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Jude Bellingham. Nunca te dije adiós

📍DORTMUND

📅 MEDIADOS DE JUNIO

Lo acababa de leer en los periódicos. Ya era oficial. Jude jugaría la próxima temporada en el Real Madrid. Por fin el rumor se había hecho realidad. Por fin él cumpliría su sueño, aunque a ella le rompiera el corazón.

Estella dejó a un lado su móvil y tragó saliva intentando controlar las lágrimas que ya pugnaban por salir, pero, no lo podía evitar. Ya no lo vería más. Ya no compartirían esas miradas secretas, ni le robarían momentos escondidos al tiempo para poder estar juntos. Ya no recibiría más sus besos ni sus caricias. Y a cambio, no tendría nada.

Ella era consciente de que lo que había entre ellos no era algo serio. Dos personas que se gustan y desean pasar ciertos momentos de intimidad juntos, más que nada, porque las posiciones de ambos, no les permitían tener ningún tipo de relación. Pero, enamorarse no era el trato, y ella lo había incumplido.

El timbre de su puerta la sacó de sus pensamientos. Miró la hora y supo que era él, solo con abrir. Lo hizo despacio, no sin antes apretar sus dientes para no llorar de nuevo. En cuanto lo vio apoyado en el marco de su puerta, mirándola esta vez de otra manera, diríase que hasta con mirada tristona, ella entendió que este momento, este era el del adiós.

-¿Has visto las noticias? -le preguntó él a modo de saludo. Ella asintió y dejó que él entrara sin emitir palabra alguna, pues no era capaz ni de contestarle.- quería que lo supieras por mi antes que por la prensa.

-.No pasa nada, Jude. Era algo que ya suponía. Enhorabuena, entonces. Te vas a un gran equipo.

Ambos se miraron durante unos segundos. Con todo por decir y nada por hablar. Jude fue el que acortó la distancia que los separaba y tomó sus mejillas con ambas manos. Su boca se estrelló con la suya besándola de una forma lenta y tortuosa que la hizo estremecer de pies a cabeza.

¿Porqué parecía que todos esos besos eran de despedida?

No hubo tiempo de preguntas ni de dar respuestas. Jude la agarró de las caderas, alzándola del suelo. La llevó hasta el dormitorio de ella, ese que fue testigo de tantos encuentros apasionados de los dos. Llevaban desde navidad en esta relación clandestina. Dándolo todo en cada momento que pasaban juntos, pero, sin querer ninguno ir más allá por miedo a perderlo todo.

Se enredaron juntos entre las sábanas de esa cama, hasta casi ver amanecer. Estella tuvo que aguantarse mucho las lágrimas una vez que él estuvo en su interior, moviéndose sobre ella y llenando su rostro de tantos besos que después se perderían.

A él, también le dolía dejarla, más de lo que estaba dispuesto a admitir. Pero, también sabía, que lo suyo, esto a lo que no le ponían nombre, sería un todo o nada si alguno de los dos lo pedía.

Cuando Estella despertó por la mañana, al escuchar la puerta de la calle abrirse. Se levantó de la cama como un resorte y corrió hasta la ventana, para verlo irse una última vez. Contuvo sus sollozos mordiendo su mano, y al verlo caminar hasta su coche, sintió que el corazón, se le había roto en miles de pedazos.

-Adiós, mi amor -se atrevió a decirle ahora que él no la escuchaba. Ahora que él se había alejado de ella para siempre sin saber lo mucho que lo amaban.

📅 MEDIADOS DE NOVIEMBRE

📍MADRID

Parecía una broma del destino, que al Real Madrid estuviera encuadrado en el mismo grupo que el Borussia de Dortmund y fuera uno de sus rivales para clasificarse para la siguiente fase de la Champions. El partido de ida, era precisamente, en la capital de España. Jude estaba feliz de volver a ver a sus antiguos compañeros, esos de los que tanto había aprendido. Los saludó uno por uno, compartiendo bromas y anécdotas. Aunque su mirada se iba alrededor de ellos, buscando precisamente, algo que perdió y creía que no iba a recuperar.

-Estás más fuerte. Parece que Madrid te está sentando bien.

Esa voz. Esa que hacía estremecer todo su cuerpo, le hizo darse la vuelta conteniendo el aliento. Ahí estaba. Estella. Su Estella. Más preciosa que nunca y con esa sonrisa que aún seguía afectándole.

-Tú sigues igual de bonita que siempre -le admitió él en un leve susurro, antes de abrazarla y perderse en esos brazos. Compartieron solo un pequeño momento, pues no podían obviar que estaban rodeados de más personas.

-No te deseo suerte para hoy -le dijo ella una vez separándose de su cuerpo. Él recibió sus palabras con una sonrisa y le guiñó un ojo en respuesta.

-Pues que sepas, que el primer gol que marque, será para ti.

-Es de vergüenza, Jude. Que le dediques un gol a tu rival -le advirtió ella después de soltar una pequeña carcajada.

-A mi rival, no, a ti. A la fisio más guapa que he visto en mi vida.

Jude se acercó a ella y dejó un beso en su mejilla. Fue tan tierno y tan dulce, que la chica pensó que de un momento a otro las piernas le fallarían. Se despidieron rápidamente, volviendo cada uno a sus vestuarios, aunque, con la mente aún ocupada por el encuentro que acababan de vivir.

  Aquella noche, Jude marcó dos goles. Y los dos fueron para ella. Se llevó la mano al corazón las dos veces, consiguiendo emocionar a Estella, cuya cabeza estaba hecha un lío. El comportamiento del ahora jugador madridista, la tenía confundida, pues más parecía él comportarse como un antiguo amor que no como un amante. 

Cuando acabó el partido, ella se refugió en su vestuario. Tenía que atender a algunos jugadores, los cuales arrastraban alguna carga muscular. Estuvo un rato con alguno de ellos, y cuando estaba casi terminando, Jude entró en el vestuario, saludando a sus antiguos compañeros, los cuales le recibieron efusivamente.

Intentó ella no ponerse nerviosa y disimular todo lo que pudo, pero, cuando le llegó su turno, su cuerpo temblaba ostensiblemente.

-Tengo una cosa para ti -le dijo Jude bajando su tono de voz para que nadie pudiera escucharlos.

-¿Y qué es? -le contestó ella esbozando una media sonrisa.

-Ven a mi casa a cenar y te la doy.

-Jude... -el tono de advertencia de su voz no hizo que el inglés desistiera de su propósito.

-No te vas hasta mañana. Cenar tienes que cenar. Hay un Audi negro en la puerta C, esperándote. Te llevará a mi casa. Y no acepto un no por respuesta.

Jude se dio la vuelta para salir de ese vestuario, sin dejarla siquiera protestar o replicarle. Pero, ambos sabían que Estella, nunca le diría que no.

La casa de Jude no era nada ostentosa. En Dortmund no lo era, y aquí en Madrid tampoco. Eso si, el ático dúplex, tenía una pequeña terraza desde donde se podía ver casi toda la capital. Vistas las cuales, Estella apreció gracias a que cenaron en ella. Movió la chica su copa de vino de un lado a otro, procurando no perderse en la mirada de Jude, algo imposible, cuando era él quien no quería apartar sus ojos de ella.

Durante la cena, habían hablado un poco de todo aquello que habían vivido durante la ausencia del otro. De sus nuevos amigos. De los viejos conocidos. Y de como les iba la vida. Siempre pasando de largo, lo que esta noche les tenía sentados a la mesa. 

Ellos.

Fue Jude el que rompió el silencio, tomando inesperadamente, la mano de Estella, gesto este, que la hizo estremecer hasta hacer que los latidos de su corazón incrementaran con cada caricia de sus dedos.

-¿Sabes lo que mas echo de menos de Dortmund? -la pregunta de Jude la hacía en un tono bajo, calmado y sosegado. Ella se mojó sus labios uno con otro temiendo una respuesta que ya sabía cual era.

-¿El qué, Jude? -una sonrisa salió de la boca del inglés en cuanto ella respondió su pregunta con otra. Acercó su rostro hasta estar a pocos centímetros de ella, harto ya de la lejanía de Estella.

-A ti.

El joven futbolista miró los labios de la chica deseando besarla de una vez. Estaban ahí, delante de él, luciendo tan tentadores como siempre, pero, ese ansiado beso, nunca llegó a suceder, pues ella, a cambio, lo sorprendió con una pregunta.

-Creí que ya habías encontrado a otra que calentara tu cama. Porque eso es lo que yo hacía contigo, ¿no?

Las palabras de Estella lo tomaron por sorpresa. Para nada esperaba ésta reacción por parte de ella, ni que el gesto de su rostro fuera tan frío duro con él.

-Estella, ¿de qué coño estás hablando?

La voz de Jude se elevó un poco, pues, le había dolido lo que ella había insinuado. Si bien era cierto, que cuando comenzaron su "clandestina relación" no eran nada, con el paso de las semanas, entre ellos se afianzó algún que otro sentimiento, que era lo que él británico quería confesarle.

Estella se levantó arrastrando su silla al hacerlo. Apretó sus puños contra sus costados y le dio a Jude una mirada cargada de resentimiento. De todo lo que llevaba guardado después de tantos meses de silencio por parte del futbolista.

-Dices que me echas de menos, ¿a mi o a los polvos que echábamos? -le gritó ella sin poder callarse ya, lo que más le atormentaba.

-Estella.

-¡Ni Estella ni hostias! ¡No puedes irte, hacer como si lo que tuvimos no hubiera existido y decirme ahora que me echas de menos! ¡no puedes, joder!

Estella no pudo aguantar más las lágrimas. Sabía que venir aquí era un error, y aún así, lo había hecho. Pues lo que sentía por Jude era más fuerte, que el saber que entre ellos no había nada y solo les unía el sexo. Pero, hasta el más pequeño de los corazones, sufren cuando se los rompen.

Se giró ella para que él no la viera llorar. Llevó sus manos a la cara y caminó hasta la parte más alejada de la terraza, poniendo sus manos en la barandilla. Tomo aire intentando calmarse, y pensando en como decirle adiós para abandonar lo más rápido posible su casa. 

Estaba sopesando todas sus posibilidades, cuando sintió sus cálidos brazos que rodeaban su cuerpo y la atraían hacia él, sin poner ningún tipo de oposición.

-Mi Estella -Jude dejó un beso en su cuello, uno que la hizo estremecer de arriba a abajo. Era tan débil cuando se trataba de él. Tan necesitada de su cercanía.

-¿Qué es lo que quieres de mi, Jude? -no tuvo que esperar mucho para que él la contestara. Algo, que volvió a dejarla de nuevo descolocada.

-Todo. Lo quiero todo de ti.

Apretó Estella su agarre en la barandilla a la vez que mordía sus labios intentando no llorar de nuevo. Su agitado corazón amenazaba con salírsele del pecho y podía escuchar como sus pedazos, aún seguían rotos por culpa de Jude. Pasaron segundos hasta que por fin se decidió a hablarle, y cuando lo hizo, la distancia que había entre ellos, volvió a aumentar de tamaño.

-Y entonces, ¿porqué no me pediste que me viniera contigo a Madrid, Jude?

📅 FINALES DE DICIEMBRE

📍DORTMUND

Estella había alegado sentirse enferma, para no tener que estar presente, cuando el Madrid le devolvió la visita al Borussia en su estadio. Ni siquiera vio el partido. Se fue al cine y para cuando volvió a casa, en las calles se enteró que el equipo blanco les había ganado con un gol de Jude, como no. Aún recordaba la noche que él no fue capaz de contestarle a su pregunta, y como ella, lo dejó en esa terraza sin mirar atrás.

Desde entonces, ni una llamada, mensaje o historia en Instagram, que los mantuviera en contacto y así saber uno del otro. Estella se prohibió a si misma no saber nada de Jude e intentar hacer como si él ya no formara parte de su vida.

Pero cuando una llega a casa, y ve al jugador blanco sentado en los escalones, como que todo esto, a una, se le olvida.

-Jude -el británico alzó la mirada para encontrarse con la de Estella. Le sonrío aliviado al verla aparecer. Apenas llevaba media hora sentado en la fría piedra de las escaleras, pero, por ella, no le hubiera importado estar toda la noche.

-No creí que quisieras venirte conmigo -Jude se levantó acortando la distancia que los separaba. Estella apenas podía hablar, abrumada por tan inesperada sorpresa- no creí que sintieras algo por mi. No creí que que quisieras dejarlo todo para venirte con un niñato a la otra punta de Europa.

-Debiste preguntarme, idiota -le contestó ella armándose de valor, para, por fin, pronunciar todo aquello que se había callado durante tanto tiempo.

-No. Debí decirte primero que te quería, y después, habértelo pedido. O secuestrado si me hubieras dicho que no -el británico puso una de sus manos en la cintura de la chica, anclando sus dedos en ella, mientras la respiración de Estella se agitaba a causa de su cercanía.

-Repite lo que has dicho -le pidió ella sintiendo como las lágrimas amenazaban con inundar sus mejillas.

-Que tenía que haberte secuestrado. Joder, si, eso es lo que tenia que haber hecho -Estella no pudo evitar sonreírle un poco. Ahí estaba el Jude que ella tanto amaba, porque si, lo amaba. Con toda su alma.

-Jude -su tono de advertencia le arrancó al británico una carcajada. Esta vez fueron sus dos manos las que rodearon su cintura, estando ya su boca a pocos centímetros de la suya.

-¿Qué quieres que te diga? 

No la dejó contestar. Jude tomó su boca con ansías. Tantos meses sin sentir sus labios contra los suyos, perdiéndose su sabor, y esa lengua que danzaba tan bien con la suya. Sus dedos se perdieron en su espalda. Sus manos la recorrieron, para, anclarse después en su trasero, ese que también había echado de menos. Se separó de ella, dejando un tierno beso en su cuello, antes de pronunciar las palabras que ella esperaba y que él tanto necesitaba decirle.

-Te quiero, Estella. Te quiero, y mil veces te quiero. Y ahora que ya lo sabes... -Jude la agarró de las caderas y la levantó del suelo ante las protestas, poco convincentes, de la chica- vamos arriba, que llevo demasiados días sin estar dentro de ti.

No fue un encuentro lento y tierno entre ellos. La desesperación y las ganas podían con ellos, y se dejaron llevar en la misma puerta de entrada de la vivienda de la chica. Luego, ya con más calma, el dormitorio fue testigo de como ambos dieron rienda suelta al amor que ambos sentían el uno por el otro, pues Estella, por fin, también se decidió a obsequiarle con esas dos ansiadas palabras.

-¿Te lo pensarás? -los dedos de Jude estaban entrelazados con los suyos. Pronto amanecería y él tendría que volver a su hotel, pues en unas horas partiría hacia Madrid.

-Lo haré. Con calma. Jude, va a ser difícil. Estamos los dos separados por tantos kilómetros -no quería llorar. No quería que él se fuera con la imagen de ella llorando después de todas las promesas que estaban intentando hacerse.

Jude emitió un lastimoso quejido pensando en que sería de él una vez que saliera de su cama. Estar a su lado. Amarla de nuevo, era algo con lo que llevaba soñando tantos meses, y por nada del mundo, pensaba renunciar a ello.

-Yo nunca te dije adiós, Estella. No lo hice cuando me fui a Madrid, ni lo haré ahora. 

📅 MESES DESPUÉS

Estella movió su cabeza de un lado a otro y bostezó ligeramente. Se encontró con la burlona sonrisa de su novio, y rodó sus ojos en respuesta. El muy cabrón no la había dejado dormir toda la noche. Desde que estaban juntos, habían hecho un pacto, gol que él metía, polvo que le echaba. Y anoche hizo un hat-trick.

-Fisio, me duele aquí -uno de los jugadores se dirigió a ella quejándose de la zona lumbar. Lo había tratado tantas veces que sabía perfectamente la intensidad del dolor que sufría.

-Pues vete allí -le contestó su novio desde el otro lado de la sala. Desde que habían empezado a salir juntos, habían sido sinceros con el club. Eran pareja y una muy sólida. Algo que fue aceptado tanto por la directiva como por los miembros del equipo. 

Estella por fin, estaba con alguien que la valoraba y que la quería por encima de todas las cosas. Y a quien no le importaba dejarlo todo por ella.

-¿Me dejas que bese a mi novia antes de que te toquetee? -Estella recibió el abrazo de su novio intentando contener una sonrisa, algo que no podía cuando sentía sus manos sobre ella, manos que nunca la habían tocado de esta manera.

-Me daré la vuelta para no ver vuestras lenguas asomar.

Estella escondió su cabeza en el hueco del cuello de su novio. Dejó que él acariciara su espalda y la hizo levantar su barbilla para sujetarla entre sus dedos.

-Hoy me has dicho muy poco que me quieres, amor mío.

Estella le sonrío y acabó poniéndose de puntillas para rozar su boca con la suya unos buenos segundos. Amaba a ese hombre más que a su vida. Por el que lo dejó todo y se vino a vivir a Madrid. 

-Te quiero, Jude. 

Quiero dedicarlo a historia a laura_20_ 

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BETRAYAL

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