Pau Torres. Aquel día en Sevilla
📍Granada
📅 Mediados de Diciembre
Camino por el pasillo del autocar con la vista hacia el frente procurando no mirar hacia el lado izquierdo. Intento mantener la compostura y no vomitar que es lo que mi cuerpo me pide ahora mismo. Las risas de la pareja que se hacen cosquillas resuena en mi cabeza y me hace ajustarme la capucha intentando ocultarme de ellos y de todos los demás. Busco el primer asiento libre que hay en la parte de atrás sin fijarme quien está sentado junto a la ventanilla. Solo quiero ser invisible y desaparecer.
Debí haberme quedado en mi cama. Acostada. Y no subida en un autocar que me lleva de excursión a Sevilla con mi clase y con más gente del último curso de instituto. Pero claro, cuando me apunté, yo tenía novio y no me da la gana de que crea que no vengo al viaje por él. Las risas de la pareja suben de volumen, y aunque están lejos, puedo escucharlos desde aquí. El autocar arranca y yo busco en mis bolsillos mis auriculares sin mucho éxito pues mis dedos tiemblan considerablemente.
- Todo el mundo está esperando a ver lo que haces. Por si estallas y eso.
Me giro para mirar al chico sentado a mi lado y resoplo teniendo que darle la razón. Él me hace un gesto señalando hacia la pareja que parece que se ha calmado un poco y ya no intentan llamar tanto la atención.
- ¿Tú también? -le pregunto rebuscando entre los bolsillos de mi mochila y maldiciendo a los putos auriculares que no aparecen.
- La verdad es que no. No me gusta reírme de las desgracias ajenas -el rubio de ojos azules encoje sus hombros y pasea su lengua por su labio superior. Me fijo en como su mirada se cruza con la mía y me pasa algo que hace tiempo que no me pasaba, me estoy poniendo nerviosa.
- No es una desgracia que me haya dejado, Pau -le replicó desistiendo de mi búsqueda. Dejo mi mochila en el suelo y me cruzo los brazos ladeando mi cabeza para poder mirarlo mejor. La mitad de las niñas de mi clase están locas por el rubio y la otra lo están por mi ex.
- ¿Entonces porqué estás así? ¿es porque está con otra tan pronto?
- Sinceramente, me da un poco igual -le aseguro a Pau, uno de mis compañeros de clase.
- No te creo -Pau Torres. El tío que debería estudiar Ciencias Políticas o Psicología porque siempre tiene algo con lo que rebatirte y él siempre tiene la última palabra. Y por lo menos, con él se puede hablar de algo más que no sea fútbol o video consolas.
- Te contaré un secreto -me acerco más al rubio hasta que casi nuestras cabezas se juntan. Bueno, la suya si que la pone al lado de la mía. Siento hasta su aliento en mis mejillas produciéndome un ligero escalofrío.
- Soy todo oídos, Nia -mi boca se curva en una ligera sonrisa por la forma en la que me llama. Mi nombre es Virginia. Pero todos me llamar Virgi o mi nombre completo, pero él siempre me llama Nía, porque dice que le gusta más.
- Me alegro de que Pablo me haya dejado. Llevaba un tiempo que ya no sentía lo mismo por él y me estaba agobiando pensando que estaba con él por estar. Ahora, que el muy cabrón ha tardado solo una semana en salir con Nieves, y eso si que me jode.
- Eso si que ha estado muy feo por su parte. ¿Lo querías? -Pau y sus preguntas. A las que siempre respondo.
- No -le digo sin tener que pensarlo y con rotundidad- me dijo que me dejaba porque era muy intensa, ¿te lo puedes creer?
- Es que lo eres, Nía -me responde Pau. Me separo un poco de él y lo miro algo confundida- no me mires así. Eres una persona que lo vive todo con intensidad, que disfruta de cada cosa que hace y de que pocas veces la he visto enfadada. Brillas. Y Pablo te apagaba. O por lo menos es lo que yo veía desde fuera.
Las palabras de Pau me dejan descolocada. Son las putas seis de la mañana y nunca en mi vida he estado tan espabilada como lo estoy ahora. Dice que brillo. Joder.
Pau coge uno de sus auriculares y me lo da para que me lo ponga en su oreja. Las notas de Imagine Dragons me hacen cerrar mis ojos y disfrutar de la música. El rubio se inclina un poco para que pueda poner mi cabeza en su hombro y así estar más cómoda, algo que agradezco.
- También eres guapa de cojones, Nía.
📍 ITÁLICA, SEVILLA
Tenemos que hacer dos grupos para poder visitar Itálica, una antigua ciudad romana que conserva hasta un anfiteatro en bastante buen estado. Mientras se van haciendo los grupos yo voy pensando si ir de las primeras o de las últimas, dependiendo de donde estén Pablo y Nieves. Si, sé que debería enfrentarme y pasar de ellos, pero no puedo.
- Vamos Nía, si estamos en el primer grupo luego podremos ir un rato a nuestro aire.
La mano de Pau se posa en mi cintura y me mueve con suavidad hasta colocarnos en la cola de los que van a entrar primero. Sinceramente, no sé que coño tiene este rubio que me estoy dejando llevar, sin protestar donde él quiere. Quizás es porque es el tío más interesante que he conocido últimamente y porque en todo el viaje me ha hecho reír y me ha prestado su hombro para que durmiera un ratito. Y si, también es porque huele de escándalo.
Durante todo el recorrido, no me separo de él riéndome de las explicaciones que nos intenta dar el guía y que Pau rebate solo para nosotros dos. Es agradable estar con alguien que me trata así. Que hace que se me olvide mi propio drama. Porque aunque ya no sentía nada por Pablo, siempre queda algo. Terminamos la visita en el anfiteatro. Me apoyo en una de las vallas mirando e imaginando lo que sería estar ahí sentada viendo los espectáculos. Casi me transporto a esa época cuando una estridente voz se pone a mi lado interrumpiendo mis pensamientos.
- ¿Puedo hablar contigo Virgi? -Nieves. Poco estaba tardando en venir. Como si la viera
- Claro, ¿qué quieres? -le pregunto yo con mi mejor pose de que me da igual el mundo, cuando lo que quiero es arrastrarla de los pelos y tirarla al puto foso.
- Saber si te molesta que esté con Gavi... -vaya, ya hasta lo llama por su apodo. Y la muy zorra me ha hecho la pregunta del millón. La que todo el mundo quiere saber y al parecer, por la forma con la que nos miran, todos están esperando.
- ¿Te molesta a ti que yo estuviera antes con él? -la cara de Nieves es un poema, porque supongo que no se esperaba que mi respuesta fuera una pregunta para ella, y tan directa.
- Pues...la verdad... es que... no -contesta con monosílabos.
- Pues a mi menos. Bueno, nos vemos.
Le doy una palmada en la espalda y paso al lado de Pablo, el cual venía de alguna manera o a rescatar a su divina lo que sea ésta tía ahora de él, de algún tipo de ataque que yo le hiciera, o a reprocharme algo, porque él es así, o estás con él o en su contra. Casi ni lo miro y levanto mi barbilla con bastante dignidad dirigiéndome hacia la única persona que ahora mismo más me interesa.
- Creo que si la hubieras llamado puta tendría mejor cara que tiene ahora -Pau está comiéndose un bocadillo de tortilla sentado en uno de los asientos de piedra que hay en el anfiteatro. Señala hacia donde están Gavi y Nieves y yo la verdad es que paso de mirar. Me siento a su lado dejando la mochila en el suelo.
- Aún no es ni mediodía, ¿Qué haces comiendo?
- Tengo hambre y estoy en edad de crecer, ¿quieres? -me ofrece el bocadillo y yo encojo mis hombros asintiendo. Lo parte por la mitad dándome un trozo. En cuanto le pego un bocado no puedo evitar gemir de gusto por lo buena que está la tortilla. Pau deja de comer quedándose el bocado que le iba a dar a medio camino. Me está mirando tan fijamente que me ha puesto nerviosa y todo.
- ¿Porqué me miras así?
- No quieras saberlo -me responde reanudando la tarea de comerse la tortilla.
- Quiero saberlo -le pido frunciendo el ceño. Él suelta un resoplido, pero acaba acercándose a mi oído. Me aparta el pelo de la oreja y puedo sentir su aliento que cosquillea en mis mejillas.
- Pensaba que si esos eran los gemidos que salían de tu boca mientras te estabas corriendo.
Pau se aparta de mi mientras siento las mejillas enrojecerse, pero por el contrario, él no parece para nada avergonzado.
- Te dije que no querías saberlo -me contesta volviendo a su posición natural en el banco mientras yo ahora mismo tiemblo de los pies a la cabeza.
- Eres un descarado, Pau Torres -le digo señalándolo con el dedo, pero, para nada disgustada con su atrevimiento. Joder es que cada vez que el rubio me mira a mi se me calienta todo el cuerpo.
- ¿Y? ¿No prefieres que te digan las cosas a la cara antes que escondértelas?
- Nunca nadie me ha dicho las cosas que tú me dices -le admito sacando mi botella de agua de la mochila y dándole un buen trago.
- Eso es porque sólo has salido con niñatos -giro mi cabeza y él me guiña un ojo riéndose a continuación.
- Pau, cariño, que tienes la misma edad que con los que he salido -le recuerdo. Bueno, tampoco es como si tuviera un historial amoroso de la hostia. Gavi y un chico más cuando empecé el instituto, el cual me duró sólo un curso porque se cambió al año siguiente a otra ciudad.
- Pero de edad mental, le doy tres mil vueltas a todos estos.
- Y de chulo también le ganas a todos estos -le contesto burlándome de él. Pau vuelve a mirarme como lo ha hecho antes. Se moja los labios de una forma bastante sensual y no sé porqué, pero me ha dado por pensar como sería tener esa lengua en ciertas partes de mi cuerpo... - oh, joder Pau, ¡deja de hacer eso!
- Pero si yo no estoy haciendo nada... -Pau me pone carita de niño bueno apretando sus labios, los cuales miro, y si, joder, que quiero que me coma la boca.
- Me estas provocando.
- ¿Y lo estoy consiguiendo?
Ahora soy yo la que se muerde los labios mirándolo. Porque el muy puñetero está cada vez más cerca de mi hasta que casi nuestros labios están a pocos centímetros. Su azulada mirada hace que una pequeña descarga eléctrica pasee por mi cuerpo a su antojo. Tengo que tragar saliva antes de contestarle. Pero es él quien se adelanta robándome la ocasión de ser yo la que hable.
- Apuesto lo que quieras que Pablo te dejo más de una vez con las ganas.
Me muerdo el labio superior y le sonrió de una forma algo traviesa, porque el cabrón ha dado en el clavo.
- ¿De qué Pablo me hablas, Pau?
📅 MÁS TARDE
Ponemos rumbo a Sevilla capital donde antes de ir a comer, vamos a visitar La Catedral y La Giralda. Me monto en el autocar y Pau ha dejado que me ponga en el lado de la ventana. Ambos seguimos con las bromistas algo subidas de tono y tengo que decir que este tonteo me está gustando demasiado. Miro por la ventana para ver que el cielo se ha oscurecido y que amenaza lluvia. Lo que faltaba. A los pocos segundos siento la presencia de Pau muy cerca de mi. Me giro un poco y tengo sus labios tan cerca que es un puto pecado no besarlo.
- Va a llover -me dice mirándome a mi a los ojos en vez del paisaje que hay delante nuestra.
- Eso parece.
Una pequeña sonrisa sale de su boca. Baja su mirada hacia mis labios y maldita sea si él no está pensando lo mismo que yo. Se moja los suyos de una forma tan seductora que me tiene temblando y deseando que me bese el muy cabrón. Pau se echa hacia atrás en el asiento y se pone la capucha de su sudadera.
- Ponte la tuya -me pide él dejándome algo desconcertada, pero, acabo haciéndolo.
Me pongo la capucha y él de nuevo se acerca a mi. Sus dedos acarician mi mejilla con mucha suavidad y poco a poco sus labios rozan los míos. Es un lento beso. Uno tan dulce que creo que ahora mismo me voy a desmayar. Su boca impacta con la mía produciéndome un maravilloso cosquilleo en todo mi cuerpo. Sus dedos siguen acariciando mi barbilla acompañando las caricias de sus labios contra los míos. Su lengua entra con timidez en mi boca, y cuando encuentra la mía y la acaricia, toda una explosión se desata en mi interior.
El beso no dura mucho, pues estamos en un puto autocar lleno de gente que están esperando que pasen esta clase de cosas para cotillear y que todo el mundo se entere. Pau se separa de mi no sin antes hacer que sus dedos repasen mis labios, justo en el sitio donde han estado los suyos.
- Eres deliciosa Nía -me susurra en el oído. Me muerdo el labio por instinto porque nunca nadie me había hablado así, de una forma tan directa y tan sexy.
Pau vuelve a su asiento y se quita la sudadera. Siento mi corazón ahora mismo latirme demasiado deprisa. Él agarra una de mis manos y entrelaza mis dedos con los suyos poniéndolos encima de mi muslo. Ladea su cabeza haciendo yo lo mismo.
- Si, me dejaba con las ganas -le confieso dejando escapar un pequeño suspiro.
- ¡Conmigo tenías tú que haber dado!
- Deja de ser tan chulo -le doy una palmada con mi mano libre porque él no hace ademán de querer soltarme.
- Nía, ¿me dejas que te demuestre lo que te has estado perdiendo? y no hablo sólo de sexo, que conste.
Miro a Pau. Sé que no me miente. Lo sé yo y lo sabe mi alterado corazón. Mantenemos la mirada sin querer apartarla uno del otro. Alza la mano y se la acerca a la boca para dejar un beso en la palma de mi mano, beso que hace que todo mi cuerpo tiemble de nuevo. Le sonrío de vuelta y acabo poniendo mi cabeza en su hombro sin querer soltar mi mano de la suya.
- Pero quiero más besos, Pau.
📅 MÁS TARDE
Después de subir los escalones de La Giralda y de recorrer La Catedral, nos han dado hora libre hasta las 18.00. La mayoría de mis compañeros cargan sus mochilas para ir al Parque de María Luisa a comer. Yo por inercia, hago lo mismo, hasta que la mano de Pau tira de mi alejándome de los demás.
- Pau, ¿qué haces? -le pregunto ésta vez riéndome porque antes me ha dicho que no veía la hora de que estuviéramos a solas.
- Tú y yo nos largamos a otro sitio -me dice con determinación.
Me dejo llevar por él y cuando estamos lo suficientemente lejos, él pasa una de sus manos por mi cintura atrayéndome más a su pecho. Un suspiro sale de mi garganta al sentir su cercanía y su calor que invade todo mi cuerpo.
Pau me lleva a los Jardines de Murillo, donde están los Reales Alcázares, después de dar un breve paseo por ellos y admirar su vegetación, acabamos sentados en un banco sacando nuestra comida y compartiéndola entre los dos. Cruzo mis piernas y me pongo frente a él ofreciéndole la mitad del bocadillo de lomo que me ha hecho mi madre ésta mañana.
- Seguro que ésta mañana cuando saliste de casa, no imaginabas que acabaríamos los dos solos por Sevilla -me dice Pau bebiendo un trago de la lata de coca-cola que compramos en un kiosko de la entrada.
- No me imaginaba nada. A punto he estado de no venir.
- Me alegro de que no lo hicieras.
La mano de Pau se posa en mi mejilla y se acerca muy despacio hasta mi boca. Un leve roce me hace desear aún más y acabo enredando mis dedos en su pelo tirando de él para profundizar el beso y que mi lengua lo busque con desesperación. Porque si, así me tiene. Ni con Pablo me he sentido así. Deseosa de besarlo y de más. Porque estoy segura que con Pau todo esto irá a más, y si, será la puta hostia.
Acabo sentada en sus rodillas besándonos como si no existiera nadie en el parque. Solos los dos y nuestras bocas que no paran de perderse la una en la otra. Una de sus manos se pierde por dentro de mi camiseta rozando la parte baja de mi espalda, haciendo que todo el cuerpo me tiemble.
- Eres tan bonita, Nía -su boca abandona mis labios y busca mi cuello besándome tan lentamente que creo que me voy a morir.
- Eso es porque tú me ves así -le confieso algo sonrojada pues el tono de su voz hace que mi estómago sufra un vuelco. Él deja de besar mi cuello mirándome con bastante intensidad.
- Será eso. Porque para mi eres preciosa. Y tengo suerte de tener tus labios a tan pocos centímetros de los míos.
No puedo evitarlo y acabo abrazándolo. Mis manos rodean su cuello y mi cabeza se deja caer encima de su pecho. A través de su sudadera, puedo escuchar como los latidos de su corazón también suenan alterados. Él me abraza acariciando aún mi espalda.
- A ti también te late muy deprisa el corazón, Pau.
- Normal, estoy contigo, ¿Cómo quieres que me lata?
Sonrío y acabo dándole un beso en el cuello. Estar así, ahora mismo, creo que es uno de los mejores momentos que he vivido nunca. Y maldita sean las ganas que tengo de que acabe.
- Quiero llevarte a un sitio -Pau me separa de su pecho y una de sus manos me aparta el pelo de la cara para acabar rozando mis labios de nuevo.
- ¿Dónde? -le pregunto aún con una sonrisa tonta en mi cara.
- Es una sorpresa, pero créeme, te gustará.
Pau me hace un gesto para que me levante de encima suya y es lo que hago. Recogemos nuestras cosas y él me tiende la mano para que la entrelace con la suya. Como si fuera algo que hubiéramos hecho desde siempre. Tiro de él antes de caminar más pues tengo una opresión en el pecho, algo bonito, pero, que me está poniendo nerviosa.
- Pau, me gustas -le confieso sintiendo mis mejillas arder. Él curva su boca en una sonrisa y se acerca hasta besar el lóbulo de mi oreja.
- Tú hace mucho rato que me gustas, Nía.
📅 MÁS TARDE
Pau me ha llevado a un especie de Disco-After Hour que es una locura. Nos han pintado la cara con pintura reflectante nada más entrar y nos estamos dejando llevar por la música bailando uno muy pegado al otro en la pista de baile.
- ¿A qué nunca has estado en un sitio así? -el cálido aliento de Pau me hace temblar de arriba a abajo. Me agarro a su cuello balanceando mis caderas de un lado a otro mientras niego con mi cabeza.
- Eres increíble Pau Torres.
Mi boca busca la suya dándole un largo beso que a punto está de dejarme sin respiración. Baja su mano muy lentamente por mi brazo hasta entrelazar sus dedos con los míos. Ambos nos movemos lentamente al ritmo de la música. Mi pecho está pegado a su cuerpo y puedo sentir los latidos de su corazón como golpean contra mí. Pau sube su otra mano hasta posarla en mi cadera mientras siento un cosquilleo en mi vientre que me hace estremecer.
Su labios se posan en mi cuello recorriéndolo tan despacio que todas mis terminaciones nerviosas están dislocadas por su culpa. Nuestros ojos están fijos el uno en el otro y sé que este es uno de esos momentos que no voy a olvidar en la vida. Pau acerca sus labios hasta mi oreja para poder hablarme.
- Me vuelves loco Nía -solo cuatro palabras y ya me tiene rendida a él.
Lo que estoy sintiendo por él es algo que no me había pasado nunca. El de querer más de una persona y sentir que el corazón me va a estallar en el pecho de lo alterada que me tiene. Y sé que es algo más que deseo. Lo sé porque en sus ojos veo lo mismo que hay en los míos. Anhelo. Y quizás mucho tiempo sin darnos cuenta de que estábamos uno delante del otro.
Agarro su mano y tiró de él sacándolo de la pista de baile. Se deja guiar por mi hacia los baños. Si, lo sé, es un puto cliché el ir a los servicios de una discoteca, pero es que, necesito sentirlo.
Entramos a uno de los cubículos cerrados y en cuanto lo hacemos su boca está besándome sin ningún tipo de control, tomando todo lo que quiere de mi sin dejar un centímetro de ella sin recorrer. Nuestras manos se buscan con desesperación y sintiendo como si no tuviéramos tiempo y el mundo se fuera a acabar ahora.
- Nía, no sabes las ganas que te tengo, pero, un puto baño no es lo que yo tengo en mente para estar contigo -Pau pone sus manos a ambos lados de mi mejilla mirándome de una forma tan dulce que juro por Dios que estoy a punto de derretirme.
- ¿Y qué es lo que se te ha ocurrido?
- Tú, yo, velas, champan y una habitación de hotel donde escuchar tus gemidos.
Mi boca se tuerce en una amplia sonrisa y tengo que morderme los labios porque como idea es una puta pasada. El imbécil de mi ex nunca me llevó a un hotel. Pongo mis manos en su cuello y rozo sus labios unos segundos para después separarme y hablarle muy cerquita de su boca. Una sonrisa traviesa se instala en mi cara sin apartar mi mirada de la suya.
- No hagas eso, Nía, no te muerdas el labio porque me pierdo -me advierte él dándole un buen apretón a los cachetes de mi culo.
- ¿Y no podías darme un adelanto mientras tanto?
📅 MÁS TARDE
- Ya puedes soltarme la mano, Nía, estamos llegando -me advierte Pau señalándome el autobús que ya se divisa a pocos metros de nosotros.
- ¿Tú es que quieres que te la suelte?
- En la vida -me contesta haciendo que acabe riéndome. Pau me atrae hacia su pecho y ambos caminamos abrazados los metros que nos quedan para reunirnos con el resto de nuestros compañeros.
- Me encantan tus besos -ladeo un poco mi cabeza para mirarlo y él acaba guiñándome un ojo haciéndome reír.
- ¿Los que te doy en la boca también?
- ¡Pau! -le doy un pequeño codazo al rubio. Él me estrecha entre sus brazos y detiene nuestros pasos para besarme tan profundamente que si, que sé que hay que respirar porque me falta el aire.
- ¡Virgi! ¿Qué coño haces?
La desagradable voz de Pablo, me hace darme la vuelta pero sin soltar a Pau. Mi ex me mira bastante sorprendido, pero, sinceramente, me da exactamente igual.
- ¿Perdona? -le respondo con cara de asco- ¡que te importa!
- Joder, Virginia, que hasta hace dos días estabas conmigo...
Me voy a separar de Pau para ir a decirle tres cosas al inútil este y de paso, darle una buena hostia, pero, las manos del rubio me hacen detenerme y estarme quieta.
- Y ahora está conmigo, Pablo, ¿te apartas o te aparto?
Pau le hace un gesto con los ojos para que se quite de en medio y podamos subir al autobús. Pablo es más bajito que el rubio y no duda en hacerlo. Sigo a Pau sin soltar su mano y nos sentamos en nuestros sitios, aunque él termina poniéndome en sus rodillas. Mis manos se entrelazan detrás de su cuello y me mojo los labios preparada para besarlo otra vez.
- ¿Así que estoy contigo? -le pregunto buscándole la boca.
- Lo estás. Si quieres claro. Que yo no soy el neardenthal ese con el que estabas.
- Que sepas que lo hago por las velas y el champan -las manos de Pau se posan en mis mejillas y se cuelan por detrás de estas. Sus labios se acercan a los míos y puedo sentir su aliento en ellos y como me está provocando para que lo bese.
- Nía, cuando estemos juntos va a ser la puta hostia, y se te van a quitar las ganas de estar con nadie más en toda tu vida.
- Muy seguro estás tú Pau Torres -su boca desciende por mi cuello a la vez que sus manos se cuelan por dentro de mi camiseta acariciando mi espalda desnuda.
- Estoy seguro de ti y de mi, y no necesito nada más, bueno si, te necesito a ti.
Si ahora mismo me regalaran Australia, no sería tan feliz como lo soy ahora. Me acurruco en el regazo de Pau y dejo que él acaricie mis brazos mientras cierro mis ojos pensando en el día de hoy.
Y yo pensando en no querer venir a Sevilla.
- Pau -le digo medio dormida.
- Dime -me contesta entrelazando sus dedos con los míos.
- Tenemos que volver a Sevilla otra vez. No me he comido un pastel de La Campana.
- El año que viene, para nuestro aniversario.
*** Lo siento, pero es que Pau me inspira mucho y no puedo evitar que cada vez que me viene una idea para una historia corta, sea para él. Hace unos días hice una encuesta en Instagram para que eligierais quien sería el que haría de chico malo en ésta historia y salió Pablo Gavi.
Espero que os haya gustado ésta historia, la cual está basada en un sueño que tuve hace poco. Muchos besos y abrazos ***
Historias de Pau Torres en mi perfil:
LA PROMESA
ARITMÉTICA PERFECTA
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