La historia NO contada de Chernobyl
"La historia NO contada de Chernobyl"
En un día como hoy pero de 1986 el reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil estalló durante el transcurso de una prueba de seguridad mal ejecutada a consecuencia de 24 horas de malas prácticas y más de 200 violaciones del reglamento de seguridad nuclear de la Unión Soviética.
Lo cual trajo como consecuencia el envenenamiento por Xenón del núcleo, ocasionando una gran explosión a la 1:24 am, inmediatamente después de la catástrofe más de 336,000 personas fueron desalojadas de sus hogares, con sólo 2 horas de aviso para llevarlas fuera de las zonas contaminadas.
434 ciudades y pueblos de Belarús se vieron afectados y muchos creían que volverían pronto a sus hogares muy pronto, pero muy pocos han sido capaces de hacerlo.
Más de 600,000 personas a quienes se les denominó "Liquidadores" se voluntariaron para ayudar a asegurar la central, desalojando a las personas de las zonas contaminadas, haciendo limpieza de la radiación y encerrando al reactor nuclear en su sarcófago de hormigón.
Algunos de los liquidadores pasaron sólo 6 meses trabajando en la zona, otros más de 4 años. Muchos de los liquidadores, en su mayoría hombres jóvenes de entre 20 y 30 años en ese momento, han tenido problemas de salud asociados con la alta exposición a la radiación y tan sólo un puñado de ellos sobrevive hoy en día a sus 50 y 60 años.
Hay un monumento en la planta de Chernobyl dedicado a los liquidadores que dice: "A los que salvaron el mundo"
La radiación no da súper poderes pero en esos días hace ya 30 años, convirtió a muchas personas en súper héroes.
6 días después de la catástrofe se identificó un riesgo muchísimo mayor que las explosiones iniciales. Inicialmente los bomberos habían usado agua para tratar de extinguir las llamas del reactor sin tener éxito. Ésta agua contaminada se había acumulado debajo del núcleo del reactor que habiendo tenido una combinación de arena, arcilla y boro que se había arrojado sobre el núcleo en un intento desesperado de sofocar las llamas, se había convertido en Corio. Una especie de sustancia parecida a la lava.
Este material conforme pasaba el tiempo se aproximaba peligrosamente a las piscinas de agua destinadas a refrigerar el reactor y evacuar el vapor procedente del mismo en caso de emergencia. Lo que suponía una situación de alto riesgo.
De entrar en contacto ambos fluidos se originaría una gran explosión de vapor que enviaría grandes cantidades de material radiactivo a la atmósfera y a las aguas subterráneas expandiendo así la contaminación radiactiva por todo el continente europeo, además ésta explosión de vapor podría afectar la estabilidad de los reactores próximos, originando una explosión en cadena aún más devastadora y peligrosa que la producida en la madrugada del 26 de Abril de 1986, fue por eso que se tomó la decisión de vaciar esas piscinas de manera controlada. En condiciones normales, esto habría sido una tarea sencilla, bastaba para abrir las esclusas mediante una sencilla orden al ordenador a escala que controlaba la central y el agua fluiría con seguridad al exterior, pero con los sistemas de control electrónico destruidos, esto no era posible.
De hecho la única manera de hacerlo era manipulando manualmente las válvulas, el problema era que las válvulas estaban bajo el agua dentro de la piscina, cerca del fondo lleno de escombros altamente radiactivos que la hacían brillar tenuemente de un color azul por la radiación de Cherenkov, justo debajo del reactor que se fundía, emitiendo un siniestro brillo rojizo. Alguien tendría que caminar hacia el reactor destruido a lo largo de los 1200 metros que los separaban de las válvulas, donde la radiación era tan intensa que provocaba un sabor metálico en la boca, te hacía sentir agujas en la piel y te nublaba el juicio y luego sumergirse en el agua contaminada con el inestable monstruo radiactivo encima de tu cabeza, para abrir las válvulas a mano, una operación difícil y peligrosa incluso en circunstancias normales. Todos sabían que era un viaje sin regreso y la virtualmente difícil decisión de quién sería el que tendría que soportar tan fatídico destino, se solucionó de una manera muy simple, mediante la pronunciación de una simple frase que convierte a un simple hombre en un héroe. “Yo iré”
Los dos primeros en ofrecerse como voluntarios fueron Alexei Ananenko y Valeri Bezpalov. Ananenko, casado y con un hijo, era un prestigioso ingeniero soviético que había participado en el desarrollo y la construcción del complejo de Chernobyl, por lo tanto sabía exactamente la localización de las válvulas.
Valeri Bezpalov era uno de los ingenieros que trabajaban en la central, también casado y con 3 hijos. Los dos eran ingenieros nucleares, los dos comprendían que muy probablemente no volverían de su expedición.
Mientras se ponían sus trajes de buzo, sentados en un banco, se dieron cuenta de que necesitarían un ayudante para sujetarles la lámpara sub-acuática desde el borde de la piscina mientras ellos trabajaban en las profundidades, y mirando a los ojos a los hombres que tenían a su alrededor, entonces, uno de ellos, un joven trabajador de la central llamado: Boris Baranov se encogió de hombros y dijo que él también iría.
Ante los ojos atónitos de los que se quedaron atrás, los tres hombres caminaron hacia el reactor como si fuera un día normal, incluso platicaban como si no fueran conscientes de que se enfrentarían al peligro más grande de todas sus vidas.
Los hombres tuvieron éxito en su misión a pesar de que la lámpara de Boris falló poco después de entrar al agua, pero no antes de encontrar las tuberías que los buzos siguieron en la oscuridad para poder encontrar las válvulas de seguridad y fueron capaces de volver del infierno para ver a sus colegas. Alexei fue incluso capaz de ser entrevistado por los medios soviéticos y no dio ninguna señal del envenenamiento por radiación que los tres habían recibido y del destino que les esperaba.
15 días más tarde dos de los hombres murieron de envenenamiento por radiación en un hospital de Moscú y fueron enterrados en ataúdes de plomo sellado.
El tercer hombre, Boris Baranov sólo sobrevivió un poco más de tiempo antes de sucumbir al inevitable final que la exposición a niveles tan altos de radiación ocasiona.
Meses más tarde se determinó que la lava fundida si pasó a través del piso del reactor. La acción que éstos tres habían tomado salvó la vida de cientos de miles de personas en toda Europa.
En la historia hay muchos actos heroicos realizados por personas increíbles que a pesar de las escasas posibilidades de supervivencia, siguen adelante y hacen lo que tienen que hacer.
Lo que es notable acerca de Valeri, Alexei y Boris es que sabían que no había ninguna posibilidad de sobrevivir.
Escucharon lo que los ingenieros y los científicos les dijeron, entendieron las consecuencias y ofrecieron voluntariamente sus vidas para salvar las de miles de personas más.
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