Los profetas eran personajes muy irascibles. Debían serlo, pues comúnmente su misión era anatemizar, amenazar y horrorizar a los ciudadanos con las desgracias que les iban a caer si no se ajustaban a los designios de Jehová. Estaban malhumorados la mayor parte del tiempo y no soportaban las bromas.

Un ejemplo de esto lo tenemos en Eliseo y en su reacción cuando una pandilla de chavales lo embromó un día que paseaba por el campo. Eliseo era un profeta hebreo que vivió en Israel entre el 850 y 800 a.C.

Fue el sucesor del profeta Elías durante los reinados de Joram, Jehú, Joacaz y Joás. Su nombre significa 'Dios es mi salvación' y es considerado uno de los padres de la Orden de los Carmelitas.

Al parecer, Eliseo era calvo además de que tenía gran fuerza física ya que era capaz de arar la tierra a la vez que dirigir una yunta de doce bueyes.

El acontecimiento ocurre a las afueras de Bethel, cuando un grupo de niños se encuentran con él y se burlan de que esté calvo. Se relata en el Segundo Libro de los Reyes, 2:23-25:

"23 Después subió de allí á Beth-el; y subiendo por el camino, salieron los muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube!

24 Y mirando él atrás, viólos, y maldíjolos en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos cuarenta y dos muchachos.

25 De allí fué al monte de Carmelo, y de allí volvió á Samaria."

Bueno, el que tenga oidos que oiga, y el que tenga mente que razone.