Enfermo..(CAMUSxKANON)
Acababa de salir del hospital por una revisión hacia su enfermedad. Los cabellos verde aguamarina lo diferenciaron de tantos enfermos pero no cambiaba el que él mismo, fuera uno de ellos.
Tomó la factura de los medicamentos que traía en el bolsillo de su sudadera y la arrojó al basurero sin medida de fuerza, ya que el fino papel rebotó y provocó un sonido metálico desagradable.
Miró a los lados de la calle por precaución, siguió su caminata a un puesto de desayuno que había visto hacia poco y ordenó. Camus se encontraba distraído en sus propios pensamientos sin darse cuenta que el café fue puesto en su mesa.
Al mirar la taza humeante, la tomó cuidadosamente y probó un pequeño sorbo tratando de sonreír.
-¿Qué tal está?
Esa voz agradable lo obligó a mirar al mesero, un peliazul mucho mayor que él pero demasiado guapo. Dejó la taza y dijo en tono suave.
-Me gusta, quizá sea lo más dulce que he probado en semanas. Si lo hiciste tú, te lo agradezco...a partir de mañana dejaré esta clase de bebidas. Es una buena despedida.
La sonrisa del mesero se congeló al suponer de donde venía el muchacho. De todas formas, no es que él fuera el único que iba al puesto, pero era demasiado joven, quizá acababa de cumplir los quince.
-Entonces, este café te lo invito yo, no tienes que pagar.-Indicó restaurando su sonrisa, cosa que no desagradó para nada al peliverde.
-Eres muy amable. Me gustaría que todos me tratasen como tú. Te dejaré una buena propina.
-No es necesaria la propina, por algo trabajo aquí. Pero eres un muchacho muy tierno ¿Cómo tratarte mal siendo que eres tan lindo?
Un leve rubor se hizo presente en la piel nivea de Camus.
-Gracias por eso. En algún momento quizá te pueda regresar la amabilidad. Puedo invitarte algo que quieras en este momento ¿Cómo te llamas?
-Oh, mi nombre es kanon. Disculpa por tutearte tan pronto, pero aveces mis modales a las personas que atiendo se me olvidan. Pero no necesariamente debes invitarme algo, no lo hago por conveniencia, me pareces un chico estupendo.
-¿Enserio?
-De verdad, mira, hasta tu forma de hablar es suave y cuidadosa. No podría compararte con otros clientes.
Su sonrisa radiante pareció iluminar todo el puesto. Luego otra persona ingresó.
-¡Mesero, apresúrate! ¡Quiero pedir para llevar!
Kanon señaló con las cejas al que ingresó, para que Camus lo mirara.
-Algunos son así, pero trabajo es trabajo.-dijo entre hombros.- enseguida regreso. No te vayas.
-No lo haré.
Una vez que desapareció solamente mostrando su espalda, camus se quedó mirando curioso. Kanon era atractivo, sus cabello azules colgando detrás de su espalda como una cascada en medio de la noche. Claramente cuidaba su cabello. Instintivamente tomó las puntas de su propio cabello, y era cada hebra tan fina que parecía querer quebrarse ante el contacto.
Fijó la vista en el reflejo de su café, se veía bastante delgado, su barbilla podría definirse como más puntiaguda de lo que era antes de su enfermedad. Tomó la taza y dió un pequeño tragó, lo saboreó en la punta de su lengua con gusto. Sonrió, se quemó un poco, ese dolor no era nada comparado a lo que estaba acostumbrado a sufrir.
Miró el reloj que adornaba la pared cremosa del lugar.
En eso, kanon se acercó.
-Estoy de vuelta.-Dijo.-¿quieres saber la hora? Si es así, no mires el reloj viejo de la pared, está atrasado. Mejor ve mi reloj.
Extendió su brazo después de arremangarse la camisa. Unos nudillos elegantes. Camus dejó la taza, esquivó el contacto visual.
-Gracias.
-No es nada, ¿quieres pedir algo? Tenemos pasteles, queques, vendemos de todo un poco, incluso pizza.
Camus sopesó un poco.
-Quiero un queque.
-¿Sabor?
-Eh..cual me recomendarías?
-Hum, tal vez el queque de naranja, o chocolate. También está el queque de..
-Quiero el queque de naranja.
-A la orden, ya te lo traigo, toma tu café o se enfriará.
-si.
El francés sujetó las pastillas de su bolsillo, tenía entre calmantes y otros medicamentos raros. Ya era la hora.
Y cada que los tomaba su cuerpo se sentía bastante débil. Esos medicamentos eran muy fuertes, causándole mareos y desmayos. Se enojó de pronto, sintió el impulso de gritar. Se levantó del asiento, encontró el bote de basura y arrojó todos los medicamentos. Miró unos segundos entre esa basura para después regresar a su asiento con calma. Levantó la mirada al mostrador y se topó con la sonrisa brillante de Kanon, desde su lugar, le envió un guiño casi sexi.
En sus labios se posó una sonrisa leve, y las sombras en sus mejillas debido a sus largas pestañas adornaron su belleza a un punto exquisito. Kanon se quedó boquiabierto.
Tragó grueso llevando el pedido con las manos temblorosas.
-Aquí tienes.
El trozo de queque se veía apetitoso.
-Muchas gracias.
Kanon.
La sorpresa fue evidente en el susodicho.
-¿hum?
-Por qué..por qué debería seguir viviendo si tengo una enfermedad terminal que me acaba lentamente? Yo..ya no quiero seguir con esto.
Siento la necesidad de acabar con esos dolores que me están matando, así como me vez, es muy diferente al pasado. ¿Qué edad crees que tengo?
El rostro del paliazul palideció. Con la voz ronca dijo.
-Pienso que tienes aproximadamente quince años.
Camus se mordió el labio inferior.
Parecía que quiera sonreír, pero solo le salió una mueca precedida de unos ojos acuosos.
-Tengo diecisiete, llevo tres años soportando lo mismo, mi crecimiento se vió ralentizado. Estoy cansado de esto..realmente no sé que habré hecho en mi anterior vida para ser castigado en esta.
Su voz se quebró en las últimas palabras.
Una lágrima se deslizó por su mejilla. Kanon no sabía que decir, podría escoger las palabras equivocadas. Simplemente se acercó, usó su dedo índice para limpiar esa lágrima y abrazó al menor. No era por pena o lástima, era por otro sentimiento que causó que su corazón temblara. El chico tenía razón, podía sentir su cuerpo delgado, incluso tenía miedo abrazarlo más fuerte.
Esa mañana que parecía ser hermosa se vió triste de repente. Ambos estuvieron callados.
Kanon surcaba los diecinueve años, y su gemelo tenía la enfermedad de la doble personalidad, sin embargo pensó que cada uno tenía sus propias dificultades a lo largo de la vida. Mantenerse vivo cada día ya era luchar, y a veces las crisis golpeaban duro.
Este chico le gustó, por eso quería darle una buena presentación de sí mismo. Pero el muchacho se abrió tan pronto como hablaron unas palabras simples. Significaba lo dañado que estaba. Soltó el abrazo a regañadientes.
-El queque está tibio, es delicioso si lo pruebas. Pero no quiero ver que llores, cuando sonríes, me muestras lo genial que puede empezar mi día.
Camus entre sus ojos llorosos, sorbió su nariz y tomó la cucharilla para probar una rebanada. Kanon no apartó su mirada, despacio se sentó en el asiento frente a la pequeña mesa.
-Te gusta?
Camus asintió.
-Es rico. Es la primera vez que pruebo esto.
-Si vuelves mañana, te invitaré de los otros sabores.
-Pagaré, me sentiré mal si pagas lo que yo coma.
-Por favor, déjame hacerlo, tienes aún muchos sabores que disfrutar.-se le ocurrió algo.- ¿Conoces la ciudad?
-No, estuve unas pocas semanas aquí.
-Puedo acompañarte a algunos lugares turísticos, bastante exóticos. Te podría asegurar que también son divertidos.
-¿Te molestaría en el trabajo?
-Ja, para nada, puedo pedir permiso y trabajar otros días. No afecta demasiado.
Sus ojos se conectaron, fue como si ambos no quisieran mirar a otra parte. Cuando se percataron sus mejillas ardían.
Ese empiezo no fue malo, y al día siguiente volvieron a verse. Sucedió lo mismo los días siguientes, estos días se convirtieron en semanas y luego meses. Pero kanon descubrió la debilidad que suprimía a Camus hasta dejarlo inconciente. No tomaba los medicamentos, no asistía al médico. Dejó de prestar atención a su salud y disfrutó esos momentos a su lado como nunca. Probó lo que quiso probar, vió lo que quería ver. Incluso su primer beso robado se sintió como si flotara sobre las nubes. En enero..ya no podría volver a verlo, ni tocarlo, mucho menos oir su voz. Se lo llevaron cuando dormía. Fue un shock al principio, pero después..ya no se sintió así. Ya no sufriría.
Esperaría a que la vida le permitiera conocer a alguien que le alegre los días como lo hacía Camus con su presencia, o simplemente esperaría a que su alma dejara su cuerpo para encontrarlo en algún lugar lejano.
Lo amaba desde el fondo de su corazón, hasta el último poro de su piel. Y quizá fue por eso que..el destino le permitió verlo nuevamente diez años después, como un jovencito vivaz y de buena salud. Sería el destino o alguien que se apiadó de él en secreto? De todas maneras, verlo fue como el sol en medio de las nubes grises. Se sintió como el primer día que lo vió.
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Este capítulo no iba a ser así, cambié todo, era un capitulo antiguo al pedido de: SailorFighter
Que tiene todo el derecho de golpearme y pisotearme en el suelo por lo tanto que he tardado en publicarlo. Y diré mucho tiempo en vez de decir la vergonzosa cantidad de tiempo que he abandonado la escritura.
Siempre escribo aquí cuando me siento algo melancólica, qué extraño. :"3
Trataré de hacer más animadas las próximas partes xd
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