La Anomalía Del Bosque
El vapor caliente se creaba de la boca de Marko mientras exalaba para mantener la precisión de su rifle en aquel helado bosque de Estonia, a su lado, su hija Annika lo observaba con atención, cómo su padre apoyaba el rifle sobre un tronco caído para ayudarse en el disparo también, ella amaba salir a cazar con él, era algo que últimamente debían hacer seguido, debido a que la guerra que azotaba el mundo había complicado los recursos, y en países como el de ellos, los alimentos.
- ¿Ves aquel venado a lo lejos? Ahora mismo está fuera de la visión de tu viejo padre, pero si te sientes lista puedes intentarlo tú.- Le propuso Marko a su hija.
- Por supuesto Padre, hoy yo invito a cenar.- Dijo con confianza la pequeña.
Esperó a que el animal se girara para poder tener un tiro más limpio como su padre le había enseñado, y cuando tuvo la oportunidad contuvo la respiración y un segundo después realizó el disparo. El venado cayó al suelo sin saber si quiera que lo estaban acechando. Entre ambos se acercaron a verlo, yacía en el suelo sin vida como habían visto de lejos.
- Has cumplido tu palabra hija, hoy nos invitas tú.- Dijo con humor y felicidad el hombre.
La niña le sonrió al padre y entre los dos comenzaron a atarle las patas al venado para poder cargarlo con mayor facilidad, ya iba a anochecer y debían regresar antes de que la oscuridad del bosque hiciese que se perdieran. Mientras Marko terminaba el nudo oyó un ruido extraño sobre ellos, casi en la copa de los árboles, miró desconcertado hacia esa dirección pero no vio nada, le causó curiosidad, ya que lo que había oído fue un ruido similar a un arañazo, sin más que hacerle al asunto decidió irse de una vez, así que levantaron el cadáver del animal y se marcharon de vuelta al pueblo, donde vivían.
Ya cerca de su hogar Marko prestó atención a algunos afiches pegados en los postes de luz, desaparecidos, vecinos de ellos de los que de un día al otro nadie sabía donde estaban. Esto generó extrañeza en él, a lo primero que culpó fue a la guerra, o quizás algunos valientes que se unieron a las filas y se fueron sin decir más nada.
Una vez en el hogar el padre se dirigió al galpón que tenían al fondo de la casa, una gran estructura de madera donde guardaban todo tipo de cosas, herramientas de jardín, muebles viejos que ya no querían en la casa pero les daba pereza desechar, y el ahumador casero de Marko. Él se quedó despellejando al animal mientras que Annika preparaba las verduras para un caldo, en el cual iban a aprovechar un poco de la grasa de la anterior caza para darle más sabor y calidad a su comida. La casa estaba situada en el límite del bosque, lo cual a ellos les venía de maravilla en aquella época para la cacería.
Para eso de las nueve de la noche Ingrid llegaría al hogar, madre de Annika y pareja de Marko. La niña al ver entrar a su madre se le acercó fugazmente y la abrazó, no le importó que aquella mujer llegara con su uniforme de la planta con varios manchones de grasa, sólo le importaba que estaba allí de vuelta, y que ahora le podría contar de su primera vez disparando el rifle.
- Sabes madre... ¡Hoy he cazado un venado!- Dijo con alegría para luego cambiar la expresión a tristeza, recién cuando lo dijo en voz alta se percató de que había matado un ser vivo.-... pero lo he matado... Pobrecillo.
- Sé que no es fácil, pero mira pequeña, nuestra vida hoy en día no es sencilla, y lo que haz hecho nos dará de comer unas semanas más.- Le respondió la mujer mientras se agachaba a la altura de Annika y le limpiaba las lágrimas que caían de su rostro.
Ingrid la llevó al comedor para que la pequeña se sentase en la mesa mientras le prendía la tv que se encontraba en un mueble al frente, luego ella se dirigiría a terminar el caldo, en aquel momento entraba su pareja por la puerta trasera.
- Hola cariño, ¿Cómo ha estado tu día?- Preguntó el hombre mientras le daba un beso en la mejilla y comenzaba a preparar la vajilla para la cena.
- Agotador, mi jefe quiere que hagamos horas extra, pero el chiste se cuenta solo cuando dice que no serán renumerativas, por la "guerra" dice.- Respondió Ingrid mientras servía en los cuencos el caldo de verduras.
- Para ese hombre cualquier excusa sirve para hacerles trabajar gratis... Deberíamos irnos.- Dijo Marko mientras se apoyaba en la mesada de la cocina dirección contraria a la que estaba Ingrid mientras terminaba de servir la cena.
- De vuelta lo de América, ¿no?... No lo sé cariño, nuestra vida esta aquí, ni siquiera sabemos el idioma, tú no sabes ni hablar inglés, es demasiado riesgoso.- Ingrid se había detenido de lo que hacía, y apoyando ambas manos en la mesada se preocupaba por no saber que hacer, sabía que el plan de Marko no era mala idea, pero estaba muy asustada.
- Pero tú si sabes, y tienes quince años de experiencia en fábricas y plantas... Mírala, ahora está tranquila mirando la TV, pero aquí no tendrá futuro, prefiero arriesgarme allí que aquí, donde una bomba puede caernos en cualquier momento, están sucediendo cosas muy extrañas últimamente.- Alegó Marko mientras señalaba a Annika.
- Sé que ya no es lo que era Kehra, lo sé...
- He vuelto a ver carteles de desaparecidos, ya son seis, me preocupa que las guerrillas fanáticas de Rusia hayan llegado hasta aquí.- Agregó Marko.
- Si, los he visto cuando volvía, pero es extraño, aquellas guerrillas por lo que escuché tomaban pueblos, no secuestraban gente.- Respondió Ingrid dudosa.
- ¿Quizás algún asesino? ¿Un loco?.
- No sería lo más extraño que ha pasado el último tiempo.- Dijo Marka mientras le daba en la mano uno de los cuencos a Marko y ella llevaba los otros dos hacia la mesa.
Cenaron como si no importase todo lo que sucedía, pero las cosas de verdad que estaban difíciles para ellos, si no eran drones bombardeando ciudades, eran las guerrillas que aprovechaban el caos, pero esta vez con las desapariciones en su pequeño pueblo, aquello que se sentía lejano ahora se sentía próximo a ellos, ya no eran preocupaciones, ahora era un miedo.
Al día siguiente se levanta de la cama Marko, escuchaba ruidos de la cocina, cuando se acercó vio a Ingrid tomando un café, extrañado por la hora, ya que debía estar en la fábrica, le preguntó que había sucedido.
- Me llamó Erika hoy temprano, mi jefe nunca volvió a su casa, la madre intentó comunicarse con él toda la noche pero no tuvo suerte.- Respondió Ingrid notablemente preocupada.
- Ingrid... tu jefe vive a tres calles de donde estamos.- Agregó asustado Marko.
- Lo sé. Llamé a mi padre a la hora del aviso, vendrá a buscarnos con su camioneta a más tardar mañana por la mañana.
- Iré preparando las maletas.
Marko comenzó a empacar todo lo que creía necesario, todos los recuerdos posibles y toda la ropa de la pequeña Annika, con tal velocidad que parecía que el padre de Ingrid estaba por llegar en minutos más que en horas.
Se hizo la tarde y el sol comenzaba a esconderse, mientras Annika disfrutaba viendo los dibujos en el televisor, inconsciente de toda la situación, lo único que le habían dicho sus padres es que se iban de viaje a la casa de la abuela, nada más que eso. Mientras Ingrid y Marko no paraban de dar vueltas por la casa, a veces se sentaban en la mesa pero la ansiedad provocada por la situación los hacía levantarse y continuar caminando sin rumbo en la casa.
Cuando el sol finalmente se escondió, Marko decidió ir a revisar si podía salvar algo de la carne ahumada que tenía almacenada, ya que creía que ayudaria durante un tiempo a alimentarse en la casa de los padres de Ingrid. Mientras cerraba al vacío un trozo de venado ya preparado Marko escucha en la arbolada del bosque un extraño crujido de ramas, lo sintió a pocos metros de él, por lo cual cogio el rifle que tenía colgado sobre un estante y salió con una linterna a investigar. Se encontró con un bosque completamente calmado, pero todo eso le generó más sospechas, debido a que los venados y animales que habitaban la zona últimamente no se acercaban al pueblo, debido a la constante caza por parte de ellos, el crujido que escucho lo tuvo que haber provocado algo.
Marko se adentro apenas unos pasos en la arboleda mientras apuntaba con su linterna, sin ver nada frente a él, comenzó a sentir que no estaba solo, comenzó a sentir un sentimiento de atracción y terror sin poder explicarse a él mismo que estaba sucediendo. Se le erizo la piel al mismo tiempo que un profundo vacío le consumió el pecho. Con más fuerza sostuvo el rifle, mientras que la linterna la comenzo a sostener con la boca. De pronto el crujido de vuelta, miró hacia atrás de dónde provenía y allí estaba, una gran figura, de por lo menos 3 metros de altura, con un rostro esquelético y un aura humeante oscura que al llegar al suelo se desparramaba en todas direcciones. A la vista se sentía borroso, como un glitch en la realidad, confundiendo la mente de Marko. De a poco la figura desapareció así como llegó, todo ante los ojos de Marko. Paralizado todavía por lo que acababa de ver, Marko no se percató de la criatura que se le acercaba de a poco hacia él, descendia lentamente desde el tronco del árbol más cercano a él, un lobo de un tamaño promedio, que se arrastraba por la madera del árbol con la facilidad que lo hacía una ardilla. De un suspiro a otro el lobo saltó sobre Marko, este con una rápida reacción le bloqueo los colmillos con su brazo que iban directo a su garganta. El lobo lo logró tirar al suelo con el golpe y con ello la linterna que sostenía con la boca caería a su lado, y mientras forcejeaban Marko pudo alcanzarla y golpear con gran fuerza al lobo, sacándoselo de encima gracias a eso, levantó su rifle rápidamente, y efectuó el disparo directo en la cabeza del animal. Cuando se acercó a observar al lobo que descendió del árbol, vio lo extraño en él, los músculos de sus piernas eran mucho más grandes de lo que solían ser en los lobos, y tenía unas garras similares a las de los perezosos, mientras que la cola en vez de ser una, eran dos.
Ingrid comenzó a preocuparse por las amenazas que podían encontrar en el camino, así que se dirigió a su habitación y de arriba del armario, sacó una caja de madera que llevaba un candado, cuando la abrió pudo observar el revolver calibre 38 que escondían para emergencias. Parecía incoherente tener el arma escondida cuando Marko dejaba colgado el rifle en el galpón, pero la verdad que aquel rifle pasó a ser una herramienta más del hogar los últimos meses.
Con el arma en la mano y los nervios por el cielo, Ingrid escuchó a Marko entrar con prisa y mucha torpeza, cuando se dirigió para la cocina lo oyó sollozar de dolor mientras intentaba vendarse la herida en el brazo.
- ¿Pero que te ha pasado?- Preguntó confundida.
- ¡Un maldito lobo! El hijo de perra descendió del árbol y me atacó de esa forma.- Respondió Marko mientras la voz le tembabla y se sentía que en cualquier instante se quebraba en llantos.
- ¿Cómo qué descendió del árbol?- Preguntó de vuelta Ingrid mientras que lo ayudaba a limpiarse la herida, ya que Marko lo único que intentaba era vendarse.
- El lobo... El puto lobo tenía garras, pero no cualquier tipo de garras, parecían salidas de un cuento de terror.- Respondió mientras hacía muecas por el dolor del alcohol etílico entrando en contacto con la herida.
- Cariño, no tiene nada de sentido lo que dices... Necesito que te calmes y me expliques.
- Eso es lo que sucedió... Me atacó ferozmente cuando bajó arrastrándose del tronco de un árbol y luego le disparé... Y ni siquiera te estoy contando la peor parte...- Dijo mientras sacudía la cabeza y comenzaba a tembrarle aún más la voz.
Sin preámbulos Marko agregó.
» Había una criatura que no era un animal, ni una persona en el bosque, era algo más... Nunca en mi vida algo me había espantado tanto como esa cosa.
A todo esto ambos no se habían percatado que Annika había visto y oído toda la conversación. La pequeña no llegó a comprender mucho de la situación, lo único que veía es que su padre estaba herido y asustado, por lo cual mientras Ingrid intentaba vendar a Marko, Annika comenzó a llorar desconsolada.
Marko le hizo un gesto a Ingrid dándole a entender que él se terminaría de vendar y ahí ella fue a calmar a la niña. En medio de todo el ruido por el llanto y los movimientos torpes de Marko mientras intentaba vendarse el brazo, se escuchan varios disparos de la casa vecina a la que ellos estaban, la cual se encontraba a menos de cincuenta metros. El hogar de la familia de pronto quedó en un absoluto silencio, Marko le se llevó el dedo índice a la boca en dirección a Ingrid, dándole a entender que hiciera silencio, y ella intentó taparle la boca a Annika por miedo a que gritara.
Marko tomó unos binoculares que tenían en uno de los estantes y se asomo a la ventana que daba hacia la casa vecina, ya no se oían más disparos, pero si podía ver algo que lo perturbo, varios lobos sobre el tejado de aquel hogar, y lo que parecía ser un gran oso, pero como nunca había visto él, su pelaje estaba cubierto por una extraña costra, como si fuesen trozos de una madera oscura pegada a la piel. Los animales se llevaban los cuerpos de los que alguna vez habían sido sus vecinos, lo peor para los ojos de Marko había sido que los tres integrantes de la familia fueron llevados en pedazos, como cuando las hormigas llevan a su hormiguero las colectas.
El oso supervisaba el movimiento de los cadáveres que eran llevados por los lobos, cuando de pronto mira directo hacia Marko, quien estaba mirando por la ventana, con la luz encendida de la casa podía verse claramente la silueta de él.
- No pudo haberme visto de esa distancia... Es de noche y es un oso.- Dijo casi murmurando Marko.
El gran animal se paro en dos patas y comenzó a rugir, los cuatro lobos que quedaban soltaron sus trozos de carne y comenzaron a correr en dirección al hogar de Ingrid y Marko, detrás de ellos iba el oso, mucho más lento que ellos gracias a la armadura natural que traía.
- ¡Nos tenemos que ir! ¡Ya!- Grito Marko asustado.
Marko levantó el rifle, se lo paso a Ingrid y ella le dio el revolver, luego abrigo rápidamente a Annika. Mientras Ingrid se acercó a la ventana y apuntó rápidamente a los lobos que ya casi llegaban a ellos.
- ¡¿Qué carajo?!- Gritó al verlos, para luego comenzar a dispararles.
Dos de los lobos cayeron antes de llegar a la casa, pero los otros dos entraron de un salto por la misma ventana que Ingrid les disparo, sin balas cargadas en el rifle, ella agarro el arma del cañón y lo usó para golpearlos, el primer lobo intentó acercarse a ella pero el gran golpe que le propinó Ingrid lo lanzaría sobre el otro animal, mientras Marko con su hija sostenida por su brazo izquierdo, agarro varios cuchillos y los lanzó uno seguido al otro hacia los lobos, lo cual sólo había logrado demorarlos, pero lo suficiente como para que escapen por la puerta trasera antes de que el oso llegara a la casa.
Se escaparon sin detenerse por el bosque, corrieron por varios minutos, sin saber si quiera si el oso les había seguido los pasos, pero el miedo perduraba, al ver como aquel inmenso animal parecía comandar al resto, era ilógico. Continuaron horas caminando en el bosque, con el terror constante de que aquel oso los encuentre, hasta que finalmente dieron con una carretera, abandonada para aquel momento de la noche, pero en pocas horas ya amaneceria, y eso les daría más seguridad ya que podrían ver con más anticipación si algo se les acercaría. Igualmente comenzaron a caminar en dirección hacia el centro del pueblo, era lo más seguro, estaban sin los móviles y no podían pedir ayuda, pero allí podrían conseguir todo.
Marko ya no podía sostenerse más sobre su mismo peso y el de su hija, el ardor que sentía en los músculos era inmenso y punzante, mientras que Ingrid estaba adolorida, pero más acostumbrada gracias a su trabajo, en el cual pasaba horas y horas de pie.
Estaban por llegar a una curva, la cual una vez atravesandola ya les daba vista al pueblo, con ello seguridad.
Siguieron caminando, pero el rugido suave de un oso detrás de ellos los hizo girarse, y allí estaba, el mismo oso que habían visto antes, parado en cuatro patas quieto detrás de ellos, preparándose para atacarlos. Marko preparó el revolver en su mano libre, y esperó... El oso se abalanzó sobre él, con rapidez y precisión le disparo a la cabeza, los impactos lograron que el animal se tropiece y cayera hacia el costado de la carretera, el problema era que la costra que le cubría parte del rostro había recibido todos los disparos, lo aturdio por unos segundos, pero cuando el oso se recuperó comenzó a correr de vuelta hacia ellos. Al mismo tiempo una camioneta que doblaba de la curva que daba hacia el pueblo, aceleró al ver al oso y lo embistió. El animal quedó en el suelo luchando por respirar mientras que el frente de la camioneta había quedado hecho trizas, pero gracias al gran parachoques el motor no había sido dañado lo suficiente como para que no arrancase. Ingrid vio que Marko estaba en shock y le quito el arma de las manos, para acercarse al animal y dispararle directo entre las costras del rostro, terminando finalmente con su sufrimiento. Ingrid al darse vuelta y ver el coche pudo reconocerlo en un segundo.
- ¡Papá!- Gritó mientras veía bajarse al hombre entrado en años de la camioneta un poco dolorido.
Se abrazaron por unos segundos, y luego Marko se les unió, pero la alegría del momento duraría poco, de pronto de los costados de la carretera comienzan a acercarse varios lobos y osos. Antes de que los ataquen, los animales se retiran rápidamente todos hacia la misma dirección en el bosque, podían ver muy a lo lejos entre los árboles varios fogonazos por disparos de armas automáticas, y los ruidos leves de los silenciadores, supieron en ese instante que eran militares y que estaban demasiado cerca de la balazera, por lo cual se subieron rápidamente al vehículo y huyeron al pueblo. Al llegar vieron algunos helicópteros militares muy modernos en varios puntos del pueblo, y algunos soldados con la insignia de FIRST en sus brazos, ayudando a la gente del pueblo a subirse a las aves, estaban evacuando el pueblo.
- ¿Qué te parece Perú?- Le preguntó Ingrid mientras hacían la fila para subir al último helicóptero.
- Me parece una buena idea.- Respondió con una tranquila sonrisa Marko mientras acomodaba en su hombro a Annika que finalmente se había dormido sobre él.
Fin.
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