Si no vuelvo a casa
Era la una de la madrugada cuando la campanita de la puerta sonó, indicando que el último cliente acababa de salir del restaurante. Solo quedábamos el cocinero y yo, pero pronto me quedé sola, pues él se marchó rápidamente dejándome las llaves para que me encargara de cerrar. Una vez recogidas las mesas me dispuse a llamar un taxi, sin embargo, un contestador automático me informo de que no había ninguno disponible. Suspiré con pesadez, pues aquello implicaba que tendría que caminar alrededor de una hora para llegar a mi casa.
Las calles se encontraban desiertas, los únicos sonidos que se escuchaban eran el de mis pasos al andar y el tintineo de algunas farolas que no funcionaban correctamente. Un coche pasó por mi lado a gran velocidad, obligándome a sujetarme la falda demasiado corta que mi jefe me obligaba a usar, "hay que darles una buena vista a los clientes" repetía siempre. No pasaron ni cinco minutos cuando escuché un ruido de un motor que me era familiar, me giré para observar como iba frenando a medida que se acercaba a mí. Mil ideas pasaron por mi mente, pero mis sospechas se confirmaron cuando noté a alguien sujetarme los brazos.
- Quédate quieta, será mejor para ti. – susurró en mi oído.
Haciendo caso omiso a su advertencia eché la cabeza hacía atrás propinándole un cabezazo, desorientándolo y dándome los segundos justos para salir corriendo. Pronto volví a escuchar aquel motor, mis pies dolían cada vez más y mi pulso acelerado no me permitía mantener una respiración regular. Empecé a pensar que aquella noche sería la última para mí, cuando vi un callejón lo suficientemente estrecho para que un coche no pudiera pasar, sin embargo, mis esperanzas volvieron a decaer cuando me di cuenta de que no tenía salida. Me escondí detrás de un contenedor de basura y llamé a emergencias.
- ¿Cuál es su emergencia? – me respondieron desde la otra línea.
- Me están siguiendo – pude decir con la voz entrecortada.
- ¿Dónde se encuentra?
- No lo sé... Salí corriendo y no sé dónde estoy. – me asomé después de escuchar un ruido, el coche acababa de parar delante del callejón y un hombre bajaba de él.
- Estamos localizando su llamada, por favor manténgase a la espera y no cuelgue. – aquellas respuestas me resultaban tan mecánicas que no tenía claro que estuviese hablando con una persona.
Pronto el sonido de unos mocasines chocando contra el asfalto retumbó en las paredes, y aun con lágrimas nublándome la vista mandé un último mensaje: "Mamá, si no vuelvo a casa quiero que sepas que luché"
- Una patrulla se encuentra de camino. – pero ya no había nadie allí para oír ese mensaje.
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