Akita, el perro asesino - La Historia de Sergio Martínez
La madre de los hermanos Martínez era una mujer de esfuerzo, trabajaba de asesora del hogar durante el día y hacia el aseo en una empresa durante la noche, su marido y padre de sus cuatro hijos era un conocido delincuente internacional que no había vuelto hace más de dos años a Chile, ya que se había instalado definitivamente como carterista en Madrid, una de las principales ciudades de España y Europa. El delincuente, de nombre Cesar Martínez había conocido a una joven mujer colombiana en último de sus viajes delictivos, la hizo su amante y desde ese momento se le perdió el rastro hasta los días de hoy, dejando a su esposa y sus cuatro hijos en total abandono.
Los cuatro hermanos Martínez eran varones y se criaron sin ninguna compañía, sin un padre y con la plena ausencia de su madre, quien los amaba tanto que para mantenerlos trabajaba dieciocho horas al día, es costoso alimentar a menores más si son hombres. La madre trabajaba sin para sin recibir ayuda alguna del que fuera su marido por un periodo de trece años.
La población donde crecieron los niños estaba rodeada de delincuencia, ya que en ese sector de la capital se encontraban los principales carteles de microtráfico y de reducción de especies. Había bandas por doquier que luchaban día a día por controlar todas las poblaciones de esa comuna, la rivalidad entre ellas era grande, y a causa de sus enfrentamientos se escuchaba el sonido de las balas en forma constante, sin medir las consecuencias que estos podían tener para el resto de los vecinos que habitaban esas calles.
En la comuna habían fallecidos todos los días y al contrario de lo que uno pudiera imaginar la mayoría de esos muertos no pertenecían a ninguna pandilla, eran niños, jóvenes o adultos que se encontraban en sus casas mirando televisión o que se encontraban jugando en las calles de las poblaciones, y a pesar de su inocencia eran alcanzados por alguna bala loca, de esas que se disparan los pandilleros entre ellos, pero que al no dar en el blanco para la cual fueron disparadas terminan entrando a las casas o acriminándose de quien se cruce frente ellas.
Era tan alta la tasa de criminalidad de la zona, que ni siquiera la policía se atrevía a entrar al lugar. Por lo mismo la madre de los cuatro niños les tenía prohibido salir a la calle después de asistir al colegio, instrucción que lamentablemente no tenía como fiscalizar, ya que se encontraba trabajando día y noche a horas de distancia de su hogar, en barrios más acomodados y con más suerte del donde le había tocado nacer.
Los niños eran buenos muchachos, inquietos y muy traviesos, por lo mismo no hacían caso a las órdenes de su madre y salían todos los días a recorrer las calles, todos los delincuentes ya los conocían y les regalaban comida, bebidas y un poco de dinero. Al verlos solos los comenzaban a preparar de chicos para ser reclutados, comúnmente los jóvenes de esas poblaciones terminaban como miembros de la banda respectiva que es dueña de su barrio, muy pocos tenían la suerte de aspirar a más o continuar con sus estudios, los privilegios son muy escasos en las comunas más periféricas. La educación es de mala calidad y el estigma de vivir en barrios de narcotraficantes les cuartaban las opciones de adquirir trabajos que los ayudaran a salir de ese mundo. La falta de oportunidades genera más delincuencia, la falta de apoyo estatal y de reales políticas sociales sólo sirven para tapar el sol con un dedo, un bono es imposible que levante realmente la calidad de vida de las personas.
Los niños callejeaban tanto, que ya no tenían miedo ni a las balas ni a las peleas callejeras, las que ocurrían casi todos los días justo al lado de ellos mientras estaban jugando. Los hermanos buscaban todo el tiempo razones para reírse, sólo querían jugar y tener aventuras, como todo niño desea cuando es pequeño, como ellos se caracterizaban por ser graciosos y divertidos recibían un trato especial por los pandilleros de su cuadra, los cuidaban ya que su forma de ser generaba afectos hasta en los seres más rudos.
El mayor de los hermanos tenía catorce años y se llamaba Alex, su apodo era el Akita, lo seguía Bryan de doce años apodado el Pitbull, el tercer hermano era Sergio de once años apodado el Doberman y el más pequeño de sólo ocho años era Walter, apodado Rottweiler.
Todos los hermanos tenían apodos de perros de respeto, los apodos se los pusieron ellos mismos imitando a los nombres de guerra que tenían los narcotraficantes. Ellos eligieron esos nombres por la admiración que tenían por los animales de pelea, era normal que los delincuentes más avezados y de temer tuvieran de compañeros perros bravos y violentos, ya que muchas veces se arreglaba que las diferencias internas en pandillas o entre bandas se resolvieran con peleas de perros las que sólo terminaban cuando uno de ellos fallecía con su cuello atrapado en las mandíbulas del otro. Era un método cruel de resolver conflictos, pero muchas veces era útil para evitar las balas y el derramamiento de sangre entre seres humanos.
Los pandilleros del barrio estaban encantados con los apodos de los hermanos, consideraban que se habían bautizado con nombres de carácter, por lo que no los llamaban ni conocían por como los hermanos Martínez, ese apellido ya no tenía sentido en el barrio, por lo mismo cuando se preguntaba por ellos o los buscaban, se preguntaba en forma innata por los perros. Todos sentían que esos niños les alegraban el día, algo demasiado trascendente en un lugar lleno de pesares y miserias.
Así fue como crecieron los cuatro niños, rodeados de asaltantes, ladrones de vehículos, de casas, sicarios, narcotraficantes, vigías, soplones y toda clase de delincuentes que uno se podría imaginar. Los niños tenían buena relación con ellos y se transformaron en algo parecido a las mascotas de la pandilla de la población, la famosa banda llamada "el último deseo", ya que era lo que cada miembro de la pandilla les preguntaba a sus víctimas antes de darle un disparo en la cabeza o enterrar un arma corto punzante directo en su corazón, eran la frase que te llevaba al cielo o al infierno.
Los miembros "del último deseo" tenían fama de perder la paciencia con facilidad, pero eso no ocurría con los niños, ya que habían sido apadrinados por el mismísimo jefe de la pandilla, un famoso ex sicario, conocido por su crueldad a la hora de acabar con la vida de sus víctimas, por esa razón fue apodado como "La Bestia". El ex sicario se había trasformado en leyenda viviente, ya que no mostraba ninguna piedad con sus enemigos, más si pertenecían a otras pandillas, o si era alguno de sus seguidores que quería destronarlo, delatarlo o que cometieran algún error grave en la ejecución de un crimen de importancia.
"La Bestia" no tenía reparo alguno en matar a nadie y no era amigo de los métodos tradicionales como un disparo o una puñalada, eso era demasiado básico, sin clase alguna, de hecho, eso podía hacerlo cualquiera. Él prefería dejar su huella en cada víctima, por lo que usaba un martillo de punta para hacer sus fechorías, le gustaba demasiado la crueldad a la hora de matar y romper cráneos lo hacía tremendamente feliz.
Sin ser un ser humano afable algo especial pasaba que a la Bestia esos niños lo hacían reír muchísimo, lo que termino transformándose en gran cariño por cada uno de ellos, un cariño real que le gustaba demostrárselos con hechos. Se esmeraba regalándoles ropa, pelotas de futbol y todo lo que sentía necesitaban los chicos, lo que hacía feliz a los hermanos, que ya no recordaban lo que era tener un padre cerca de ellos. Todo el mundo temía al líder de la banda, pero esos niños sentían todo lo contrario, ellos eran de los pocos veían directamente a los ojos al jefe de la pandilla, sin miedo alguno, lo consideraban un buen hombre y un camino a seguir en su futuro.
Los perros habían dejado de ir al colegio, lo encontraban una pérdida de tiempo y preferían pasar el día ayudando a hacer papelillos con dosis de droga, los que posteriormente venderían los reducidores de la banda, así ganaban algo de dinero y podían interactuar con los mayores. La bestia los dejaba realizar el trabajo, sin embargo, se enojaba con cualquier delincuente que se atreviera a ofrecerles droga para que los hermanos las consumieran, los quería sanos. El líder era menos estricto en otras cosas y mostraba tolerancia en dejar que los perros bebieran cerveza y fumaran cigarrillos. De hecho, le gustaba ver como él Rottweiler se atoraba cuando le daba una bocanada a un cigarrillo y se ponía a toser sin poder detenerse hasta que sin querer se le salía un peo del trasero. El menor del clan era demasiado simpático, y era imposible no gozar con su compañía y sus travesuras, eso lo hacía su preferido, pero lo mantenía oculto para no dañar a los otros hermanos. Para ser delincuente tenía en algunas cosas tino y psicología, quizás por eso se había transformado en jefe, no solo por él martillo.
En octubre del año dos mil nueve los niños recibieron la peor de las noticias, su madre al venir de vuelta a casa desde su trabajo nocturno de limpieza y sólo a dos cuadras de llegar donde sus hijos, recibió una certera bala directo en su cráneo. La bala fue propinada por miembros de una pandilla rival a la del barrio. El disparo fue tan certero que ella falleció en el acto, a dios gracia no sufrió, dejando completamente huérfanos a sus cuatro hijos, que al enterarse lloraban la pérdida de su dictatorial pero amada madre.
La policía, al igual que los miembros de la fiscalía y servicio médico legal, tardaron horas en llegar al sitio del suceso, por lo que él cuerpo de la pobre mujer estuvo por más de siete horas tirado en el piso de la calle principal de su barrio, sin lugar a duda él ser pobre hace que hasta tu muerte pueda transforme en algo indigno.
Sus pequeños hijos contemplaban atónitos como se formaba un charco de sangre bajo el cuerpo de su madre producto de la herida en la cabeza, él charco se iba agrandando cada vez más. La sangre de la pobre mujer no dejaba de salir a borbotones de su cabeza. Todos los pobladores estaban impactados observando él panorama, sin poder hacer nada para levantar el cuerpo del suelo hasta que llegara la justicia. Veían a los niños y les dolía él corazón la pérdida que habían sufrido y de la forma que está había ocurrido.
A las horas, y gracias a las instrucciones de líder, se sabría que los pandilleros rivales se habían equivocado de mujer. El objetivo del ataque era la última tía con vida de La Bestia, pero de noche y drogados, los jóvenes criminales dispararon a la primera mujer que vieron en la calle. Por lo que nuevamente pagarían justos por pecadores y una bala se llevaría a un inocente.
Una de las vecinas llevo a los niños a su casa y los protegió durante la noche. La Bestia se encontraba indignado por la situación, de hecho, cuando se enteró de lo ocurrido, corrieron lágrimas en sus ojos al pensar en sus queridos perros, lo que no solía ser frecuente.
Después de una larga reflexión y sin dudarlo tomo su martillo, llamo a uno de sus capitanes y dio como instrucción él llamar inmediatamente a todos los miembros de la banda, esa noche buscarían venganza y saldrían de cacería. Pronto la pandilla estaría en pleno reunida seleccionando y recogiendo él armamento que utilizarían en esa nublada noche. Es impresionante como los narcotraficantes pueden acceder a material de guerra, ya que estos no sólo contaban con pistolas, había fusiles, armas automáticas, cuchillos militares y tenían mucho más. Una vez armados las instrucciones fueron claras, no habría piedad alguna con la banda de los asesinos de la madre de sus adorados perros, después de eso, los miembros del último deseo" procedieron a subirse a sus vehículos y partieron furiosos dejando la huella de sus neumáticos quemados en él asfalto, iban camino a buscar sangre fresca y a lograr su venganza.
Ellos ingresaron lentamente y con sus luces apagadas a la población de sus rivales, evitando hacer él menor ruido con los motores de sus máquinas. La Bestia y sus seguidores se encontraron con un barrio tranquilo y silencioso, era una noche helada y todos dormían, por lo que organizadamente y tal como habían planeado comenzaron a ingresar de en dos a cada una de las casas de la cuadra, asesinando a todos los hombres adultos que encontraran en las viviendas. Si bien eran tipos malvados y realmente crudos tenían como código no tocar a niños, mujeres, ni ancianos y para ellos eso era sagrado, inviolable. Pero con los hombres era otra cosa, con ellos no había piedad alguna, con ellos se marcaban los precedentes.
La Bestia sólo ingreso a un domicilia, a la casa del jefe de la banda rival. Silenciosamente y sin compañía subió hasta el dormitorio de este encontrándolo desnudo, dormido y drogado junto a dos mujeres jóvenes que se notaba acababan de tener sexo con él. El brutal ex sicario tomo a su rival por el cuello con una sola mano, aplicando toda su fuerza para mantenerlo completamente inmóvil a su amparo, tenía su querido martillo en su otra mano y con el mismo golpeo frenéticamente la cabeza de su rival, la maldad se había apoderado de él, no paraba de golpear su cabeza ni siquiera cuando su cráneo se rompió de cuajo y los trozos de hueso, sesos y sangre saltaban sobre su cara y el cuerpo desnudo de las jóvenes mujeres, las cuales se encontraban espantadas de sólo pensar que podían ser violadas y asesinadas en ese mismo instante y lugar. Pero para su suerte la banda "el último deseo" tenía códigos claros y por norma no podían tocar a las chicas ni, aunque fueran prostitutas o sicarias, así fue como la bestia las dejo en paz, ellas no eran el objetivo de esa masacre.
Fue una noche larga, que inicio silencioso y que se transformó en una carnicería acompañada de gritos y alaridos. Los únicos rivales capturados vivos durante esa velada fueron los cuatro jóvenes que iban en el auto que disparo contra la madre de Akita, Pitbull, Doberman y Rottweiler. Ellos debían tener un final mucho peor y que fuera ejemplificador para todos los delincuentes del territorio. No merecían perdón por haberse atrevido a dejar huérfanos a los regalones de la pandilla, a los protegidos del jefe. No bastaba con un tiro o martillazos en la cabeza para esos cuatro, por lo que los subieron atados de manos y piernas a los maleteros de sus vehículos, volviendo rápido a su barrio, para evitar ser encontrados por la policía, que tarde mal y nunca ingresaba al lugar por miedo a ser agredidos.
La mañana siguiente la vecina y guardadora de los niños, los despertó tiernamente, ellos se habían quedado dormidos llorando desconsolados la pérdida de su madre. La mujer fue acogedora y cariñosa con ellos, los baño, vistió a cada uno de ellos con ropas nuevas y formales, La Bestia muy temprano había enviado las prendas a los niños a través de una de sus amantes. La mujer les dio un buen desayuno, con todo lo que los pequeños disfrutaban en la vida, pan, tortas, huevos y leche. Los niños no emitieron palabra alguna mientras comían, lento y con la vista perdida.
Llegado el medio día aparece frente a la una larga fila de vehículos, encabezada por la carroza funeraria que llevaba a la madre de los pequeños perros, inmediatamente detrás del carro mortuorio iba un Todoterreno Rojo con los vidrios polarizados negros, los que no permitían que se viera nada hacía su interior, desde ese vehículo baja La Bestia, vestido de terno y corbata, afeitado y peinado a la perfección. El jefe de la pandilla ingreso a casa donde se encontraban los pequeños abrazándolos uno por uno, y con un tono de voz cálido les dijo: "siento lo que les ha ocurrido queridos pequeños, ustedes saben que los quiero mucho y por lo mismo me he preocupado de que lo ocurrido con su adorada madre no quede sin justicia. Hoy irán conmigo al funeral de su mamá, no se despeguen de mi lado, yo los cuidare a cada momento con mis muchachos. Si quieren llorar no duden en hacerlo, ya que no hay nada más importante en el mundo que una madre, una pérdida así merece lágrimas, les aseguro que nadie se reirá ni los tildara de poco hombre por dejar correr sus lágrimas este día". Al criminal le dolía él alma mirarlos mientras besaba con cariño a sus cuatro adorados perros, tan chiquitos y ahora sin madre.
Posteriormente y sin dudarlo los subió a su vehículo y cuido de ellos tal como prometió. El narcotraficante gasto muchísimo dinero para que los funerales y él lugar de la sepultura fueran preciosos, se aseguró, además, de que ese día haya una tregua y asistieran todos los líderes de las pandillas de la comuna. Lo que se cumplió tal como había exigido.
La Bestia de pie frente al sacerdote y abrazando a los pequeños fue quién hablo antes de bajar el ataúd de la mujer a su última morada, fuel él único en hablar en dicha ceremonia. Con voz agresiva y mirando a los ojos a cada uno de los jefes de las distintas pandillas dijo: "No voy a permitir por ningún motivo que la sangre de inocentes siga siendo derramada nuevamente en nuestras calles. En mi grupo tenemos códigos de respeto que incluyen, niños, mujeres y ancianos. No puedo creer que una mujer de trabajo, con cuatro niños que mantener haya perdido la vida por pendejos drogadictos que no tienen código alguno. Ni líderes que tengan lealtad a tratos que hemos conversado hace años.
Nos encargaremos personalmente de castigar con fuerza al que viole estas reglas, y cuando hablo de castigo todos ustedes saben a lo que me refiero. De hecho, anoche ya se saldaron las cuentas que había que cobrar por lo que nos tiene reunidos esta tarde.
Estos cuatro niños que están conmigo no pueden ser tocados por ninguno de ustedes, nunca mientras yo o alguno de los míos este con vida. Desde este momento son mi responsabilidad, y si alguien les llega a poner una mano o una bala encima recibirán peor castigo que si me tocaran a mí, "La Bestia", así que cuidado con los pasos que den de aquí en adelante. El señor los está mirando desde el cielo y les aseguro que está completamente de acuerdo conmigo, este tipo de actos no pueden volver a repetirse. Amen".
Si bien era un malhechor de los más cruentos de la capital, La Bestia era tremendamente religioso, y apoyaba en forma constante y silenciosa a la iglesia con los dineros que obtenía del narcotráfico, dineros que la iglesia nunca rechazó ni cuestiono. Fue una escena desgarradora ver llorar a los niños al intentar lanzarse hacía él sepulcro de su madre, mientras los sepultureros con sus palas lanzaban la tierra donde se encontraba la urna de la mal lograda.
Después de la ceremonia, la banda llevo a los niños a la población, donde se realizó una fiesta en memoria de la difunta, evento donde La Bestia en forma pública les dijo a los niños que desde ese día serían sus hijos y se mudarían a vivir con él, a su casa, que los cuidaría y se preocuparía de que nada les falte, ya que su esposa y amantes les darían a los niños todo el cariño materno que necesitaran para que nunca les volviera a hacer falta.
Los cuatro perros abrazaron a quién para ellos era lo más cercano a una figura paterna, lo que ablando él alma del delincuente dejándolo al borde del llanto, más se acrecentó su emoción, cuando el menor de los hermanos y su preferido le dice: "Te quiero mucho papi" mientras con cariño lo abrazaba entre lágrimas y felicidad. Ese día La Bestia, se sintió más padre que nunca.
Así llego la noche y los niños se fueron a dormir a su nuevo hogar, una casa grande y con comodidades que nunca habían tenido, llenando el espacio que habían dejado los difuntos hijos del ex sicario, durante un asalto a su casa cuando otra banda intento realizar una mexicana. La nueva familia los recibió con los brazos abiertos y muchísimo amor. Dentro del contexto en que vivían los niños, era el mejor lugar en que podían estar, el más seguro.
Por fin los pequeños volvían a dormir tranquilos, siendo una noche bastante tranquila. Pero al otro día las cosas cambiarían y el narcotraficante levantaría temprano a los niños, los subiría a su camioneta con rumbo al Cajón del Maipo, zona cordillerana a las afueras de la capital. Fue un viaje de dos horas en que los niños se mostraban felices de salir con su nuevo padre en un vehículo tan lindo, eso era nuevo para ellos. El destino al cual llegaron era una parcela donde se encontraba gran parte de la banda, quienes aplaudieron y abrazaron a los niños cuando estos se bajaron del vehículo y en pelotón los acompañaron junto a la Bestia detrás de un galpón donde había tres hermosos caballos. Los niños estaban maravillados por lo lindo del paisaje, y lo bello de los animales que se encontraban en ese lugar. La compañía y preocupación los hacía sentirse importantes y por sobre todo valorados.
Justo al lado del viejo galpón de esa parcela, sobre el césped, había una mesa y sobre ella había cuatro revólveres, un hacha, un martillo y dos cuchillos. Los niños pensaron que era normal y que ese día sería un día de campo, donde comerían un asado y compartirían, en parte tenían razón, pero por otra estaban completamente alejados de la realidad.
Ya habían pasado dos días desde la muerte de su madre y desde el galpón, dos de los capitanes más leales a La Bestia comenzaron a sacar a arrastras, amarrados y amordazados a cada uno de los cuatro pasajeros del auto que acabo con la vida de la madre de los niños. Los cuatro narcotraficantes estaban completamente desnudos, ensangrentados y mostraban a simple vista se veían las heridas de los golpes recibidos en sus cuerpos absolutamente desnudos y sucios. Durante los dos días que habían estado en cautiverio, recibieron merecidamente los más brutales castigos que los narcotraficantes pueden aplicar.
Los cuatro tipos fueron puestos de rodillas y en hilera en el césped, uno al lado del otro. Los niños no entendían lo que ahí estaba ocurriendo y abrazaron con miedo a su padre. La Bestia los miro y con voz calma les digo: "niños, he ahí a los asesinos de su madre, ellos fueron quienes le dispararon y la mataron, ellos la despojaron de ella". En ese instante el rostro de los cuatro hermanos se desencajo de odio, dándose vuelta hacía los cuatro asesinos mirándolos fijamente y con una tremenda ira, los puños de los niños estaban apretados por la impotencia, mientras observaban a los verdugos que le arrebataron a su madre.
Akita, miro a su padre adoptivo y con la voz entrecortada le dijo: "Padre, por favor matemos a estos hijos de puta", La Bestia miro a los cuatro niños con seriedad y fríamente les pregunto: "¿estos hombres merecen la muerte?, recibiendo como respuesta un sí al unísono por parte de los cuatro hermanos. Los niños no duraron un segundo en dar su veredicto.
"Soy su padre adoptivo y estoy completamente de acuerdo con ustedes, estos desgraciados no merecen estar vivos por lo que hicieron a su madre, y por lo que le deben haber hecho a otros inocentes: ¿ven la mesa?, les dijo La Bestia.
Los niños al ver las armas y herramientas que había sobre la mesa miraron a su padre y asintieron con la cabeza, sus ojos estaban inyectados en sangre, y los latidos de sus pequeños corazones latían cada vez con más fuerza.
"Chicos, hoy será el día en que se hagan hombres, hoy pasaran a formar parte de la pandilla, el día de mañana ustedes deben seguir y mejorar mi legado, teniendo como bandera de lucha la lealtad que existe entre cada uno de los miembros, todos los que estamos aquí permanecemos a una hermandad y estamos orgullosos de que ustedes sean parte de esta.
Desde el más grande al más chico de ustedes tomarán algo de esa mesa y podrán vengar a su madre con sus propias manos, uno a la vez, y uno de esos desgraciados para cada uno de ustedes, ese es un privilegio que no todos pueden tener con una perdida como la de ustedes. Akita, tu parte", dijo La Bestia, lo que no produjo ningún sobresalto en la cara llena de odio de cada uno de los cuatro hermanos.
Akita, raudo y molesto se dirigió hacia la mesa y tomo uno de los revólveres, lo sintió pesado cuando lo cargo, se paró firme a dos metros de distancia frente al más joven de los asesinos de su madre y sin dudar dijo: "¿Cuál es tú último deseo?", lo que impacto y enorgulleció a su padre y los demás miembros de la pandilla. El mayor de los hermanos sin dudar percuto el arma contra el tipo que estaba de rodillas desnudo frente a él, la potencia, el calor y el olor a pólvora producto del disparo, hicieron que el muchacho errara el tiro y que la bala impactara en el suelo solo a unos centímetros de su víctima. El joven sobo su muñeca, era el primer disparo en su vida y le había causado dolor, sin embargo, volvió a erguir su cuerpo y a apuntar con él arma a su víctima preparado para apretar el gatillo. Por más que él asesino de su madre le pedía perdón y suplicaba piedad, él niño no lo escucho y esta vez no fallaría, disparo él arma directamente a la cabeza de su víctima, sentía que había hecho justicia a su madre y con una sonrisa sabía que había pasado a formar parte de la pandilla.
Los otros tres narcotraficantes rivales, de rodillas, desnudos y con sus manos amarradas y puestas en su cabeza, pedían piedad a los otros niños, momento en que sin dudarlo Pitbull tomo un cuchillo de la mesa y corrió con todas sus fuerzas hacía uno de ellos abalanzándose sobre él, completamente descontrolado él niño le propino a ojos cerrados más de 16 puñaladas al cuello de su víctima. El niño solo paro a causa del cansancio que tenía, su rostro y sus labios estaban cubiertos de sangre y por lo que podía sentir él sabor de esta, era un gusto metálico completamente nuevo para él, era él sabor de la venganza. Cuando abrió los ojos se dio cuenta que su víctima yacía en él suelo sin vida, completamente desangrado, a causas de esa escena los otros dos sujetos sollozaban de terror, oportunidad que aprovecho Pitbull para darse un descanso, él niño se puso de pie y completamente cubierto por la sangre de su víctima camino lentamente hacía la sombra de un árbol, se sentó a descansar con su vista perdida hacía su víctima, mientras lo miraba sólo pensaba en él rostro de su madre y en las canciones que ella le cantaba cuando era bebe y lo llevaba a dormir.
Fue el turno de Doberman, él más fuerte de los hermanos, quién lentamente tomo un revolver al igual que Akita, se paró frente a su víctima y le sonrío, estuvo dos minutos apuntando fijamente a la cabeza de su víctima, sin parar de sonreír y mirándolo fijamente a los ojos. con primer y único tiro, sin haber dudado en ningún segundo, derribo al tercer asesino de su madre. Después de darle muerte se veía tranquilo y camino de regreso hacia la mesa para dejar sobre ella el revolver en el mismo lugar de donde lo había sacado. Levanto su cabeza y miro a su hermano menor, en un gesto cálido dio un pestañazo a este con su ojo derecho para darle las fuerzas que necesitaba para lo que se le venía.
En ese momento La Bestia, mostro un poco de preocupación y se inclinó frente a su querido Rottweiler diciéndole: "hijo, tú eres el más chico, aún te queda mucho por delante y no es necesario que hagas esto si no quieres", pero el pequeño no quería quedar mal frente a la pandilla ni frente a su padrastro y para orgullo de La Bestia tomo el martillo desde la mesa se volteo y corrió hacia la última víctima de esa tarde, la que gritaba por su vida. El pequeño impresiono a todos los que estaban ahí, no mostro ninguna piedad al usar el martillo, y en sólo un minuto había destrozado completamente la cabeza de su víctima, el pequeño verdugo miro a su padre con su cara ensangrentada y le sonrió mostrándole alegremente el martillo que levantaba con su mano derecha, diciéndole: "Tú sabes que quiero llegar a ser igualito a ti".
Ese día, los perros se transformaron en hombres, en los perros asesinos. Mientras su padre les preparaba un asado, algunos de los miembros de la pandilla se retiraron en un vehículo para deshacerse de los cuerpos de los cuatro malogrados delincuentes, se tardarían un tiempo para no dejar huellas que involucraran a los pequeños.
Mientras preparaban él asado, todo era risas y diversión, los niños se sentían hombres, sin embargo, en un descuido La Bestia se percató que uno de sus hombres le estaba convidando sin mala intención alguna marihuana a Akita y esto lo enfureció, corrió hacía ellos y los golpeo fuertemente a ambos. Esa fue la única oportunidad en que él padrastro toco a uno de los chicos. Una vez más tranquilo, La Bestia llevo a los cuatro a un rincón y les mostro los restos de sangre que aún quedaban en él suelo por las ejecuciones que ahí habían ocurrido, utilizando un tono serio les intento dar una lección de vida diciéndoles: "esos idiotas terminaron como terminaron por causa de las drogas, ni yo ni mis hijos deben terminar como ellos, quiero un futuro mejor que él mío para ustedes cuatro, pero si caen en la droga arruinaran sus vidas y eso sería una decepción para mí y él espíritu de su madre, recuerden que ella en todos momentos los está observando desde arriba.
Es responsabilidad de los cuatro cuidarse unos a otros y mantenerse alejado de estos vicios, mis hombres no son malos tipos, pero son peones y no podrán ser más que eso por andar fumando ese tipo de estupideces, ¿me entendieron?
¿Qué quieren ser ustedes?, ¿líderes o peones?" los niños entendieron él sentido de las palabras de su padre, Akita avergonzado abrazo a La Bestia y le pidió disculpas, jurándole que sería responsable y nunca más lo haría, prometió que se encargaría de que sus hermanos siguieran él mismo camino. La Bestia los beso y les dio un abrazo a los cuatro, orgulloso de ellos los llevo contento a disfrutar del asado. El resto de la pandilla al verlos no dudaban en comentar que parecían una familia feliz.
La Bestia sabía que, si quería que los chicos tuvieran mayores perspectivas que él, debían preparar su mente para ser más hábiles y construir un mejor negocio que él que había podido lograr sin haber tenidos ningún tipo de estudios formales.
Él quería algo distinto para los cuatro hermanos, de hecho, el delincuente solo había estado cinco años en la escuela y después de aprender a leer y escribir, ingreso en el mundo delictivo para mantener a su familia que era de muy escasos recursos. Él sabía, que con una mejor educación podría haber llegado mucho más lejos, sin embargo, podría resarcir su historia dándolo mejores alternativas a sus queridos perros, desmarcándolos del nivel educacional que tenía la mayoría de los miembros de la pandilla, que sin menospreciarlos sabía que estaban para lo que hacían y nada más.
Fue así como en un desayuno junto a los niños, les comento que comenzarían a ir nuevamente a la escuela, pero esta vez seria privada y de nivel, ellos no podían usar sus nombres de batalla en ella, tendrían que usar otros nombres para que la gente no los vinculara con él negocio familiar, les aclaro sobre qué cosas podían hablar y que no debían decir nunca frente a sus compañeros. Si bien los chicos eran reacios a volver al colegio, ya que sentían que los marginaba de los negocios de la pandilla, entendieron y respetaron lo que su padre les decía. Akita hablo con sus hermanos y les hizo ver que lo único que quería su padre era lo mejor para ellos. Fue así como los pequeños perros asesinos ingresaron al colegio, y con él tiempo lograron destacarse entre sus pares por la gran inteligencia y vivacidad que tenían, innatas desde su nacimiento y que habían complementado con la herencia de la calle.
Como familia habían creado una historia ficticia de los negocios a los cuales se dedicaban sus padres, una historia falsa del lugar donde vivían, una historia que fuera creíble para sus compañeros y profesores. Esta metódica preparación les permitió desenvolverse de forma bastante tranquila en él día a día escolar. A medida que los chicos iban terminando el colegio, a todos se les había generado una inquietud bastante sana en seguir aprendiendo. Esto debido, a que los conocimientos que tenían por sobre los otros miembros de la banda, habían generado admiración, las ideas y lo brillantes que eran sus jóvenes consentidos había conquistado a toda la banda, quienes valoraban cada opinión que estos daban. Su padre orgulloso les dio todas las posibilidades para que siguieran estudiando en las mejores casas de estudio.
Con él pasar de los años los cuatro hermanos asesoraban de mejor forma a La Bestia, ya eran todos profesionales y querían él mejor de los pasares para quienes consideraban su familia. Los jefes de las otras pandillas habían cumplido su promesa cuidando y respetando a los perros asesinos, los cuales pronto comenzaron a mostrarles las virtudes de trabajar en forma integrada en él negocio criminal, aperturando la mente a los otros jefes de pandilla y convenciéndolos de lo importante que era contar con un solo líder que concentrara él poder, para evitar las rencillas en los barrios y tomar muchísima más fuerza. La idea era que la gente de las poblaciones no sufriera ni perdieran la vida por disputas que durante años no habían llevado a nada bueno entre sus mismos pares, que por fin se sintieran seguras.
Poco a poco y por la confianza que generaban los hermanos, las bandas se fueron sumando al liderazgo de La Bestia, él cual se transformaría en él gran jefe que llevaría la paz a las distintas poblaciones. El nuevo monarca, contaba con cuatro respetados generales, los responsables de generar unión y fuerza, sus famosos perros asesinos. Los cuatro hermanos veían oportunidades más grandes para la nueva y gran organización que él micro tráfico de drogas que se llevaba la vida de jóvenes y la salud de los drogadictos de la población. Su aspiración era mejorar la calidad de vida de los vecinos y él nivel educacional de los niños, donde las políticas sociales estaban completamente ausentes como país. Usarían su conocimiento delictivo para generar mayores oportunidades y hacer surgir a su querida comuna de la pobreza. Instaurarían orden y un código común para todos, leyes que harían que la vida para las futuras generaciones tenga más luz que oscuridad.
Akita era Ingeniero Comercial y tenía una red de contactos importante, él tendría que separarse completamente de los negocios tradicionales de la organización, él joven debía desaparecer de los radares de la justicia y hacer producir él dinero que los otros negocios traían, él debía lavar el dinero que llegaba desde distintas fuentes y seria él responsable de crear negocios legales donde se invirtieran y acrecentaran las ganancias obtenidas por él crimen. En las empresas que se crearían él por ningún motivo participaría como responsable o dueño directo, figurarían otras personas como responsables ya que él gestionaba siempre desde la oscuridad. Akita buscaba que su existencia permaneciera lo más oculta posible y su gran inteligencia hacía que lo lograra con creces.
Por lo mismo, Akita se mudó al sector oriente de la capital, vistiendo de traje y formando una familia tradicional, cambiaría su identidad y sólo uno de sus hermanos sería él enlace para mantenerlo comunicado con los negocios y movimientos familiares y de la organización. Sus conocidos y esposa pensaban que él era huérfano de padre y madre, sin ningún hermano ni familiar vivo. Creían que había recibido una herencia importante que le había permitido formar sus negocios.
Akita usaba traje y siempre intentaba ocultar sus tatuajes, sobre todo él del cuello. Sólo los días que debía juntarse en forma discreta con su enlace dejaba él cuello y corbata en casa para vestirse de forma más urbana, para así revisar los avances de sus otros hermanos y reportar su aporte en los negocios y en cuanto había aumentado el dinero. Era directo en mostrar los dividendos de su trabajo, lo que tenía feliz a La Bestia y contentos a sus tres hermanos, quienes sabían que para Akita era un esfuerzo estar tan lejos de la familia. Parte de las utilidades generadas eran utilizadas para crear parques y mejorar la calidad de vida de los vecinos.
Por su lado Pitbull era contador auditor, él joven siempre había mostrado habilidad para las cuentas, lo que lo llevo a hacerse cargo del negocio de narcotráfico y venta de armas junto a su hermano Doberman, este último había estudiado mecánica, lo cual era más útil en él negocio de lo que pensaba hasta su mismo padre. Ambos eran ordenados y metódicos, nunca habían ingresado al consumo de drogas, ya que cuidaban y santificaban las promesas que con los años habían realizado a su padre e intentaban de inculcar lo mismo en sus equipos. Ellos controlaban lo que alguna vez habían sido un sin número de bandas en la zona, en un negocio de trafico mucho más rentable, unificado, con laboratorios propios para la producción de productos de mejor calidad, que podían vender a mayores precios en sectores más acomodados. También crearon sistemas eficientes para poder comercializar y trasladar sus productos a mercados más grandes como él argentino, tanto en drogas como en armas. Contaban con un equipo de capitanes bien entrenados y de su confianza.
Los hermanos tenían su centro de operaciones en una pequeña localidad cordillerana cercana a la capital. Se mantenían con perfil bajo y si bien los miembros de la pandilla sabían que estos estaban cien por ciento focalizados en los negocios, tenían muy poca visibilidad de ellos, no les gustaba dejarse ver. Al igual que Akita, él pasar desapercibidos cuidaba de buena forma él negocio, ya que ellos podían hacerlo más productivo sin interferencia de terceros ni de las policías, que si bien mantenían remuneradas no eran de fiar a un cien por ciento.
El único que vivía en la población y en casa de su padre era Rottweiler, él siempre fue él preferido de La Bestia y no quiso separarse nunca del lado de su padre. Uno de los hijos tenía que cuidar los arrebatos del viejo, preocuparse de que tome sus remedios y mantenerlo a salvo por si alguien quería violar algún tipo de acuerdos. El joven fue el único de los hermanos que no estudio en la universidad, no porque fuera tonto o alérgico al trabajo, él tenía otras inquietudes y se hizo profesional en distintas artes marciales y especialista en él manejo de armamentos de todo tipo. Con él pasar de los años se había transformado en él referente más grande en conocimiento de material militar y de estrategias criminales. Y en su tiempo libre era un sicario implacable encargado solo de los grandes ataques solicitados por clientes muchas veces muy públicos.
El menor de los hermanos se encargó de sacar a los jóvenes de las drogas y de los pequeños crímenes de calle como él robo de autos y asaltos de casas, para crear un equipo más especializado en secuestros, robo de vehículos de valores y asesinatos por encargo, siguiendo el camino de su padre, se convirtió en él instructor del grupo armado de la organización.
Si bien era meticuloso al realizar su labor criminal era el único de los hermanos que había estado un tiempo en la cárcel y que poseía antecedentes criminales, él no haber migrado de la población hacía que siempre estuviera en él radar de las policías, por lo que se cuidaba mucho, dedicándose más a la planificación, él trabajo y la formación de sus equipos. El menor de los hermanos sólo se involucraba en forma personal en crímenes importantes y más complejos, en los cuales trabajaba sólo, ni siquiera con la participación de sus hermanos.
En eso se había transformado la vida de los cuatro perros asesinos, lo que tenía orgulloso a su padre, ya que era un logro él que los cuatro lo hayan superado en todo y tuvieran un código que mejoro él día a día en las calles en forma concreta y visible, ellos mejoraban la vida de muchos en la comuna. Nadie quería salirse del camino marcado por los hermanos, ya que ellos eran de castigar muy duro la traición y la ineptitud. Para eso estaba Rottweiler, su sola presencia lograba mantener a raya a todos los que trabajaban y prestaban servicios a la organización. Era demasiado temido y en algunas oportunidades lo habían visto actuar contra un traidor, esos recuerdos eran suficientes para saber que él era de demasiado cuidado.
El único que se daba tiempo libre para realizar otras actividades era Doberman, a causa de su gusto por la mecánica, participaba de carreras ilegales en pistas clandestinas, él se había armado un buen auto para correr y con él tiempo fue mejorando sus habilidades transformándose en un conductor respetado por sus pares. En las carreras ganaba mucho dinero gracias a las apuestas en él ilegal deporte.
El joven competía todos los viernes en distintas pistas, lo que le permitió ir conociendo gente y haciendo nuevos contactos, además, no solo era respetado por su capacidad al volante, todos destacaban que él joven siempre cumplía con un trato, que era de palabra.
El joven utilizaba un hermoso Chevrolet Camaro que reconstruyo él mismo para correr, solo sacaba su querido auto a las calles él día de las carreras, él amaba ese auto, ya que nadie había podido superarlo.
Todo marchaba bien en su pasatiempo, hasta que en una de las competencias apareció un nuevo corredor, desconocido por todos, su auto era un Dodge Challenger negro, potente y precioso. El competidor era un tipo bastante rudo y con una personalidad agresiva, de esos que con solo verlo te enteras de que es mejor no acercársele. El auto del tipo maravillo a Doberman, quien le pidió al nuevo corredor competir uno contra el otro.
Al presentarse el desconocido corredor le índico que lo llamara Carlos, nada más, sin apellido. Esa noche era especial ya que había más apostadores que lo normal, los cuales arriesgaron grandes sumas de dinero a favor del piloto del Camaro, ya que todos lo conocían y todos apreciaban su capacidad como piloto. Nunca se habían enfrentado dos autos tan poderosos en una carrera, lo que hacía que por primera vez hubiera equilibrio en las máquinas, Eso tenía a todos enloquecidos.
La carrera sería en una pista de tan sólo tres kilómetros, y el ganador se llevaría el veinte por ciento de lo que se apostara a favor de él, esa eran la condiciones que obligaba a cumplir el dueño del circulito clandestino, un brasileño que profesionalizo el ilegal deporte por sus experiencias importadas desde su país.
Doberman estaba muy confiado de su auto, pero no minimizaba a alguien con quien nunca había corrido, ni conocía como piloto, por lo que se mostró muy respetuoso hacia él. Carlos actuaba de misma forma, y no utilizaba su estilo confrontacional con su contendor, mostraba mesura y no alardeaba de que podía ganar. Carlos sintió el respeto de Doberman y valoro la forma en que se comportaba, no era el tipo joven común que participa de esas carreras y eso le genero una buena sensación.
La carrera sería una inesperada y verdadera paliza, nunca habían humillado al joven perro asesino tan categóricamente en una pista de carreras, Carlos era un conductor de temer, un profesional. Los apostadores se indignaron pensando que había existido un arreglo en la competencia y se abalanzaron a pedirle explicaciones, olvidándose que estaban frente a uno de los tipos más peligrosos de la capital, sin embargo, para admiración de Doberman, el nuevo corredor no acepto los insultos que los apostadores propinaban a su oponente y furioso golpeo a todo el que le faltara el respeto, de hecho, tuvieron que separarlo de un apostador ya que casi lo mata a golpes.
Carlos además hizo lo que nadie para dejar limpia la imagen de Doberman, no acepto el dinero de su triunfo. Él estaba feliz solo por haber competido como le gusto la actitud de su joven adversario, valoro el triunfo y eso enmudeció a los apostadores quienes pidieron disculpas. Por su parte Doberman al ver que el tipo lo defendía y cuidaba el respeto de la gente hacia él, pensó que ahí había una persona que valía la pena, de esos que es bueno tener como amigos.
Desde ese momento se generó una amistad entre Doberman y Carlos, la cual se fue acrecentando a medida que pasaba el tiempo, ya que el gusto que ambos tenían por los vehículos podía mantenerlos conversando por horas mientras bebían cerveza y comían un asado, eran muy afines en su admiración por los autos americanos, y que siempre debía haber códigos de respeto entre los que se dedicaban a competir.
El joven perro nunca había tenido un amigo cercano que no fuera de los círculos de la población, y le agradaba la forma simple con que Carlos miraba el mundo, ya que para él la lealtad era lo más importante que existía sobre la tierra y lo único que justificaba poner la vida de otro en juego. De a poco el nuevo amigo de Doberman le fue comentando como se ganaba la vida. Él había vivido muchos años en Europa del Este trabajando como sicario. Era una apartada y gélida región, pero gracias a ello y el fruto de su trabajo había ganado suficientemente dinero para regresar a Chile y cumplir su sueño de construir una casa en la costa central, para vivir tranquilo y alejado de las balas.
Cada vez había más confianza entre ellos, sin embargo, el segundo de los perros asesinos evitaba hablar de sus negocios familiares y se sentía cómodo de que su amigo no le preguntara nada al respecto. Como si para él, temas como esos no fueran importantes en su amistad. Eso lo hacía sentirse tranquilo y lograba abstraerlo de su trabajo como general del crimen organizado.
Los amigos gozaban corriendo sus autos por las noches y visitando bares donde hubiera bellas y jóvenes colombianas o venezolanas. Preferían esos ambientes, y se mantenían alejados lo más posible de los barrios más acomodados, donde hay mayor control y dotación policiaca. Sobre todo, porque en los bares a ellos les gustaba beber en exceso y generar peleas, ya que ambos eran de temer con los puños y se manejaban en artes marciales. Siempre disfrutaban luchar con un buen rival, además, en la mayoría de las oportunidades salían victoriosos y gracias a eso terminaban llevándose a las jóvenes más bellas del lugar, las que quedaban impactadas con la fuerza de ambos amigos.
Doberman había mantenido alejado del conocimiento de su familia la amistad que tenía con Carlos, sin embargo, considero prudente comentárselo a Pitbull, ya que no veía nada malo en tener amistades fuera del circulo de los negocios. Su hermano para erradicar su desconfianza, le pidió a Doberman que salieran a beber los tres juntos. Esa noche los tres se juntaron en un bar y sin esperarlo en forma alguna, la conexión que se generó entre ellos fue inmediata, los hermanos tenían claro que Carlos debía formar parte de la pandilla, era igual que ellos, no era un tipo común y sin educación, además, su vida en Europa les podría traer nuevos conocimientos de los cuales carecían. Eso implicaba contarle a Carlos una parte de los negocios de la familia, lo que genero inmediato interés en su amigo, gracias a eso los hermanos no dudaron en invitarlo a incorporarse al grupo, previa consulta a su padre, quien terminaría dando su visto bueno al confiar ciegamente en el criterio de sus hijos.
El nuevo integrante se transformó rápidamente en uno de los tipos de confianza de la organización, haciéndose cercano a la familia como ningún otro integrante lo había logrado. Solo en un par de meses Carlos llego a transformarse en uno de los capitanes más respetados del grupo y trabajo durante dos años fiscalizando que funcionaran las redes de distribución de los productos que comercializaban, participando, además, en la vida social de los dos perros asesinos, visitando mucho sus hogares para hacer asados y beber sin control alguno. Para La Bestia, mucho más viejo por el pasar del tiempo, era bueno que sus hijos comenzaran a formar su círculo y a elegir a su gente de confianza, era un paso más en su madurez como generales.
Esa cercanía comenzó a producir un inesperado vínculo entre la joven y bella esposa de Pitbull, de nombre Ángela y el mismísimo Carlos, amigo íntimo de los hermanos y uno de los miembros más importantes de la organización. Ese vínculo se transformaría rápidamente en complicidad y con el tiempo, a escondidas y espaldas de todos se transformarían en amantes. Relación peligrosa y que nunca se había dado en el círculo de los perros asesinos. Acción y relación que traicionaba el principio número uno de los delincuentes, el de lealtad. Principio que al ser violado se pagaba con la muerte y de eso ambos amantes estaban completamente claros. La traición era la única causa que permitía liquidar a una mujer.
Durante los días de trabajo, Carlos siempre desaparecía un par de horas del negocio, ya que debía mantener la relación de motel que tenía con Ángela en el más absoluto hermetismo. Ella ya no se sentía cómoda con los tratos que Pitbull le daba, indicándole a su amante que no estaba satisfecha con su esposo, que él la golpeaba y era celoso, pero dejarlo le podía costar la vida. En esas conversaciones la joven entregaba muchísima información de lo que su marido conversaba en la intimidad de su casa, sobre el negocio, sobre sus socios, sobre las inversiones y sus cuñados, lo que le permitía a Carlos estar siempre un paso adelante de las instrucciones que le darían los hermanos, lo que le permitía mostrar una proactividad que generaba aún más confianza y admiración en ellos.
El diez de septiembre del dos mil dieciséis, Carlos se enteraría de que la banda haría la mayor entrega de drogas en la historia de una organización criminal del país. Los hermanos ya habían hecho todas las gestiones para ingresar el siguiente día una importante cantidad de contenedores con drogas pesadas al Puerto de Valparaíso. La carga tenía como destino Ámsterdam y estaba valorizada en millones de dólares que aumentarían aún más el poder de los criminales. Carlos no entendía el por qué Doberman no lo había invitado a participar en la operación, y comenzó a preguntarse con preocupación si los hermanos se habrían enterado de su relación con Ángela. Ese día durmió intranquilo, pensando lo peor, sin embargo, al amanecer recibió una llamada de sus amigos, tenían una misión en Valparaíso, que habían guardado en secreto hace mucho tiempo y que era en extremo delicada, por lo mismo solo podrían conversar en su momento y en persona de esta, por lo que todos los participantes se juntarían en un bar cercano al puerto a las dieciocho horas de ese día. En la operación solo participarían los más importantes y preparados miembros de la organización, ya que no dejaba de tener un carácter casi paramilitar.
Todos realizarían viajes individuales para llegar a Valparaíso, no habría ningún contacto telefónico. Los ocho participantes debían llegar en forma individual y dirigirse al subterráneo del bar, sólo ahí se enterarían del plan mientras comían y bebían una copa. La logística estaba preparada hace meses en forma personal por los perros asesinos, ya estaba todo arreglado para ingresar los cuatro camiones al puerto, completamente limpios y con la droga escondida en cajas que podían confundir al mejor perro policial.
En él primer camión iría Carlos con Doberman quienes serían los encargados de dar seguridad al convoy, mientras que en él último camión ingresaría él Pitbull asegurando las espaldas del grupo. Ellos fueron elegidos por ser los más preparados en él uso de material de guerra, además eran los únicos que hablaban inglés de los ocho participantes y en caso de problemas podrían interactuar con los compradores.
Una vez dentro del puerto se dirigirían al lugar de la entrega, donde se encontrarían con él barco de carga que zarparía hacía Holanda esa misma noche. En ese mismo lugar recibirían inmediatamente él pago de la mercancía, dividido en maletas con dólares limpios y de baja denominación para marcharse en forma rápida y poder reducir el dinero con mayor dispersión. No debía existir ningún sobresalto en la operación y debía ser extremadamente rápida, ya que se había pagado por muy poco tiempo y por muchísimo dinero él derecho de mantener desocupado y seguro él lugar, él muelle más alejado del puerto. Para la operación se le habían pagado diez millones de pesos al sindicato de trabajadores portuarios para mantener todo vacío. Cualquier error sería fatal, y no se podían arriesgar a una traición por parte del sindicato.
Solo bajarían de los camiones él armamento ligero, ya que era un negocio muy importante para arruinarlo y poner nerviosos a sus clientes, lo cual era un detalle, ya que no conocían la preparación ni él poder de fuego de los holandeses. La idea era que todo resultara impecable para poder repetirlo nuevamente.
Cuando terminaron de comer, los camiones ya se encontraban afuera del bar esperándolos, sólo faltaba una hora para salir hacía él puerto, por lo cual sólo contaban con ese tiempo para esconder él armamento pesado dentro de los camiones, para protegerse en caso de que la cosa se ponga fea.
El mayor riesgo es que no había un plan de escape que les asegurara salir vivos en caso de problemas. Carlos aprovecho él momento y fue al baño para ponerse a punto, al parecer algo en la cena le había caído mal, por lo que estuvo ausente por gran cantidad de tiempo. Cuando regreso del baño él resto del equipo se burló de él, diciéndole que era la primera persona que veían cagarse antes de realizar un crimen.
Los delincuentes tomaron posición en cada uno de sus camiones, en cada camión había dos de ellos. Manejaron hacía él puerto y una vez ahí entraron lentamente con los grandes camiones que llevaban la mercancía, dirigiéndose al muelle que había sido habilitado para realizar la transacción. Era una noche gélida y llovía mucho en Valparaíso, había marejadas y truenos. Los nervios de los ocho miembros del equipo hacían que él camino pareciera eterno para él convoy. Si bien estaban altamente entrenados, muy preparados y completamente acostumbrados al mundo delictual, nunca habían realizado un intercambio como él que harían en ese momento, menos en lugar como ese, tan alejado de los barrios donde se criaron. No era frecuente encontrarse con una contraparte que no conocían. Por lo que había demasiado en juego.
Una vez que llegaran al lugar, el único autorizado para hablar en la transacción seria Doberman, el resto serviría de escolta y estarían atentos a cualquier movimiento raro, con las armas guardadas para no producir ningún tipo de roce. Como capitán, la misión de Carlos era proteger a los dos perros, él con su entrenamiento debía ser él chaleco salvavidas de ambos. Si en algún momento la cosa se ponía fea, la única preocupación que tenía que tener Carlos era sacar con vida a los hermanos de ahí, sea como sea.
Doberman estaba muy silencioso y reflexivo mientras manejaba él camión, si bien la misión era compleja él solía ser más efervescente a la hora de enfrentarse a estos desafíos. "Carlos por dios, ¿qué mierda hiciste?, ya me enteré que está la cagada entre mi hermano y su esposa, pero de ahí a irte a meter con ella fue sobrepasar todos los límites.
Pitbull ya sabe lo que ocurre, él siempre ha mantenido gente vigilando a su esposa desde que se casaron, y te imaginaras que le dio mucha bronca la situación, sobre todo porque él no podía creer que tú lo habías cagado. Hoy te va a dar un balazo en la cabeza al primer descuido y de verdad por mucho que seas mi amigo, no hay nada que yo pueda hacer para salvarte, voz la cagaste y él quiere que pagues por eso. Más encima esta imbécil está embarazada y no sabe de quién es la guagua. Es decir, la cagaste, pero con todas las letras. ¿Qué chucha se te paso por la cabeza?
Sin embargo, sé que estas cosas pasan, así que te pido que cuando termine la entrega te borres del mapa, desaparezcas y tomes él primer avión que salga lo más lejos de Chile. Evita que Pitbull se dé cuenta o llegue a enterarse donde estas, estúpido hazme caso y mandate a cambiar lo más lejos posible, ten en cuenta que te va a buscar y su objetivo solo será matarte. De verdad si no fueras mi amigo yo mismo te daría un tiro por wueon y caliente", dijo serio Doberman mientras se acercaban al lugar de la entrega.
Por fin llegaron al lugar acordado y los cuatro camiones se habían estacionado en forma paralela en el muelle, las cuatro moles ya estaban de frente al inmenso he intimidante barco carguero holandés. Los ocho criminales se movieron con mucha mesura y tranquilidad, sin cometer un error como el de sacar las armas, se bajaron de los camiones lentamente y esperaron que los holandeses se acercaran a ellos, sin decir aún ninguna palabra, ni hacer gestos que se pudieran malinterpretar. Los europeos estaban armados con sub ametralladoras y no se veían para nada amigables.
El líder de los extranjeros se acercó más y comenzó a conversar con Doberman para agilizar el trato, y con un gesto duro envió a sus hombres a buscar las maletas. Los holandeses se veían muy apurados, ellos mismos cargarían en el barco los conteiner que venían en los camiones, ya que querían evitar la presencia de gente en el lugar que no tuviera nada que ver en la operación y que pudieran provocar algún tipo de sospechas.
Cuando los líderes de ambos bandos logran cerrar el trato, el holandés entrego sin dudar las maletas con el dinero, fue ahí cuando ocurrió lo inesperado. Detrás de los conteiner que se encontraban apilados con antelación en el lugar, sale un contingente importante de policías, todos con ropa de combate y provistos de armas automáticas, visores nocturnos y chalecos antibalas.
"Es una trampa", grito Carlos mientras le disparo un certero tiro en una pierna al líder de los holandeses.
En un par de segundos el lugar se transformó en un caos, todos disparaban y corrían, eran demasiados policías, pero nadie quería rendirse, así comenzaron a caer uno por uno las victimas del enfrentamiento. Los holandeses disparaban a todo y a todos, sin hacer distinción entre la policía y el equipo formado por los perros asesinos. Ellos también se sentían traicionados.
Uno de los policías le disparo cinco tiros a Doberman, fueron certeros al impactar en su tórax y cabeza, lo que le provocó una muerte instantánea al delincuente que estaba a cargo de la operación. Entre los disparos se sintió un fuerte grito de enojo y furia por parte de su hermano, quien seguía disparando, pero al darse cuenta de que estaban rodeados y que de su bando ya casi no había nadie que pudiera combatir, soltó su arma cerro los ojos y de rodillas con los brazos en alto se entregó a la policía, ya que no le quedaba otra alternativa. Su querido hermano había caído abatido por una maldita trampa, ese no era su mes, engañado por su esposa y apresado por la policía.
Carlos y dos miembros más del equipo lograron huir a duras penas, los holandeses no corrieron con tanta suerte y la mayoría cayeron abatidos en el enfrentamiento. Fue así como se llevaron a Pitbull directo a la cárcel, después de una noche que se había transformado en una carnicería. Una vez que Carlos con los dos delincuentes se lograron alejar lo suficiente del operativo policial, el capitán de la organización se detuvo exhausto, sacó su pistola y en un movimiento rápido asesino a sus dos compañeros con certeros tiros en la cabeza.
Pasaron las semanas y como era de esperarse Pitbull estaría libre nuevamente en las calles, gracias a una joven defensora de apellido Messias quien no tardo en sacarlo en libertad, ella le estaba pagando favores, ya que la organización criminal de los perros asesinos era la que entregaba información en secreto a la joven abogada para que ella ganara otros casos y pudiera tener defensas más efectivas. La joven, directa como siempre, una vez terminado el juicio se acercó a Pitbull y le dijo que había caído detenido y perdido a su hermano por estúpido, lo que enfureció al criminal quien amenazó de muerte a la abogada. Ella con actitud segura lo miro a los ojos y le dijo, "ustedes metieron el gato donde los ratones, su querido Carlos, el más cercano de tus capitanes siempre fue un policía encubierto. Ustedes se cagaron solos".
En ese momento todo le calzo al delincuente, el mejor amigo de su hermano los había vendido y era el responsable de su muerte, además, había tenido el descaro de involucrarse con su esposa. Ahora, más que nunca, el tipo merecía morir de la peor forma, ya que después de haber vivido, bebido y comido con ellos por casi dos años, les había pagado de la forma más amarga y con la moneda más sucia.
Cuando La Bestia se enteró de lo ocurrido, le ordeno a Pitbull que no se involucrara más, que era mejor encomendar la misión de acabar con el policía, al peligroso Akita, quien, a pesar de llevar una vida oculta todo el tiempo bajo un traje, aparentando una vida conservadora y feliz. Era el más certero de sus hermanos a la hora de salir a matar, además, Akita estaba con sed de venganza, lo que de seguro no lo haría fallar.
Akita necesitaba más información del policía por lo que golpeo sin piedad a la esposa de Pitbull hasta estar seguro de que no sabía nada. Ella también había sido engañada con la identidad falsa de Carlos, no pudiendo creer que era un policía. Después del bestial interrogatorio de Akita, Pitbull golpeo a su esposa hasta matarla.
Akita arriesgaría todo y comenzaría a seguir los pasos de Daniela Messias, ya que en la carpeta de investigación de la joven abogada debía encontrarse la información real de quien era ese maldito policía. El perro asesino siguió por días a la joven, pero ella en ese momento estaba a cargo de un juicio demasiado público, todo el tiempo asediada por la prensa y resguardada día y noche por equipos de gendarmería y la policía. Había que esperar con cautela la oportunidad en que estuviera sola para abordarla.
Fue así como la oportunidad se dio el dieciséis de septiembre a medio día, la joven salió sola, huyendo de los tribunales de justicia, manejando su sedán blanco a alta velocidad por la autopista. Akita la seguía de cerca, vestido con ropas urbanas y de pandilla para no ser reconocido. La perseguía en un automóvil de lujo que acababa de robar, no quería utilizar nada de él ni de la banda que pudiera ligarlos a la operación. La joven iba conduciendo muy rápido lo que obligaba al mayor de los perros a mantenerse muy atento a las maniobras de esta, la idea era seguirla hasta su destino y abordarla ahí para obtener la información.
Fue así como el delincuente se percató que un vehículo estaba intentando sacar del camino a la abogada, golpeando su sedan constantemente para que esta se accidentara. Akita no quiso intervenir y se alejó de los dos vehículos para evitar un accidente, alguien al parecer se le había adelantado, por lo que decidió cambiar de vía hacia el carril izquierdo de la autopista, iba en todo momento observando el auto de la joven más que a la autopista. Si se producía un accidente por el choque contante entre el auto de la joven y el de su atacante no quería verse afectado. El mayor de los perros estaba demasiado pendiente de lo que ocurría entre esos dos vehículos.
Fue por esa razón que, al llegar a la cuesta de la pirámide, Akita no alcanzo a reaccionar y al tomar la última curva se encontró de frente con un camión de combustible que había explotado justo en la mitad de la pista. El pavimento estaba resbaladizo por la lluvia, por lo que los desesperados intentos de Akita por frenar el auto no cumplieron con su objetivo, su auto derrapo hasta chocar velozmente con dos vehículos que se encontraban frente a él, todo a demasiada velocidad.
Su auto quedo lejos de las llamas, pero el impacto recibido fue demasiado grande, lo que destrozo los huesos de uno de sus brazos y cerceno sus piernas con el metal del mismo vehículo. El delincuente grito de dolor hasta caer desmayado. El partiría hacia la clínica en el segundo helicóptero de rescate que llego al accidente.
Akita llego muy grave a la clínica, había perdido sus piernas y había que cortar bien para que las amputaciones no se infectaran, además, sería un gran trabajo reparar su brazo y las fracturas en sus costillas como consecuencia de haber estado atrapado, aplastado entre el asiento y el manubrio. Estaba en riesgo vital, siendo necesarias cuatro horas de trabajo en pabellón para lograr estabilizarlo. El mayor de los hermanos quedo en observación por instrucción de los médicos. Lo harían dormir un par de días, ya que temían cómo sería su reacción una vez que despertara. Sin duda no sería fácil cuando viera que le faltaban ambas piernas. Eso sí, era de los pocos que había tenido la suerte de no ser alcanzados por el fuego.
Akita estuvo en coma inducido hasta el veintidós de septiembre, sus hermanos no podían ir a verlo a la clínica, ya que como se había definido hace años, no debía existir ningún contacto entre ellos que pudiera relacionarlos, había que seguir manteniendo la fachada que cuidaba la imagen del mayor de los perros, por lo que recibió solamente la visita de su esposa, la que sufrió mucho al ver el estado de su marido.
Akita al salir del coma había asumido a duras penas la pérdida de sus piernas, pero no podía soportar el dolor de no haber cobrado venganza por su hermano. Ese día recibió un llamado de un teléfono desconocido, al contestar se puso muy feliz al darse cuenta de que era el pequeño Rottweiler. Sin embargo, la felicidad se transformó en amargura cuando el menor de los perros le comento que su accidente había descompensado a La Bestia, quien por esa razón perdió la vida tras un infarto cardiaco, esa era la única razón por la que se había obviado el protocolo de no contactarlo, su padre había muerto.
Los perros no eran de llorar, pero ese día el alma se les oscureció, su padre había dado todo por ellos, los había adoptado y les había dado la mejor de las vidas. Qué triste era que un hombre con la fuerza que él tenía terminara de esa forma, acabado por un infarto a causa de la pena por el sufrimiento de sus hijos.
Por su parte, los dos perros que seguían en la calle comenzaron a mover redes de contacto y a sobornar gente en el poder judicial y las policías. Tanto Pitbull como Rottweiler tenían suficientes contactos y dinero como para hacer justicia, toda esta situación había destrozado a la familia y no podía quedar impune. Carlos debía morir de la peor forma.
Los hermanos buscaron sin parar la forma de obtener la identidad del infiltrado, fue así como un diecinueve de octubre suena el teléfono de Akita quien al contestar escucha la voz de su hermano Rottweiler quien le dice: "Hermano, no vas a creer lo que te voy a decir, el wueon de Carlos es un policía que lleva muchos años trabajando de encubierto, nos dieron su carpeta y resulto ser un tipo bastante peligroso, un exmilitar cagado de su cabeza, que al retirarse se hizo agente encubierto. Su verdadero nombre es Nicolás Altamirano y aunque no lo creas está hospitalizado en la misma clínica que tú, ya que iba en la misma ruta cuando fue el accidente, el duro de mierda se salvó y por lo que nos contaron, quedo en muy malas condiciones, no saben si vivirá.
Lo complicado para llegar a él es que por su seguridad está custodiado por dos policías que hacen guardia día y noche", el hermano mayor estaba sorprendido, pero aun así escuchaba muy calmo. "Rottweiler, yo soy el mayor y ahora estoy a cargo, hay que vengar a nuestro padre y hermano, vengan los dos mañana en la noche a la clínica y revienten esta mierda de lugar, quiero estar presente y ver cuando maten a ese hijo de puta, quiero ver como lo hacen sufrir y cómo pide clemencia, que se arrepienta por haberse metido con nosotros ese concha de su madre", Akita colgó el teléfono, se encontraba muy agotado después de dar las instrucciones, la falta de sus piernas evitaba que fuera a ahorcar al culpable de sus desgracias y eso lo enfurecía. Era mejor ponerse a dormir y juntar fuerzas, sólo quedaba un día para cobrar venganza y volver a estar en paz. El destino había dejado al traidor solo a dos habitaciones de él.
Por su parte los dos perros asesinos que seguían en libertad seleccionaban el armamento que iban a utilizar, mientras estudiaban los planos estructurales y eléctricos de la clínica. Ya no les importaba el negocio ni perder su libertad ni su vida, su objetivo era el policía que los cago y no tendrían piedad con él ni con nadie que se les interpusiera en su camino para asesinarlo.
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