lo que ignoramos
Esta es la historia de Job. Una historia que muchos conocemos y la cual, de una y otra manera, nos ha servido para dar ejemplos. Algunos no muy bien acertados, por cierto.
La verdad, es que Job fue un hombre que sufrió muchas calamidades, es como aquel hombre que quizás conocemos, nuestro amigo, vecino o familiar del cual decimos que "todo le pasa". En fin, a Job se le murió su familia, salvo su esposa, perdió todo lo que tenía y llego a ser menos que un leproso... A pesar de todo y de que de alguna manera se quejó de su mal. Job siempre se mantuvo firme ante la voluntad de Dios. Lo que nos permite entender que es válido que frente a la adversidad nos quejemos, lloremos e incluso que nuestro corazón se aflija, siempre y cuando volvamos a la esperanza de saber que Dios está allí... Job nos enseña que aun en medio de la tribulación debemos permanecer fieles a él (1:21-22; 2:10).
Pero esa no es la reflexión de esta historia...
Mientras a Job le llovían las calamidades y su esposa lo desechaba diciéndole que se muriera o los amigos le reprochaban de alguna forma su vida... En este conjunto de hechos, todos ignoraban una cosa. La que siempre o casi siempre ignoramos y es la persistencia de Dios en nuestras vidas.
Dios siempre está allí, reconoce y sabe de todo lo que padecemos. Es el único que reconoce nuestro valor. Dios nos creó para gloria suya, si viene algún sufrimiento, producto de nuestra vida en la tierra, es necesario pasar los sufrimientos con una plena confianza en Dios.
El libro de Job es un debate teológico que gira alrededor de la cuestión de "porque los justos sufren". El significado de la vida y de la justicia de Dios también está en juego en el argumento. Pero más allá de todo esto, nos muestra aquello que no vemos durante nuestro padecimiento y es que Dios siempre está allí, presente, intercediendo, obrando y esperando que nuestra confianza este anclada en él.
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
Jeremías 29:11
Los planes de Dios para cada uno de nosotros, sin distinción de raza, credo o religión es un plan de amor y esperanza. Dios, es amor y de esa forma actúa. No necesitamos hacer sacrificios para obtener sus bondades, solo necesitamos tener fe y creer que así es. Cada uno es merecedor de todo lo bueno, en la medida en que su corazón este libre de maldad. Seamos cuidadosos con nuestro corazón, solo eso y veremos como las bendiciones de Dios sobreabundaran cada día, si creemos!!
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