El secreto de la estatua
Nota: este escrito fue para un desafío de un concurso en el que había que usar determinadas palabras, desgraciadamente el concurso no salió adelante por el abandono de algunos participantes, por ello lo publico aquí por si sirve para el disfrute de alguien.
Gael era un hombre peculiar, siempre encerrado en sus libros y en sus mundos imaginarios, pues estos eran mucho más confortables que su jornada laboral de ocho horas diarias realizando tareas de contabilidad. Como todos los jueves en pleno atardecer se dirigía al Jardín Gardner para contemplar la estatua que reinaba en su centro, una sirena con ojos formados por piedras de rubí por la que cualquier marinero se hubiese lanzado al agua preso de su encanto. Aquella extravagante tradición comenzó diez años atrás, cuando recién entrado en la adolescencia se vio hipnotizado por la angustia que expresaba aquel rostro; sin siquiera darse cuenta se encontró a sí mismo hablando con aquella dama inmóvil, hasta que le pareció oír una pequeña risa demasiado dulce para ser real, motivo por el cual volvió cada semana con la esperanza de escucharla de nuevo.
Ese día se quedó más tiempo del habitual, las flores que adornaban los pies de la sirena estaban especialmente bellas debido a que acababan de florecer por lo que no le importó quedarse a admirar aquella escena hasta que la noche ya estuvo bien entrada en penumbra; de todas maneras, tampoco tenía a nadie que le esperase en su apartamento. Con los mismos nervios que se sienten cuando estás frente a la persona que se roba tus suspiros sacó una pequeña libreta del bolsillo de su abrigo y la abrió por la penúltima página, dispuesto a leer en voz alta las palabras que formaban el poema que escribió pensando en ella. Aún no había terminado cuando una abundante lluvia digna de una película de terror comenzó a caer, obligándolo a guardar la libreta para evitar que fuese dañada. Resignado ante aquella circunstancia inesperada se dispuso a irse antes de que la situación empeorara; sin embargo, sus ojos se fijaron en los símbolos que comenzaron a entreverse en el astral de la estatua gracias a la fuerza del agua que estaba limpiando el musgo que los ocultaba.
Con la curiosidad a flor de piel y con la ayuda del pañuelo que siempre llevaba consigo limpió los restos que se interponían para, una vez descubiertas las marcas, delinearlas con su dedo índice notando el frío de la piedra. Eran letras latinas, pero no les encontraba ningún significado. El sonido de un trueno a sus espaldas le advirtió de que la tormenta estaba empeorando, si quería llegar a salvo y medianamente sano a su vivienda debía darse prisa por lo que volvió a tomar la libreta junto a un bolígrafo e intentando protegerla de ser mojada con su propio cuerpo anotó en la última página aquellas palabras. Justo antes de irse volvió a mirar el rostro de su sirena, por donde resbalaban las gotas haciéndolas parecer lágrimas.
Ya en su apartamento no conseguía conciliar el sueño, todos sus pensamientos estaban dedicados al descubrimiento hecho momentos antes no dejándole despegar los ojos de esa última hoja y lo escrito en ella: "LAMBIÉRE ARPA DROPE RELVO A TRANCA". Las horas pasaban despacio mientras la luz tenue de la luna era la única que alumbraba el cuarto, el día siguiente debía levantarse temprano para ir a trabajar pero poco le importaba en aquel momento; las horas de sueño eran algo que siempre había estado dispuesto a sacrificar. Con su vista comenzando a nublarse por el cansancio empezó a distinguir la verdadera naturaleza de la frase, no era otra cosa que un anagrama, pues reordenando las letras de cada palabra podía obtener una nueva que sí tuviera significado. Con rapidez agarro un lápiz de su mesita de noche y después de probar varias combinaciones obtuvo lo que esperaba: "LIBÉRAME PARA PODER VOLVER A CANTAR".
— Te liberaré cueste lo que cueste, conseguiré que cantes para mí — habló Gael observando el techo, preparado para desentrañar todos los secretos de la estatua consiguió dormir al fin.
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