Género: terror.

Todas las semanas de colegio son aburridas, monótonas y difíciles. Pero esta semana irrumpió con esa afirmación. Esta semana fuimos cómplices de un suicidio, un suicidio que tenía un indicio, un indicio que no creímos indicio, un indicio extraño, difícil de entender, para nosotros claro, un indicio que no teníamos que descubrir nosotros, si no él. Pero no lo hizo y por eso estoy yo aquí para contarles lo ocurrido.
Todos los miércoles tenemos computación como última asignatura. Al finalizar biología, bajamos por la escalera más lejana ya que por medidas de seguridad se supone que no debemos utilizar la principal. Con temas de seguridad me refiero a reiterados robos, los cuales, segun los preceptores, se podían impedir haciendo que los alumnos bajaran por una sola escalera, en vez de dos.
Bajando por esta escalera salimos al patio de primaria, y teníamos que dar la vuelta hasta las aulas de computación, que se encontraban en el sector de secundaria. Al atravesar el patio algo llamó nuestra atención: una hoja de carpeta arrugada estaba apoyada en una ventana, la misma tenía escrita con resaltador "No te olvides de mí, por favor", en el margen de la hoja se leía diminutamente "estoy triste :'(" y abajo de esto una flecha que hacía referencia a abajo. Debajo de la ventana se encontraba un banco en el cual estaba apoyada la carta 11 de oro. Al principio nos reímos y pensamos que era un chiste, pero al pasar las horas nos dimos cuenta de la gravedad del asunto.
Al finalizar la mañana, me surgieron  ganas de ir al baño, al subir sentimos una sensación extraña. Sin importar entramos.
Había un olor a podredumbre, caminamos hacia el último baño de la fila, y lo que vimos nos espantó. La puerta poseía unas rendijas para que entrara las luz, por allí, ahora, se derramaba sangre, mucha, caía sin parar, y se escuchaban sollozos.
Corrimos lo más rápido posible, al salir no pude evitar vomitar. Avisamos a la preceptora y corrimos en busca de la carta, ya no estaba.
Nada se comentó sobre esa muerte, los alumnos y profesores actuaban con normalidad. Todos se veían felices, salvo nosotras, sin poder sacar esa imagen de nuestra cabeza. Sin poder soportar más la culpa decidimos contarle a nuestro único amigo, Ignacio. Este comenzó a evitarnos, a mostrar desinterés en el tema. "Seguro era una broma", dijo.
Era imposible no sospechar de él. Le
preguntamos si sabía algo, pero lo negó.
Al día siguiente decidimos revisar su mochila, allí encontramos una hoja de carpeta arrugada en el fondo, adjunta de la carta once de oro.

"Perdón, yo debí encontrarla, no ellas. Siempre estarás en mi corazón.
Pronto estaremos juntos.
Yo también estoy triste :("