Una misión importante se avecinaba, el tiempo en la tierra se agotaba y un montón de catástrofes naturales la amenazaba. El objetivo era detenerlo a toda costa, pues nadie estaba preparado para lo que iba a acontecer.

Si todos hubiesen sabido que el inicio de un nuevo año traería tanto revuelo, quizás sus deseos de año viejo habrían sido otros.
Ya que nadie se detuvo en ese momento de 5 para las 12:00 a.m. a pensar en ese mañana, sus anhelos eran otros. El tiempo transcurría y no había nada que hacer más que esperar a que la guerra diera comienzo. Y como buen espectador solo le di play al reproductor.

Sed de venganza, mentiras, intrigas, corrupción, fueron los ingredientes principales. Otro poco de avaricia,  poder, descontrol e ira para acompañar la porción y para culminar se agregó: miedo, ignorancia y ambición.

Con esto las posibilidades de sobrevivir eran nulas, tantas que me deban vergüenza solo verlo sin poder actuar. Todavía no era el momento, debía dejar que la olla hiciera ebullición para mi lamentación.

¡Caos! Eso era poco para los primeros meses, todavía seguían viviendo en la ignorancia, solo que ahora contaban con miedo abrazador al punto de la asfixia. Morir, es lo único que rondaban en sus cabezas y buscar "culpables" era como tratar de encontrar una aguja en un pajar. ¡Ay, qué calamidad la mía! No poder hacer nada.

Para mitad de año el descontrol hizo su debut y como buenos corderos se dejaron llevar al matadero. ¿Quién estaba dispuesto a salvarlos? A lo que todos se preguntaban ¡¿Tú o yo?! Eso era lo más aterrador, descifrar el enigma de esta misión.

Y para casi el final del año, la turbulencia llegó arrasando con todo a su paso. Como limpiando la suciedad que todos dejaron, no había forma de saber quién actuó mal y quién bien. ¿Es que acaso alguien sabía la fórmula? Quizás sí, pero todos conspiraban para saber quién sería el primero en actuar, en dar el antídoto del veneno.

Cansado de ver todo este desastre tan maquiavélicamente preparado, me hacía dudar si alguno había aprendido la lección. La energía del mundo se estaba agotando, sin embargo, las plegarias de aquellos que guardaban esperanzas me dieron fuerzas para ayudar a detener todo esto.

Entonces al acabar aquellas tormentas, decidí que el mejor signo de esperanza era enviar el arco iris. Y cuando lo vieron supieron la buena nueva.