Recorrido turístico
Los baños siempre están llenos en los recreos. No son siempre las mismas personas, pero hay algunos tendrían credencial de socio distinguido si tal cosa fuera necesaria.
Afuera es todo un caos. Bueno, creo que estoy exagerando un poco. Hay mucha gente que corre y grita, formando una clase de estruendo desenfrenado, vivo e imparable. Las personas en los baños encuentran un refugio de una hora que comparten con otros sin darse cuenta.
Hoy, un lunes de septiembre, el lugar está rebosante de refugiados.
Hay dos refugios: uno de chicos y otro de chicas. Ambos tienen tres cubículos y el de los chicos cuenta además con dos mingitorios.
Entremos al refugio de las chicas.
El primer cubículo, contando de izquierda a derecha, está fuera de servicio; no hay nadie adentro.
Fátima y Arantza ocupan el cubículo del centro.
«Pequeña pausa»
Fátima y Arantza han sido amigas toda la vida. Desde que se chupaban el dedo pulgar hasta ahora. Son tan unidas que no puedes pensar en una dejando de lado a la otra.
Fátima tiene un novio al que ama con toda su alma; no puede vivir sin él porque lo necesita. Es como con Arantza, impensable separarlos.
Arantza no lo entiende. ¿Por qué Fátima la deja de lado después de años de amistad? ¿Acaso ya no se acuerda de todos esos momentos que compartieron juntas? Odia al novio de su amiga, la razón por la que Fati se ha distanciado de ella, por el que se ha hecho dependiente y ha cambiado, el motivo por el que le ha cancelado planes en más de una ocasión.
Ha decidido que Fati tiene que elegir: o ella, su mejor amiga de toda la vida, confidente y paño de lágrimas, o un muchacho cualquiera que la terminará abandonando en cualquier momento.
«Regresamos»
Fátima y Arantza ocupan el cubículo del centro.
Una de ellas está llorando desconsoladamente, sostenido en las manos un papel que marca el inicio del fin (o al menos así lo cree ella).
La otra la consuela sin decir palabra al tiempo que su mente descarta el plan que quería llevar a cabo. Un 'te lo dije' está a punto de escapársele de los labios pero logra retenerlo a tiempo.
¿Adivinas quién es quién?
Si te mantienes callado, completamente en silencio, probablemente serías capaz de escuchar los pensamientos de cada una, como yo. Si por algún motivo no logras mantenerte sin hacer ruido, no te preocupes que yo te compartiré un poco de lo que escucho.
¿Cómo me puede estar pasando esto? Pensé que estaríamos juntos por siempre. ¿Acaso no me quería tanto como yo a él?
¡Uff, qué alivio! Parece que al fin recuperé a mi amiga y me libré de aquel tipo tan desagradable. No sé ni en qué se fijó Fati...
¿Y ahora qué voy a hacer con mi vida? No soy nada sin él. Era mi mundo entero, mi todo, y me abandonó.
Lo siento, la señal está fallando. Hay una serie de pensamientos confusos, revueltos e ilógicos que no quieren ser descifrados.
En fin, sigamos con nuestro recorrido.
En el tercer y último cubículo del refugio de las chicas, está escondida Paulina Luna entre un montón enorme de porquería con un olor tan nauseabundo que es increíble Fátima y Arantza no interrumpan su mezcla extraña de alivio y desconsuelo para salir a reclamarle.
«Pausa»
Paulina Luna es bellísima. Su cabello es castaño tirando a rubio, suave, brillante y huele a fresas. Sus rasgos son finos, su nariz es considerada perfecta y sus ojos son como la más pura y dulce miel. ¡Y su cuerpo, Dios mío! Por favor no me hagas hablar sobre eso. Es delgada y alta, y tiene unas piernas preciosas, y sus pechos son del tamaño ideal y es preciosa, PRECIOSA, PRECIOSA.
Por si fuera poco, Paulina Luna es inteligente, la mejor de la clase, incluso de toda la escuela. Además es amable y le gusta ayudar a los demás.
Paulina Luna es, en resumen, la chica perfecta.
«Regresamos»
En el tercer y último cubículo del refugio de las chicas está escondida Paulina Luna entre un montón enorme de porquería.
Sus labios descoloridos están llenos de aquella sustancia asquerosa y sus ojos no paran de liberar el líquido de la tristeza.
Lo peor es que no es la primera vez que lo hace.
Paulina Luna tendría una de esas credenciales de socio distinguido si fueran necesarias.
Paulina se lleva una mano a la boca y se limpia los restos de vómito de la cara. Esta vez no volcó sus inseguridades en el retrete, estaba demasiado ansiosa para eso. El problema es que ahora no sabe cómo limpiar el desastre que ha hecho. A Paulina se le ocurre la maravillosa idea de salir y dejar ahí el desorden, con la esperanza de que nadie la vea. Y lo hace.
Afuera, frente al espejo y los lavabos, Paulina se lava la cara con agua. Abre su bolsa y saca el pequeño cepillo de dientes que lleva consigo a todas partes. Se lava los dientes con una fuerza exagerada porque intenta eliminar cualquier rastro del mal aliento.
Cuando termina, se examina en el espejo.
Y siente que todo en ella está mal.
Su cabello está decolorado, rugoso, enredado y opaco. Sus rasgos son toscos, casi varoniles, su nariz está chueca y sus ojos son del color de la porquería que dejó en el tercer cubículo. ¡Y su cuerpo, Dios mío! Por favor no me hagas hablar de eso. Tiene varios kilos de más y no es tan alta para su edad y sus piernas son unas cosas amorfas y peludas y sus pechos son casi diminutos y es horrible, HORRIBLE, HORRIBLE.
Sus ojos están rodeados de manchitas rojas porque así se pone Paulina cuando llora. De su bolsa saca su estuche de maquillaje para ocultar los rastros de la catástrofe.
Paulina practica sonrisas frente al espejo, todas falsas. Cuando se siente satisfecha con el resultado, sale del baño con la mentira puesta en la cara.
Como si no hubiera pasado nada.
Ahora, si me siguen, llegaremos al baño de los chicos.
Uno de los dos mingitorios está siendo usado por un muchacho en el que no nos detendremos ara nada porque no forma parte de nuestro recorrido. En cambio, nos dirigiremos al primero de los cubículos, donde dos chicos esconden un secreto del tamaño de una montaña.
«Pausa»
Andrés tiene miedo. Vive cada día de su maldita vida con miedo de que descubran el secreto que ha guardado con recelo durante años. Cuida todo lo que hace por temor a que algo en su forma de hablar, caminar o comportarse lo delate y alguien se dé cuenta.
El único momento del día en el que no siente esa opresión en el pecho es cuando en los recreos va al baño acompañado de Abraham.
Abraham es libre y extrovertido y le vale un carajo lo que los demás piensen de él. Comparte lo mismo que Andrés, pero lo suyo no es un secreto. Abraham abraza ese aspecto de su vida como una madre abraza a su hijo recién nacido y quiere que Andrés logre eso algún día.
«Regresamos»
En el primero de los cubículos dos chicos esconden su identidad.
Uno de ellos acaba de terminar con su novia por medio de un trozo de papel y el otro se siente orgulloso de que su compañero por fin terminara con aquella farsa.
Se abrazan con ternura y después se besan porque se aman.
El beso sube de intensidad con cada segundo que transcurre. Las manos de ambos recorren sus cuerpos y desprenden sus ropas de un tirón. El mundo desaparece y lo único que existe en esos momentos son ellos dos besándose, tocándose, amándose. Y nada ni nadie puede detenerlos.
Excepto el miedo.
Andrés se separa y mira la escena asqueado.
No puede hacer esto, no está bien.
Él está enfermo y Abraham también. No deberían hacer lo que hacía unos segundos parecía la cosa más extraordinaria del mundo, una caída libre directamente a los brazos de la persona amada.
Abraham no lo entiende. Sabe perfectamente que ellos no están enfermos ni mucho menos y que lo hacen es normal. Y, a pesar de sus incansables intentos de explicarle esto a Andrés, él se aparta, recoge sus cosas, se viste y sale del baño lo más rápido posible, dejando Abraham solo y con el corazón destrozado.
Al salir del baño a Andrés lo invade la paranoia. ¿Y si alguien lo descubre? Ahora ya no tiene a su novia como cubierta y probablemente ha arruinado lo suyo con Abraham. ¡Pero es que todo es tan confuso!
Andrés necesita un tiempo a solas, así que nos enfocaremos en el segundo cubículo. Ahí, aplastado al fondo, está Omar.
«Pausa»
Creo que esto no necesita tanta explicación, así que continuemos.
«Regresamos»
Omar intenta no hacer ruido mientras saca la comida de su bolsa de plástico.
Su mano se topa con un trozo de papel:
"Que tengas buen día, corazón.
-Mamá"
Y un carajo.
Sería un buen día si no tuviera que soportar las risas de sus compañeros en la clase de educación física porque no puede realizar los exigentes ejercicios impuestos por el profesor.
Sería un buen día si tuviera el valor suficiente para hablarle a Paulina, de la cual está locamente enamorado.
Sería un buen día si pudiera entender al menos un tema de matemáticas y así no reprobara cada examen que le hacen.
Y sería un buen día si no tuviera que pasarse el recreo escondido en el baño porque no tiene amigos y teme que la gente se meta con él.
Omar come la torta que su mamá le prepara todos los días con inmenso cariño.
Al terminar, tira la nota al inodoro y jala la palanca.
Bien aún nos queda un último refugiado que visitar, así que entremos al tercer cubículo.
«Pausa»
Bien, cuando Antonio tenía tres años su padre lo abandonó, por lo que no guarda ningún recuerdo de él. Desde entonces, su madre ha pasado de un novio a otro, todos unos borrachos de lo peor. En lugar de recuerdos de un padre cariñoso y comprensivo, Antonio guarda memoria de golpes recibidos por hombres que decían querer a su madre, pero la apaleaban con la misma brutalidad que a él.
Antonio tiene el cuerpo lleno de moretones y cicatrices que oculta con recelo del resto del mundo.
Antonio no tiene amigos.
Ni un padre.
A veces pareciera que ni siquiera una madre.
Antonio está metido en asuntos peligrosos por culpa de las drogas.
Él no lo sabe, pero lo único que necesita es un poco de amor.
«Regresamos»
En el suelo del último cubículo hay una cuchilla y un charco de sangre que aumenta conforme pasa el tiempo.
El cuerpo sin vida de Antonio se recarga tranquilamente contra la pared. Una lágrima ha quedado congelada a medio camino por su mejilla.
No pudo resistirlo más. La tentación de terminar con todo era tan grande que tuvo que seguir su impulso. Tenía que irse mientras tuviera el valor suficiente para quitarse la vida, porque sabía que si no lo hacía entonces después se acobardaría. Al fin y al cabo no había nadie en el mundo al que le importara lo suficiente como para detenerlo.
Cuando suene la campana que indique el fin del receso Oscar y Abraham saldrán del baño y regresarán a clases. Después el personal de intendencia entrará a limpiar y descubrirán el cuerpo ensangrentado de nuestro querido Antonio en el último cubículo.
Me preguntó qué pasará después de eso. ¿Qué pensarán las personas al enterarse?
En fin, espero que hayan disfrutado este recorrido. Fue un placer ser su guía. ¡Que tengan buen día y por favor no duden en regresar!
¡Hola!
Primero que nada, si sigues leyendo esto quiero agradecerte por no abandonar la historia. Sé que tardo muchísimo en actualizar y por eso agradezco que sigas aquí :)
Espero le haya gustado esta pequeña historia que se me vino a la mente cuando estaba en el baño XD
Por cierto, Nozomi7 hizo una reseña de esta historia como premio por haber ganado el sorteo hecho en La caja de Pandora. Si gustas leerla la pueden encontrar en su perfil en Los libros de Nozomi. A mí me encantó <3
Espero poder actualizar mas seguido <3
Kamwe
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