Especial Fiestas: Yo lo vi.
La adolescencia es esa etapa de rebeldía en la cual estamos ansiosos por experimentar cosas nuevas, creemos que somos lo suficientemente grandes para realizar muchas cosas, pero la falta de experiencia y madurez pueden jugarnos en contra. Y eso fue lo que le pasó a Joaquín...
Faltaban unos días para Navidad cuando sus amigos lo invitaron a veranear. Sin dudarlo aceptó. Aunque sus padres estaban en contra no pudieron hacer nada, pues ya era mayor de edad.
-Joaquín, siempre has amado la Navidad, y el estar en familia. ¿Lo cambiarás por unas chicas y cervezas? - dijo su madre enfadada.
-¡Exacto! - dijo sarcástico -Pasado, ya he crecido y Navidad es solo una fecha más. Y con respecto a la familia, nos juntamos en los cumpleaños.
-Haz lo que quieras, ya eres lo suficientemente adulto para decidir por ti mismo - hizo comillas con sus dedos - Te arrepentirás... una vez que se pierde el espíritu navideño, jamás se recupera - advirtió.
-¡Idioteces! - golpeó la puerta y se encerró en su habitación.
El 22 de Diciembre llegaron a la cabaña, era un poco vieja pero estaba bien cuidada.
Lo primero que hicieron fue desarmar el árbol de Navidad.
-Ninguna tontería arruinará nuestras vacaciones - dijo Delfina.
En ese momento Joaquín dudo si de verdad estaba con el grupo indicado de personas, y si de verdad quería seguirles la corriente. Pero recordó las palabras de su amigo "vamos amigo, somos adolescentes ¿qué más da? Debemos vivir la vida. Pero está en ti... si quieres quedarte con tu mami a festejar la Navidad hazlo, quedaras como un bebito". Recordó a la perfección su risa y la forma en que repetía la última palabra. No quería que lo volvieran a llamar así.
2 días pasaron y el 24 a la tarde emprendieron la caminata a la montaña, muy alejada de la cabaña. Ya habían teñido advertencias de que llevaran abrigos porque allí el verano parecía teñirse de otoño.
Llegaron a la cima antes de la medianoche e hicieron una fogata, asaron malvaviscos, y bebieron cerveza.
-¡Oigan! - gritó Zoey bajo los efectos del alcohol - Ya es navidad, ¡Santa me la sudas!
Al finalizar la oración la fogata se apagó, sin sorpresas los chicos decidieron irse a dormir, ya no podían mantenerse un segundo más despiertos. Pero había alguien que no podía pegar un ojo...
Joaquín no se conformaba con que haya sido el viento, había algo más.
De pronto le pareció oír algo detrás de los arbustos.
-Joaquín... - dijo la voz - Ven aquí... - asomó su cabeza.
El ser era tan bajo que casi no lo podía distinguir, estaba vestido de verde y sus orejas eran particularmente extrañas.
¿Es un duende? No, no puede ser... - pensó.
-¿Q-uién e-eres? - tartamudeó.
-He oído que no celebrarás Navidad este año - desvió la pregunta.
Al ver que Joaquín no respondía agregó:
-No está bien lo que has hecho Joaquín, Santa dijo que siempre has sido un buen niño. No dejes que malas amistades te cambien - hizo una pausa- Mira, Santa deja algunos regalos en caso de que niños como tu tengan una buena acción a último momento...
-¿De qué rayos hablas? Santa no existe...
-Aún estás a tiempo de arrepentirte. Puedes venir conmigo al Polo Norte y disculparte con mi Santa, recibir tu regalo y volver a casa con tu familia - sonrió- o... - su sonrisa se borró- quedarte aquí con estas personas y perder para siempre el espíritu de la Navidad. Eso sí, el tiempo corre Joaquín, el tren pasa una sola vez , en unas horas quedarás para siempre en la lista negra.
-Y después me enseñan que consumir drogas está mal...
-¿Drogas? ¿Consumes drogas? Olvídate de todo lo que he dicho... debo irme - volteó inocentemente sin comprender lo que Joaquín había querido decir.
-No consumo drogas - rió- Pero puedes irte igual.
El duende se marchó cabizbajo, sacó algo de su bolsillo y le habló. Joaquín no pudo observar qué era.
-No, no vendrá. Ya está perdido.
El duende apretó el artefacto y se desvaneció en el aire.
Enfadado Joaquín despertó a sus amigos.
-No me gustan las bromas.
-¿De qué hablas? - preguntó Steven secando la saliva que tenía en el labio.
-Saben que hablo del duende - dijo enfadado.
-¿De qué rayos hablas? Los duendes no existen - dijo Zoey tan convincente que Joaquín le creyó.
-Pero... yo lo vi...
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"A veces nos olvidamos de las cosas que en verdad importan, por adaptarnos a un grupo de personas y dejamos de lado nuestra esencia. Pero algunas cosas pueden no volver marcha atrás"
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