La fiestita de 15.
Género: realista.
Juliana, Erica y Manuela, eran amigas desde toda la secundaria. Ahora se encontraban cursando tercer año. Se preguntarán, ¿Ellas solas?, y la respuesta es no. El grupo antes era muy grande, pero por distintas circunstancias se fue desarmando. Una de ellas, digamos la de más importancia, fue la que ocurrió recientemente.
Lucrecia y Sol eran otras de las chicas que conformaban el grupo de amigas. Un día todas las chicas estaban cansadas de Lucrecia y decidieron pelearse, quizás no de la mejor forma, pero así fue. Lucrecia siguió su vida con otro grupo que no era el mejor para ella, pero se terminó adaptando. Esta situación duró seis meses.
Una mañana, Sol, decidió irse con Lucrecia, dejando de lado y sin ninguna razón a sus amigas. Sol le contó todo lo ocurrido en esos seis meses a Lucrecia. Lucrecia la perdonó y volvieron a ser mejores amigas. Todos se reían de esa amistad, pero en el fondo al trío les dolía.
Faltaba un mes para el tan esperado cumpleaños de quince de Sol. La última vez que había hablado con las chicas, había planificado un viaje y una pequeña piyamada en su casa. Pero parece que todo cambió al juntarse con Lucrecia y sus amigas.
Una tarde, Juli, Erica y Manu se encontraban en el recreo. Su amigo Fernando se acercó.
-Hola chicas, ¿Van el sábado?
-Hola Fer, ¿A dónde? - lo miraron extrañadas.
-¡A la fiesta de quince de Sol! - exclamó sarcásticamente - ¿No las invitó? - agregó al ver nuestra sorpresa.
Las chicas no estaban asombradas porque no las había invitado, si no por cómo pudo haber organizado esa fiesta en tan poco tiempo. Todos sabemos lo costoso que es, el vestido, el fotógrafo, el video, el catering...
Las tres corrieron a contarle a su amigo Sebastían, el cual confirmó no estar invitado. Así fueron preguntándole a todos los del curso, llegando a la conclusión que eran los únicos no invitados.
Siempre fueron bastante vengativos, por lo que no se quedarían de brazos cruzados.
Las invitaciones estaban impresas en papeles blancos, no tenían nombre, lo que los ayudó a idear el plan. Pidieron prestada la invitación de Fernando y la fotocopiaron, una copia para cada uno.
Al llegar el sábado se reunieron en la casa de Erica, cuyos padres no volverían hasta el día siguiente. Se vistieron elegantes y fueron a la fiesta.
Todo el camino en taxi se preguntaban cuál sería la reacción de Sol. ¿Los dejaría pasar?
Llegaron al salón, era enorme y desde afuera se notaba que era para gente de la clase alta. Se dirigieron hacia la puerta nerviosos, entregaron las tarjetas a los recepcionistas y estos los dejaron pasar. Al entrar todos murmuraron boquiabiertos, los chicos reían.
-¿Qué hacen acá? - fingió sorpresa Fernando.
Los chicos respondieron guiñando el ojo.
-Sol saldrá en cinco minutos, llegaron justo - susurró.
Todos tomaron asiento y a las nueve en punto Sol bajó las escaleras. Todos lloraban, aplaudían, sacaban fotos, todos excepto los chicos.
Sol sentía que no podía pedir nada más. Esa era la mejor noche de su vida y no había nada que pudiera arruinarlo.
Se detuvo en el último escalón, abrazó a sus padres y luego se detuvo a mirar a todos sus invitados. Algo llamó su atención en una de las mesas del fondo. ¿Eran Erica, Manuela, Juliana y Sebastían?
Todos los invitados notaron el cambio de expresión en su rostro. Sol empalideció y cayó al piso. Estaba desmayada. Los cuatro rieron y corrieron hacia la puerta, nadie los notó ya que estaban socorriendo a Sol.
Unos minutos más tarde despertó.
-¿Qué pasó hija? - preguntó su madre sosteniéndole la cabeza.
-Fueron ellos... - señaló la última mesa.
-¿Ellos quiénes? - en la mesa no había nadie más que sus amigos - Esos son tus amigos cariño.
Esa era definitivamente la peor noche de su vida. La ambulancia había llegado, el maquillaje de las niñas se había arruinado por las lágrimas, el vestido de su madre se había ensuciado y la comida enfriado, el fotógrafo no dejaba de tomar fotos.
Ahora, la gran fiesta, se había convertido en otra fiestita de quince más.
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