SACO DE MUERTE
#ERM
SACO DE MUERTE
Muchas veces solemos ser prejuiciosos sin antes dar una oportunidad a quien se lo merezca.
Cuando falleció mi madre, dejó un inmenso dolor en mi y un gran vacío. Prometí que jamás lo llenaría con otra imagen materna.
Su partida fue un gran golpe. Un cáncer fulminante acabó con su vida en un par de meses. En ese entonces vivíamos solas con mi madre, pues mi padre se había marchado con otra mujer comenzando una nueva vida.
Al quedar sin mi madre debí irme a vivir con ellos. Yo con mi dolor no me daba cuenta de la maldad que había en esa mujer, quien no perdía oportunidad de humillarme, me restringía los alimentos, me maltrataba física y psicológicamente, llegando incluso a prohibirme llorar en frente a ella por la memoria de mi madre.
Todo esto se suscitaba cuando mi padre no se encontraba en casa, ya que en su presencia siempre se mostraba como una mujer amable y cariñosa. Por lo que suponía que mi padre no creería que a solas conmigo era una cruel y despiadada mujer. Pero como toda la verdad siempre sale a luz mi padre no tardo en darse cuenta de sus maltratos.
A Carla le molestaba que mi padre haya cambiado el concepto que tenía de mi madre después de muerta, idealizándola y elevándola casi a un nivel de santa, como suele suceder siempre con las personas después de fallecer, el hecho que mi padre prácticamente se refiriera de ella como una esposa ejemplar y que las comparará en su actuar, fue lo que causó que en Carla se desarrollara un odio el cual lo proyectaba en mi.
Fue en una tarde que estaba en mi cuarto revisando las fotografías de mi madre, que Carla ingresa sin tocar la puerta. Al verme llorando frente a las imágenes familiares, no controló su ira dejándose llevar por todo su resentimiento.
Frente a mis ojos destruyó todas las fotos de mi madre. En ese momento no pude evitar enfrentarla, pero yo con tan solo once años era poco lo que podía hacer contra ella, solo la empuje con fuerza, ésto hizo que ella arremetiera contra mi con aun más violencia. Sin controlar su fuerza me propinó una gran paliza, dejando mis ojos con derrames, la cara amoratada, la nariz y la boca rota.
Luego de ver lo que me había hecho, no fue capaz de enfrentar a mi padre, por lo que tomó sus pertenencias y huyó de casa.
Luego de este episodio mi padre hizo una denuncia, pero jamás la encontraron.
A partir de esta situación me prometió que jamás volvería a traer a una mujer a casa, que solo seríamos los dos hasta el final.
Yo creí en su promesa, la cual cumplió los primeros años mientras fui adolescente, pero después de pasar esta etapa, note que algo estaba cambiando en él.
Lo notaba alegre, cantaba sin razón y reía la mayor parte del día, esto me hacía sospechar de que algo había estaba pasando, y que seguramente era alguna mujer quien era la causante de tal alegría, pues mi padre jamás se había comportado así. Siempre había demostrado una personalidad algo errática y seria.
Era primera vez en mi vida que lo veía tan feliz, en realidad parecía otra persona.
Pasaron las semanas, y llegó la fecha de mi cumpleaños número dieciséis, mi padre me dice que llevaría a una invitada a mi celebración, lo cual no me pareció muy buena idea, pero se veía tan feliz que no quise contradecirlo.
Cuando me presentó a Pamela, la note en extremo amable y eso me hizo recordar el comportamiento que tenía Carla conmigo frente a mi padre, por lo cual desconfié de ella desde ese mismo instante.
Recuerdo que me llevó un regalo, era una muñeca de lana, la cual ella misma había tejido con similitud a mis rasgos.
La mire con desprecio, pues pensé que era un estúpido regalo.
-¿para que quería una tonta muñeca si yo ya no era una niña.?
Desde ese momento, comenzó una guerra con Pamela, todo lo que ella opinará yo la contradecía.
Debo mencionar que ella era una mujer con bastante paciencia, pues no me contestaba los reproche que le hacía.
Esto me enfurecía aun más pues estaba segura que era solo una falsa imagen la que proyectaba, pero que en cuanto entrara a nuestras vidas, sacaría su verdadera personalidad.
Muchas veces le advertí a mi padre que no pensara en una relación seria con esa mujer, él solo asentía con la cabeza sin decirme una palabra. Pues no se atrevía a darme la noticia de la boda que habían celebrado en privado para que yo no interferiera.
Cuando me enteré de esta situación, odie a mi padre y lo maldije por no cumplir su palabra y juré hacerle la vida imposible a esa intrusa.
No permitiría que otra mujer ocupará el lugar de mi madre, y menos aún que me arrebatara lo único que yo tenía... A mi padre.
Al cabo de un tiempo todos mis reproches hacia mi padre no sirvieron de nada, parecía no importarle mi opinión, pues de igual forma llevo a Pamela a vivir a casa con nosotros.
A pesar de que ella era muy distinta a Carla, me cegué en su contra y trataba de hacerle pagar el daño que mi primera madrastra había provocado en mi.
Casi no le dirigía la palabra y las pocas veces que lo hacía, solo era para reclamarle su presencia en nuestra casa.
La humillé muchas veces tratándola de que no valía nada, que no era capaz de tener su propia familia, en cambio se inmiscuyo en una familia que ya estaba formada por mi padre y por mi. Que no era nada más que una intrusa tratando de tomar el lugar de mi madre pero que ella jamás estaría a su altura.
Pamela nunca me contestaba nada, sólo me miraba con notable dolor por recibir mi desprecio. Ésto me molestaba más aún, pensaba que era una cobarde, una mujer débil por no atreverse a enfrentarme, por lo que comencé a inventar situaciones para que mi padre discutiera con ella.
No entendía porque soportaba tantas humillaciones, que era lo que la mantenía con nosotros a pesar de los malos tratos... No entendía que ella realmente amaba a mi padre y que anhelaba una familia.
Su actitud pacifista y su poco carácter era un insulto para mí, por lo que mi odio se acrecentaba cada día más.
Fue en una ocasión que comentándole mi situación a una de mis tías materna, (obviamente exagerando los detalles) fue que ésta se apiadó de mi y me ofreció ayuda.
Me dio una tarjeta de una bruja muy conocida por sus efectivos hechizos de magia negra, y me dijo que ella me ayudaría a sacar a Pamela de nuestras vidas.
Al otro día sin pensarlo demasiado tomé algo de dinero de mi padre y me dirigí a la dirección señalada.
Cuando llegue a esa pequeña casa, maloliente y de mal aspecto, sentí por un momento que no era correcto lo que iba a hacer, pero justo en ese instante me llega un mensaje de texto de Pamela, preguntando porque aún no llegaba a casa. Esto lo tomé como una afrenta, sintiendo que aquella mujer quería controlar mis pasos atentando contra mi libertad y decidí seguir adelante.
La mujer de mirada cruel, me preguntó en tono seco, que para que necesitaba su ayuda.
Le conté mi problema y me ofreció hacer un trabajo para alejarla de nuestra familia. Pero eso para mi no era suficiente.
Quería que pagará por inmiscuirse en nuestras vidas... Quería que pagará con su propia vida, y así lo hice.
La bruja trató de aconsejarme que las medidas que pensaba tomar eran muy extremas para el problema, el cual para ella no era ni estaba a la altura de tal venganza. Pero su opinión no me importaba, ni tampoco las consecuencias que esto podía acarrear.
Me entregó un saco negro y me dijo que debía introducir algo de cabello de la víctima y dejarlo bajo su cama, que debía hacerlo con mucho cuidado para no cometer errores.
Me fui a casa totalmente feliz, pues sabía que sus días estaban contados.
Tomé el peine que había en su habitación y le saque el cabello que éste tenía y lo introduje en el pequeño saco negro el cual puse bajo su cama.
Al poco tiempo Pamela comenzó a enfermar.
Escupía sangre y su piel estaba cada vez más pálida, ya no tenía energía y por las noches despertaba a gritos diciendo que demonios la atormentaban.
Mi padre al ver esta situación también cambió, estaba cada vez más triste, por no poder ayudar a su mujer, ya que ningún tratamiento resultaba efectivo y veía como como en cada noche Pamela perdía un poco más de su vida.
Así se fue desvaneciendo hasta que al llegar una mañana ya no despertó.
En ese momento me sentía triunfadora, había logrado mi objetivo, había sacado a esa intrusa de nuestras vidas, pero al poco tiempo me di cuenta que estaba muy equivocada.
Después del funeral de Pamela me fui a dormir, con la satisfacción de que solo seríamos mi padre y yo. Pero en cuanto cerré los ojos se me apareció Pamela.
Lloraba amargamente en mis sueños y me reclamaba por haberle arrebatado su vida y a su amor, que esto tendría consecuencias y que pronto sabría a que se refería.
Desperté muy asustada esa noche, pero luego de un momento, me dije que solo era sugestión y talvez algo de culpa, pero que con el pasar de los días, aquella mujer no sería nada más que solo un molesto recuerdo.
Pasaban los días y parecía que papá cada día estaba más decaído, al contrario de lo que pensaba yo, él no se refugiaba en mi, sino todo lo contrario, me miraba con desconfianza como si sospechara algo.
A diario lloraba el recuerdo de pamela diciendo que la vida era injusta por haberle arrebatado a la única mujer que realmente había amado.
Esto destrozada mi corazón, odiaba a Pamela, pero mi odio por ella no era más grande que el amor que sentía por mi padre, fue ahí que por primera vez sentí que había cometido un error.
Mi padre fue enfermando y poco a poco sus ojos se iban apagando, yo ya no sabía que hacer para remediar la situación, por lo que nuevamente recurrí a aquella bruja.
Ésta me pidió que llevara el saco de muerte que había utilizado para acabar con la vida de Pamela y procedió a revisarlo.
Cuando lo abrió me miro horrorizada y me preguntó que de dónde había tomado el cabello que introduje en la bolsa, a lo que le conteste que era del peine de Pamela.
Después de un largo silencio me dijo.
-En esta bolsa no sólo está el cabello de esa mujer sino también el de tu padre. -
En ese momento sentí que todo me daba vueltas y un calor recorrió mi cuerpo hasta llegar a mi cara la cual sentía a fuego vivo.
Me levante y lancé la silla en contra la pared, arrojándome al suelo a llorar.
La bruja se me acercó, notoriamente molesta y me levanto de un brazo y me dio una cachetada.
-¡Niña estúpida, te dije que te cercioraras bien del cabello que debías introducir, te advertí de las consecuencias, ahora haz condenado a tu padre a la muerte, no me vengas con lamentaciones y asume tus actos, ahora lárgate de mi casa, pues no hay nada que pueda hacer!
Me fui a casa en estado de shock, llorando en todo el camino por causa de mi torpeza.
Al llegar a casa, mi padre estaba tirado sobre el sillón, el cual estaba lleno de larvas blancas, como si se tratara de un cadáver en descomposición.
Lo tomé entre mis brazos sin darle importancia a tal asquerosa imagen, y le pedí perdón.
En ese momento abre sus ojos y me mira con dolor diciéndome;
-¿Hija que hiciste? ¿Porque me pides perdón? -
- Padre hice algo muy malo, por mi causa estas perdiendo tu vida así como la perdió Pamela -
En ese momento cierra sus ojos, como asumiendo su destino, tomó mi mano y me dijo;
-Hija mía, no le temo a la muerte, temo dejarte sola, y lamento no haberme dado cuenta que te estabas llenado de odio, un odio que hará que cargues con la muerte de dos personas en tu conciencia... Yo te perdono, pero con la condición que te perdones a ti misma y que desde ahora en adelante te esfuerces por ser una mujer de bien, saca ese odio de ti y libérate. A pesar de todo los padres siempre amamos a nuestros hijos, sin importar los errores que ustedes cometan. Estoy decepcionado pero aún así te amo hija.
Mis lágrimas que brotaban con cada una de sus palabras, quemaban mi cara, sentía ganas de arrancarme el corazón e irme junto con mi padre que ya en ese momento estaba convulsionando y exhalando su último suspiro. El dolor y la impotencia nuevamente se apoderaron de mi haciendo que maldijera mi existencia.
Después de aquella traumática experiencia, me encerré en mi misma, ya no me quería acercar a la gente por miedo a seguir haciendo daño.
Me convertí en una persona solitaria y hostil, culpándome cada noche por el daño causado y con las palabras de Pamela que se repetían en cada sueño: "me arrebataste mi amor y mi vida y pagaras las consecuencias"
Al ir creciendo sus palabras me hacían más peso, pues me di cuenta que ella nunca había sido una mala persona, sólo quería ser aceptada y acogida por una familia, pues ella había perdido la suya en un desafortunado accidente, en el que falleció su esposo y su hijo.
En ese entonces por ser una niña inmadura jamás pensé en el daño que le causaba, con cada uno de mis desprecios, pero lo entendí mejor cuando conocí a Guillermo.
Después de haber vivido años en soledad Guillermo llegó a mi vida. Lo conocí en mi trabajo, era un cliente habitual en la cafetería en la que trabajaba. Llegaba cada Domingo acompañado de Rocío, su pequeña hija.
Ella era una niña amorosa y tierna que en poco tiempo se ganó mi corazón.
Así fue que nos fuimos haciendo más cercanos. Después de un buen tiempo, comenzamos una relación con Guillermo sin decirle nada a Rocío, pues no queriamos que se enterara hasta que estuviéramos seguros de que sería una relación seria y formal.
Después de un año de vernos en secreto decidimos formalizar nuestra relación, pero en cuanto se lo comunicamos a Rocío su actitud hacia mi cambió, ya no me veía como una amiga, sino como la mujer que le estaba quitando a su padre.
Actitud que yo claramente conocía bien pues sentía la misma mirada con la cual yo miraba a Pamela.
Esto me causaba un gran dolor por lo cual decidí alejarme de Guillermo.
Así pasaron unos años en que no supe nada más de él, aunque en mis sueños lo veía cada noche, no me podía olvidar de él, era el amor de mi vida, y sentía que jamás podría amar a nadie como lo amaba.
Fue así que en cierta tarde al pasear por un parque me lo encuentro de frente. Ya habían pasado algunos años por lo que supuse que ya había hecho su vida con otra mujer, pero no era así.
Me reconoció en el momento y pude notar que el tampoco me había olvidado.
Esa tarde fue mágica, hablamos de todo el amor que ambos sentíamos y que el tiempo no había logrado borrar, fue por lo cual, que decidimos volver a intentarlo.
En ese momento ya no me importaba lo que pudiera pensar Rocío, solo pensaba en el gran amor que sentía por Guillermo.
A diferencia de lo que hicimos en el pasado, no dejamos pasar el tiempo y comunicamos nuestra relación en el momento, ya no queríamos perder más el tiempo y nos fuimos a vivir juntos.
Ahí fue que comencé a pagar todo el daño que había causado, Rocío me trataba con desprecio y evitaba encontrase conmigo, por lo que yo hacía lo mismo, casi no le hablaba y me centre totalmente en Guillermo, ignorando la mayor parte del tiempo a Rocío.
La situación se hacía cada vez más insostenible, por lo que me comencé a deprimir y a enfermar. Cada día me sentía con menos fuerzas, cada más débil llegando al punto en que habían días que ya no podía levantarme de la cama, mi salud empeoraba con cada día que pasaba.
Trataba de mantenerme bien para no demostrarle a Guillermo mis malestares, pero no siempre era posible.
Cierto día Guillermo me avisa que su ex suegra vendría de visita a la casa, a ver a Rocío su nieta, por lo cual me dijo que cocinara algo especial.
Ese día me levante temprano, pero no tenía fuerzas para hacer nada. Llame a un restaurante para que me llevarán la comida para la cena, la cual yo no podría preparar.
Aquel día fue el peor, estuve todo el día vomitando sangre y mi piel lucia cada vez más pálida, mis labios blanquecinos y mis ojos amarillentos.
Pero aún así me vestí formalmente y me maquille para dar la mejor impresión.
Dispuse la mesa en forma elegante, para atender de la mejor forma a la abuela de Rocío, la cual no tardaría en llegar.
Me sentía muy nerviosa sin una razón aparente, pero cuando llego aquella mujer entendí el porque de mi angustia.
Cuando vi llegar a Guillermo acompañado de aquella mujer y de Rocío, me temblaron las piernas y un gran miedo recorrió todo mi cuerpo, sentí un escalofrío que hicieron que mis dientes castañaran.
Guillermo me miraba extrañado mientras aquella mujer me dirigía una siniestra sonrisa irónica.
Sin darle un saludo corrí a mi habitación, levanté el colchón y ahí encontré aquel conocido saco negra de muerte, el cual al abrirlo, vi que contenía mis cabellos.
Rocío era la nieta de aquella bruja, quien me ayudó a deshacerme de Pamela, y era quien ahora había ayudado a Rocío a deshacerse de mi.
Se que ya no hay nada que se pueda hacer, mi destino esta escrito, hice un gran daño que ahora se me devolvió. Comprendo que en esta vida todo lo que se hace se paga y como decía mi padre tan sabiamente...
"Quien a hierro mata, a hierro muere"
Mis estúpidos prejuicios hacia las madrastras, sumado a una mala experiencia, hicieron que mi odio acabará con dos personas que se amaban y que solo querían formar una familia en armonía, la misma familia que intente formar yo, pero que las consecuencias de mis actos me hicieron perder, ya no me queda otra opción más que aceptar mi destino el cual yo misma trazé al realizar una venganza sin causa.
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