misma carretera cada octubre treinta uno, aun así, me gustaba tomar mis precauciones; irme despacio y poner música para contener mis nervios. Si por mí fuera no manejaría sola, pero Kim siempre me queda mal. Ah, pero en el regreso, es la primera acostada en el asiento de copiloto.

El coche se tambaleaba de un lado a otro en su lucha por seguir adelante y yo como perrito chihuahua, temblorosa me aferraba al volante.

Después de unos minutos comencé a sentir el coche extraño, bajé el volumen de la música y la ventana del copiloto, para encontrarme con el repiqueteo de una de las llantas.

Debía de ser un chiste.

Le di un golpe al volante enfadada.

Encendí las intermitentes y con una mano busqué en la aplicación de mapas del celular la estación de gasolina más cercana, según esto, quedaba a casi dos kilómetros. ¿Llegaría? Ni idea, pero eso, a quedarme tirada en medio de la oscuridad en el bosque, no gracias.

Disminuí la velocidad prácticamente a cero, el ruido era cada vez más marcado, si seguía así, el tapón de la llanta iba a dañarse, papá se pondrá como loco y no volvería a querer prestarme el coche, o bueno, por lo menos hasta que se le pasara el enojo.

Piensa, Tessa, piensa...

Pocos metros adelante logré divisar luces, ¿una construcción nueva? Esperanzador, podría pedirle a alguien que me auxiliara.

Conforme me iba acercando, entre los árboles se divisaba una casa, grande, vieja, ¿siempre había estado ahí? ¿la estarían rehabilitando?

Se escuchaba música y por las ventanas se veían luces de colores, aquello definitivamente era una fiesta, en teoría nada extraño para esta fecha, pero, sí para los habitantes del pueblo, con la fiesta que montaba Orion, no era necesario hacer otra.

En un último tirón logré entrar al estacionamiento de tierra de la propiedad, los chicos y chicas que estaban fumando y bebiendo en el porche, me miraron extraño e intercambiaron algunas palabras acompañadas de una mueca. Entendí el mensaje, no era bienvenida. Independientemente del maquillaje y los disfraces, no reconocía a nadie, ¿forasteros?, ¿quién escogería este pueblito para hacer una fiesta? Bueno, me retracto, ricos excéntricos en búsqueda de un paisaje "rural", con eso de que lo orgánico y lo vintage estaba de moda, era una posibilidad.

Perfecto, lo que me faltaba, quedarme tirada afuera de una casa llena de extraños.

No me atreví a salir del coche, primero agotaría las opciones.

Tomé mi celular e hice lo que tenía que hacer.

—Bueno, ¿Papá? ¿Papá, me escuchas? —repetí. Solo escuchaba interferencia del otro lado de la línea—. Papá—lo llamé con insistencia—, ¿sigues ahí? ¿Bueno?

Fin de la llamada.

Me removí el cabello desesperada.

Segundo intento.

—Por favor, mamá, contesta—supliqué.

Primer timbrazo, segundo, tercero...

—Tessa, ¿qué sucede?—me preguntó con un tono preocupado.

— ¡Mamá! —exclamé. Genuinamente me alegró escuchar su voz—. Mamá, el coche se ponchó y estoy afuera de una casa llena de ricachones extraños.

—Cariño—suspiró con pesadez. Ahí terminaba la preocupación maternal—, eres bastante inteligente, seguro podrás arreglártelas, además, vamos de camino a la ópera con la tía Karen, luego nos dices como te fue, ¿sí? Besos.

Silencio.

Fin de la llamada.

Gracias por nada, como siempre.

¿Qué se supone que debía hacer? La verdad, prefería quedarme sentada aquí dentro hasta que Kim pudiera venir a auxiliarme, me daba muchísima pena acercarme al lugar, si así, los chicos de la entrada me veían como bicho raro, no quiero imaginar cómo me verían los que están adentro si me colaba. ¿Una campesina entrometida? Paso.

Apagué el motor del coche y cual acosadora llene de mensajes el chat de Kim, ni siquiera le llegaban. ¿Qué otra opción tenía? Ver videos de gatitos y comerme la caja de postres yo sola.

No voy a mentir, cada tanto fingía que me acomoda en el asiento para ver si alguien me estaba prestando atención, pero nada, mi existencia parecía nula y molesta así que me rendí.

— ¡Hey! —gritó una voz masculina—, ¡hey!—volvió a llamar más cerca—, ¿me escuchas?—insistió—, ¿acabas de llegar?—preguntó con curiosidad.

Para cuando alcé la vista un joven de cabello negro y lacio, esbelto con rasgos asiáticos estaba parado al lado de mi ventana.

Pegué un brinco cual gato erizado.

El chico abrió mucho los ojos sorprendido por mi reacción y yo solo pude sonreír torpemente, guardé mi celular y las llaves en mi bolso del impermeable y salí del coche.

— ¿Todo bien?—preguntó mirándome de arriba para abajo como si estuviera valorándome.

¿Es en serio?

—Hola, sí, disculpa—dije cruzándome de brazos a la altura del pecho claramente incomoda—, la llanta del lado del copiloto se quedó sin aire y necesito ir a otro lugar—le expliqué—, ¿podrías ayudarme a poner la de repuesto?

El chico continuaba viéndome fijo, ¿estaba drogado o era un pervertido? Y ¿ese disfraz? Tan extraño y simplón, un pantalón y una camisa suelta como de manta, alrededor de su cuello, colgaba una cadena de plata con un dije mariposa, no lo voy a negar, era precioso. Pero, ¿qué era? ¿un zombie? la piel como hinchada y pálida, pintada a parchazos con un subtono verde jade y morado en algunas partes, los labios igual, morados como si tuviera mucho frio. No podía equivocarme, seguro era de esos niños ricos que se vestían como hippies buscando salvar el mundo tomando matcha en las rocas y lattes de lavanda.

—No te preocupes, todo está bien— aseguró—, ven, vamos adentro— señaló con su cabeza en dirección a la casa.

— ¿Qué dices?— me negué—. Necesito arreglar esa llanta.

—Ya no lo necesitarás—repitió con una sonrisa—, vamos— insistió.

— ¿Cómo no voy a necesitarlo?— me quejé—, ¿cómo demonios piensas que voy a irme? No sé si sabes que aquí es imposible contactar un servicio de Uber.

— ¿Uber? —rio—. Eres chistosa—, además, ¿quién dijo que tendrías que irte? La fiesta apenas está empezando.

Se dio la vuelta y dio unos pasos esperando que lo siguiera.

Yo no me moví ni un centímetro.

Volvió para mirarme y frunció el entrecejo confundido.

—No voy a dejar mi coche aquí si eso es lo que piensas— confronté.

—De verdad, no vas a necesitarlo por un buen rato—argumentó casi con un tono de súplica.

—Y, cuando lo necesite ¿qué?— repliqué.

— ¿En serio no vas a moverte? — cuestionó un tanto frustrado.

Negué con la cabeza.

¿Quién carajos se creía? Y, ¿qué tan tonta creía que era yo?

El joven exhaló exasperado.

—Si te hace sentir mejor prometo ayudarte con la llanta después, primero es importante que entres a la casa, todavía no es media noche y te aseguro que después ni te vas a acordar.

— ¿Aseguras que tanto me voy a divertir?— me burlé.

El chico me miró unos segundos incrédulo y luego soltó una carcajada

—Te lo dije, eres chistosa. Por cierto— estiró la mano en mi dirección—, me llamo Dean, un gusto.

El gesto me pareció demasiado formal pero aun así le correspondí el apretón de manos.

—Tessa— dije en seco—. Me llamo, Tessa— agregué.

Dean, sonrió.

—Ya no somos extraños—dijo—, entonces, ¿vamos adentro?—volvió a sugerir—. Quiero mostrarte el lugar.

Me encogí de hombros y comencé a seguirlo.

Dean, se mostró entusiasmado.

De cualquier forma, mientras Kim no me respondiera, tampoco tenía mucho que hacer.

Mientras nos acercábamos al porche, la casa me pareció más imponente, no solo por el tamaño, sino por los detalles, las columnas de madera, los marcos de las ventanas conservados a pesar de los años, la pintura se veía algo gastada, pero era inevitable.

— Dean— lo llamé—. Tengo curiosidad, ¿cómo le hicieron para pagar la renta de esta casa? Debió de ser carísimo.

Él ladeó la cabeza como si le pareciera incomoda mi pregunta y se encogió de hombros.

— No fue nada— admitió—, además, pagamos entre muchos, somos un grupo grande— me explicó.

¿Esa modestia? Confirmo, eran hippies ricos.

Justo antes de cruzar la puerta principal, los chicos del principio aligeraron sus expresiones, hasta nos saludaron. ¿Hipocresía o Dean tiene influencias?

Rodé los ojos.

Los cristales de las ventanas vibraban, la música prometía dejarme aturdida en poco tiempo, pero, las luces y la decoración del lugar eran fuera de serie, ahí dentro, parecía un carnaval, hermoso y brillante.

—Cambia esa cara— me dijo Dean acercando su rostro a mi oído—, en este lugar no hay reglas, todo se ha puesto de cabeza.

—Entonces, mantendré los ojos bien abiertos—respondí.

⚝ ⚝ ⚝

Si yo pensaba que Orion opacaba con sus atuendos, estaba equivocada, los disfraces de cada uno de los invitados, sin excepción, era más impresionante y grotesco que otro, cuellos degollados, heridas profundas chorreando sangre espesa y coagulada, órganos expuestos, rostros sin un ojo o nariz, hasta cuerpos sin una extremidad. De película.

La gente bailaba y se reía sin pudor alguno, había alcohol y comida por todos lados, honestamente, la fiesta no tenía nada que pedirle a la de Orion.

Me encargué de conseguirme un jugo de arándano con un poco de vodka, quería aligerar el cuerpo.

Dean, por su parte, no se despegaba de mi lado, ya llevaba dos botellas de cerveza y parecía seguir tenso.

Nos sentamos en una de las salas, en un sillón largo de color vino, bastante cómodo como para quedarme dormida.

La pared y un mueble que nos quedaba justo en frente, me sorprendió ver que tenía fotografías y algunos objetos de cerámica, supongo que sin valor para el dueño o confiando demasiado en sus inquilinos.

Del bolsillo del impermeable saqué mi celular para echarle una ojeada, ninguna notificación nueva.

— ¿Todo bien? —me preguntó Dean.

El chico era demasiado observador.

—Sí—le di un trago a mi bebida—, solo estaba revisando la hora—mentí y volví a guardar el celular en el bolsillo—. Por cierto, Dean, nunca te había visto antes en el pueblo, ¿no eres de aquí? —le pregunté para sacar tema de conversación.

Su expresión se contrajo en signo de molestia.

Mala elección.

—Solía vivir aquí—respondió de forma golpeada. No se veía contento—, hace mucho tiempo.

— ¿Saliste huyendo en la primera oportunidad? —cuestioné acompañado de una risita burlona.

Hizo una mueca con los labios, el tema no era para nada de su agrado.

No respondió.

—Entiendo—admití—, yo también me iría si pudiera.

—No me fui precisamente porque quisiera—argumentó—, la gente...no le parece que familia sea diferente.

— ¿Xenófobos?

Dean me miró por un segundo como si no estuviera seguro de que responder.

—Ya sabes, esa gente que se siente incómoda y pone cara de demonio cuando esta con alguien según ellos "diferente"—le expliqué.

—Tan incómoda que le dan ganas de matarte—aseguró con dureza.

Hubo un momento de incomodo silencio.

— ¿Quieres bailar? —me preguntó rompiendo el hielo.

De nuevo se veía relajado.

—Bailar no es precisamente mi fuerte—le aseguré.

Solo sonrió ante mi respuesta.

Yo no bailaba, era torpe, para nada coordinada ni con gracia.

—Puede que esta noche sea diferente.

De un trago largo se terminó la botella de cerveza, vi el contenido de mi vaso e imite el gesto.

—Vamos—me indicó.

Dean, fue el primero en ponerse de pie, al seguirlo, la cabeza me dio un pequeño vuelco, los efectos del alcohol empezaban a hacer de las suyas.

Me eché la capucha hacia arriba, si iba a hacer el ridículo mínimo que fuera en el anonimato.

— ¿Lista?—me preguntó Dean con un brillo pícaro en los ojos.

Solo pude soltar una risita nerviosa.

Era guapo el condenado, con buen cuerpo y sonrisa encantadora, del tipo que seguro estuvo en el equipo de futbol en el bachillerato y era el talón de Aquiles de varios.

Había tanta gente bailando, dando saltos y moviendo sus cuerpos desinhibidos que la idea de que alguien fuera a fijarse si yo tenía dos pies izquierdos me pareció de repente absurda.

Entonces, dejé que el cuerpo hiciera lo suyo.

⚝ ⚝ ⚝

Baile hasta quedar sin aliento, es más, nunca antes había sudado por bailar.

— ¿Podemos ir por algo de beber?

Dean asintió.

Al hombre no se le movió ni un cabello, es más, no parecía ni siquiera agitado.

Llegamos a una mesa repleta de bebidas y esta vez me serví un vaso de un tipo de ponche de frutas, moría de sed así que me lo tomé de jalón, sabía delicioso, entre ácido y dulce, volví a llenar mi vaso.

—Esto esta delicioso—indiqué y volví a darle un sorbo.

—Sí e igual de peligroso—me advirtió Dean—, ten cuidado con eso Tessa.

—No seas aguafiestas Brightstone—dijo un chico vestido de soldado de cabellos rubios, enmarañados con hojas y lodo pegado que acaba de llegar a destapar una cerveza—, ni que la reseca nos hiciera algo—el chico se giró en mi dirección, en el pecho tenía un orificio como de bala con sangre seca—. No le hagas caso, cariño, después de tantos años aún no ha aprendido a divertirse, soy Josh, encantado de conocerte—dijo alanzando su cerveza en mi dirección—, te vez—me recorrió con la mirada de arriba abajo. El mismo gesto que hizo Dean cuando nos encontramos—, muy fresca—terminó por decir—, ¿qué te paso?

¿Se refería a mi disfraz o a cómo terminé en esta fiesta?

—Soy Six...

La cara de Josh fue de completa confusión.

— ¿Del videojuego de Little Nightmares?—agregué.

Nada, el tipo no sabía a qué me refería.

Entrecerró los ojos como si algo no le cuadrara y tambaleándose dio un paso hacia mí.

—Déjame verte más de cerca, cariño—respondió con un tono amenazante.

—No la molestes, Josh—intervino Dean colocándose en medio de nosotros—, está conmigo.

Se miraron unos segundos que parecieron horas, ¿iban a golpearse? Parecía que querían golpearse. Nunca había visto a dos chicos darse de golpes.

Josh emitió un bufido y se pasó una mano por el cabello enmarañado.

—Haz lo que quieras, hermano, yo solo sigo viniendo a estas malditas fiestas por la droga—soltó una carcajada.

Que tipo tan extraño.

Al final, se dio media vuelta y se fue tambaleándose.

Hasta calor me había dado.

Me hice la capucha para atrás.

— ¿Qué fue eso?—le pregunté a Dean, pero pareció no escucharme.

Me acerqué a él y por la tensión del momento lo tomé de la mano.

El tacto frio de su piel hizo que al instante lo soltara, cuando se giró nuestras miradas se encontraron desencajadas, fue como si nuestras pieles se hubieran repelido.

— ¿Te sientes bien?—pregunté asustada.

—Tu rostro, Tessa—señaló desconcertado.

— ¿Se me estropeó todo el maquillaje?

Para cuando me di cuenta ya me estaba sujetando por arriba de la muñeca por el impermeable.

Dean, me llevó por toda la casa hasta toparnos con unas escaleras de madera, cuando las comenzamos a subir sentía la cabeza, nublada y borrosa, un cosquilleo que subía y bajaba recorriéndome el cuerpo, podría volverme adicta a esa sensación. Una parte de mi me confirmaba lo que Dean había dicho, que era peligroso lo que estuve bebiendo, me percibía al borde de perder la conciencia pero mi corazón ardía y yo solo quería seguir. ¿Eso era estar completamente ebrio?

En la segunda planta recorrimos un pasillo largo con habitaciones de los dos lados, casi no había gente, uno que otro joven dormido derrotado ante el alcohol, parejita intimando, de hecho, pasamos al lado de unos chicos besándose efusivamente y seguimos caminando hasta toparnos con un ventanal al final del pasillo.

Dean me soltó.

La luna se divisaba frente a nosotros, me asomé para verla y a la vista me salto mi coche con la llanta ponchada. Me pareció tan divertida la imagen que sin más comencé a reírme como loca.

Dean, colocó sus manos en mis hombros y me giró quedando frente a frente.

La luz que provenía de Dean, me cegaba, tan brillante, quería abrazarme a él, aferrarme a su cuello y bailar hasta el amanecer. Así qué envolví su cuello con mis brazos.

—Volvamos a bailar, Dean—exclamé.

—No, Tessa.

— ¡Vamos!—chillé y de nuevo me ganó el ataqué de risas—. ¡Quiero tu collar, Dean!

Me sentía tan contenta. Fuera de mi misma.

Pero, ¿por qué Dean tenía esa cara?

Él terminó por abrazarme.

—No, Tessa—negó con un tono de melancolía—. No deberías de quedarte atrapada en este carnaval.

—Pero me la estoy pasando genial, Dean—afirmé.

—Aun no es tu tiempo—concluyó abrazándome con más fuerza.

⚝ ⚝ ⚝

Desperté con un zumbido en los oídos y un dolor de cabeza infernal.

Parpadeé varias veces y no reconocí el techo, ¿por qué estaba en el suelo?

Mi cuerpo al empezar a despabilarse mando señales de alerta y los latidos de mi corazón se dispararon.

¿Qué hora era? y ¿Dónde estaban todos?

Me senté y me eché una ojeada, no me veía ninguna herida, palpé los bolsillos del impermeable y sentí tanto el celular como las llaves del auto, por lo menos no me robaron.

Saqué el celular y la batería estaba por morir. Revisé la galería de fotos en búsqueda de pruebas ¿cuándo paso todo eso? Por mi cara de perdida y los recuerdos borrosos, bebí hasta perderla.

Y ¿Dean?

Sentí una punzada en el pecho.

¿Solo me dejó tirada en el suelo y ya?

Bajé las escaleras, la casa estaba volteada y revuelta, papeles, vasos, botellas, muebles, todo destrozado.

—Vaya que nos divertimos anoche—me dije a mí misma con recelo y molestia.

Cuando llegue al primer piso, los retazos de papel me parecieron peculiares, no era simple confeti, entre la basura, había recortes de periódicos, tomé uno al azar y era del año mil novecientos ochenta. ¿Cómo llegó eso ahí? Entre más prestada atención a las notas del periódico cada vez se iban poniendo peor de extraños, tomé otro y después otro, no había excepción, todos eran de accidentes, ¿Qué clase de broma macabra era esta?

Llegué a la sala principal, recordaba a ver visto fotografías cuando Dean y yo nos sentamos en el sillón color vino, tal vez, podía reconocer a alguno de los dueños, al final, en este pueblo todos se conocen, le explicaría lo que sucedió y le sugeriría que no volviera a rentar la propiedad para esta clase de fiestas desenfrenadas.

Me acerqué a la pared, la pintura se veía amarillenta por la humedad, me concentré en buscar a alguien conocido, pero, las personas en las fotos traían puesta ropa típica, a simple vista eran extranjeros. Me llamó la atención que las fotografías estuvieran en una tonalidad sepia, ¿las habría quemado el sol? No...no podría ser, no había ventanas en frente.

Las personas en las imágenes debían de ser una familia, un pequeño en brazos, una niña como de siete años y una pareja, pero, no se me venía nadie a la mente. ¿Quiénes eran?

Seguí repasando los retratos uno por uno, en las siguientes fotos, el niño se veía más grande, un niño risueño, feliz, entre más lo veía más rasgos comenzaban a parecerme familiares, en otra de las fotos, ese niño se convirtió en adolescente; cabello negro, lacio con una singular cadena cayéndole por el pecho, fue ahí, cuando no me quedó duda...el niño de esas fotografías era, Dean.

Las piernas me fallaron, di un paso hacia atrás y caí sobre nalgas directo al suelo, no podía dejar de ver las fotografías, de hecho, sentía como si sus ojos me miraran y me recriminaran que algo andaba mal, no entendía.

Con la misma adrenalina me paré de golpe y comencé a rebuscar en los cajones del mueble de madera, había docenas de recortes del periódico local, toda y cada una tragedias vividas en Green Town, ¿cómo era posible?

Desesperada y en busca de respuestas saqué todo el cajón y lo vacié en el suelo, un sonido metálico me hizo pegar un grito, era una caja de galletas, pequeña, de esas donde las abuelas guardaban agujas e hilo,

Me agaché y volví a sentarme en el suelo para analizar su contenido con cuidado, la caja estaba cubierta de polvo y tenía los bordes oxidados por el paso del tiempo y la humedad.

Intenté tragar saliva pero tenía la boca demasiado seca.

Exhalé con el corazón martillándome el pecho y con manos temblorosas por fin lo destapé.

Me quedé perpleja mirando el contenido unos segundos.

Eran más fotografías, ahora del adolescente que le había dado paso a un joven adulto, un chico que había ido al servicio militar, un joven ayudando a su madre en el jardín, un chico ordinario y sonriente poniendo un árbol de navidad junto a su hermana, un mechón de cabello, negro y lacio atado perfectamente con un lazo de color rosa y un recorte de periódico narrando los hechos. Mil novecientos setenta y uno, joven de veinte años de edad es encontrado ahogado en el lago Mendacium a dos kilómetros del pueblo. Después de tres días de desaparecido en circunstancias extrañas, esta mañana se descubrió el trágico desenlace. La investigación continua abierta ya que se presume de suicidio. Familia Brightstone pronta resignación por la pérdida de su amado hijo, Dean Brightsone.

Entonces me golpeó, la palidez e hinchazón de la piel, los hematomas, el tacto gélido, no era un disfraz, era la forma en la que Dean había muerto.

"Ya sabes, la gente que se siente incómoda y pone cara de demonio cuando esta con alguien según ellos diferente", "Tan incómoda que les dan ganas de matarte"

No, no fue un suicidio, a él lo mataron.

Me paré de golpe y el cuarto me dio vueltas.

Todos los recortes de periodos, los chicos y chicas de las tragedias, estaban aquí anoche.

—No te vayas a desmayar, Tessa—dije con un hilo de voz-. No, no es el momento.

Mis pies temblorosos pareciera que se negaban a cooperar, el miedo era real, mi cuerpo sabía que algo estaba mal.

Volví a cerrar la caja y agarrándome de las paredes fui buscando el encaminado hacia la salida, la sensación de incomodidad y peligro era cada vez más grande, comencé a sentir una presión en el pecho y sudoración en las manos, estaba por darme un ataque de pánico.

—Corre—susurré.

Fue como si todo comenzara a derrumbarse.

Como pude comencé a correr, corrí por un pasillo que se sintió como una eternidad y al visualizar la puerta acelere aún más, pero, hasta el último momento torpe y despistada, pise las agujetas de mis propias botas y fue dar de cara contra el suelo en un montón de recortes de periódico, ni siquiera metí la manos para cubrirme, porque iba aferrando la caja de galletas, con la misma velocidad intenté pararme, la nariz me quemaba y entonces vi el goteo.

Gotas de sangre proveniente de mi nariz cayendo, no pude evitar mirarla fijamente, tan roja, tan viva. Eso no fue todo, no puede evitar leer el encabezado del recorte manchado con mi sangre.

La tragedia del siglo, el mejor secreto guardado en Green Town, los pobladores linchan a familia fundadora acusándola de usar magia negra en sus cosechas, el pueblo reclama por justicia, incendia finca dejando saldo de tres muertos y el cuerpo de la hija mayor esta aun desaparecido. Se dará recompensa a quien tenga información.

La chica del periódico, un periódico de mil novecientos cincuenta y tres, era Orion Di Verne.

No podía ser real.

⚝ ⚝ ⚝

Los siguientes sucesos son nublosos, solo sé que cuando volví en mí, yo ya estaba en la carretera conduciendo aferrada al volante, la caja de postres había desaparecido y en su lugar, estaba el collar de dije de mariposa y, como acompañante, llevaba la caja de galletas oxidada y el recorte de periódico de Dean y el otro con la incógnita "¿El fin del apellido Di Verne?"

Tenía que contactarme con Kim.

No frené y me pasé volando un reductor de velocidad, el golpe del coche encendió la radio y por ironías de la vida, Season of the witch estaba al aire





_____________________________________

¡Hola, extraño! Que gusto verte de nuevo.

¿Qué te pareció? Estoy en shock, omg.

Charlie nos preparó pan de muerto por la temporada y como broma interna, según para el susto (no nos odien jiji) Yo ya les había dicho que Octubre era de sustos que dan gusto ;) ¿Lo que viene? lo que sigue les va a volar la cabeza.

Si les gustó la historia, por favor compártanla con amig@s me encantaría ver a gente nueva por aquí, en serio, le pongo mi corazón y mi empeño a cada cap y relato que escribo.

Recuerden mis redes sociales, intagram, twitter, tik tok me encuentran como: chris_hevia (Sigamos las conspiraciones y el chisme por ahí)

Los leo en los comentarios, por favooooor, conspiremos juntos ¡Amo saber lo que opinan!

Los quiero con mi alma, gracias por leerme.

Todo mi cariño, Chris.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro