Pedri González. La apuesta
Indra no pudo aguantar más. Las lágrimas corrían por sus mejillas. La había engañado. Le había mentido delante de millones de personas. Cuando hacía unas horas, le había dicho antes de salir de casa, que ficharía por el Real Madrid. Que era el sueño de su vida y que quería que ella también fuera feliz.
Embustero. Todo era mentira. Estos 3 años a su lado eran una mentira. Se limpió las lágrimas de la cara haciendo caso omiso al infernal ruido del tono de llamada de su móvil. Salió del comedor y subió rápidamente las escaleras que la llevaban hacia su dormitorio. Al de los dos. Abrió los armarios y sacó sus maletas. Las llenó con su ropa. Con la suya, no con la que él le había comprado para lucirla. Para presumir a su novia siempre que le daba la gana.
En menos de media hora, ya lo había recogido todo. Con nada llegó a París, y con nada se fue. El teléfono seguía sonando con mensajes y llamadas. Indra abrió la ventana del dormitorio y lo arrojó con toda la furia que guardaba en su cuerpo. Veía la cara de su novio, bueno, de su ex-novio reflejada en ese móvil. Se sintió liberada cuando lo escuchó hacerse trizas contra el caro suelo de la terraza del jardín. Miró alrededor del dormitorio y levantó con altivez su barbilla.
- Ojalá te pudras en el infierno, Kylian Mbappé.
📆 Mediados de marzo de 2023
📆 Casi un año después
Estiro la goma del pelo que sujeta mi melena castaña y me rehago la cola con algo de fastidio. Si no fuera porque la asistencia a ésta exposición es obligatoria y cuenta para nota, me hubiera quedado en mi casita, concretamente en mi cama. Llevo dos días que no me encuentro nada bien. No sé si es resfriado, alergia o simplemente que he cogido calentura. No tengo fiebre pero el mal cuerpo no me lo quita nadie.
Mi profesor lleva ya un cuarto de hora de retraso. Se suponía que veríamos la exposición en el último turno, pero como ésta noche juega el Madrid el partido de ida de las semifinales de la Champions, él la ha adelantado para ver el partido. Es merengue y no le da miedo decirlo. Y yo que soy del Barcelona, me revuelve el estómago éste tío.
- Perdona, ¿a qué hora era la exposición?
Me giro para hablarle al chico cuya voz me ha hecho dejar de ver videos de gatitos. Voy a contestarle cuando siento un ligero escalofrío en todo mi cuerpo. Lo miro y trago saliva preguntándome donde se escondía semejante monumento porque yo por clase no lo he visto en la vida. Las pocas veces que he ido, claro. Moreno, más alto que yo, ojos marrones y una camiseta negra que se le pega al cuerpo como una segunda piel.
- Pues se supone que a las 19.00 -le contestó casi balbuceando e intentando disimular la impresión que me ha causado.
- Pues ya llega más de quince minutos tarde. Pero bueno, que puedes esperar de un aficionado del Madrid -el chico suelta una ligera carcajada, y asiento a sus palabras, dándole la razón.
De pronto el sonido del pitido de un mensaje en nuestros móviles me hace coger el mío al igual que él el suyo. Lo desbloqueo y entro en whatsapp. Es un mensaje grupal de nuestro profesor. Que vayamos entrando ya, que él llegará un poco más tarde. Me guardo el móvil en el bolso y resoplo algo frustrada. Empiezo a subir los escalones del museo para entrar en la exposición, con la invitación que previamente nos repartió ayer en clase.
- Te apuesto lo que quieras a que no viene -me dice el moreno caminando justo a mi lado.
- No creo, es un hombre muy serio. No nos dejaría tirados -le digo yo tendiéndole mi entrada al guarda de la puerta.
- Por ver el Madrid, te digo yo que si.
- Pues yo pienso que no -avanzamos los dos entrando en el enorme vestíbulo del museo. Él sigue junto a mi y yo ralentizo mi paso para poder andar a su lado.
- ¿Te juego una pizza a que no viene? -Giro mi cabeza y me muerdo los labios algo nerviosa. Claro, directo y conciso. No sé si está ligando conmigo o está siendo amistoso. Pero, la verdad, es que su propuesta me atrae.
- Hecho -le digo tendiendo mi mano. Él la agarra para estrecharla y en cuanto sus dedos rozan los míos siento una descarga eléctrica cruzar todo mi cuerpo de arriba a abajo, mientras de mi garganta sale un pequeño jadeo que hasta a mi me sorprende.
- Bueno, pues ahora a ver la exposición -me dice él con una enorme sonrisa en su cara mientras nos adentramos en la sala de la época bizantina- la quiero de barbacoa.
Esto último me lo dice justo cerca de mi oído, en un susurro muy bajito y que me parece tremendamente sensual. Tiene un leve acento canario que me parece de lo más sexy, y si, de más cerca es aún más guapo.
Por dios, que mi profe se haya quedado en su puta casa viendo el Madrid.
Llevo mi mano al bolsillo sacando un caramelo de naranja. Camino hacia la salida de la exposición sintiendo unos pasos detrás de mi.
- Me debes una pizza -me volteo para ver al chico moreno de mi clase mirándome con los brazos cruzados. Me río en cuanto lo veo y asiento con la mirada. Mi profesor no ha venido para la exposición, tal y como predijo Pedri, porque si, se llama Pedri, el morenazo. No nos hemos separado durante la hora que hemos pasado en la sala. Me he divertido un montón con él. Hacía mucho tiempo que no me reía tanto. Y el caso es que su cara me suena un montón, pero no sé de qué.
- Es cierto. Has ganado tú -le digo asintiendo- ¿se te ocurre algún sitio?
- Aquí al lado hay un italiano que las hace muy buenas, ¿vamos?
- Vamos.
Pedri y yo caminamos uno al lado del otro los pocos pasos que nos separan del restaurante. Tengo hambre. Creo que estoy mejor del resfriado y se me ha abierto el apetito.
- No te he visto mucho por clase -me dice él a lo que yo le contesto con casi la misma frase.
- Ni yo a ti -porque si lo hubiera visto, tendría un puto sobresaliente en ésta asignatura.
- Bueno, es que a mi, mi trabajo no me deja ir mucho a clase -me confiesa encogiendo sus hombros.
- ¿En qué trabajas? -le pregunto mientras él me abre la puerta para entrar en "La Fiorella". Se me queda mirando algo sorprendido y suelta una carcajada a continuación.
- ¿En serio no sabes quien soy?
- Pues no -le confieso intentando hacer memoria de donde lo he visto antes- me suena tu cara pero no tengo ni idea de qué. Soy malísima para las caras. No me quedo con ninguna.
Un camarero nos recibe y me deja sin saber su contestación. Nos lleva hacia una mesa algo más apartada ante mi extrañeza. El chico se deshace en elogios ante Pedri y a mi esto ya me empieza a mosquear. Nos sentamos y después de pedir la bebida y un par de pizzas para compartir, me quedo mirándolo frunciendo el ceño.
- Eres cantante de OT -afirmo mirándolo. Pedri se ríe y niega con su cabeza- un tik toker de esos.
- Nooo. Ni siquiera sé como se usa.
- No te pierdes nada, créeme. ¿Modelo?
- ¿Modelo? Mírame bien. Indra, no tengo pinta de modelo-
- Porque tú lo digas -mierda. Tierra trágame. Pedri esboza una sonrisa mirándome y yo siento como los colores me suben a la cara en cero coma. Si es que está bastante bueno, y era cuestión de tiempo que se lo dijera en su cara.
En el restaurante ponen la televisión y aparece en pantalla el himno de la Champions. Me tenso en mi asiento y aparto mi mirada. Estoy sentada justo enfrente, así que hago una cosa por mi salud mental. Me levanto de mi sitio y me siento justo al lado de Pedri. Él alza una de sus cejas mirándome y yo aprieto mis labios.
- Lo siento. Pero, no me apetece ver el partido -le confieso apretando mis dientes y deseando que termine antes de los noventa minutos.
- ¿Por el Madrid?
- No, por el París Saint Germain. Soy del Barcelona, pero ojalá el Madrid le meta cuatro a los franceses, y a poder ser por la banda del tortuga.
Pedri me mira algo sorprendido y de pronto se pone a reír contagiándome con su risa. Hago lo mismo mientras me quedo mirándolo embobada. De más cerca es muy guapo. Mucho.
Ay, socorro, Indra.
Que llevo muchos meses sin que me guste nadie y éste chico me tiene muy loca. Nos traen las pizzas y cojo un trozo de la mía comiéndomela con mucho cuidado. Está realmente buenísima.
- Bueno, ¿me dices ya quién eres? -le pregunto viendo como él come también de su pizza. Pedri la mastica con lentitud y se limpia la boca con una servilleta.
- Pues...soy futbolista, Indra.
Abro mis ojos sorprendida y entonces lo comprendo todo. Ya sé de que me suena. Es Pedri, el del Barcelona. Ay dios. A ver, a mi me gusta el Barcelona, pero no soy una seguidora muy fiel ni obsesionada como están algunas. Yo quiero que gane, pero nada más. Ni siquiera soy capaz de decir quien juega y deja de jugar.
- Ostras. Pedri, claro. Joder. Ni te había reconocido. Perdona -le digo rozando levemente su brazo- ¿juegas en el Valencia, verdad?
- Exacto. Y no te preocupes. Sienta bien hablar con alguien que apenas te conozca. Aunque bueno, desde que estoy aquí tengo cierta tranquilidad.
Pedri me explica que hace un par de años tuvo una temporada plagada de lesiones, y aunque intentó jugar otra vez, la temporada fue de lesión en lesión. Y después de un año en el que casi no jugaba, el club y él tomaron la decisión de cederlo a algún club para que fuera cogiendo forma. Y así fue como acabó en el Valencia.
- ¿Y estás contento de estar aquí? -le pregunto, realmente interesada por lo que me cuenta.
- Mucho. He recuperado la alegría por jugar, lo estoy haciendo bien y mira, hasta he podido matricularme y estudiar lo que yo quería. Valencia me ha venido de escándalo, en todos los sentidos.
- Pues me alegro muchísimo. La verdad es que a mi me ha pasado como a ti. Valencia me ha dado la vida.
En la televisión resuena los gritos de un gol. No puedo evitarlo y giro mi cabeza para mirar la pantalla. En cuanto lo hago un estremecimiento recorre todo mi cuerpo. Su cara es lo primero que veo y a él celebrando un gol haciendo un corazón. Aprieto mis labios intentando no llorar. Mis "supuestas amigas" francesas, se encargaron de contarme que él tenía otra novia, curiosamente, una de mis compañeras de clase. La relación empezó en verano, y no quiero pensar en ello, pero creo que todo esto venía de antes.
Siento la mano de Pedri sobre la mía y aparto mi mirada de la televisión. Me encuentro con su mirada y con su pequeña sonrisa.
- ¿Nos vamos? -me pregunta él acariciando el dorso de mi mano. Asiento mirándolo y muerdo mis labios nerviosa.
Nos levantamos de nuestros asientos y mientras cojo mi bolso, Pedri se adelanta y va a la barra a pagar. Le sigo algo indignada y él me hace un gesto con la mano.
- Venga, Pedri. Yo he perdido la apuesta, me toca pagar a mi .-le digo protestando.
- La próxima vez, invitas tú. Si te dejo que pagues, ya no podré quedar contigo otro día.
- Tonto. Si quieres que quedemos otra vez, sólo tienes que pedírmelo -le contesto sin dejar de mirarlo. Pedri se ríe y me hace una mueca que me parece adorable.
Termina de pagar y salimos del restaurante. Yo he venido en autobús y él en su coche. Se ofrece a acompañarme a casa, y evidentemente, le digo que si.
En su coche, vamos escuchando cualquier cosa que suena en la radio. De vez en cuando lo miro de reojo. No es sólo que me parezca guapo, que lo es un rato, es que es muy simpático, agradable, y me ha hecho reír en varias ocasiones. Y me hacía tanta falta reír.
Llegamos a la puerta de mi casa unos minutos después. Pedri aparca el coche y saca su móvil.
- ¿Me das tu número, Indra? -me pregunta él apretando sus labios, algo nervioso por su pregunta.
- Claro -le dicto el teléfono y unos segundos después me manda una perdida. Lo veo trastear en la pantalla y sonreír.
- El Madrid le ha remontado al Psg, otra vez, y pasa a la final de la Champions, ¿estarás contenta, no? -Voy a contestarle a Pedri cuando caigo en lo que quiere decirme. Me llevo las manos a la cara y me las quito al instante al verlo apurado mirándome.
- ¿Sabes quién soy, verdad? -le pregunto más como una afirmación que otra cosa.
- Si, si que lo sé.
- Joder -le respondo alzando mis ojos al cielo. Los bajo y giro mi cabeza para mirarlo- ¿Y?
- Y nada, Indra. Me caes bien. Sabia quien eras en cuanto te vi. Pero eso no cambia nada.
- Bueno, espero que si. Porque eres el primer tío que se me acerca por quien soy, no por quien fui.
Permanecemos en silencio unos segundos. Pedri se gira hacia mi. Su mirada de caramelo se posa en la mía haciendo que otra vez ese escalofrío me recorra de arriba a abajo.
-Siempre me pregunté una cosa, Indra.
- ¿El qué?
- Que hacía una chica tan preciosa con un tío tan imbécil, prepotente y ... tan feo. Tú le das tres mil vueltas a él. Indra.
- Gracias -le respondo algo avergonzada- la gente siempre me decía que estaba con él por dinero
- ¿Y lo estabas?
-Si hubiera sido así, estaría con él ahora mismo. Yo lo quería, o creía que lo quería. Me dejo tan devastada nuestra ruptura que aún no he sido capaz de salir con nadie.
- Bueno, Indra -me dice él con una seguridad pasmosa- lo siento mucho, pero, eso acaba de cambiar.
- ¿A qué te refieres? -le pregunto nerviosa perdida mientras él me guiña un ojo
- No voy a ser la tirita que haga que te pongas de mientras. Voy a ser el que te ha haga olvidar hasta del nombre de tu ex y de todos los que vinieron antes que él.
- Muy seguro estás tú eh, Pedri -Pedri se acerca muy despacio hacia mi mientras yo trago saliva lentamente. Me aparta el pelo de la oreja y siento su cálido aliento en mi oído.
- ¿Qué te apuestas?
📆Mediados de abril
📆 Un mes después
Pedri se ha empeñado en que quería que estuviera en la final de la Copa del Rey en Sevilla. Me lo pidió con una cara que no me pude negar. Y aquí estoy yo celebrando como si no hubiera un mañana el gol que ha metido, y que a falta de 5 minutos para acabar el partido, nos da la victoria ante el Barcelona. Él y yo llevamos un mes quedando casi todos los días. Saliendo por ahí como si fuéramos novios, aún sin serlo y gastando la batería del móvil de lo mucho que hablamos por teléfono. Vamos con calma. Con demasiada. Deseo que me bese. Deseo perderme en sus brazos porque me gusta muchísimo. Es algo más. Por primera vez en mucho tiempo siento latir de nuevo mi corazón, y es por su culpa.
El árbitro pita el final del partido y esto es una locura de fiesta. Me pongo a saltar y a ondear mi bandera del Valencia. Quien lo diría. Más contenta de que haya ganando el club ché que de que lo haga mi Barcelona. Veo a los jugadores como se abrazan y me entran ganas de llorar de la emoción.
Pedri viene más o menos hacia la grada donde yo estoy moviendo su cabeza buscando a alguien. Nuestras miradas se cruzan y él me sonríe. Salta la valla y va subiendo las escaleras sin dejar de mirarme. Yo hago lo mismo. Aparto a la gente que hay a mi lado saliendo a su encuentro con el corazón desbocado. Tengo ganas de abrazarlo y darle la enhorabuena.
En cuanto estoy cerca de él, Pedri me agarra de la cintura y estrella su boca con la mía en un brutal beso que me deja al punto del desmayo. Correspondo a ese deseado beso abriendo mi boca para que su lengua se deslice y busque la mía para acariciarla y hacer con ella lo que le da la gana. Sus manos me rodean aún más atrayendo mi cuerpo junto al suyo.
- Joder, que ganas tenía de besarte, Indra -me dice al separarse de mi boca.
- Pues nunca te dejaré con las ganas.
📆 Al día siguiente...
Llevo sin ver a Pedri desde ayer. Lo de la Copa ha sido una locura y he preferido quitarme de en medio durante las celebraciones Ya hablaremos otro día más tranquilamente.
El timbre suena y dejo mi libro encima de la mesa. Voy hacia la puerta y al abrirla, me encuentro a Pedri mirándome de arriba a abajo. Trago saliva sin apartarle la mirada y sintiendo como mi corazón late excesivamente fuerte.
- Me gustas, y mucho -me dice él entrando lentamente en mi casa. Le da una patada a la puerta ocupando por completo todo mi vestíbulo. Me echo hacia atrás chocando contra la cómoda de la entrada- y te deseo demasiado.
Sus manos se posan en mi cintura y su mirada recorre de nuevo mi cuerpo. Su boca se acerca lentamente a la mía dejando un pequeño beso en mi cuello. Siento un espasmo en mi vientre, siento como todo mi cuerpo quiere responderle. Subo mis manos por su brazo y ésta vez soy yo la que lo beso. La que le busca su boca saboreando su sabor. Nos besamos desenfrenados en la misma puerta de mi casa. Pedri baja sus manos hasta colocarlas debajo de mis caderas. Me alza para que mis piernas se enrosquen en su cintura.
- Comedor, dormitorio, cocina...elije tú donde quieres que te folle por primera vez. Porque luego te voy a hacer el amor muy despacio en tu cama y te quiero gimiendo mi nombre bien fuerte.
Le busco la boca para besarlo hambrienta de él y de sus labios. De este hombre que me tiene loca perdida y que despierta en mi sentimientos que no había tenido nunca por nadie. Es pasión, locura, deseo....toda una mezcla en una que lleva su nombre, Pedri González.
- ¿Y puede ser en todos los sitios? -le pregunto mordiendo mis labios.
- Puede ser, Indra. Aunque te advierto que después de hoy, voy a seguir teniendo ganas de ti.
- ¿De verdad?
- ¿Te apuestas algo?
📆 Principios de Noviembre
- ¿Y porqué no? -Pedri acaricia mi espalda desnuda dándome pequeños besos que hacen que mi piel se ponga de gallina.
- Pedri, ya lo hemos hablado -le digo girándome lentamente.
- Y sigo sin entenderlo. Te necesito conmigo, Indra. Y sé que tú también. Barcelona se me cae encima sin ti.
- Pedri... -le digo casi en un ruego.
- Dame una buena razón, por favor.
Cojo aire con fuerza y dejo que salga lentamente de mi boca. Miro a Pedri. A éste hombre del que estoy tan enamorada, porque si, lo estoy. Me trata como nunca nadie me ha tratado en la vida. Y es muy difícil no quererlo.
- Tengo miedo, Pedri -le confieso algo angustiada.
- Yo no soy él.
- Lo sé -le respondo incorporándome. Dejo un beso en su hombro mientras lo abrazo.
- Olvídate de lo que creas que puede pasar, Indra. Te quiero, y quiero que estés a mi lado. Pero sólo si tú quieres.
Casi 4 meses de una relación a distancia. Viéndonos un par de veces a la semana y a veces, ni eso. Múltiples llamadas de teléfono, sexo por videollamada y llorando cada vez que me tengo que volver a Valencia. Cuando terminé con Mbappé, me refugié en la ciudad de mi abuela, donde pasaba los veranos. Y ahora siento que esa ciudad, la que me acogió, me pide que no me quede porque ya no la necesito.
- Tendrás que pagarme la Universidad Privada -le digo mordiendo mis labios- la pública no va a aceptar mi traslado de expediente a estas alturas de curso.
A Pedri le cambia la cara en cuanto se lo digo. Me abraza con fuerza y acaba tumbándome en la cama llenando mi cara de miles de besos. Me río porque su barba de pocos días me hace cosquillas en las mejillas.
- ¿De verdad? -me pregunta emocionado. Asiento mirándolo y una gran sonrisa aparece en su cara- ¿sabes que voy a hacerte el amor un buen rato para celebrarlo?
- Ya lo hemos hecho un par de veces hoy, Pedri. No creo que pueda aguantar mucho más, me tienes agotada.
- ¿Te apuestas algo a que si?
📆 Finales de mayo de 2024
Milán
Pulso el botón del ascensor esperando que éste baje. Nos han dejado estar un rato con los jugadores antes de la final de mañana. El Barcelona se juega ganar la Champions con el puto París Saint Germain. Ironías de la vida. Pedri le tiene unas ganas que no son ni normales. La prensa me ha utilizado para avivar la rivalidad entre el Barcelona y los franceses. Pero al canario le da igual. Cuando está en el campo no hay nada que lo altere. Y dice que está deseando meterle un gol a Mbappé en toda su puta cara.
- Estás aún más guapa que la última vez que te vi -esa voz. Esa puta voz que tantos escalofríos me produce. Me giro lentamente y ahí está él. El que fue mi novio durante todos años. El que me sacó de trabajar en un bar de copas de la capital francesa para pasearme por medio mundo como su pareja.
- Tú sigues igual de capullo. Hay cosas que no cambian -le digo con mi sonrisa más irónica.
- Indra, yo...-alzo mi mano para que se calle y no lo dejo hablar. Las puertas del ascensor se abren y entro dentro con rapidez. Le doy al botón y él se cuela dentro ante mi fastidio. Me pongo en una de las esquinas y él le da la botón del stop.
- ¡Qué coño haces! -le digo quitándole la mano del botón.
-Quiero hablar contigo, Indra.
- Pues yo no -le contesto cruzando mis brazos.
- Estoy tan arrepentido de todo lo que paso, cariño - Kylian se va acercando cada vez más hacia mi y yo vuelvo a mi esquina.
- No me digas, cariño. No me hables. Tú y yo no somos nada, joder.
- Pero aún podemos serlo. Aún te amo. Mi agente va a hablar con el Real Madrid para que me fichen y así poder hacer realidad por fin mi sueño.
- Si el Madrid te ficha es que son gilipollas. No te los mereces. Fuiste desleal con ellos, y conmigo ni te cuento -le gruño deseando pegarle bien fuerte.
- Indra, mi madre me dijo...
- ¡Basta!
Le doy un empujón apartándolo de mi lado. Su boca estaba demasiado cerca de la mía y me revuelve el estómago sólo con verlo. Pulso el botón de nuevo y me quedo cerca de la puerta.
- Él no es como yo -me dice Kylian. Me doy la vuelta y lo miro despectivamente.
- ¡Desde luego que no lo es!
El ascensor abre sus puertas y salgo de el. Pero, esto estaba esperándolo mucho tiempo y la ocasión la pintan calva.
- Y por cierto Kylian, Pedri está más bueno que tú 80 veces. Ojalá te metan 5 mañana. Adiós, capullo.
📆Más tarde...
- Si aún sientes algo por él, Indra, no me importa que nos tomemos un tiempo para que te lo pienses.
Deslizo mis brazos por la cintura de Pedri mientras él me abraza. Me he colado en su habitación y le he contado todo lo que ha pasado. Yo no quiero esconderle nada. A él se lo cuento todo.
- Yo no necesito ningún tiempo, Pedri. Te amo. A ti y a nadie más que a ti. Y es contigo con quien quiero estar -Pedri me aparta el pelo de la cara y deja un tierno beso en mi mejilla.
- ¿De verdad? -me pregunta él con algo de incertidumbre.
- De verdad, mi amor. Tú lo eres todo para mi. Desde el mismo momento que me hablaste por primera vez.
- Tú también lo eres todo, Indra.
- Bueno, será mejor que me vaya -le digo quitando mis brazos de su cuerpo. Pedri me da una pícara sonrisa que conozco perfectamente- no se puede tener sexo antes de un partido.
- ¿Quién lo dice? -me pregunta él llevando sus manos hasta el borde de mi camiseta. Tira de ella y me la acaba quitando dejándome en sujetador.
- Es una verdad universal.
- Es un rollo que se lo inventó un idiota que no follaba -me dice Pedri llevando sus manos hasta el cierre de mi sujetador.
- Como mañana no rindas en el campo, no me eches la culpa.
- ¿Te apuestas algo a que mañana soy el mejor del partido?
📆Al día siguiente...
La leyenda urbana de no tener sexo antes de un partido es eso, leyenda. Mi novio ha jugado que te mueres. Le ha hecho un caño al puto Kylian que ha supuesto el primer gol del Barcelona en la final de la Champions. En toda su puta cara. Aunque yo, sólo tengo ojos para él. Verlo levantar la Copa ha sido muy emocionante y me he hartado de llorar. Pedri me ha hecho bajar al campo para celebrarlo con él.
Sigo abrazada a su cintura y con mi cabeza en su pecho. Sé que nos han hecho miles de fotos, y sé que él me ha visto con Pedri. Pero me da igual. Estoy con el amor de mi vida. Con la persona que me ha devuelto la sonrisa y me ha hecho creer de nuevo en el amor.
- Indra -me dice Pedri apartándome de su pecho.
- Dime.
- Vamos a apostar una cosa, pero ésta vez, ganamos los dos -me dice él llevando su boca hacia mi cuello.
- Siempre ganas tú todas las apuestas -le digo yo frunciendo mis labios y medio riéndome.
- Ésta noche, ganaremos lo dos, ¿vale?
- Pues tú dirás, Pedri González -Mi novio me quita de su pecho lentamente y coge mis manos colocándose enfrente de mi. Una bonita sonrisa ilumina su cara y yo hago lo mismo.
- Te apuesto lo que quieras, que antes de que termine éste año te casas conmigo -miro a Pedri abriendo mis ojos muy sorprendida. Me echo a reír y él se queda algo desconcertado por mi reacción.
- Pues yo te apuesto lo que quieras a que antes de que termine el año, has aprendido a cambiar pañales y a dar biberones.
Pedri abre la boca muy sorprendido y se lleva las manos a la cara muy emocionado. Vuelve a abrazarme y yo me dejo envolver por esos brazos que me vuelven tan loca. Se acerca a mi oído como aquella vez que nos conocimos. Hablándome muy lentamente.
- Ves como ganábamos los dos.
*** Mi pequeña amiga ya sabe que esta historia está dedicada a ella, al que fue su primer amor como escritora ***
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