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Capítulo 14: 'Tóxicos'

Bella.

Se queda callado durante unos segundos y no puedo evitar sentir satisfacción; lo he dejado sin palabras, quería dejarme de mala y aquí el único que ha hecho mal ha sido él.

—¿Q-qué...? —titubea al otro lado de la línea. —¿Qué dices, Bella?

—Lo que oye, querido mercader. —musito y miro a Martine, que muestra una sonrisa maliciosa. —Iba a ir a recogerte al Bazar para ir a cenar. Y te encuentro besándote con ella, y jurándole amor eterno. —mis ojos se llenan de lágrimas, pero aleteo las pestañas evitando que salgan. 

—Bella, eso no...

—No quiero oír tus explicaciones, Adrer. No ahora. —murmuro. —Dame tiempo porque ahora te tengo asco. ¡Has jugado a dos bandas!

—¿Me vas a dejar explicarte? —cuestiona.

—No. No quiero oírte.

—¿No te das cuenta de que esto nos perjudica a ambos? A ti cómo abogada y a mí cómo padre y cliente tuyo.

—Me da igual. —río. —El juicio se llevará a cabo igual, lo sepa ahora o más tarde. Y no es por ti, es por mí.—me limpio una lágrima solitaria con el dorso de la mano. —Lo prepararemos igualmente, porque Bella Jones ni deja un caso a medias ni pierde un sólo caso. Iré informándote. Buenas noches, Adrer. —murmuro su nombre con rabia antes de pulsar el botón de colgar. 

Miro a Martine, dejando el móvil sobre la mesa, y rompo a llorar de nuevo.

No entiendo por qué Adrer me mintió; más de una vez me dijo que él ya no tenía absolutamente nada con Yendal. ¿Han vuelto? <<Eso es lo que aparece, eres la otra>> Repite mi conciencia tratando de flagelarme, sin embargo, no le doy importancia y trato de pensar en otra cosa.

Al fin y al cabo, la mala aquí no he sido yo, ¿no? La venganza es un plato que se sirve frío y Adrer Bulshoy me ha jodido; ha engañado a la persona equivocada y aún más a sabiendas de todo el poder que tenía sobre él, coño, ¡soy su abogada! Eso me otorga mil maneras de joderle.

Eso sí; el caso se seguirá llevando adelante, pero no es por él. Es por mi reputación: son contados los casos que perdí en mi vida y fueron en los inicios de mi carrera cómo abogada. Después, me convertí en la víbora insaciable que manipula a sus contricantes para sacarle las palabras cómo si les apuntase con una pistola.

Por mi mera reputación lo haré; sé que me dolerá tener que trabajar con él, pero espero que sus excusas sean lo suficientemente buenas, sino se gana mi perdón, la incomodidad reinará en nuestros encuentros y trabajar se hará muy complicado para todos. Más de lo que ya va a ser ahora, las ganas de venganza han podido conmigo y eso le ha otorgado a Yendal Kozlov un punto, quedando a mano con nosotros, pues nosotros íbamos por delante y yo sola me he encargado de darle tiempo para que se prepare. De todas formas, veo imprudente que se quede con Fatma. Además, está tratando con La Terrible Jones. Hay que ser realistas: soy increíble y hay más que pruebas para que el dueño de Infieles.com se quede con su hija.

Las lágrimas no cesan mientras pienso en todo esto. La traición de Adrer me servirá para fortalecerme. Ahora, voy a convertir mi corazón en una coraza impenetrable.

—¿Qué excusa puede tener? ¡Nada justifica esto! ¡Está muy feo! —musito sorbiendo con la nariz en el regazo de Martine.

—Pues no sé, la verdad. Hay un 90% de posibilidades de que su excusa sea una mierda. —ríe. —Pero bueno. ¡Venga nena, anímate!

Mi amiga se levanta del sofá acercándose a la despensa sobre la televisión, sacando una botella de Plata o Plomo. 

—¿De dónde has sacado eso? —la miro extrañada.

—De mi viaje a Pamplona este verano. —sonríe. —Compré casi quince cajas de esta delicia de licor.

—¿Y cómo lo tienes aquí? —cuestiono mientras coje los vasos de chupitos.

—Hija, dejan llevar menos de cinco litros de un país al otro. Así que me las traje, eran las últimas que me quedaban en casa. —ríe, abriéndola y llenando el chupito hasta arriba.

—¡Ala, ala! —la regaño cuando lo deja justo al borde.

—¡Venga, para adentro!

Saca de su albornoz una caja de tabaco, dejándola sobre la mesa.

—¡Lingotazo! —grita mi amiga antes de beber todo el contenido del pequeño vaso a la vez que yo.

El líquido pasa por mi garganta y arde cómo si me hubiese comido veinte guindillas juntas; sin embargo, tiene un regustillo dulce, a zumo. 

—Uy, que bueno. —siseo.

—¿A qué sí? —dice Martine, contenta. Llena los chupitos de nuevo. —Venga, ya verás cómo te animas.

Tomo el otro chupito que me sirve y el ardor disminuye considerablemente. 

—Dios. —musito. —Esto tiene que ser desinfectante. 

—No está tan fuerte. —susurra Martine. 

Pasamos otro rato tomando chupitos, al quinto ya estoy feliz.

—¡Que se joda! —río.

—¡Que le den! —ríe mi amiga conmigo.

Seguimos bebiendo hasta que me interrumpe el sonido de una llamada entrante a mi móvil. 

—Uy. —titubeo con el vaso en la mano. Tomo el móvil, mirando el nombre que ha interrumpido mi paz entre alcohol. Bebo del chupito atragantándome cuando leo... —¡Mierda, es Deniz!

Maldigo para mis adentros, <<¿Este porque siempre aparece en el peor momento?>> Me digo.

—¡Cogele! —grita mi amiga.

—¿Perdón? —musito sorprendida. —¡Eras tú la que me decías que era peligroso!

—Antes de saber que Adrer era un hijo de puta mentiroso.

—No lo taches, aún no he oído su versión. —lo defiendo.

—¡Coge, coño!

Me arrebata el teléfono pulsando el botón verde que aumenta mi frecuencia cardíaca. 

Golpeo el hombro de mi amiga con la mano abierta, maldiciendo para mis adentros.

—¡Te odio! —grito sin voz. 

—¡Toma!

Me tira el teléfono que atrapo al vuelo. Pongo el altavoz antes de hablar. Se levanta yendo hacia la cocina.

—¿Sí? 

Buenas noches, Bella. —contesta al otro lado de la línea. 

—Hola, Deniz. ¿Qué pasa? —trato de disimular la borrachera.

Nada, quería saber que tal estabas. Hace tiempo que sólo somos abogada y cliente.

—Por algo es, Deniz. No podemos permitir que pase a más.

Vale, respeto tu decisión.

—Gracias. —musito.

La llamada queda en silencio hasta que suspira antes de volver a hablar.

Entiendo que no quieras que esto pase a nada más, pero acéptame la salida que te voy a proponer hoy.

Me yergo nada más dice eso.

—¿Salida? —aparece Martine. —¿Hoy?

Sí, hoy. —confirma. —Venga, alístate. Estaré abajo en diez minutos.

—Deniz...

No me digas que no. Tienes que subir tus ánimos, venga. Adiós.

Cuelga la llamada sin dejarme decir nada más y el pensamiento que pasea por mi mente primero es... <<¿Este cómo sabe que estoy triste?>>

—¿Te ha invitado a salir?

—¿Este cómo sabe que estoy baja de ánimos?

Martine alza los hombros y me tira del brazo.

—¡Vamos, tienes que prepararte!

Subimos las escaleras del ático del hotel y mientras me maquillo, me llega un mensaje de Deniz; Puede venir tu amiga si lo desea. 

Evidentemente quiere, a Martine Statham le das alcohol y se apunta a un bombardeo en Tebessa.

Se prepara bastante rápido —y preciosa—, en unos minutos y el mensaje de Deniz llega siete minutos después del anterior; Estoy abajo.

Bajamos las escaleras y veo el coche descapotable de Deniz en la entrada del lugar. Está para comérselo y no parar nunca: con unos vaqueros apretados que dejan ver el torneo de sus piernas y una americana negra.

<<Dios, me he cansado de ser tu mejor guerrera>>

—Ostia. —musita. —Está muy bueno...

—Si ya te lo dije...

Llegamos al coche y se baja las gafas negras antes de saludarnos.

—Buenas noches, señoritas. —su tono de voz grave hace que mi cuerpo sienta un escalofrío (por dentro).

—Buenas. —lo saluda Martine dándole la mano. —Soy Martine Statham, creo que no teníamos el placer de conocernos.

<<Ya está zorreando>>

—Un placer conocerla, señorita Statham.

—Igualmente, Devrim.

Sube al coche sin decir nada más dejando el hueco del copiloto libre el cual ocupo yo.

—Hola, Deniz. —me siento a su lado, dándole un beso en la mejilla. —¿Qué tal?

—Bien, bien. —musita.

—¿Dónde nos vas a llevar? —cuestiona mi amiga desde atrás.

—A un lugar muy bonito a las afueras. Os va a gustar, hacedme caso. —dice él. —Es una discoteca de consumiciones baratas y buena música.

—Pues vamos allá. —Deniz arranca el coche y se pierde entre las calles de la ciudad y lo único que piensa mi mente es <<Que bien me lo voy a pasar esta noche>>.

Deniz.

Llegamos a Unicorn Amantic —una discoteca en una pequeña península unida a Estambul por puentes— sobre las diez y cuarto. 

Unicorn Amantic es una de las grandes discotecas de la ciudad turca; un edificio cuadrado el cuál puede parecer simple, sin embargo, tiene cuatro pisos, entre ellos, la zona VIP, la pista de baile y barra.

Tener a la hermosura de Bella Jones al lado era una verdadera tortura. Se había puesto un vestido escotado en V, verde oliva y ceñido a sus curvas. Sus tetas resaltan con el escote que estaba invitándome a la locura. El contraste de su pelo rojo con su pálida piel era algo que me estaba provocando continuamente. Pero quería respetar su decisión de 'no mezclar lo personal con lo laboral'.

<<Pero me muero porque sea mía.>>

Su amiga, sin embargo, tampoco está mal. Es más alta, tiene una piel más trigueña, no tan pálida como la de la pelirroja, pero su cuerpo era tan despampanante como el de la abogada.

Estaciono el coche frente a Amantic, bajamos los tres y nos dirigimos hacia la entrada del club.

<<Ellas ya están un poco bebidas.>>

Andamos hasta la entrada, dónde la fila de gente me es indiferente a la hora de acercarme al guardia de seguridad.

—Buenas noches, señor Devrim. —me saluda el de seguridad, Richard Wolves. —Es un gusto tenerlo en el lugar de nuevo.

—Muchas gracias, Richard. —me giro, mirando a las dos muchachas sorprendidas por mi influencia. —Pasen, señoritas.

Las dos entran por un lado del lugar y me quedo mirando a Richard durante unos segundos.

—Que nadie se les acerque, Richard. —ordeno, mirando fijamente al grandullón frente a mi. —Que no les pase nada, y que nadie, absolutamente nadie, excepto yo, toque a la pelirroja. Para nada, ¿me entiendes?

Él asiente lentamente y me meto dentro del lugar.

Amantic hoy está bastante lleno. La gente contonea sus caderas con fervor en medio de la pista, los sillones alrededor se encuentran bastante llenos de gente, algunos beben, otros fuman y otros se lian en medio de la discoteca.

Sigo a las dos muchachas que se dirigen hacia la barra, pero evito que lleguen poniéndome delante.

—No, no. —las detengo. —A la zona VIP.

—¿A la zona VIP? —cuestiona Martine extrañada. 

—Sí.

Nos dirigimos hacia el lugar y las muchachas quedan sorprendidas cuando subimos a la lujosa planta. Está en la zona alta la cual consiste en dos largos y anchos pasillos a cada lado de la pista; cada uno tiene siete habitaciones de lo más caras, las cuales, solo pueden reservar los más adinerados. Al fondo, hay varios sillones frente a la barra dónde venden los mejores cócteles de la ciudad.

—Deniz, —habla Bella en tono de pregunta cuando ve pasar un hombre con unos pantalones vaqueros y una camisa floreada, a la vez que se queda fijamente mirando el cinturón de oro que lleva en sus pantalones. Pasa con una muchacha al lado con la cuál se ve un poco cariñoso. —¿a dónde nos has traído? ¿Quién eres tú aquí?

Río sin ganas mientras seguimos avanzando por la zona VIP.

—Soy el jefe de este club, Bella.

Las dos se paran instantáneamente cuando confieso la verdad: conseguí el dinero en un robo hace muchos años y decidí comprar algo que supiese que iba a darme dinero. Compré el local y lo reformé a mi antojo.

—No te puedo creer. —musita la abogada.

—¡Madre de Dios, Deniz! —dice su amiga, contenta. —¿Cómo conseguiste el dinero?

—Es mejor que no lo sepas, querida. —río. Pero es verdad. Es mejor que no lo sepa. —Venid, os invito a un trago.

Llegamos hasta las mesas con sofás al lado dónde se halla la barra.

Me acerco hasta ella, pidiendo las mejores bebidas que sirven aquí.

Le doy el número de la mesa dónde se han sentado ellas dos y me muevo hasta allí.

—Deniz, ¿qué tipo de gente viene aquí? 

—Estás muy preguntona últimamente, ¿no? —río, pasando mi brazo por detrás de su cuello.

—No, es que... 

—Nadie importante, Bella, —contesto. —sólo gente adinerada y ya.

—¿Personas adineradas? —interviene Martine. —Estos tienen una pinta de mafiosos todos...

Río sin contestar, pues la amiga de la abogada ha acertado. Aquí vienen todo tipo de mafiosos (no es muy difícil averiguarlo) tal y cómo lo son la mafia de los portugueses (Los Seixal), los griegos (Los Padrinos de La Noche), los marroquíes (La Mocrio Maffia), los italianos (La Cosa Nostra y La 'Ndrangheta), los propios turcos o Las Tríadas son los visitantes más habituales del club, e incluso partes de la Bratva o de los Carteles Colombianos se han encontrado por aquí alguna vez. Unicorn Amantic es un lugar de encuentro para mafiosos y sus putas, para narcotraficantes y sus clientes o para jóvenes inconscientes de todo lo que sucede metros más arriba de ellos. 

Empezaron a venir poco después de que abrí, fueron Los griegos los primeros en visitar mi discoteca; dentro del mundo criminal soy medianamente conocido, no pertenezco a ningún clan ni mafia, soy un simple ladrón pero ellos me conocen y me llevo bien con algunos de ellos, aseguraría que tengo su respaldo por todos los tragos que han jartado en mi club.

Pero, evidentemente, no voy a contarle eso a mi abogada la cuál está defendiéndome de un caso por robo y se sabe toda la ley en Turquía. 

—Deniz, dime la verdad... 

—Bella, te lo digo en serio, sólo son empresarios con más dinero que células en el cuerpo y que vienen aquí para disfrutar de una noche llena de alcohol y baile. —miento. —¿Me crees?

—No, pero voy a hacer cómo que sí y voy a ignorar a todos estos mafiosos que hay a mi alrededor.

<<Habla bajo, coño.>> Me trago mis palabras.

El trago llega en unos minutos y me lo empino probando su dulce sabor a vodka y zumo de melocotón que lleva al éxtasis a mis papilas gustativas. 

—Esto está muy bueno. —musita Martine saboreándose los labios. —¿Qué es?

—Secreto de la casa, querida. —río observando al líder de Los Seixal, Adao Caveira pasar hacia un sofá junto al líder de las Tríadas, Thu Win Hoong. El portugués es un hombre atractivo, sin duda. Tiene un magnetismo que es aterrador, sus ojos son oscuros al igual que su pelo, tiene una perilla quizás algo más clara y unas facciones más perfiladas, a diferencia de Hoong, que con suerte se distingue si es su papada o su nariz.

Me miran y se acercan a saludar, posándose sobre el sofá del lado de Martine y Bella.

—¡Hombre, Deniz! —me saluda Adao. —¡Cuánto tiempo sin verte! 

Me estrecha su mano pasando por al lado.

—Buenas noches, Adâo. Me alegra verte por aquí. —miro al chino. —Thu Win Hoong, buenas noches.

Él me da un leve asentimiento de cabeza y el portugués mira a las muchachas.

—Veo que no estás mal acompañado, cabrón. —río sin ganas cuando estrecha su mano con la de Bella. —Buenas noches, preciosa. Soy Adao Caveira, ¿y vosotras cómo os llamáis, linduras?

—Yo soy Bella Jones. 

—Un gusto, Bella. —le sonríe él.

—No, para mí no es un gusto. —murmura ella sonriendo.

—Wow, que brava. —ríe el otro. Mira a Martine, la cuál, si le sonríe de buena gana. —¿Y tú, menina?

—Yo soy Martine Statham.

—Un gusto, Adao Caveira. —mira al chino, el cuál, se encuentra estático en su lugar. —Bueno, os dejo, tengo que ir a negociar con este. ¡Hasta luego!

—Adiós. —murmuro, lacónico. Ardiendo por dentro de celos, ver cómo ha tonteado con Bella me amarga el resto de la noche. 

Las miro y ella ladea los labios y tuerce la cabeza.

—¿Qué? 

—¿Esos no son mafiosos?

—Te ha faltado escupirle en la cara, Bella. —Abre mucho los ojos.

—¡Conque no lo niegas, ¿eh?! 

—Me voy a pedir un cóctel. —musito levantándome del lugar. 

El maldito portugués no despega los ojos de la amiga de la abogada, la cuál, ha sido el centro de atención de la noche junto a Bella, en la cuál, se ha fijado más de uno. 

Ando con pies de plomo a la hora de acercarme a Terçi Fergusson, el líder de Los Padrinos de La Noche, que no quita sus malditos ojos ocres de la abogada.

—Buenas noches, Terçi. —Trato de que mi voz no salga perjudicada. —Te traigo una bebida para que disfrutes.

—Muchas gracias, Deniz. —me sonríe despegando los ojos de la pelirroja un mísero segundo. —Así da gusto venir aquí.

Me alejo contento al verlo probando la bebida. <<Si supieras el escupitajo que le he metido al traguito.>> <<Para que dejes en paz a Bella.>>

Veo a la abogada levantarse con Martine, la cuál, se acerca peligrosamente a Adao. 

Me acerco hasta ellas, Martine tontea con el portugués.

—Bella, —llego hasta ella. Se gira, le ofrezco mi mano. —¿me concedes un baile en la pista? No prometo que sea bonito.

Ella me sonríe y noto cómo se ruboriza.

—Acepto, Deniz. —mira a su amiga, que se coloca sobre el regazo del líder de Los Seixal. —Martine, me voy. Puedes seguir tonteando agusto.

Nos movemos de la zona VIP y bajamos a la pista de baile, me fijo al pasar que todas las habitaciones están ocupadas y la canción que comienza a sonar hace que la temperatura del lugar suba peligrosamente.

<<Die for you, The Weeknd>>

Nos logramos adentrar al centro de la pista y la canción comienza.

I'm findin' ways to articulate the feelin' I'm goin' through
I just can't say I don't love you
'Cause I love you, yeah

La pelirroja se acerca hasta mí peligrosamente, sus manos se posan en mi cuello a la vez que canta suavemente la canción de fondo. 

It's hard for me to communicate the thoughts that I hold. But tonight, I'm gon' let you know —canta, pegando sus labios a mi oreja. Un escalofrío me recorre de arriba abajo y  deposita los labios húmedos en la curva de mi cuello. —Let me tell the truth. Baby, let me tell the truth, yeah.

Su aliento en mi cuello hace que la líbido comience a dispararse en niveles inhumanos. La canción sigue de fondo y me alejo de ella. Quedamos cara a cara durante unos segundos, justo cuando la parte del coro de la canción empieza.

You're scared to be lonely, 'specially in the night
I'm scared that I'll miss you, happens every time
I don't want this feelin', I can't afford love
I try to find a reason to pull us apart

—Deniz... —pregunta la abogada en mi oreja cuando el beat de la canción inicia.

—Dime... —jadeo cuando pega su cuerpo más a mí; su boca queda a milímetros (o a una unidad aún más pequeña) de la mía, me atrevería a decir que nuestros labios se rozan al igual que nuestras entrepiernas cuando junta su cuerpo con el mío. Mi pecho queda contra el suyo, sus piernas se anexan a las mías y alza la izquierda ligeramente.

—Dime la verdad. —cuestiona. Su aliento mentolado roza mi nariz y siento que si esto sigue así van a pasar cosas indecentes aquí mismo.

—¿Qué verdad? —jadeo cuando su mano abre mi camisa y palpa mi pecho.

—¿Son mafiosos, verdad? —pone ojos de cachorro, en los cuáles, me pierdo. No oigo nada, he perdido el ritmo de la canción y sólo oigo letras confusas cuando me pierdo en el oscuro de sus ojos.

Trago saliva anhelando unir sus labios con los míos de nuevo, necesito besarla, probar su boca y recordar si su sabor es tan delicioso como me he imaginado, tal y como recuerdo de aquel día.

No aguanto más y me lanzo a sus labios, uniéndolos con los míos con movimientos acompasados los cuáles me dejan comprobar el sabor inhumano que tienen sus besos; juro que saben a gloria, cómo si estuviese besando una cuchara con miel. Miles de imágenes pasan por mi cabeza en ese instante; el beso dura menos de lo que me gustaría y se separa de mí. 

Es entonces cuándo respondo jadeando, con la segunda estrofa de Die For You de fondo.

—Sí, lo son.

Sonríe cercana a mis labios todavía. Me besa de nuevo con pasión.

It'll never change my mind
'Cause baby, I would die for you
Baby, I would die for you, yeah

Se separa a los pocos segundos y deshace la posición en la que nos encontraba quitándome el calor que me brindaba su cuerpo.

—Adiós, Deniz.

La pierdo de vista entre la gente cuando se aleja, desapareciendo entre la gente y dejándome ahí en medio con ganas de seguir besándola, aunque fuese lo único que hiciera esta noche.

Los Seixal son la mafia portuguesa más conocida de la historia del país, sobre todo por sus logros y conquistas de otras mafias. Se dedican al narcotráfico, trata de personas, fraude, secuestros y chantajes millonarios. No se conoce el nombre de ninguno de todos los jefes que hay aquí, sólo se sabe de sus actos y hay más de miles de nombres de los que se duda para el puesto. Tienen un modus operandi bastante simple; aniquilar al jefe, así se han hecho con más de veinte pequeñas mafias, aunque realmente es un juego entre mafias y por mi bar solo aparece una pequeña parte del conocido Bando A, los cuales, luchan por ser las mafias dominantes frente al Bando B. Esto es conocido como la guerra de las mafias en el mundo criminal, un grupo de clanes como lo son Los Seixal, Los Padrinos de La Noche, Las Tríadas, La Yakuza, La Bratva, Los Kinahan (irlandeses), el Cartel de Los Soles (venezolanos), y muchos más luchan unidos conformando el Bando A para vencer al Bando B, mafias militares que dominan países enteros como pueden ser las mafias pakistaníes, los cubanos, los norcoreanos, los sirios, los somalíes o los mauritanos. 

Es un juego de peligro, sangre y muerte en el cuál se juega con dominar una u otra mafia con el fin de dominar el mundo criminal. Que te lleves bien con ellos no quita que si los jodas, tengas que pagar, mucho menos quita algo de su nivel de peligro. Lo mejor es estar bien con esta gente y contar con su protección. Yo nunca he querido meterme de lleno con la mafia, ni con Los Seixal, ni con la Yakuza ni con Los Padrinos de la Noche, todos son igual de peligrosos aunque de Los Seixal destaca su astucia, de la Yakuza su salvajismo y de los Padrinos de La Noche su poder para aniquilar; todos son iguales y lo mejor es estar a salvo con todos.

Todo esto es de lo que he ido enterándome según ha avanzado mi nivel de confianza con el dueño de Las Tríadas o de Los Seixal, o con el mismo Terçi; me han contado el funcionamiento de la guerra de las mafias, los motivos y sus situaciones. Pasan desapercibidos por la ciudad fingiendo ser empresarios, pero su día a día es matar y traficar. Cada fin de semana puedes verlos en mi bar y su confianza impide que piensen mal de mí, al menos eso creo, ya que si caen ellos, caigo yo por permitir que creen sus negocios en mi local sin abrir la boca. 

Por eso es que Terçi, Adao o el mismo Hoong confían en mí como su lugar seguro para hablar, traficar o lo que sea; saben que aunque no participe directamente, que descubran que en Amantic se ven todos ellos sería fatídico.

—Han confirmado la unión de los españoles en Costa Brava al Bando B. —musita el sublíder a Adao, que lo mira sorprendido.

—¿Los españoles? ¿Al Bando B? Eso tiene que ser una trampa.

Martine acaricia su perilla mientras lo mira como si estuviera enamorada desde hace dos años. Salieron del baño hace un rato, ella llevaba las bragas por debajo de la rodilla y él el pantalón desabrochado y el elástico de los bóxer retorcido, así que eso es libre interpretación de cada uno.

—No tiene mucha pinta, señor. —murmura uno de sus soldados. —Han empezado negociaciones con los cubanos para el tráfico de personas.

Adao suspira y es entonces cuando miro hacia todos lados con la mirada, buscando a la amiga de Martine otra vez <<¿Dónde se ha metido esta?>>

Hace como cuarenta minutos tuvimos el encuentro en la pista y no he vuelto a verla, Martine tampoco sabe dónde está pues estaba ocupada tirándose al capo de la mafia portuguesa.

Que se hayan enterado de lo que realmente sucede aquí dos abogadas de Cebi International no es gracioso. Sé que yo las traje, pero jamás pensé que una se echaría al plato al líder de los Seixal y la otra desaparecería.

Se me pueden sumar cargos por juntarme con mafiosos, que aunque estén cubiertos, hay sospechas sobre sus impolutos expedientes y aunque no veo a Martine por la labor de contar lo que pasa en Amantic, Bella está dolida por mis viles mentiras y eso puede ser malo. Es entonces cuando mi organismo se altera, mandando señales y electricidad por toda mi anatomía al verla pasar con Julio Roberči, uno de los esbirros de Terçi, el líder de Los Padrinos de La Noche, muy agarraditos de la mano y muy juntitos.

<<La madre que la parió>>

Me trago la ira cuando un borracho Adao me toma del brazo. 

—Y así fue como mi padre, Raphael Coímbrado termino morto nas mãos da sua cadela. 

<<Este bebe y me mezcla el inglés con el portugués>>

—Wow, que interesante. —musito, ya me ha contado la historia por vez dos mil y  le echo a un lado sin disimulo y moviéndome hasta el baño al que se ha metido Bella con Julio.

En el camino hacia el baño, donde ando rápido con furia hirviendo en mis venas y el líder de La Mocrio Maffia, Mohammed Mansour. 

—Hombre, Deniz. —me saluda el hombre. —Veo que hoy tienes el local animado. 

—Hola, Mohammed. —lo saludo. Este hombre destaca por una locura extrema, si lo aparto capaz me entierra un tiro entre ceja y ceja. —¿Cómo estás?

—Bien, bien. Todo va viento en popa. —musita. —Te dejo, me espera el Coronel Raswinger en la mesa.

<<Madre mía, hasta policías tienen ya.>>

—Adiós, Mohammed.

الوداع.

<<¿Este para qué me habla en árabe? Si no le entiendo.>>

Agito la cabeza evitando los pensamientos que no me interesan ahora y me meto al baño de hombres, dónde no oigo nada. Me asomo por debajo de las oquedades debajo de las puertas y no encuentro nada, así que entro al de mujeres dónde si oigo cosas. 

No son gemidos exactamente, son pequeños jadeos los cuáles son seguidos por el sonido de carnes chocando, sin embargo, no es el sonido del sexo, sino el sonido de...

Abro la puerta de una patada cuando reconozco los tacones de Bella en el suelo. La puerta se abre dejándome ver a la abogada sobre el mafioso el cuál, tiene sus partes al descubierto. Ella está encima de él, con el vestido subido y sus bragas por el suelo. Su mano está dentro de su vestido.

—¡Fuera de mi puto local! —grito a Julio. —¡Fuera! ¡Ya!

El hombre se levanta lentamente, cubriéndose y es entonces cuándo me saca una pistola con silenciador, apuntándome al centro del estómago.

—¿Cómo me has hablado?

<<¿Y este?>>

—Aparta esa mierda. —golpeo la pistola que cae al suelo, cerca de la puerta. —Sabes que si me matas tus jefes te matan a ti luego, así que sal de mi puto club sino quieres que el tiro te lo pegue yo.

El griego bufa antes de obedecer, recoger su pistola y salir de los baños. Me ahorro la pelea dentro de mi club, ya me encargaré de él. La abogada queda dentro del cubículo cuando la miro, rabioso. Es una maldita, sabe lo que siento por ella y zorrea con todo lo que se mueve menos conmigo en mis putas narices. Los celos me carcomen, me acerco hasta ella tomándola del cuello.

—¿Qué quieres ponerme celoso liándote con toda la puta discoteca? —dirijo su mandíbula hacia arriba obligándola a mirarme. 

Me echo hacia atrás cuando se levanta.

—¿Yo? —se señala. —¿Celoso a ti? ¿Para qué?

—No lo sé, contéstame tú. —digo apretando los dientes, tomándola del cuello de nuevo. —Es la última vez que te lías con un mafioso, ¿me oyes? Son gente peligrosa.

—Wow, muchas gracias, agente. No sabía que usted era lo más sano que hay.

—No, tienes razón, no lo soy. Pero yo si haría cualquier cosa por ti. Ellos venderían hasta a su madre por dinero. —siseo cada vez más cerca de sus labios. —¿Me entiendes?

—No. No te entiendo. —contesta, mirándome a los ojos fijamente. —Yo me liaré con quién quiera.

—¡Que no! —me exaspero. —Te he dicho que con ellos no, Bella. Deja tu terquedad y hazme caso.

—No eres nadie para que te haga caso. Suéltame. Eres un hijo de puta. Me liaré con Julio cuántas veces quieras y cuando quiera. No puedes controlarme las 24 horas del día, Deniz. —me empuja hacia atrás, saliendo del baño exasperada. 

<<¡Maldita sea! La odio>>

No voy a soportar esta mierda más. ¿No puedo controlarla durante las 24 horas? Ya veremos. Que no me tiente. Y con Julio no tiene nada más por mis santas pelotas.

Salgo del baño viéndola volver con Martine y Los Seixal, bajo las escaleras observando a la gente que aún baila en la pista. <<¿Qué maldita hora es?>> Miro la hora sobre el DJ, son las 04:41, Amantic no cierra hasta las 07:00. 

Busco la salida y me dirijo fuera, tratando de encontrar a Richard. 

—Richard, —le pregunto cuando lo encuentro sentado en un taburete al lado de la puerta de salida principal— ¿has visto a Julio saliendo por aquí?

—Ha salido hace unos minutos bastante enfadado, jefe. —me señala la puerta.

—Gracias.

Salgo del lugar con la ira corriéndome por las venas. <<Ha tocado a Bella.>>

Lo veo cerca del acantilado con un cigarro en la mano, fuera de las paredes que recubren la zona industrial dónde se encuentra Amantic. 

Me muevo silenciosamente hasta detrás de las paredes. Está en completo silencio, simplemente fumando el cigarro del que expulsa el humo.

—¿Te parece normal ponerte a toquetear mujeres en mi club? —cuestiono, haciendo que se de la vuelta.

—¿Perdón?

—Lo que oyes. —musito, empezando a sentir un picor subiendo por mi cuello.

—Yo no tengo porque obedecerte a ti, y mucho menos para acostarme con quién se me de la gana, γαμημένο ηλίθιο. —escupe con los dientes apretados. —¿Tienes unas habitaciones para que hagan lo que quieran y yo no puedo hacerlo en el baño con la pelirroja buenorra?

El término me hierve la sangre y trato de controlarme, pero no puedo evitar acercarme tomándolo del cuello. Lo alzo con mi fuerza sin pensar y hablo en su cara, sin importarme si le caen los perdigones de saliva que suelto.

—Parece que aún no has entendido que no es lo que hagas, sino con quién, gilipollas. —siseo iracundo. 

Comienza a toser y empieza a patalear. 

—¿Conque todo este paripé es por esa puta? η γαμημένη μητέρα σου. —No me importa que mierda haya dicho en griego con el poco aire que le queda, he entendido lo que ha dicho en inglés provocando mi explosión. Ha insultado a Bella.

Dejo de ver, todo está rojo y siento la necesidad de hacerle algo, la impulsividad no me permite pensar a la hora de —literalmente— lanzarlo contra el suelo.

Se retuerce de dolor y doy una patada a su abdomen, sacándole el aire. No mido la fuerza cuándo golpeo otra vez, otra vez y una más. No puedo ver nada, no pienso en nada más que <<Le ha faltado el respeto.>>

Tose con mucha fuerza y brusquedad, mete su mano en el bolsillo tratando de sacar la pistola. Logra hacerlo con las manos temblorosas y apunta hacia arriba, pero no tiene tiempo de hacer nada pues no se lo permito.

No mido mis actos a la hora en la que le piso la mano y grita soltando el arma el cuál tomo listo para enterrarle un tiro. Quito el seguro del arma queriendo detener los horribles gritos que suelta, estampando el pie contra la parte trasera de su cabeza. 

No deja de gritar y quiero detener el espectáculo bochornoso que está dando. No deja de agitarse y murmura cosas en griego entre tos, incluso escupe sangre en alguna de las retorcidas por el dolor.

—Deja de lloriquear de una puta vez. —pego un tiro sin pensarlo más para detener los gritos de agonía. 

La rabia se baja al instante al ver el cuerpo del mafioso sin vida en el suelo.

<<Maldita sea. Lo he matado.>>

Suelto la pistola y cae sobre el cadáver.

Mi respiración se torna pesada y me llevo la pistola de Julio, guardándola en mi espalda. Trago con fuerza, no sé qué hacer con el cuerpo. Miro al acantilado y trato de evitar los pensamientos que me invaden, sin embargo, creo que no tengo otra cosa mejor que hacer.

Me cubro las manos con la americana, agachándome cuando lo empujo suavemente. Se mueve rodando por el acantilado, ensangrentado en la cabeza y el pecho donde tiene los agujeros de la bala.

Rueda y cae por el acantilado cayendo al agua. El chapoteo se deja oír y me levanto. Mi corazón va a mil, no puedo casi ni respirar y los miles de pensamientos aparecen en mi cabeza. Debo sacarla de allí, su atractivo no deja a nadie indiferente y no quiero cargarme a toda la mafia solo por celos.

Entro a Amantic subiendo de nuevo a la zona VIP. 

—Bella, nos vamos. —tomo su mano alejándola del sottocapo de Los Seixal, Wilhelm Sobral. 

—¿Qué? —pregunta, zafándose de mi agarre. —¡No quiero irme!

Me acerco a su amiga cogiéndola del brazo para alejarla del jefe de la mafia portuguesa. 

—Vamos. —vuelvo hasta donde su amiga con Martine agarrada. La tomo a ella también y las arrastro lejos de allí.

—¡Adiós, Adao, no te llamaré! —grita ella cuando la alejo poco a poco. Decido cargar a Martine sobre el hombro y a Bella, que se encuentra en mejor estado por la muñeca.

—¿Qué cojones te pasa? —dice cuando se zafa en la salida. —Yo quiero quedarme.

—Tanto puto problema porque eran mafiosos y ahora tan amiga de los portugueses, ¿qué cojones se te pasa por la cabeza? —siseo.

—No estás para hablar de ser amigos de mafiosos.

—Sí, pero yo soy un ladrón y mi vida ya está en la mierda. —mis ojos se llenan de lágrimas al recordar lo que he hecho hace no mucho. —Tú no. No te metas con esa gente. Ya tienes suficiente conmigo.

Ella parece entenderlo, cuando sorprendemente, decide no rechistar.

Entramos al coche y arranco saliendo de la zona de fábricas dónde se encuentra mi discoteca y no pronunciamos palabra durante todo el trayecto mientras lo único que pienso es... <<Bella, ¿qué cojones me has hecho? Acabo de matar a un miembro de Los Padrinos de La Noche por ti>>

*****

Bueno, bueno. Capítulo tarde, pero largo, con nuevos personajes y nuevo narrador no habitual, aparte de nueva subtrama como la que va a entrar ahora al libro: la mafia y el asesinato de Julio Roberçi Bueno capítulo un poco violento, pero espero que os haya gustado.

Espero que os haya gustado. Nos vemos pronto (o eso espero).

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