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Un pedazo de pastel-MuxSaga

Animadamente un peliazul se terminó otro vaso de jugo de frutas en la cafetería, con el vaso en alto tratando de atrapar un trozo de sandía que se sujetaba al fondo. Estaba en su propio mundo, después de todo disfrutaba de que su gemelo no ande molestando por su detrás puesto que este último tenía un examen de ingreso en la universidad.

Las palabras de Kanon antes de ingresar al aula fueron.

-¡Vamos! Te pagaré con todas mis revistas de super héroes si das la prueba cuenta mía.-Decía con los ojitos brillantes.-Ademas, nos parecemos mucho y nadie se dará cuenta, yo odio las matemáticas y el examen también tiene un poco de matemáticas ah!

-Es la carrera que elegiste, asume la responsabilidad.-le dijo Saga palmeando un par de veces el hombro de su hermano. Estaba preocupado por el futuro de su hermanito pero también era gracioso verlo pedirle que hiciera algo así.

-Bien, si no paso la prueba, voy a quedarme viviendo contigo hasta envejecer asumiendo tu plena responsabilidad de mantenerme.

Saga lo escuchó con una de sus cejas levantadas, entrecerró los ojos sonriendo y dijo.

-Soportarás ser mi esclavo todo ese tiempo, así que tú decides, o pasas la prueba o eres mi esclavo en casa.

Kanon palideció, lo miró con un claro rostro de agravio fingido y se metió al salón sin decir nada más.

Despertando de ese corto trance en comer la sandía, lo empujaron por detrás y el vaso resbaló al suelo hasta romperse en varios trocitos.

Saga frunció las cejas después de ver el desastre, aún no se dió la vuelta cuando oyó la disculpa apresurada de una vocesilla. Pensó que era un niño, pero cuando giró, era un jovencito con la cara sonrojada. Inmediatamente las quejas que lanzaría se las tragó. Viendo su aspecto un poco tierno su expresión se aflojó y en cambio sonrió para no asustarlo.

-Para de disculparte, un accidente es sólo eso, lo bueno fue que no te hiciste daño.

Los ojos del pelilila se conectaron con los suyos y al segundo su rostro se puso tan rojo que casi parecía un tomate maduro.
Saga soltó una pequeña risa que se detuvo en cuanto notó al camarero queriendo extender la mano al jovencito con la intención de cobrarle lo del vaso echo trizas.

-Hey, yo pagaré esto, eres tan insensible con un muchacho tan bonito.

Sacó el dinero y el camarero le dirigió una mirada arrogante, pero nadie le dijo que cuando Saga levantaba un poco la barbilla, fruncía las cejas y hacia una mueca de disgusto daba terror, por lo tanto esa misma mirada del peliazul puso la piel de gallina al camarero.

En cambio, el jovencito quedó absorto antes de decir.

-Yo debería ser el que pague el daño, fue mi culpa.

-No, para nada, por esta ocasión estoy de buen humor, así que tuviste suerte y no pienso hacer que alguien tan tierno como tú haga esto. Vamos, tropezaste o qué ocurrió?

El chico asintió sintiendo calor en toda su cara y orejas.

-Si, estaba distraído y no me fijé por donde caminaba.

-Bueno, lo positivo de aquí fue que acabé mi ensalada de frutas y ahora me gustaría preguntarte como te llamas.

Saga vió la duda en la carita del chico y volvió a reír.

-¡Tranquilo! No soy un pervertido, si te molesta decirme no importa, mi nombre es Saga, y esperaba a que mi hermano saliera de su examen cuando sucedió esto. Ya que te estoy haciendo perder varios segundos valiosos continúa con lo que estabas haciendo, yo ya me voy. ¡Adiós!

Mü vislumbró la espalda del peliazul, era bastante alto a su parecer. Se mojó los labios mientras  repitió el nombre de ese sujeto con deleite. Esas palabras dichas por Saga y esa voz se quedaron en su cabeza e hicieron que su rostro permaneciera rojizo durante algún tiempo.
Sabía que no mintió, porque esta cafetería de hecho era la más cercana a la universidad. Mü ya había dado su examen esa mañana, y estaba distraído por pensar si había respondido bien a las preguntas.
Tal vez lo vería en otra ocasión puesto que dijo tenía un hermano, entonces esa cafetería podría ser considerada como su favorita a partir de ahora. Mü ordenó un pedazo de pastel y se fue a casa con una bella sonrisa que se le quedó por mucho. No sabía por qué, pero se ponía nervioso y sonrojado cuando recordaba la mirada de ese tal Saga, la forma de su sonrisa y la profundidad de sus ojos. Además, ese cabello peliazul que le caía por la espalda lo atrajo a un mundo nuevo.

Sospechaba que a lo que sentía, podría denominarse enamoramiento, era la primera vez que le ocurría eso, a lo cual no dudaba en volver a querer sentir eso unas cuantas veces más.

El día en que las calificaciones fueron reveladas, kanon y saga estaban pegados a la pantalla del ordenador.

Kanon buscó su nombre en la lista de aprobados sintiendo que un aura asesina lo presionaba hasta hacerlo encogerse, ante su última esperanza, su nombre era el último de la lista. Soltó un suspiro de alivio en su corazón y toda esa presión maligna se esfumó en un instante.

-Bien hecho hermanito, pasaste y estoy orgulloso de ti.-Le alborotó los cabellos antes de decir.-Ahora más te vale que estudies mucho o te rompo las piernas jejejeje

-¡Estudiaré, estudiaré mucho!.-Dijo rápidamente.

Saga sacudió su cabeza alegre.

-Oye hermano, has sonreído desde que me encontré contigo en la salida de la U. ¿Por qué?

-No te importa.-y su sonrisa se esfumó.
Kanon se lamentó internamente hasta que se puso a festejar su logro con muchas palomitas y una gran película.
Bueno, su festejo fue corto—Saga le estrelló una almohada en la cabeza diciendo  que tenía que ir a comprar cosas de la despensa.

Las clases comenzaron un lunes, Saga arrastró a Kanon a la universidad porque su pequeño hermanito tenía miedo como en la primaria. Después de tanto esfuerzo por fin se libró de sus ruegos por cambiarse el uno al otro para su primer día.

Su celular vibró en el bolsillo de su chaqueta. Era un mensaje.

[Aioros: Saga, hubo un tiroteo en la calle dorada, un par de jóvenes fueron heridos, toma un taxi y ven rápido.]

Terminó de leer, tomó un taxi y fue para la dirección que Aioros le dijo, esa calle mencionada era peligrosa y no era la primera vez. Saga era el único en toda la secundaria que fue aceptado para un trabajo en las fuerzas armadas mientras no abandonaba los estudios. En realidad kanon también quería ingresar, pero al ver el duro proceso de todo eso dijo: Nah, ese trabajo no está a la altura de mis estándares.
Saga se carcajeó por un largo rato.

Cuando llegó a la dirección no había nadie más que Aioros y dos personas a los lados.

Al acercarse recordó el pelilila de hace unos días y una extraña amargura se filtró en su pecho. No perdiendo el tiempo se llevaron a los jóvenes a emergencia.

Un par de días más tarde Mü despertó, con la garganta seca y un lijero dolor en el pecho.
No se dió cuenta de que alguien estaba sentado a su lado.

-No te levantes ¿Tienes sed? Te daré un poco de agua, debe de ser por la anestesia.

Las pestañas de Mü temblaron lijeramente cuando vio al peliazul.
El agua humedeció sus labios y se sintió mucho mejor después de beberla.

-Gracias..

-Solo te di un poco de agua, es a la persona que los encontró que deberías agradecerle, fue Aioros, me llamó y yo fui quien los trajo hasta aquí.
Te quitaron las identificaciones y te hirieron, me preocupé.

-Y...Shaka?

-Oh si, despertó el día de ayer, no fue tan grave, quizás tú en una semana salgas de aquí. Mientras tanto podrías darnos los datos de tu familia.

-No es necesario.-sonrió débilmente.-Mis padres no están aquí.

-¿En otro país?.-Sondeó Saga con una expresión agradable.

-Si, pero no los llamen, puedo cuidarme solo.

-Entonces no te molestaría  que te acompañe hasta que salgas de aquí?

-No me conoces, por qué hacer esto?

Saga sonrió de lado.

-El destino nos hizo encontrar, tenemos que conocernos para no decepcionarlo.-se rió viendo que el jovencito se sonrojó.-Te ves lindo cuando estás rojo.

Ese momento iba tan bien, hasta que la enfermera ingresó. Saga hizo una mueca de disgusto y para Mü, fue una manera de tranquilizarse.

Pasaron varios días así, Saga visitando al chico con algunas galletas o frutas diciéndole que se veía hermoso, bonito, tierno, e incluso le dijo que un corderito bebé podría identificarlo.
Hizo sonrojar tantas veces al menor que aveces este se enojaba y se escondía bajo las sábanas.
Saga solo sonreía evidentemente feliz, quería conocerlo más y cuando llegó el día de su dada de alta, saga le invitó un pastel.

-Así que tienes 19 años, pues en realidad no lo pareces, te vez mucho más joven a comparación mía.

-Eso es porque cuando tenía dieciséis me enfermé, y mi proceso de crecimiento fue más lento.-confesó caminando lentamente.

-Pero te vez bien, como un cebollín tierno.-Le guiñó un ojo mientras chocaban sus hombros a propósito.-Ahora que te conozco un poco mejor, también debería dejar que me conozcas.

El menor asintió un poco ruborizado.

-Mi hermano kanon ha estado ansioso por conocerte, es mi gemelo.-dijo a la ligera.-Le conté sobre cómo te conocí y pues empezó a molestarme. Vamos a verlo a casa, si te molesta  ignóralo, es de naturaleza su propia actitud.

En casa, kanon estornudó.

Así pasaron los días, kanon en realidad molestaba a Mü llamándole casualmente...

-¡Cuñada, desde que Saga te conoció ha cambiado, me hace lavar sus medias y calzones. Si sales con él te tocará todo ese trabajo y aparte...agh!

-¡Cierra la boca kanon!

-¡De acuerdo! Pero por qué ser tan rudo lanzando un zapato?!

Al ver esas escenas el pequeño Mü se reía mas seguido, incluso ambos hermanos actuaban como niños más seguido para hacerle sonreír.

Cierto día, cuando había tanta familiaridad entre los tres, Saga invitó un pastel.
Pero kanon recibió su propio trozo y  se fue a su habitación ante la mirada sorprendida del pelilila.

-¿Por qué se fue?

-Quién sabe.-dijo entre hombros.

Obviamente lo sabía, con mirarle amenazadoramente a su gemelo podría correrlo rápidamente.

-Ven, abre la boca.-ofreció alegre, mostrando sus dientes caninos como un niño travieso, lo que encantó al menor. Sin embargo, aún así abrió la boca recibiendo la cucharilla con el trozo de pastel cremoso.

Lo saboreó con ojitos brillantes, cerró los ojos y la luz que se filtraba por la ventana hizo sombra de sus pestañas en sus mejillas.
Saga le dió dos cucharadas más del pastel, sus ojos se centraron en sus labios y el menor no se dió cuenta de esa mirada.
Cuando estaba por decir "quiero más" como un animalillo al que se le mimaba, vió el rostro de Saga muy cerca del suyo, con sus labios tibios sobre los de él.
La respiración se detuvo y...después de estar en shock, sintió que Saga lamió sus labios y se separó.

Ni hablar de lo rojo que se puso. Saga solo dijo mientras se relamía los labios mirándolo a los ojos.

-Tienes unos labios muy dulces, más dulces que todos los pasteles que he probado en toda mi vida.

Posteriormente, acercándose aprovechando la distracción del otro, murmuró:

-Creo que podría hacerme adicto..

En esta ocasión, no fue superficial como el primero, y tampoco el menor se quedó estático, rápidamente correspondió con algo de torpeza, y los labios se probaron mutuamente añadiendo más profundidad. Incluso el tiempo se fue volando, las cosas sucedieron rápido, pero después de esto, no faltaron muchos más. Algunos de los cuales dieron cierta envidia a Kanon, quién aún no podía hacer eso con alguien y estiraba sus labios en un puchero para después irse.

Su relación se volvió seria en unas semanas, poco después, aunque el pequeño Mü estaba ocupado con sus estudios, nunca dejó de lado un sentimiento tan bonito como el amor.
Saga fue una buena persona, no sobrepasó los límites y sabía hasta donde llegar. Sus palabras pronto se fueron haciendo mucho más melosas y se las susurraba al oído haciendo que su aliento caliente enviara una corriente por toda su columna. Si seguían así, el pelilila pensaba que él mismo se abalanzaría sobre el peliazul y devoraría sus labios con deseo, pues mientras el tiempo pasaba, también lo hacía su madurez y sus pensamientos se hacían evidentes.

Su pasatiempo favorito; probar un trozo de pastel y después probar sus labios. Pronto, la miel lo reemplazó, esparciendo esa dulzura por su mejilla y cuello, dando libertad a sus instintos.

Mientras...kanon seguía soltero, pero alguien en la universidad lo acosaba, tal vez en un futuro ambos se entiendan. Quién sabe, ese Sorrento tenía sus propias mañas.

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