Especial Fiestas: Nuestro Secreto.
-Sí cariño, lo entiendo... - susurró su madre al teléfono - es solo que te extrañará.
-¿Era papi? - preguntó inocentemente el pequeño.
Ella no respondió, por un momento pensó en mentirle, pero el niño de tan solo siete años era muy inteligente.
-Sí... - dijo finalmente tras un suspiro.
-No vendrá esta Navidad, ¿verdad? - sus ojos se llenaron de lágrimas.
Victoria no pudo contener las lágrimas, ver a su hijo llorar era una de las peores cosas que podía presenciar.
-No cielo, pero vendrá la abuela Irma y te contará las travesuras que hacía tu padre cuando tenía tu edad - intentó animarlo.
-Sí... - fingió emoción- Es solo que a veces me gustaría escucharlas de su boca.
-Tranquilo Tomi, será una gran Navidad. Si quieres podemos ir a escoger un regalo para darle a tu padre cuando vuelva de la guerra - sugirió.
-No hay obsequio suficiente para un héroe.
Definitivamente ese niño pensaba como adulto.
Recorrieron el shopping hasta que encontraron un hermoso reloj plateado. A pesar de su ausencia lo envolvieron y dejaron en el árbol de Navidad junto a los demás regalos.
La noche del 24 llegó y ahí estaban reunidos Tomi, Víctoria e Irma.
El reloj marcó la medianoche y comenzaron a abrir los obsequios.
La ropa de parte de sus padres siempre se compensaba con el regalo de la abuela Irma.
La abuela guiñó su ojo y le extendió un paquete al niño. Emocionado lo abrió sin comprender la mirada de su abuela.
En el interior se encontraba un hermoso oso de peluche. Tomás inmediatamente lo abrazó.
-Él te cuidará cuando te sientas triste - dijo Irma envolviéndolo en un cálido abrazo.
Esa noche Tomi se acostó con un nudo en la garganta, y tras recordar que su abuela materna le decía "cuando te sientas mal, debes desahogarte" comenzó a llorar.
De pronto le pareció oír una voz proveniente de la mesita de luz, pero lo único que se hallaba ahí era el oso.
Asustado metió su cabeza entre las sábanas y aguantó el llanto.
-No temas campeón - juró oir la voz de su padre.
Lentamente corrió la sábana y miró fijamente su obsequio.
-Te extraño sabes...
-¿Pa-papi? ¿Eres tú? - tartamudeó acercando su ojo a los del peluche pero todo parecía normal.
-Lo soy Tomi. Estoy aquí contigo y siempre lo haré. ¡Feliz Navidad!
El pequeño abrazó su oso y lo acostó junto a él.
-Espero volver pronto, pero de no hacerlo tendrás a Teddy, él te hará compañía cuando yo no pueda.
-Pero yo te quiero a ti...- dijo con lágrimas en los ojos.
-Lo sé hijo, pero a veces la vida no nos deja elegir. Sé que eres fuerte y te acostumbrarás, pero si algún día tu fortaleza se quiebra, solo mira a Teddy y yo hablaré contigo.
-De acuerdo... - secó las lágrimas de sus mejillas.
-Pero debes prometerme una cosa: este será nuestro secreto. Por cierto... muy hermoso el reloj.
-Prometido.
Dos golpes anunciaron la presencia de alguien en la puerta.
-¿Con quién hablabas Tomi? - preguntó su madre tras darle el beso de las buenas noches.
-Con nadie mami. Buenas noches- mintió.
Insatisfecha con su respuesta se volteó a su suegra.
-¿Tú tienes algo que ver? - preguntó enarcando una ceja.
-Para nada... - rió misteriosamente.
Victoria se marchó.
-Buenas noches Tomi, buenas noches Teddy- Irma besó a cada uno.
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