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Nico González. 7 minutos

📍Pub Tic-tac

📍Valencia

Mi amiga Rosa lo mira todo entusiasmada, contrastando con la expresión de mi rostro. Apenas hemos llegado y ya quiero irme. No sé por qué le he hecho caso, con lo a gusto que estaba yo viendo "Operación Triunfo". Un camarero viene hacia nosotras muy sonriente y nos hace coger de una copa muy grande una bola. Rosa es la primera en cogerla y al abrirla le aparece el número 20.

- Venga, Irene, te toca -mi amiga me da un toque en el hombro y me anima a meter la mano. Lo hago y cojo una de las bolas. La abro y es el número 11.

- Ahora si son ustedes tan amables, se sientan en la mesa correspondiente a su número -nos explica el camarero- por su silla irán pasando diferentes personas de sexo masculino, según lo que han solicitado, y tendrán 7 minutos para conocerlas. Si a los 7 minutos quieren cambiar de pareja, encienden la lamparilla de la mesa, y así le indican a otra persona que están libres. Si quieren seguir hablando con esa persona simplemente no enciendan nada. ¡Bienvenidas a las Speed Dating!

El camarero nos indica con un gesto que ocupemos nuestros sitios. Fulmino con la mirada a mi amiga que se va entusiasmada hacia su mesa. Estoy aquí por su culpa. Su último novio la ha dejado después de 4 años de relación. Una amiga le habló de este sitio y me convenció para que viniera con ella argumentando que necesitaba conocer gente nueva. Y me ha arrastrado a algo que no me apetece hacer.

Me siento en mi mesa y enciendo la lamparilla esperando a que alguien ose venir. Aunque con la cara tan fastidiada que tengo dudo de que alguien quiera sentarse conmigo. Me pido un refresco y a los pocos minutos se sienta delante de mí un chico moreno y de mediana estatura. Usa unas gafas y mientras yo le sonrío con amabilidad, él se limita a mirarme muy fijamente. 

- Hola, soy Eric -se presenta él con un tono de voz bastante plano. 

- Yo soy Irene -le contesto intentando darle algo de entusiasmo a mi voz. 

- Soy informático, vivo con mis 2 gatos, me gusta leer, la serie Pokemon y cocinar. ¿Te gusta la fideua? -sus palabras me resultan tan mecánicas que no sé ni que contestarle. 

- Nunca la he probado -le admito. 

- Pues la mía te encantará. Le suelo echar los fideos antes de...

El tal Eric empieza a soltarme un rollo sobre cocina sin dejarme ni hablar. Y mira que es mono, pero desde luego que no es mi tipo. Lo dejo hablar sin permitirme él meter baza en la conversación, hasta que miro el marcador del tiempo y respiro aliviada cuando suena la señal acústica de los 7 minutos. 

- ¿No vas a apagar la lámpara, Irene? - me pregunta Eric muy serio, como haciéndome sentir culpable por dejar la luz encendida. 

- No. Lo siento -me disculpo como puedo, encontrándome con una mueca asqueada en respuesta. 

- Pues no sabes lo que te pierdes -Eric se levanta muy indignado y no me da tiempo ni a contestarle cuando otro chico se sienta enfrente. 

Esté es aún más guapo que él, alto, rubio, ojos azules y unos labios que dicen cómeme. Por lo menos, estos siete minutos serán una delicia para mis ojos. 

- ¿Te gusta lo que ves guapa? -me pregunta él mientras alzo mi vista para clavar mi mirada con la suya. El rubio me mira con una sonrisa de autosuficiencia y lo poco que me estaba gustando va desapareciendo.

- Soy, Irene -me presento sin mostrar ni una pizca de entusiasmo. 

- Yo soy Pau, encantado. ¿Eres de por aquí?

- Si, vivo muy cerquita.

- ¿Y qué hace una chica tan guapa como tú en un sitio como esté? -ruedo mis ojos ante su típica pregunta pues todo lo que tiene de guapo, lo tiene también de chulo. 

- Estoy acompañando a una amiga, ¿y tú?

- Yo he venido a ligar, para que si no estaría aquí -me responde como si fuera muy evidente lo que estamos haciendo. 

- ¿Te lo tienes muy creído, no?

- Porque puedo. Mira, Irene -Pau se inclina hacia mi y me agarra una de las manos mirándome de una forma muy sensual- ¿Por qué no apagas la lamparita dichosa y tú y yo nos vamos a pasar el resto de la noche a mi casa?

- ¿A tu casa? ¿A hacer que?

- A follar, cariño, a eso -me cruzo de brazos mirando a semejante creído y prepotente con el que estoy segura de que pasaría un buen rato en la cama, pero si lo hiciera alimentaría aún más su ego y no se lo merece.

Así que los próximos minutos nos los pasamos en silencio hasta que pasan los siete y suena la señal. Él se levanta y me da una mirada despectiva.

- Tú te lo pierdes, guapa.

- Más bien, tú -me contesta levantándose de la mesa bastante indignado. 

Dios, y aún me queda una hora más de estar aquí. ¿Es que no va a haber nadie medianamente normal?

Estoy desesperada. 5 tíos han pasado por mi mesa y a cada cual peor. Desde un peluquero canario que es gay y su madre lo ha obligado a venir, hasta un tío plagado de tatuajes que me había encantado, pero, que se ha echado a llorar acordándose de su ex. No puedo con mi vida. Uno más y me voy, lo juro.

- ¿Me puedo sentar? -me llevo las manos a la cara y siento como alguien arrastra la silla. Alzo mis ojos para ver un castaño más alto con unos hermosos ojos marrones y bastante guapo. Pero ya he visto muchos guapos hoy, y no tengo ninguna esperanza con este.

- Si, por favor - le digo haciéndole un gesto con la mano, intentando mostrar lo poco que me queda de simpatía hoy. 

- Soy Nico y dime por favor qué eres normal.

- ¿Cómo de normal? -le pregunto algo sorprendida por su pregunta, pues por la expresión de su rostro comprendo que él tampoco lleva una buena noche. 

- Pues normal, que no me veas como un trozo de carne, que no seas una friki de la salsa barbacoa, que lleves bragas, que no te susurren los muertos al oído... Esas cosas -no puedo evitar reírme con lo que me dice pues entre los dos podríamos hacer una competición de mala suerte en la noche de hoy. 

- Soy Irene y por favor no me hables de fideua, de que tu madre te ha obligado a venir pero tú quieres a otro, de tu ex la legionaria y no pretendas llevarme a la cama de aquí a un minuto.

- Sinceramente me daba lástima a mi mismo pero es que lo tuyo es grave -me confiesa él soltando una pequeña carcajada. 

- Lo sé. Yo debería estar ahora mismo en mi casa viendo los dos últimos capítulos de "La rueda del tiempo" y no aquí -le admito luciendo ahora más relajada que cuando me senté al llegar- la final de la Supercopa que ahora va por el descanso.

- ¿Barcelona - Madrid? -le pregunto recriminándome por haberme olvidado de un partido tan importante. 

- Si. Y van empate a uno. A un amigo le ha dejado la novia y me ha arrastrado hasta aquí. ¿Y tú?

- Yo también he sido arrastrada por una amiga, aquella castaña que lleva media hora hablando con el rubio -Nico se gira para mirarlos y al volver a mirarme sonríe.

- Es casualidad, pero tú amiga está con mi amigo -me comenta él compartiendo los dos la sorpresa por la causalidad. 

- ¿En serio? Pues que guay entonces -los dos miramos como nuestros amigos hablan y coquetean entre sí, algo que hace sonreír por Rosa. 

- Oye, Irene. ¿Y si vienes conmigo a algún bar donde pueda terminar de ver la final de la Champions? Y te invito a tomar algo por la molestia -me propone Nico pareciéndome bastante atractiva su idea. 

- Tienes suerte de que me guste el fútbol y además estoy harta de estar aquí -le contesto poniéndome en pie.

- Pues vámonos entonces antes de que suene la señal.

Nico se levanta y me sigue a través del local. Le hago un gesto a Rosa diciéndole que me marcho y ella me sonríe al verme con Nico. Salimos a la calle y me dejo llevar por él a un bar bastante tranquilo donde podemos terminar de ver tranquilamente el partido.

Durante unos cuantos minutos, hablamos y comentamos las jugadas e intento no hacer sangre cuando el Madrid gana el trofeo, pues Nico es del Barcelona, y yo soy del Madrid. Al terminar, decidimos dar un paseo porque parece que ninguno de los dos, desea que acabe la noche aquí. 

- ¿Lo de ser de Madrid cuenta como anormal? -le pregunto a Nico riéndome y si, provocándolo un poco. 

- No, no cuenta. Además eres tan increíble que te lo perdono -su respuesta me hace sonrojar, agradeciendo que sea de noche y él no pueda verlo. 

- Uy, has dicho que soy increible. Ya me has ganado, Nico -el castaño me da una tímida sonrisa y ahora mismo que este chico me gusta muchísimo. 

- Tú también eres increíble, Nico. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con un hincha del Barcelona -le doy una mirada burlona a la vez que le saco la lengua encontrándome con algo de diversión en su rostro. 

- Yo también me lo he pasado muy bien, Irene. Y mira que no quería acompañar a mi amigo.

- Pues me alegro mucho de lo que lo hicieras.

- ¿Quieres venir el domingo conmigo al cine? - me pregunta antes de dejarme en la puerta de mi casa, después de más de media hora hablando sin parar. 

- Me encantaría -Nico y yo nos miramos unos segundos sin decirnos nada. Él se acerca muy despacio y yo siento que el corazón se me va a salir del pecho.

 Sus labios se posan en mi mejilla dejando un beso que hace temblar todo mi cuerpo.

- Buenas noches Irene, hasta el domingo -se despide él de una forma bastante dulce. 

- Hasta el domingo.

Me doy la vuelta entrando en el portal de mi edificio muy feliz. 

Solo me han bastado 5 minutos para darme conocer a alguien que si que vale la pena.

📆 Domingo...

Nico me ha mandado un mensaje diciéndome que en 5 minutos está aquí. Estoy nerviosa, no puedo negarlo. Me he cambiado de ropa 80 veces y por lo menos con lo que llevo puesto ahora me veo aceptable. Estoy pintándome los labios cuando Rosa llama a mi puerta y entra en mi habitación. 

- ¿Te gusta el jersey que me he puesto? -le pregunto, extrañándome un poco al ver esa expresión tan seria en su rostro. 

- Irene, tengo que contarte algo -me habla ella manteniendo esa seriedad, algo que está empezando a preocuparme.

- ¿Qué ocurre, Rosa?

- ¿Vas al cine con Nico, verdad?

- Ya sabes que si -le respondo pues llevo toda la semana entusiasmada con la cita y me he puesto bastante pesada con mi compañera de piso. 

- Es que Theo, el chico que conocí en el pub y amigo de Nico... pues que me ha dicho que tiene novia.

Siento ahora mismo la desilusión y también la decepción instalarse en todo mi cuerpo. Ya sabía yo que Nico no podía ser tan perfecto. Todos los tíos son iguales de cabrones. 

- Genial, Rosa. ¡Tengo una suerte que te cagas con los tíos! -exclamo tirando la barra de labios con mucho impetú contra el lavabo. 

- Joder. Cuanto lo siento, de verdad. Por lo que me has contado se veía un buen tío.

- Da igual Rosa, total otro tío que me sale rana -mi móvil suena con un mensaje. Lo miro y es Nico. Resoplo y cojo las llaves de casa.

- ¿Dónde vas, Irene?

- Está abajo. Voy a decirle a la cara lo cabrón que es.

No le doy tiempo a Rosa que me detenga cuando salgo de mi casa cabreada no, lo siguiente. Se va a enterar este quien soy yo. Estará muy bueno y será muy simpático, pero eso no quita que sea una mala persona..

En cuanto salgo del portal, lo primero que veo es a Nico, dándome mucho coraje que tenga novia, porque realmente me gustaba. Él avanza hacia donde estoy, pero corto su acercamiento, levantando una de mis manos. 

- La otra noche se te olvidó contarme un detallito, Nico -le suelto sin ni siquiera saludarlo.

- ¿Un detallito? ¿De qué hablas?

- De qué tienes novia -espero para ver su reacción, y sinceramente, no es la que esperaba, pero, podría ser un perfecto mentiroso y un actor de primera. 

- ¿Novia yo? - él me mira muy confundido y por un momento me lo creo y todo.

- Si, novia. Tu amigo Theo se lo ha dicho a mi amiga Rosa. Pensé que eras diferente pero resulta que eres igual que todos, un cabrón.

- Irene, Theo os ha mentido. Yo no tengo novia. No te haría esa putada. Joder, me gustas y mucho, y si tuviera novia yo no estaría ni aquí -me cuenta él intentando convencerme de algo que sé que no es verdad. 

- Mira, Nico, cuando lo dice tu propio amigo por algo será...

- Irene , confía en mí, te juro que no te estoy engañando. No tengo novia -vuelve a repetirme no teniendo esto ningún éxito porque no quiero saber nada de él. 

- Lo siento Nico, pero yo, no te conozco de nada. Adiós.

Dejo al castaño allí en la calle tirado y me subo a casa sintiéndome mucho peor que cuando me he enterado que tenía novia. 

¿Me habré equivocado y Nico me ha dicho la verdad?

📆Un mes después...

Mi jefa me ha mandado  a una de las filiales de nuestra empresa para que el director del departamento de dirección repase unos planos que hemos hecho en nuestra sección. No es algo que se pueda enviar por internet ni por mensajero, pues si hay alguna duda, aquí estoy yo para resolverla.

Durante este mes, Rosa intentó convencerme para ir de nuevo a ese sitio de citas. Me negué en redondo porque no me genera confianza, y porque también paso de conocer personas que sé que no me van a merecer la pena.

Subo en el ascensor hasta la planta que mi jefa me dijo que estaría la empresa. Al salir, me encuentro muchas puertas y algunas sin señalizar. Con tal de no hacerme un lío, decido preguntarle a un chico que está bebido agua de una de las fuentes del pasillo. Me acerco con cautela y alzo un poco mi voz para que me escuche. 

- Perdona, ¿podrías decirme dónde está Global Electronic?

- Si, claro, está...

El chico de la fuente se pone erguido y sus palabras mueren en su boca al verme. Nico. Aquí. Delante mí. Con esa sonrisa y esa cara. Joder, si es que está más bueno que hace un mes.

- Irene -pronuncia él mi nombre con relativa calma. 

- Nico. ¿Qué haces aquí? -le pregunto intentando esconder mis nervios, algo muy difícil cuando me dedica esa sonrisa. 

- Soy becario, de hecho en Global, ¿y tú?

- Yo, en Universal Electronic. De hecho estoy buscando el departamento de dirección para dejarle una documentación. 

- Es mi jefe, ¿son los documentos del nuevo dispositivo? -me pregunta él mirando la carpeta que tengo en mis manos. 

-Ah, si.

-Bien, pues sígueme.

Nico me hace un gesto con su mano para que vaya tras de él, algo que hago sin dudar, aunque aún intentando recuperarme de la impresión de verlo aquí. Y si, estoy nerviosa y también le estoy mirando el culo. Él me lleva por un largo pasillo y llegamos hasta una puerta con el logo de la empresa. La abre y entramos en unas enormes oficinas. Nico me lleva hasta un despacho que hay al fondo y entramos los dos.

En el fondo del despacho, hay una mesa, tras la cual está sentada un hombre no muy mayor, que en cuanto entramos deja todo lo que está haciendo para recibirnos. 

- Peter, es Irene de Universal. Te trae la documentación -Nico me hace pasar dentro del despacho y su jefe me saluda de forma bastante amable. 

- Encantada, Irene, pasa por favor. Nico espera y no te vayas.

Nico se coloca a mi lado mientras yo le doy la documentación a Peter. Él la coge y se sienta en su sitio de nuevo abriendo la carpeta. 

- Tardaré un rato en leerla y comprobar las cifras, Irene -me dice el jefe de Nico mirando toda la documentación que le he traído. 

- Lo sé. No pasa nada. Tengo que quedarme hasta que esté de acuerdo y lo firme - le respondo encogiendo mis hombros.

- Perfecto entonces - Peter me da una sonrisa satisfecha y se gira para mirar a Nico- ¿te importa enseñarle todo esto? Y de camino la invitas a comer, que no quiero que luego tu jefa me regañe por no haber sido hospitalario. 

- Claro, sin problema. ¿Vamos, Irene? -Nico me tiende la mano para que lo siga.

Salgo tras él no sin antes despedirme de Peter y quedar que en un par de horas volvería. Mientras camino detrás de Nico, soy consciente de que no voy a poder escapar de él y que si o si, vamos a tener que hablar.

Durante una media hora, más o menos, él se dedica a enseñarme la empresa y a presentarme un par de compañeros. El ambiente que hay aquí me gusta porque es igual que donde yo trabajo. Con el paso de los minutos me relajo, y más cuando Nico me lleva a un restaurante chino donde de nuevo, la conversación entre nosotros surge de forma espontánea, sin tocar lo que paso cuando nos conocimos. 

Hasta ahora. 

- ¿Puedo hacerte una pregunta, Irene? -me dice Nico una vez que ha terminado de comer. Me temo cual va a ser la pregunta y mi respuesta será rápida también. 

- Dime.

- ¿Has vuelto a ese bar de las citas?

- Nooo. ¿Por qué habría de hacerlo? -le pregunto algo extrañada pues no esta esta la pregunta que esperaba. 

- Tu amiga Rosa me dijo que si lo habías hecho.

- ¿Rosa? ¿Y cuándo has hablado con ella? -Miró a Nico un poco desconcertada porque Rosa no me había dicho que había hablado con él y me sorprende también que le haya dicho lo del bar cuando no es verdad.

- Bueno, me llamo ella un día para quedar. Creí que era para hablar de ti, y de lo que pasó.

- No me lo ha dicho -le respondo bastante molesta, sobre todo con mi compañera y amiga por haberme ocultado algo tan importante. 

- Irene, ¿ella fue la que te dijo que yo tenía novia?

- Si, me dijo que se lo había dicho Theo -Nico chasquea su lengua y se echa hacia atrás en la silla resoplando.

- Theo no le dijo nada. De hecho salieron del bar y no volvieron a quedar más, Irene. Mira, no tenía ni tengo novia. Creo que tu amiga te ha engañado -me quedo mirando a Nico pensando en todo lo que me ha dicho y si, lo creo a él en vez de a mi amiga- Irene. Rosa me dijo que habías conocido a alguien en ese bar y que por eso era mejor que no intentara verte más. 

- ¡Eso no es verdad! Joder, si llevo un puto mes en el que no he dejado de pensar en ti, como para que me guste otro.

Nico abre sus ojos muy sorprendido por mis palabras, mientras yo siento que mis mejillas me arden a causa de mi confesión. Él coge una de mis manos y entrelaza sus dedos con los míos.

- Yo también he estado pensando en ti, Irene.

📆Un par de días después...

Esta noche voy a salir con Nico. Solo espero y rezo que no pase nada porque estoy emocionada. Me pinto los labios y salgo de mi dormitorio cogiendo mi bolso. Rosa está en el comedor en pijama viendo la tele, parando la película que está viendo para fijar su atención en mi. 

- ¿Vas a salir? - me pregunta con bastante curiosidad. 

- Si, he quedado con un compañero de trabajo. Nada serio. Cenar y tomarnos algo -le respondo sin querer darle más información. 

- Vale, guay. Ya me lo presentarás si está bueno.

Te voy a presentar una mierda, pienso antes de irme. Le doy una irónica sonrisa y salgo de mi casa cabreada. Aún no le he dicho nada de lo de Nico pero se lo pienso decir a la hija de puta esta.

Bajo las escaleras y salgo de mi portal. Nico ya está esperándome apoyado en su coche. En cuanto me ve venir se pone erguido y una gran sonrisa se dibuja en su cara. Voy hacia él con el corazón latiéndome muy deprisa. Le doy dos besos en la mejilla pero él desvía su cara y acabo estrellando mis labios con los suyos y lejos de apartarnos acabamos besándonos los dos ansiosos el uno del otro. Cuando me separo, él me agarra las mejillas y me las acaricia muy suavemente.

- Que ganas tenía de besarte, Irene -me confiesa temblándole un poco la mano al posarla en mi cuello. 

- Y yo de que lo hicieras.

-Vamos, te voy a llevar a un sitio que espero que te guste. 

Me dejo llevar por él dejando que él me abra la puerta de su coche. Me siento en el y casi no me entero del camino al restaurante de comida alemana. donde él me trae, debido a como de nuevo, nos ponemos a hablar de cualquier cosa. 

Una vez en el restaurante, le cuento el rollo que le soltado a Rosa cuando salía de casa para que me dejara en paz con sus preguntas. 

- En teoría si somos compañeros de trabajo, Irene -me recuerda él teniendo que darle la razón. 

- Bueno, si. Estamos en dos filiales. Ya es mucha casualidad ¿no? -Nico coge una de mis manos y deja un suave beso en ella.

- Yo creo que es más bien el destino, Irene. Que nos conociéramos en aquel bar y que nos hayamos encontrado hasta estar ahora mismo aquí es el destino ¿no crees?

Ahora mismo siento que me puedo desmayar de un momento a otro. Nico es tan dulce que me tiene loca perdida. Terminamos de cenar entre risas, confidencias y miradas escondidas. Después de ese primer beso vienen muchos más. Y para cuando me quiero dar cuenta estamos en su coche decidiendo si ir a su casa o a la mía.

- En tu casa está Rosa -me recuerda Nico alzando una de sus cejas, pues nos morimos por estar juntos y no queremos esperar. 

- Y en la tuya 2 peruanos y un alemán... Vamos a la mía mejor -Nico se acerca a mi y posa de nuevo sus labios en los míos. Es un beso muy lento que me deja con ganas de más. Con ganas de él.

- Me muero por dormir contigo, Irene.

- ¿Dormir? - alzo una de mis cejas y lo miro riéndome a la vez que me muerdo el labio superior provocándolo de esta manera. 

- Es que si te digo que quiero acostarme contigo, te asusto.

- No, no me asustas porque yo también lo estoy deseando.

- Pues creo que a la puta de tu compañera le vamos a dar de noche, porque quiero que grites bien fuerte mi nombre para que la despiertes

📆A LA MAÑANA SIGUIENTE

Despertar en los brazos de Nico creo que es lo más increíble que me ha pasado en mucho tiempo. Anoche fue una locura. La primera vez que lo hicimos fue muy rápido de las ganas que nos teníamos, pero la segunda vez nos tomamos nuestro tiempo y puedo decir que disfrute muchísimo. Él es tierno, apasionado y me hace reír. Me gusta muchísimo y anoche me dijo que quiere que nos sigamos viendo pero en plan novios. 

Y vale, no le he chillado para no espantarlo.

Salgo de mi dormitorio cerrando la puerta mientras él sigue dormido. Voy a la cocina y Rosa está allí sentada, mirándome y ofreciéndome una sonrisa torcida que ahora mismo detesto. 

- Y eso que solo era un compañero de trabajo, eh, Irene... -me provoca ella con una maliciosa carcajada. 

- Pues no, no lo es. Es Mi novio, estamos saliendo -Rosa deja su taza de café en la mesa y me mira muy confundida. Lee doy una media sonrisa y empiezo a prepararme un café, dándole la espalda para ignorarla. 

- ¿Novio? No me lo habías dicho, Irene -me recrimina ella alzando un poco su tono de voz. 

- Pues te lo digo ahora -le contesto de forma fía y bastante seca. 

- ¿Y lo conozco?

- Claro que si...

- Buenos días -me giro para ver entrar a Nico en la cocina. Ya está vestido pero sin peinar. Está monisimo con todo su pelo revuelto. Rosa lo mira de arriba a abajo patidifusa.

- ¿Vosotros? - nos pregunta mirándonos. Nico se acerca hacia mi, poniendo una de sus manos en mi cintura. Me dejo atraer por él acabando bien pegada a su cuerpo. 

- Pues si - le contesta Nico - estamos saliendo, a pesar de ti.

- ¿De mi? No sé de qué hablas, tío -Rosa se levanta de la silla muy cabreada y pasa a nuestro lado. Me da una gélida mirada saliendo de la cocina.

- Enhorabuena, Irene. A ver lo que te dura este que tú no sabes conservar a un novio -estoy por irme a por ella cuando Nico me sujeta de la cintura.

- Ei, no merece la pena. Está celosa y lo sabes -me aconseja él intentando calmarme con un beso en la mejilla. 

- Ya, pero se merece que le diga 4 cosas y no me pienso quedar callada.

Y no lo hice. 

 En cuanto volví del trabajo, empecé a atar cabos y a confirmar cosas que yo intuía pensando que eran tonterías mías. La muy puta llevaba mucho tiempo saboteando mis relaciones. No le pegué por no liarla, pero, conseguí que se fuera del piso una semana después, quedándome en la gloria.

Ahora estoy en mi casa terminando una cosa del trabajo. Nico me ha mandado un mensaje preguntándome si podía venir a mi casa a pesar de la hora que era. Unos minutos después,  llama al timbre y voy a abrir con muchas ganas de verlo.

En cuanto nos vemos nos lanzamos el uno al otro para besarnos con muchas ansias. Y eso que nos vimos ayer. Me separo de él y lo llevo hacia el comedor cogida de su brazo. 

- ¿Qué te pasa Nico? Tienes mala cara -cojo sus mejillas entre mis manos para que él me mire y así averiguar que le sucede. 

- Mis compañeros de piso, que no me dejan dormir. Los peruanos parecen que tienen horario de allí. Duermen de día y dan por saco de noche -se queja él amargamente, de algo que yo he vivido alguna vez. 

- O eso, o que son vampiros -le digo riéndome. Abrazo a Nico y dejo que él repose su cabeza en mi pecho. Poco a poco su respiración se va ralentizando hasta calmarse del todo. 

- Oye, Nico - mi novio se incorpora medio dormido para poder escuchar lo que voy a decirle- ¿Tú porque no te vienes aquí a mi piso? Me sobra una habitación... Y soy muy buena compañera de piso.

Nico parece pensarse mi propuesta, porque en realidad, le estoy pidiendo a mi novio que vivamos juntos, a pesar de llevar muy poco tiempo saliendo. Por fin esboza una sonrisa para mi alivio y mi alegría. 

- Me encantaría venirme a vivir contigo, Irene, pero con una condición.

- ¿Cuál?

- Que nuestras cenas duren más de 7 minutos...

- ¡Tonto! - le doy un pequeño toque en el brazo, aunque él me sujeta para sentarme en sus rodillas y que pueda rodearme con sus brazos. 

- Pero soy tu tonto. Además a mi me sobraron 5 minutos cuando te conocí. Con dos me bastaron para darme cuenta de que estaba loco por ti.

Historias con Nico González en mi perfil:

El último latido

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