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• Pequeña Pluma (1) •

"Los dioses no pueden ver a sus hijos... Y sus hijos no pueden ver a sus padres... Si llegan a tener hijos de sangre o escenciales, se romperá el lazo que los une, no tienen permitido verse".

Una pequeña lechuza nival jugaba con una niña en la nieve, aleteaba alrededor de ella, siendo muy cuidadoso de no lastimarla. Risas de la pequeña es lo que adoraba escuchar y lo que le agreaba sus días, sin embargo, la pequeña lechuza en un momento tuvo que parar, cayó sobre la nieve transformandose en humano otra vez, la niña corrió a él para abrazarlo.

—Traviesa, me atrapaste—mencionó mientras la cargaba— Ya es tarde y debes dormir... Mañana volveremos a jugar

—¿Es una promesa?

—Es una promesa

Cuando el joven se levantó con la niña, vio que la nieve se había teñido con cuatro gotas de sangre, sin apartar a la menor de él, vio que se había cortado la mano, resultado de la caída que había tenido como lechuza, restando importancia, llevo a la niña su habitación.

—Descansa... Pequeña pollito

Mencionó mientras la acomodaba y acariciaba muy géntilmente su cabello, desde la puerta le esperaba el padre de la niña.

—Gracias Ruohan, mañana volveré con ella

—Al fin te decisdiste por visitarla pollo

—Hay cosas que no me lo permitían

El mencionado se despidió dando pequeñas palmadas sobre la cabeza del chico, el contrario solo sonrió antes de irse.

....

"Incluso sino me amas... Yo amo al niño como no tienes idea... Y el dolor que el pasa se refleja en la tristeza que llevo conmigo, ¿Eres feliz por abandonar a nuestro hijo?"

La ligera brisa de la lluvia refrescaba el bosque por donde caminaba el chico castaño, le gustaba su nueva rutina de vida, despertar todas las mañanas, tomar té mientras veía abrir los capullos de las flores, tomar su sombrilla y caminar por el puente del bosque de bambú para así ir tomar camino hasta el Reino del Invierno y ver a la pequeña princesa, su pequeña hija.

Detuvo su andar al ver la casa en la que vivía, cubierta de vegetación, incluso dentro de la casa había árboles y pequeños agujeros por donde corría el agua cuando llovía, era más naturaleza que casa, pero el adoraba ese ambiente.

Es pequeño el lugar, pero no es nada comparado con el estanque donde viví... La diferencia es que a este lugar le puedo llamar hogar...

—¿Cómo está ella?—habló una voz de la nada—.

—Cada día crece más, está tan bella como los narcisos de agua del estanque... Tengu... ¿Desde cuándo lo sabes?

—Desde el primer día

El chico sonrió triste y miró al suelo, al menos agradecía que su padre le diera más tiempo junto a su hija.

—Tengu...—no recibió respuesta, solo el silencio— Yo no te odio... No puedo hacerlo... Incluso por todo lo que pase, jamás llegué a generar odio hacía ti... Gracias por darme más tiempo...

"Incluso si le tengo cariño, no puedo hacer nada, los espíritus no tenemos sentimientos..."

—Tengu...

—¿Sí? Pequeña pluma...

—Te quiero papá...

Mencionó el chico a la vez que alzaba la vista y veía al Dios; sus ojos reflejaban inocencia y poco a poco se cristalizaron, Tengu por primera vez sintió arrepentimiento.

—Lo siento hijo...

Mencionó para seguído ver como el chico caía al suelo sin vida.

Entonces las flores se marchitaron y la ligera brisa se convirtió en una lluvia ligera, la naturaleza demostraba su luto hacía el joven que yacía en el suelo. Tengu lloró.

El Dios había caído de rodillas arrepentido por lo que había hecho, se arrepentía de haberle quitado la vida a su propio hijo, él no deseba hacerlo, por qué siempre le tuvo cariño, incluso si las reglas decían que no podía verlo, él se preocupaba cada día y cada noche por él.

Abrazó el cuerpo del chico, lo apegó a él, lo sujetaba con fuerza arrepentido de lo que había hecho, quería a su hijo de vuelta.

—Perdón, pérdoname por lo que hice, perdón por esto... Yo no quería esto para ti, eras mi único hijo, eras lo único que tenía... Pero tampoco quería verte sufrir más, no quería ver como vivías alejado de tu hija con miedo a las reglas, perdón por todo, no debí haberte dejado solo desde que naciste, no tenías la culpa de que la ninfa te abandonara, debí haberla matado a ella por tirarte a ti.... Perdón pequeña pluma

Mencionó lo último en un susurro, viendo como en sus manos solo quedaba una pequeña ave de color blanco.

Yubin, el ave, el pequeño y único hijo de Tengu, está muerto.

Está será la primera parte de dos :D

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