El primer amor (Parte II)
Paula, Aitana y Marta entraron en el supermercado. Tomadas de las manos recorrieron varios pasillos hasta que llegaron al elegido. Un amplio pasillo luminoso donde estaban: los paquetes de cereales, distintos tipos de galletas, bolsas de magdalenas, un surtido muy variado de chocolates...
-Este sitio es ideal -dijo Paula-. En el vídeo de TikTok, la influencer tenía como fondo las cajas de cereales. ¡Y quedaba genial!
Aitana y Marta se miraron, todavía de la mano y se rieron.
-Entonces grabemos de una vez el vídeo -dijo Aitana. El chico que te gusta y sus amigos nos esperan a unos pocos metros.
Paula frunció el ceño y se tocó levemente la oreja derecha. Miró dónde dejar el móvil y lo dejó apoyado en un paquete de galletas Chiquilín.
-Rápido chicas, la cuenta atrás ha comenzado -advirtió Paula mientras las cogía de las manos, y las situaban en el punto correcto para empezar el baile.
Después de varios intentos repitiendo la coreografía, consiguieron estar las tres contentas con uno de los vídeos.
-Paula, pasa luego el vídeo al grupo -murmuró Marta-. Quiero subirlo esta noche a TikTok.
-Dicho y hecho. Acabo de subirlo.
-Es momento de irnos -sugirió Aitana-. Esa cajera con cara de bruja no para de mirarnos todo el rato.
Las tres amigas salieron a paso rápido por la puerta del supermercado. Los últimos rayos de sol del día se ocultaban entre una inmensa nube.
-Mira Paula, ¿no es esa tu prima? -dijo Marta tocándola del hombro.
Paula giró la cabeza y vio a su prima y a su tía subiendo la calle.
-Sí, es ella; y sabéis lo más curioso.
Marta y Aitana se pararon en mitad de la acera y miraron expectantes a su amiga.
-Pues...que está enamorada -dijo Paula con una leve sonrisa ante sus sorprendidas amigas.
-Al final todas caeremos en las redes del amor -dijo Marta.
-Tampoco es tan malo -dijo Aitana-. Te lo digo por experiencia.
Cruzaron un paso de peatones. A menos de cien metros, sentados en un banco estaban Adrián y dos amigos. En este momento descansaban de los móviles.
Maldita sea, que me pasa, pensaba cuando se aproximaba al encuentro del chico que le gustaba. Dentro de ella sentía como cientos de plumas bailaban y acariciaban su piel.
-Anda, chicos, mirar quien vienen por ahí -dijo Adrián moviendo el hombro de Lucas.
Aitana cogió la mano de su amiga y se la apretó. Ambas se miraron. Y justo en ese instante el miedo se disipó. Los chicos se levantaron del banco y dejaron su sitio a las chicas.
-¿Dónde habéis estado? -preguntó Adrián.
-Son cosas de chicas -respondió Paula-. No creo que te interese.
Con esta respuesta se sintió más segura frente a él. Tenía la lección bien aprendida de los cientos de vídeos vistos de como se debería actuar con un chico que te gustara.
-Entonces mejor no pregunto más -dijo Adrián.
Paula sostuvo la mirada de Adrián. En esos segundos que mantenía el contacto visual, el sol se ocultaba.
Al lado, Aitana y Marta hablaban con Lucas y Aitor. Nunca antes se había fijado, pero Aitana y Lucas tenían mucha química. Otra conquista más en la lista de su amiga. Por la otra parte, la timidez de Marta apenas se percibía. Había congeniado muy bien con Aitor, un amigo del barrio de Adrián y Lucas.
Estuvieron en el mismo lugar unas dos horas hablando, riendo y soltando algún cotilleo de los compañeros de clase.
-Tenemos que irnos -dijo Paula.
Aitana, Marta y Paula se despidieron de cada uno con un beso en la mejilla.
-¡Esperad! -gritó Adrián caminando al encuentro de las chicas-. Os acompaño a casa.
Las tres amigas y Adrián andaron unos metros juntos. Las calles estaban vacías. Primero acompañaron a Marta a su casa, y en el bloque de al lado dejaron a Aitana.
Al fin, Paula y Adrián se quedaron a solas, bajo la luz de la luna.
-¿Te lo has pasado bien? -preguntó con una sonrisa Adrián.
En un segundo, Paula se dio cuenta de que lo poco que servían los vídeos dando consejos de amor. Cada corazón actuaba de manera libre y natural. Y decidió que lo mejor no era pensar tanto las cosas y dejarse llevar.
El ruido de un grillo oculto en la hierba sirvió de improvisada banda sonora unos metros hasta que llegaron al portal de Paula. Adrián se inclinó hacia ella. Paula sostuvo la respiración. Su corazón estaba a punto de salirse del pecho.
-¿Alguna vez has sentido que el tiempo se para? -preguntó Adrián en un tono serio.
-¿Cómo?
-Que si has tenido la sensación de que todo lo que te rodea se desvanece.
Ella le miró a los ojos. Él bajo la mirada al suelo; sus ojos reflejaban tristeza.
-Tal vez -respondió .
Adrián cogió las manos de Paula. Se acercó, las punteras de las zapatillas de ambos se tocaron. Sus cuerpos estaban a escasos centímetros.
-Cierra los ojos -murmuró Adrián-. Confía en mí.
Paula cerró los ojos, y entonces, de la cabeza a los pies sintió un torbellino de emociones.
-Ahora recuerda este momento. Tú y yo, y nada más.
Lentamente separaron las manos. Ella seguía con los ojos cerrados. Él se alejó.
Paula abrió los ojos y vio como se marchaba. Esta noche dejaría de ver vídeos de TikTok en la cama. Esta noche soñaría con él.
Durante unos días ese recuerdo continuaba muy vivo. Le costaba concentrarse en clase y en casa. No entendía como y cuando se había enfriado la relación. Adrián estaba muy distante con ella. Sobretodo cuando estaba rodeado de sus amigos. Y él ni siquiera la saludaba.
Una noche en la que no podía dormir y con un pensamiento martilleando el cerebro, llamó por teléfono.
-Tía... necesito hablar.
-¿Estás bien? -preguntó Aitana.
-Es solo que no entiendo que pasó. -Su tono era triste y apagado-. Como es posible que un día estés tan bien con alguien, y prácticamente al otro te trata como si no existieras.
-No lo sé.
-Esto del amor es una mierda -dijo Paula enfatizando en la palabra mierda-. La próxima vez no caeré. Y serán a mí a quien deseen.
-Así me gusta -dijo Aitana-. Estoy segura de que serás toda una rompecorazones.
Paula y Aitana se despidieron. Pero antes de cortar, Paula prometió que estaría de mejor humor cuando se volvieran a ver.
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