VIOLIN DE LA MUERTE
#ERM
VIOLIN DE LA MUERTE
La música siempre ha sido mi gran pasión, mi vida, mi amor y mi condena.
Desde pequeño cada nota que escuchaba, salida desde un instrumento tan majestuoso como es el violín, provocaban que mi corazón se emocionara, por lo que mis padres al notar mi amor por la música me apoyaron pagándome clases para así poder especializarme.
Debo mencionar, sin parecer arrogante, que era bastante bueno, por lo que me gane la admiración de mis pares y maestros, pero ésto a mi no me dejaba conforme, yo quería más... Quería ser un virtuoso del violín, crear música que con mis notas la gente al escucharme no pudiera contener sus lágrimas y su emoción.
Al ir creciendo con las típicas responsabilidades que eso conlleva, debí dejar atrás mi pasión por la música y dedicarme a otras labores que fueran más rentables, pues es difícil vivir de cualquier forma de arte.
Mi vida se había tornado algo rutinaria, a pesar que no tenía grandes problemas no me sentía feliz, sabía que algo le faltaba a mi vida, y ésto lo supe con certeza cuando me llegó una propuesta.
Aquella mañana recibí un mensaje de un antiguo amigo, quien estaba formando una banda de rock. A pesar que siempre me ha gustado este género musical en un principio dudé si aceptar la propuesta, pero mis ansias por tocar eran tantas que a los días dije que si.
Rápidamente comenzamos a formar la banda, creando canciones y estrenándolas en pequeños eventos. La gente gustaba de nuestra música por lo que en poco tiempo tuvimos un respetable número de seguidores y fans.
Todo estaba resultando de maravillas, cuando tocaba me sentía realizado y feliz, y el hecho de que no fuéramos una gran banda de rock no era relevante para mi, puesto que con contar con unas cuantas personas que disfrutarán de nuestra música, para mi ya era suficiente para sentirme lleno de orgullo.
Ya al pasar el tiempo nuestro número de seguidores había crecido, así cada día se sumaban un poco más. Ya no me daba cuenta de cuantos eran como en un principio, ni recordaba a cada chica que se nos acercaban, pero cuando apareció Elizabeth todo fue diferente.
Nuestro encuentro se suscitó un veinticinco de Octubre, ese día estábamos emocionado pues nos había tocado teleonear a una de las bandas que más admirábamos, en una ciudad cercana a nuestra localidad, al subir al escenario sentí emoción y adrenalina de estar frente a esa multitud esperando escuchar nuestra música.
Nos dispusimos a tocar, cuando de entre la multitud se destaca un rostro inusual, parecía que brillaba entre los demás, quede maravillado, pero las primeras notas de la guitara de mi compañero hicieron saliera de mi embelesamiento, indicándome que ya era el momento de entrar a la canción con mi violín. Esto me hizo perder el contacto visual con aquella joven.
Al terminar nuestro concierto, el cual resultó de maravillas, me llevé una gran sorpresa, aquella joven me estaba esperando, se veía tan bella con su cara angelical, tenía unos hermosos ojos grandes de un tono azul oscuro lo cual me recordaban un mar en calma al atardecer.
Se acercó a mi, algo timida, pude notarla por su expresión algo fría y porque constantemente trataba de evitar mirarme directamente a los ojos.
Pero se dio valor y me habló.
-Hola Oscar, soy Elizabeth y quiero decirte que soy una gran fans tuya. Amo escucharte tocar, con tanta pasión ese violín. Por ese motivo me he tomado el atrevimiento de hacerte un regalo.
En ese momento note que traía algo colgado a sus espaldas, de lo cual no me había percatado antes.
Me paso el estuche y continuó.
-Este es un violín que al igual que mi familia proveniene de Italia, lo hemos tenido durante generaciones, y se ha ido heredando entre los músicos de la familia, pero la verdad hace ya algunas generaciones que nadie toca este instrumento, por lo cual pensé que algo tan hermoso no se debería perder en la oscuridad de un sótano, es por eso que he decidido regalartelo, se que con tu talento le sacaras un mejor provecho.
Sentí curiosidad en ese momento, pero ésta me detuvo diciéndo que lo admirara cuando estuviese en calma y a solas.
En ese momento me dio un beso en la mejilla y se fue. Ese beso me dejó perplejo y algo perturbado, no me lo esperaba, por lo que no reaccioné a nada, dejando que se perdiera entre la multitud, sin siquiera alcanzar a pedirle su número telefónico.
Aquella noche al llegar al hotel en la soledad de mi habitación me dispuse a revisar dicho regalo. Supuse que sería como toda antigüedad un instrumento y viejo y algo destartalado, pero mi asombro fue tal al descubrir tan exquisita obra de arte, como era aquel instrumento, poseía cuerdas de plata e incrustaciones de oro y diamantes tanto en el violín como en su arco.
Estaba maravillado con aquella joya. Por lo cual lo guarde nuevamente en su viejo y polvoriento estuche por el temor a dañarlo. Lo limpié un poco y le saqué la tierra que tenía encima.
Esa noche me fui a dormir conforme y tranquilo, me sentía satisfecho de la jornada, pero al cerrar los ojos tuve una extraña sensación de miedo. No le di importancia y me dispuse a dormir.
Fue al cabo de unos minutos de cerrar los ojos que Elizabeth apareció en mis sueños, se veía radiante, me sonreía feliz y ya sin timidez, me abrazaba y me besaba, me sentía en la gloria con ella, llevando nuestras pasiones al límite, viviendo en un sueño todo lo que nunca había vivido en la realidad.
Al otro día al despertar me sentía cansado pero feliz. Tomé rumbo a mi ciudad y llegué a casa a retomar mis funciones habituales dejando dicho regalo guardado en mi armario.
Aquella noche nuevamente soñé con Elizabeth, pero en esta ocasión, ella me llamaba tarareando una hermosa melodía, por lo que acudía a sus brazos mientras ella me la cantaba al oído al momento de hacerle el amor.
Así fueron pasando las noches, las que esperaba con ansias para reencontrarme con mi amada, eran noches mágicas todo lo contrario de lo que vivía durante el día. Ya me había obsesionado con aquella melodía, por más que intentaba reproducirla en mi violín, no podía lograrlo.
Fue una tarde que estaba haciendo limpieza, que cae desde la parte superior del armario el violín que me había regalado Elizabeth, lo tomé entre mis manos y me dispuse a tocarlo por primera vez.
En ese momento como por arte de magia las notas de aquella canción surgían solas en aquel instrumento, dejándome extasiado por aquella melodía, fue tanta mi emoción que de inmediato llame a uno de mis amigos de la banda para que la escuchara, el quedo tan maravillado como yo, por lo que no dudo en ponerle letra y hacer de esta melodía nuestro gran éxito.
Luego de grabar la canción nuestro éxito fue rotundo, nos llamaron de distintos sellos musicales y firmamos grandes contratos para giras musicales. Ya mi sueño se había cumplido, podría vivir de la música por lo cual deje mi trabajo, dedicándome enteramente a mi pasión durante el día y en las noches a reencontrarme con Elizabeth.
Cuando tuvimos nuestro primer concierto como banda musical salió todo mejor de lo que esperábamos, veía como la gente se emocionaba con la melodía de Elizabeth, podía ver las lágrimas y ojos vidriosos de muchos de los espectadores, estaba viviendo lo siempre había soñado, poder transmitir emociones a través de mis notas, todo estaba perfecto salvo porque uno de los integrantes de nuestros fans se había quitado la vida en el concierto, cortándose las venas en medio de la multitud, esto detuvo por un momento el espectáculo, pero luego de que se lo llevaron seguimos tocando con normalidad de forma muy poco empática, por la emoción del primer concierto.
Aquella noche como todas espere la llegada de Elizabeth, me fui a dormir, pero extrañamente ésta no llegó, por lo cual al otro día me desperté muy decepcionado extrañándola.
Esto hizo que me diera cuenta que me estaba obsesionado con ella y que debía buscar la manera de contactarla. En ese momento revise el itinerario de la gira y vi que en un mes más nos tocaría dar un concierto en su ciudad nuevamente.
Tenía la esperanza de que como en la primera vez, Elizabeth nuevamente asistiera al concierto por lo que daría indicaciones de ella a los organizadores, para que no le impidieran el paso en caso que me fuera a buscar.
La noche próxima, al dormir apareció nuevamente en mis sueños, pero no lucía tan radiante como siempre, algo había cambiado en ella, pero en ese momento no me importó, pues estaba muy feliz del reencuentro, puesto que una noche sin ella, sin sentir su olor, sin mirar sus ojos, sin sentir su piel, ni su voz... fue como una eternidad en el limbo, me sentía perdido sin mi Elizabeth.
A la mañana siguiente desperté con una nueva melodía que me había regalado Elizabeth, la reproducía en su violín la cual sonó maravillosamente.
Así fuimos sacando éxitos tras éxitos, cada vez crecía más nuestro número de fans y las pérdidas casi no se notaban. Pues en cada concierto, cada vez que tocábamos alguna canción con las melodías proporcionadas por Elizabeth ocurría un suicidio... Pero;
-¿que era una muerte más por concierto? -
Si cada vez se sumaban más fanáticos.
Así nos fuimos haciendo conocidos como la banda de la muerte, esto nos daba mayor fama entre los fanáticos del rock y el metal, convirtiéndonos en una especie de leyenda urbana viviente, todos los que asistían a nuestros conciertos comentaban divertidos, quien sería el próximo en acabar con su vida en vista de todos.
Era realmente macabro lo que había producido nuestra fama.
Sinceramente jamás relacioné dichas muertes con el hecho de estar tocando las canciones de Elizabeth, yo simplemente disfrutaba de nuestro momento de fama, ni siquiera lo relacioné con el hecho que de en cada noche que se producía una muerte Elizabeth no aparecía en mis sueños.
Al llegar el momento en que tocaríamos en su ciudad me sentía muy emocionado y ansioso, estaba seguro que Elizabeth iría a mi encuentro, pero al terminar el concierto me la decepción se apoderó de mi al no recibir su visita.
Llegué al hotel muy molesto, no tenía forma de contactarla, pensé en mi torpeza de no haberle preguntado algún dato más, acerca de como encontrarla.
Me senté en la cama con una sensación de frustración y pensando en la forma de dar con ella.
En ese momento fijo mis ojos en el viejo estuche de aquel violín, y lo reviso con la esperanza de encontrar algún detalle que me pudiera dar una pista acerca de su paradero.
Note que tenía una inscripción con un escudo familiar y el respectivo apellido de éste.
Pensé en quedarme en esa ciudad por unos días más para encontrarla, me fui a dormir ansioso aun sabiendo que esa noche no me visitaría, pues se había producido otra muerte en el concierto.
Sólo me dormí con la esperanza de poder encontrarla al día siguiente.
Esa mañana salí temprano a recorrer aquella ciudad, no era muy grande por lo que pensé que no me costaría mucho encontrarla, primero pregunte en oficinas municipales si tenían información de aquella familia, pero no fueron de mucha ayuda.
Al día siguiente seguí mi búsqueda en otro sector de la ciudad, tome un taxi y por si acaso le pregunte al conductor si conocía alguna familia con ese apellido, me dijo que no... Pero que había una tienda con ese nombre por lo cual nos dirigimos hacia ella.
Al llegar note que en el letrero estaba dibujado aquel escudo familiar, era una tienda de artículos musicales, ingresé muy emocionado sabía que allí encontraría a mi amada Elizabeth.
Al entrar veo a una señora muy parecida a ella por lo que deduje que sería su madre, aunque era una mujer de gran belleza se notaba una tristeza en sus ojos.
Podría decir que era la misma expresión de Elizabeth que confundí con timidez la primera vez que la vi.
Me acerque y le pregunte por Elizabeth.
-¿Quien es usted y para que la busca? -
Me contestó fríamente, le dije que era un amigo que necesitaba hablar urgentemente con ella.
-Mi hija no tiene amigos, por favor retírese de mi tienda si no va a comprar nada.
En ese momento pensé en irme, pues ya aquella mujer había hecho que me molestara, pero no podía rendirme tan fácilmente.
-Señora por favor, déjeme hablar con ella, hace meses se presentó en un concierto dándome un regalo, desde ese día no he dejado de soñar con ella, necesito verla y hablarle.
-¿En que fecha fue su concierto?
- Fue el veinticinco de Octubre del año pasado
-Eso es imposible, pues ese día ya habíamos enterrado a nuestra hija.
¿De que hablaba esta mujer? No entendía a que se refería, me quedé inmóvil por un momento, pensado en que talvez estaba confundiendo a Elizabeth y quizás se refería a otra hija.
Ella noto mi perplejidad, por lo que saco una carpeta con documentos y algunas fotos.
-Ella era Elizabeth, mi hermosa hija, siempre fue algo tímida, pero virtuosa en el violín, tenía bellas melodías pero su timidez impedían que las mostrará en público. Después de un largo tiempo se encerró en la música y ya no hablaba con nadie, todo el día pasaba tocando el violín que le heredó mi padre y creando bellas melodía que solo tocaba para ella misma.
Pero una noche se dejó de escuchar su violín más temprano que de costumbre, fui a verla a su habitación y me encontré con la peor escena que puede ver una madre. Estaba mi hija tirada en el suelo con las venas cortadas por el arco de su violín y su sangre impregnando las partituras de sus creaciones. Esto sucedió la noche del veinte de Octubre, por lo cual lo que usted me dice es improbable.
No podía dar crédito a las palabras de aquella mujer, si ella estaba muerta entonces... ¿quien me había regalado aquel violín?
-¿Señora, usted reconoce este instrumento?
Le dije mostrándoselo, ella en ese momento quiebra su voz y ya visiblemente afectada me dice que es el violín de su padre, y el arco era el arma con la cual había cortado sus venas llevándose la vida de su hija, los cuales fueron enterrados junto con Elizabeth en su tumba.
En ese momento, salí de la tienda pues ya no quería escuchar a dicha mujer, en realidad pensé que solo me estaba mintiendo, le dije al tipo del taxi que me llevara al cementerio pues quería ver con mis propios ojos si era verdad lo que me decía aquella mujer.
Cuando llegue vi su tumba y una fotografía de ella con aquel violín, se veía hermosa con una sonrisa tímida pero encantadora.
En ese momento sentí que algo dentro de mi se derrumbaba, caí de rodillas y llore como un niño, por la esperanza perdida de poder tenerla entre mis brazos, maldije mi suerte y prometí no volver a enamorarme.
Luego de aquel suceso continúe con la gira, con más éxitos que nunca, aunque seguían produciéndose las muertes la gente no dejaba de seguirnos, teníamos miles de fans, las chicas hacían filas para estar con nosotros, estuve con cientos de mujeres pero con ninguna sentí los que me hacía sentir Elizabeth en mis sueños.
Al cabo de un tiempo ya ni las mujeres ni la fama me hacían feliz, me estaba pesando la carga por las muertes producidas por mi música, por lo que decidí retirarme y ya no seguir tocando.
La banda no lo tomó de la mejor forma, pero al final acataron mi decisión.
Lejos de mejorar la situación, el hecho de dejar de tocar empeoró todo. Ya en las noches no solo me vistaba Elizabeth, sino también las almas de aquellos desdichados que se habían suicidado por mi causa.
Cada una noche era un infierno, ya en las mañanas no me despertaba con el aroma de Elizabeth y la sensación de sus besos en mi piel, ahora era todo horror, despertaba con marcas de golpes y rasguños, no eran simples pesadillas esas almas realmente venían cada noche a atormentarme y a exigirme que siga tocando para poder llevarse más almas a su infierno. El horror de ver sus caras descarnadas cerca de mi, mostrándome sus muñecas abiertas por los cortes producidos por los arcos que llevaban en sus manos. Mi miraban en forma amenazante acercándose a mi, podía sentir el olor a podredumbre que expedía desde sus descompuestos cuerpos. Todo era una como una imagen salida desde mismísimo infierno.
No encontraba salida, ni mi Elizabeth era quien yo recordaba, ahora aparecía en mis sueños totalmente desfigurada, con los ojos nublados y secos y su piel pegada a los huesos... Era una total pesadilla que vivía cada noche, la desesperación me estaba ganando necesitaba ver a Elizabeth pero verla bien, como en mis primeros sueños.
Aquella noche salí con mi violín a tocar en la soledad de una plaza, necesitaba desahogarme, pero no me di cuenta que en un rincón de la plaza habían una familia de mendigos, una mujer y sus dos hijos quienes dormían sobre unas cajas de cartón.
Estos al escuchar mi violín despertaron, me di cuenta en el momento, que estaban en una especie trance, sus lágrimas caían sobre sus sucios pero tiernos rostros, sin darse cuenta de lo que hacían, al igual que yo, pues no pude dejar de tocar mientras veía como aquellos pequeños y su madre cortaban sus venas con un pedazo lata, al ritmo de la melodía que emitía el siniestro violín.
Al terminar dicha canción me di cuenta que ya no había nada que hacer por ellos. Estaba claro que mientras viviera me seguirían atormentando esas almas, que se llevó dicho violín, si dejaba de tocar. Pero si seguía tocando más gente se iría sumando a ese destino.
No lo pensé dos veces y sentado en aquella plaza toque mi última melodía, frotando el arco contra mis venas y haciendo brotar mi sangre sobre aquel hermoso violín de muerte,observando a lo lejos la silueta de Elizabeth quien viene a mi encuentro, tan bella como el primer día en que la vi.
En mis últimos momentos pienso que por dejarme llevar por una hermosa mirada y recibir un regalo de muerte, condene mi destino y el de muchas personas, jamás se debe recibir el regalo de un extraño.
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