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🔥Llorente y Hermoso. Amor a tres bandas

***Antes de que empecéis a leerla, os tengo que advertir que ésta es la historia que tiene escenas HOT muy explícitas (algunas son nuevas) así que, si alguien no quiere leerlas, está en su derecho de hacerlo y yo de decíroslo, pues no habrá solamente una escena. Para los que sigáis leyendo, que la disfrutéis ***

📆Viernes 13 de marzo de 2020

📍Madrid

Marcos colgó el teléfono y resopló muy fastidiado. Se llevo las manos a la cara y miró a Mario, su amigo y compañero de piso.

- ¿Qué pasa, Marcos? ¿Por qué esa cara? -le preguntó Mario viendo la indecisión en el rostro del rubio. 

- Mi madre que me ha pedido un favor enorme y le he tenido que decir que si. Sé que no te he preguntado, pero no te enfades ¿vale? -le pidió él antes de contarle de que se trataba. 

- ¿Qué quiere ahora tu madre?

- Verás. Tania, la hija de su amiga Mercedes. Me ha contado que los compañeros de su piso se han largado y la han dejado sola, y el casero le ha dicho que se vaya también porque vienen sus hijos y no tiene sitio para todos...

- ¿Y? -le preguntó Mario sabiendo perfectamente cual era la respuesta que su amigo le daría. 

- Pues que no puede volverse al pueblo y con lo de mañana...

- Marcos - Mario cruzó sus brazos y lo miró con no muy buena cara.

- Joder, Mario. Mi madre me ha pedido el favor de que se quede aquí durante la cuarentena. Le he tenido que decir que si. Nola vamos a dejar sola en la calle -le rogó él más por no enfadar a su madre que a su compañero de piso. 

- Tú siempre de buen samaritano, Marcos. Pues solo tenemos dos dormitorios, a ver dónde duerme -le advirtió el de pelo rapado con un gesto bastante molesto. 

- Pues yo contigo que para eso tienes una cama debajo y ella en mi cuarto -le propuso él arreglando de esta manera la estancia de Tania en su casa. 

- ¡Ni hablar! Te buscas la vida, Llorente, que para eso la has invitado tú. Seguro que es una niñata y no nos va a dejar en paz.

- Joder, tío. Pon de tu parte. Imagínate que fuera tu hermana. Ya te gustaría que alguien la ayudara -Mario miró a Marcos sin relajar su expresión ni un solo momento.

- ¿Cuántos años tienes? - le preguntó a su amigo.

- Ni idea. Que tenga 20, 21 años o así. Además es muy feilla, que la última vez que la vi tenía aparato en los dientes y usaba gafas de culo de vaso...

- ¿Y? A veces eres de lo más superficial, Marcos. Eso te pasa por follarte a la tía esa del aerobic. En fin, ya que la has invitado, intentaremos llevar la puta cuarentena de la mejor manera posible. Pero no me hagas ser sociable con la niña, que no me apetece.

Tania llegó un par de horas después. Venía con una maleta, un bolso cruzado y su portátil. Llamó al timbre con unas ganas tremendas de llorar. Iba a vivir con 2 chicos vete tú a saber por cuanto tiempo y estaba muerta de miedo porque no sabía cómo la tratarían. Su madre casi había obligado a la madre de Marcos ha aceptarla en su casa, y por lo que recordaba, el rubio era un chulo y un prepotente que siempre se metía con ella.

Cogió aire con fuerza y llamó al timbre. Esperó casi un minuto y la puerta se abrió apareciendo Marcos detrás de ella. Ambos se miraron como si se vieran de nuevo por primera vez. Tania ya no era la niña desgarbada que usaba aparatos en los dientes y que siempre iba hecha un desastre. Marcos tenía delante una preciosa rubia de larga melena rizada y curvas de infarto que lo miraban también muy sorprendida, pues, Tania pensó que  Marcos siempre había sido guapo pero no tan guapo como ahora. Estaba más alto, más fuerte y si , increíblemente sexy.

- ¿Puedo pasar? - dijo Tania con timidez. Esa voz tan sensual hizo que el miembro de Marcos pegara un respingo y le recordara que estaba allí.

- Si, claro. Pasa, Tania, perdona -Marcos se hizo a un lado y dejó que ella entrara cerrando la puerta tras de sí. La rubia dejó sus cosas en el suelo mirando a su alrededor con suspicacia.

- ¿Qué tal, como estás, Tania? -le preguntó él con mucha amabilidad. 

- Pues ya ves. Aún sin creérmelo. Es que joder, no he podido ni irme a mi casa -le dijo ella sintiendo el escozor de las lágrimas aún en sus ojos. 

- No te preocupes. Tú tranquila. Ésta es tu casa y lo que necesites aquí estamos Mario o yo. Por cierto, creo que por ahí viene -Tania se giró para ver como el tal Mario se acercaba por el pasillo.

 Tuvo que contener un jadeo al ver al increíble moreno de pelo rapado que la comía con la mirada. A ella le llamó la atención que aún sin ser tan atlético como Marcos, se notaba que estaba fuerte. Y esos ojazos claros que no le quitaban la vista de encima.

- Mario, ésta es Tania, la chica que se va quedar con nosotros -Mario la miró de arriba a abajo mientras una pequeña sonrisa se formaba en su cara.

Dios, pensó Tania, esta cuarentena iba a ser de todo menos aburrida.

📆Dos semanas después

El gobierno había prorrogado el estado de alarma dos semanas más. Tania, Mario y Marcos se habían repartido las tareas de casa y parecían llevarse bastante bien. La chica había resultado ser más divertida de lo que pensaban aunque se notaba que entre los tres había mucha tensión. Ella era una chica muy guapa y los dos amigos aun no estaban acostumbrados a verla pasearse por casa.

Ella dormía en la habitación de Marcos y él con Mario. Cuando tenía que estudiar le dejaban su espacio aunque los tres solían ver películas y series juntos en el comedor. También solían inventarse algún juego para no aburrirse. Aunque no habían llegado a ese punto.

Aquella mañana, Tania estaba en la cocina exprimiendo naranjas para hacer zumo. Mario entró bostezando. Su pene cobró vida cuando la vio en pantalón corto y una escueta camiseta de tirantes. Joder, es que Tania era una puta tentación y las ganas de besarla y llevársela a su cama cada vez eran más grandes.

- ¿Quieres zumo? -Tania se giró mirando a Mario con una sonrisa. Trago saliva y siguió con el zumo porque verlo sin camiseta solo con su pantalón de chándal la tenían babeando. Es que esas abdominales eran demasiado comestibles.

- Si, claro -Mario miró a Tania sin poder evitar recorrer su cuerpo. Esos pantalones lo traían por la calle de amargura. En general ella entera lo volvía loco. Y no era solo por el hecho de que tenía un cuerpazo y de que era tremendamente sensual, es que encima era muy divertida, simpática y muy dulce. Y lo peor para su salud mental era estar tantos días encerrado con semejante tentación andante.

Tania le dio el vaso, intentando que no le temblaran los dedos, recibiendo a cambio una bonita sonrisa de parte de Mario.

- No eres como imaginaba, Tania -le dijo él mientras bebía de su zumo.

- Ah, si, ¿y como me imaginabas?

- Bueno, da igual -sus enigmaticas palabras molestaron a Tania pues se esperaba lo peor de esa suposición.

- No, Mario, no, no da igual. Dimelo.

Tania puso sus brazos en jarras mirando al moreno algo enfadada. En cuanto el chico soltó por su boca todo lo que le había dicho Marcos, ella salió de la cocina muy cabreada.

Se dirigió hacia el  dormitorio del rubio, en el cuál ella dormía, donde compartía, encontrandoselo sentado en su escritorio, repasando unos contratos. Tania cerró la puerta de un gran portazo, sorprendido a Marcos.

- Así que una niñata feucha, pesada y que te perseguía. ¿Pero tú quien coño te crees que eres, Marcos?

Marcos giró su cabeza para verla y su miembro cobró vida en ese instante. Tania estaba arrebatadora con sus mejillas encendidas y tan cabreada. Sólo le daban ganas de follarsela, ganas que tenía desde que había entrado por la puerta de su casa.

- Es que eras muy feilla, Tania, aunque ahora estás bastante buena -El rubio se puso en pie y se acerco a ella sonriendo.

- Pues tú sigues siendo igual de capullo -la chica trago saliva al sentir la cercanía de Marcos. Es cierto que de adolescente el rubio siempre le había gustado, pero nunca llegó a hacerse ilusiones con él, hasta ahora.

- Pues este capullo se muere por echarte un polvo -Marcos puso sus manos en la cintura de Tania y la alzó de las caderas mientras sus labios arrasaban con los de ella. Besó, mordió y acarició la boca de la chica, cayendo ambos en su cama.

Las manos de Marcos la tocaban a su antojo recorriendo sus doloridos pechos los cuales fueron aliviados por la lengua del rubio, la cual los tomaba con avidez. Tania abrió sus piernas y dejó que él se posicionara entre ellas. Marcos se bajó los boxers y después de colocarse un preservativo que cogió de la mesita que había al lado de la cama, embistió a Tania con dureza, no entreteniéndose en nada más.

La chica echó su cabeza hacia atrás perdida en las sensaciones que Marcos le estaba produciendo. Sentía como él se introducía en ella una y otra vez con más fuerza que la anterior. Tania se agarró a sus hombros clavandole las uñas en su piel.

Marcos estaba cegado por el deseo. Estar dentro de ella era mucho mejor de lo que había imaginado. Sus manos se posaron en su trasero, levantandoselo para poder enterrarse más profundamente. Los gemidos enloquecidos de Tania lo tenían cada vez más excitado. Tardaron poco en correrse los dos a la vez sin poder creerse lo que acababa de pasar entre ellos.

- ¿Crees que Mario nos habrá escuchado? - le pregunto Tania intentando recuperar la respiración tras el encuentro.

- Nena, nos ha escuchado todo el bloque.

📆 Dias después

Tania apenas había hablado con Mario en unos cuantos días. Comían juntos y a veces ni eso porque él desaparecía con rapidez. El de pelo rapado argumentaba que estaba muy liado con un proyecto (era aparejador) y no tenía tiempo para nada.

Marcos y ella se habian acostado un par de veces más. Aunque lo que más le jodia a Tania era que él íba a su cama, le echaba un polvo y luego se iba. Como si ella fuera su desahogo. Y no quería ser el entretenimiento de nadie.

Una noche, serían cerca de las dos de la mañana, Tania se levantó para ir al baño. Volvía a su habitación cuando vio luz en el comedor. Se acercó hasta allí y abrió la puerta para ver a Mario sentado en el sofá viendo una serie en la televisión. Como ya se había desvelado, decidió entrar y hacerle compañía.

El de pelo rapado cogió aire con fuerza al ver a la rubia entrar por la puerta. Le quitaba el aliento cada vez que la tenía cerca. Era tan preciosa. Y lo mucho que le jodia que estuviera en algo con el cabrón de Marcos.

- ¿Que haces, Mario? -le preguntó ella dejándose caer a su lado.

- Ver una serie. No tengo sueño -le respondió Mario intentando disimular lo que la presencia de la chica causaba en él.

- ¡Normal! Si te levantas casi a mediodía lo lógico es que a estas horas no tengas sueño.

- ¿Y a que viene eso de controlar mis horarios? -El moreno le contestó con dureza y al momento se arrepintió al ver la expresión en el rostro de ella tras sus palabras.

- A nada, Mario. Es que como apenas quieres estar con nosotros...

- Es un poco incómodo estar en medio de la "parejita" -le replicó él con ironía.

- Marcos y yo no somos pareja, Mario -el tono molesto de su voz, fue algo que no le pasó desapercibido al joven.

- Pues lo que sea que seáis, Tania. Me da igual pero bajad el tono que se os escucha en todo el piso.

- Lo siento, Mario -le pidió ella muy avergonzada.

- Si, ya -Mario apenas la miraba. Intentaba ignorarla viendo la televisión con tal de no admitir que se moría por tumbarla en el sofá y hacerla suya.

- ¿Te molesta que me esté acostando con Marcos?

- Lo que me molesta es no haber sido yo el primero, Tania.

La rubia alzó sus ojos sorprendida, sintiendo que el corazón le latía a mil por hora. Y ella pensando que Mario pasaba de ella. Ambos se quedaron mirándose durante unos segundos sabiendo perfectamente lo que querían uno del otro.
Tania fue la que acortó la distancia que había entre ellos y cogiendo a Mario de las mejillas acercó sus labios a los suyos dándole el beso que ambos deseaban. Sus bocas se buscaban incansablemente profundizando un beso que ninguno quería que terminara.

Tania se movió en el sofá hasta acabar a horcajadas encima de Mario. Se quito su camiseta de tirantes dejando sus pechos al descubierto, haciendo que al instante Mario se los llevara a la boca chupandolos con avidez mientras sus pezones se endurecían. La lengua de Mario se movía entre ambos haciendo que Tania gimiera de placer.

Mario acarició el sexo de la chica por encima de su braguitas colando sus dedos por dentro para tocarla mejor. Estaba tan mojada que se estaba volviendo loco. Sus dedos se movían en círculos, teniendo ella que morderse  los labios para no gritar.

- Mario, no puedo más. Te necesito dentro de mi -le rogó ella con la voz entrecortada.

- No tengo preservativos, Tania, tengo que ir a mi cuarto.

- No hace falta, tomo pastillas y con Marcos siempre hemos usado condones.

Mario se bajó los pantalones y haciendo a un lado las braguitas, llevó su pene hasta su abertura para que simplemente ella se dejara caer. Cuando Tania lo hizo ambos gimieron de placer.

Mario la sujetó de las caderas y la ayudó a que lo cabalgara. Verla así, encima suya, con ese pelo revuelto y esos labios hinchados era un puto infiern.

Tania se movía de arriba a abajo totalmente enloquecida. Los dedos del moreno se clavaban en su piel y ella sentía que de un momento a otro se iba a venir. Deseaba tanto gritar bien fuerte. Pero lo que faltaba era que Marcos se enterara de todo.
La chica se sujetó a sus hombros y dejó que él le marcara el cuello mientras se corría con fuerza empapando a Mario. Él la sujetó de las caderas tumbandola en el sofá. Alzó un poco sus piernas y volvió a hundirse en ella a un ritmo enloquecido. Tania clavó sus dientes en su cuello y ambos se corrieron a la vez de una forma brutal.

Intentaron recuperar la respiración. Mario se levantó de encima de ella con mucho cuidado y depositó un tierno beso en sus labios. Tania lo miró perdida en sus ojazos claros y en la calidez de su cuerpo.

- Pues si, tenías que haber sido tú el primero, Mario.

📆 A la mañana siguiente

Tania no era capaz de mirar a la cara ni a Marcos ni a Mario. Se moría de vergüenza, sintiendise mal por estar acostándose con los dos chicos a la vez. Hoy llevaba todo el día taciturna, sin ganas de nada. Mario se lo había notado. Marcos iba a lo suyo y era tan tonto que pensaba que estaba con la regla.

Cuando terminaron de comer, Tania recogió la mesa para fregar los platos. Mario se ofreció a ayudarla y Marcos se quedó en el comedor viendo la televisión. Tania metió los platos en el lavavajillas y Mario se acercó a ella.

- ¿Que te pasa, Tania? -le preguntó él de una forma bastante dulce.

- Nada. No te preocupes -Mario alargó su mano y acarició muy lentamente su mejilla haciendo que ella se estremeciera.

- Dime que te pasa, preciosa -le volvió a pedir él con algo más de insistencia.

- Que me siento mal, Mario. Muy mal.

- ¿No te gustó lo de anoche?

- Ese es el problema, que me gustó mucho -Mario le dio una sonrisa satisfecha y bajó muy lentamente su mano hasta acariciar su cuello.

- ¿Entonces que te pasa, Tania?

- Que me siento como si estuviera engañando a Marcos .

- ¿Estás saliendo con Marcos? - Tania negó con su cabeza apretando sus labios- pues entonces nada, preciosa.

Mario se acercó a ella presionando sus labios con los suyos en una caricia abrasadora. Tania se sujetó a su camiseta y lo atrajó aún más a él para poder profundizar el beso. Abrió su boca buscando su lengua la cual acarició y lamió todo lo que quiso.

- ¡Tania! ¿Necesitas ayuda? -la voz de Marcos desde el comedor la hizo pegar un respingo y separarse de Mario. El moreno bajó sus manos hasta colarlas por dentro de su camiseta y tocar sus pechos estrujándolos a placer.

- ¡No! Ya estamos terminando -le dijo ella casi en un balbuceo perdida en lo que las manos de Mario le hacían.

- No hemos ni empezado, Tania -le susurró Mario al oído haciendo que ella se derritiera sintiendo como le fallaban las piernas.

- ¿Quieres ver una peli? -le siguió preguntando Marcos mientras Mario le bajaba los pantalones y las braguitas para seguidamente darle la vuelta y dejarla agarrada a la encimera.

- Vale...si...ahora voy...termino de poner el lavavajillas -le dijo ella cerrando los ojos bastante excitada.

Mario se llevó las manos al pantalón y se lo bajó liberando su pene. Lo cogió con una de sus manos mientras con la otra sujetaba a Tania de las caderas.

- Mario -le dijo ella casi en un susurro.

Mario se posicionó en su abertura y de una sola embestida entró en ella haciendo que Tania se mordiera los labios. El de ojos claros empezó a moverse enloquecido y si, excitado por la situación.

- ¿Quieres que veamos la última de James Bond? -le seguía preguntando Marcos.

- ¡Me da igual, Marcos! Ahora voy -le contestó Tania sujetándose a la encimera mientras Mario la embestía una y otra vez.

La mano del moreno se situó delante suya, hasta bajarla y tocar su hinchado sexo, moviéndola en círculos. Tania sentía que no podía más. La situación, Mario follándola, Marcos en el comedor y ella cachonda perdida. Se iba a destrozar los labios de tanto morderse. Le dio al botón del lavavajillas para que el ruido del choque de sus caderas no llegara a oídos de Marcos.

Mario movía sus dedos cada vez más deprisa al igual que sus embestidas. Tania apretó sus piernas y él sintió que ella no podía más. Puso sus labios en su cuello mordiéndola mientras ambos se dejaban llevar y se corrían juntos. Tania se dejó caer encima de la encimera intentando recuperar la respiración. Esto era demasiado hasta para ella. Se dió la vuelta subiéndose los pantalones y dejó que Mario le diera un largo beso mientras él también se vestía.

- Espero que te guste la película, aunque yo estaré en mi habitación pensando en ti -le dijo Mario antes de salir de la cocina. Tania se llevó las manos a la cabeza y se mordió el dorso de la mano con tal de no gritar.

En menudo lío se estaba metiendo.

📆 Un par de días después

Tania llevaba casi un mes en casa de Marcos y Mario. El gobierno había prorrogado el estado de alarma quince días más aunque creían que después de esa quincena se concederían algunas medidas para aliviar el confinamiento.

Ellos tres lo llevaban bien por ahora. Aunque Tania tenía un lío en la cabeza muy grande con los dos chicos. Le gustaban mucho los dos y no podía ni quería decidirse por ninguno. Aunque últimamente pasaba más rato entre los brazos de Mario que en los del rubio.

Esa mañana, ella se había levantado temprano para ducharse y entregar un trabajo. Escuchó la puerta del baño abrirse y vio que era Marcos, el cual empezó a quitarse la ropa mirándola con ojos de deseo. Abrió la mampara y entró dentro de la ducha agarrandola de la cintura.
La deseaba y mucho. Tania lo volvía loco y no podía pensar en otra cosa que no fuera en hundirse en ella una y otra vez.

- Espero no molestarte - le dijo mientras besaba su cuello y ponía sus manos en sus pechos apretandolos a su antojo.

Tania no pudo ni contestarle. Sentía que le temblaban las piernas y que era presa del deseo.

- Me muero por follarte, Tania. Llevo muchos días sin estar entre tus piernas y no aguanto más  -Tania se mordió el labio y dejo que Marcos la besara y la acariciara por todo el cuerpo mientras ella reprimia los jadeos que salían de su garganta.

- No está bien que estés más con Mario que conmigo. Yo también quiero, Tania.

La rubia se quedó congelada sin saber que hacer. Sentía el corazón que le latía con excesiva fuerza y trago saliva mirando a Marcos totalmente avergonzada mientras el agua de la ducha seguía cayendo a su alrededor.

- Marcos... yo...

- Shhh -el rubio le puso un dedo en la boca para que se callara- no me importa de verdad. Tú y yo no estamos atados Tania, y si también quieres pasarlo bien con Mario, adelante. Solo te pido que si sientes algo por él que me lo digas ¿vale?

Tania asintió mordiendose el labio y algo más aliviada porque por lo menos no tenía que esconderse de Marcos.

Marcos empezó a besarla de nuevo y le dio la vuelta hasta poner sus manos en los azulejos.

- Ahora eres tú la que elige con quien quiere dormir cada noche, Tania.

📆 Un par de noches después.

Aquella noche los tres habitantes del piso, habían decidido hacer una pequeña fiesta. Después de cenar un par de pizzas, habían sacado el alcohol y puesto música para ambientarse.
Tania movía sus caderas al ritmo de toda canción que le pusieran por delante siendo muy consciente de las miradas de ambos chicos en ella. Se sentía deseada por los dos, y eso la tenía excesivamente caliente. Tocaba su cuerpo imaginando que eran las manos de los dos chicos que la acariciaban a la vez.

Los tres habían bebido y estaban todo lo contentos que el alcohol podía ponerlos. Marcos la miraba embobado sobre todo cuando ella se tocaba el pelo y se mordía los labios.

- Sois un rollo los dos. Esperaba que bailárais conmigo -les dijo ella moviendo su melena de una forma muy sensual.

- Tania -la llamó el rubio- ¿con quien vas a dormir esta noche? ¿Con Mario o conmigo?

- Con los dos - respondió ella mirando a uno y a otro. La chica dejó de bailar y se acercó hasta sentarse en medio de ellos.

- ¡Venga ya, Tania! - le dijo Mario sin poder creerse lo que la rubia les confesaba.

- ¿Y porqué no? - Tania puso una de sus manos en el muslo de Mario moviéndola lentamente hasta alcanzar el enorme bulto de sus pantalones- ¿y si te dijera que tengo una fantasía con vosotros dos y que me encantaría hacer un trío?

Tania se acercó a Mario rozando sus labios con los de él. Empezó a tentarlo con su lengua hasta que él la cogió del cuello profundizando el beso. Marcos los miraba alucinados sobre todo por el atrevimiento de la rubia. Ella dejó a Mario y se giró para mirarlo a él. Se acercó muy lentamente y su lengua lamió sus labios para después colarla en su boca y besarlo profundamente. Las manos del rubio la agarraron de la cintura deseando devorarla.

Tania dejó de besar a Marcos y se puso en pie. Se quito la camiseta quedándose solo con el sujetador y se dio la vuelta para salir del comedor.

- Si os apetece, estaré en el cuarto. No tardéis.

La rubia desapareció del comedor dejando a los chicos tremendamente excitados y dándole vueltas a la proposición de la rubia.

- ¿Tú qué dices, Mario? -el nombrado se puso en pie mirando a su amigo.

- Que mientras tú ni me toques ni me metas nada, por mi...

Mario salió del comedor en dirección al dormitorio. Se moría por estar con Tania, por poseerla, por hacerla suya. Cuando abrió la puerta se la encontró de pie mirándose al espejo en ropa interior. Ella se giró para mirarlo y se mordió los labios nada más tenerlo tan cerca.

Mario acorta la distancia entre nosotros y me toma por la cintura, besándome con tantas ganas que me aturde. Su lengua se cuela en mi boca, jugando con la mía. Sus labios expertos me dan el que probablemente sea el mejor beso de mi vida, e inevitablemente le sigo el juego y llevo mis manos a su nuca, empujando su cuerpo hacia el mío.

- Con más calma, pequeña - susurra Mario sobre mi boca, separándose un poco, pues Marcos acaba de entrar en el dormitorio. - No creo que Marcos quiera sólo ver...

Esperaba ver una mueca de incomodidad en el rostro del rubio, pero su oscura mirada me sugiere algo totalmente distinto que me gusta mucho más. Poco a poco va aproximándose a mí, tomándome por la barbilla y girando mi rostro hacia él. Lo beso sin más. 

Los labios de Marcos son más delicados en un principio, el beso mucho más calmado que el que me ha dado el de pelo rapado, pero su lengua arrasa con mi boca brutalmente, sin ningún tipo de miramientos, y ahora no sé cuál de los dos me ha dejado más sorprendida.

- Joder - suspiro cuando se separa, sonriendo. - Os quiero a los dos - asiento por fin, mirando primero a uno y luego al otro. - ¿Por favor? - Añado sacándole una risa a Mario.

- Pide y se te dará - es la única respuesta que me ofrece Mario antes de atacar de nuevo mi boca.

Dejo que me bese de una manera voraz mientras llevo mis manos al borde de su polo. Siento cómo Marcos se pone detrás de mí, desabrochando mi sujetador, y en cuanto se deshace de él, sustituye la prenda por sus manos, las cuales aprieta a la vez que sus dedos retuercen mis pezones.

Mario tarda muy poco en despojarse de toda su ropa con mi ayuda. Ladeo mi cabeza buscando los labios de Marcos, quien lleva bastante rato entretenido con mis tetas. Mis pezones están muy duros a causa de cómo frota sus dedos en ellos, y juro que podría correrme ahora mismo sin necesidad de que me tocaran el coño.

- Estás vestido, Marcos - le señalo con la barbilla ganándome de nuevo una pequeña sonrisa por su parte. El rubio parece tímido en este momento, pero estoy segura de que cuando esté dentro de mí, la expresión de su rostro será otra. Como siempre le pasa cuando me folla.

Marcos aparta sus manos de mi cuerpo para quitarse su ropa. Mario tira de la cintura de mis pantalones y me atrae hacia su cuerpo para darme otro de esos besos que él da, voraces y con ansias. Su boca se pierde en mi cuello dejando pequeños mordiscos en él a la vez que me desabrocha los pantalones.

- No tenemos prisa, Tania - me recuerda Mario guiñándome un ojo.

- Mejor, porque os quiero a los dos dentro de mí y corriéndoos conmigo.

Acabo de quitarme la ropa al igual que hacen ellos. Les miro de manera seductora y me acerco para agarrarles las manos. Los llevo hacia la cama, sentándome en ella. Relamo mis labios alzando mi mirada para ver como la anticipación hace mella en ellos y sus miradas están en mí, esperando a ver lo que hago. Con mis manos cojo la polla de cada uno y se las acaricio despacio, sin apartar mi mirada de ellos.

-Joder, Tania -el gemido de Marcos me hace llevar mi lengua a su polla. Sabe salado siendo un gusto para mi paladar. Mi mano sigue acariciando a Mario mientras mi lengua prueba al rubio.

Miro atentamente cómo el rostro de Marcos se contrae en maravillosas muecas de placer mientras chupo su glande a la vez que masajeo de arriba a abajo toda su longitud. Sus jadeos son constantes y excitantes, incitándome a seguir hasta sentirlo vaciarse en mi boca. Pero no me olvido de Mario, que también recibe mis atenciones. Mi mano lo masturba con una lentitud molesta hasta para mí, y mi pulgar juega con su punta, la cual está humeda por el líquido preseminal que expulsa.

- Nos tienes a los dos donde quieres, Tania - dice Mario sonriendo lascivamente. - Los dos goteando por ti...

Decido cambiar y apartarme del miembro de Marcos, comenzando a chupársela a Mario. Mis manos trabajan cada una en uno de los dos hombres, pero mi boca ahora se centra en el de ojos claros. Al igual que con el rubio, el sabor salado de su polla me resulta delicioso, y chupo como si estuviera comiéndome un helado.

Me encanta esto. Ver cómo los dos están desechos en gemidos, jadeos y gruñidos, por mí. Adoro ver lo desesperados que están, lo ansiosos que parecen estar por tenerme.

- No puedo más - bufa Mario apartándome con suavidad. - Si sigues así me voy a correr y todavía no hemos terminado contigo - dice hablando deprisa, porque sabe que no tenemos todo el tiempo del mundo.

- ¿Y qué queréis, entonces? - Pregunto, alzando una ceja. Miro a Marcos, cuyos mirada se alternan para mirar a su compañero y a mí. - ¿Cuál de los dos va a follarme primero?

Se miran, indecisos, pero Mario termina sonriendo y mirándome.

- Podemos hacerlo los dos a la vez, Tania...

- Si tú estás cómoda con eso - se apresura a decir Marcos.

Me creo el hecho de que digan que jamás habían hecho un trío antes, pero es que les sale todo tan natural, que parece mentira. Sea como sea, lo estoy gozando muchísimo y no voy a protestar ante eso.

- Por mí está bien, yo sólo quiero sentiros... A los dos.

- Pues túmbate y abre esas preciosas piernas, Tania - me ordena Mario, impulsivo y brusco como lo es en casi todo.

Le hago caso y enseguida tengo su cabeza entre mis muslos y su boca en mi humedad, lamiendo y besando todo lo que le place, jugando con mi centro sensible y acariciando mis pliegues con los dedos, generándome un sin fin de sensaciones.

- No seas tímido, Marcos - le digo al rubio, tirando de su mano y atrayéndolo a mí para besarlo. - Después también te quiero entre mis piernas, rubio - susurro en su oído, volviéndolo a besar y sintiendo sus manos en mis pechos, los cuales amasa y acaricia a su antojo.

Él pellizca y retuerce mis pezones como le da la gana y entre él y su compañero de equipo me tienen echa un lío de placer maravilloso.

Sentir la lengua de Mario entre mis piernas y la de Marcos en mis tetas me tiene chorreando, de hecho, puedo sentir como mis fluidos resbalan por mis muslos mientras ambos me dan placer.

- En el cajón de arriba hay preservativos, tráete un par, Marcos.

Mario aparta su boca de mi coño y mientras espera que el rubio le de un condón, sus dedos se hunden en mis pliegues empapándose bien de mis fluidos. Se los lleva a la boca y los chupa de una forma tan provocativa que la ausencia de estos en mí, es algo doloroso.

- Mario - le hago un gesto con mi boca y sólo consigo que él se ría.

- Impaciente.

- No, muy cachonda. Me duele todo.

Sus dos manos se ponen debajo de mis caderas y me las levanta para hundir de nuevo su cabeza entre mis muslos. Ataca mi clítoris, con pequeños mordiscos que me tienen al borde de ese ansiado orgasmo. Marcos aparece con un preservativo en la mano, el cual se lo arroja a Mario para que se lo ponga mientras él se masajea la polla en mi dirección. Estoy a punto de correrme, cuando el de pelo rapado se aparta dejándome tan insatisfecha, que quiero llorar.

- ¿A pares o nones quién va primero? - Le dice Mario a Marcos en tono de burla.

- ¡Serás capullo! Por idiota, Marcos primero - mis ojos se desvían hacia el rubio el cual sonríe de forma triunfal. Me incorporo en la cama creyendo que él se tumbará sobre mí, pero tiene otros planes.

- Ponte a cuatro mirando a Mario. Comésela mientras te estoy follando.

Su tono autoritario provoca de nuevo un espasmo en mi vientre. Hago lo que me dice poniendo mis piernas y manos sobre el colchón. Mario se sienta sobre sus muslos llevando su pene a su mano y mientras espera que me lo meta en la boca, se lo acaricia de una forma bastante frenética. Siento a Marcos colocarse detrás de mí y cómo sus manos acarician mi culo. Sin previo aviso, me da una palmada, la cual voy a protestar, pero ni tiempo tengo de hacerlo cuando él me penetra de una fuerte embestida que hace convulsionar todo mi cuerpo.

- ¡Joder, Marcos! - Le grito queriendo tener ya la polla de Mario en mi boca.

- Tania, córrete rápido que se me ocurren miles de formas en las que follarte - Mario siempre ordenando. Y yo, obedeciendo.

Él me ofrece su polla y esta vez no voy a perder tiempo en caricias ni preámbulos. Directamente me la llevo a la boca engulléndola hasta el fondo de mi garganta.

- ¡Madre mía, Tania! ¡Qué puta boca tienes! - Exclama Mario con desesperación. 

Marcos comienza a moverse dentro de mí, al principio algo más lento para que pueda acostumbrarme a él. La tiene bastante grande y cada uno de sus movimientos, roza mis paredes interiores desatando un puto huracán en todo mi cuerpo. Sus manos buscan mi clítoris, frotándolo con bastante ardor.

Llevan tanto tiempo jugando conmigo y torturándome con sus caricias, que no puedo evitar correrme sobre la polla de Marcos, y los gemidos que se me escapan parecen agradar enormemente a Mario, porque tengo la suya en mi boca y cada ruido que hago reverbera sobre su miembro de una forma que le gusta.

- Mierda, Tania - gruñe el rubio jadeando. - Ponte de lado.

- ¿Qué lado quieres, Marcos? - Pregunta Mario con una sonrisa burlona.

- Déjame por detrás, para probar algo nuevo - le responde acostándose detrás de mí, posando sus labios en mi nuca. - Pararé si me lo pides, ya lo sabes - susurra en mi oído.

- No te pediré que pares - contesto mientras Mario se acuesta frente a mí. - Hola, bonito - murmuro besando sus labios.

La boca del de pelo rapado me atrapa por completo, tanto que me toma por sorpresa el momento en que siento a Marcos entrar en mí. Al principio la sensación es extraña, pero he de decir que me gusta. No tardo en adaptarme a sentirlo ahí y comienzo a jadear sobre los labios de Mario, que cuando ve que llevo bien lo que hace su compañero de piso, separa mis muslos y entra de una estocada en mí.

Los siento a los dos en mi interior, sus pollas palpitando y bombeándome con rapidez, y podría morirme de placer ahora mismo. Las sensaciones vienen de todas partes, porque mientras Mario me besa y juega con mis pechos, Marcos lleva una de sus manos a mi clítoris, tocándolo mientras ambos me embisten.

Se mueven en perfecta sintonía, complementándose, y todos los putos puntos de placer que hay en mi cuerpo están siendo estimulados a la vez.

Muerdo el labio inferior de Mario, que gime y me da una fuerte embestida, tocando el fondo de mi cavidad, a la vez que Marcos besa mi cuello, dejando pequeños mordisquitos. Los dos lo están gozando, aunque yo también.

El primero en correrse es Marcos, que se derrama dentro del condón, jadeando cansado. Mario se corre a la vez que yo, segundos después que su amigo, y los gemidos son todos sustituidos por nuestras respiraciones hechas un desastre.

- Dios, sois increíbles - murmuro buscando los ojos del de pelo rapado.

- Gracias - sonríe Marcos con prepotencia.

Ambos salen de mí y respiro de nuevo con normalidad, sintiendo una extraña sensación de vacío en mi cuerpo. Pero ninguno dice nada y comenzamos a vestirnos, sabiendo que lo que acabamos de hacer,  es un antes y un después en nuestra convivencia. 

📆Días después.

Tania no volvió a compartir cama con los chicos en varios días. Es más, no coincidían a la hora de la comida y cena, y ella sentía que todo era por culpa suya. Y encima el gobierno había autorizado que las personas que estaban fuera de su hogar pudieran volver a sus casas. En cuestión de días, Tania se marcharía a su pueblo sin saber si podría regresar para el próximo curso.

Aquella mañana se levantó para desayunar. Su estado de ánimo estaba por los suelos. Entró en la cocina y se encontró a Mario haciendo café. Lo saludo con un escueto buenos días y se dispuso a prepararse un vaso de leche.

- Tania.

- ¿Qué?

- ¿Estas bien?

Tania alzó sus llorosos ojos y miró a Mario el cual la miraba muy preocupado. No lo pudo evitar y se arrojó a sus brazos recibiendo el calor del cuerpo del moreno. Él la estrechó contra si como si se le fuera la vida en ello.

Mario se sentó en una silla de la cocina poniendo a Tania encima de sus rodillas. La rubia le contó lo que le pasaba y que en un par de días se iría. Estaba triste, pero es Mario lo estaba aún más porque la chica le gustaba mucho.

- Bueno, tú tranquila, Tania. Es normal que estés nerviosa con la vuelta a casa. Estarás deseando ver a tus padres la calmó él ignorando sus propios nervios.

- Si, lo estoy. Pero...

- ¿Pero qué, rubia?

- Nada. No pasa nada, Mario. Me voy a mi habitación. No me encuentro bien -Tania le dio un beso en la mejilla a Mario y se puso de pie saliendo de la cocina. Se cruzó con Marcos al que también le dio otro beso en su rostro.

- ¿Qué le pasa? - le preguntó Marcos entrando en la cocina.

Mario le contó todo a Marcos mientras este se comía una tostada. El rubio lo miró en silencio y evitó una carcajada.

- Está claro, Mario, no quiere irse porque se ha dado cuenta de que está enamorada

- ¿Está enamorada? -la pregunta de Mario estaba cargada de celos pensando en Marcos como objeto del amor de Tania.

- Pues claro que si, idiota. Tania está enamorada. Y no es de mi -Marcos le dio una palmada en el hombro a su amigo mientras este lo miraba confundido - Me voy a comprar. Le haremos una cena especial. Tardaré una hora o así... Yo que tú aprovecharía cada minuto que a Tania le queda de estar aquí.

Y dicho esto Marcos salió por la puerta dejando solo a un sorprendido Mario.

Tania estaba tumbada en su cama pensando en lo que sería de ella una vez que se fuera. Había pasado los mejores 2 meses de su vida en este piso y si, se había enamorado sin remedio de Mario. Tenía que empezar a hacer la maleta, pues pasado mañana se iría. Un leve golpe la hizo incorporarse en la cama. Mario asomó su cabeza haciendo que su corazón se alterara.

El chico cerró la puerta y se sentó a su lado en la cama.

- ¿Te encuentras mejor? - Mario acarició su mejilla con mucho cuidado haciendo que el leve roce de sus dedos le produjera un cosquilleo.

- Un poco. No te preocupes, Mario -le pidió ella forzando una sonrisa.

- ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?

- ¿Podrías tumbarte a mi lado, por favor? -le pidió Tania en apenas un hilo de voz.

- Claro que si, preciosa -Mario se quitó las zapatillas y se acostó a su lado. La agarró de la cintura atrayendola más a él. Tania entrelazó sus dedos con los suyos y cogió aire con fuerza. No quería irse pero debía hacerlo. Echaba mucho de menos a su familia pero le dolía tener que dejar a Mario.

El moreno acarició su brazo lentamente dejando pequeños besos en su cuello y en su mejilla. Tania tenía muchas ganas de llorar. Se dio la vuelta encontrándose con los ojos claros de Mario que la miraban de una forma que no la habían mirado nunca. Ella llevó y una de sus manos hasta la mejilla del chico.

- Mario. Quiero estar contigo. Pero no quiero follar quiero que me hagas el amor.

El chico le dio una tierna sonrisa y unió sus labios con los suyos en una caricia muy lenta. Mario la beso y acarició despacio, disfrutando por primera vez con ella de calma y tranquilidad. Se besaron y acariciaron hasta que no pudieron más. Se amaron sin descanso hasta que juntos se corrieron abrazados y sin dejar de mirarse a los ojos.

No salieron en todo el día de la habitación. Lo justo para comer y para la cena de despedida que había preparado Marcos.

Cuando Tania les dio las buenas noches, tomó una decisión, odiaba las despedidas, y no iba a despedirse de los dos chicos.

📆 A la mañana siguiente...

Cuando Mario se levantó esa mañana ,descubrió que Tania no estaba durmiendo a su lado. Se levantó y la buscó por toda la casa. El corazón se le iba a salir del pecho. No estaba en el piso. Justo en la entrada vio 2 cartas con la letra de Tania, una para él y otra para Marcos. Cogió la suya y fue hacia el comedor para leerla. La abrió con dedos temblorosos y empezó a leerla:

" Querido Mario. Perdoname por haberme ido sin despedirme. Pero es que no podía hacerlo porque sé que me iba a echar a llorar si lo hacía, y prefiero que tengas el recuerdo de verme entre tus brazos después de haberme hecho el amor. Muchas gracias por estos dos meses, Mario. Vine muerta de miedo y recelosa y me habéis hecho sentir parte de vosotros. Sobre todo tú. Me has cuidado tanto y me has tratado tan bien que has hecho que me enamore de ti. Porque si, me he enamorado de ti. Y te lo digo por aquí porque de otra manera no me atrevo. Te quiero. Lo siento pero no he podido evitarlo, te quiero.

No espero que tú me correspondas, solo quiero que sepas que te quiero con toda mi alma y que si algún tú me quieres, te estaré esperando hasta que decidas venir a buscarme.

No te digo adiós, Mario, porque no quiero perderte. Solo espero poder cruzarme contigo algún día y decírtelo en persona.

Te quiere. Tania "

Mario no se había dado cuenta en que momento las lágrimas rodaban por sus mejillas. Su pequeña rubia le había dicho que lo quería, a él. Cogió la carta llevándola a su pecho soltando un suspiro nervioso. Marcos entró por la puerta con su carta en las manos mirando a Mario.

- ¿Se ha ido? - le preguntó el rubio sentándose en el sofá.

- Si -le respondió Mario aún emocionado por la carta.

- ¡Vaya! ¡Y yo que quería echar un polvo de despedida!

- Tú no te acuestas más con ella, Marcos, o te juro que te doy de hostias
-le amenazó Mario a su amigo, quien rió a carcajadas después de escucharlo

- Ay, Mario. ¡Si también estás enamorado!

El moreno miró a su amigo y apretó sus labios. Cogió la carta y la volvió a leer. Al terminar tomó una decisión. Iría a buscar a Tania y le diría también lo que sentía, la que quería.

📆 Un mes después...

Tania había terminado el último exámen hacía una hora. Estaba sentada en los escalones de la entrada de su casa. Hacía mucho calor ya y no sabía si ir a la playa o quedarse en casa pensando si hoy sería el día en el cual Mario vendría a buscarla. Aunque ya había perdido la esperanza de que lo hiciera. Así que pronto tendría que asumir que solo había sido la diversión de los chicos durante el confinamiento.

Apretó los labios con tal de no llorar. Que duro enamorarse de alguien que no te quería. Un coche bajaba por la calle. Se paró justo en su puerta y Tania se fijó como su ocupante se bajaba muy lentamente. Su corazón se le salió del pecho. Mario. Era su Mario.

Tania se puso en pie rápidamente y corrió al encuentro del moreno. Se arrojó a sus brazos en cuanto llego hasta él. Mario la agarró de la cintura y la estrechó en su pecho sintiendo la alegría más grande de su vida. Tenía un miedo enorme a que durante este tiempo ella hubiera dejado de quererlo.

- Mario, has venido -le repetía ella una y otra vez con las lágrimas ya resbalando por sus mejillas.

- Si, si he venido. Dímelo, Tania, por favor -le pidió él igual de emocionado que ella

- Te quiero, te quiero, te quiero.

Mario no pudo esperar más. Unió sus labios on los suyos en un ardiente y posesivo beso que los dejó a los dos sin respiración.

- Te quiero, Tania, te quiero muchísimo.

La chica volvió a besarlo con mucho más ímpetu que antes. Ella se separó de él rápidamente.

- ¡Mierda, Mario! ¡Que no hemos mantenido distancia de seguridad ni nada!

- ¡Vaya por dios! ¿Y ahora que hacemos?

Mario la miró divertido mientras ella ponía sus brazos en jarra.

- Vamos a tener que hacer cuarentena, Mario -le propuso Tania con una picara sonrisa. Él la agarró de la cintura y le dio un pequeño beso en el cuello.

- ¿Y tus padres, Tania?

- No están. Volverán en un par de semanas.

- Bien. Pues tendremos que confinarnos los dos -Mario la agarró de las caderas y la alzó hasta llevarla en brazos y cruzar el umbral de la casa.

- ¿Y por qué suena de maravilla?

*** Bueno... Pues hasta aquí mi historia.
Tania eligió a Mario, ¿a quién eligiríais vosotras?

Yo a los dos y que viva el poliamor. Quiero darle las gracias a anastark_ por haberme cedido una de las historias cortas HOT que escribimos a medias para poder completar esta historia. Muchas gracias, amiga

Y a los demás, espero que la hayáis disfrutado***

Historias de Marcos Llorente y Mario Hermoso en mi perfil:

NO LOGRO OLVIDARME DE TU BOCA

NO PUEDO OCULTAR QUE TE QUIERO

NO DEJES QUE ME VAYA

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