🔥Carlos Alcaraz. La pista central
Hace algún tiempo, creo que más de un año ( o dos) publiqué esta obra de historias cortas, porque en mi cabeza tenía muchas ideas que sabía que no podría hacerlas más largas.
Algunas de ellas, surgieron incluso, de alguno de mis sueños, de ahí el nombre de la obra. Empecé con futbolistas, y he terminado escribiendo de otros deportistas.
Alguna de estas historias contienen contenido adulto y otras no (hay un símbolo al lado de cada historia para especificar las que si son de C. Adulto), por si alguien no desea leerlas. Este contenido, contiene palabras mal sonantes y escenas eróticas (algunas muy eróticas).
Y repito, yo escribo historias con contenido maduro porque me considero una persona madura. Es lo que habrá en la mayoría de las historias, así que, esto es como las lentejas, si quieres lo lees y si no lo dejas. Para eso tenéis el simbolito 🔥 a comienzo de cada capítulo, para que lo paséis por alto si os incomoda este tipo de contenido.
Tiempo después, he querido editar estas historias para adaptarlas a mi forma de escribir y también a como publico ahora mis obras. Por eso, he decidido publicarlas de nuevo, intentando mejorar la ortografía y gramática, así como incluir en ellas medios visuales para que, estéticamente también luzcan un poco mejor.
Solo espero que os guste la nueva cara de Mis historias cortas que pensé mientras dormía.
📆Julio
📍Londres, Inglaterra
Debería estar en la cama descansando. Preparándose para el gran partido de mañana, ese, en el que muy pocos creían que estaría. Era joven. Pero eso no le había impedido estar en lo más alto de su profesión. Y aún así, era inseguro y desconfiado. En su cabeza repasaba todos los posibles escenarios del partido de mañana. Desde la victoria a la derrota. Miraba la pista desde todos los ángulos. Lanzaba la pelota desde cualquier parte de la pista. Era meticuloso. Aunque lo que pretendía, el tenerlo todo controlado, en el tenis, era imposible.
Alzó la raqueta una vez más dispuesto a dar ese último golpe, el que llevaba diciendo que daría desde hacía más de una hora. No quería irse a dormir todavía. Porque si lo hacía, sabía que daría vueltas en esa cama y para eso, prefería entrenar. Solo. Sin nadie a su alrededor que le dijera que hacer. Lanzó la pelota al aire y cuando estaba a punto de golpear, un estornudo lo desconcentró perdiendo la concentración.
- ¡Lo siento! ¡Lo siento! no pretendía molestarte -la dueña de esa voz era una chica morena de pelo ondulado, la cual estaba semioculta en uno de los asientos de las gradas, mostrándose avergonzada por su comportamiento.
- No deberías estar aquí -le recriminó él con algo más dureza de la que pretendía.
- Lo sé. Y lo siento. Soy una de las... recogepelotas... y como mañana no me han asignado la final, solo quería verte de más cerca. Soy una gran admiradora tuya -la morena se levantó de su asiento, recogiendo todas sus cosas, entre ellas una barra de cereales con chocolate.
- ¿Es chocolate negro? -le preguntó él señalando lo que ella llevaba entre manos. No había comido nada desde la tarde y ya sentía el rugir de sus tripas.
- Ah... si, ¿quieres? -le ofreció ella con una resplandeciente sonrisa.
- Yo me comporto como un borde contigo y tú me das tu barrita. Eres demasiado buena -le llamó él la atención a la vez que cogía lo que ella le ofreciera.
- No te lo he tomado en cuenta. Sé la presión que sufrís los deportistas en este torneo y más si mañana juegas la final.
- Pues gracias -Carlos mordió la barrita, la cual le supo a gloria mientras se permitía mirar a la chica. Era bastante guapa. De ojos marrones, piel clara y de mediana estatura. Pero, lo que más le llamaba la atención eran sus gruesos labios, los cuales iban pintados de un color rojo cereza que disparó algo, su calenturienta imaginación.
- Charlotte. Me llamo Charlotte -ella se mordió los labios con evidentes signos de nerviosismo. Tan acostumbrada a la gente famosa que conocía, y este chico la inquietaba hasta el punto de sentirse algo torpe a su lado.
- Es un nombre muy bonito -le dijo él atreviéndose al fin a sonreirle- ¿eres de por aquí?
- Del mismo Londres -le contestó ella orgullosa de su origen.
Entre ellos surgió una espontánea conversación, en la cual ambos se encontraron bastante cómodos. El chico descubrió en ella, a una muchacha entusiasta, divertida, agradable, y de una muy alta inteligencia. Con el paso de los minutos, a Charlotte se le olvidó que Carlos era uno de los mejores tenistas del mundo, revelándose un chico de casi su misma edad, simpático, sincero y de fácil conversación.
Carlos había pedido la pista para dos horas, y por eso no le sorprendió, cuando las luces de ésta se apagaron, sorprendiéndolos sentados sobre la hierba de esa pista central.
- Oh, vaya, no pensé que fuera tan tarde -le señaló Charlotte haciendo ademán de levantarse de ese suelo. La mano de Carlos, la atrapó del brazo, reteniendo sus movimientos.
- ¿Tienes que irte? por si no tienes que hacerlo, para que te quedaras un rato más. Creo que aún no estoy preparado para irme a mi hotel -le pidió él casi en un ruego. Charlotte lo miró mordiéndose sus labios. Estar con él era un sueño, y este momento que estaban compartiendo, mucho más de lo que alguna vez imaginó.
- No, no tengo nada que hacer. Puedo quedarme hasta que tú quieras -le contestó ella volviendo a sentarse junto a él.
Minutos después, Carlos fue hasta una de sus bolsas de entrenamiento, para buscar una toalla limpia. La colocó a modo de almohada en el suelo e invitó a Charlotte a tumbarse junto a él, para que, desde esa posición pudieran admirar las estrellas.
- Dicen que el fantasma de Spencer Core, el primer ganador de Wimbledon, se suele pasear por la pista central -le contó Carlos mientras giraba su cabeza para mirar a la chica. Con el paso de los minutos y de sus conversaciones, se había dado cuenta de que le gustaba, y mucho.
- Yo he oído cosas peores que pasan aquí -le contestó ella con una mueca divertida.
- Sospecho que me vas a escandalizar, Charlotte.
- En pleno partido, pillaron a una pareja teniendo sexo en su palco VIP. Y a dos miembros del club dándolo todo en una de las pistas. De noche.
- ¡Y porqué no me extraña! aunque en serio, mira esta pista, ¿de verdad crees que se puede follar sin que te vea alguien? -le preguntó él abarcando con sus manos toda la inmensidad del recinto.
- ¡No lo sé! nunca me he parado a pensar en eso -le respondió ella divertida- pero en aquellas butacas de la esquina, te digo yo que tienen posibilidades.
- De día es complicado, Charlotte -le recordó él mientras ambos se pusieron a señalar lugares de esa pista donde podrían producirse esos encuentros clandestinos.
- ¿Nunca has hecho...bueno...nunca has hecho eso en un torneo, o entrenando...? ay, joder, no sé ni porqué te pregunto esto...
- ¿Lo has hecho tú alguna vez en algún sitio raro? -Carlos se mojó los labios mirando a Charlotte. La conversación había subido de tono y sin quererlo, los imaginaba a ambos, follando ansiosos el uno por el otro, en cada lugar que antes habían señalado.
- No... bueno si, en el invernadero de mi casa. El único sitio escondido. Pero créeme, fue algo rápido y no muy memorable por el miedo a que me pillaran. ¿Y tú?
- Soy muy aburrido, Charlotte. Y no por falta de ganas, sino porque las tías no se me acercan para eso...
- ¿Para follar? -la sola mención de la palabra, la hizo reír. Esta conversación era algo que no pensaba tener, y menos con Carlos Alcaraz.
- Exacto.
- Pues yo si que me he acercado a ti... -se atrevió ella a decirle por fin, pues cada vez más, el estar tan cerca de él la estaba afectando más de lo que debía, hasta el punto de sentirse totalmente desinhibida ante su presencia.
- Pero no para eso -él la miró retándola. Y provocándola también con sus palabras. Solo quería saber hasta donde era Charlotte capaz de llegar, para saber él a que atenerse con ella.
- ¿Y tú querrías que lo fuera?
- ¿Querrías tú, Charlotte?
Su nombre en sus labios fue como una caricia sensual. Ni le contestó. Ella simplemente se agarró a su cuello, estampando su boca con la suya. Carlos correspondió a ese beso con todas sus ganas. Se atrevió incluso a buscarle su lengua, para poder acariciarla con la suya, bailando un baile que parecía exclusivo de ellos. El tenista puso su mano en el muslo de la chica deslizándola despacio hasta acariciar la unión de estos. Recibió un alto gemido de su parte, cuando presionó en ese punto de placer que tanto la enloquecía. Movió sus dedos por encima de sus braguitas, tocando y pellizcando cada vez con más intensidad.
- Por favor -le rogó ella aún agarrada a su cuello.
- ¿Por favor, qué, Charlotte? -le preguntó él queriendo que ella le respondiera a sus preguntas.
- Que me toques... ahí abajo.
A Carlos le encantó que a ella le diera cierta vergüenza pedirle lo que quería. Era adorable cuando le rogaba con esa voz tan dulzona. Sus dedos se engancharon en su ropa interior, la cual fue bajando hasta quitársela del todo. Le alzó un poco la falda que llevaba, para bajar su cabeza hasta encontrarse entre las piernas de la chica.
- Carlos... -le dijo ella cohibida pensando en lo que él iba a hacer.
- Me has pedido que te toque, pero no has dicho con qué.
Una burlona sonrisa salió de la boca de Carlos. A la chica no le dio tiempo a protestarle, cuando la lengua del tenista se perdió entre los pliegues de su sexo. Tuvo que morderse los labios reprimiendo un gemido que pensaba que retumbaría en cada asiento de la pista central. Ahí estaban los dos. Tumbados en el césped del lugar más emblemático de Londres, dejándose llevar por sus pasiones.
Y por sus ganas.
📆 AL DÍA SIGUIENTE
Carlos acababa de ganar Wimbledon. Allí tumbado en la hierba de la pista, tras el último punto que le había dado su triunfo, solo podía pensar en ella y en todos los momentos vividos la pasada noche. Se puso en pie recibiendo la ovación de los aficionados y de su propio rival en la pista. Abrazó a su entrenador y a su familia, y después de unos minutos, se dispuso a recibir su trofeo, el que le acreditaba como campeón.
La buscó entre la gente. Sin mucho éxito. Algo que le decepcionó un poco, más si se recriminaba el haber sido tan idiota de no haberle pedido el teléfono o su Instagram. Se colocó en el centro de la pista, esperando su premio, cuando la vio avanzar hacia él. Un vestido de color blanco, como la raqueta que empuñaba. Su pelo moreno recogido en una coleta, y una sonrisa que podría derretir a cualquiera.
Hasta que fue su propia sonrisa, la que murió en su boca, al escuchar al speaker de la pista.
- ¡Demos la bienvenida a su Alteza Real, la Princesa Charlotte de Gales, la encargada de entregar el trofeo a nuestro campeón, Carlos Alcaraz!
Tuvo que tragar saliva el joven tenista y disimular todo lo que podía su desazón. Se suponía que debería estar feliz por haber ganado, pero, en cambio, la desilusión embargaba cada poro de su piel. Hizo de tripas corazón y forzó una sonrisa cuando Charlotte se acercó a él trofeo en manos. Miles de escenarios pasaron por su cabeza, al cual peor, pues pensaba muy mal de la chica. Bueno, de la joven princesa.
-Enhorabuena. Gran partido -fue lo único que ella se atrevió a musitarle, atenazada por los nervios que se apoderaron de su cuerpo.
Carlos esbozó una sonrisa forzada y tomó ese trofeo de sus manos, rozando sus dedos al hacerlo. Se separó de Charlotte intentando no mirarla y alzó su premio al cielo, dando gracias por el partido y por la victoria.
Los siguientes minutos pasaron como una nebulosa para Carlos. Atendió a la prensa. Se hizo miles de fotos y para cuando se quiso dar cuenta, estaba en la soledad de su vestuario, disfrutando de su victoria e intentando asimilar todos los acontecimientos que había vivido, desde el día de ayer.
Charlotte. Sólo podía pensar en ella y en toda la vorágine que la rodeaba. Era una princesa. Y aunque no era la heredera al trono porque tenía delante de ella a su hermano mayor, era una princesa.
-Carlos -alzó él sus ojos al escuchar esa voz que lo llamaba. Apretó sus labios al encontrarse Charlotte frente a sí. Tan bonita y luciendo tan preciosa como la pasada noche.
-Alteza -Carlos se puso en pie y le hizo una burlona reverencia ante la desesperación de la chica- sinceramente, me habéis hecho quedar como un idiota frente a usted. ¿Soléis hacer esto mucho? ¿lo de follarte a desconocidos y luego reírte de ellos?
-Carlos...yo... -apretó Charlotte sus labios mordiéndoselos con nerviosismo- yo solo quería ser normal por un momento. Que me miraras como me miraste anoche. Ser Charlotte y no una princesa.
-Pues te felicito -le dijo él dando un par de palmadas en el aire-. lo habéis conseguido. A mi por lo menos me habéis engañado.
Carlos se dio la vuelta para ignorarla, y así que ella se marchara. Ahora mismo no podía lidiar con Charlotte ni con lo que ella era. Sintió su mano en su brazo como lo retenía para que no se marchara. Tenía que hacerlo. A ambos no les unía nada. Solo una increíble noche de pasión. Y nada más.
-Por favor, Carlos, tienes que escucharme. Me gustas y mucho. Y me acerque a ti precisamente por eso. Lo que pasó después...fue... -el joven tenista vio en ella algo que lo dejó descolocado. Era pasión. Dulzura y emoción por él, a la vez que deseo- siento no haberte dicho quien era, pero, si lo hubiera hecho...
-No te hubiera follado -terminó él la frase por ella, encontrándose con una afirmación por parte de la chica, a quien todavía le temblaba el cuerpo por la cercanía del tenista.
-Por primera vez me sentí libre, Carlos. Sin esperar nada de nadie ni sentir que me trataban de forma especial -le confesó ella con la emoción reflejada en el tono de su voz.
-En eso te equivocas, Charlotte -Carlos se acercó a ella, esta vez sonriéndole más ampliamente. Alzó una de sus manos y la dejó en su mejilla disfrutando de la tibieza de su piel- si que eres especial. Para mi eres la chica de la pista, no lo olvides nunca.
Acortó el tenista la distancia que los separaba y posó sus labios en los suyos. Quería ir lento con ella y tomarse su tiempo para besarla, pero, cuando sus bocas impactaron la una con la otra, todo su autocontrol se vino abajo y la besó con desesperación, la misma que tenía ella por él.
Charlotte se agarró a su camiseta sintiendo que las piernas le temblaban considerablemente. Dejó que él tomara su boca una y otra vez, dejando que su lengua se hundiera en ella, buscando la suya para rozarla y acariciarla como a Carlos le dio la gana.
-Tengo que irme. Me estarán buscando -le decía ella mientras sentía la boca del chico en su cuello, como se deslizaba hasta buscar un camino hacia sus pechos.
-Quiero verte otra vez. Tengo que verte otra vez -le pidió Carlos hundiendo sus dedos en su trasero.
-Después del baile del campeón. Esta noche -le aseguró ella buscando como besarlo de nuevo. Pues esos labios, esos de pecado, solo querían que fueran tomados por Carlos una y otra vez- yo me encargo.
Besó Charlotte los labios de Carlos una última vez. Con una pasión y un deseo tan desmedido, que pensó que no sería capaz de abandonar al tenista. Sus manos se rozaron una última vez hasta que la chica le dio una intensa mirada y desapareció de la misma forma sigilosa que había llegado.
Carlos se dejó caer en uno de los bancos, mientras se llevaba las manos al cuello. Acababa de meterse en un buen lío. Pero un lío absolutamente delicioso.
Carlos miraba a través de las cortinas la oscuridad de la noche. Sintió pasos detrás de él, y se apartó de esa ventana para recibir a la dueña de la casa. Charlotte curvó su boca en una sonrisa y se deshizo de los zapatos, dejándolos a un lado de la sencilla alfombra que adornaba la sala.
-¿Aquí es donde traes a tus conquistas? -le preguntó Carlos burlándose de ella, lo que le hizo ganarse una airada mirada por parte de Charlotte.
-No. Aquí vengo cuando estoy agobiada y quiero estar sola. Ni siquiera está a mi nombre. En el registro está a nombre de una prima -se quitó Charlotte la horquillas del moño, dejando que su cabella cayera sobre su espalda, resultando esto una tentadora visión para Carlos.
-¿Nunca has traído a ningún chico aquí? -Carlos avanzó hacia donde ella estaba, acortando la distancia que los separaba.
-No. Eres el primero -le respondió ella con cierta timidez. Tan osada que parecía cuando lo había organizado todo para traerlo aquí, y ahora se sentía bastante avergonzada.
-Eso es por los buenos orgasmos que te doy -se burló Carlos de ella, para acabar cogiendo una de sus manos hasta entrelazar sus dedos con los suyos.
-Tienes tu encanto, Alcaraz, y si, lo de los orgasmos es otro más de tus atractivos.
Charlotte le sacó la lengua a Carlos, pero, no le dio tiempo a nada más cuando sintió la boca del chico sobre la suya. Durante segundos, se dedicaron a besarse y rozar sus cuerpos provocándose de esta manera. Acabó Charlotte en el suelo, sobre la alfombra que su padre le trajera de uno de sus viajes.
El tenista le levantó el vestido, buscando como deshacerse de su ropa interior, esa que tanto le estorbaba ahora mismo.
-Voy a probarte otra vez, Charlotte, porque eres deliciosa.
Comenzó el tenista a lamer su centro, succionando con su boca su hinchado clítoris. Los dedos de Carlos acompañaron cada lamida de su lengua, la cual, se enroscó en ese lugar de placer, tirando de este varias veces seguidas. Charlotte, estaba muy mojada. Sus fluidos se mezclaban con su propia saliva siendo delicioso tener el sabor de ella en su boca.
Para ella, sentir como él la besaba y acariciaba, era lo más erótico que había vivido nunca. Se agarró a su pelo, tironeando de él para que Carlos profundizara aún más las lamidas en su sexo. Arqueó su espalda, sintiendo un pequeño temblor formarse en su estómago. El tenista había metido uno de sus dedos dentro de ella, y lo movía a la vez que su lengua se perdía entre sus pliegues. No tardó Charlotte en sentir el nacimiento de su orgasmo.
- ¡Carlos! -gritó su nombre al sentir como se venía en su boca. Como dejaba de ser ella misma para abandonarse al placer de sus dedos, los cuales aún seguían en su interior, y de como estallaba con la lengua del chico moviéndose aún en círculos.
El orgasmo de Charlotte fue muy fuerte. El más intenso de su vida. Se llevó las dos manos a la cara riendo descontrolada. Su pecho se sacudía y sintió sobre el un peso y unas manos que acunaban su rostro. Al quitar las suyas, se encontró con la intensa mirada de Carlos sobre ella y solo podía pensar que era el chico más atractivo que había visto en su vida.
- ¿Estás bien? -le preguntó él de una forma bastante tierna. Ella puso sus manos alrededor de su cuello y lo atrajo para sentir su boca sobre la suya.
- Lo estoy, pero...quiero más.
- Y más tendrás -le respondió él atrapando sus labios con los suyos. Intentó ser tierno y dulce, pero su boca la provocaba a besarla más profundamente y perderse aún más en Charlotte y en sus besos.
Se puso de rodillas para buscar un preservativo en su cartera, mientras sentía las manos de Charlotte en su cuerpo. La morena quería tocarlo y hacerle sentir lo mismo que él le había hecho a ella. Palpó su dureza a través de la tela de sus pantalones, y mientras él, por fin, tenía entre sus manos lo que andaba buscando, ella lo acarició abarcando su longitud con una de sus manos.
- Charlotte -gimió él su nombre, mientras su cabeza ya no pensaba con tanta coherencia como antes.
La morena puso una de sus manos en el borde del pantalón de Carlos y poco a poco, lo fue deslizando, llevándose su ropa interior de camino. Liberó su miembro y su pulgar se encargó de recoger esa gota que ya mojaba su dureza. El tenista le mostró un preservativo, el cual rasgó con sus dientes. Lo sacó intentando prestar atención a lo que hacía, y no a las caricias de Charlotte, quien con bastante destreza, movía su mano de arriba a abajo llevándolo cada vez más al límite.
- Para, Charlotte -le dijo él cogiendo una de sus manos, para que la morena cesara en sus frenéticos movimientos.
Agarró el mismo su miembro y desenrolló el preservativo por toda su longitud. Veía Charlotte morderse los labios, deseosa por continuar con el encuentro. Se acercó ella a besarla, a robarle el aliento con su dulce boca, esa que no paraba de atacar una y otra vez.
- Ponte de rodillas y date la vuelta -le pidió Carlos mientras sus dedos le levantaban el vestido hasta la cintura.
- ¿Es esto una fantasía, Carlos? -le preguntó Charlotte en un tono bastante sensual, para, hacer mientras, lo que él le pedía.
- Tú estás siendo toda una fantasía, Charlotte.
Escucharlo pronunciar su nombre, en el tono y acento correcto, le produjo a la morena un pequeño espasmo en su vientre. Lo deseaba dentro de ella. Sin importarle las consecuencias que esto pudiera tener en su vida. Esta noche, de nuevo, solo eran un chico y una chica dejándose llevar por sus pasiones.
Charlotte puso sus manos en el suelo, encima de la mullida alfombra. Estaba de rodillas. Agitando su melena morena a la vez que volteaba su cara para mirar a Carlos. Se mordió el labio al sentirlo tras su espalda. Sus manos se posaron en sus pechos retorciendo estos mientras besaba su cuello expuesto.
- Hueles a frambuesa -le dijo él girándole la barbilla para poder besarla- es mi fruta favorita.
Sus bocas fueron al encuentro una de la otra. Sintió Charlotte como él posaba sus manos en sus desnudos cachetes. Muy lentamente, le bajó las braguitas, acercando su hinchado miembro hasta ella.
- Carlos -le susurró Charlotte demasiado excitada como para pensar con coherencia- por favor.
Sus ruegos porque él estuviera dentro de ella le resultaban al tenista encantadores. No esperó. No quiso que ella volviera a suplicarle. Su otra mano la agarró de la cadera y muy lentamente fue introduciéndose en ese paraíso que era su interior. Un alto gemido salió de los labios de Carlos cuando se hubo enterrado profundamente en ella. Cogió aire manteniéndose unos segundos sin moverse, disfrutando de la sensación de estar dentro de la morena.
- Eres una delicia, Charlotte.
Carlos empezó a moverse, al principio, muy lento. Quería probarla. Disfrutar de ella sin prisa, aunque sabía que el tiempo de ambos estaba limitado. Las embestidas de su miembro desataban en Charlotte un maravilloso infierno. Cuando él salía, la penetraba de nuevo tan profundamente que tenía que morderse los labios presa del más puro placer.
Los dedos de Carlos se deslizaron por su estómago hasta encontrar su clítoris. Este, estaba hinchado y deseoso de ser tocado. Lo frotó despacio, impregnándose bien de los fluidos de la chica, los cuales esparció por todo su sexo a medida que la acariciaba.
- Charlotte.
Los gemidos de Carlos en su oído, le producían miles de escalofríos. Le encantaba escuchar su nombre en sus labios y como los vaivenes de sus caderas la llenaban por completo. Sus dedos seguían acariciando su clítoris, siendo los espasmos de su cuerpo cada vez más evidentes.
- No pares, por favor -le rogaba ella haciendo acopio de la poca cordura que le quedaba.
Charlotte echó su cabeza hacia atrás buscando su boca. Su lengua atrapó la suya en un beso que los tenía a ambos ardiendo en llamas. Carlos se hundía cada vez más en ella. Dándolo todo en este encuentro deseado y ansiado. Sintió la adrenalina correr por sus venas y las ganas de correrse se incrementaron cuando la lengua de ella atrapó la suya en un salvaje y desesperado beso.
- Charlotte, no puedo más -le susurró al oído haciendo acopio de todo el autocontrol que le quedaba.
- Yo tampoco -le confesó ella sintiéndose casi igual que él.
Sus dedos se hundieron en las caderas de Charlotte, acercándola más a él. Sus movimientos eran acelerados, pues ambos estaban deseando estallar en miles de pedazos. Él sentía como su interior se estrechaba y como su miembro resbalaba aún más dentro de ella. La sintió temblar. Como arqueó todo su cuerpo, inclinándose Charlotte aún más, hasta casi acabar con su pecho contra el suelo.
El orgasmo le vino a la vez. De manera intensa. Dejándose llevar ambos y sintiendo este momento como algo único en sus vidas. Carlos salió de su interior y la giró para poder abrazarla. Se perdió en su boca y en sus labios de fuego, recreándose en cada centímetro de estos. Acarició su mejilla con tal dulzura, que a ella le dieron ganas de llorar.
-Y ahora, campeón -le pidió ella con una increíble sonrisa- llévame a la cama.
📆 FINALES DE FEBRERO
📆OCHO MESES DESPUÉS
Carlos se miró en el espejo y ajustó su corbata tirándose de ella de forma nerviosa. Resoplo ligeramente por la nariz, para después sonreír al sentir unos dedos que tomaban la prenda de vestir por detrás.
-Se te da fatal el nudo -le decía la preciosa chica que lo miraba a través del espejo.
-Lo sé. Pero, también es que me gusta que tú me lo hagas.
Dejó que ella terminara de arreglarse, para, segundos después, colocarse frente a él y mirarlo con una sonrisa radiante.
-¿Estás listo? -le preguntó ella sintiendo como los nervios atenazaban todo su cuerpo.
-Estás tú más intranquila que yo. Estoy bien. De verdad -puso Carlos sus manos en la cintura de su novia y dejó que ella reposara su cabeza sobre sus hombros.
Tenían que disfrutar de estos momentos. De la soledad de estar juntos antes de que todo ahí fuera se convirtiera en una locura.
-Alteza. Los esperan.
Charlotte se separó de Carlos para regalarle una preciosa sonrisa a la vez que agradecía a la chica que había ido a buscarlos, que los avisara. Buscó sus dedos, y los entrelazó con los suyos mientras ambos caminaban fuera de la habitación. Cruzaron el pasillo de enfrente y después de atravesar un pequeño vestíbulo, bajaron los escalones que los llevaban directamente a los jardines.
La prensa, mientras, disparaba sin control sus objetivos a la vez que las cámaras no perdían detalle de la pareja.
La notica del día, era el compromiso de la princesa Charlotte de Gales con el joven tenista Carlos Alcaraz. Una relación que había sorprendido a muchos y que había tenido que atravesar muchos obstáculos para estar en ese lugar y en ese momento. Ambos habían luchado por demostrarle a todos lo más importante, que su amor era más fuerte más allá de ningún titulo.
-Charlotte -le dijo Carlos mientras ambos paseaban muy sonrientes por los jardines de palacio- ¿te he dicho hoy que te amo?
-Varias veces, pero, nunca me cansaré de que me lo digas -le respondió ella acercándose más hacia él para poder agarrarse a uno de sus brazos.
-Pues te amo. Gracias por quedarte en aquella pista central esa noche -le dijo Carlos tomando una de sus manos para llevarla a la boca, dejando un pequeño beso en esta. La respuesta de Charlotte no se hizo esperar, para alegría de su prometido.
-Gracias por hacer que me quedara esa noche en esa pista.
*** Espero que os haya gustado esta nueva historia de Carlos Alcaraz, la cual quiero dedicársela a miss_rico. Espero que la hayas disfrutado y que por fin le hayamos dado un final feliz. ***
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