Fantasmas del pasado
Las personas que habían cursado sus estudios en las más prestigiosas universidades del área metropolitana, tenían la posibilidad de trabajar en el lujoso edificio del Prestige. Y los mejores cualificados optaban para trabajar en la última planta de ese majestuoso edificio moderno de cristal azulado que se alzaba de entre todos los edificios en el centro del área financiera. Aquellos eran llamados: "La Élite", y sus salarios anuales superaban las seis cifras.
A unos cien metros de allí, y teniendo una vista completa de la entrada principal de aquel edificio, se encontraba Taylor Donovan. Apoyado contra la dura corteza de un árbol no perdía de vista ningún movimiento que sucedía en las inmediaciones del Prestige. Un cigarrillo pendía inmóvil de su boca. Su mano izquierda resguardada del gélido frío sujetaba una pequeña libreta dentro del bolsillo de su abrigo negro. Apenas hacía unos minutos las personas que frecuentaban el parque se habían largado; solo quedaban algunos corredores, y tres jóvenes con aspecto de estar fumados, riéndose en un banco de madera.
Dio la última calada al cigarrillo, lo tiró a la arena y pisó la colilla con el talón. Sacó la pequeña libreta de su bolsillo, y comenzó a pasar las diminutas páginas con sus manos temblorosas. El viento silbaba por encima de su cabeza moviendo las hojas; la noche era muy fría. Los tres chicos se levantaron del banco y caminaron hacía la salida del parque. Por muy fumados que estuviesen, aguantar aquel frío sentados tenía cierto mérito.
Justo en ese momento, salían por la alta fachada del edificio un grupo de personas trajeadas. Revisó nuevamente los apuntes de su libreta. Levantó sus ojos atisbando a lo lejos a ese grupo.
—¡Ahí está! —dijo en un susurro.
La envolvente oscuridad fue testigo de como su cara se tornó en una mueca; un intento de sonrisa frustrado por el acuciante frío. Guardó la libreta en el bolsillo del abrigo, se ajustó su gorro de lana, y sacó de su otro bolsillo una mascarilla negra.
Unos años atrás una pandemia extinguió a parte de la población. Confinamientos, restricciones, aforos limitados, obligatoriedad de vacunas y mascarillas...fueron las medidas que impusieron los gobiernos de cada país. Tardaron dos años en regresar a una cierta normalidad, a la que llamaron "La Nueva Normalidad". El virus llegó a controlarse con vacunas, inmunidad de grupos, limitaciones de aforo...El caso es que los medios de comunicación que estaban a cada hora del día y la noche retrasmitiendo los números de contagiados, porcentajes de incidencias, y alguna muerte puntual; se cansaron y pasaron a otras noticias. Con el tiempo las personas fueron olvidando o pensando menos en el virus, y poco a poco fueron reanudando sus anteriores vidas. Pero quedaron las mascarillas formando parte de la sociedad. Todavía se podía ver a personas con ellas puestas por las calles, centros comerciales, transportes públicos, parques...
Taylor Donovan las utilizaba para su propio interés.
Se alejó del parque y fue persiguiendo en la distancia al grupo de trabajadores. Llevaba unas semanas espiando sus pasos, y sabía con certeza cual serían sus siguientes movimientos. Aunque solamente le interesaba un único miembro de aquel grupo apodados "La Élite". Se adentró por una amplia calle iluminada, atestada a ambos lados por bares, restaurantes, cafeterías...La muchedumbre se agolpaban tanto dentro como fuera de los locales. El ambiente era contagioso. La calle radiaba un cierto aire de vida en cada rincón. Sin duda era el mejor remedio para olvidar esas largas y monótonas horas de curro.
Los trabajadores del Prestige se metieron en un local. Taylor entró pasados unos minutos. Se dirigió al final de la barra y se pidió una Budweiser. Se bajó la mascarilla al mentón y bebió un trago largo, sin perder de vista a aquel hombre. Dio un nuevo trago, y a subirse un poco el abrigo por su brazo, mostró en su muñeca unas cicatrices verticales. Todos teníamos a nuestras espaldas un pasado que nos perseguía como fantasmas día y noche. Los recuerdos formaban nuestra personalidad, y a Taylor esos recuerdos le habían convertido en un hombre frío, rudo y vengativo. Esa noche, en ese mismo local estaba dispuesto a matar un mal recuerdo del pasado.
Uno de los miembros de aquel grupo se alejó en dirección a los lavabos. Rápidamente Taylor se subió la mascarilla, y siguió a su presa.
Había llegado el momento.
Llevaba unos meses planeando como haría pagar a aquel hombre por el sufrimiento, y acoso que le infligió él y sus otros amigos. Hicieron de una de sus mayores ilusiones como era ir a la universidad, un infierno. Ahora les haría pagar uno a uno. Estaba dispuesto a todo.
Entró por la puerta del servicio. Echó un rápido vistazo, y comprobó que no hubiese nadie. Era un sitio pequeño; compuesto de un lavabo y un urinario. Miró como Frederick orinaba con la cabeza agachada, moviendo ligeramente la cadera, trazando unas líneas amarillas por la superficie. Cogió la cerveza por el estrecho mango y rompió el culo de la botella contra la superficie del lavabo. Los cristales amarillos se esparcieron por el suelo pegajoso. En un instante convirtió una bebida, en una afilada y mortal arma. Frederick miró a su izquierda y vio como aquel sujeto se abalanzaba hacía él. Sin tiempo a reaccionar, Taylor incrustó la botella en su cuello, Frederick se defendió del segundo envite con su mano, y el suelo comenzó a cubrirse de sangre. Con el pequeño trozo de carne moviéndose a izquierda y derecha, Taylor agachó la mirada, justo en ese instante Frederick tapó con sus manos sus partes, y dejó descubierto su cuello. Taylor no perdió la oportunidad y clavó la botella en su pómulo. La sangre brotó profusamente llegando a las paredes. Frederick se resbaló y su cabeza golpeó el suelo. Tirado en aquel suelo con cara de terror miró a la cara de su asesino. Taylor se bajó la mascarilla, para que pudiera contemplar su rostro. Exhalando con dificultad, Frederick pudo pronunciar sus últimas palabras.
—¡Eres tú! —susurró antes de morir.
—Sí, soy yo.
Taylor se levantó y salió rápido de aquel local. Dejando tras de sí, una carnicería y un objetivo cumplido.
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