Lucas Vázquez. Destinados A Quererse
📆Primeros de Septiembre, Domingo
📍Ciudad deportiva del Real Madrid
Todos en mayor o menor medida creemos en el destino en algún momento de nuestra vida. Según lo que nos haya sucedido, sea bueno o malo (aunque siempre es bueno) pensamos que es cosa del destino.
En el caso de nuestra protagonista puede que fuera el destino quien guiara sus pasos hasta vivir su historia de amor. La verdadera. La buena. La que te hace sentir felicidad. La que te hace sentir un intenso cosquilleo constante, que no dejes de pensar en esa persona a todas horas y sentir que tu corazón late más fuerte cuando estás cerca de él.
El destino de Celia empezó aquel día en Valdebebas, la ciudad deportiva del Real Madrid. Su hermana Raquel, una de las delanteras de equipo femenino, le había pedido infinidad de veces que fuera a verla a uno de los entrenamientos. Quería que sus compañeras conocieran a su pequeña sobrina, Leire, hija de su hermana, y por eso...
Sentada en la grada, Celia intentaba ver el entrenamiento de su hermana. Pero, la pequeña Leire no paraba de protestar en los brazos de su madre. A sus seis meses ya empezaba a descubrir el mundo, y no paraba quieta ni un minuto. Celia notó un leve olor desagradable en su hija, y comprendió que había vuelto a hacerse caca encima. Estaba claro que no podía cambiarla en la grada. Así que después de ponerse en pie, bajó las gradas caminando para dirigirse de nuevo hacia el edificio que había junto a este campo de entrenamiento, y así poder buscar un lugar donde cambiar a la pequeña.
Celia caminaba muy molesta. Llevar la bolsa de la niña y a la pequeña Leire en sus brazos mientras su móvil sonaba, la tenía bastante inquieta. Sacó el teléfono con la mano libre que llevaba y al ver el nombre en la pantalla de su suegra, intentó guardar este de nuevo en su bolso, con tan mala suerte que acabó cayendo al suelo. En su afán por cogerlo, la bolsa se abrió, derramándose su contenido también al piso para su desesperación. Encima, Leire, se puso a llorar y sus nervios se acrecentaron pues no era capaz de cogerlo todo a la vez.
- Déjame que te ayude, anda.
Celia alzó su mirada para encontrarse con los ojos caramelo más bonitos que había visto en su vida. Delante de ella tenía a un muchacho de su misma edad, si acaso un par de años más joven. Era de su estatura, pelo castaño, complexión media pero fuerte a juzgar por como se le marcaban los bíceps a través de la camiseta blanca. Y su sonrisa, dios, su sonrisa era lo más bonito que había sentido hoy en todo el día.
Ella le sonrió algo nerviosa, pues incluso su corazón empezó a latirle de forma exagerada en el pecho, sorprendiéndola por este motivo. El chico empezó a recoger el contenido de la bolsa, ayudándola a meterlo todo dentro, así como tenderle su teléfono móvil, que por suerte, aún seguía intacto.
- Gracias. Necesito encontrar un sitio para cambiarla -le pidió al chico aún bastante inquieta pues la pequeña Leire no dejaba de llorar.
- Vale - el muchacho terminó de recogerle las cosas, mientras miraba embobado a la pequeña - la enfermería está libre y allí estarás más cómoda. Sígueme.
El chico se llevó la bolsa al hombro y la instó a que lo siguiera. Cruzaron un ancho pasillo y el abrió una puerta dejando que ella pasara primero. La enfermería solía estar ocupada con algún lesionado a estas horas, pero el destino quiso que estuviera vacía. Así que entraron en la sala. Ella puso a la niña encima de la camilla mientras Leire se ponía roja de tanto llorar. El castaño le acercó la bolsa y se quedó a su lado por si necesitaba ayuda.
- ¿A que te ayudo? - le dijo él sin poder dejar de mirarla. La joven madre era bastante bonita y sería un pecado dejarla aquí sola y no echarle una mano.
- Te diría que a nada, pero estoy muy agobiada. ¿Podrías buscarme las toallitas y los pañales?
- Claro, ahora mismo.
El muchacho rebuscó en la bolsa hasta dar con lo que ella le había pedido mientras veía como desvestía a la pequeña. Le dio una pequeña caricia a la niña intentando que se calmara. Los ojazos azules del bebé lo miraron con curiosidad olvidando, porque lloraba concentrada en esta nueva persona que la miraba de una manera muy dulce.
- Gracias - le dijo ella con una amable sonrisa - soy Celia, ¿y tú?
- Lucas -le contestó él sin saber si mirar más a la madre o a la niña de lo bonitas que eran.
- Encantada, Lucas y gracias por todo esto.
- Sin problema, me encanta limpiar caca de bebé -Celia lo miro riéndose porque él hacía lo mismo.
Sabía quien era porque su hermana no paraba de hablar de él. Era Lucas Vázquez. El crush de Raque. Ahora entendía porque su hermana estaba tan fascinada con él. Además de guapo era muy amable y esa sonrisa la estaba volviendo loca. Lucas la ayudó entreteniendo a Leire con palabras tiernas y dulces haciendo que la pequeña se riera. Celia terminó de cambiarla y de vestirla en unos minutos.
- ¿Te importa cogerla, Lucas? Así recojo todo esto -lo pidió abrumada por todo lo que estaba sintiendo en éste momento.
- Claro, sin problema.
Celia le dio a Leire al castaño y él la cogió al principio con algo de miedo, pero después se acostumbró rápido a ella y empezó a hacerle cosquillas en las mejillas, mientras su madre recogía el pañal y todo lo que había usado para cambiarla. Cuando Celia guardó sus cosas en la bolsa y se giró, lo que vio la hizo temblar de los pies a la cabeza.
Leire había puesto sus dos manitas en las mejillas del chico y le daba cortos besitos en la cara haciendo que Lucas se riera. Se quedó un rato mirándolos con algo de anhelo. Su hija no tenía un padre que le hiciera todas esas cosas ni la mirara con el cariño conque Lucas lo hacía.
El jugador del equipo madrileño desvío su mirada hasta encontrarse con la de la chica y ambos se miraron fijamente unos segundos en los cuales sintieron que estaban solos y que este momento único, en el cual sus miradas y sus corazones parecían buscarse, les pertenecía a ellos y solo a ellos.
El sonido de voces en los pasillos los trajo de vuelta a la realidad. Celia se acercó a Lucas y él le tendió a Leire con mucho cuidado. Volvieron a mirarse a los ojos y esta vez fue la morena la que desvió la mirada muy nerviosa.
- Bueno muchachita, nos vamos a ir que la tita nos está esperando. Dile adiós a Lucas, cariño mío.
Celia acercó a la niña al castaño y él le dejó un tierno beso en la mejilla de la pequeña. Miró a la madre queriendo besarla también pero no le dio tiempo, porque ella le digo las gracias y salió apresuradamente de la enfermería dejándolo con una sensación de vacío enorme.
Lucas salió de la pequeña sala mirando como Celia se alejaba con la pequeña Leire. Se quedó en la puerta mirándolas deseando haberle dicho algo más, o por lo menos pedirle el teléfono o lo que fuera.
- ¿Qué miras, Luquitas? -la graciosa voz de Nacho, uno de sus compañeros le hizo dejar de mirar a la morena.
- Nada y todo -Nacho desvió su mirada hasta comprender que era lo que su compañero miraba con tanto anhelo. Era la primera vez en mucho tiempo que veía los ojos del gallego brillar de esa manera.
- ¿Quién es, Vázquez?
- No tengo ni idea. Sólo sé que se llama Celia y...que es guapísima...aunque bueno, tiene una hija, y si tiene una hija, tendrá un marido.
📆 AL DÍA SIGUIENTE
El entrenamiento había finalizado hacía solo media hora. Lucas estaba terminando de atarse las zapatillas pensando en el partido del próximo domingo. El rival era de los duros, pero tenían mucha fe en conseguir los tres puntos. Su amigo Nacho se sentó a su lado y le dio una palmada en el muslo que le hizo protestar airadamente.
- Cuando quieras me das las gracias, Luquitas -le pidió él con una burlona sonrisa.
- ¿Y eso?
- Celia Morón, es la hermana de Raquel Morón, la delantera del femenino. Tiene 29 años, es asesora laboral y efectivamente, la pequeña es su hija, Leire, 6 meses y...es viuda...
- ¿Viuda? -casi se atragantó Lucas con la palabra. No esperaba que la chica lo fuera tan joven.
- Si, viuda. Su marido se murió cuando ella estaba embarazada de dos meses, en un accidente de coche.
- Ostias, tío, que fuerte. ¡Que palo más grande! ¿Y tú como sabes todo eso? -le preguntó deseando que Nacho le contara más cosas sobre Celia.
- Una de las amigas de la hermana. Le he tenido que prometer dos entradas Vip para el clásico, pero, ha valido la pena por ver tu cara.
Le agradezco a Nacho toda la información y lo que ha hecho por mi. Ahora solo me falta verla de nuevo, o atreverme a pedirle a Raquel el teléfono de su hermana con las consiguientes explicaciones. Cada vez que me acerco a ella me pone ojitos y parece que quiere devorarme. Salgo del vestuario esperando a mi amigo para que me lleve a casa. Solemos turnarnos para venir a Valdebebas. No tiene sentido ir en dos coches cuando vivimos tan cerca el uno del otro. Estoy llegando al aparcamiento cuando siento que el corazón se me detiene y cuando vuelve a latir, lo hace cada vez más rápido.
Celia acaba de bajarse de su coche y está abriendo la puerta de atrás para sacar a la pequeña Leire de los asientos. No lo dudo ni un instante y me acerco a ellas nervioso perdido. Esta es mi oportunidad.
- ¿Te ayudo? -le pregunto con mi mejor sonrisa. Celia se da la vuelta y al verme su mirada se torna brillante a la vez que curva su boca hacia arriba.
- Lucas. Vaya siempre que necesito ayuda, apareces. Al final voy a acabar pensando que eres mi ángel de la guardia.
Celia acorta la distancia que nos separa y pone en mis brazos a la pequeña Leire. Volver a sentir este cálido cuerpecito hace que mi corazón se ensanche de felicidad. Su madre termina de sacar las cosas del coche y cuando ambos nos miramos, de nuevo siento la misma sensación que tuve ayer en la enfermería, que esa mirada y esa sonrisa son sólo para mi. Ambos permanecemos así unos buenos segundos, mirándonos sin querer hablar para no estropear el mágico momento.
- ¡Celia! ¡Celia! -la insufrible voz de Raquel viniendo hacia nosotros vuelve a sacarnos de nuestro pequeño mundo. Cuando la delantera madrileña se acerca y ve que estoy con su sobrina se queda un poco sorprendida de vernos- vaya, hola, Lucas.
- Raquel -le respondo con molestia, pues la jugadora no me cae especialmente bien.
- No sabía que os conocierais. No me habías dicho nada, Celia -Raquel le recrimina a su hermana este hecho, logrando que sea Celia la que chasquee su lengua tras sus palabras.
- Y yo no sabía que tenía que darte una lista de toda la gente que conozco. Bueno, ¿vienes o que? -le pide Celia muy enfadada.
- Pues no. Me voy con mis compañeras a comer -le contesta Raquel con una sonrisa mordaz en su rostro, una que hasta a mi me desagrada.
-¡ Podías habérmelo dicho! Joder, Raquel, que hace mucha calor para traer a Leire aquí a las dos de la tarde.
- Bueno, hermanita. No tengo que darte explicaciones de mi vida ¿no?. Luego nos vemos -Raquel se va no sin antes darme un repaso de arriba a abajo que me hace sentir bastante incómodo. Me giro para ver a Celia cabreada, mirando como su hermana se marcha dejándola tirada.
- Perdona que te diga, pero tu hermana es una cabrona -si, lo sé, no debería echar más leña al fuego, pero es que no he podido evitar decírselo. Celia me mira apretando los labios y de pronto se pone a reír.
- Te invito a comer si luego me llevas a mi casa -le digo así, sin pensarlo- y así por lo menos que te merezca la pena el viaje.
- ¿Pues sabes qué? Que si, que acepto tu invitación. Porque luego le voy a restregar a mi hermana en toda su puta cara que Lucas Vázquez me ha invitado a comer, y se va a morir de envidia la muy gilipollas.
Lucas es increíble. Creí que íba a sentirme más nerviosa por estar a solas con él, y nada más lejos de la realidad . La conversación ha ído surgiendo poco a poco hasta contarnos casi toda nuestra vida. La comida se ha convertido en un café y al final hemos acabado merendando en su casa, pues Leire estaba muerta de sueño y él es quien vive más cerca de lo dis. Sobre todo porque no queríamos ninguno que este día acabara.
Mi pequeña está durmiendo en la cama de Lucas, totalmente rendida. Muchas emociones para el día de hoy.
- Tu hija es preciosa, Celia. Perdona que te diga pero me tiene loco -Lucas la mira bastante embobado con ella, algo que le entiendo porque a mi me tiene igual.
Salimos ambos del dormitorio y lo sigo hasta el comedor dejando las puertas abiertas por si la pequeña se despierta. Él ha hecho café y nos lo vamos a tomar con una caja de galletas de mantequilla. Y según han pasado las horas, me he dado cuenta de que me gusta, pero me gusta muchísimo. Es muy atractivo, simpático, agradable, y me hace reír, y si joder, está muy bueno.
Estoy por sentarme en el sofá, cuando mi móvil suena. Miro en la pantalla quién es e ignoro la llamada, resoplando fastidiada al ver que es otra vez mi ex-suegra.
- ¿Estas bien, Celia? -me pregunta Lucas al ver mi rostro tan preocupado.
- No, no lo estoy. Mi ex-suegra no para de llamar. Por cojones quieren que les deje a Leire un día a la semana y no entienden que ella es muy pequeña y que no se la voy a dejar a ellos a solas. Me tienen agobiada.
- ¿No te llevas bien con ellos?
- No mucho la verdad. Cuando el cabron de mi ex-marido murió, ellos escondieron las circunstancias de su muerte para que la gente no se enterara de lo hijo de puta que era.
Lucas se queda mirándome bastante perplejo tras mis palabras y decido contárselo todo para que no piense cosas raras de mi.
- Cuando murió iba en el coche con su amante - le explico a Lucas aún sintiéndo esa punzada en el pecho por su traición- estaban escondidos en mitad del campo y un tractor los vio y se los llevó por delante. Estaban desnudos en plena faena. Ella estaba encima de él y le rompió el pene con el golpe...
Lucas se me queda mirando apretando sus labios. Musita un breve lo siento y lo veo sonreír un poco. Nos miramos los dos y entonces Lucas empieza a reír contagiandome la risa y haciendo que me ría yo también hasta llorar.
- Lo siento, Celia, de verdad que lo siento. Es que me lo estaba imaginando y no lo he podido evitar. Supongo que sería muy duro para ti -me pregunta él una vez calmadas las carcajadas.
- ¿Sinceramente? Y con esto seré mala persona. Fue un alivio que se muriera. Me tenía amargada y ya no lo quería. Lo iba a dejar cuando me enteré que estaba embarazada, así que... -muevo mis hombros y le sonrió a Lucas mientras él se pone algo serio mirándome.
Acorta la distancia que nos separa, acercandose muy lentamente hacia mi. Pone una de sus manos en mis mejillas, rozándomela muy despacio.
- Tu ex fue idiota por no tratarte como debías.
Los labios de Lucas rozan los míos muy poco a poco. Siento mariposas en mi estómago y un agradable cosquilleo por todo mi cuerpo. Sé que quiere ir lento con el beso, pero los dos tenemos ganas de más y acabamos besándonos hasta que nos quedamos sin respiración.
- Joder, Lucas. Hacia tiempo que no me besaban con tantas ganas.
-Tranquila, que las ganas no acaban aquí.
Celia y Lucas empezaron a verse más a menudo. Quedaban para cenar, comer o salir a pasear. Siempre con Leire, porque a Lucas le encantaba estar con la pequeña. Aunque al final siempre acababan o bien en casa de él o de ella, comiéndose a besos en el sofá.
Celia estaba muy a gusto con Lucas, en la vida había sentido lo que sentía por él y tenía un miedo enorme de que todo saliera mal.
Un sábado el joven futbolista la invito al Bernabeu a ir a verlo jugar. Lucas le había regalado a la pequeña Leire su camiseta con su número y Celia no dudó ni un minuto en ponérsela. La niña estaba monisima y su madre le hizo unas cuantas fotos para mandárselas a Lucas, quien las vio antes del partido y creyó morirse de amor, por la niña y por la madre.
Así que cuando salió al campo, sólo pensaba en marcar un gol y dedicárselo a ellas, a sus niñas. En una de las ocasiones, cogió un balón con muchas ganas y fue directo a portería lanzándolo por toda la escuadra. Fue gol. Un golazo. Lucas hizo un corazón con sus manos y se lo lanzó a Celia, la cual gritaba loca de contenta con su pequeña en los brazos.
Su hermana Raquel la miraba con rabia. Le habían dicho que su hermana y Lucas estaban saliendo. Ella no lo creía porque Celia sabía que a ella le gustaba el gallego y no pensaba que su hermana la traicionara así, de esta manera. Y después de ver lo que acababa de ver, sus sospechas se confirmaron. Y la rabia y la furia la consumieron por completo.
No iba a permitir que su hermana le quitara al chico que le gustaba. Haria lo que fuera con tal de hacer que rompieran.
No era la primera vez que conseguía que uno de los novios de su hermana la dejara por ella, aunque con su cuñado casi lo consiguió, lo que pasa que él prefirió a su secretaria.
Pero esta vez no sería así.
Lucas, sería suyo.
- Se ha quedado frita - le dijo Lucas mientras volvía al comedor. Estaban en casa de Celia y él acababa de acostar a la pequeña.
- Es que no habéis parado los dos en toda la tarde. Y después de los dos golazos que has metido no sé como todavía tenías energía para jugar con ella - le dijo Celia mientras dejaba que él la agarrara de la cintura.
- Tengo energía para eso y para más, Celia.
- ¿Para más, que? -le preguntó Celia mordiéndose los labios. Era tal el deseo que sentía por él que ya no podía aguantarlo más.
- Para llevarte a tu cama y hacerte el amor toda la noche .
Celia puso sus manos en su cuello acariciando la suave piel de su nuca. Se acercó a su oído para susurrarle lo que quería.
- Ya estás tardando, Vázquez.
Cuando Celia se levantó a la mañana siguiente, Lucas ya no estaba en la cama. Se puso su bata y salió del dormitorio atraída por las risas en el comedor. Al entrar, lo que vió, hizo que su corazón latiera muy deprisa y que le dieran unas ganas tremendas de llorar emocionada. Lucas estaba sentado en el sofá dándole el biberón de cereales a Leire, la cual lo tenía entre sus manos y de vez en cuando se lo quitaba de la boca para hablarle a Lucas en un idioma que al parecer sólo conocían ellos dos. Celia estuvo un rato mirándolos hasta que el gallego alzó sus ojos para verla y le dió una sonrisa que le hizo enloquecer todo el cuerpo.
- Buenos días, mami -le dijo el gallego- nosotros ya estamos desayunando.
- Ya os veo, ya -Celia se acercó a ellos y su hija le acarició la mejilla con sus tiernas manitas.
- Me levanté al baño y la escuché moverse. En cuanto me vio empezó a reír y me echó los bracitos.
- ¿Cómo has sabido hacerle el biberón?
- Celia, yo me fijo en ti cuando haces las cosas, y tratándose de Leire, más todavía.
Aquel miércoles por la mañana Celia se levantó sonriendo. Lucas acababa de mandarle un mensaje de buenos días que la hizo sonreir como una boba. Esta noche tenían partido de Champions, uno muy importante y ella iría a verlo con Leire. Lucas le había contado que anoche tuvieron que concentrarse en sus habitaciones de Valdebebas dado la importancia del partido.
Lo que ella estaba sintiendo por él no era normal. Estaba enamorada si, lo estaba. Llevaban casi cuatro meses juntos y podía decir que estaban siendo los meses más felices de su vida. Lucas la trataba como si fuera única y que decir de Leire, se preocupaba tanto por su hija que no dudaba en ningún momento que él quería a la pequeña.
El timbre de la puerta la sorprendió pensando en Lucas. Fue a abrir y se encontró con la desagradable cara de su hermana Raquel. Aún no le había contado que salía con el gallego. A sus padres tampoco. No le apetecía escuchar como le daban consejos que no necesitaba, ni ver la cara de celos de su hermana.
- Vaya, hola, Raquel, ¿qué haces aquí? -le preguntó dejando que su hermana entrara en su piso.
- Pues nada, que hacía tiempo que no veía a mi sobrina y he decidido venir -le respondió forzando una sonrisa.
- Pues está dormida, Raquel.
- Ah, bueno, no pasa nada. Así te cuento lo que me pasó ayer -entraron a la cocina y Raquel se sentó en una de las sillas preparada para llevar a cabo su maléfico plan.
- ¿Quieres un café?
- Anda si, dámelo. Que no he dormido nada en toda la noche.
- Vaya, pues lo siento -es lo único que supo decirle Celia, fastidiada de tenerla ahí en su casa.
- Pues, yo, no. Anoche estuve en Valdebebas. Me llamo Lucas y estuve en su habitación...Ya te imaginaras lo que pasó, Celia. Joder, que tío. Estuvimos toda la noche follando como locos. ¡Es buenisimo en la cama, Cel!
Celia creyó que se iba a morir. Lo que le contaba su hermana no podía ser verdad. Intentó aguantarse las lágrimas que pugnaban por salir y se mordió los labios intentando no gritarle nada a esa persona que tenía delante y a la que a veces no reconocía.
- Pues, muy bien. Pero no me interesa tu vida sexual , Raquel, en serio. Si quieres ver a Leire, está en su habitación. Yo tengo que hacer mucho trabajo antes de que se despierte.
Celia salió de la cocina y fue a la habitación que usaba de despacho mordiéndose la mano de camino para no llorar. Tenía el corazón destrozado. Había confiado tanto en Lucas, le había entregado su corazón y le había dado todo de si misma, que estaba rota por dentro. Hizo como que trabajaba hasta que escucho a Raquel entrar en la habitación.
-Sigue dormida. Otro día vengo, Cel, ¿estás bien? te noto triste, ¿pasa algo?
- No, tranquila. Todo bien. Es que no he dormido muy bien. Otro día nos vemos, Raquel -le dijo deseando que se marchara de una vez para poder llorar en paz.
- Bien, adiós, Cel. Aunque bueno, no sé si ahora Lucas y yo nos veremos más asiduamente, te lo digo por si no quedamos mucho tú y yo.
- Tranquila, hermana. Estoy muy ocupada con el trabajo y con Leire.
Su hermana se acercó a ella y le dio un beso que a ella le pareció "el beso de judas". Raquel salió de casa de su hermana tremendamente feliz porque por fin había conseguido separar a Lucas de Celia y aunque ella no estuviera con él, lo importante es que su hermana tampoco lo estaría.
En cuanto Celia salió por la puerta se puso a llorar desconsolada. Estuvo todo el día ausente y sin ganas de nada y sólo Leire le arrancó una sonrisa de vez en cuando. No contestó las llamadas ni mensajes de Lucas. Estaba demasiado enfadada y temía decirle todo lo que se le pasaba por la cabeza, y no era nada bueno, desde luego. Y bueno, aún le importaba Lucas y tenía un partido muy importante esta noche. No quería provocar algo que hiciera que perdiera la concentración del partido. Lo que estaba claro es que entre ellos todo se había terminado.
Eran las doce de la noche cuando unos golpes en la puerta de Celia la hicieron levantarse del sofá sin saber muy bien quien llamaba con tanta insistencia. Se asomó por la mirilla y se tuvo que sujetar el corazón al ver que era Lucas quien llamaba, y con tal de que sus vecinos no chismorrearan le abrió dejándolo pasar muy enfadada.
- Celia, ¿que pasa? -le preguntó él muy preocupado. Intentó acercarse a ella pero Celia lo rehuyó- ¿Celia?
- ¿Qué quieres, Lucas?
- ¿Cómo que qué quiero? Saber si os pasa algo. Llevas todo el día sin coger mis llamadas ni mis mensajes y no has ído al partido, ¿qué pasa, Celia?
- Pasa que me he hartado de que juegues conmigo, Lucas, eso es lo que pasa.
Celia caminó por el pasillo hasta ir al comedor. Tampoco era cuestión de hablar en la misma puerta de casa. Lucas la seguía sin tener ni idea de lo que estaba pasando.
- Mira, Celia no sé que coño te pasa ni que coño he podido hacer para que estés así -le dijo él algo molesto por su actitud.
- Acostarte con mi hermana, por ejemplo.
- ¿Con tu hermana? ¿Acostarme yo? Mira, Celia, desde luego no sé que se está pasando por la cabeza para pensar lo que piensas, pero yo estoy contigo y jamás te sería infiel y perdona que te diga, menos con la zorra de tu hermana -le contestó él intentando descubrir porque su Celia pensaba eso de él.
- ¿Vas a decirme que anoche no fue ella a tu habitación de Valdebebas? Porque me ha contado que estuvisteis toda la noche follando como cabrones.
- Celia, tu hermana te ha mentido. Yo no me he acostado con ella y me duele que pienses que te engañaría. Nunca lo haría. Me importas mucho y Leire también. Además, que joder, que anoche ni siquiera dormí en Valdebebas. El hijo de Nacho se puso enfermo y lo lleve a su casa, y al final me acabé quedando a dormir y todo. Y si no me crees a mi...
Lucas sacó su móvil mirando como la fachada de cabreo que tenía Celia hacía un minuto fuera, iba cayendo poco a poco. Marcó el número de su amigo y él contestó al momento.
- ¿Qué pasa, Vazquez? Son más de las doce, espero que tengas una buena razón para despertarme. Acabo de acostar al niño que cuando he llegado se ha puesto malo otra vez.
- Vaya, tío, lo siento mucho. ¿Otra vez está como ayer?
- Menos, pero si, otra vez vomitando. Gracias, Lucas, por traerme a casa anoche y sobre todo por quedarte cuidando al peque. Se nota que estar con tu Leire te da experiencia con los bebes.
Lucas miró a Celia y vió como ella se llevaba las manos a la boca reprimiendo un jadeo. Se despidió de su compañero y guardó su móvil mientras miraba a Celia.
- ¿Me crees ahora, Celia? -le preguntó él deseando que ella lo hiciera.
- Lucas yo...
- MIra, amor, yo no sé que coño le pasa a tu hermana conmigo pero desde luego lo que te ha contado lo ha hecho para que precisamente me dejes -Celia se acercó a Lucas visiblemente emocionada y con ganas de llorar. Se arrojó a sus brazos y dejó que el gallego la abrazara intentando calmarla mientras ella se sentía fatal por haber dudado de él.
- Lo siento mucho, Lucas. De verdad que lo siento. Joder, creí a mi hermana sin ni siquiera pensar en ti, ni hablar contigo ni nada -se disculpó ella sintiéndose bastante mal por haber actuado de esta manera.
-La próxima vez me llamas, me preguntas, me cuentas...jolines, Celia que estoy loco por ti, que nunca se me pasaría engañarte, antes me muero.
- Lo sé. Lo sé, Lucas. Perdóname de verdad, por creer a mi hermana y dudar de ti.
- Claro que te perdono, amor -Lucas besó a Celia. Un beso de lágrimas, y de arrepentimiento. Siempre que se besaban parecía que el mundo se paraba en ese momento.
- ¿Te quedas a dormir, Lucas?
El gallego asintió y dejó que ella lo llevara de la mano a su dormitorio. Celia lo desvistió ante la atenta mirada del chico. Se besaron con calma, sin prisa, disfrutando uno del otro. Se amaron con nuevas promesas, se acariciaron cada centímetro de su cuerpo y se besaron hasta la locura.
- No te lo he dicho, Celia, pero estoy loco por ti porque te quiero -Celia abrió la boca y jadeó emocionada. Sintió una lágrima deslizarse por su mejilla y acarició la cara de Lucas sin dejar de sonreirle.
- Pues entonces yo también estaré loca, porque te quiero.
*** Dedicada a mi paparazzi de mi vida. A mi amiga del alma. Fiel seguidora y lectora y algo más para mi, y lo sabes. Por muchos más años juntas. Por muchas más historias, vídeos y fotos que compartamos. TE adoro tanto ***
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