¿La compras?
Género: terror.
Megan y su hija Julia han estado planeando mudarse desde hace años. Y hoy 19 de Junio, al fin se les dio la oportunidad de ir a visitar un par de opciones.
Las primeras tres que visitaron no cumplían para nada con sus expectativas.
La número cuatro quedaba alejada de la ciudad, tal como ellas querían.
-Esta es - dijo el vendedor de bienes raices, Mario, señalando la más vieja de las casas.
Megan y Julia se miraron extrañadas.
-No creo... Será mejor ver otra - dijo Megan dispuesta a volver al auto.
-No, entremos - acotó su hija.
-¿Cómo puede descartarla sin siquiera verla? Primero debe verla. Adelante,vamos.
Los tres entraron a la casa, había un extraño olor a humedad, estaba completamente vacía.
-No creo... - insistió.
-Yo sé que con algunas modificaciones será la casa de sus sueños. Déjeme mostrarselas.
Megan asintió.
Recorrieron la casa: una inmensa sala de estar seguida a la derecha de un pasillo que conducía a la cocina y a la izquierda de un baño. Al lado del baño había una gran escalera de madera. La cual al subirla no dejó de rechinar.
El segundo piso constaba de tres habitaciones y un baño.
También tenía un enorme jardín.
-Yo sé que la casa en sí no parece muy llamativa, es muy funebre, pero pintándola y con los muebles cambiaría mucho.
-Pero es difícil ver más allá de los tonos oscuros de la casa.
-Lo sé, lo sé. La decisión está en usted, perdón, ustedes. Megan, usted me dijo que buscaban tres habitaciones, dos baños, un gran jardín, una cocina y una sala de estar. ¡Y está alejada de la ciudad!. Esto cumple con las espectativas y el precio es casi un regalo. Con lo restante le alcanzaría para realizar todos los cambios que quiera - trató de convencerla Mario.
-¿Tú que dices hija? - preguntó.
-A mí me gusta - Julia sonrió dejando ver toda su dentadura.
-¿No quieres seguir viendo más casas?
-¡Esta me encanta! Podré jugar y correr. Correr mucho. Podremos poner una piscina y allí practicaré luego de mis clases de natación. ¡Por favor mami! - jaló de su remera.
-De acuerdo. Espero no arrepentirnos.
-¡Genial!. Acompañenme para firmar los papeles.
Megan firmó el contrato, jamás se sintió tan insegura de algo. Su mano temblaba, casi deja caer el bolígrafo pero un pensamiento la fortaleció: Julia será feliz. Y firmó.
Lo que no sabía era que estaba por cometer el peor error de su vida...
La primer noche que pasaron en la casa fue bastante difícil. No tenían conectada la televisión, ni internet.
Las luces no andaban, por lo que se vieron obligadas a utilizar velas.
-Mamá, ¿cuando vamos a ordenar nuestra casa? Esas cajas por todos lados no me gustan.
-A mi tampoco mi amor, pero primero debemos pintar, para poder desempacar luego - devolvió su cabeza.
-De acuerdo. Tengo sueño.
-Ve a acostarte, enseguida subo.
-No mamá, te espero.
-¿Tienes miedo?
-No, simplemente es la primer noche - negó.
La habitación estaba oscura, solo tenía la luz proveniente del velador. Julia trataba de disimular, pero en realidad se estaba muriendo de miedo. Lo único bueno sería que su madre dormiría a una habitación de la suya.
Alrededor de las 3 am Julia sintió una molestia en sus ojos. Al abrirlos, vio que la luz del pasillo estaba prendida. Era automática, ya que se trataba de un sensor. Le pareció ver una sombra pasar, pero pensó que debía ser producto del sueño y volvió a cerrar los ojos.
La noche siguiente volvió a despertar a la misma hora y esta vez lo que pasaba por el pasillo encendiendo la luz era más claro, una señora mayor con una túnica negra. Pasó ligeramente sin despegar la vista del camino. Julia tapó sus ojos y pensó <<tranquila, no es real>>.
La tercer noche decidió dormir en el sillón de abajo. Cuando sintió que su madre ya había caído en un profundo sueño, bajó, quiso hacerlo lento para no despertarla, pero la venció el miedo y corrió. Gracias a las medias no llegó el ruido hacia el cuarto. Se acomodó y sin mirar demasiado cerró sus ojos.
Sintió un ruido, el sudor comenzó a caer por su frente <<Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...>> comenzó a rezar para tranquilizarse. Pero no había nada que pudiera calmar lo que sus pequeños ojos estaban viendo. El ruido provenía del baño, alguien había jalado la cadena, y estaba segura que no era su madre, ¿para qué iría al baño de abajo, habiendo uno arriba?. Acto seguido un anciano salió del baño y se sentó en la mesa de la sala. No se percató de la niña, puso sus brazos sobre la mesa y se durmió apoyando la cabeza en ellos.
Estas extrañas apariciones siguieron durante las próximas noches. El cuarto día apareció una niña peinando sus cabellos largos ¡en su espejo!. En ningún lugar se sentía a salvo. Prefirió no mencionarselo a su mamá, ya que no le creiría. Por alguna extraña razón ella parecía no percibirlos.
A la mañana del quinto día, Julia decidió acelerar el tiempo en el que entraría a clases.
-Si no lo vas a comer, no juegues con él - dijo su madre refiriéndose al cereal.
-Ma, quiero entrar mañana a clases - dijo de golpe.
-¿Es en serio? Julia, tú nunca quieres ir al colegio - rió incrédula.
-Pero, quiero mantener mi mente ocupada, me estoy aburriendo aquí. No tengo a nadie con quien jugar, no conozco a nadie del barrio.
-¿Y la vecina de en frente?
-El otro día le sonreí y se burló de mí. - mintió.
-Bueno, si así lo quieres llamaré al colegio.
Esa noche al despertarse a las 3:00 am, no abrió los ojos. Decidió que si ella quería los haría desaparecer.
-¡Atención chicos! - dijo el maestro - Tengo a alguien que presentarles. Ella es Julia Octaves. Es nueva en la ciudad y en la escuela, espero le den la bienvenida que se merece.
Todos miraron sorprendidos y la saludaron amablemente.
-Veo que me integraré muy rápido - sonrió tímidamente.
-Julia, ¿por qué no les cuentas más sobre ti?
-Uhmmm, bueno, tengo nueve años, me mudé aquí hace cinco días con mi madre y mi perro y me gusta mucho el lugar.
-¿A dónde te mudaste? - preguntaron curiosos.
-A la casa de la calle Gerrentre. La tercera de la derecha.
Todos se miraron y comenzaron a murmurar. El maestro los calló y comenzó con la clase.
-Muy bien Julia, puedes sentarte. Abran sus libros en la página 45.
Julia se sentó en el medio, los pupitres eran de a uno. A su lado había dos chicos. Los cuáles no dejaban de mirarla. <<¿Habré dicho algo incorrecto?>> pensaba.
-Esa casa es peligrosa - dijo su compañero que se encontraba a la derecha.
-Allí murieron muchas personas, ya sabes es una casa vieja, dicen que las almas quedaron allí atrapadas... - agregó el de la izquierda.
-¡Ya basta! - salió corriendo. Tan rápido como pudo.
Llegó a su casa y le contó a su mamá.
-¡Mamá basta debemos irnos de aquí!
-Eso no es posible Julia, tú la elegiste.
-Pero algo está mal. ¿Por qué sólo yo logro verlos? Lo probaré.
Esa noche bajo con su cámara digital decidida a ver si ocurrían cosas paranormales en el patio trasero.
Antes de abrir la puerta escuchó un ruido extraño, como si el perro estuviese comiendo desaforadamente... A diferencia de que Tommy estaba a su lado. El miedo se apoderó de ella, prefirió correr la cortina y tomar una foto a través de la ventana.
Lo que había allí cumplía con su teoría, pero era un adolescente el que la realizaba.
Estaba ansiosa por mostrarle la fotografía a su madre. A la mañana apenas se levantó corrió hacia ella con la cámara.
-Acá está - le mostró.
-Mira Julia, ¿tú piensas que no he visto nada? Claro que sí, me comuniqué con los de la inmobiliaria pero no pueden hacer nada, la casa ya está vendida. Debemos aprender a convivir con ellos, no nos harán nada.
-Pero tenemos que soportarlos todas las noches - comenzó a llorar.
-Solo debemos procurar no invitar a nadie por las noches.
Al otro día fue obligada al colegio, y en la puerta del curso se encontró con un cartel. "La casa nominada para la fiesta de primavera es la de... JULIA"
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