Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Ardiente horror

Darcy Lane esperaba con aparente impaciencia la llegada del metro. Su mirada perdida se distraía en los anuncios de la televisión. La nueva canción de Jay Wheeler sonaba a través de sus cascos acelerando su corazón. Una pareja de jóvenes de la mano pasó por delante de ella, caminando hacia el final del andén. Una añoranza todavía no olvidada afloró en su rostro, mordiendo su labio para alejar ese recuerdo.

La megafonía anunció la llegada del metro. Las personas se agolparon ante la franja amarilla que delimita la distancia de seguridad. Darcy se mantuvo a la espera apoyando su espalda contra los desgastados azulejos rojos. Estas batallas que se iniciaban con las aperturas de puertas, buscando un sitio libre o una buena posición, no iban con ella. El metro hizo su llegada con su estridente sonido característico y abrió sus puertas.

Los afortunados lograron su ansiado asiento, un trofeo que sus piernas y traseros agradecían. Los vagones estaban repletos. Logró agarrarse a una barra y mantenía el equilibrio, a pesar de las  constantes sacudidas. Bajó la cabeza y fijó su vista en sus tacones. Una nueva sacudida al pasar por una curva propulsó a un hombre a golpearle la espalda, sintiendo su aliento en su nuca. La proximidad del hombre era cada vez más cercana. Sentía su respiración agitada en su cuello, un olor a alcohol barato invadía su corto espacio. La cercanía de su cuerpo era más palpable aprovechándose del movimiento del metro.

El metro paró en la siguiente estación y la gente salió a tropel. Durante esos escasos segundos que duró la apertura de puertas y la salida de la gente; Darcy pudo avanzar un par de pasos y salir de esa situación angustiosa. Los nuevos viajeros que se incorporaron fueron más de los que salieron y la inercia mandó de nuevo a Darcy hacia la puerta trasera donde estaba plantado aquel desagradable sujeto.

Por raro que resulte pensar, el tiempo puede pasar más despacio en un sitio que en otro, ella estaba sintiendo eso mismo. Otra curva en el recorrido mandó su cuerpo a pegarse más a aquel desagradable aroma. El roce del pantalón con su corta falda. Su cuerpo inmóvil, mientras el sujeto deslizaba su mano derecha por debajo de la falda. Esos segundos que duró la inercia, sintió su aliento pegado a su nuca, un bulto se movía frenético en su trasero. Aprovechando la nueva sacudida, logró abrirse paso y alejarse unos metros.

Todavía con el pulso acelerado y el cuerpo entumecido, intentaba volver a la calma de tan desagradable momento, con la música de su cantante favorito: Arcángel. Había vivido una agresión física, rodeada de personas, testigos ajenos a su situación. Empezaba a recuperar el aliento poco a poco; criticando su cobardía.

Después de siete estaciones, bajó y se dirigió rápidamente a la salida.

En la salida de la estación de Circus, estaban esperando sus dos amigas. Amber y Cindy alzaron sus cabezas de los móviles y vieron a su amiga.

—¡Darcy! —gritaron al unísono.

Darcy movió la cabeza en todas direcciones, como la aguja de una brújula, y vio al fin a sus amigas.

—Darcy ¿te encuentres bien?, tienes mala cara —dijo Amber, viendo preocupada el rostro de su amiga.

—Claro que sí, es solo que salgo del metro cabreada —dijo Darcy, forzando una media sonrisa— odio el metro en hora punta.

La verdad se convertía en un amargo recuerdo de la realidad que acababa de vivir, mejor ocultarlo e intentar olvidar esa desagradable experiencia, bailando y bebiendo hasta el amanecer.

—Afuera las malas caras, hemos venido a quemar la noche —intentó Cindy animar a sus amigas.

La discoteca de moda "Nowadays" se encontraba repleta. La cola llegaba a parar a la otra calle. Las chicas habían sacado la entrada por Internet, previniendo las largas colas que se formaban.

Dentro del local, las personas se agolpaban en la barra deseosos de beber sus primeros cubatas. La pista central era la viva imagen de un campo de concentración, hacinados sin la posibilidad de dar un paso ni a derecha y ni a izquierda, parecían divertirse. En estos momentos se triplicaba el aforo limitado de 200 personas, que prometía un letrero a la entrada de la discoteca.

Después de unas horas bailando y bebiendo, Darcy parecía haber olvidado el desagradable incidente del metro. Sintiendo a veces un escalofrío recorrer su cuerpo, al recordar el aliento pegado a su cuello.

A las 04.30 de la madrugada, la gente estaba embriagada de alcohol; ajenos a la chispa que salió disparada a las cortinas del escenario. Rápidamente la chispa convirtió las cortinas en un ardiente color anaranjado.

—Fuego, fuego —gritó un chico.

Ignorando las advertencias, como si se tratase de una broma macabra, siguieron con sus bailes y flirteos.

En apenas unos segundos el fuego se extendió hacía el techo y empezó a propagarse a la pista de baile. El sistema de protección averiado desde hace unos meses, no serviría para apagar el fuego.

La multitud salió corriendo frenéticamente hacía las puertas de emergencia y principal. Desesperadamente intentaron abrir las puertas; una labor que sería imposible; un candado y unas rejas obstaculizaban las puertas de emergencia y la principal.

Una avalancha de rostros aterrorizados se agolparon contra la multitud que estaban en las puertas. Un amasijo de cuerpos se acumulaban en los suelos y otros iban exhalando sus últimos suspiros apretujados en las puertas.

La discoteca de moda se transformó en un pandemónium de gritos histéricos y antorchas humanas.

Los personas caían al suelo, cómo fichas de dominó, el humo más rápido que su aliado el fuego, invadió de monóxido de carbono sus frágiles cuerpos.

Darcy y sus amigas al ver las pocas esperanzas que tenían, subieron a la segunda planta. Sus rostros ocultos con sus camisas, les servían para protegerse del humo. Las estrechas escaleras de subida estaban repletas de cuerpos, un ruido parecido al partir castañas, llenaban sus oídos a cada zancada.

El fuego se propagó inexorablemente a la segunda planta. Unas ventanas al fondo de la sala, eran las únicas vías de escape de ese infierno. La muerte era ineludible, o esperaban al abrasador fuego y morían en una agonía inimaginable o saltaban al vacío.

Las llamaradas avanzaron frenéticamente arrasando cualquier atisbo de vida. Darcy y sus amigas se precipitaron al vacío, acabando irreversiblemente con sus vidas.

                      Nota de autor

Hola a todos aquellos lectores que habéis terminado de leer esta nueva historia de ficción. Esta historia ha ido adquiriendo vida propia a medida que estaba escribiendo. No era mi idea inicial antes de empezar a escribir, pero a veces la rebeldía de los dedos toman el mando de la historia.

Esta historia queda claramente estructurada en dos partes: La primera es el viaje de Darcy en el metro, y su desagradable incidente "aquí soy bastante comedido con mis palabras", en serio, son agresiones sexuales que por desgracia se comenten a diario; la segunda parte, "la parte que creó vida" fue un trágico suceso que ocurrió en Madrid, el 17 de diciembre de 1983, en la discoteca "Alcalá 20". Según apuntan fue debido a un cortocircuito que incendió las cortinas del escenario, aquella fatídica madrugada a las 04.30 horas. Murieron 81 personas, debido a una serie de negligencias.

A veces por desgracia la realidad supera a la ficción. Este es mi sentido recuerdo para todas las víctimas que fallecieron en esa trágica noche.






Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro