🔥 Charles Leclerc. Alas de ángel
📌 EN ALGÚN LUGAR ESCONDIDO...
La morena de ojos oscuros y larga melena ondulada, fruncía sus labios con fastidio. Llevaba un rato esperando su castigo, y este se demoraba, pues al parecer, su padre, la ignoraba a propósito.
-Papi, por favor, me tienes nerviosa perdida, dime ya algo.
El hombre frente a ella, levantó su vista por encima de sus gafas, y después de resoplar ligeramente, dejó a un lado los pergaminos que consultaba, para centrarse en la menor de sus hijas.
-Nubia, ¿tú eres consciente de lo que has hecho? -la seriedad de su rostro, así como la frialdad de su voz, hicieron a la morena agachar la cabeza y asentir ante sus palabras- quiero escucharte repetirlo porque has perdido tus alas. Otra vez.
La morena se mordió sus labios y después de tomar aire con fuerza, levantó su vista para poder responder a su amado padre.
-Seduje a los nuevos guerreros llegados al Olimpo, y ahora ninguno es válido para proteger a madre -dicho así en voz alta, Nubia empezó a sentirse algo culpable después de lo que había hecho. Sobre todo porque el encuentro con aquellos tres imponentes chicos, no había sido tan satisfactorio como ella esperaba.
-Bien. Me alegro de que seas consciente de tus alocadas decisiones, y que sepas que ser el ángel de la sensualidad, no te obliga a tirarte todo lo que se te ponga por delante, Nubia. Aquí arriba tenemos reglas, y tú no paras de romperlas -le recordó él elevando su tono de voz para intentar infligir en su hija, aún más miedo del que pretendía.
-Lo sé, padre... Y lo siento... Yo...
-¡Basta!
Su padre alzó una de sus manos con la que la hizo callar. El tono de su voz, amenazante, la hizo retraerse en su sillón y comprender que está vez recuperar sus alas, no sería tan fácil.
-He estado pensando como castigarte esta vez -le dijo su padre torciendo su boca en una ligera sonrisa- siempre has logrado recuperar tus alas después de mis castigos, pero esta vez, no te será tan fácil. Vas a bajar a la tierra.
-¿Queee? -la rubia protestó airadamente, pues el mero de hecho de mezclarse con los humanos le producía nauseas en el estómago.
-Y ya que te gusta tanto seducir, es lo que harás. Hasta que no pierdas tu virginidad, no podrás volver -Nubia miró a su padre arqueando una de sus cejas. No lo pudo evitar y prorrumpió en una gran carcajada que no logró inmutar a su progenitor.
-¿Mi virginidad? padre, hace tiempo que la perdí, no sé si lo sabéis... -el tono meloso de su voz, mezclado con algo de prepotencia, no aplacó la furia de su padre. Simplemente, él se tomó con calma la actitud de su hija.
-Si, lo sé. Alardeas de ello por todo el Olimpo. Pero, sigo firme en mi decisión. No podrás regresar aquí arriba hasta que pierdas tu virginidad...con un humano. Y no cualquier humano. Tiene que ser un campeón.
La boca de Nubia se abrió varias veces intentando procesar las palabras de su padre. El miedo la atenazó cuando comprobó que él hablaba en serio. Ni tiempo le dio a asimilar su castigo, cuando una bruma la envolvió, imposibilitándole el poder ver más allá de ella.
Lo único que escuchó antes de cerrar sus ojos, fue la escandalosa risa de su padre.
Tenía calor. Los mechones de pelo se le pegaban a la nuca, mientras las gotas de agua con las que se refrescaba el escote, resbalaban por entre sus pechos. Su padre la había mandado a un país casi tropical a principios de verano. A un Gran Premio de Fórmula Uno. Por lo menos él había sido magnánimo y le había facilitado el encontrar un campeón. Solo tenía que esperar al ganador de la carrera, acercarse a él e intentar seducirlo con sus artes amatorias. Algo que no le sería difícil, pues su atuendo de azafata de color rojo, le ayudaba a moverse entre las masas.
Allí donde ella pasaba, encontraba miradas e insinuaciones lascivas que ella ignoraba. Solo tenía un objetivo, y era el piloto que cruzara la meta. Buscó su sitio cerca del podium. Uno estratégico donde pudieran verla bien. Aceleró el tiempo con un movimiento de su mano, y segundos después, tres chicos subían las escaleras para recibir sus trofeos. Ella centró su mirada en el primer clasificado. Un castaño de mediana estatura con unos profundos ojos verdes que oteaban la multitud, atraído por algo que no sabía muy bien que explicar.
El piloto de labios carnosos y rostro perfecto, subió su escalón y alzó sus brazos por encima de su cabeza para delicia de los allí congregados. Desvío su mirada hacia ellos, y entonces la vio. Una despampanante morena, cuyos seductores ojos parecían querer desnudarlo. Ella no apartaba su mirada de él. Se mojaba los labios una y otra vez, provocándolo de esta manera. Algo que le hizo endurecerse en sus pantalones y dar las gracias porque el mono de competición era lo suficiente recio como para no mostrar al mundo su erección.
Nubia no esperó a que finalizara la ceremonia. Salió de entre la multitud y caminó decidida hacia el encuentro del piloto. Solo con verlo y todo su cuerpo se había estremecido. Las sensaciones que experimentó con las miradas que él le devolvió, fueron muy placenteras, lo que le llevó a estar tan excitada que sus braguitas se encontraban muy húmedas por su culpa.
Sus pasos la llevaron al Home Trailer de Ferrari. Nadie le preguntó nada ni le obstaculizaron el paso. Era como si una bruma pasara cerca de ellos. Subió las escaleras y después de caminar por un pequeño vestíbulo, se dirigió hacia la habitación 16Leclerc, la del campeón de la carrera.
Entró en ella y después de cerrar, se dejó caer en la cama esperando a su dueño. Volvió a mover su mano para acelerar el tiempo, y segundos después, el castaño de ojos verdes, se internaba en su habitación sin saber lo que le esperaba en ella. Se quedó estático en mitad de la habitación, conmocionado por la visita.
La morena le dio una sensual mirada, una que fue a parar directamente a su miembro y que hizo que su garganta se secara. No se esperaba que la chica del podium estuviera ahí, con sus piernas cruzadas, esas que la faldita blanca apenas cubrían, esperándolo en la cama.
-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? -le preguntó él bastante confundido por su presencia.
-Soy tu premio.
Nubia se puso en pie mordiendo sus labios. Se acerco muy lentamente, con pasos estudiados, hasta estar frente a él. Puso sus dos manos en su pecho, subiéndolas hasta casi rozar su cuello. Alzó su mirada para mirarlo y lo que vio en ella casi le quita el aliento. La intensidad de su mirada verdosa, se había oscurecido. Era deseo. Era lujuria y era algo más.
Inclinó su cabeza Charles, el campeón, para poder besarla profundamente. Tomó sus labios de forma experta como si besar a Nubia fuera algo que llevara haciendo toda la vida. Su lengua penetró en su cavidad bucal acariciando la piel de sus labios. Sus manos se enredaron en su cintura, acercándola más a su cuerpo, con lo que la rubia pudo comprobar cual duro estaba su miembro.
-¿Y qué tengo que hacer con este premio? -la boca de la morena se perdió en el cuello del piloto. Mordisqueó parte de este y succionó con sus labios.
-Follártelo.
La chica le devolvió una pícara sonrisa, una que iba acompañada de un permiso que él no dudo en tomar. La aprisionó contra su cuerpo y esta vez la besó de forma más asalvajada. Atrasó sus pasos hasta girarla y llevarla hacia la pared. Allí la atrapó con sus brazos sin abandonar su boca ni un solo momento.
-Uno se folla a los premios como le da la gana, ¿verdad? -la pregunta de él murió en sus labios cuando volvió a tomar su boca. Mordisqueó la de Nubia arrancándole un gemido de placer que retumbó en la garganta del piloto.
-Charles, puedes hacerme lo que quieras -le contestó ella mientras llevaba su mano a la cremallera de su mono. Se lo fue bajando con movimientos precisos hasta que él tuvo que ayudarla a deshacerse de él.
-Duro. Así es como quiero follarte. Tengo la puta adrenalina a tope, y es lo que quiero, hacértelo bien duro -Charles acabó de quitarse toda la ropa, quedándose completamente desnudo. Llevó su mano a su miembro y se lo masajeó un par de veces para afianzar aún más su dureza.
-¿Y te da igual quien sea yo?
-Nena, eres un puto regalo de los dioses, solo acuérdate de mi nombre cuando esté dentro de ti, para que lo grites bien fuerte.
Nubia reprimió una carcajada. Ay, si el supiera lo que ella era en realidad, se le quitaría esa sonrisa de prepotencia de su cara. Las manos de él comenzaron a moverse sobre su cuerpo. Las llevó hacia sus pechos, aquellos que el top rojo contenía, y los amasó apretando sus pezones con pequeñas y duras fricciones.
-Buena elección de color -le dijo él señalando ese top que contenía sus ya hinchados pechos.
-Me encanta el color rojo -le confesó ella llevando su mano a su ya hinchado miembro- es el color prohibido. El de la lujuria.
Estampó Charles un beso en su boca. Su lengua la penetro con salvajes embestidas, robándole la respiración a la morena, quien, aún con su mano en el miembro del piloto, se dejaba besar y chupar los labios, nublada por el placer de esos besos.
-A partir de hoy, ese va a ser tu color favorito, morena.
-Nubia, me llamo Nubia.
El piloto emitió una pequeña carcajada al escuchar su nombre, a la vez que una sonrisa algo maléfica se dibujaba en su rostro. Sonrisa que solo duró unos segundos, cuando la aprisionó de nuevo, con su cuerpo, contra la pared, en un movimiento rápido y sutil, y lejos de asustarse, ella movió su boca hasta dibujar una sensual sonrisa. La mirada hambrienta del castaño contrastaba con la de deseo de ella. Eran como dos animales salvajes que se miraban esperando quien hiciera ese primer movimiento.
-Quítate las bragas, pero déjate la ropa puesta -le pidió él con un ronco tono de voz.
La pícara sonrisa de Nubia no tardó en aparecer tras su petición. Llevo sus manos debajo de su falda y después de enganchar sus dedos en la cinturilla de estas, se las quitó de un rápido movimiento. En cuanto estuvo sin ellas, Charles la agarró de las caderas y la alzó hasta hacer que sus piernas estuvieran apresando su cintura. Meneó un poco su pelvis para que su pene se rozara con su coño, ese que estaba ya mojado, listo y preparado para albergarlo dentro.
-¿De dónde sales, Nubia? -Charles bajó una de sus manos hasta acariciar y pellizcar ese mojado clítoris, lo que le hizo a ella retorcerse y presionar más contra el miembro de Charles- tan dispuesta y deseosa para mi.
-Soy un regalo de los dioses, ya lo has dicho tú.
Ella estampó su boca con la suya para que dejara de hablar. Lo quería dentro y lo quería ya. Ni siquiera pensaba en sus putas alas, solo en tener la polla del piloto taladrándola dentro, una y otra vez. Él siguió tentándola moviendo su miembro hasta resbalar por sus pliegues. Estaba tan duro e hinchado, que el mero roce la hacía suspirar una y otra vez.
Sentía las piernas de ella estremecerse y como su clítoris palpitaba por su toque. Sonrío, con una sonrisa lobuna, para después, acercar aún más su miembro a su abertura. Buscó su boca para besarla de forma lenta y precisa. Su lengua en su cavidad, provocando a la suya con tímidas lamidas. Ella iba a protestar pues la anticipación la estaba matando, cuando Charles, entró en ella con una embestida lenta y pausada. Su miembro la llenó por completo, penetrándola hasta casi el fondo, y cuando este se movió, rozando sus paredes, Nubia creyó que estaba rozando ese cielo del que hablaban los humanos.
-Oh, joder, que bien se siente -exclamó ella con un ronco gemido, inundada de placer a causa de los movimientos de Charles.
El interior de ella acogió su miembro, estirándose y apretándolo a medida que los movimientos de Charles iban incrementando en velocidad. Los dedos del piloto estaban anclados en sus caderas, y las suyas iban al encuentro de la chica moviéndose con bastante ímpetu. Su boca buscó la de ella, mordiéndola primero para recibir otro más de sus gemidos de placer. La instó a abrirla para que su lengua buscara a la suya. En cuanto las dos se rozaron, sus locos movimientos acompasaban a las embestidas del pene del piloto.
Ella enredó sus dedos en su pelo castaño, anclándose a su cuello. Lo atrajo más hacia su cuerpo para profundizar aún más esos besos que la estaban nublando la razón.
-Oh, dioses, sois algo más que un campeón. Ningún guerrero se os puede comparar -las palabras de Nubia eran producto del placer que él le estaba proporcionando. Estas, lograron que él esbozara una pequeña sonrisa, pero, que no cambiara el ritmo de sus movimientos.
-¿Te gusta pequeña? ¿te gusta como te estoy follando?
-¡Ni se te ocurra parar! ¡Por los putos dioses del Olimpo!
Una carcajada salió de la boca de Charles. Ella estaba totalmente a su merced. Sometida a sus meneos, a lo que su miembro hacía en su interior. Él puso una de sus manos en la pared, utilizando esta para darse impulso en sus acometidas.
Las piernas de ella se enredaron aún más en su cintura. Incluso se permitió alzar sus caderas, subiendo su cuerpo, pareciendo ser ella la que tomaba el control, subiendo y bajando por su endurecido miembro. Las embestidas de Charles eran salvajes, duras. Alzaba sus caderas con una de sus manos para que ella pudiera hundirse profundamente en su interior, recibiendo a cambio, los gritos de placer de la chica, quien sentía que en cualquier momento, podría estallar en miles de pedazos.
-¿Quieres más, Nubia? ¿quieres? -los erráticos movimientos de Charles no cesaban. Movía sus caderas en círculos, para, segundos después, salir de su interior y volver a penetrarla con fuerza.
-Quiero todo, Charles Leclerc.
El sonido de su voz, provocó en Charles como si de una corriente eléctrica cruzara todo su cuerpo de arriba a abajo. Él también gritó su nombre, y esta vez, la agarró de las caderas con tanto ímpetu, que sus dedos le dejaron marcas en el culo. La follaba una y otra vez, reclamando ella que no se detuviera, con sus labios y con su lengua.
Sintió Charles como el aire a su alrededor, parecía detenerse. Como miles de puntitos de colores se movían alrededor de ellos. Nubia le agarró de las mejillas y tiró de él para hundir su boca en la suya. El orgasmo de la chica le pilló de improviso. Su miembro apretado por su delicioso interior, y como él también sentía que quería derramarse en la morena y marcarla con su esencia. Y pensó que hacer esto, traería consecuencias, pero, que sería divertido.
Nubia echó su cabeza hacia atrás, poseída por el más fuerte orgasmo que nunca había tenido en su vida. Clavó sus uñas en los hombros del chico, gimiendo el nombre del piloto con bastante desesperación. Todo su cuerpo era presa de pequeñas descargas eléctricas que la dejaron exhausta sobre el pecho del piloto. Sentía los latidos de su corazón latirle demasiado deprisa. Estaba satisfecha. Y aún conmocionada, pues no sabía que los humanos fueran tan apasionados. Este hombre, este macho humano no tenía comparación en el Olimpo. Él solo podía competir con muchos de los guerreros que había allí arriba.
Y les ganaría a todos.
Nubia subió dos días después al Olimpo. Dos días que los había pasado en la habitación del piloto, dando rienda suelta a toda esa pasión contenida que ni sabía que tenía. Charles y ella lo habían hecho en posturas hasta inimaginables para ella, de las que incluso, desconocía que existieran.
En cuanto estuvo frente al trono de su padre, levantó una de sus manos en su dirección, dándole una sonrisa satisfecha.
-Vengo a por mis alas, padre. Ya cumplí mi castigo -le reclamó alzando su voz con bastante suficiencia.
-Ay, Nubia. Tan lista que eres para otras cosas, y lo tonta que eres cuando te ciega el deseo -le contestó su padre con una burlona sonrisa en su rostro.
-¿A qué os referís, padre?
-Vuestro castigo. Habéis fallado -le señaló él con su dedo, instándole a que apartara su reclamante mano.
-¡No es así! ¡Me dijisteis que tenía que perder mi virginidad con un humano y eso he hecho! ¡Dos días que he estado cumpliendo mi castigo!
-Eso dije, Nubia. Dos días. Con un humano. Y tú, tan prepotente como siempre, ni te diste cuenta de que ese chico, no era tal humano.
-Padre... -la morena se llevó la mano a la garganta ahogando un sollozo. Su padre siempre se salía con la suya, y se temía que esta vez, también lo haría.
-Dos días. Follando. Con Leclerc, el Demonio de la Suerte. Bravo, Nubia. Esta vez no habrá clemencia para ti.
📆 MESES DESPUÉS
Verlo sentado como si no pasara nada, la enfureció aún más. Apretó sus puños a ambos lados de sus costados y caminó con decisión hasta su objetivo. Pero, sus pasos fueron interrumpidos por una mano que la asió del brazo impidiendole su avance.
-Largate. Las de tu especie no son bienvenidas aquí.
Nubia fulminó con la mirada, al demonio menor de ojos saltones a la vez que se deshacía de su agarre.
-Vuelve a ponerme una mano encima y te comerás tus propias tripas para cenar -su tono de voz, era alto y fuerte, usando una entonación tan peligrosa y vibrante que el demonio no tuvo más remedio que hacer lo que le pedía, asustado por lo que vio en los ojos de la chica.
Después de este desafortunado accidente, la morena se dirigió con paso firme hacia la mesa donde el puto demonio de la suerte, bebia cerveza mientras tenia en sus rodillas a una chica bastante ligera de ropa. Puso sus brazos en jarra y alzó su barbilla de forma desafiante, esperando que él se percatara de su presencia.
No le hizo falta a Charles ni un segundo para darse cuenta de la osadía de la diosa de la sensualidad. Su olor, ese que aún llevaba impregnado en su cuerpo y ese halo que resplandecía a su alrededor, le confirmaron lo evidente, Nubia estaba frente a él. Y no con buena cara.
-Vaya, angelito, ¿a que debo el honor de tu visita? -se burló él, desafiandola de esta manera. Si bien era cierto que su miembro había despertado nada mas ver a la sensual morena que se cernía frente a él.
-Fuera. Todos. O os quedaréis impotentes para toda la vida.
De nuevo el tono vibrante de su voz, hicieron que todos huyeran despavoridos. La primera, la chica que estaba sobre Charles. Cuando al fin se quedaron solos, el demonio resopló muy molesto por la intrusión de la diosa, aunque le estuviera regalando la vista en este momento. Se fijó en como sus pechos parecían sobresalir del corsé que llevaba puesto, haciéndole la boca agua al recordar su sabor.
-¿Tú lo sabías? ¿Sabías quién era cuándo me tomaste? -le reprochó Nubia con evidentes signos de furia en su rostro, uno que a Charles le pareció sumamente sensual, haciendo honor a su nombre.
-Cuando me dijiste tú nombre -le contestó él con suma tranquilidad.
-Y aún así, seguisteis.
-Nena, cualquiera paraba con lo bien que nos lo estábamos pasando, ¿No crees? -su respuesta aún más enfureció más a Nubia.
-Claro. Primero el placer y después lo demás. Pues, mira las consecuencias de tus actos, Charles Leclerc.
La cara de horror del demonio al ver a Nubia despojarse de la chaqueta de su abultada barriga, fue algo que la sumió a ella en un estado más desolado. Hubiera esperado por parte de Charles, sorpresa o perplejidad, o incluso asombro, pero no el asco con la que la miraba.
Volvió a esconder su vientre y después de darle una fugaz mirada al demonio, salió de ese bar subterráneo, con pasos demasiados presurosos. Sintió las lágrimas como le escocían a sus ojos y no hizo nada para evitarlas. No tenía ni idea de donde ir, pero lo que si tenía claro es que tenía que huir de ahí lo antes posible.
-Nubia -Charles se materializó delante de ella impidiéndole proseguir su camino- espera.
-¿Para qué? ¿para que vuelvas a mirar a mi bebé con esa cara de asco? no, gracias. Estoy harta de que me desprecien por lo que llevo en mi vientre.
La morena le dio un empujón intentando apartarlo de su lado, pero se encontró con la descomunal fuerza de Charles, quien le agarró los brazos de manera más suave, sujetándola par que no se fuera.
-¿Quién te ha despreciado? -le preguntó él sintiendo como la sangre le hervía. Fue tocar a Nubia y miles de sensaciones se agolparon en su cabeza, a cual más traicionera y extraña.
-¿Aparte de ti? -ella ya no intentó esconder las lágrimas. Ya se había cansado de luchar. De ser castigada por sus pecados.
-Lo siento. De verdad que lo siento. Me has pillado desprevenido -Charles puso una de sus manos en la mejilla de la chica y la acarició muy lentamente.
Sintió el latido de su corazón bajo las yemas de sus dedos, y uno más pequeño, que latía más apresuradamente, justo en el vientre de Nubia. Eso le hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo y que su vida tuviera ahora un nuevo objetivo, proteger a su bebé y a su madre.
-Nubia, dime quien ha sido -le pidió él bajando su tono de voz por uno más calmado para tranquilizar precisamente a la joven diosa, quien temblaba frente a si.
-Mi padre. Cuando se enteró que esperaba un hijo me dijo que mi bebé era un engendro. Un nephilim...
-El hijo de un demonio y un dios -le dijo Charles terminando la frase por ella.
-Y que, o bien me deshacía de él, o me expulsaría para siempre del Olimpo -Nubia encogió sus hombros mirando a Charles con suma tristeza y desolación. Llevo sus manos a su hinchado vientre dejándolas allí mientras terminaba de hablar con el demonio- y por eso estoy aquí.
La furia se abrió paso por cada poro de la piel de Charles. Estaba tan enfadado que sintió en las yemas de sus dedos ese calor que anunciaba cuando la luz se apoderaba de ellos para comenzar a destruir todo lo que hubiera a su alrededor. Se suponía que los dioses del Olimpo eran buenos, los malos eran los de abajo. Y su padre se había comportado con ella de la forma más ruin posible.
-Mataría a tu padre si lo tuviera delante -le confesó Charles sintiendo que todo a su alrededor se ponía rojo e incluso su rostro lo hacía. Sus ojos se volvieron ambarinos expresando de esta manera toda la rabia que sentía- nadie desprecia a mi hijo y a su madre, y vive para contarlo.
La confesión de Charles sorprendió a Nubia, pero lo que más la desconcertó fue, ver como el demonio hacia honor a su nombre y todo su cuerpo adquiría un tono rojizo a la vez que sus negras alas se desplegaban a su alrededor. Era una imagen imponente, el ver al demonio de la suerte en todo su esplendor. Decidió acercarse a él, despacio, con cautela, pues no dejaba de ser un diablo. Aliviada porque él no la rechazara, alzo una de sus manos y tomo su mejilla con mucha suavidad, dejando que sus dedos se perdieran en ella.
-Charles, calma, no pasa nada. Siempre elegiré a mi hijo por encima de todas las cosas. Y prefiero no estar en un sitio donde no me quieren que vivir siempre con miedo o sufriendo porque rechazan a mi hijo -ella intentó sonreírle para que él se calmara.
Charles concentró su vista amarilla en ella y lo que vio en sus ojos, provocó una punzada en su negro corazón, ese que no veía color porque el rojo nunca se le había mostrado a causa de sus actos. Agarró la mano de Nubia, esa que estaba en su mejilla y la mantuvo en esta mientras se perdía en esos ojos verdosos. De nuevo sintió ese pequeño corazón, ese que latía fuerte y sano y que evidenciaba un hecho. Iba a ser padre. Y la idea ya no le asustaba tanto.
-Ahora mi casa es la tuya, Nubia. A mi lado, mi hijo y tú siempre estaréis protegidos, ¿querrás tú que la oscuridad gobierne ahora tu vida?
El pequeño castaño de ojos verdosos, descansaba en la cuna moviendo sus bracitos mientras intentaba no cerrar sus ojitos. La mano de su madre acarició su mejilla intentando calmarlo para que se durmiera.
-Ithan, pequeño, tienes que dormir, llevas todo el día despierto, y ya es hora -Nubia le sonrío al bebé, y este emitió un gorjeo en respuesta a las palabras de su madre.
-Quizás si su madre le cantara de nuevo una de esas canciones que tanto le gustan, podría dormir -sintió Nubia las manos de Charles que rodeaban su cintura y como este ponía su barbilla en su hombro. De nuevo sintió ese golpeteo en su pecho y como toda su piel se erizaba a causa de su contacto.
-¿Y si nos lo llevamos a la cama con nosotros? -la morena ladeó su cabeza para mirarlo, mientras esperaba su respuesta, mordiéndose sus labios, esos que tan loco lo volvían. Él le sonrío y dejó un pequeño beso en su mejilla asintiendo a su propuesta.
-Lo que desee mi esposa, mi esposa tendrá.
*** Como os habréis dado cuenta, esta era otra de mis historias cortas HOT, y en la medida de lo posible, las estoy intentando adaptar, o bien en estas historias, o bien en otras. Espero que os haya gustado ***
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16DESIRE
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